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Se fué la luz

en Amor filial

- Y la niña donde la has dejado?

- ¿Otra vez?, este fin de semana está con su padre. El lunes me toca a mis cinco días y luego estará con el otros tantos.

- Coño, es verdad que te lo he preguntado antes. Tengo la cabeza en mis cosas y no… bueno me despisto. Soy un desastre. - Respondí

- La verdad es que has mejorado mucho últimamente. Tanto gimnasio y tanto batidito te sientan muy bien - Me dijo Sara a la vez que me apretaba fuerte el brazo para comprobar la musculatura. – No estás muy chachas, bueno si, pero no de esos de gimnasio hyperadulterados ni de esos megafibrosos, estás en tu punto. ¿También marcas la tableta de chocolate? – Siguió a la vez que intentó levantarme la camiseta.

- Anda anda, quita, que va. No hago apenas abdominales. Y tendría que hacer un poco más de cardio la verdad. NO se me marcan ni nada, estoy bien así. Ir mancando implica mucha dieta, muy estricta para quitar grasa. Porque, aunque tengas si las tapas con grasa no se notan.

- Pero déjame ver anda, venga levanta. – Me ordenó Sara.

- La madre que te parió. – Maldije en broma a la vez que me levantaba y me levantaba un poco la camiseta.

Sara extendió la mando y me tocó la barriga

- Joder - murmuró como gesto de admiración. – treinta y cuatro años y mírate lo bien que se te ve.

- ¿Sabes lo que encuentro yo? ¿Sabes lo difícil que es encontrar a alguien así? Todo lo que encuentro son divorciados que se han dejado y que tienen mil historias con sus ex que lo flipas…

- El alcohol te pone depresiva –

- Al alcohol me alivia las penas – Respondió levantando el vaso medio lleno de vino con gaseosa. Brindó de un trago y se sirvió otro vaso de vino con gaseosa. – Cuánto hace que te separaste de Marta?

- Pues hace ya… en breve hará dos años. Dos años, como pasa el tiempo – Reflexioné.

- Pues yo haré casi 4 años. – Dijo con pesar mi hermana Sara. – Cuatro años sin tener nada serio con nadie. Cuatro putos años de una sequia que me mata por dentro.

- Llevas cuatro años sin… mojar?

Sara levantó una ceja y me miró.

- No, por suerte, me hubiese pegado un tiro si fuese asi. Pero si que hace mucho que nadie me da un achuchón la verdad. ¿Y tu?, llevas mucho sin meter churra?

- Pues desde que lo dejé con Marta. No, mentira, una vez nos encontramos al cabo de un par de meses y echamos un polvo, por lo de la nostalgia. Pero desde entonces…… nada.

- ¿¿¿Dos años??? Y como cojones sobrevives, madre mía.

- Pues a pajas. Qué remedio.

Sara afirmó con la cabeza repetidamente siendo cómplice de que ella también se masturbaba para pasar la sequía.

- Pero mírate – Me dijo Sara. - Eres Guapo, tienes trabajo estable, casa, coche y ahora tienes un buen físico. Me vas a decir que no te puedes ligar a ninguna? ¿No hay nadie en tu trabajo, o alguna amiga o algo? ¿Y por internet?

- Calla. Mira, a mi edad ya he perdido el arte de ligar, nunca se me dio bien, pero ¿Ahora? Estoy perdido, no sé ni por dónde empezar. Amigos tengo pocos, la susodicha de mi ex se encargó de que me quedara sin. Esto hace que salir a tomar algo solo… me da cosa y me da pereza.  El internet, es un mundo muy loco, hay cada una... si yo te contara.

- No tengo nada mejor que hacer este sábado por la noche. Además me has quitado las llaves del coche para que no vuelva a casa por culpa de esto – Y volvió a levantar el vaso con el vino y gaseosa - así que… Además, por mucho que quiera estás sentado en mi cama. – Y miró al sofá donde Sara pasaría la noche.

-No, me da vergüenza.

Entonces todo se quedó a oscuras. Sara gritó del susto y se rio avergonzada de haber gritado.

- Se ha ido la luz – Dije a la vez que buscaba el móvil.

Encendí la linterna de este y empecé a enfocar el salón.

- Voy a mirar los térmicos. Espera.

Fui al pasillo del piso y tampoco encendía la luz. Los térmicos estaban subidos. Volví con Sara.

- Creo que se ha ido en el barrio. No hay luz tampoco en el pasillo.

- Pues vaya, ¿Tienes velas?

Tras esperar un rato a que volviera y que no volvió. Encendimos unas cuantas velas por todo el comedor.

-Que vino más malo este, se me ha subido a la cabeza sin apenas beber nada. Tienes que comprar algo mejor la próxima vez.

- Que cojones, pero si nos hemos bebido una botella entre los dos. – Y le enseñé la botella vacía de vino- ¿Quieres más?

- Venga! – Respondió contenta.

- Bueno entonces, que nos desviamos del tema, así que llevas sin mojar casi dos años – Siguió la conversación mi hermana Sara tras abrir una nueva botella y llenarnos los vasos. – Frio entra mucho mejor el vino – Dijo tras beberse medio vaso de golpe. Yo hice lo mismo.

- Pues sí, casi dos años sin nada de nada.

- Y ves mucho porno? – Soltó mi hermana de golpe. Casi me atraganto con el vino. – Yo no puedo parar. Sabes? Yo antes le echaba la bronca a mi marido por verlo, pero creo que me he vuelto adicta a este. Echo de menos que alguien me mime y me empotre contra la cama. Las noches son solitarias.

- Que me vas a contar a mí. – Afirmé

-A si? ¿También echas de menos que te empotren contra la cama?

- Si. ¿Qué? ¡No!, Empotrar yo – Sara se descojonó de mí.

- Ya ya claro… Hoy en día los tiempos han cambiado mucho eh! Que el un chico reciba no es ningún problema eh. Una vez… hace tiempo si eso…. – Sara empezó a reflexionar en voz alta, y mientras hablaba me iba señalando con el dedo para ratificar su historia. – Una vez le dije a Julián de hacer algo así. Por aquello de probar ya sabes. Le dije de cambiarnos los roles. Incluso estuve mirando uno de esos cachivaches que se te ponen aquí en la cintura y hacen que una mujer tenga pito. Me hacía gracia probarlo sabes…

- ¿Y que, lo hiciste? – Dije súper intrigado.

- ¡¡¡Que va!!! Julián era un amuermao en esto. Sota, caballo, rey. Mamada, yo encima y perrito. Eso era nuestra rutina amorosa. Qué triste… - Sara apoyó la cabeza en la única mano libre. Y tras un rato indeterminado prosiguió. – En fin. Algún día pillaré a alguno que me deje hacer estas cosas. Pero a este ritmo, me conformo con el sota, caballo, rey.

- No digas eso Sara. Las mujeres lo tenéis mucho más fáciles a la hora de ligar o de conseguir a cualquier hombre.

- Eso es un mito ¿sabes?

- NO, una mujer tiene todo el poder del mundo de seducción. Si ella quiere él suele querer. Así de sencillo. Solo tienen que señalar y decir TU, y ale te lo puedes llevar al catre.

- Bueno pues a mí eso no me funciona. – Sara suspiró – Tu sobrina me dejó la barriga de mamá, fofa – Y se estrujó un poco la barriga con una mano - y las tetas caídas. Yo antes tenía unas tetorras y ahora mira – Se medio bajó la camiseta enseñando gran parte de las tetas recogidas en el sujetador – una 85. UNA 85! Me vació las tetas. Tengo ya 36 años. Los hombres de mi edad que están mas o menos bien están cogidos todos o son Gays, lo que suelen quedar son los divorciados y los que no han tenido pareja. Están todos tarados o son raros de cojones. Se me notan las arrugas en los ojos. Porqué claro, los de ahora buscan a jovencitas perfectas que no han parido y con cuerpos esculturales.

- Que se te van a notar ni que cojones me estas contando Sara. Estás delgadísima, nunca has tenido mucho pecho por mucho que me digas

- Tenia tetas y las llenaba.

- Lo que tú digas, pero las que tienes están muy bien, suficiente para cualquier hombre.

- Para cualquiera no porque no veo a nadie – Y miró alrededor – Tu ves a muchos hombres por aquí? Yo no veo ninguno.

Sara empezaba a ponerse histeriquilla por el vino.

- Te quieres callar ya de una vez! No haces más que decir tonterías – Le dije. Viví un poco más y le rellené el vaso de vino para que se calmara.

- Bueno, cuéntame tu algo para dejar de hablar de mí.

- ¿Qué quieres que te cuente?

- Cosas sucias de tu ex. ¿Sabes que siempre he pensado que era un poco zorrona?

- Si, me lo has dicho mil veces

- ¿Acaso me equivocaba? – Se rio Sara. –

- No.

-Pues ya está cuéntame cosas suyas anda, así me rio un rato. ¿Te hacia perrerías en la cama? ¿Tenía algún vicio guarrete? Cuál era su postu…

- Le gustaba disfrazase. Mucho.

- ¿EN SERIO? – Dijo Sara con una sonrisa de oreja a oreja – De que, ¿De enfermera?

- Entre otras cosas.

- ¿No tendrás una foto no? – Dijo excitada – De ella disfrazada digo.

- Hace años de esto, tú crees que yo voy a tener fotos suy…

- Sin duda que las tienes.  – Me cortó

Puse los ojos en blanco, me acerqué y me senté pegada a ella. Empecé a notar su aliento en mi oreja y olfateé con claridad el vino.

Tras buscar en la galería del móvil, encontré una foto de ella vestida de enfermera sexy. Le pasé el teléfono

- A ver… a mírala que mona. – Pasó con el dedo y cambió la foto. – ¡Ostias! Joder con tu ex.

Le quité el móvil de golpe

- ¿No te han enseñado que no debes pasar las fotos de las galerías de los móviles o qué?

- Espera espera.. déjame vero otra vez. – Y me tendió la mano para que le pasara el móvil – ¡¡Venga!!! – Insistió.

Al final a regañadientes le pasé el móvil.

- La madre del cordero. – Se quedó mirando la foto. En ella aparecía mi ex mujer a cuatro patas, con el coño recién follado y una corrida en las nalgas. Un pequeño plug de metal insertado en el ojete. Ella tenía la cabeza girada y miraba a cámara con cara lasciva. – ¿Eso que es? Dijo señalando el objeto brillante del ojete.

- Es…. Una especie de cono pequeño que se mete en el culo.

- Ah ya ya.. es que no lo veo a bien. – Hizo zoom en la imagen para velo mejor – Es verdad, de estos tengo yo un par. Julián no quería que lo usara, pero yo me lo llevaba a todos lados puesto.

- Sara por favor... cálmate.

- ¿Que? – Y mirándome a mi directamente deslizó el dedo y pasó de foto. Miró al móvil – Vaya, un primer plano del chocho de tu ex. Para hacer dos años bien que tienes cosas de ella. ¿Tienes más fotos e ella disfrazada? Me hace gracia. – Y me entregó el móvil

Tras buscar un poco, no mucho, le enseñé el móvil.

- Aquí disfrazada de policía sexy. Aquí disfrazada de Harley Quen o como se diga, la mujer del Joker. Esta, disfrazada de zombie sexy. Aquí de dominatrix.

-  A ver trae para aquí. Y me quitó el móvil.

- Aquí está muy guapa. ¿Donde compraste el vestido este?

- En Amazon

- Luego me pasas link,

- Te lo vas a comprar?

- No lo sé, aun no se con quién usarlo.

- Bueno si lo compras ya me enseñarás a ver qué tal te queda.

- Prometido.

Sara empezó a pasar más fotos por la galería. Y una tras otra veía a mi ex en diferentes poses y posturas. Con diferentes accesorios, que si un látigo, una placa de esas para dar cachetes en el culo, unas esposas…

- Os lo debisteis pasar pipa con esto – Dijo Sara en tono burlón.

- Calla, que este disfraz le encantaba.

- ¿A sí? ¿Lo usaba mucho?

- Lo tenía hasta desgastado.

- Pero a ver… ¿Sólo se disfrazaba o ejercía de domadora?

- ¿Eing? – Respondí.

- Cuando ella de disfrazaba actuaba según el disfrazo o simplemente era un vestido?

- Actuaba según el disfraz. Si se vestía de enfermera sexy hacíamos un papel. O de Policía.. le gustaba mucho hacer papeles y estas cosas.

- ¿Y cuando se vestía así? – Señaló el móvil – ¿Hacia de Ama?

- Sí, claro.

- ¿Y tú te dejabas?

- ¡Claro!

- ¿Te gustaba?

- ¡Claro!

- Sorprendida me hayo contigo. ¿Tu hacías también de amo o solo ella era la ama y señora de la casa?

- Solo ella. Normalmente yo hacía de sumiso.

- ¿Incluso con otros disfraces?

- Si. ¿Por?

- ¿Eres un sumiste en el sexo? – Y se le escapó la risa floja

- Lo dices como si fuera algo malo.

- No no no…, no. Todo lo contrario. A mí me gustan así también sumisillos. Manejables. Que yo pueda darle órdenes. ¡SIENTATE! – Sara simuló una orden y se rio a carcajadas– ¿Lo he hecho bien?

- Más o menos

- ¿Y funciona así? ¿Si se te dan una orden la obedeces y ya?

- Bueno. No es así, pero si, algo mezclado y tal.

- Que guay. Algún día me pediré uno como tú para mi solita. Y le ordenaré que se siente. Siempre he querido hacer eso.

Sara pasó más fotos hasta que llegó a una en particular.

- ¿Y esto? ¿Lo usasteis?

Miré al móvil y me morí de vergüenza.

- Si, lo usamos

- Vaya, ¿Y te gustó?

- Aixx… sí. – Suspiré.

En la foto salía mi ex ya medio vestida, con los pechos al aire, pero con una falda roja y negra brillante y muy corta. También llevaba puesto un arnés con un dildo de unas dimensiones considerables de color carne oscura. Simulando un pollón de un negro.

- Vaya caja de sorpresas estás hecho – Y me acarició la cabeza despeinándome en el proceso..  – Es realmente grande sabes. O por lo menos parece grande. Más que un pene normal.

- Si bueno. Marta lo compró a propósito.

- Pero esto tiene que doler sí o sí. A ver, un chocho se dilata – empezó a bajar la voz como si empezara a contar secretos o se avergonzara – después de parir a una criatura se te queda el chocho más flexible. Pero, - y volvió a hablar normal – un culo. Tío es que es grande – Y señaló la foto del móvil otra vez. - No se dilata así como así.

- Bueno, este no fue el primero que usamos la verdad, empezamos poco a poco. Este era el más grande que teníamos. Si no recuerdo mal media… a ver... ventipico de largo, pero me acuerdo de que de gordo media cinco centímetros y medio. Me acuerdo que Marta lo quería comprar de seis, pero le dije que no, que para tanto no podía. Que teníamos que probar este primero y luego ya si acaso, compraríamos otro.

- Lo que decía yo, un poco zorrones vosotros dos. – Y siguió pasando fotos de la galería. – Dejó de mirar fotos nuestras, me miró buscando la aprobación de poder cotillear todo lo que quisiera, y al encontrarla prosiguió.

Empezó a hacer zooms en las fotos de Marta medio desnuda y provocativa. En aquellas fotos que salía yo medio en pelotas, pero sin llegar a verse nada.

Hasta que llegó a un video.

- ¿Puedo ponerlo?-

-De perdidos al rio, ya creo que lo has visto todo así que si. Me da vergüenza que lo veas, pero el vino ayuda así que si te atreves a verlo, dale sin miedo.

Y Sara le dio al play.

Era un video corto que había grabado yo donde mi ex mujer Marta estaba de rodillas haciéndome una mamada.

- ¿Porque grabas en vertical? Los videos se graban todos en horizontal.

- Es un video íntimo que se graba por hacer la tontería de grabarnos, no para ir enseñando así como así.

- Ya, pero… - Dejó de hablar para mirar al video. – No tiene pinta de hacerlo muy mal no?

- No, no se le daba mal.

- No siempre era ponerte el culo como la bandera de Japón por lo que veo.

- No siempre era eso no. ¿Y tú tienes alguna foto o video o qué?

- Nop, Nada, cero patatero.

- Tu crees que yo soy tonto? Venga enseña.

- Que no, que no tengo en serio. Julián no era de hacer esto.

- ¿No tienes nada de nada?

- Mmmmm , te sirven un par de fotos que me hice frente al espejo del baño?

- Meh, si enseñas cacho si, sino pasando.

- Salgo en sujetador, ¿Pero que pasa que quieres verme las tetas?

- ¡¡¡Tú me has visto todo de mí!!! – Exclame

- Mira, solo es para que te calles y te dejes de tonterías ya. Y por qué me has enseñado lo del móvil, pero no te acostumbres que me da un poco de vergüenza.

Sara, se levantó del sofá, se puso enfrente mío.

- Uff, el vinito, como se nota – Dijo a la vez que intentaba ponerse erguida con algo de dificultad.

Se agarró la parte de debajo de la camiseta, se la levantó. Llegó a la zona del sujetador que agarró como pudo y se levantó ambas prendas dejando al aire sus tetas.

Yo me quedé flipado al verle los pezones. Eran unas tetas pequeñas, algo fofillas, pero de buena forma, un pezón muy bonito. Y blancas de no haberles dado el sol en mucho tiempo.

Pocos segundos después se tapó y se dejó caer a plomo en el sofá a mi ladro.

- ¿Contento? – Preguntó a la vez que yo le respondía afirmativamente con la cabeza.

- Son muy bonitas – Le dije

- Anda cállate y sírveme otro vaso.

Me levanté de sopetón tras llenarle le vaso

- ¿Dónde vas? – Chilló Sara cuando ya abandonaba la habitación.

Regresé con una caja de cartón bastante grande.

- ¿Esto qué es? – Preguntó Sara

- Esto es algo que dejó Marta. - Y Dejando la caja en el suelo enfrente del sofá y mientras observaba atenta la abrí despacito.

- ¿Que es esto? – Dijo Sara sacando un trozo de tela de esta y examinándolo sin saber exactamente que era.

- Algunos de los disfraces de Marta.

Sara levantó las cejas y abrió los ojos como diciendo. Coño, que pasada.

Empezamos a sacar trapos y chorradas varias. Había el gorro de policía, un par de zapatos de tacón, algúna que otra falta sin identificar, el disfraz de dominatrix con unas medias de rejilla y el disfraz completo de enfermera.

- ¡Vaya cosas estas eh! – Dijo Sara a la vez que cogía la bata de enfermera y se la pegaba al pecho probándose la talla. Como cuando te pones una camiseta del super encima de la ropa simplemente para ver cómo te queda y si es de tu talla.

- Con esto realmente enseñas un montón de canalillo. – Rio.  – Si me viera Julián ahora le daba un patatús.

- ¡Pruébatelo! - Animé a Sara

- Que dices, quita quita, que vergüenza.

- Venga pruébatelo.

Sara tubo un debate interno donde luchaba la vergüenza y las ganas de hacer cosas nuevas. Finalmente, ayudada por el exceso de alcohol aceptó probárselo.

- Pero no mires, date la vuelta.

- ¿Te vas a cambiar aquí?

- Si me levanto me caído en redondo.

Al final me di la vuelta y escuchaba la risa tonta que le venía a Sara, mi hermana, al cambiarse con dificultad.

- Joder, así se me ve medio culo – Escuche decirle- Y se salen las tetas con esto. A ver. Gírate y dime.

Y Me giré.

Y allí estaba ella, recolocándose la bata de enfermera a la altura del pecho medio descubierto, con una falda supe corta donde caramente podía verle las bragas.

Y me empalmé al quedarme viéndola así. Aun siendo mi hermana me empalmé.

-Bueno que tas quedao pasmao. ¿Qué tal me queda? Ehh reacciona - Y chasqueó los dedos enfrente te mi cara – Reacciona majo que no es para tanto.

- Joder Sara, estás…. Increíble.

- No será para menos. – Y sentó otra vez a mi lado en el sofá. – Tu también te disfrazabas cuando Marta se ponía esto?

- Normalmente no. Solía hacer las cosas en calzoncillos – Le dije sin poder evitar mirarle el escote de la bata abierta donde se le veía perfectamente una teta.

- Ay tonto – dijo Sara tapándose al darse cuenta que no dejaba de mirarle las tetas – Deja de hacer el burro que no estoy para tonterías. – Y tras reacomodarse la bata inútilmente porque no consiguió tapar nada se dio por vencida y dejó las tetas medio tapadas. – ¿No te disfrazabas ni nada? ¿Ella no te hacia vestir de ninguna manera?

- No – respondí

- ¿En serio? Nose, me imaginaba que te hacia disfrazarte o algo, o que.. ¿Nunca te hizo vestir de mujer con medias y bragas?

- No, ¿Por?

- ¿No? ¿Ni cuando usabais eso en tu culo?

Me la quedé mirando con cara de “me estas tomando el pelo”

- No, ni cuando hacíamos eso.

- Pues vaya… Entonces… ¿Con esto es con lo que hacíais las cochinadas no? – Dijo a la vez que señalaba su uniforme de enfermera supersexy – Ahora soy como tu ex.

- Bueno sí. Normalmente ella no solía llevar bragas para hacer eso. O no usaba o se ponía un tanga de hilo. – Y al recordarlo la polla empezó a palpitar con más fuerza en mis pantalones. Estaba dura, muy dura, y ya empezaba a incomodarme. – Técnicamente si quisieras ser como ella, tendrías que quitarse esas bragas como hacia ella y abrirte un poco más el escote. Y luego tendrías que mandar un poco mas

- ¿Mandar más? ¿En plan con el otro uniforme de ama?

- Si, ese papel nunca se le quitaba, o casi siempre que se disfrazaba era la dominante, así que sí.

- Pues, quítate la ropa y pone en calzoncillos.  – Ordenó a la vez que me señalaba – ¿Lo he hecho bien?

- Si bueno, más o menos, mas enérgica. Tienes que hablar como si fueras una faraona. Tu palabra es la ley y no hay opción a replica. Quieres esto y lo ordenas.

- Pues. Eso. Vístete tal como lo hacías con ella.

- ¿En serio quieres que me quede en calzoncillos?

- ¡Claro! – Rio Sara. – Joder hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien, Mírame soy tu ex la enfermera sexy, así que sí.

- Bueno técnicamente te repito que con esas bragas no...

- Y dale con las bragas. Quédate en calzoncillos y me quito las bragas.

Levanté una ceja extrañado. ¿Mi hermana Sara mandándome esto? Me daba vergüenza reconocer que estaba muy cachondo y me daba vergüenza que me viera la polla marcada en los calzoncillos. Pero, que cojones.

- Que cojones… - Repetí en voy alta el pensamiento. Me incorporé de un salto, me medio mareé. Me recompuse. Me quité la camiseta. Me bajé los pantalones y los dejé a un lado en el sofá.

Me miré la entrepierna y allí es taba la polla dura debajo de los calzoncillos.

Sara me señaló el paquete con el dedo pidiendo explicaciones.

- Es el disfraz e enfermera sexy, no lo puedo evitar. – Y me senté intentando ocultar la erección. Por desgracia la postura hacia que se me marcara más.

Sara sin levantarse del sofá, Levantó el culo y con gestos contorsionistas se bajó las bragas y las chutó con el pie - Se perdieron en medio del comedor.

Sin mírame, cogió el vaso de vino que estaba casi lleno y empezó a beber y a beber, sorbo tras sorbo hasta déjalo limpio. Cogió la botella y llenó el vaso con dificultad hasta la mitrad. Vaciando así la segunda botella de vino.

- Hemos bebido mucho. Hacía mucho tiempo que no bebía tanto.

- A veces necesitamos hacer estas locuras de vez en cuando. Sino siempre la rutina nos mata. Echaba de menos pasármelo tan bien. Tendremos que repetir esto más veces.

- Vale, pero no me pienso poner de nuevo este vestido.

- ¿Por? – le pregunté a lavez que recostaba la cabeza en el sofá y la giraba para mirarla a ella a la cara, a sus tetas y siendo poco discreto el triángulo del chocho. Que visiblemente no se veía nada. Con lo que claramente estaba depilado.

- Porque ponérselo pa ná es tontería. Tu juagabas a médicos y a enfermeras cuando ella se lo ponía ¿Pero yo? Ufff – Y recostó la cabeza en el sofá a la vez que suspiraba y cerraba los ojos. – Mataría ahora por jugar a médicos y a enfermeras. – Entonces abrió los ojos de golpe y me miró –  Lo siento. Siento que tengas que aguantar a tu hermana, cachonda y borracha. Pero nadie quiere estar conmigo. No pido mucho joder. Un polvete y ya. – Separó las piernas y las levantó en V.  – Así, me dejo así un rato. Pero que no sea un tío raro. Uno fuerte que me de caña. No pido mucho – Y volvió a bajar las piernas, pero dejándolas abiertas. – Lo siento, el alcohol me hace decir cosas que…

- No tienes que disculparte, yo estoy igual que tú.

- ¿Cachondo y borracho? – Sara se rio a carcajada limpia fruto del alcohol y de la situación – Bueno cachondo se ve a la legua que estás – Y señaló mi paquete.

Entonces de dejó caer en el sofá inclinándose y apoyando su cabeza sobre mis piernas.

- Uff, el vino. Madre mía – Dijo colocándose bien estirada en el sofá y recolocando la cabeza. –

La bata de enfermera se le abrió de par en par. Dejándola completamente desnuda tumbada en mi sofá, con las piernas medio abiertas las tetas mirando hacia arriba y su cara mirándome directamente. Suspiré profundamente. A pesar de que era mi hermana uno no es de pierda. Una mujer desnuda así no se ve todos los días y yo desesperado que estaba no podía dejar de mirarla.

- Tío, me estoy clavando el mando de la tele en la cabeza y no consigo apartarlo – Sara empezó a rebuscar por debajo de su cabeza aquello que se le clavaba.

Y se descojonó al encontrar lo que era.

- El mando de la tele – seguía riéndose, pero sin llegar a soltar mi polla. Había cogido mi miembro erecto por encima del calzoncillo.

Se giró noventa grados poniéndose en posición fetal, mirándome a mí y dejando mi polla a escasos centímetros de su cara.

- Con esto se puede cambiar los canales. Pip pup pip pup pup – Empezó a golpear con un dedo la punta del capullo que se veía claramente que estaba a punto de asomar por los calzoncillos. – No cambia de canal, mira ni se enciende la tele. Yo creo que le faltan pilas.

Entonces se reclinó un poco para ponerse más cómoda. Agarró con fuerza el miembro a través de los calzoncillos. Y con la otra mano me apretó los huevos. Si, aquí le faltan pilas. Se ve que hace tiempo que te cambian las pilas al mando, están oxidadas.

Yo la miraba a ella, a su pelo que le tapaba media cara, a su sonrisa tímida, a sus coloretes del alcohol, a su cuerpo tumbado y sus tetas ladeadas por el efecto de la gravedad. A su barriga lisa aunque ella la llamara barriga de mamá. A su triangulo chocil cerrado por la posición delas piernas.

Alagué la mano y acaricié su pelo. Le aparté el mechón y se lo puse detrás de la oreja.

Entonces ella paró y volvió a tumbarse, esta vez dándome la espalda. Apoyó la cabeza sobre mis piernas. Y cuando lo hico, empecé a acariciar su pelo.

Estuvimos un rato en silencio. Después con la otra mano empecé a hacerle caricias suaves en la espalda con la punta de mis dedos.

Sara sin decir nada se colocó hacia abajo dejándome casi por completo la espalda. Intenté hacer bien las caricias, pero la bata de enfermera sexy me lo impedía.

- No pares, me gusta esto – Dijo Sara al ver que paraba las caricias. – Siempre me ha gustado, te acuerdas cuando de pequeños me lo hacías.

- Si. Si me acuerdo – Le respondí. Esa era la razón por la que volví a hacerlo

- Julián nunca me lo hizo.

- Bueno, yo no soy Julián

- No pares.

- Es un poco difícil con la bata así. Y un poco incómodo pasar la mano por le agujero del cuello y bajarla para hacerte las cosquillas.

Sin pensárselo, Sara empezó a moverse lentamente y a quitarse la bata. Sin saber cómo y sin apenas levantarse del sitio se la quitó y la dejó en el suelo.

- Gracias. Ahora puedo hacerlo bien

- Sigue, queme gusta. - Susurró

Empecé a acariciarle toda la espalda. Lentamente de abajo a arriba, de arriba abajo, parándome en cada vértebra, en cada costilla, en cada musculo. Mis dedos recorrían su piel, que de vez en cuando le ponían de piel de gallina.

Sara se acomodó un poco más subiéndose más encima de mi sin llegar a ser pesada. Esto me permitió tener acceso a mas espalda.

Empecé a bajar por el lomo. Sara se retrajo de golpe.

- Me haces cosquillas – Dijo a la vez

- Shhh – Le repliqué para que no dijera nada y disfrutara.

El comedor estaba parcialmente a oscuras, solo iluminado por unas cuantas velas. En la misita del comedor hacia dos botellas vacías de vino y unos vasos también vacíos.

Empecé a bajar mas y me centré en la espalda baja. Empecé a hacer cosquillas lentamente ahí, muy suaves con todos los dedos. En ese momento Sara levanto el culo más de lo normal.

Le estaba justando. Pero empecé a subir otra vez por el lomo, más suave intentando no hacerle cosquillas. Ella se giró y me miró con una sonrisa en la boca.

Al girarse le vi las tetas y no pude evitar mirarlas. Ella se dio cuenta y apartó el brazo para que las viera bien. Volvió a sonreírme. Y mi polla que se había aflojado un pelín volvió a esta viva. dura, despierta con ganas de guerra. Intenté bajar la tensión pensado que me estaba poniendo perro con la desnudez de mi hermana. Pero pensar eso en vez de aflojarme el morbo lo incrementó.

Con la mano libre le aparté los pelos de la nuca e hice una especie de moño, dejando libre así su cuello. Empecé a acariciarla allí. En el cuello y detrás de este.

Sara cerró los ojos y empezó a morderse los labios.

- ¿Estará pensando en Julián?  Seguí acariciando el cuello y empecé a bajar. Esta vez ya no eran caricias con las puntas de los dedos, sino que la acariciaba suavemente con la palma de la mano. Bajé resbalando mi mano pos su espalda recorriendo toda la columna. Llegué al triangulo que hay justo en el centro de la unión de la espalda y las dos nalgas y me paré ahí.

Noté que Instintivamente levantó el culo. No mucho, pero lo noté. Miré a mi hermana y tenía los ojos abiertos, pero mirando al infinito, la boca entre abierta, los mofletes rojos y la respiración entre cortada.

Puse la yema del dedo corazón justo en el triángulo mágico trasero. Ella aguantó la respiración. Desplace lentamente la mano y acaricie la parte alta de la nalga.

Sara sonrió.

Terminé de posar la mano en la nalga. Apreté con ella suavemente y volví a subir hacia la espalda.

- Lo siento, no he podido evitarlo – Le dije al darme cuenta que le había tocado el culo a mi hermana.

- No pasa nada – Respondió con una sonrisa mientras se giraba.

Entonces le volví a ver una de las tetas Esta vez vi con total claridad uno de los pezones extra duros. Se había hecho pequeño y claramente estaba apretado. Respiré hondo conteniéndome. No sé a vosotros, pero me estaba muriendo por pellizcar ese pezón duro.

No sé si Sara lo intuyo al verme mirarle las tetas por enésima vez o porque le apeteció cambiar de postura. Se giró un poco y se apoyó mirando hacia arriba. Empecé a acariciarle otra vez el pelo. Desde la frente hasta la parte de atrás, todo lo que me dejaba el hueco.

Sara empezó a riese.

- Desde aquí te veo los agujeros de la nariz. – Y al reírse francamente las tetas le botaron, los ojos se le cerraron por la risa y yo la encontré la mujer más hermosa del mundo.

- Ya te vale, anda que… ahora ya no puedo estar relajado pensando que no dejas de mirarme los agujeros de la nariz.

- No seas tonto – Y sonrió. Volvió a girarse otros noventa grados esa vez mirando hacia mí. – ¿Así mejor?

- Si. Así sé que no tengo tus ojos en mi nariz.

Le aparté de nuevo todo el pelo de la cara. La otra mano la posé sobre su costado.  Un poco más debajo de lo que sería el hombro, pero encima de su brazo al fin y al cabo.

- Lo malo de esta postura es que no puedes hacerme cosquillas en la espalda. - Dijo

- Bueno es un poco incómodo y de difícil acceso – Me incliné hacia adelante y alargué el brazo. A duras penas podía tocarle la espalda y acariciarla en condiciones.

- Me estás dando con el mando de la tele en la cara. – Oí que me decía mi hermana entre risas.

Al mirar hacia abajo comprobé que al inclinarme par rascarle la espalda había estampado mi polla contra su boca y nariz.

- Lo siento. –

- No pasa nada. Y se inclinó un poco hacia atrás a la vez que miraba hacia arriba. Y allí estaba otra vez el pezón duro de la teta. Pero esta era la otra teta. Ya tenía el brazo alargado apoyado sobre su hombro, deslicé lentamente la mano por su cuello y poco a poco sin apartarla vista del pezón fui bajando hasta tocarle la teta.

Estaba blanda, era pequeña y mi mano abarcaba con ella perfectamente. Notaba el pezón en la palma de la mano. La palpé suavemente, sin ser grosero. Sin apretarla ni estimularla, simplemente la acaricié como si fuese otra parte de la espalda. Aguanté unos segundos y seguí bajando hacia la barriga.

Entonces ella se arrebujó un poco y me quitó la mano de la barriga. Se volvió a girar y quedó mirando hacia mí.

- La barriga no, que me da cosa,

- Como quieras – Y volví a poner la mano en el hombro. – Pero no se porque te pones así, tienes una barriga muy bonita.

- Hecha el freno adulador. Se cómo tengo la barriga y tras parir tu sobrina me dejó los músculos de la barriga rotos. Por suerte no tengo estrías, pero se me ha quedado un poco ploff la verdad. –Se agarró la barriga para enseñar la gordura. Una que para mí no había.

-Tú no estás gorda ni nada. Tienes un cuerpo muy bonito.

- Ya me he dado cuenta que te gusta mi cuerpo. Hoy sobretodo.

Me sonrojé y agaché la mirada.

- ¿Alguna parte en particular? – Me preguntó Sara

-Mmmm

- ¿El culo o las tetas? – Dijo con la mirada y sonrisa pícara.

Yo no contesté muerto de vergüenza.

Sara me cogió la mano con su mano y se la llevó al pecho.

- Es agradable sentir que alguien me toca como me has tocado tú. Hacía tiempo que nadie me tocaba.

- Hacia mucho tiempo que no tocaba a nadie.

Nos quedamos callados los dos mirándonos.

- Entonces empecé anotar que algo me masajeaba el paquete.

- Yo también hace mucho tiempo que no toco a nadie. – Dijo Sara a la vez que pasaba la mano arriba y abajo por encima de mi polla. Acariciándola por encima de los calzoncillos.

Luego empezó a acariciarme el vientre con los dedos. Subiendo hasta mi pecho, recorriéndolo lentamente. Bajando por las abdominales y parándose justo a la altura de la goma del calzoncillo. Topándose a propósito en el punto del capullo que sobresalía sin llegar a verse del calzoncillo.

Tres dedos se internaron entre la goma y mi piel, buscaron la piel de mi capullo y empezaron a rozarse. Tenía la polla a punto de estallar y cualquier roce por pequeño que fuese lo notaba mucho.

Entonces tiró del calzoncillo y mi polla apareció tiesa.

- Vaya. El mando de la tele… - Sara rio.

Yo asentí

Ella agarró el miembro y yo noté sus dedos rodeándome la polla. La agarró bien, como un joystick. Incluso puso el pulgar en la punta del capullo tapando el agujero.

Entonces me miró. La sonrisa que había tenido toda la velada desapareció. Los ojos se le entornaron. Su mirada alegre pasó a ser lasciva. Empezó a respirar muy rápido. A jadear con la boca a vierta y sin apartar la mirada de mí.

Dobló la polla hacia ella. Le quedó la punta en la entrada de la boca y sin apartar la mirada abrió la boca y se metió  el capullo en ella. Con el capullo dentro empezó a mover la lengua.

La polla empezó a palpitarme a crecer y a bombearse dentro de su boca. Entonces mi hermana se incorporó. Con movimientos felinos se acomodó de tal manera que podía bajar y subir la cabeza sin cansarse ni estar incomoda.

Escupió encima. Con la mano restregó la saliva por todo el miembro.  Volvió a escupir. Puso su mano en la base de mi pene, apretando, rodeándolo solamente con el índice y el pulgar y la cabeza bajó con la boca abierta.

La polla empezó a entrar dentro de la boca de mi hermana Sara. Bajó hasta la mitad de mi polla, Subió y volvió a habar hasta el final. Sus labios tocaros sus dedos y mi polla atravesó su garganta.

Sara gargajeó cual orco que acaban de atravesar con una espada. Sacó mi polla de su garganta respiró profundamente y me miró a los ojos.

La boca la tenía abierta de par en par, un hilillo de saliva que acababa de romperse le manchaba la cara. La cogí por la nuca y la atraje hacia mí. Intenté meter mi lengua en su boca, pero su lengua se metió hasta mi garganta.

Empezó a la moverla dentro de mí. Mi ex nunca me había besado así. Sara era muy pasional. Sin soltarse de mi boca se levantó y se sentó encima a horcajadas. Mi polla quedó aplastada hacia mi estómago.

Rodeé a mi hermana con los brazos y apreté su culo con fuerza. Sara me gimió en la cara. Empezó a frotarse con mi cuerpo. Sus manos me apretaron la cara mientras me besaba. Apenas me dejaba respirar. Su lengua me lamia los labios, me succionaba la lengua cuando yo la sacaba, a veces me lamia hasta la mejilla.

Y su pelvis se movía delante y hacia atrás sin parar.

Entonces soltándome la cara, cogió mi polla y levantándose un poco la apuntó hacia la entrada de su coño. Volvió a sentarse lentamente.

Mi polla notó su coño húmedo. Mojado y muy caliente. Se sentó sin apenas dificultad.

Suspiró aliviada en el memento que le inserté polla por completo.

Empezó a mover las caderas lentamente notando como mi polla le tocaba por dentro por zonas que hacía mucho tiempo que nadie le tocaba.

Se reclinó hacia atrás apoyando sus manos en mis rodillas y empezó a cabalgar. Yo la ayudaba sujetándola de culo.

Me chupé un pulgar y se lo llevé al clítoris. Duro y fácil de reconocer. Empecé a masajearlo con la misma velocidad que Sara se movía.

Solo veía sus tetas, su cara con los ojos cerrados y sentía un cosquilleo en la polla brutal.

Sara se hecho hacia delante de golpe apartando mi mano de su coño y apoyó su cabeza en mi cuello. Paró de golpe.

- Lo siento – Dijo entre jadeos. – Yo…. Es que… no podía más… lo siento.. – siguió diciendo entre respiraciones.

Entonces entendí que ella había llegado al clímax. Yo la abracé y olí su piel. Olía a gloria vendita.

Se levantó al cabo de unos momentos sacando de su vagina mi polla. Brillaba y reflejaba la luz de las velas principalmente por los jugos vaginales.

Despacio y cogiendo un cojín del sofá se sentó de rodillas frente mis piernas abiertas. No dudó en meterse mi polla en su boca.

Me encanta cuando hacen esto, que no le hacen asco a nada. Sus propios flujos de coño ahora estaban en su boca y eso a mí me ponía cachondo perdido.

Empezó a mamarme la polla ayudándose de la mano. Subían al unísono y bajaban juntas. Acrecentando así el placer y gustito.

Sacó la polla y se dio unos golpecitos en la mejilla a la vez que se reía y me miraba. Le dejé manchada la mejilla de saliva. Se introdujo de nuevo la polla. Esta vez solo el glande dentro de esta. La mano en cambio empezó a pajearme con fuerza. Cada vez más y más rápido.

El cosquilleo empezó en la punta. Bajando con rapidez y subiéndome por la barriga para recorrer mi cuerpo.

- Me voy a… - Llegué a decir.

Y le bañé la boca de mi semen acumulado de tiempo atrás. Sara siguió pajeándome sin sacarla de su boca y aguardó a que descarara todo. Estrujó el pene para sacarme hasta la última gota, igual que se estruja un polo flash.

Con la boca llena y los mofletes hinchados se sacó la polla, se sentó encima de mi cómo había hecho antes. En mi cara, frente a frente y mirándome a los ojos, tragó. Oí como tragó. Al tener la cara nariz con nariz.

Y me besó con lengua.

Noté el sabor de su saliva, noté el sabor de su chocho y noté el sabor de mi esencia.