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La batalla del relato

en Parodias

Apenas hace cinco minutos que se han cerrado las puertas y ya no tienen nada que decirse. Mientras los fotógrafos les acribillaban con sus flashes parecía que la conversación podía dar resultados, o al menos así lo esperaban algunos, pero una vez el tema del tiempo agotado y las puertas cerradas, cuando se han quedado solos en aquella sala de juntas, el mantener las formas ha desaparecido y se ha impuesto el silencio. De un lado de la mesa Ione y Pablo, del otro Carmen, Adriana y María Jesús; entre ellos un abismo que ninguno quiere salvar, por más que las apariencias digan que una reunión como aquella debe durar cinco horas.

- Ya lo decía Torrente, lo peor son las esperas- dice Pablo tratando de romper el silencio. La referencia a la cultura española provoca una marejadilla de risitas. Animado, Pablo se viene arriba: ¿nos hacemos unas pajillas?

- Ay Pablo, por favor, mira que eres heteropatriarcal- dice Adriana con cara de asco.

- Pues un strip-poker- vuelve a insistir Pablo con su particular voz.

- Mejor un strip-parchís, que es más nuestro- tercia Carmen, a la que el gesto se le tuerce solo de pensar que tiene que permanecer allí más tiempo del que le gustaría.

- Me pido el rojo- dice rápidamente María Jesús.

- Nosotros el morado- replica Ione.

- No, bonita, no, aquí no hay morado que valga, vosotros el que nosotras decidamos- salta Carmen, quien tras consultarlo con sus compañeras continúa: podéis quedaros el azul, Adriana se queda el verde que suma votos y el amarillo… Podéis jugar unidas o unidos podéis jugar, como queráis. Yo supervisaré la partida. Cada ficha comida una prenda a quitarse, cuando una llegue al final, el resto se quitará también una prenda. Estas son las condiciones, ahora decidid si aceptáis o no-. Pablo no está muy seguro de si tienen que aceptar la oferta o no, pero como en la pantalla de su teléfono móvil no se ilumina ninguna comunicación del Querido Líder y comienza a aburrirse, se decide por quedarse con el color amarillo.

La partida comienza y tarda un poco en ponerse animada, pues María Jesús enseguida consigue sacar tres fichas de casa y mientras con una avanza, forma con las otras dos una barrera para obstaculizar a sus contrincantes.

- Tienes una actitud muy poco constructiva- comienza a enfadarse Pablo al ver que su ficha amarilla se topa una y otra vez con el muro y Adriana con su color verde se le acerca poco a poco. Al final, irremediablemente, su fichita es fagocitada. Mientras Adriana cuenta veinte, María Jesús adelanta su ficha cinco posiciones.

- ¿Qué haces? Estás haciendo trampas- se enfada Ione.

- Es el porcentaje que como ministra de Hacienda me corresponde por el tramo de IVA- se excusa aquella. Por un instante la tensión parece que va a acabar con la reunión, pero Pablo tercia, pues no pierde la esperanza de verle los pechos a su compañera.

- La camisa, la camisa- grita desaforada Adriana, pero el entusiasmo se le va pasando a medida que Pablo tarda y tarda en quitársela. La partida continúa entre sujetadores que salen antes que blusas, discusiones sobre si calcetín es una prenda o son dos y porqué no existe la paridad entre medias y pantys, pues mientras ellas pueden salir de una en una, los pantys están obligados a hacerlo a la par, con lo que ello implica además de lucha de clases.

- Por cierto, ¿Cuál es el premio para el que gana? - pregunta animado Pablo viendo que él sólo ha perdido la camisa y Ione ya está en bragas y Adriana teme quitarse el vestido pues una mala racha ya le ha hecho perder la ropa interior. -Si gano me chupáis la minga dominga que tiene sustancia- dice.

- Ah, pero a ti se te… -. Carmen que ha estado controlando el desarrollo del juego duda, y sin embargo no ha calculado el final del juego, pues nunca pensó en llegar al final. Cavila en consultar al presi, pero parece que éste tiene el móvil en modo Falcon. Al final insta a seguir jugando y ya pensarán más tarde en el premio final.

Entre fichas que vuelven a casa, seises que avanzan rápido y triples seises que te frenan de golpe, la partida fue avanzando, dejando a Ione con su sexo imberbe a la vista, a Pablo en gayumbos sobre su silla, a María Jesús recogiendo, a modo de impuesto, la ropa interior, y a Adriana desnuda, y sin tener nada más que quitarse.

- Prenda, prenda- grita María Jesús mientras Carmen piensa, Pablo se emociona y Ione mira con envidia los pechos de Adriana. Finalmente, Carmen sentencia, a falta de ropas que quitarse, Adriana deberá pasar una prueba. Diligentemente se levanta y se encamina al otro lado de la mesa, mueve la silla de Pablo, que ya comienza a tratar de bajarse la bragueta, y se le sienta en las rodillas.

- Vaya domingas, maña- dice entusiasmado.

- Ay, Pablo, por favor- contesta Adriana con la misma cara de asco. Volviéndose a su izquierda sonríe a Ione: ¿Te gustan? Si quieres puedes tocarlas. Carmen carraspea en el momento en el que las manos de Ione iban a posarse en las tetas de su contrincante, y Adriana tiene que continuar con su castigo. Aparta con desdén la mano de Pablo que cae muerta y se sitúa junto al mando de la silla de ruedas. Lentamente se agacha, ayudándose de la mano introduce el joystick en su coño. Cuando termina de hundirlo comienza a moverse, a subir y bajar, cada vez más rápido, hasta que Pablo termina sacudido como un pelele de lado a lado de su silla por los movimientos compulsivos que el cuerpo de Adriana provoca en el mando. Pablo se aguanta a duras penas las ganas de vomitar, el mareo es innegable por las sacudidas de la silla, pero temeroso ante las muestras de feminismo exacerbado de sus compañeras de reunión que jalean alborotadas los movimientos ondulantes de Adriana, no dice nada y piensa que más tarde podrá lamer las manchas blancuzcas que comienzan a bañar el mando de su silla de ruedas, mientras implora que todo aquel vaivén acabe de una vez.