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La Libertad II_02

en Lésbicos

Ni qué decir tiene que volví de Pirineos hecha un lío. Nurita me había estado llamando mil veces, y yo no sabía qué decirle. Porque, además, una vez lejos de ella y saciada mis ansias con Meri, yo de nuevo tenía unas ganas de Nur. Y me sentía nuevamente puta y permanentemente caliente… Lo cierto es que no tuvimos ni tiempo para reaccionar, porque a los dos días, ya metidas en agosto, nos íbamos toda la pandilla a Mallorca… Creo que ahí fue cuando empecé a darme cuenta de que en mi vida pasaba algo de lo que hasta entonces no había sido consciente. Para empezar, ya antes de salir, me lié con Oli. Pero es que no sé ni cómo pasó, ¡si ni me había planteado jamás lo más mínimo con ella! En parte como con Nieves, era una relación menos intensa, y nunca se me pasó por la cabeza poder... A ver, con Nieves tampoco, pero por alguna razón sí que la tenía a veces presente en mis fantasías cuando soñaba con Nur o Lu, pero con Oli... Y no era ni muchísimo menos porque no me gustara, ¡al contrario!... si siempre había sido un pibón, una auténtica divinidad... Imagino que era justamente eso lo que me hacía pensar que era un objetivo imposible.

Pues por algún motivo había quedado con ella para ir al aeropuerto. Estábamos peleándonos para cerrar unas maletas demasiado pequeñas, ultimando los preparativos. Y de un humor extraordinariamente bueno las dos. No parábamos de reír, de bromear. Era pleno verano, y éramos jóvenes. En la plenitud de nuestros cuerpos y en la plenitud de enseñarnos... En algún momento una de las dos enseñó más de la cuenta, la otra quiso probar, una besó a la otra, o quizás fue al revés. Casi perdemos el avión por desvirgar a mi amiga Oli. Luego ella me contaría, confesándome su increíblemente escasa experiencia sexual, nula con mujeres, claro... y decía que nunca le había atraído ninguna, menos yo, que conmigo algo era distinto... Bueno, Oli, a pesar de ser una mujer de quitar el hipo, siempre había sido algo tímida, y conmigo desde luego que siempre me había tenido mucho cariño.

La semana larga que estuvimos en Mallorca fue una locura. Para empezar, ahí se lió todo el mundo. Además de nuestro grupo de chicas, iban bastantes de nuestros amigos y otro grupo de chicos y chicas de Barcelona. Luego, yo haciéndolo a escondidas con Meri y Nurita. Y con Oli, aunque a ella no le confesé hasta el final que también me lo montaba con las otras dos, cuando ya Nuria y, sobre todo Meri, estaban ya desesperadas y amenazando con tomarse el tema por su mano y buscarse ellas la vida para follarse a nuestra amiga. Desde luego que cuando lo hablé con Oli, ella no esperó para encerrarse con María en un baño, siempre se habían llevado bien. Y, antes del viaje de vuelta, Nurita no perdió el tiempo en organizar una mini orgía entre las cuatro para la vuelta del verano. Pero, además, lo más gordo fue que en aquel viaje fue la primera vez que follé y me dejé follar delante de otras personas. Ya digo que aquello se desmadró un poco, pero nos pasábamos el día en nuestra casa en bañador o ropa interior, o en la casa de los chicos de fiesta, con piscina, alcohol y comida. Y por las noches salíamos de marcha, y empezaban los líos. Yo me lié con varios (de los cuales sólo uno fue público) antes de encontrar pareja "estable". Y así todo el mundo. Eso sí, todo extrictamente hetero. El caso es que llegó un momento en que estaba todo tan desmadrado, que la gente empezó a perder la vergüenza. Nos quedábamos en top less con facilidad, los tíos nos besaban y acababan empalmados con tremendos bultos húmedos en los bañadores y allí no pasaba nada... Había quien bromeaba e iba metiendo mano donde no debía como en broma, ciertas prácticas sexuales estaban empezando a ser casi eso, una broma... Creo que me debieron tocar casi todos los tíos del grupo. Y siempre acabábamos follando, aunque al menos al principio se intentaba ser discreto, y cada pareja se encerraba en una habitación, en un baño, en un rincón. A veces acababas y tenías a otros al lado. En fin, debió llegar un momento en que todos nos habíamos visto hacer de todo, aunque se mantenían las formas...

Hasta que una de las últimas tardes… faltaba mucha gente, y estábamos en nuestra casa, Nuria, yo y alguna otra en ropa interior bastante provocativa, alguna haciendo topless a ratos… Simplemente decir que, en un momento dado yo perdí el sentido con el culito de Nuria… fue la única escena homosexual que salió a la luz en todo el viaje y, cómo no, la tuvimos que protagonizar mi amiga y yo. Aquello desató todo, y pronto teníamos varios cuerpos alrededor, desnudándonos y desnudándose, y empezamos a practicar sexo abiertamente. Esas última noches, en casa de los chicos, el alcohol corrió y, todos demasiado borrachos, perdimos las formas y todo lo perdible. Unas más, otros menos... A mí, mi "chico" me folló en un rincón del salón, y yo me dejé hacer delante de todo el que pasaba por ahí, incluso cuando él me ofrecía para compartirme con alguno de sus amigos. Imagino que nos debió faltar poco a Nuria, María y yo para montar el numerito en más de una ocasión. ¡Lo habríamos reventado todo! Pero luego no fue a más. Lo más escandaloso casi, además de esas folladas públicas y que casi todos los tíos nos acabaron metiendo mano a todas, e incluso con varios polvos cruzando parejas, fue una tarde que nos bañamos un montón desnudos en la piscina. Fue casi cuando más magreos cruzados hubo, y creo que faltó poco para que se desatara algo gordo. Llegué a sentir el aliento, y creo que la lengüecita de César en la raja de mi culito, nadando detrás de mi trasero desnudo... uffff… hasta entonces más allá de algún juego de besos y tocamientos, con nuestros amigos directos nos habíamos cortado, y el lío grande lo teníamos sobre todo cruzándonos con la gente del grupo de Barcelona… Sentir el deseo de un pedazo de hombre como César de aqulla manera… casi me corro de solo pensarlo.

Pero por algún motivo no se desató nada, y no pasó de aquello. Que no era poco, para aquella época. Muy poca gente no se dejó tocar, besar, comer, follar, aquellos días. Lu fue una de ellas, porque ya andaba pensando en boda, y en cuanto las noches subían de tono desaparecía. Aunque también a ella la ví en alguna ocasión dejándose besar y tocar y lamer los pechos, aunque de forma bastante inocente. Me confesó sin embargo que se fue cachondísima todas las noches a la cama. Que se ponía enferma viéndonos a Nuria y a mí que, ya en aquella época también le llamábamos la atención... ¿sería posible que hubiese caído en tamaño grupo de bolleras y ninguna nos hubiéramos dado cuenta? Bueno, y Lu hasta me reconoció con el tiempo que en una de esas se había dejado follar, la muy putilla ¡jijiji! ¡y nada menos que por un chico que me había follado a mí primero! y al que a mitad de la noche dejé colgado por otro que me pareció mejor, jajajja. Nunca pude quitarme de la cabeza que desde aquel día Lu, ya llevaba algo de mi sexo en el interior de su coño, porque justamente ese bobo se lo había metido allí a pollazos. Porque me confesó que, en realidad, ésa había sido precisamente la causa de elegir a aquel cerdo, haber pasado por mí primero... Lu estaba ya obsesionada conmigo, y aquella noche que no pudo aguantar más, en realidad lo que buscaba era mi olor.

En fin, que aquello terminó, para bien o para mal, sin más anécdotas. Y luego cada una por su lado. Yo volví a casa, y fui también luego unos días de vacaciones familiares, claro. Donde compartir mucho tiempo con Carlos y Pablo... Ese verano fue el que vi aquellos calzoncillos. En el fondo ahí debió de empezar todo. Nunca debí subestimar el efecto Mallorca. Y con Guille también, claro... bueno, ese verano fue de los primeros que compartíamos largo tiempo juntos. Pero es que durante todo el año yo estaba pasando muchísimo tiempo con él a solas. Le gustaba ayudarme con trabajos y estudios, y yo siempre buscaba algo para que lo hiciera... En cierto modo, le había convertido en mi confidente. Claro, ni mucho menos de todo lo que hacía... nada homosexual, y no todo lo hetero, ni mucho menos, ¡le habría escandalizado! jijji. Pero me gustaba hablarle de sexo, a él precisamente, encerrado en la jaula de oro de su matrimonio, le contaba muchas cosas, dejándole caer de vez en cuando algún comentario para calentarle. Me encantaba aquello, podía notar cómo le ponía. Y a mí me ponía hacerlo. Y mientras, algunos masajitos cada vez más atrevidos, aunque muy esporádicos todavía. Nuevas ocasiones de permitirle verme las tetas, en la piscina o en el baño... Me negaba a admitir que quería lo que quería. Pero lo quería.

Una noche estando sola en su casa con él, trabajando juntos en algo, estuve a punto de dar el paso. Pensé de todo, se me pasó todo por la cabeza. Y sentí como si me hubiera corrido allí, estando con él y pensando cerdadas... Pfffff. Aquella noche, que dormí en su casa, me pajeé insistentemente. Mis bragitas al día siguiente eran un poema, pero aún así las eché a lavar en el cubo de ropa sucia que tenían en su cuarto de baño. Cuando, antes de irme, decidí recuperarlas pensando que no podía dejar esa evidencia allí (realmente estaban demasiado guarras como para pensar que aquello pudiera ser ni medio normal), y fui a buscarlas al baño ¡me las encontré prácticamente limpias! Alucinante, aún se notaban los surcos de sus dientes en la costra de mis flujos resecos... Yo me insistía en que no era más que un juego, aunque me flipaba que él aguantara tanto, porque también se le notaba que me buscaba. Y los jueguitos de las bragas fueron a más... En fin, lo cierto es que eso fue después de ese verano en el que, menos algún comentario, alguna mirada y alguna caricia con él, no pasó nada, y casi lo más significativo fue en realidad lo de mi primito... aunque después de mi añito brutal claro, aquello ni le di en absoluto importancia.

Sin embargo, la actividad empezó a la vuelta del verano sin dar tregua. Nurita, luego Mer, enseguida las cuatro ¡las cuatro! en la mini orgía de Nuria incluyendo a Oli... Bufff ¡qué locura! Todavía hoy recuerdo aquella como una de mis mejores experiencias. Pero es que, al día siguiente, nuestra amiga Rocío hacía una fiesta. La primera vez que nos veíamos todos después de Mallorca. Bueno, la fiesta fue muy normal, y no pasó nada. Pero al terminar... yo me iba a dormir con Meri. Nurita andaba liada con un idiota, y yo quería follar, así que Meri y yo estábamos deseando desaparecer... pero, por alguna razón, nos quedamos hasta el final. Solas con Roci. Y calientes. Nunca antes había visto a mi amiguita Meri tan segura de su lesbianismo como ese día. Bueno, la verdad es que para esos momentos debíamos estar dando al menos ella, Nurita y yo demasiadas señales... Roci se dio cuenta en Mallorca, sin duda, o casi sin duda. más allá de mi escenita con Nuria, que al fin y al cabo en general fue interpretada como un juego para desatar lo que casi todo el mundo estaba esperando que se desatara, Roci supo lo que había entre Mer y yo; también sospechaba de Oli, y dijo que algo de Lucía también (ahí se equivocó, en cambio, de medio a medio y, ¡lo más sorprendente! se le pasó por completo Nuria...) Por algún motivo no se atrevió a nada, yo creo que en realidad es que tampoco lo podía tener tan claro. Según contó ella, luego se pasó el verano obsesionada por el tema, y por eso organizó esa fiesta nada más volver... por lo visto ella y Mer estuvieron mandándose señales toda la noche, y yo no me enteré de nada. Increíble.

Afortunadamente, aún así me invitaron a su particular fin de fiesta privado, y pude desvirgarla lésbicamente junto con mi amada Mer. Total, que de repente éramos 6 lesbianas en el grupo. Lo que era la mayoría de nosotras. Porque con Arancha y Susana ninguna tenía especial interés, y a Blanca todas la considerábamos inexpugnable… lo que a esa altura dejaba al margen tan solo a Lu. Bueno, y a Virgi, aunque entonces eso tampoco parecía tan obvio... Yo tardé un poco en introducir a Nieves, pero tuve que hacerlo forzada, ya que no fui capaz de repetir con ella hasta que no recurrí a Nurita. El caso es que yo andaba luego todo el día diciendo que teníamos que juntarnos las seis, pero nunca pasamos de un trío, y eso fue hasta en ocasiones excepcionales solamente. Al margen de Mer y Nur, lo que más repetí fue con Mer y Ro. Con Mer y Oli debió ser una vez más, además de una o dos con Nur y Nieves. No sé si Nieves llegó a hacerlo con Arancha alguna vez, fue algo que se rumoreó aunque ella siempre lo negó. La verdad, no me pegaba. Pero por Aran, no por Nieves, que se las daba de mosquita muerta pero en el fondo era una salida. Hubo una corta temporada que follamos a saco ella y yo, aunque pronto nos cansamos las dos. Oli me molaba mucho, aunque no era demasiado buena en la cama, a pesar de tener un cuerpo de diosa.

Así que todo giraba siempre alrededor de Mer y Nur. Y como a Mer le gustaba Roci, pues también probé mucha Roci en aquellos días. Todo mezclado con varios viajes que hicimos repitiendo el grupo completo de Mallorca, en plan escapada de fin de semana, como cuatro o cinco durante algo más de un año. Mucha confianza y mucho juego sexual, aunque para nada como en Mallorca. Hasta que una noche en Barcelona mi chico volvió a follarme con gente delante. Íbamos muy bebidos todos ahí. Meri me contó que me dejó luego desnuda tirada en un sofá, y que debí quedarme así hasta la mañana siguiente. Ni ella ni yo sabemos a ciencia cierta cómo amanecí, yo me recuerdo ya metida en la ducha debajo del agua caliente. Pero había llevado ropa al baño, así que nunca supe lo que pasó por enmedio. Eso sí, Meri me dijo que recuerda que todo tío que pasaba a mi lado me sobaba sin cortarse un pelo, que me convertí en una especie de atracción. Que ella y Nuria habían intentado levantarme, vestirme, pero que yo estaba encantada y no me dejé. Que se cansaron de contar cuántos chicos me cepillé aquella noche. Creo que Lu no estaba aquella noche, de hecho faltaba mucha gente en la casa, porque muchos salieron por ahí. Mer y Niur siempre me dijeron que no hicieron nada por mí porque estaba claro que aquello me gustaba... Pensé entonces que quizás tuvieran razón.

Con el tiempo comprendí que, efectivamente, así era, para entonces había comenzado mi proceso de deshinibición sexual total, aunque aún me quedaba mucho por recorrer. Como me diría siempre Nur, lo que había hecho era recorrer en pocos meses el camino que ella llevaba recorriendo años: "Lau, ya eres casi tan puta como yo..." me dijo un día medio borrachas, metiéndonos mano y besándonos desesperadas en los baños de una discoteca. Casi. Efectivamente, ella aún me ganaba, y yo no sabía todavía a dónde podía llegar mi amiga, aunque ella sí que había trazado planes ya. Siempre ha sido una ninfómana y tenía claro que lo que teníamos no le bastaba. Eso sí, yo tampoco sabía a dónde podía llegar yo misma. Al final no andaba mi amiga y amante muy desencaminada en su observación, éramos las dos unas putas de la máxima categoría. Seguramente hoy día a cualquiera que le preguntes dirá que, finalmente, yo acabé ganando a Nuria por un amplio margen, aunque a quién le importa ya eso hoy día... Pero bueno, eso lo digo ahora; entonces aún no era capaz ni de imaginar muchas cosas de las que iría probando.

En todo caso, como dije antes ya había empezado a entender que mi dimensión sexual no era del todo normal. O que lo que otros entendían como normal no era mi medida de referencia, por decirlo de otro modo. Necesitaba el sexo, y tomaba sin complejos todo aquél que se ponía a mi alcance. Por ejemplo, cuando ese año me crucé medio mundo para ir a la inesperada boda de mi amigo Adri... me faltó el canto de un duro ya entonces para liarme con él allí mismo, justo antes de su boda. Como digo, a pesar de follar con la mayor parte de mi grupo estable de amigas, con nuestros amigos directos por algún motivo todavía manteníamos las distancias, más allá de algún rollo de formato perfectamente convenional. Yo iba muy salida a ese viaje, recuerdo, llevaba mucho tiempo sin más que líos muy puntuales con tíos. Claro, tampoco le di importancia porque seguía follando como una loca con mis amigas, y no notaba problemas de abstinencia. No sé si fue entonces, quizás incluso antes en alguno de los viajes con el grupo de Mallorca... que se juntó también Mónica. Moni tuvo una temporada lésbica bastante intensa por entonces, que le duró al menos hasta que se casó jijiji ¡si su marido imaginara la de veces que le puso los cuernos con otros tíos y tías!

Bien, pues el caso fue eso, que llegué a la boda de Adri con demasiada polla atrasada, y a punto estuve de tirarme al novio antes de la boda. Yo no era consciente en absoluto hasta entonces de esa necesidad de hombre que tenía, pero ahí caí en la cuenta de que llevaba quizás dos semanas sin catar polla, distraída por el sexo continuo con mis amigas. Además, para entonces ya me había hecho con un par de buenos consoladores que usaba con asiduidad (bueno, de los normalitos, barritas blancas asépticas con su vibrador, pero muy neutros, en dos tamaños distintos; ahí empezó mi auténtica pasión por la masturbación personal, así como mi pequeña colección de juguetes sexuales, jijiji, todavía recuerdo la primera vez que entré sola en un sex-shop), pues eso, que tenía la falsa sensación de tener sexo de manera continua, pero mi pobre coñito echaba de menos un buen trozo de carne que llevarse a los labios...  

Bueno, pues el caso es que el fugaz pero intenso momento con el novio en el que pareció que íbamos a hacer una locura  me dejó caliente, demasiado caliente, y acabé el día de la boda dejándome follar por un camarero en los baños. Un mulato con una tranca monumental. Nunca había vivido algo así. Para empezar porque nunca antes de forma tan fulgurante, con un completo desconocido, y por saciar de esa manera un calentón... Pfffffff. Pero, además, el pollón. Brutal. Pasaría tiempo antes de volver a probar algo parecido, desde luego, al menos hasta César creo... algún rabo bueno sí hubo, claro... los primeros africanos de Meri... Pero en aquella época, en el fondo, todavía era relativamente "inocente". En el fondo me consideraba casi virgen, y en cierto modo lo era si me comparo con lo que he llegado a ser. En parte todas lo éramos. Desde luego Mer, pero mi experiencia con el mulato aquel en los baño le marcó, y desde que se lo conté a la vuelta, mi amiga empezó a sugerir que le gustaría dejarse follar por extraños en las situaciones más inverosímiles y cada vez con mayor frecuencia. Pero siempre consideré que no sería capaz de dar el paso.

También Nurita empezó a contarlo. Porque en cierto modo sabíamos que ella llevaba un rollo mucho más agresivo y avanzado desde el principio, aunque ninguna de nosotras lo supiera con certeza, ni siquiera yo. Pero Nur era la única que realmente se liaba con recién desconocidos, y su experiencia con ligues de discoteca era mucho más profunda y antigua que la de cualquiera... por más que no lo supiéramos ella debía de haber hecho ya cosas peores que lo mío (si más de una vez la habíamos visto encerrarse con algún camarero en algún cuarto oscuro, y sólo para poder sacar copas gratis...) Bueno, el caso es que al menos a mí aquel camarero me dejó bastante saciada la noche de bodas de mi amigo, al menos en gran parte, aunque he de reconocer que la vuelta al sexo hetero por una puerta tan... ¡grande! como aquélla me hizo sentir de manera inmediata más hambre de hombre todavía, así que me lié también con un amigo de Adri para asegurarme estar atendida el resto del viaje. Nunca me había visto tan claramente liada con alguien por sexo puro y duro. Quiero decir, lo había hecho ya muchas veces antes, sí, pero todas puntuales, exclusivamente cosa de una noche y no más. Con ese tipo estuve varios días durante aquel viaje, y lo hacíamos a todas horas. Fue como mi noviazgo con Javi pero a lo bestia, de alguna manera. Él sería el primer hombre que me comió el culo, pero por algún motivo no siguió explorando esa vía, a pesar de que yo di exageradas muestras de placer bajo sus juegos orales allí. (En verdad me dio mucho gusto, he de reconocer). Como siempre, me veía incapaz de dar ese tipo de pasos, y simplemente me dejaba llevar.

Al fin y al cabo no follaba mal y tenía una polla agradable para comer, así que nos dedicamos a juegos más convencionales todo el tiempo. Aún al volver a Madrid estuvimos juntos un par de ocasiones, al menos. Sin embargo, mi vuelta a España no me hizo más hetero, precisamente. He de reconocer que, por aquella época, yo había llegado a dudar realemnte, por vez primera, de mi identidad sexual, ya que no enganchaba con ningún tío, y en cambio Nur y Mer me volvían loca. Siempre pensaba que si Nur me lo pedía, estaba dispuesta a salir del armario y convertirme en su pareja "oficial". Con Nurita seguro. Con María creo que también lo hubiera hecho. Bueno, el caso es que ninguna me lo pidió, claro. No se les pasaba en absoluto por la mente (a ellas, porque a mí, sí). Pero la vuelta a España, unas nuevas navidades y un año nuevo, me metieron de lleno en mis relaciones lésbicas con mi grupo de amigas. Nurita, nadie sabía cómo, había conseguido liar a Virgi. Creo que por entonces ella aún estaba con Cesítar, con el que Nurita también había tenido sus cosas, por lo que digamos que ellas no eran tampocolas mejores amigas...

Bueno, lo cierto es que por supuestísimo Virgi fue más que bienvenida a nuestro grupito de diversión... Ella y Oli eran como las dos musas, los dos pibones por excelencia de nuestro grupo. Me volvían loca, sobre todo Virgi. Sexualmente, digo. Porque es que está como un queso, y por entonces todavía lo estaba más, y además folla como un animal. Aunque mi relación con Nuria y Mer seguía siendo la más intensa en todos los sentidos. Todas las semanas lo hacía varias veces con ambas, aunque los tríos entre nosotras cada vez eran menos frecuentes. Bueno, en enero hicimos el último viaje con el grupo de Mallorca. Fue mucho más light que otras veces, aunque se folló mucho, pero todo más normal. Yo me dejé follar en una fiesta en el apartamento, discretamente vestida aunque delante de todos, por mi rollo del verano, más que nada por tener algo fácil y seguro. En parte los tíos me daban pereza, al menos aquellos tíos ya, pero era cierto que notaba una fuerte necesidad de polla. Hice bien en dejarme follar bastante por ese rabo en aquel viaje, en todo caso. No sabía yo que iba a tardar nada menos que nueve meses en volver a catar dos polvos no lésbicos seguidos.

Quizás entonces tampoco me di tanta cuenta de eso. Lo cierto es que empecé el año con una obsesión, mayor aún desde que me vi follando ¡por fin! con Virgi... En nuestro grupo, al margen de Susana, Blanquita y Aran, a quiénes ninguna de vosotras era capaz de imaginar en nuestras particulares "reuniones" (ni teníamos, quizás, especial gana, salvo puede que yo con Blanca y Nieves con Arancha, como ya dije) solamente faltaba Lucía por sumarse. Lucía. Eran palabras mayores. Para mí, Lucía siempre había estado al nivel de Nuria y María. Bueno, ellas dos tenían un cuerpo y un morbo difíciles de igualar. Sobre todo Nuria: para mí ni Oli, ni siquiera Virgi estaban a la altura de Nurita... con Meri era distinto, aunque la verdad es que Meri sabía follarme como nadie, y me conocía como nadie en todos los sentidos, y eso hacía mucho. Pero Lucía me volvía loca prácticamente a su nivel. Sabía que sentía algo por ella desde hacía mucho tiempo. Desde siempre. Aunque no estuviera tan buena como las otras.

A ver, Lu es guapa. Muy guapa. Pero su cuerpo, bueno... delgada, plana... Nurita tenía cuerpo de tabla, de tío como decía ella siempre, al menos antes de quedarse embarazada, porque luego sí que le crecieron algo las tetas... Pero Lu ni eso. Y sin embargo, tenía una belleza que para mí era arrebatadora. Nuria y María tenían tanto morbo que siempre me decía a mí misma que lo que sentía por ellas era pura pasión física. En cambio con Lu fue con de la primera mujer de la que fui plenamente consciente de estar enamorada. En ese año era especial, porque mi amiguita se casaba... Quizás eso me debería haberme hecho repensar alguna cosa, porque yo estaba todavía estudiando, atascada con cursos y másters que no me interesaban lo más mínimo (quizás es que ya entonces, lo que se dice de verdad solo me interesaba follar)

Bien, pues mi propósito para ese año era claro: follar con Lu, a ser posible antes de que se casara (y su boda era en abril, así que tampoco tenía tanto tiempo). No me lo quería reconocer a mí misma, pero mi otra gran fantasía era Guille. Pasaba tanto tiempo con él con con excusas inventadas y trabajos absurdos que no podía disimular mi deseo, me moría por liarme con él. Y él conmigo, estaba claro. Cuando estábamos solos las insinuaciones eran evidentes, aunque ninguno se atrevía a dar nunca el primer paso. Pero luego, cuando dormía en casa de ellos, o ellos a casa de mis padres... siempre, absolutamente siempre, jugaba con mis braguitas, que yo iba dejándole estratégicamente colocadas, y bien jugosas... Y los masajes, las caricias, las miradas... Y el asociar los trabajos que a veces compartía con él, pidiendo su ayuda, porque cuando en lugar de con él  trabajaba con María siempre acabábamos aburridas, metiéndonos mano y follando, sin fallar una sola vez. Puffff... menuda etapa aquella, también... prácticamente no había día que no lo hiciéramos, de tal manera que acabó siendo tan normal, llegamos a conocer tan bien el cuerpo de la otra, que si podía haber alguna duda en nuestro arrebato y desenfreno sexual, aquellos días se borraron del todo. Es que llegamos a coger tal confianza, que fuimos poco a poco contándonos todas nuestras perversiones, nuestros deseos, nuestras ansias...  

En esos días fue cuando María aprendió a desear también a Guille, y su ropa interior, jiji, también fue cuando sus labios y su lengua empezaron a visitar mi ano con normalidad. Bueno, y también fue la primera vez que me dejé follar por un animal... jijiji, el perrito de Meri, recuerdo que flipé cuando ella me contó que cuando estaba sola en su casa (la de sus padres, claro, aín vivía allí con ellos... ¡y el perro! una especie de perro salchicha), pues había cogido la costumbre de desnudarse para pajearse, hasta que un día apareció por allí el perrillo, y quería meter la cabeza, olisqueando... mi amiguita estaba toda mojada, y más salida que una mona, así que no se le ocurrió nada mejor que ir a la cocina a por un bote de miel, y untarse el coño... uffff dice que casi muere, de la forma de chupárselo del bicho, ¡qué lengüetadas! se puso tan cerda que se acabó untando las tetas y el animal se tumbó sobre ella a lamérselas también, y sólo cuando él ya había acabado ella se dio cuenta de que se estaba masturbando sobre ella, frotándose contra su cuerpo. Aunque se prometió no repetir, pronto era una costumbre relativamente frecuente, pero solamente le dejaba comerle el coño, porque decía que le dio asco que le echara su leche encima. Lo malo fue cuando intentó montarla, que fue cuando decidió que mejor que se masturbara frotándose con ella antes que follarla. Yo le decía que lo de las tetas sonaba bien, en todo caso, y bromeaba con ella. Tanto, que al final, pues claro, un día me lo ofreció. Me ofreció probar. Le dije que sí, claro, porque en el fondo lo estaba deseando. El pobre perro se volvió loco con mi coño. Pero loco del todo. Casi me mata a lengüetazos. Pero lo peor es que se empalmó como un caballo, y cuando se me echó encima no fui capaz de quitármelo ni de sacarlo de mí. Le dejé entrar. Le dejé follarme. Bueno, lo que duró, porque con sus nervios no llegaba más que a metérmela la primera vez, antes de resbalar fuera de mi coño, de nuevo camino al suelo. Mer se puso tan cachonda que se tuvo que poner encima de mi boca para que le hiciera la que pudo ser mi mejor mamada hasta el momento, en ese delicioso coñito caliente suyo. El pobre perrillo aullaba entre espasmo y espasmo, mientras se corría encima mío, viendo cómo yo me comía el coñito de su dueña que a él tanto le gustaba. Natural. Intentaba llegar también con su lengua, pero era tan pequeño que los lametones no pasaban de mi ombligo. Desde luego que no me arrepentí de probarlo. Ni María, que por mucho que se quejara de que no le gustaban las corridas del animalito, cuando por fin se hubo separado de mí ella se ocupó de comer mi coño y mi cuerpo, limpiarme, y debió tragar litros de esperma de perro tirada a cuatro patas entre mis piernas abiertas, mientras el bicho le lamía el ojete que ella previamente había untado en miel... Los juegos caninos siguieron, claro aunque, no sbamos a dejarle los coñitos y las tetitasque me follara (Rocquedas del animalito, cuando por fin se hubo separado de mego que noé bien por qué, ambas decidimos que era mejor no dejar que me follara (María se seguía negando), así que nos limitábamos a dejarle los coñitos y las tetitas. Luego llegó una época en que pisaba poco la casa de sus padres, y sin más dejé esas prácticas, aunque jamás las olvidé… Meri las mantuvo pero más esporádicamente, hasta que las dos las volvimos a retomar un tiempo más adelante.

En esa época de confidencias con María, llegué a contarle directamente lo de su hermano, una noche en la que, jugando ella con mi ano, le pedí directamente que me lo follara. Necesitaba sentirla allí a saco. No sabía por qué, pero desde que perdí la virginidad por detrás, eran muy pocos los chicos que habían querido disfrutar de esa puerta que yo tenía permanentemente abierta, incluso aunque yo se lo pidiera… A Meri le costó un poco encajar aquello, pero pronto supe que era porque su cabecita se había obsesionado con la idea de su hermano y yo teniendo sexo… Y sí, aunque iba a tardar bastantes años en confesarlo, tardó menos años en decidirse y conseguir encontrar la oportunidad de probar, al menos una vez, a su delicioso hermano Víctor…

Pero hablaba  de Guille, y decía que no. Lo de Guille era demasiado, por más que me tentara. No iba a pasar por aquello, estaba convencida. Claro, María me insisitía mucho en aquella época en que entendía mis ganas, pero que le parecía una locura… con el tiempo comprendería que en aquellos momentos ella vivía también angustiada su obsesión personal con el cuerpo de su hermano, y que eso condicionaba en mucho sus opiniones. Aunque yo misma tenía mis motivos, me había liado con chicos y hombres con pareja miles de veces, pero la única vez que lo hice en familia, quitándole el novio a mi prima para perder mi virginidad… con aquella vez había tenido bastante, ciertamente. Todavía tampoco acabo de entender por qué ella se enfadó tanto, no considero en absoluto que lo nuestro fuera ponerle los cuernos... pero igualmente el cabreo le duró laaaaargo... Mira que tuve que tragarme cosas hasta que se le pasó (por lo menos su novio me consolaba, jijiji). Pero bueno, estaba convencida que liarme con Guille me podía traer líos aún mayores y no estaba dispuesta a pasar por ello. No. Mi objetivo era Lu, no podía ser otro. Y realmente lo quería conseguir.

Naturalmente, lo conseguí. En fin, creo que Lu había acabado suficientemente curada de espanto con lo que vio en Mallorca y después, aunque ni mucho menos vio todo, y menos aún participó en serio... Pero vamos, que se tuvo que hacer una cierta idea de lo que había, al menos en cuanto a Nuria y yo, pero también con Meri y supongo que al menos Oli. No sé, nunca dio ninguna señal, y luego jamás hemos hablado de esa época previa pero... después de volver de Mallorca, a la vuelta de ese verano, yo sí noté un cambio en ella. Yo estaba cambiada, claro. Sobreexcitada y mucho más pendiente de todo lo que tuviera que ver con el sexo que nunca. Pero Lu, que siempre había sido una mosquita muerta, también de pronto empezó a mostrarse más abierta y atrevida de lo habitual. Me hablaba de cosas que nunca hubiese imaginado en ella, y eso me daba pie a conversaciones alucinantes con ella. De repente notaba que nos estábamos excitando una a la otra, que yo me estaba mojando y... estaba totalmente convencida de que ella también... Bien, pues pasaron los meses después de nuestro último viaje con el grupo de Mallorca, pasó enero, pasó febrero... y llegó marzo, y nos tocó preparar la despedida de soltera de Lu.

No sé cómo surgió el tema, la verdad es que estábamos perdidas porque era la primera del grupo que se casaba. A mí, la verdad, me horrorizaba el tema, me horrorizaba la boda y me horrorizaba la despedida. Y más todavía tratándose de Lu. Pero alguna sacó el tema, se planteó una escapada de finde, una casa de vacaciones en el Mediterráneo, y parafernalias absurdas formato despedida de soltera... Bueno, fuimos todas a ese viaje, claro, menos Oli. Susana era un impedimento total para intentar nada. Yo lo comenté con Nur y Mer, medio en broma, que la mejor despedida sería violarnos a Luchita entre todas si no estuviera Susana. Sorprendentemente, ellas dos parecieron tomarme en serio mis comentarios. Y, lo peor de todo, yo me di cuenta de las ganas que le tenía. El caso es que estuvimos varios días, aunque la despedida en sí se hizo nada más llegar, sacándola de copas disfrazada y ese tipo de bobadas. Era curioso, porque con un grupo de amigas tan abiertamente sexuales, quizás lo lógico habría sido llevarla a uno de esos antros de musculitos en pelotas. Pero supongo que nos pesaba mucho que alguna de nosotros no participab en absoluto en esos juegos sexuales nuestro, impidiendo cualquier exploración en esa línea… y que, en realidad, más que ofrecer el cuerpo de Lucía a cualquier maromo, en realidad lo que queríamos era disfrutarlo nosotras… Desde luego yo, quería.

Lo bueno fue que, como hacía muy buen tiempo, decidimos alargar la estancia. Y, ¡oh sorpresa! Nieves, Blanquita y Su anunciaron que no podían quedarse, y que se irían antes por su cuenta. Bueno, desde el principio empezaron a pasar cosas, aún con Blanca y Susana por el medio. Estábamos juntas siete amigas lesbianas, y quizás era la primera vez que coincidíamos juntas. Así que por las noches en los cuartos se oían ruidos... Lucía dormía con Nuria y conmigo, compartíamos cama... Joder, Nur y yo era imposible que nos estuviéramos quietas, claro. Y luego que si el buen tiempo, el tomar el sol en el jardín, los bikinis que empezaban a caer... Lucía se mantuvo, junto con Susana y Blanca, claro. María fue la primera en quitárselo, a eso ya estábamos acostumbradas. También Nurita. Yo fui la sorpresa. Después Nieves y Rocío. Sólo Virgi y Moni se mantuvieron tapadas también al principio, aunque ambas terminarían por caer... y he de decir que aquella visión fue alucinante, ellas que siempre iban de modositas se habían unido al club y habían terminado por desequilibrar la balanza. Pero bueno, no era más que top less, además en el jardín, que se supone que nos veía nadie. Lu me había visto ya las tetas, incluso desnuda. Y yo a ella. Sus no tetas, claro, ya que es más plana aún que Nuria. Y su felpudo. Brutal. Rubio-castaño, con algo de pelo oscuro. Y abundante, abundantísimo. Puro matojo, denso, de pelo duro, siempre largo, enredado, pero vamos, que ni yo en mis peores momentos. A veces incluso se dejaba las axilas sin depilar largo tiempo en invierno. Y a mí eso me ponía, no sé por qué pero me ponía mucho.

Ese mes de marzo llevaba las axilas depiladas, pero no el felpudo. Se le salía por el bikini, aunque no se molestaba en disimularlo. No sé, seguramente Nuria y yo estábamos sugestionadas con la idea de follar con ella esa despedida de soltera, deseando que nos pillara en nuestros juegos y tocamientos nocturnos y se nos uniera... Bueno, no nos atrevíamos a tanto, al menos con Susana y Blanca aún por enmedio. Pero íbamos a saco, en realidad. Por eso ya el mismo día que Susana, Blanquita y Nieves se marchaban, porque tenían que volverse antes que el resto, pero antes de que se fueran todavía, nos dejamos pillar morreándonos, vestidas sólo con la braga del bikini en el jardín. Nos vio solamente Lu, pero nos pilló de lleno. "Joder, tías, no os cortáis un pelo". Lo dijo casi como si fuera normal, como si no le sorprendiera vernos así. Y se quedó mirando hasta que paramos. Ninguna dijo nada de eso, nos pusimos a hablar como si fuera algo habitual. Pero no lo fue, y la propia Lu lo demostró al rato, cuando ya se habían marchado nuestras amigas… quitándose también ella la parte de arriba del bikini. Algo se había empezado a mover, pensé, y en el mejor momento...

Nurita y yo no esperamos ni un segundo para empezar a follarnos. Nos apartamos a un salón en el interior de la casa, pero sin molestarnos en escondernos, y mi amante y yo nos quitamos la poca ropa que nos cubría y empezamos a follarnos con desesperación, la desesperación de llevar días deseando hacer abiertamente aquello, y la desesperación también, al menos la mía, de que Lu viniera y de una puta vez por todas viera y supiera ya sin lugar a dudas lo que yo era y lo que era capaz de hacer. A ver si era capaz de decirme que no deseaba probarme ni dejarse probar por mí. Nurita me estaba comiendo y penetrando con enorme rudeza cuando las chicas volvieron al jardín. Diría que ninguna de ellas se extrañó de vernos así. Yo gritaba, convulsionando en un rogasmo continuo como siempre que caía en las manitas de Nur. Para mi sorpresa, las primeras en reaccionar fueron Virgi y Moni. Que yo supiera ellas no habían estado juntas nunca, aunque igual sí y no lo sabía yo. Pero lo que sí sabía es que ambas conocían bien la condición de bisexual de la otra. Antes de pudiera darme cuenta contemplaba atónita sus cuerpos desnudos, blancos, brillantes, de piel suave y tersa, tan claras las dos, tan deseables... Moni recordaba a Nur, de tan plana que casi tenía torso de chico joven... parecía mi primo Pablito... Virgi era casi la única de mis amigas que se podía decir que tenía una delantera decente, sin duda. Bueno, Nieves, hasta Meri, todavía se defenfían pero lo de Mónica, Lucía o Nur... bffff, menudo grupo de tablas. Y sin embargo a mí me ponían enormemente cachondas, ¿quizás porque me resultaban hasta masculinas?

El caso es que Mónica se agarró a las peras de Virgi como si nunca antes hubiera visto nada igual. Dios, ¡cómo se besaron! Estaba absorta mirándolas, tanto que no me di cuenta de que Lu se había acercado a Nur y a mí hasta casi tocarnos, mirándonos follar alucinada, babeando. Se le habían puesto los pezones terriblemente erectos, y hasta casi parecía que tenía algo de tetas, de lo de punta que los tenía. Casi lloro de emoción cuando vi que mi amiga se acariciaba el peluchito por encima de su pequeña braguita del biquini, frotándose la rajita con un par de dedos, mientras ella miraba mi coño abierto, desencajado completamente por una Nuria desatada, que parecía querer meterse entera dentro de mí... tan absorta mi cuerpo y en mi sexo desfondado que ni siquiera era capaz de darse cuenta de que el objeto máximo de nuestro deseo en aquel viaje estaba allí, delante de nosotras y a punto de caramelo...

Entonces, unas manos delicadas y unos brazos morenos de suave piel, que yo conocía muy bien, aferraron con suavidad aunque con firmeza el cuerpo blanco y delgado de mi deseada amiga. María no había perdido el tiempo. Sin duda shockeada de verme allí abierta de patas para Nuria, impúdicamente delante de todas, muerta quizás de envidia y de celos porque yo proclamara mi entrega absoluta a nuestra común amiga, en lugar de a ella... Yo no me daba cuenta entonces, pero ya habíamos empezado nuestro particular triángulo amoroso en aquella época, una inestable situación que, gravitando sobre mi persona, habría de durar demasiados años. Y eso fue, entre otras cosas, porque precisamente en ese momento Lu se iba a convertir en una cuarta pata en mi sustento emocional, erótico y sexual. Y me iba a apoyar en ella, así como más tarde lo haría en la Sandra, cada vez que la balanza se inclinara peligrosamente hacia Nuria o hacia Meri.

Estoy segura de que Meri estaba caliente, que quería follar era obvio, pero también que deseaba a Lu. Sin embargo, su forma de atacarla... claramente me la estaba ofreciendo a mí, o quizás quería darme celos, vete a saber. Escondida tras su cuerpo, asomando únicamente la carita y las manos que sólo dedicaron el tiempo mínimo y preceptivo para sobarla de arriba a abajo antes de meter sus manos dentro de las braguitas de Lu que ya estaban mojadas. No sabía si Meri estaría ya desnuda por completo, o sólo seguiría sin bikini.... pero igual... estaría sintiendo en su piel el culo desnudo de Lu... ¡ohhhhhh!... me corría de pensarlo... y los pezones fuertes, duros, negros de Meri clavándose en la piel de la espalda fuerte y huesuda de mi más deseada amiga... Fue entonces cuando la olí por primera vez. Lu siempre ha tenido un olor corporal más acusado que el resto, aunque tampoco fuerte o desagradable, en absoluto. Pero sí más pronunciado. En cambio su coño... estaba relativamente lejos, y tampoco tan cachonda podía estar... pero noté a la perfección ese ramalazo de olor a sexo fuerte, rancio, profundo... las manitas de Meri no se entretuvieron más de lo debido con el felpudo de Lucía, y fueron directas a encharcarse entre sus muslos... ahora no sólo podía olerla, sino también oir lo que mi amiguita le estaba haciendo entre las piernas... ¡y también verla!... su matojo.

Asomando entre las brgas totalmente bajadas y las manos de Mer, una deliciosa, increíble y fuerte pelambre rubia ceniza, densa y oscura... mojada... Era aún más brutal de lo que podía recordar... me mojé inmediatamente, pero mucho, convulsionando, sintiendo un estremecimiento en mi sexo, que se me abrió, no sé si del orgasmo o directamente por Nurita que ya decidió entrar en mi cuerpo y en mi vida del todo, follándome como jamás nadie había hecho antes, poniendo a prueba mi físico, penetrándome por completo: primero los cinco dedos, luego seguido la mano y el brazo entero... yo no deba crédito, de repente Nuria dentro de mi cuerpo, su brazo, notaba su puño recorriendo las paredes de mi vagina, todos sus dedos machacando mi punto G, mientras ella me miraba con cara de sádica y todas nuestras amigas con cara de deseo, de envidia, de incredulidad, de lujuria… jamás había hecho algo mínimamente parecido… tampoco Nuria… me corría sin parar, y con ello Nuria entraba todavía más dentro de mí, y cada vez que entraba más me provocaba nuevos orgasmos, o nuevas oleadas de un mismo orgasmo...

“¡Joder Laurita, te está metiendo el brazo entero...!” Luchi temblaba, ¿se estaría corriendo ya? María la manoseaba con la mano derecha, mientras la izquierda seguía hurgando entre sus piernas, su conejo y sus braguitas mojadas y bajadas. Luci cerró los ojos y empezó a arquearse, y Meri la sobaba aún más, y  ella se arqueba enseñándome el coño peludo todo para mí, y yo quería comérselo y me corría, y María, puta maestra del sexo, le comía el cuello, la oreja, y le obligaba a arquearse aún más, y Lucía se doblaba y le buscaba la boca, y dejaba que mi amante se la comiera, sádica María, ávida, mientras Lucía doblada amenazaba con partirse, su coño pareciendo querer venir a mi boca, cómo olía la puta, olor de animal en celo... Mientras se morreaban mi orgasmo rugió, por un momento perdí el sentido y la noción de la realidad... cuando por fin pude aterrizar, María y Roci se morreaban, desnudas y salvajes, buscándose para pegarse una follada brutal. Detrás, Virgi y Moni hacía tiempo que se daban a saco, frotándose cual perras sus coños entrelazados. Y Lucía se dejaba a sobar a cuatro manos por María y Rocío pero siempre mirándome, dándoles la espalda. Su cuerpo joven, delgado, aunque fuerte, atlético, brillante como perlado en sudor, completamente desnudo y visiblemente excitado...

 

"Luci, ven..." la llamé. No podía aguantar más. Tampoco ella. Prescindió de las caricias de Rocío, prescindió hasta de María. Me quería a mí. Y yo la quería a ella. Lucía sería virgen homosexualmente, pero sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Abierta de piernas se colocó sobre mi cara, y bajó su sexo hasta mis labios. Casi me desmayo, jamás había olido nada tan penetrante, tan embriagador, tan bestia, tan aimal. El olor de su sexo excitado provocó en mi una nueva corrida. Como Nurita siguiera entrando en mí, iba a acabar saliéndome flujo por la boca. El coño abierto de mi amiga más deseada, aterrizó en mi cara untándome el rostro con sus labios menores, mientras mi amante me seguía penetrando con todo su antebrazo. Lucía me agarró la cara y se frotó un buen rato sobre ella su antojo. Estaba muy abierta y mojada, la notaba chorrear en mi boca. Sólo después de un rato que no fui capaz de reaccionar, por fin le agarré yo a ella del culo, de las caderas, y la mantuve quieta para poder comerle el coño en condiciones. Tenía un coño brutal, el más excitante que me había encontrado jamás, o eso pensaba entonces, me pareció aún más cachondo que el de Nurita.... y sobre todo, con esas amigas mías tan aficionadas a afeitarse... tan eróticamente peludo... aquello me ponía tanto que me estuve viniendo tantas veces, como ella misma se corrió sobre mi cara en lo que duró aquella larga mamada. En qué momento la mamada paró y me encontré con ella tumbada sobre mí, besándome y lamiéndome (y tenía que saber horriblemente a ella), lo desconozco.

Yo la abrazaba, las dos llorábamos, de alegría, de placer, del esfuerzo, de nervios, de emoción, del escozor que sus ácidos flujos provocaban en nuestros ojos, narices y labios... Sabía que Nurita tenía que estar comiéndole el coñito en ese momento, el cambio de postura le había dejado a los pies de los caballlos... otra eternidad, y la noté comiendo mis peras, mordiendo y arrancando mis pezones, sobándome ella a mí, a placer ¡ella a mí! ¿sería posible que tambié ella me deseara tanto? ¿por qué entonces habíamos tardado tanto en encontrarnos? Sobre todo ella, ella sabía que yo... me había visto a veces con Nur hacer cosas... en fin, cosas que van más allá de lo que hacen dos amigas...

Una nueva eternidad, y era ella la que me comía el coño, mientras la cara de Nuria sobresalía entre su culo duro y plano, con la lengua salida, mojada, manchada, follándole el ojete al tiempo que Luchita me comía el coño de una forma tan salvaje que temía que acabara por arrancarme alguna parte... pero Nurita me había dejado tan a punto, tan abierta, tan follada, que mi sexo aceptaba lo que fuera.  Lucía me folló y yo me la follé a ella, con Nuria, con María... Lo hice con Virgi, con Virgi y Moni, con Lu y Nur y Mer, con Virgi y Meri y Nuria (y ahí casi muero de emoción), follamos separadas, juntas, revueltas, qué se yo... 24 horas las siete casi sin parar de follar. La mayor orgía que ninguna había conocido... No, la despedida de Lu fue nuestra primera experiencia real de sexo en grupo. Y la despedida real de Lu de toda inhibición. El tiempo que fue de su despedida hasta su boda, Lu le puso los cuernos a su futuro marido no menos de 10 veces por semana, y fueron varias las veces que llegamos a juntarnos hasta cuatro de nosotras, incluso cinco y seis para follar como auténticas zorras. Recuperamos para la ocasión a Nieves y a Olivia alguna vez, incluso. Y, en todo aquél breve pero intenso periodo, Lucía y yo llegamos a adquirir una intensidad y frecuencia sexual que nuestros cuerpos terminaron por parecer uno solo. Ni siquiera en mis momento más intensos con Nurita había llegado a algo parecido.

El día de su boda, acompañé a Lucía a la peluquería. Al terminar tenía que acercarla a su casa. No pudimos evitar liarnos, y acabamos follando en mi coche. En realidad, fue todo un enredo. Bueno, o eso quise pensar, luego el tiempo me acabaría dejando claro que las dos queríamos eso deseperadamente. Eso, y quizás más... pero ese día quisimos disfrazarlo de lo inevitable... Bueno, Nur y Mer habían terminado por convencer a Lu de que se afeitara el pelocho. Ella se negaba a hacerlo completo, estaba convencida además de que su futuro marido no lo iba a apreciar ¡el muy gilipollas por lo visto jamás le comía el coño! que, desde luego, era la única utilidad que le veía yo a pasar por aquello... Mer y Nur, bueno, siempre les ha dado morbo rasurarse, a mí nunca me ha gustado, es más, me daba morbo el pelo, siempre me lo ha dado. El caso es que al final ella accedió a dejárselo sólo en tirita, y se hizo justamente en la peluquería la mañana de su boda, aprovechando que tenía que hacerse el peinado.

Se suponía que sería una sorpresa para su noche de bodas, Nurita y Meri no hacían más que decir que así su futuro maridito se decidiría por fin a comerle la deliciosa conchita. Por supuesto que no lo hizo. Él no, pero yo sí. Porque yo sabía lo que era aquello. Ese coño insuperable de Lucía... Con la excusa de enseñármelo, ella se desnudó de cintura para abajo al entrar en mi coche. Claro, yo no pude evitar tocárselo. Tan suave... y eso era tan raro en ella... se lo había hecho también por debajo, en los labios... la vulva limpia, para ser comida... era para su marido, pero él no lo iba  a hcer... yo lo sabía... de todas formas, no pensaba hacérselo, tan sólo quería verlo, ver aquello de cerca... esos labios enormes, tan jugosos, tan delicados, por fin a la vista, despojados de aquella densa maraña de pelos que los cubrían siempre... me arrodillé ante ella, entre sus piernas, metí mi cabeza dentro para vérselo bien... joder, cómo olía, más que nunca... ¡qué cachonda estaba mi amiguita! estaba muy mojada, me estaba chorreando en el asiento del coche... no íbamos a hacer nada, claro, pero ella estaba deseando, me acariciaba la cabeza, me empujaba hacia su conchita... Lucía estaba cachonda, se había resurado el coño para que su marido se lo comiera por fin la noche de bodas, pero las dos sabíamos que eso no iba a pasar, y ella quería que se lo comiera yo. ¿Para qué mierdas iba a esperar yo a la boda, si el que se casaba era aquel imbécil que tenía por novio? A él le quería por su pasta, pero a mí me deseaba, y yo me moría por ella. Habría sido un desperdicio no hacérselo después del esfuerzo que había supuesto para ella. No podía decirle que no. La amaba. Y, sobre todo, ese olor tan brutal de su sexo, más pegajoso y espeso que nunca... su sexo era la encarnación misma del Sexo. Soy débil, y esa prueba era insuperable. Caí, claro. Era lo que ella quería. Se me entregó por completo, y lo hicimos. Todo, hasta más allá del último límite. Total, qué más daba todo. Ella y yo. No había nada más en el mundo.

Eso provocó un retraso en cadena que casi acaba por arruinar la boda. Y, sin embargo, a pesar de todo, se casó. Sentí que algo se rompía en mi interior cuando ella dijo el sí. Acabé vomitando en los baños al inicio del banquete... tan distinto de la última boda a la que había asistido, donde en vez de sacar cosas de mi boca me metí dentro la polla de aquel mulato... No era capaz de entender qué me pasaba, porque me negaba a pensar que realmente pudiera haberme llegado a enamorar de ella. Sencillamente lo que estábamos haciendo desde su despedida, tanto nosotras dos como el resto, era una locura. Me di cuenta enseguida que Nuria me perseguía con cada vez menos disimulo aquel día en la celebración. Pero yo estaba confusa, ya a esas alturas sabía que lo que sentía por ella iba más allá de la mera atracción sexual, y a veces quizás ya empezaba a fantasear tonterías... pero también sabía que María me hacía una gracia especial, y sabía que ninguna de las dos, ni siquiera Nuria se tomaba en serio nada de lo que hacíamos. Como tampoco lo hacía yo. Pero en todo eso lo que ya me resultaba imposible de encajar era lo de Lu.

Evidentemente, entre nosotras había explotado una atracción brutal que, seguramente, llevaba en realidad ya un tiempo absurdamente contenida. Y el que hubiera explotado tan cerca precisamente de la la ocurrido. bn Rocn sido distintas, sencillamente, pero hubise sido precisamente algo normal, un encuentro sexual entre amigas, ínea roja que fatídicamente señalaba el día de su boda, directamente había multiplicado de manera exponencial la intensidad de la situación. Pero, a pesar de haberse entregado a mí de una manera que, estaba segura, no había hecho jamás con el que ya era su marido, Lucía parecía haber dejado claro que no había opción a nada diferente de lo que estaba pasando. ¿Era posible que eso me estuviera partiendo el corazón? No, no era posible. Al menos no iba a dejar que fuese posible. Quizás si ella y yo hubiésemos empezado antes, como con Meri, o al menos al tiempo que con Nurita... Bueno, está claro que nada hubiera cambiado realmente en nuestras vidas, mi amiga hacía tiempo que tenía decidido su futuro... pero sin duda la intensidad y la excitación entonces hubieran sido distintas, sencillamente, pero hubise sido precisamente algo normal, un encuentro sexual entre amigas, justo como con María y Nuria había ocurrido.

Ése era precisamente el tema: dejar que la atracción se fuera acumulando sin darle escape no había supuesto nada bueno para nadie. Es más, llegadas a ese punto, me daba la sensación de que, en cierta forma, llevábamos casi una año, desde que Nurita y yo nos liamos por primera vez, en una loca y desenfrenada carrera por ir acumulando trofeo tras trofeo en nuestro grupo de amigas. Aunque, he de reconocer, visto lo visto no tenía la menor duda de que éramos un auténtico grupo de bolleras. Pero todas éramos bisexuales, eso también. Sin faltar una, y con pruebas continuas y más que evidentes por parte de todas…  Muchas habían seguido sus relaciones con sus novios como si nada, mientras nos liábamos unas con otras sin el mayor pudor. De alguna manera parecía que lo que pasaba entre nosotras no contaba, era algo aparte que se movía en un plano paralelo al de la realidad heterosexual de todas y cada una de nosotras. Y esto era, sin duda, porque en el fondo todas buscábamos todavía la vida típica, la pareja, la familia, la estabilidad social. Sinceramente, no veía a ninguna de nosotras, y todavía menos a mí o a Lucía, salirse de ese camino. Es que ni María, que para otras cosas sí era menos convencional. Si acaso, Nurita, pero más por la pura locura que le daba a veces que por otra cosa. Pero justamente creo que Nuria fue siempre la más condicionada social y familiarmente, así que hasta en ella era impensable (o en ella lo era todavía más que en cualquier otra). Sin duda eso era así, quizás sencillamente me había confundido, había caído en ciertas fantasías absurdas que era incapaz de procesar, para empezar porque no entendía de dónde salían.

Y luego, y quizás sólo a esas alturas me lo reconocí, llevaba cuatro meses, desde las navidades, que no cataba polla. Estaba tan obsesionada con mis amigas (y no era para menos, en ese año que había empezado con Virgi y había seguido con Lu y las increíbles orgías entre todas nosotras...) Claro, como digo casi todas estaban con novio, y podían ser folladas de verdad con toda la frecuencia que necesitaran. Yo necesitaba mucha, lo reconozco, pero entonces debía pensar que estar pracricando sexo continuamente, aunque fuera con mujeres, pues era suficiente. Se ve que no, pero no fui capaz de darme cuenta hasta que ya fue tarde. Y eso que Meri me había dado un aviso algo antes; ella y yo éramos las únicas que no teníamos nada parecido a una relación con un chico, y nos dedicábamos a saltar de flor en flor. También algunas de mis amigas, claro, no todas tenían algo duradero de verdad tipo Lu, sino que había desde su modelo 100% respetable hasta auténticos putones como Nur quien, sorprendentemente, podía combinar su putería sin problemas con relaciones duraderas y muy estables. En el peor de los casos, Nur nunca estaba sola, y tendía a tener parejas temporales, aún en sus épocas más perdidas y por mucho que de cuando en cuando perdiera su estabilidad y sus novios fueran totalemente cambiantes. Cuando, durante la celebración de la boda de Lu, comprendí mi necesidad de polla, me receté un tratamiento drástico e inmediato: me dejé “ligar” por el primer amigo o familiar del novio –ya marido- de Lucía (ni recuerdo quien era ni recuerdo tampoco su nombre, siquiera su cara) y me lo tiré varias veces en mi coche, hasta dejarle seco y dormido.

Meri, por su parte, estaba en paro biológico masculino tanto como yo. Hasta que, nuevamente fue ella, introdujo una nueva variable en nuestras vidas: el sexo indiscriminado con desconocidos. Bueno, Nurita era propensa a ello, era la única de nosotras que realmente se metía de buenas  a primeras hasta el final con líos de discoteca de una noche con tíos que nunca había visto ni nunca volvería a ver. Pero aún eran eso, líos de discoteca, con todo su protocolo de acercamiento, ligue, lío, y para terminar, cama o coche. Yo, cuando por fin me empecé a espantarme la mojigatería de mi vida sexual, pues pude llegar a ese tipo de líos, pero siempre con algún amigo de segundo o tercer grado, o el típico tío que aparecía en las fiestas, pero siempre con los que ya había visto al menos una vez, y a los que de alguna manera se les podía luego seguir la pista. Todo eso era fácil. Pero María estaba a punto de abrir las puertas a un grado más: la follada emputecida en medio de la calle, sin mayor contacto que el meramente sexual, sin nada más antes ni nada más después...

Los líos de Nurita tenían aún otras implicaciones, aunque por su propia vía cada vez apuntaba más a esas mismas maneras. También mi camarero mulato, o al menos eso me seguiría repitiendo yo a mí misma un tiempo, había sido otra cosa. A ver, reconozco que sí, que en aquella época yo ya me dejaba follar por cualquiera, tampoco quiero que parezca lo que no es… pero de alguna forma yo todavía intentaba mantener una cierta pretensión de “normalidad”. Es cierto que ese mulato mío fue realmente el primer paso, y fui yo quien lo di (detrás de la deshinibición general de Nuria, aunque ella no hubiera llegado a eso claro, o quizás sí... pero es que tampoco ninguna de nosotras sabía realmente en lo que se metía Nuria). Pero eso mío fue casi algo normal, en realidad, comparado con lo que haría Mer.

Digamos que a ella le marcó mucho mi experiencia, y más aún porque ella llevaba como yo tiempo largo sin follar, y esas navidades las pasó también en blanco de polla. Se conoce que se obsesionó con ese tema, que yo olvidé cuando empezamos a sumergirnos cada vez más hondo en nuestra vorágine lésbica. Pero ella, martirizada con su hambre de hombre, siguió dándole vueltas a sus ganas, aunque absorbida por mí y por el resto de las chicas, tampoco consiguió sacar ese tiempo para sí misma… Hasta poco antes de la boda, prácticamente después de volver de la despedida de Lucía. Mer se metió en un bar de Lavapi sola, una noche después de salir de marcha con nosotras. Había decidido liarse sin más con el primero que le saliera al paso. Iba ligera de ropa, y bastante borracha. Como era de esperar, no tardó en entrarle un tipo. El caso fue que, según nos contaría luego a Nuria y a mí, flipó al ver la suerte que había tenido, puesto que parece que el tío en cuestión estaba bastante bien, guapo, mayor que nosotras, muy buena pinta... Meri dice que no recuerda cómo se liaron, que sólo se acuerda del tío morreándola en el bar y metiéndole mano de tal manera que casi la desnuda allí delante de todo el mundo.

Así que ella le pidió ir al baño para intentar recomponerse, pero el tío pasó de ella, o es que iba muy bruto, no sabía, pero que la siguió a ella al baño y le volvió a besar y a sobar a saco hasta que mi amiguita no pudo más y acabó haciéndole una mamada en los baños, y suplicándole que la follara. Por lo que parece había gente delante, aunque ella no recuerda bien. El caso es que el tío la sacó de allí, ella pensaba que le iba a llevar a su casa, o a un hotel quizás (confesó que sintió algo de miedo en algún momento, pero que estaba tan cerda que no era capaz de pensar en nada que no fuese una polla partiéndola en dos). Lo cierto es que aquel hombre le acabó abriendo el culo salvajemente en el primer portal que encontraron abierto, antes de salir corriendo y no volver a dar noticia jamás.

Mi amiguita se quedó jodida pero contenta, como se suele decir. Al fin y al cabo, hacía mucho que no le follaban el culo y siempre andaba diciendo que mataría por una buena follada por detrás. Pese a ello, nos confesó que le había resultado demasiado oscuro todo como para haberlo difrutado de verdad. Y, sobre todo, le había sabido a poco. El caso es que allí estaba mi Meri, tratando de recolocarse la blusa medio rota y el sujetador, y de ponerse los pantalones apretados y manchados de semen cuando, de pronto, se abrió una puerta de una vivienda que daba al portal. Aparecieron tres chicos muy jóvenes, descojonados. Sin duda estudiantes universitarios que, a juzgar por sus comentarios, no sólo habían oído lo que había pasado, sino que también lo habían visto. "Ey, putita, ¿y cuánto nos cobras por hacértelo con los tres a la vez? ¡o igual deberías pagarnos!" le soltaron antes de que estallaran en sonoras carcajadas. Pero Meri estaba para poca broma y, lo que era peor, estaba completamente cachonda. "Depende" les respondió "¿tenéis condones?" Se quedaron helados, claro, pero parece que uno tuvo un reflejos suficientes como para salir corriendo y volver a los pocos segundos con un par de cajas de preservativos. "Entonces 100 cada uno..." es lo último que recordaba Meri, las palabras que les soltó mientras avanzaba hacia su puerta con las tetas aún fuera y los pantalones abiertos.

Sabe que folló salvajemente aquella noche, dijo que los tíos follaban bien y además se organizaban, que se notaba que tenían experiencia en grupo... Meri se dejó hacer de todo. También el culo. Una y otra vez. Yo no daba crédito cuando me contaba aquello, me moría de envidia cuando me contaba cómo le habían follado una y mil veces por detrás. Por un tiempo viví obsesionada con verla follar por el culo con un tío otra vez, y que después me lo hiciera a mí, porque también llevaba mucho tiempo y tenía muchas ganas de repetir por esa vía. Simplemente, lo deseaba: aquella escena me sacaba de quicio de tal forma que cada vez que pensaba en ella tenía que pajearme. Y es que, desde nuestra primera vez, el culo de María había sido una obsesión para mí. A la mañana siguiente, ella amaneció sola. Le dolía todo, estaba destrozada, olía a semen, a sudor, a sexo, a sucio. La cabeza le explotaba y la tripa le daba vueltas. Pero quería salir de allí cuanto antes. Notaba el semen aún escurriendo desde su ano y su vagina, tenía arañazos, heridas, moratones por todo el cuerpo, marcas de mordiscos y chupetones en las tetas y, lo peor, la horrible sensación de que se le habían corrido dentro… Al vestirse encontró 300 euros en billetes pequeños junto a su ropa. Los cogió, claro.

Tuvo sus dudas, porque le hacía sentirse puta, pero le dio igual. Sabía que se lo había ganado y, además, necesitaba dinero urgentemente para pillar una píldora del día después y un taxi hasta su casa. Nurita y yo flipamos al escucharla; Nuria casi más porque le costaba imaginar que Meri hubiera sido capaz de algo así, no porque le pareciera tan raro... Y yo flipaba de envidia pura. Supongo que todo eso era lo que tenía en la cabeza para pasar de Nuria y las demás en la boda de Lucía y liarme con ese baboso amigo suyo con el que no tuve el menor reparo en irme a mi coche para que me follara. Y, además, o era muy bueno o es que yo estaba muy necesitada, porque doy fe de que lo disfruté. Después del polvo le pillé mandando un mensaje, y resultó que estaba fardando con un amigo suyo. Pensó que me iba a cabrear, pero a mi me dio igual porque en el fondo sabía que era yo la que le estaba utilizando a él. Quizás fue mi rara actitud la que le llevó a picarme diciendo que le iba a llamar para que viniera a saludarme. Yo pasé de él, y él le llamó. La noche acabó como tenía que acabar, y me dejé follar también por su amigo en mi coche mientras el baboso me sobaba.

Aunque eso no se lo conté nunca a nadie, oficialmente yo me fui con el baboso y no hubo más... pero lo que me dejé hacer por esos dos cerdos aquel día... en fin, quizás en mis experiencias borracha en los viajes tras Mallorca podía haber llegado a cosas así, pero aquel día a esas alturas yo estaba totalmente sobria, y lo que me estaba dejando hacer en realidad tenía que ver únicamente con María, con Nurita, con Lu. Para empezar, con mi necesidad de sexo hetero, para recordarme que era mujer y que me gustaban los hombres, por encima de todo. A pesar de ellas. Y para seguir... más allá de mi envidia por María... con tres tíos... rompiendo su magnífico culo, deseable, celestial... más allá de ello, reconocí otra fuerza mayor, más real, más auténtica: una extraña y desconocida (o más bien aún no reconocida) necesidad de sentirme puta.

Bueno, puta. Eso era la explicación obvia. La explicación más mezquina y absurda de una sociedad brutalmente machista y rastreramente falsa, donde el sexo seguía siendo algo omnipresente, pero a la vez un absoluto tabú. Y donde yo, nosotras, habíamos entrado desde siempre en ese juego. Quizás Nuria menos, tenía la sensación de que Nurita siempre había jugado con todo, también conmigo. Aunque a esas alturas más me parecía ya que intentaba enseñarme el camino hacia la libertad total, aunque lo hiciera de una forma escondida, disimulada. Y María, María parecía que avanzaba a golpes, pero avanzaba. Como yo.

Aquella noche comprendí el significado de mi lío con María, de entregarle a mi novio, de prestarme a aquel trío, de follarme a su hermano, de hacer ese trío con él y mi novio, de dejar que me desvirgara analmente, de Nurita y todo lo que vino después, de Guille... Mi exhibicionismo en Mallorca, mi caída y sumisión en los viajes tras Mallorca. Mi pérdida total de escrúpulos y tabúes en lo que a mis amiguitas se refería. Nuestras orgías. Y mi violación a manos de Armand ¿debería decir a polla de Armand?, y el que eso me hubiera resultado indiferente. Al revés, me resultó agradable. Excitante. Fascinante... Igual que lo que me contó María, y lo que hacía aquella noche con esos dos tipos en mi coche. Sentirme una puta, una cosa.

Pero esa cosificación de mi cuerpo en sus manos era lo que le daba valor al acto. Porque no era un polvo, no era un lío de una noche más o menos acertado. Lo había convertido en Sexo en estado puro, en realidad. El que ellos me estuvieran tratando como una puta, como una cosa, un juguete sexual al servicio de su exclusivo placer, tenía el reverso de que yo estaba siendo capaz de darles placer por mi solo ser, por mi cuerpo, en el sentido más material. Podía ser una muñeca hinchable, la más bella y la más perfecta. Para ellos no era una persona, no era Laura. Era sólo sexo en estado puro. Y eso es lo que yo quería, sexo, solo sexo, sin importarme una mierda las personas. Porque cuando me tiré a aquellos gilipollas y me dejé hacer de todo por ellos, yo solo buscaba un consolador lo más perfecto posible, el cuerpo de un hombre, pero sin tener que preocuparme ni una micra de lo que ese hombre pudiera ser, desear, pensar como persona… Para mí, ellos también eran una cosa, unas putas… Mis putas.

Eso me hizo sentir una de las experiencias más plenas que había sentido hasta entonces. Me había convertido en sexo en estado puro, y eso me hizo disfrutar. Y disfrutar no tanto de lo que ellos me hicieron, que también. No fue ni bueno ni malo, eso dio igual. Pero disfruté como si me hubieran drogado y follado los mejores sementales de este universo, sólo de sentir lo que yo estaba siendo para ellos... Al día siguiente encontré en mi móvil unas fotos mías comiendo las pollas de ambos, y otra desnuda enseñando el potorro en mi coche. Estaba totalmente serena. Recordé todo lo que había pasado. Y no me arrepentí de nada. Bueno sí, sólo de una cosa: haber perdido otra oportunidad de disfrutar del sexo anal, jijiji… evidentemente, aquellos dos tipos distaban mucho de ser perfectos. Pero algo había avanzado, al menos. Uno de los dos cerdos, no sabría decir ni cual, se había entretendio por un rato en follarme el culo con sus dedos. Era poco, pero era algo...

Después de la boda de Lu, yo tuve un momento de angustia existencial importante. Sin embargo, de alguna manera, creo que Nurita fue consciente de eso. Me acogió, se metió en mi vida hasta donde no hubiera sospechado. Y, cuando me quise dar cuenta, ella lo era todo para mí. A las dos semanas había llegado de pronto a un extremo con Nur que la intensidad brutal vivida con Lu se había quedado en un juego de adolescentes. Sin embargo, la última noche del viaje de novios de Lucía, y yo casi la había olvidado por completo, estando en casa de Nuria, en la cama de Nuria, en los brazos y las piernas de Nuria... recibí un mensaje en el móvil... Lucía, desde la otra punta del mundo, me decía "Ojalá fueses tú... cada noche he pensado en tí y he deseado que fueses tú."

Aquello bastó para distanciarme de Nuria, de Meri, de todas. Cuando Lucía volvió estuvo semanas sin dar señales. Nuestro grupo se había disuelto, sexualmente hablando, aunque las experiencias entre nosotras seguían adelante, al menos en parejas cruzadas. Yo me vi un par de veces, una con Virgi y otra más con Moni. Su belleza por encima de nuestra media me volvía loca, y me apetecía explorar con ellas... pero sabía que para ellas sí que era un juego absoluto, aunque las dos decían de disfrutar conmigo más que con nadie, de una manera especial... ignoro si lo que decían era verdad. A mí no me pasaba con ellas, a pesar de lo excitantes que me resultaban sus cuerpos. Ni siquiera con Virgi, a pesar de que me empeñé en que así fuera: por un breve tiempo pensé que ella sería mi pareja ideal, para evitar verme sometida siempre a la superioridad física y sexual de Nurita, que aunque mucha gente insistía en que yo estaba plenamente a su altura e incluso más, yo era incapaz de verlo así, y me sentía siempre abrumadoramente inferior a ella.

O para quitarme de la cabeza a Meri, quien siempre volvía como un remordimiento brutal que, en último caso, me impedía llegar a más con Nuria. ¿Pero no era precisamente porque María me volvía loca? Y luego, Lu... Si me hubiera salido por la tangente con Virgi, aquella diosa perfecta... Pero no era igual, sabía que no era igual. Con ellas no podía... no sé, no podía "crecer". A Nur y Mer, sin embargo, las evité conscientemente. También a Lu. Bueno, aunque eso era fácil, porque ella no buscaba nada conmigo.

Nurita me dijo que se lió con ella un par de veces, aunque casi por casualidad. Meri también, y si ella decía la verdad, en su caso fue Lu quien lo buscó intencionadamente. Igual daba. A mí no me buscó. Quizás era yo quien la rechazaba incoscientemente, también. Una noche hubo quedada de todas para ver las fotos de la boda y demás. No sé bien quién organizó, pero consiguió dejar fuera a Blanquita y Susana. Las únicas que no formaban parte de nuestra particular "secta" sexual. Sin embargo, esa noche Moni, Virgi, Oli y yo nos fuimos antes. Nurita me protestó hasta lo agotador, pero no le hice caso. Desde la vuelta de Lucía yo estaba pasando de ella. Me cansaba. Y ella cada vez lo llevaba peor. Me llegó a decir, casi gritando, que si es que me ponía más Virgi, u Oli... Creo que lo oyeron todas. Una pena, porque de otra manera quizás esa noche me hubiera animado a algo con alguna de ella. Era mayo, pero hacía calor. Y yo tenía ganas de sexo, para que nos íbamos a engañar.

Cuando salimos de la casa de María, donde se había producido la reunión (y donde sabía que iba a tardar muy poco en comenzar una nueva y pequeña orgía, en torno al cuerpo de Lu, claro, que para algo era ella la homenajeada nuevamente, y Nieves y Rocío debían estar deseando hacerle de todo a las órdenes de Nur y Mer), Mónica y Virgi salieron disparadas por su lado. Me quedó claro que andaban medio liadas y que pasaban del resto. Casi mejor. Así sólo tuve que quitarme de encima a Olivia, que se mostró repentinamente empalagosa. Para mi sorpresa, Oli quería algo conmigo, algo especial, nosotras dos a solas, aquella noche. Estuve tentada, pero no. Necesitaba sexo, pero no lésbico. Y menos con ella, desde luego. Estaba buena pero no follaba bien, y su coño cada vez me decía menos. Al lado de esos coños palpitantes, enormes y voluptuosos de Nuria, Lucía, María... hasta Virgi, con ese coñito infantil que tenía, pero igual tan rico y juguetón... No, pasé de ella. Pasé de todas…