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¿Mamada?

en Dominación

Se que mi actuación de hoy no es la que se espera de una perra, pero necesito realizarlo. Ya no hay marcha atrás, estoy demasiado excitada para parar. He llamado al portero del Amo  y abre la puerta. Estoy delante de él, lleva unos pantalones elegantes y un polo blanco. Con su cara desaprueba mis tejanos, se lo puedo ver, el jersey que empieza a marcar los pezones le gusta.

 

Me aproximó a él y recorro su cuerpo con mis manos. Si no le doy tiempo para que me ponga el collar el castigo puede ser inferior. Lo beso para que no pueda decir mi nombre de perra. Al mismo tiempo que lo sobo le desabrocho el cinturón. Ya estamos en la cama. Lo empujo y con rapidez me pongo sobre él. Me giro y con mis piernas le presionó sus brazos contra el cuerpo, no quiero que me toque, necesito centrarme en él. Algo huele mal, ha sido demasiado fácil reducirlo, puede que sea la sorpresa al ser la primera y única vez que lo intentaré.

 

Estamos en un 69, vestidos y yo arriba, parece irreal. Empiezo a dar besitos a su paquete por encima de la ropa. El tamaño y la dureza crecen, suelto el botón, bajo la cremallera. El ver su polla hace que mi excitación crezca, al llevar tejanos espero que no vea como lubrico. No pensaba que una mamada a mí antojo me produjera esta sensación. Tengo que vigilar en no correrme, evitaría un castigo por desobediencia. Mis corridas le pertenecen. 

 

Empiezo a recorrerla con la lengua, sus venas se notan. Me cuesta controlar no llegar, cada lametón es más complicado. Me introduzco el glande en la boca y succiono. Separo más los labios, abro mejor la boca y empiezo a tragarla toda poco a poco hasta llegar a la base. Con la lengua juego con la parte superior del miembro, la que da a su abdomen. Mi respiración está cambiando, no logro concentrarme. Vuelvo a bajar haciendo presión y subo repito el proceso varias veces, me parece oírlo jadear, me lleno de orgullo. Una de las veces que subo la saco toda y me quedo tumbada encima suyo, me he corrido, sin tocarme, sin que me toquen. Lo miro y me regala una sonrisa pícara.

 

-Te he dejado porque esperaba correrme en tu boca. Ahora me toca a mí. Desnúdate y de rodillas en el suelo.

 

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Placer