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Mi primer castigo

en Sadomaso

Le gusta retarle, Él ya lo sabía, no era la primera vez y tampoco sería la última, ambos lo sabían, pero sí sería la vez más especial. Era su primer castigo, y Su Amo se encargaría de que nunca lo olvidara.

Le había dicho muchas veces que debía pedirle permiso para correrse, y ella lo había intentado, pero la noche anterior no pudo, después de tanto tiempo fantaseando a través de internet sobre lo que haría y cómo lo harían, esa noche no pudo evitar correrse ante un maravilloso orgasmo mientras Él le follaba el culo como si el mundo fuese a acabar de un momento a otro, el orgasmo le sobrevino y no pudo evitarlo. Lo dejó pasar, y siguió con la sesión, ella pensaba que igual no se había dado cuenta, pensaba que había sido sigilosa, pero no. Cuando acabaron, cuando pensaba que todo había acabado, la cogió del pelo, le dio un tiró y la puso mirándolo a los ojos: “mañana tendrás tu primer castigo perra desobediente, y créeme, no lo vas a olvidar”.

Ella sabía por cómo se lo había dicho que no bromeaba, y eso, para que intentar engañaros, la ponía muy excitada. En parte lo había desobedecido con la intención de ver de lo que era capaz de hacerle. Y mañana lo sabría.

Llegó a las 12 de la mañana, como le había prometido, entró en la habitación, la agarró del pelo y le dio un beso intenso que ambos deseaban. Después, sin avisarla llevo su mano por dentro del pantalón y notó como su coño ya chorreaba, le encantaba que estuviera así por él, y eso no había hecho más que empezar. Poco a poco fue bajando primero el pantalón, y después sus bragas, no le soltaba el pelo, se las quitó y mientras le tiraba del pelo para ponerla arrodillada hizo una bola con sus bragas, no era necesario que le dijera lo que quería, abrió la boca dócilmente, no sabía lo que le esperaba y no quería empeorar las cosas. Metió las bragas en sus bragas y pudo saborear la humedad de su coño. Le soltó el pelo y cogiéndola por las muñecas se las llevó a la espalda, no te muevas le dijo. Y volvió con unas bridas para atarle las manos, se las ajustó a la espalda y volvió delante de ella. Viéndola ahí, arrodillada, delante de él notó como su polla empezaba a reaccionar. Pero aún le faltaba algo para que esa situación fuese perfecta, se alejó hasta alcanzar el bolso que había traído y de donde había sacado las bridas y sacó un cuchillo bien afilado. Volvió a su lado, empuñándolo a la vista de ella, pudo ver en sus ojos un sentimiento de terror, sentimiento que no expresaba su coño, podía ver como el interior de sus muslos empezaba a chorrear de los flujos que salían de su coño. Se acercó a ella con el cuchillo y su mirada volvió a parecer aterrorizada. Posó la punta del cuchillo en su hombro y sin apretar fue deslizándolo lentamente hacia abajo, pasándolo despacio por sus tetas, esas tetas que tanto le gustaban, las rodeó y continuó bajando hasta su barriga, por su ombligo y cuando llegó al final de su blusa paró. La miró a los ojos, y en ellos podía ver una mezcla de placer y miedo. Dejó el cuchillo apuntando a su barriga, y con la mano libre acarició lentamente su coño, chorreando como nunca lo había visto, se centró en su clítoris y esto la hizo estremecer, tanto que notó como se abocaba otro orgasmo, de manera que paró y del interior de su boca amordazada lo que salió fue un gruñido de perra que no le gusta lo que le están haciendo.

Dejó su coño y con el cuchillo empezó a rasgar un poco la blusa cuando había hecho un pequeño corte, soltó el cuchillo y terminó de rasgarla, dejando así a la vista sus tetas. Las miró y sonrió, una sonrisa perversa, de esas que te dicen que no van a hacer nada bueno contigo. Acercó sus manos a ellas y pellizcó sus pezones estirándolos tan fuertes que la hizo intentar gritar. Después, paró. Volvió a su bolso y cogió algunas cosas, no sabía que eran, ni tampoco lo iba a llegar a saber ya que cuando volvió lo primero que hizo fue ponerle una venda en los ojos, sus otros sentidos se pusieron rápidamente alerta. Podía oírlo andar a su alrededor relamiéndose. Después, oyó como movía el sillón que había en la habitación, podía notarlo cerca. En la pierna de su puta ató un vibrador de manera que la cabeza le quedaba cerca del clítoris pero sin llegar a darle, se aseguró de que estuviera bien atado, no quería que la puta se moviera y pudiera darse placer. Solo lo justo para que siguiera excitándose, nada más. Después silencio. Ella no sabía decir cuánto tiempo pasó, pero de pronto, lo volvió a notar a su espalda, la cogió de los hombros y la hizo agacharse hacia adelante, de pronto notó como algo se clavaba en sus tetas, si Él hacía presión se clavaba mucho más, si no, solo lo notaba. Pero su Amo quería castigarla, así que apretaba y mucho, no sabía que era, pero le dolía y eso la excitaba mucho más. Empezaba a notar como el vibrador hacía su trabajo, intentó revolverse para conseguir más placer, pero no obtenía nada. Como se dio cuenta que intentaba darse placer se quitó el cinturón, con una mano le hizo presión en la espalda para que las chinchetas que había esparcido por el sillón se clavaran más aún en sus tetas, y con la otra, se enrolló el cinto en la mano y empezó a azotarla en el culo. Cuando vio que estaba bien rojo paró.

De nuevo se hizo el silencio en la habitación, de pronto oyó como algo caía al suelo y el sillón volvía a moverse. La cogió del pelo y la llevó prácticamente arrastras hasta otro punto de la habitación, allí se encontró con que había algo esparcido por el suelo, era rugoso y duro y no hacía que fuese cómodo estar allí de rodillas. Podía notar como su Amo se sentó delante de ella, olía su sexo y eso le encantaba, abrió la boca, imaginó que era lo que quería, y acertó, porque de repente notó su boca llena de la polla de su Amo. Estaba muy excitada, en el suelo se había formado un charco por sus flujos y ahora que su Amo le follaba la boca de esa manera necesitaba correrse, era una necesidad imperiosa, lo notaba en todo su cuerpo, especialmente en su coño, ardiente y mojado. Él le siguió follando la boca hasta que se quiso correr, entonces paró, puso la punta en la entrada de su boca y se la llenó de su leche, ella la saboreó, como sabía que le gustaba, no podía verle pero imaginaba su cara de placer y después lo tragó todo.

Su Amo se levantó y la dejó allí, no era la posición más cómoda, las rodillas le dolían, el vibrador seguía haciendo de las suyas y Él se había marchado y la había dejado allí. Estando así pudo oír como el agua de la ducha se abría e imaginó que se iba a dar una ducha, tenía la esperanza de que viniera a buscarla y la llevara con Él, que la follase allí en la bañera, pero no ocurrió, se quedó allí, esperándole. Un rato después pudo oír como volvía a su lado. Desató el vibrador, le cortó las bridas y ella cayó hacia adelante apoyando las manos en el suelo, de nuevo Él la cogió por el pelo y acercó su boca al suelo. “Limpia lo que has ensuciado puta”. Y con esta orden tuvo que recoger todos los flujos que su coño había soltado por su culpa.

Cuando a su Amo le pareció que estaba listo, la levantó y le quitó la venda. En sus ojos podía verse el deseo, pero esa clase de deseo de alguien que necesita correrse desesperadamente.

“Ya sabes lo que te espera si vuelves a correrte sin mi permiso. Y no podrás hacerlo hasta que yo quiera, que te quede claro”. Le dijo su Amo. Pero la repuesta de ella fue simplemente una sonrisa con la que le retaba de nuevo.

Espero que a los lectores les resulte tan agradable como a Usted. Estaré encantada de recibir vuestras críticas y opiniones.