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Temporada 2, mis días en prisión 12

en Gays

TEMPORADA 2

MIS DIAS EN PRISION 12

 

DIA CIENTO VEINTE

 

Ese día viaje en el tren. Tenía que llegar a la Catedral de la ciudad. Por eso tomé el tren. Además hacía tanto tiempo que no viajaba en aquel medio que me emocionaba un poco.

Tenía que ver al Obispo, al cual ya conocía, el Obispo Cash, aquel hombre bien parecido de pelo gris, bien maduro y bien puesto. Debía entregarle unos papales muy importantes. Obviamente debía regresar al anochecer.

El viaje fue placentero. Cómodo. La estación en la que bajaba asomó así que me baje . Caminé las cuadras que me separaban de la Catedral y la encontré imponente.

Estaba abierta y se escuchaban algunas voces muy bajas y sutiles. Era una señora que hablaba con un curita joven que había allí.

__¡Buenos días!__ dije respetuoso

__¡Buenos días!!__ saludaron el curita y la señora

__¡Vengo a ver al Obispo Cash, a traerle unos papeles!!

__¡El no se encuentra en este momento!¡Debería llegar!¡Pero si es por papeles debes ver a Mateo!!__ me respondió el curita

__¡Mira sigue por aquella puerta…en la tercera golpea…allí esta siempre Mateo, el te vera!!__ dijo amable la señora. Me interné por aquellos pasillos. Todo era a media luz. Era muy grande y solemne. Llegué a la puerta que me habían indicado. Golpee despacio y espere. Una voz de adentro me dijo que pasara. Entré. El ventanal me recibió con una luz hermosa de sol que entraba.

__¡Buen día!__ dije. El cura que allí estaba giro su rostro lento. Miro sin ver me di cuenta enseguida de que era ciego.

__¡Siéntate!¿Quién eres?

__¡Bueno soy Luli y traía unos papeles al Obispo!!

__¡Yo soy Mateo!¡Trabajo codo a codo con Monseñor, así que puedes confiar en mi!!

__¡Esta bien, confió en usted!!

__¡Oh me alegra, me alegra!

__¡Vengo del penal!!__ dije como confesión

__¡Algo había escuchado! ¡Así que eres tu!

__¡Si señor!¿Donde dejo los papeles?

__¡Ponlos en el escritorio!__ era el cuarto evidentemente de aquel cura llamado Mateo. Todo estaba ordenado y olía a lavanda.

__¿Quieres unos mates o café??

__Mate está bien..__ el cura guiado por mi voz estuvo cebando mates y hablando hasta por los codos. Era agradable y bien parecido. Aún parecía en forma. En un momento me pidió que me acercara a el.

__¡Debo pasar mis manos por tu cara para ver como eres!¿Puedo?

__¡Claro Mateo!¿Puedo llamarte Mateo?

__¡Si tu voz suena tan agradable!!__ me acerqué a el, puse la silla delante de el. Tome sus manos y las guié a mi rostro. El se entretuvo un rato. Paso sus manos un poco arrugadas ya, por todos los huecos de mi rostro. Deteniéndose en muchos puntos y haciendo muecas como de sonrisas furtivas y calmas, solo se oía nuestro respirar inundando la habitación. Como al pasar también paso sus manos por mi cuello y los hombros.

__¡Hummmm eres joven!

__¡Sí!

__¡Y muy lindo!__ decía el cura hurgando en mis orejas.

__¡Ser joven es una bendición!!__ dijo Mateo

__¡Pero a usted aun se lo ve fuerte!

__¡Apariencias!¡Mi buen amigo, solo apariencias!...¡En fin!¿Me haces un favor?__ dijo el hombre religioso.

__¡Como no!

__¿Me acompañas al baño?

__¡Sí!

__¡Me ayudaras a orinar!¿Puede ser?

__¡Vamos!__ dije yo y el corazón me latió fuertemente. Lo tome del brazo y lo guie al baño, que era amplio. Lo ubique de frente al inodoro.

__¡Aquí está bien!¡Bájame los pantalones!!__ los mismos cayeron al suelo. Apareció una verga dormida bastante considerable. El chorro fue con potencia. Firme.

__¡Ahh que bien se siente!¡Ahora te pido otro favor!

__¡Si claro Mateo!

__Llévame al lavatorio y lávalo!¿Quieres? soy muy limpio, no lo puedo evitar…__ dijo y lo gire despacio. Abrí el grifo. El agua estaba tibia. Jabón líquido cayó en mis manos.

Mojé su poronga. El hizo un gesto de placer cuando tomé su vara. Pasé el jabón y enseguida la espuma cubrió el pene que se inflamaba. El gimió.

__¡Veo que quiere que lo limpié bien!

__¿En serio serías capaz?

__¡Me encantaría!!

__¡Bueno no puedo impedir que ayudes al prójimo!!__ la verga se empezó a poner cada vez mas dura y los suspiros de Mateo llenaban el aire de aquella soleada habitación. Crecía la víbora. Mis masajes también en intensidad. El se apoyaba en el lavatorio. De paso al chorrear el agua se le mojaban las pelotas entonces aprovechando masajeaba también aquellas preciosas y gordas pelotas.

__¡Oh Luli eres encantador!¡Como ayudas a la gente!__ gemía el cura desatado y ya con la poronga totalmente parada.

__¡Puedes acariciar mis nalgas, si quieres!__ dijo el pervertido, entonces pase mis manos por sus nalgas anchas y fuertes. Pase los dedos en círculos y luego pellizqué, el se estremecía y apretaba fuertemente el lavatorio blanco, temí por un momento que lo hiciera pedazos de la fuerza que le imprimía al agarré.

Seguía sin embargo masturbando al hombre, aunque ahora entraba en medio de sus nalgas, buscaba su anillo y metía un dedo en el lugar oscuro.

__¡Oh sí, vicioso, anda, mete tu dedito ahí, haz feliz al cura ciego, ahhh!!__ mis dedos se perdieron en el túnel, una y otra vez, sus quejidos eran a mil por ciento de calentura. Busco mi cuerpo en su ceguera y encontró mi pija parada. Me fui quitando la ropa, La atrapo a viva piel. Ardientes manos las de Mateo. Era un pescador de pasiones. Escupió en su mano y la paso varias veces por mi pene.

__¡Anda mételo, por favor, hazlo!!!__ apoye mi verga en su entrada así parados como estábamos, el se fue para atrás un poco más, sacando su ojete necesitado. Mi pene fue penetrando y el cura Mareo resoplaba y gemía pidiendo por mas verga. La enterré por completo y empecé a serruchar aquel hermoso culo grande.

Le enteraba mi perno, el arañaba el lavatorio, pasaba su lengua por los labios y yo mordía la oreja. De vez en cuando pasaba los dedos por el falo del cura, para mantenerlo vivo y que no cayera, pero la calentura que tenía aquel hombre era tal que no caería por nada.

Mordí un poco su nuca. Empecé a llenar el ojete vicioso y abierto para mí. Le metí una abundante cantidad de semen, mientras Mateo se regodeaba con su culito lleno. Yo tomaba aire en sus espaldas. Tratando de recomponerme.

__¡Qué lindo regalo me has hecho!!

__¿Te ha gustado?

__¡No sabes cuánto, debo recompensarte!!¡¡Vamos a la ducha, ven!!__ nos metimos en la ducha, previamente lo ayudé a desnudarse del todo. Su poronga  se mantenía altiva y dura, esperando que la ordeñaran, yo moría de ganas. El agua empezó a caer sobre nosotros, caía tibia y relajante, pero no para nosotros que gemíamos y explotábamos de calentura y ardor. Metí los dedos escarbando el culito de Mateo para limpiarlo y le daba mis dedos para que comiera mi néctar.

__¡Ohh es tan sabroso, dame más, dame más!!__ reclamaba el vicioso cura. Pasé jabón por mi culo y por su chota que reventaba de erecta. Le di de comer un poco más, luego giré mi cuerpo y pase mis nalgas por su tranca. La tomé firme y la guié a mi agujero. Mateo entendió y empujo suavemente. Mi anillo se dilato prontamente, su poronga entró en mi y el hombre dio un respingo de placer singular. Un largo gemido. Bramando mientras empezaba a moverse para darme una bombeada rápida. Una sacudida feroz y casi violenta. Me hamacaba y chupaba mis orejas, les metía la lengua a fondo, las llenaba de saliva, mientras mi culito era atravesado por la lanza del cura ciego.

Apretaba mis tetillas duras. Las masajeaba al mismo tiempo.

Poco a poco se fue inflamando aquella espada que me horadaba, mordiendo mi cuello, tirándome hacia atrás, empezó a llenarme el orto de su semen espeso, abundante, parecía no terminar de vaciarse nunca. Las gotas enseguida rebalsaron el canal y sentía el chorrear entre mis piernas temblorosas de tanto placer.

Mateo mordía mi cuello, yo seguía sintiendo el latido de su perno en mi cola. Sentía la inflamación. Unos últimos estertores, ahogado casi, el cura acariciaba mi pecho inflado.

__¡Gracias joven Luli!!__ susurró en mi oído. Grande fue nuestra sorpresa cuando vi parado en el marco de la puerta al Obispo y sentimos su voz

__¡Luli, Luli, haciendo de las tuyas, eh!!

__¡Oh Monseñor!!__ exclamó el aturdido Mateo

__¡Monseñor!!__ dije yo saliendo de la empernadura. La babosa víbora de Mateo cayó desinflado sobre su muslo.

__¡Veo que se estuvieron conociendo!!

__¡Lo siento!__ dijo Mateo

__¡No lo sientas!¡Luli ven conmigo!__ dijo sin demasiada gracia el Obispo. Ayude a Mateo a salir de la ducha. Se tumbo en la cama y se arropó avergonzado. Me vestí velozmente.

Salimos de la habitación y entramos en otra, apenas cerró la puerta Monseñor me quitó la ropa besándome. Me tumbó en una cama muy grande y mullida, cómoda. Mi cola fue asaltada por unos labios calientes, la lengua resuelta entrando por mi hueco abierto y presto para recibir placer. La musculosa presea entraba y mojaba mi culito sediento de pija. El hombre chupaba y me daba besos negros salvajes y encantadores. Ardía en el infierno rápidamente.

Clavó un dedo y luego hundió otro mas y otro, mis gemidos fueron in crescendo fatales. Levantaba mi cola y la dejaba caer, sintiéndome atravesado bravíamente por los dedos del Obispo que no me dejaban. El también gemía y suspiraba y volvía a chuparme sin demora. Se quedaba sin aliento pero no frenaba su ímpetu, sus bajos instintos.

En un momento dado se detuvo en sus caricias.

__¡Sácame la ropa!!__ pidió enardecido. Procedí urgente a realizar aquella tarea, que me encantaba sobremanera. Su espada saltó automáticamente sabrosa y endurecida, enervada, rocosa. La acaricié y la lleve a la boca para deglutirla y saborearla a placer. El hombre gemía, bramaba y gruñía desesperado. La bañe de saliva, se hacía espuma en mi boca, chupaba descaradamente. El Obispo se retorcía, con mis dedos acariciaba las bolas del macho muy calientes y sin vellos, se ve que el hombre se afeitaba.

__¡Oh dame tu cola ya, sino te acabaré en la boca, preciosa Luli!!__ deje la poronga saltando para un lado y otro.

Giré mi cuerpo y deje mi cola en manos del Obispo. Aferró mis caderas, me tiro hacia si. La cabeza de su estaca se apoyó seriamente en mi ojete explosivo. Arremetió con delicadeza, pero firme. Entró al estar ya hacía rato dilatado mi agujero. Empezó a ir y venir. Sus bolas golpeando mis nalgas. Toda su carne metida en mi. Los gemidos eran intensos y lascivos.

__¡Ahhh Luli me haces gozar tanto!!

__¡Es lo que me gusta Monseñor!!

__¡Quisiera tenerte siempre así!

__¡Puede tenerme cuando quiera!!

__¡Ohh que placer me das!!__ las embestidas cesaron en un momento y él se acostó y me pidió con ganas que lo cabalgara inmediatamente. Accedí presto, al instante estuve con su aguijón clavado nuevamente, subiendo y bajando, pellizcando sus pezones duros y amarronados, grandes. 

Pronto supe que me iba a dar su leche. Apuré aquellas cabalgadas y entre gritos y gemidos me fue llenando el ojete, lo inundo de su líquido, a punto del desmayo. Caí sobre su pecho con la estaca en el culo, ella se iba desinflando de a poco, pero yo sentía que aún latía dentro mío. No quería desfallecer. El hombre estaba muy necesitado. Muy duro y caliente. Nos besamos profundamente. Me tiré luego a su lado, quedamos tendidos en la cama, acariciándonos y besándonos, tocando nuestras partes un poco más calmos. Esperando que iniciaran nuevamente nuestros instintos salvajes y perversos.

__¡Deberías venirte aquí conmigo cuando salgas, ya te queda poco!!__ dijo el Obispo caliente.

__¡Lo pensaré Monseñor!

__¿Adónde iras?

__¡No lo se, solo puedo decirle que lo pensaré!

__¡Como quieras mi bella Luli!!__ me hablaba como si fuera una chica. Mientras tocaba mi verga que se alzaba lentamente y metía los dedos en mi cola abierta y esperando que la atravesaran otra vez.

Estuvimos cogiendo así hasta que la tarde finalizó y tuve que tomar el tren nuevamente. El Obispo me acompañó hasta la estación. Me llevó en su auto. Allí me beso profundamente  antes de que bajara, prometiendo que volvería a insistir.-

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