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Mi hijo me quitó las...

en Amor filial

Mis ojos estaban fuertemente cerrados, la espalda arqueada y las manos detrás de su cabeza, tratando de acercar la boca de mi amante hacia mis tetas, intentando en vano de conseguir más de él. – ¡Ooooh, sí, chúpalas… chúpala sí Me sentía tan bien al volver a tener los labios de un hombre en mis pezones por primera vez desde hacía un siglo. Bajó por mi cuerpo, besándolo… necesitaba saciar el hambre de mi coño, que llevaba tanto sin probar una polla…. El único problema era que el hombre que intentaba hacerme gozar no era del que realmente deseaba. Mi mente fingía ser otro hombre el que me estaba haciendo el amor. A mis treinta y cuatro años, todavía tenía un buen cuerpo. Mis tetas aún se mantenían bastantes turgentes, un poco caídos quizás, unas areolas grandes y oscuras de erecto pezón grande. Gracias al ejercicio que practicaba, la celulitis todavía no había aparecido y mis glúteos y muslos permanecían firmes. Los hombres todavía se giraban a mi paso y eso me hacía sentir deseada. La mano de Santi se movió de una de mis tetas a mi coño y empezó a acariciarlo. A continuación bajo su boca a la raja anhélate de masculinidad y empezó a comérmelo, jugaba con mis labios, buscaba mi clítoris. ¡Dios! Era muy rico sin llegar a ser experto. Yo me agarré a las sabanas y me retorcía de placer sin creer lo que me pasaba. Traté de aclarar mi mente olvidándome del individuo, y concentrarme en mí, pero no pude hacerlo. Tan caliente como estaba, empecé a fantasear de nuevo. Sólo pude pensar en mi amante imaginario y eso Sí hizo que mi deseo de gozar se hiciese irrefrenable.

– Fóllame, Gemí, no me importaba si el sujeto no era de mi agrado…necesitaba una polla dentro de mi coño.

– Sí, Noelia, eres tan ardiente, jadeaba Santi en mi oído.

– Lo sé, cabrón, lo sé. Te quiero ahora. Quiero que me hagas correr. Quiero tu hermosa polla en mi coño ahora.

Le rogué en voz alta mientras abrí mis piernas al máximo, sin saber si su picha era suficiente. Me penetró con suavidad, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Empezó un bombeo lento pero sin pausa. A cada embestida yo lanzaba un gemido, clavé mis uñas en su espalda y le apretaba contra mí para que me invadiese más adentro. Aumentó el ritmo, el cabecero de la cama golpeaba la pared rítmicamente, el somier crujía hasta convertirse en un chirrido continuo… mis tetas se movían gelatinosas al compás. La combinación de la corta polla de Santi y mi calentura me llevó rápidamente a la cima de ese placer tanto tiempo deseado…. Entonces llegó la liberación celestial, me corrí con un grito que se oyó en toda la casa.

– ¡Aaaaahhhhh!

El cabrón siguió embistiéndome sin compasión con fuertes y largos pollazos queriendo sin conseguir llegar a mi fondo uterino, hasta que empezó a correrse dentro de mí. Percibí sus chorros lechosos golpear mi pared vaginal desovando todo el contenido seminal en mi cérvix…, y de pronto acabó de convulsionar, se quedó quieto sobre mí, jadeando con sudores mientras me besaba en el cuello. Se bajó y recostado me miraba con una ligera sonrisa mientras pellizcaba suavemente los pezones con sus dedos. Notaba como el escaso semen salía de mi coño en un fluir lento pero continuo tras sacar pírrica verga. “Por favor, que el DIU no me falle”, pensé.

¿Qué te ha parecido? ¿Has disfrutado?

– Sí, me has hecho disfrutar como hacía tiempo que no lo hacía, le mentí piadosamente como si me hubiera hecho ver el cielo. En esos momentos observé lo ridículo de la situación y de mi calentura con ese imbécil.

– Pues tengo más para ti. Déjame que me recupere un poco y te lo demostraré.

Asentí con la cabeza, ya de perdida al río y quería ver hasta dónde me haría gozar. Recostó su cabeza sobre mis ubres acogedoras, con su labios les daba besitos y con sus dedos jugaba con mi coño introduciéndolos suavemente y masajeándolo. Me iba a correr otra vez y solamente con la acción de sus dedos. – ¡Aaahhh!, tuve otro orgasmo de lo salida que me encontraba, él se reía.

– ¿Eso es todo?

– Noo, respondió. – Esto solo ha sido un entremés. Ahora sí que viene lo bueno.

Mi hizo levantar de la cama y me puso de espaldas a la pared. Empezó a masturbarse hasta tener su polla en completa erección. – Agárrate a mi cuello.

Me imaginé lo que venía a continuación, me agarró de los glúteos y suavemente me hizo dar un salto. A pulso y muy lentamente me fue bajando, solté una de las manos de su cuello y agarrando su mástil lo guié hasta la entrada de mi gruta. Cuando ya estaba en posición me dejó caer, y de golpe me la clavó entera. Con mis piernas le rodeé la cintura y lentamente inicié un suave movimiento arriba abajo, con la ayuda de sus fuertes brazos me subía y soltándome, me bajaba hasta que todo su miembro se clavaba en mi coño…a veces se doblaba.

– Ahhhh, dios mío. ¡DIOOOSSSSSSSS! “Es solo porque lo necesito con urgencia” pensaba.

Mis gemidos eran continuos con aquel mete-saca… él no hablaba, solo resoplaba incesante en sus embates en mi coño. No mirábamos viendo reflejado en su cara crispada el esfuerzo físico. Estábamos cubiertos de sudor, poco a poco noté que el esfuerzo hacía mella en él y el ritmo era menor, pero yo estaba a punto de correrme y eso era lo único que me importaba atrayéndole hacia mí abrazándolo y clavando mis uñas en sus omoplatos. Por suerte, antes que desfalleciera, llegué al orgasmo. En ese instante se detuvo y aflojando los brazos hizo que me bajara. Vi como su miembro estaba sustancialmente duro todavía y poniéndome de rodillas, me lo introduje en la boca los 14 cm de polla con suma con facilidad. Suavemente empecé a chupársela, haciendo pequeños giros con la cabeza a la vez que me la metía o la sacaba. De vez en cuando me la sacaba por completo y le daba lengüetazos en el glande, a lo que él respondía con gemidos. El tío no se corría, así me tuvo varios minutos hasta que un gruñido me indicó que lo iba a hacer. Me preparé para ello, quería tragarme su leche. Noté el semen golpeando mi garganta varias veces con chorritos de recompensa que tragué cuando me dio respiro para hacerlo. Le di un repaso con la lengua a toda la polla para que no quedara rastro ni de su esperma ni de mis fluidos. Me incorporé y le bese en los labios, quería que el también sintiera su sabor y no lo rechazó. Nos tumbamos en la cama a recuperarnos.

– Noelia, ha sido maravilloso. Creo que los dos lo necesitábamos. Me puso la mano en la mejilla y sonrió dulcemente.

– Si, ha sido maravilloso “lo necesitaba”, dije con una falsa sonrisa en los labios. Pero por dentro me estaba arrepintiendo de haber caído tan bajo con un hombre que no le llegaba ni a la suela de los zapatos a mi hijo. ¡Dios!, si mi hijo se llegara a enterar…

– ¿Puedo pasar la noche aquí?

– No, Santi, es imposible. No quiero que los vecinos hablen y pueda llegar a oídos de mi hijo.

– Lo entiendo.

Sigue el relato en mi blog...

Me levanté de repente y fui al cuarto de baño, quería eliminar el olor de Santi de mi cuerpo, con la esperanza de que también podría limpiar todo el episodio de mi mente. Todo el incidente se produjo debido a lo que yo pensaba que era una buena idea, pero cuando me di cuenta que había cometido un error, estaba tan caliente que ya era demasiado tarde para echarme atrás. Me di una ducha rápida, mientras me dirigía de vuelta a la cama, me preguntaba cómo deshacerme de Santi con tacto. Entré de nuevo a la habitación, el hombre ya estaba completamente vestido y a medida que me acercaba a él, me sentía más sucia, me tomó en sus brazos y me besó. Pensé que iba a vomitar.

– ¿Cuándo puedo volver a verte? Me susurró mientras acariciaba mi pecho izquierdo.

– ¡Quítame las manos de encima y vete! Grité en mi cabeza. – No lo sé. Tengo que recoger a Tulio de sus actividades extraescolares en unos minutos. Ya te llamaré más adelante.

– No puedo esperar. Susurró mientras me besaba de nuevo.

– Tendrás que hacerlo, dije espumada.

Sin embargo lo que pensaba realmente era que “Antes se congelará el infierno que volver a hacerlo contigo”. Cuando se fue, me serví una copa de vino que me quitara el sabor de su semen, me acurruqué en el sofá de la sala de estar y comencé a reflexionar sobre mi dilema. Alberto, me dejó preñada y a los cinco meses de embarazo desapareció… desde entonces hasta hoy he salido adelante con mi hijo, no necesitaba a un don nadie como Santi para adornar mi vida. A Alberto lo amé como una tonta adolescente que se pierde por un hombre mayor en el que confía, pero me desengañé pronto… dejé de ser tonta, pero él continuó siendo un tipo con muchos vicios. Mi hijo y yo nos fuimos a vivir a una pequeña ciudad de provincias, con los años todo cambió para bien…de cara a nuestros amigos y conocidos éramos una familia mono parental muy bien integrada en la comunidad, pero mi vida sexual era escasa desde hacía años…hubo una época que llegó a ser un volcán. Me encantaba practicar sexo muy a menudo y mi imaginación no tenía límites. Pero desde un desencuentro con la esposa de uno de mis amantes, recapacité y mis relaciones sexuales se resintieron en gran medida hasta en los últimos años desaparecer completamente. Estos cinco años han sido sin duda los más duros de mi vida. Me centré en Marco Tulio, mi hijo, preparándose para la universidad viéndole a punto de volar del nido. Siempre ha sido muy maduro para su edad, en casa me ayuda en todo lo posible. Durante estos años se ha ido convirtiendo en el hombre de la casa, haciéndose cargo de todas las tareas que un hombre suele realizar, además de algunas de las mías. Es un verdadero sostén para mí de quien me siento muy orgullosa. Creo que fue a partir de ese tiempo de escasez sexual manteniéndome en el dique seco…, a sus 15 años cambió radicalmente, reconociendo en él, no solo mi hijo, sino a un hombre ¡Esa sola idea me daba escalofríos! Tulio con 18 añitos se fue a la universidad en Madrid el primer año, como estaba previsto en un principio…mi chico consiguió una beca talento que le abrió las puertas de la carrera de telecomunicaciones, en la que se desenvuelve especialmente muy bien.

Con él fuera de la casa lloré casi todas las noches a causa de mi soledad, acuciada además por el deseo carnal que me atosigaba sin cesar…, cuando empecé a sentir el deseo por el sexo de nuevo, me masturbaba con un consolador que compré por primera vez en mi vida. Cuando empecé, me gustaba imaginar en mi mente a personas que se cruzaban ese día en mi rutina, pero esas imágenes eran reemplazadas a menudo por la de mi hijo. Con sólo mirar las fotos de Tulio en bañador disfrutando de la playa y la piscina. Para mi vergüenza, cuando hablaba con él por teléfono, me empezaba a masturbar suavemente, intentando que no me oyese gemir, empezaba a sentir un deseo irrefrenable, causándome una culpa terrible y haciéndome sentir una zorra. Las conversaciones llegaban a durar media hora o más…tiempo suficiente para alcanzar el orgasmo en más de una ocasión. Los fines de semana que pasábamos juntos, me abrazaba, acariciaba o me daba besos a los que correspondía con mayor euforia…costaba contenerme y no arrastrar a mi hijo a mi habitación y hacerle el amor salvajemente. No podía dormir por la noche, sabiendo que el objeto de mi deseo ilícito estaba sólo a un par de puertas de distancia. Me sentía culpable, después de todo, él era mi hijo y una madre no debe sentir eso. Finalmente decidí que la única cura era buscarme un amante ajeno a mi hijo, craso error. Santi es un amigo de la familia que había estado revoloteando alrededor de mí, incluso antes que Tulio hiciese la confirmación. Yo sabía que estaba listo para saltar a mi cama en cuanto se lo propusiese. Unos seis meses después de la fiesta del evento de mi hijo, Santi empezó a invitarme a salir con él. Yo sabía que lo que él quería era meterse en mi cama, pero yo me resistía a aceptar sus invitaciones. Con el tiempo, la insistencia de este hombre para salir con él aumento, y tras años en un momento de flaqueza decidí aceptar su invitación. Yo no estaba especialmente emocionada, pero por salir una noche a cenar no pasaría nada. Me llevó a un buen restaurante, muy tranquilo y por suerte nadie de mi entorno nos vio. Al regreso a casa, a la entrada del portal me pidió tomar una última copa, a lo cual yo me negué.

– No es buena idea, le dije. – Somos familia…no olvides Santi que somos primos, lejanos pero primos.

– Lo comprendo, me dio un beso en la mejilla y se alejó en su coche… en verdad somos primos segundos.

Cada cierto tiempo salíamos a cenar o al teatro, pero todas las veladas acababan igual, yo le decía que no estaba preparada y él a regañadientes se iba. Hasta que llegó esa noche, estaba tan caliente que le invité a tomar esa última copa. Y por fortuna lo fue…follamos para quitarme el calentón para nunca más salir con él, y mucho menos me volvería a acostar. Pasaron los años en los que me centré en mi hijo, pero él ya llevaba un año fuera, era su segundo curso en la Universidad de Alcalá de Henares. Lo mejor que me pasó ese día era que Tulio regresaba a casa para pasar las navidades, yo me desperté más caliente que nunca. Mis pezones estaban duros como piedras, empecé a acariciármelos con una mano y con la otra me empecé a masturbar frenéticamente mientras miraba la foto de mi hijo que tenía en mi mesilla. “Tulio, mi niño, mi amor” susurraba, hasta que tuve un orgasmo. Me quede jadeando en la cama.

– Perdóname cariño, pero te necesito, dije dirigiéndome a su foto, la cogí, la besé y me abracé a ella.

Me sentía como una chiquilla a la espera de su primera cita, no sabía cómo iba a actuar cuando le tuviera enfrente de mí ¿Podría contenerme? Mientras que me duchaba, me volví a masturbar. Había quedado en ir a buscarle a la estación del AVE, estaba nerviosa, deseando abrazarle y comérmelo a besos. Se abrió la puerta de la salida y allí estaba, el chico más hermoso del mundo. Me sonrío y fui corriendo hacia él, nos fundimos en un abrazo y empecé a besarle, incluso llegue a besarle repetidamente en la boca metiendo un poco la lengua, llegó a notarlo pero no repuso objeción a tal atrevimiento.

– Mi niño, mi vida, mi amor e intercalaba un beso entre cada una de las palabras. El correspondió a mi cariño con más cariño todavía.

– Mamá, por fin estoy aquí. Dijo mirando las lágrimas de mis ojos, mientras me acariciaba las mejillas.

– Vámonos a casa.

Mientras que andábamos por la estación, yo le llevaba sujeto por su brazo, con mi cabeza apoyada sobre su hombro. Por fin le tenía a mi lado, iba radiante de felicidad. Una vez en casa, le obligue a sentarse en el sofá mientras le servía una copa. Me senté a su vera y volví a apoyar mi cabeza sobre su hombro.

– ¡Dios mío, mamá! ¿Estás bien?

– Si cariño, es que me alegro tanto de tenerte otra vez a mi lado. Estoy tan sola sin ti. Y me puse a llorar.

El me abrazó y se puso a llorar también.

– Anda, no llores más, tenemos dos semanas para estar juntos.

– Ya, pero después te irás otra vez.

– No pienses en eso ahora. Oye, ¿por qué no te cambias y nos vamos a cenar por ahí? Mientras tanto me doy una ducha rápida.

– Claro que sí, amor mío. Ahora mismo

Mientras se duchaba caí en la cuenta que no había puesto toallas limpias después de ducharme yo. Cogí dos y sin pensármelo dos veces entre en el baño y a través de la mampara semitransparente pude ver la figura de mi hijo. Se estaba enjabonando y cuando llegó a su cipote empezó a masturbarse. Yo estaba petrificada viendo la escena, en un momento dado dijo casi en un susurro, “mamá, mamá” e instantes después empezó a eyacular. Reaccioné a tiempo y dejando las toallas en su colgador salí. No me lo podía creer, mi hijo se había masturbado pensando en mí, ¿sería esta la primera vez? O ¿acaso lo había hecho más veces? Cuando salió de la ducha, con la toalla anudada a su cintura, yo todavía no me había cambiado…

– ¿No te has cambiado todavía?

– No, ¿Por qué no nos quedamos en casa esta noche? Ya saldremos mañana, si quieres.

– Por mi perfecto

Durante la cena estuvimos charlando sobre nimiedades, yo no podía apartarme de la cabeza la escena de la ducha, el me miraba furtivamente mis tetas, las cuales había dejados despejadas con una vista del canalillo. Me había puesto una blusa sugerente y debajo no llevaba sujetador. Tenía mis pezones duros de la calentura que tenía y se marcaban perfectamente a través de la tela. Pasada la una de la madrugada decidimos irnos a acostar, en la puerta de mi habitación, me abrazó y dándome un sonoro beso en la mejilla me dijo…

– Hasta mañana, mi reina.

– Hasta mañana, rey mío. Permanecimos abrazados, sin decirnos nada. Y entonces sucedió… noté su erección de manera súbita. En segundos pasó de lánguida a erecta ¡Qué dura la tenía! Y qué rápido se empalmaba, ¿¡Cuánto se excitaba su propia madre!? Era una pena desperdiciarlo pero solo le dije… – Estoy tan sola, mi niño.

– Lo sé mamá y lo siento, no debería haberte dejado sola. La próxima semana pediré el traslado a una universidad más cercana, te lo prometo…En Guadalajara se imparte la misma carrera con los mismos profesores.

Todo lo realizaron muy rápido, tanto que en la misma segunda semana de enero me trasladé a un piso de Alcalá de Henares para vivir con mi hijo, para tenerlo cerca olvidarme de cualquier hombre y dedicarme por entero a mi trabajo y a mi amor…mi hijo Marco Tulio Álvarez de Toledo, y de esta manera volví a ser la perfecta amante, Madre trabajadora y ama de casa. Esa era yo desde que me emancipé. Para ponerme en situación debo decir que tengo 37 años y mi hijo acaba de cumplir los 19…como podéis comprobar me preñaron muy jovencita por un desalmado diez años mayor que yo. Sobre el drogadicto de su padre prefiero no hablar, salvo que me abandonó cuando se enteró que estaba preñada. Desde entonces no he vuelto a saber de él, ni quiero. Mi hijo Tulio es todo lo que me queda y por él lo daría todo como he hecho a lo largo de toda mi vida hasta el día de hoy en la que me siento muy orgullosa porque ha ingresado en la universidad con una beca Talento…, con suerte y estudio hará una buena carrera y no le faltarán nunca unos buenos ingresos. Desde que lo parí se ha convertido en el motivo de mi lucha, me he dejado los cuernos trabajando en mil oficios y ahora trabajo en una gran clínica dental y fisioterapéutica implantada a nivel nacional haciendo de todo…comencé de limpiadora y ahora soy higienista…. Cuidar de mi niño, trabajar y formarme ha sido una constante a lo largo de la mitad de mi vida, para que él tuviera una buena formación y que sea un hombre de provecho.

Físicamente mi hijo es un chico guapo, que se cuida practicando deporte. Su cuerpo es pura fibra de presencia imponente, por lo que no me extraña que levante celos entre las chicas. Por mi parte entre mi hijo y el trabajo ocupo toda mi vida. No me da vergüenza decir que no he mantenido ninguna relación sexual seria en años… me basto, o me bastaba conmigo misma. Esporádicamente tuve encuentros sexuales en los diecinueve años que tiene mi hijo. Sin embargo una vez que Tulio fue más independiente replanteé mi vida. Había sacrificado mucho para que él tuviera todas las oportunidades, pero ¿qué pasaba ahora conmigo? Él podía volar en cualquier momento, dándome cuenta que llevaba un montón de años sin preocuparme de mí. Me miraba al espejo y no me veía nada mal a pesar de mis 37 tacos…, mis tetas naturales siempre han sido lo que más han llamado la atención de los hombres, por su gran tamaño. Quizás tuviera unos kilos de más, nada que no se pudiera arreglar con una dieta y un poco de ejercicio. ¡¡”En verdad lo que necesitaba era volver a sentir una polla dentro de mí, estaba harta de masturbarme en la soledad de mi habitación y cambiar el juego de consoladores por una verga dura y caliente de un macho que me haga sentirme una mujer viva”!!

CONTINÚA...

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