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Noche dominado por universitarias en botas 3

en Dominación

Continuación del relato anterior, Noche dominado por universitarias en botas 2

Ana echó un último escupitajo en la copa que estaban preparando, ya suficientemente llena y de repente Diana dijo “Ya tenéis vuestra bebida, ahora habrá que elegir quien de los dos se la traga”

Mientras tanto, Luis se estaba desnudando, y a María, la cual era muy sádica y dominadora se le ocurrió una idea, habría que hacer un nuevo juego en el que saliera un definitivo ganador y perdedor, el ganador tendría el placer de comerse la copa con los escupitajos y babas que habían estado rellenando las chicas y el perdedor tendría que comerse la corrida de Luis que la recogerían en la otra copa.

Uff, a mí se me heló la sangre, Como se iban a atrever a hacernos comer el semen de Luis? Era terrible. Pero parece que todas estaban a favor de la propuesta de María, les había parecido muy divertida.

Diana propuso que Luis recibiera un bootjob, que le masturbaran con una de sus botas, ”la que Luis elija”, a Luis le encantó esa idea, al igual que me hubiera gustado a mí, me puse cachondo solo de imaginarlo.

Luis, que acababa de lamer las maravillosas botas de Diana, con un taconazo de 15 cm. fue en las primeras que pensó y le dijo que ella sería la afortunada para pisotearle la polla y masturbarle con sus botas con el fin de recoger su semen en la copa que quedaba vacía.

María me dijo que eligiera o encerrarme y no mirar o que podía mirar, pero en el caso de que me pusiera cachondo recibiría una patada en los huevos de cada una de las 4 amigas. Yo lo pensé, pero me apetecía muchísimo ojear como masturbaba Diana a mi compañero, lo iba a disfrutar muchísimo, y en lo que menos pensé es en que posiblemente después me llevaría una buena tunda.

Me desnudé y me pusieron de rodillas en un rincón del salón, desde luego tenía una vista privilegiada del bootjob que Diana comenzaba a hacerle a Luis, comenzó despacio, pasando la caña de su bota por su verga, luego jugaba con el tacón, posteriormente tumbó a Luis boca arriba y le pisoteaba con la plataforma de sus botas, el ritmo cada vez era mayor y yo tenía los ojos fuera de las órbitas, Luis lo estaba gozando y yo aunque no quería terminar empalmado, también. Para más inri, María, se colocó justo delante de mí y claro, su falda de cuero, medias de rejilla y los Jeffrey de pinchos no pasaron desapercibidos para mi verga, la cual terminó poniéndose muy dura. Fue Eva la que se giró y lo notó, “bueno, bueno, nuestro nuevo esclavo tiene el cipote durísimo, lo veis chicas?”

Ya se habló, si se ponía cachondo y tenía erección se la bajaríamos a patadas… “Claro, eso vamos a hacer” espetó María.

Mientras tanto Ana, había cogido la copa y Diana seguía masturbando con sus botas a Luis, que estaba a punto de correrse. De pronto, un chorro de semen inundó la copa que su novia le sujetaba en la polla, ella le masturbaba y Diana le reventaba los huevos con fuertes pisotones con sus botas, aprovechando a escurrir sus últimas gotas de semen. Yo estaba tan acelerado que casi tengo un orgasmo también, y mi mano instintivamente se fue a mi miembro y me comencé a masturbar.

Qué error! Gravísimo, María y Eva lo advirtieron y tras una gran reprimenda me dijeron que se multiplicaban el número de patadas en los huevos que iba a recibir, serían 2 de cada una de ellas. Eva agarró mis manos, se quitó su cinturón de eyelets y tras dar varias vueltas apretadas a mis manos atrás lo cerró, dejándolo muy apretado. Yo estaba atado, temblando por la que me esperaba, dudaba mucho que pudiera soportar las 8 patadas que me iban a caer de estas diosas.

 Diana le dijo a Luis que podía sentarse en el sofá y descansar, sobre la mesa quedaron las dos copas, una de ellas llena de gapos y mocos y la otra con su propio semen, eran los dos trofeos de la noche…

A mí me llevó María de rodillas y agarrado por las orejas hasta el centro del salón, todas reían y comenzaron a pensar quien iba a darme la primera patada. De repente Ana dijo, venga Álvaro, te dejamos elegir, quien quieres que sea la primera?.

Yo estuve dubitativo, tenía claro que Diana no, ya la había probado y era muy salvaje, María con sus botas de pinchos pensaba dejarla para el final, por lo que entre Eva y Ana decidí elegir a Eva, al menos tenía unas converse, quizá las botas que menos me iban a doler. Eva me dijo “ahora te vas a cagar perro, te piensas que por no tener unas buenas botas no te va a doler?” cogió carrera enfrente de mí, ví como levantó su pierna y con todas sus fuerzas estrelló su puntera en mis huevos. Caí dolorido, me había dado muy fuerte en el huevo izquierdo, QUÉ DOLOR! Tardé un poco en recuperarme y ya eran las 2:15 de la madrugada.

A continuación, le dejaron elegir quien sería la segunda en patearme a Luis, una pena, yo ya tenía todo decidido, pero Luis eligió a Diana, ya había probado sus patadas y solo verla frente a mí con esas botas me puse a temblar, le dije que fuera buena, a lo que me respondió que sí, que era buena futbolista pateando bolas. Tomó posición, se fue ligeramente hacia atrás y con su mirada fija en mis huevos se lanzó a por mí, PLAFFFF, la plataforma de sus botas se estrelló contra mis huevos que restallaron en todo el piso, fue una patada tan fuerte que todas pensaron que me los había roto, yo quedé caído en el suelo por un rato mientras oía sus risotadas de fondo.

“La siguiente voy a ser yo” dijo Ana, así María le reventará con sus Jeffrey Campbell. No podía ser, aún tenía que recibir 6 patadas, no creo que pueda aguantarlas pensaba yo, dolorido y humillado tendido en el suelo. “Venga esclavo, arriba” me decía Ana.

Por fin me levanté, al menos podía respirar y no me dolían tanto los huevos. Ana le dijo a Eva que me tapara los ojos con sus manos, así no me lo esperaría y ella lo hizo. Ana acercaba su bota a mis partes sin ejercer fuerza, volvía a acercarla, yo imaginaba que iba a caer la patada ya… pero no!, así estuvo un ratito, yo ya no podía estar más en tensión, relajé el cuerpo un poquito y PAM!! Sus impresionantes botas militares de plataforma se estrellaron en mi poya y la parte de arriba de los huevos, me dolió mucho, caí tendido en el suelo con dificultad para respirar. Tras un rato de risas de las chicas me fui recuperando, cuando acerté la vista tenía ya preparada enfrente de mí y con los brazos en jarras a María, muy sexy e imponente, ponía sus botas de lado enseñándome las tachuelas con las que no sabía si se atrevería a darme, pero atemorizaba a cualquiera.

Ven, me dijo María “quiero que beses y veas mis botas de cerca, fíjate en los pinchos con los que te voy a destrozar, toca, puedes tocarlos”. Yo tenía mucho miedo pero obedecí, besé sus botas, la verdad es que al tacto eran muy suaves, las giró y observé el tacón, lo toqué, eran tachas muy afiladas, en punta, yo pensaba que no se atrevería a darme con el tacón porque me rasgaría mis partes.

Expuso que me levantara, me pusiera bien recto y mirara su trasero. Obediente eso hice, la verdad que me daba un morbo impresionante María, que chica más sexy. “No te muevas” me dijo y se colocó con el tacón de su pierna derecha justo enfrente de mis partes… yo comencé a temblar, ahora sí que estaba seguro de que me daría un taconazo con los pinchos y destrozaría mis huevos.

María animada por todas las demás que la incitaban y decían que me diera con todas sus fuerzas cogió impulso hacia adelante y ZASSSS, el tacón y todos los pinchos que contenía se clavaron en mis huevos, AGGGG, agarré mis partes y ví como tenía sangre, había sido muy sádico este golpe, mientras todas reían, solo querían que les enseñara las marcas del taconazo. El golpe fue más leve que los anteriores pero los pinchos se clavaron en mi carne dejándome marcas de sangre.

“Bueno, aún faltan 4 patadas, una nueva ronda y yo soy la siguiente” dijo Eva, mi martirio no había terminado, eran las 3:00, mis dolores eran terribles y parece que aún faltaban bastantes golpes por venir.

Eva me puso contra la pared, advirtiéndome que no cerrara las piernas, no mirara y diciendo “te va a doler”, tras esto no me lo esperaba y desde atrás me pegó una fuerte patada muy bien encajada en los huevos con toda la punta de goma de sus converse que quedaron manchadas con gotas de sangre. Esta vez no caí al suelo pero me dijo que se la tenía que limpiar.

A continuación era el turno de Diana, ya había conocido su patada por detrás, fue fortísima, y esta vez tenía la misma intención, me dijo que me pusiera también cara a la pared. “Pobre de ti Álvaro, la otra vez no te la esperabas y fue muy fuerte, pero esta vez sí la vas a esperar, pero te voy a patear con toda mi fuerza”. Tenía miedo, de repente escuché sus tacones que se alejaron dos pasos para coger impulso y de nuevo los escuché acercarse otros dos pasos y PLASH!, la tremenda patada en los huevos que me acababa de caer, más fuerte que ninguna de las que había recibido, vinieron a mi garganta unas ganas de vomitar enormes, quedé malherido en el suelo a punto de perder la conciencia, mientras a Diana le daban la enhorabuena las chicas por su impresionante patada. Yo tardé mucho en recuperarme y reaccionar, quizá estuve un cuarto de hora o más retorciéndome en el suelo, tiempo que aprovecharon ellas para fumarse un cigarro y rellenar un poco más la copa de gapos que esperaba encima de la mesa.

Me levanté llorando, sangrando mucho, no podía más, se lo dije a las chicas, esto tenía que parar, sino quedaría esteril para siempre. Ellas se levantaron y no atendiendo a razones dijeron “venga, que solo quedan dos”. De nuevo se me caía el mundo encima, eran las 3:20 de la noche y amigos, la continuación de mi suplicio será en el próximo capítulo.