miprimita.com

Mi adorado hijo Parte 2

en Amor filial

ADORADO HIJO Parte 2

Mientras trataba de arreglar las camas, pensaba en lo que sucedería, sabía que eso podría alterar la “armonía familiar”, por así llamarlo, aun tenía dudas, pero confieso que lo ansiaba, decidí llevarme por lo que sentía, romper con ese tabú. Me fui a bañar, aligerando parte de mi vello que cubría mi pubis, pintando mis labios y perfumándome para ese encuentro prohibido, estrené un camisón bastante transparente con una pequeña braga, la que nunca me atreví a ponérmela para mi esposo.

Mientras cambiaba las sabanas de la cama de mi hijo, las rocié con un perfume, y una vez que considere haber dejado todo preparado me acosté en su lecho a la espera de su llegada.

Cada minuto que transcurría aceleraba mas mi corazón, impaciente por la llegada de mi novicio amante, hasta que sentí abrir la puerta de la casa, oyendo los pasos apresurados subir la escalera.

Un emoción tímida,  una extraña sensación dentro de mí se alojaba, era un sentimiento antes jamás experimentado me hacía sentirme cohibida, al acercarse a la cama, nos miramos, quedándonos fijamente cautivados  mientras me entregaba un ramo de rosas rojas.

Me dijo que las rosas estaban celosas ante mi belleza, sus palabras me cautivaban, sonrojándome ante lo que me decía.

Ante esos detalles ya se estaba amenizando un poco la tensión sexual entre nosotros, mientras inhalaba las rosas, se sentó al borde la cama acariciando mi rostro.

Mi corazón se aceleraba, cuando su mano bajo uno de los breteles de mi camisón, rozando mis hombros, bajando el segundo, hasta quedar mis senos al descubierto, que comenzó a acariciar con cierta ternura y recogimiento. La palma de sus manos rotaban sobre mis pezones, hasta que comenzaron a erguirse, conjuntamente con mi alteración.

Me deje llevar por ese suave y constante tracción, hasta que corrió la sabana que me cubría, para ir quitando mi atuendo, mientras sus ojos brillaban de lujuria contemplando mi cuerpo casi despojado.

Mi  corazón se aceleraba, a pesar de tener algo de pudor, me encantaba mostrar mi desnudez a mi hijo, encantándome su manera lujuriosa de observarme. Sin apresuramiento desabroche su cinturón, luego su camisa, hasta invitarlo a sacarse toda su ropa, viendo su miembro totalmente erecto dispuesto a entrar en acción.

Se metió en la cama acariciando suavemente mi cuerpo, hasta quitar mis bragas húmedas, oliéndolas, sintiendo algo decoro cuando lo hizo, pero a su vez me gusto que le atraía en aroma de su madre. Nuestros cuerpos se tocaron, apreciando su mano comenzar a desplazarse sobre mi tersa piel, mis pechos, mi ombligo, mi monte de Venus, hasta llegar a mi vagina, tocando mis labios inferiores, rozando mi vulva, hasta localizar mi clítoris para después aprisionarlo con sus dedos. Gemí apasionadamente, entregándome sin disimulos a esas manos que vi nacer. Cada caricia cada beso en mi cuello me incitaba cada vez más, trató de besar mis labios pero se lo impedí, diciéndole:

`           “En los labios no, no estoy preparada”

Parecería ridículo, pero no podía hacerlo, aprisione su grueso pene erecto, abriendo mis piernas en espera de tenerlo cobijado en mi interior, suponiendo que su agitación podría llevarlo a eyacular antes de introducirlo, que por supuesto no tardó en  hacerlo ávidamente,  amoldándose a mi intima cavidad.

Sé que era una real locura, pero no dejaba de disfrutar cada momento en donde las palabras habían sido eliminadas para comunicarnos con nuestras ansiosas caricias, lujuriosas  y prohibidas.

Gozando de esa pecaminosa comunión de nuestros cuerpos, aferrándome  a mi hijo, comprendiendo en ese momento que lo amaba, a la vez que mis piernas se entrecruzaban por su cintura, y su pene se introducía en mi hueco hasta percibir sus testículos pegarse a mí. Para comenzar fogosamente a bombearme, gimiendo como una criatura llena de pasión y lujuria, en ese coito vedado.

Era algo frenético la  manera en que nuestros cuerpos se  comportaban, mi interior se estremecía, cuando mi hijo me abrazaba fuertemente, gimiendo al eyacular en mi interior, algo que me llevo a tener un estremecimiento increíble, sin dejar de separarnos, mientras sus flujos regaban mi cavidad.

Nos mantuvimos un rato entrelazados, hasta separarnos, intentando recuperar nuestras fuerzas.

Permanecimos en la cama, quise levantarme a  lavarme, pero me dijo que me quedase así le agradaba percibir ese olor a sexo.

Después de unos cuantos minutos, levanto la sabana que nos cubría, para observar mi cuerpo.

           

            “Quieres conocerlo? “

            “Si, cada centímetro de tu piel”

Me agrado esa actitud, ni mi esposo se había interesado de esa manera, cada punto de mi piel, era tocada y basada, una y otra vez, a medida que se acercaba a mi sexo, mi estado se iba alterando, abrió bien mis piernas separando mis labios vaginales tocando y lamiendo mi interior, mordisqueando mi clítoris, más que  alterado. Para saltar a mis pezones succionándolos con vehemencia, .clavando suavemente sus dientes, a la vez que sus dedos se introducían en mi vagina.

Se repitió varias veces hasta hacerme girar, repitiendo lo anterior desde mi cuello hasta mi cintura, continuando por mis glúteos y mis piernas, subiendo nuevamente, hasta separar mis posaderas descubriendo mi orificio anal. Al que traté de impedir un poco por pudor y considerarlo poco agradable.

 

            “Tranquila madre, me encanta, relájate y déjate llevar”

 

Continuo con esa irrupción en mi parte trasera, hasta que volvió a separar mis glúteos, sintiendo su lengua bordear mi esfínter, hasta dándome la impresión de introducirse, nuevamente traté frenarlo, pero se negó, mientras su lengua me iba cada vez más, alterándome, erizando mi piel, donde elevaba mi culo, para disfrutar ese enloquecedor acometimiento, hasta que su dedo intervino, para introducirlo rápidamente, producto de  esa lubricación previa.

Ese acometimiento, con su lengua y su dedo en mi conducto renal, me fue llevando a una impetuosa y delirante convulsión,  mientras mis gemidos se ahogaban al tener mi boca contra la almohada, cuando inesperadamente me giró rápidamente hasta introducirme apasionadamente su miembro y llevarme a otro loco orgasmo.

Debo admitir que jamás había sentido algo así, tan desenfrenado, en donde sentí despedir todas mis tensiones. En un momento vi la hora, y ya estaban por regresar mi esposo y mi hija, me levante rápidamente para preparar la comida, antes de su llegada.

A partir de aquel día que le permití tocar mis senos, se hizo bastante habitué, era la primera en levantarme para preparar el desayuno familiar, pero Ben, solía levantarse a continuación  mío, acercándose por detrás, metiendo sus manos a través de mi camisón para apretujar mis pechos, bajando mis bragas excitándome hasta que llegaba del resto de la familia, dejándome muy estimulada.

No quería que faltase a la escuela, ya lo había hecho en varias oportunidades, pero ese día no había clases, así que aquella mañana estaba sola con mis hijos, mi esposo estaba en su consultorio, hacia unos días que no habíamos tenido sexo, realmente estaba necesitándolo, había terminado de bañarme, fui a la cocina a hacer algo, justo estaba mi hija, charlamos un poco mientras me secaba el cabello. 

Después de un rato me dice que saldría un momento a comprar algo que necesitaba,  espere hasta que se fue, me saque la bata y mis bragas y me fui corriendo a la habitación de mi hijo, que casualmente se estaba bañándose, ante su sorpresa me metí en la ducha con él, que por supuesto apenas me vio estaba ya preparado, me abrazo fuertemente, alzando mi cuerpo, hasta que sentí su verga meterse hábilmente en mi vagina, lo rodee con mis piernas, mientras movía su miembro dentro mío, a la vez que el agua continuaba mojando nuestros cuerpos, mi excitación era más que evidente, cuando por primera vez sentí la necesidad de besar sus labios, fue algo turbador al contactar nuestras bocas y entrelazar de manera esquizofrénica nuestras lenguas entrando y saliendo de cada  cavidad.

Su miembro se agitaba de una manera alocada en mi claustro, y sus dedos se clavaban en mis glúteos, era algo frenético y descontrolado, a la vez que mi espalda estaba fuertemente adosada a la pared de la ducha, raspándome un poco, por ese exaltado coito entre madre e hijo, hasta culminarlo al venirnos al unísono, percibiendo su simiente depositarla en mi interior.

Nos quedamos abrazados hasta que oí la puerta de entrada abrirse, nos separamos rápidamente, corriendo a mi habitación, apenas me seque, saliendo al encuentro de ella que al verme me dice

 

            “Mamá, te bañaste de nuevo?”

 

            “Si, paso que me puse una crema en el cabello y me quedo mal’

 

Sin darle demasiada importancia a mi respuesta se fue a su habitación.

Nuestros encuentros se fueron haciendo cada vez más intensos, nos buscábamos como dos animales alzados, nuestro saludo matutino se repetía como fue aquella mañana, levantando mi camisón, acariciando mis tetas, bajando mi calzón, para tocar mi sexo ardiente.

Opté algunas veces de quitármelo antes de llegar a la cocina, donde la excitación de mi hijo parecía alterarlo más, esos juegos previos eran cada día mas provocativos. Cuando una de esas mañanas, mi hijo se sentó a mi lado mientras desayunábamos los cuatro, tocando mi entrepierna, hasta llegar a mi raja, mi corazón se alteraba, era algo morboso, el contacto de su mano en esas idas y venidas, comenzó a excitarme de sobremanera, al punto de tener un leve orgasmo a pesar de contenerme, a lo que mi esposo me dice:

            “Te sucede algo?´

            “Me duele la cabeza, solamente” respondí rápidamente.

 

Me levante de la mesa, con la pretexto de buscar un analgésico, yéndome al baño, donde me masturbe con desesperación.

.

Desde ese día que nos besamos por primera vez en la ducha,  lo continuábamos haciendo, nuestra pasión era cada día más intensa, donde tenía oportunidad le decía" Tengo ganas de ti o quiero tenerte dentro" no le decía quiero coger o algo así, mi pedido era muy sutil.

Una de las posiciones que llegó a seducirme, era en cuatro, como perrita, me gestaba con total ferocidad, agitándose mis tetas ante cada una de sus envestidas, y el sonido al chocar su pelvis contra mis glúteos, era algo apoteótico y totalmente enardecido. Para terminar arrodillada mamándole frenéticamente su pene aun erguido, y con ese sabor tan especial entre su esperma y mis flujos vaginales.

Una mañana me dijo que se sentía mareado, antes de levantarse para ir a la escuela, me preocupe, así que llame a mi esposo para que lo revisara, lo hizo, diciéndome que no parecía algo importante, pero que se quedase en cama, si le parecía.

Apenas se fueron mi esposo y mi hija, apareció Ben  sigilosamente en la cocina, sorprendiéndome por atrás como solía hacer bastante seguido.

            “Que haces, no estabas descompuesto”

 

            “Ya estoy recuperado”

 

Me di cuenta que había mentido,  cuando me abraza desde atrás elevando mi camisón, para atrapar mis senos, jugueteando con ellos, tirando de mis pezones, apoyando su falo erecto entre mis glúteos. No tardé en alterar mi adrenalina, cuando comienza a bajar mis bragas, algo que lo hacía repetidas veces, solo que esta vez las bajo hasta quitármelas.

Su mano jugueteo con mis aberturas repetidas veces, hasta lograr humedecer mi sexo, apoyando su miembro entre mis nalgas, a la vez que me susurra:

            “Esto lo deseaba hacer desde la primera  vez que te abrace en este lugar.”

No solo me sorprendieron sus palabras, sino que se elevo mi excitación, cuando me quita el camisón, me hace separar mis piernas, recorriendo con su miembro mi raya hasta depositarlo en mi abertura anal, besando mi cuello, tratando de llevarme a un estado de total excitación.

Hizo flexionar mi cuerpo sobre la mesada, comenzando a besar mi espalda bajando suavemente, mientras sus dedos oprimían mi recto, besando mis glúteos, una y otra vez separándolos hasta dejar al descubierto mi ano, y comenzar a besarlo pasando su lengua sobre su borde , incrustándola en mi cavidad. No tarde en entregarme a ese alterador acoso, gimiendo como gata en celo. Si bien me había resistido a no tener sexo anal, por temor o parecerme algo anti natura, esta vez mi estado de arrebato, sumado a mi curiosidad de saber que sucedería, hizo que cediese, entregándome libremente a ese nuevo encuentro.

Su lengua me producía un sin número de estimulaciones, erizando mis pezones, alterando mis pulsaciones, humedeciendo mi sexo, endureciendo mi clítoris, sintiendo una necesidad de ser penetrada.

Clamando cada vez  más, aumentando los decibeles de mis gemidos, cuando su dedo lo introdujo entre mis cachetes desplazándolo desde el nacimiento hasta mi ano, una y otra vez, como esperando mi aprobación, hasta que se detuvo en mi abertura, bordeando su perímetro con su índice, mi cuerpo comenzó a estremecerse, hasta que inicio una leve incrustación en mi conducto, bordeando las paredes del mismo, hasta introducirlo totalmente Elevando mi trasero moviéndome de una manera sexual, cuando quita su dedo, para apoyar su glande, en mi ranura, quitando y poniendo varias veces, ese toqueteo alteraba mi adrenalina. Así continuo hasta que lo oprimió contra mi abertura, forzando a penetrarlo un poco, percibiendo como esa zona tendía a dilatarse

Lo mantuvo oprimiendo mi esfínter, empujando suavemente hasta sentir su glande abrirse camino por mi conducto anal, notaba que con cierto esfuerzo se iba empotrando por mi ano virgen, siendo mi hijo el autor de ese acontecimiento, algo impensable. Comenzó a efectuarme unos chirlos en mis nalgas, en donde cada vez que los reciba levantaba mi culo, comprobando que se iba introduciendo poco a poco, las palmadas se fueron haciendo más fuerte, comprobado que entre mi calentura, el dolor de la penetración y esos chirlos, mi excitación iba en constante aumento.

Todo se fue  intensificando, hasta mis gemidos, cuando comprobé que el miembro de mi hijo se había hecho dueño de mi interior, sintiendo sus palpitaciones,  amoldándose a mi membrana, para luego comenzó a agitarse con entradas y salidas más intensas y rápidas.

Nuestros cuerpos comenzaron a transpirar producto de ese intenso vaivén, mis gemidos eran imposibles de dominar, y las manos a Ben se adherían con fuerza a mi cintura, era algo patético y salvaje, algo que jamás lo habría llegado a suponer.

Cuando sorpresivamente lo quito, para girarme, elevar mis piernas apoyándolas sobre su pecho, volviendo a introducir su miembro, agitándose de una manera alocada, en donde al introducirlo totalmente parecía regocijarse su rostro. Tomando mi mano para depositarla sobre mi sexo, con el fin de masturbarme, que sin oponerme comencé a tocarme sin dejar de mirarlo a los ojos.

Varios minutos duró este copulación anal, que a pesar de dolerme, la disfrutaba considerablemente, hasta sentir su fluido regar mi conducto renal. En menos de quince días, había experimentado una serie de estímulos sexuales, que jamás los había practicado en mis 20 años de matrimonio.

Sabía que esto era una tremenda locura, algo fuera de los cánones de una familia, pero no nos era fácil renunciar a este libertinaje impuro, no éramos más Madre e Hijo en ése momento,  éramos una Mujer y un Hombre dispuestos a entregarnos por completo, dispuestos a hacer el amor eterno.

Creo que hemos practicado una serie de variables, posiciones, dejar penetrar todos mis orificios, hasta masturbarme frente a mi hijo al igual de hacerlo frente a mí. El leve contacto de nuestros cuerpos, eran suficiente para alterarnos y tener un salvaje encuentro.

Pero, durante ese etapa de sexo impuro, paso algo, mi periodo se atraso, llegando a ser una gran preocupación.