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Montura Salvaje 1

en Control Mental

Caminaba por tierras desconocidas, y heladas. Armada con dos espadas, y como única protección un abrigo. Me acompañaba una elfa como yo, ambas éramos compañeras de guerra. Decidimos ir de aventura, y nuestro barco naufragó en estas tierras. Nos sentíamos observadas.

–Deberíamos irnos de aquí, no me gusta este sitio–dijo mi amiga Naritta

–Supongo que querrás irte nadando hasta Hizunia. Si es que el frio no te mata antes

–Podríamos acampar y esperar a que venga alguien. 

–Ya, esperar aquí, en mitad de la nada para que se me congele el coño. 

–Con lo calentorra que eres te buscas un animal salvaje y se te pasa el frió–le propiné un golpe en el brazo y se rió

–Serás desgraciada

–No es mi culpa que seas una zorra–la empujé y la puse contra un árbol

Ella se sonrojó, y bajó la cabeza. Me acerque más a ella, hasta estar a unos pocos centímetros de ella. Nos besamos debajo de aquel árbol, ella me abrazó, y continuamos con el beso. 

–Creo que tengo mas calor, en cuanto encontremos un lugar para acampar podemos seguir... calentando. 

–Por mi lo hacemos aquí y ahora–dije y quise desnudarla pero me lo impidió. 

–Aquí no, ni siquiera tenemos un fuego. Primero encontramos una cueva, no quiero que se me congele el coño. ¿Te imaginas coño contra coño congelado?

–Creo que no me gustaría vivir eso

Para nuestra fortuna encontramos una cueva vacía, o temporalmente vacía. Yo fui a buscar madera y a cazar.  Me llevé a la cueva cualquier cosa que sirviera para quemar y calentarnos. Se podría decir que somos amantes, no tenemos nada serio en realidad. Ella se siente sola, yo me siento sola, nos damos compañía. Ella perdió a su esposo en la guerra. Su tristeza la llevó a irse y buscar otro lugar en el que asentarse, en el que huir. Nos encontramos de casualidad en un trabajo, en el que buscaban espadas profesionales. Resultó que era una trampa, para capturar y esclavizar a todo aquel que pasase por allí. Luchamos codo con codo, y conseguimos huir de la trampa. Una vez lejos, nos tomamos unas copas juntas y nos reímos de lo ocurrido. Ahora viajamos juntas, y decidimos explorar aquello que permanecía inexplorado. Además de eso, nos damos placer mutuamente. Cacé un par de conejos, y recogí un poco de nieve para calentarla y beberla. Al llegar, ella había montado una base improvisada, y levantado un par de hechizos. 

–¿Soy la única que se siente observada?–preguntó

–No, algo nos vigila. 

Le entregué un conejo, y yo me quedé con otro. Desollamos nuestros conejos, y los dejamos en el fuego para que se cocine. Ella se quitó el abrigo, la cota de malla que llevaba por encima, y se desnudó de cintura para arriba. 

–Seria buena idea desnudarnos y dejar nuestra ropa junto al fuego 

Eso hicimos, dejamos nuestras pertenencias a una distancia segura del fuego pero cerca. Nos colocamos piel contra piel, y nos comimos el conejo. 

–¿Cuál fue la última vez que lo hicimos con un hombre?–preguntó

–No se cuando lo hiciste por última vez con una polla, lo que sí tengo claro es que yo lo hice antes de salir con un marinero joven y apuesto. 

–No te lo tomes a mal pero me gustaría sentir una polla penetrando mi cuerpo, lentamente. Tomándome junto al fuego, en una casita en mitad del bosque. 

–Lo que quieres es un esposo

–No me hace falta un esposo, solo alguien a quien pueda abrazar todos los días. 

–Si alguna vez regresamos al continente, puedo pedirle a las hermafrodita que me hagan como una de ellas. 

–¿Harías eso por mí?–asentí

–Todo por hacerte feliz–nos dimos un beso y terminamos de comer

Se acostó boca abajo. 

–Hazme un masaje, por favor

Me senté en su culo, y empecé a darle ese masaje. 

–Dicen que la diosa de las hermafrodita a veces visita a sus devotas, y las bendice con el hermafroditismo. 

–¿Quieres que le rece a la diosa hermafrodita?–pregunté con una sonrisa

–Si, de verdad. 

Me hizo levantarme,  y me senté frente a ella. Me miró totalmente en serio. Pensaba que estaba de broma, pero no. Me lo estaba pidiendo en serio. Ambas empezamos a rezar. Me sabía las plegarias de memoria, pero no esperaba que funcionasen. Después de rezar nos dormimos. 

Cómo manta compartimos el abrigo. Al despertar sentí un bulto contra mi espalda. Levanté el abrigo y grité de la sorpresa. Las plegarias habían funcionado, pero no conmigo. Ella tenía una gran polla, digna de ser follada. Al despertarse ella también gritó al ver la gran verga erecta. 

–La diosa me ha pedido algo a cambio de este regalo–dijo–Bueno dos

–La primera es que necesitaré una esclava para descargar mi semen y la segunda es que quiere que nos adentramos en estas tierras. 

–Uno, no pienso ser tu puta y segundo ¿para que?

–No lo se, y tampoco pasa nada. Ya hacías lo mismo 

–Yo no esperaba que de verdad con rezar tuvieras una polla como quien pide comida a un camarero, es absurdo

–Por eso la tengo yo, yo recé de verdad. Ahora…

Agarró mi mano y la llevó a su miembro. Nunca habían sido tan lanzada, siempre era yo la que tenía que insinuarse y empezar el juego. Era la que llevaba la voz cantante, espero que sean cosas mías pero me ha extrañado su gesto. Su polla me excitaba, la veía y la quería tener en la boca. Sentirla dentro de mi. Sacudí la cabeza, y aparté mi mano. Ella me miraba como un perrito herido que necesita ayuda. Ella al fin y al cabo es mi mejor amiga, casi somos hermanas. La hice levantarse, y miré su miembro. La poca experiencia que tengo con este tipo de pollas, es que si me descuido puedo acabar emputecida y esclavizada por el poder de su semen. Espero que no me haga eso. El problema es que necesitará de alguien que la satisfaga en todo momento. Lamí su miembro, y ella gimió de forma exagerada. Lo metí entero en mi boca. 

–Eres perfecta para mi, Nye. No sé qué efectos secundarios podrías sufrir pero no te trataré mal

No sé trata de que me trate mal, se trata de que su polla no es normal, las pollas hermafroditas no son normales. Conforme más la tengo en mi boca, siento que pierdo el control sobre mi pues solo podía chuparla. No ayudó que ella acariciase mi cabeza con cariño. Cuando se corrió me tragué lo que pude. Y me quedé sentada ahí siendo consciente de lo que me había pasado, y de lo que su polla me había hecho. Me había gustado, no era la primera vez que lo hacía. Ese era el problema me había gustado, su polla me había tenido bajo su control durante toda la mamada. Mi entrepierna estaba mojada, me sentía excitada y necesitaba una buena polla dentro de mi. Me estaba haciendo adicta al sexo. Nos vestimos y decidimos continuar nuestro camino. Naritta era más cariñosa que de costumbre, andaba más cerca de mí y me miraba con deseo. Yo decidí alejarme de ella lo suficiente para que no me asaltara y quisiera follar.

Cuanto más me alejaba más deseo sentía, mi coño estaba deseandola. Y no era normal, siempre me había gustado el sexo y cuando estaba cachonda lo estaba. Pero su polla es extraña. Llegará un momento en el que sea zorra, su esclava como como se le diga. La desearé de tal forma que querré tener su polla empalándome  a todas horas, en público en privado, y eso es sólo el principio, mi voluntad será la suya. Naritta corrió hacia mi, y me obligó a mirarla. 

–¿Que pasa?–me solté y seguí andando

Me volvió a agarrar, y esta vez no me soltó. 

–¿Qué pasa?–volvió a preguntar

–A mi gusta hacer una mamadita, o comer un coño, no me dan vergüenza esos juegos precoito. He hecho mamadas, y recibido comidas de coño. Me encanta el sexo, el sexo duro, y el sexo contigo–sonreí al decir eso–Me encanta ser follada por una polla bien dotada. Me encanta ser penetrada por el culo, por mi coño. Me gusta cuando me cabalgan y yo solo puedo gemir. Me encanta tanto el sexo como luchar, pero me gusta hacerlo en libertad y sin poderes mentales. Tú polla, Naritta, no es normal. Cuando te hice esa mamada, mi cabeza era incapaz de dejar de hacerte esa mamada. Ese es el problema, yo quisiera que estrenes esa polla conmigo pero no quiero ser una zorra sin voluntad. 

–Me gusta cuando eres clara conmigo, y no te muerdes la lengua. ¿Entonces te gustaría follar si no fuera por mis poderes mentales? 

–Por supuesto, ya hacíamos el amor hasta ayer. Eso no quiero que cambie por una polla. 

–Podríamos hacer esto, la próxima vez que descansemos. Tenemos sexo, y si ves que te ves dominada, paramos. En seco. 

–Gracias por entenderme, y...ya veremos lo que hacemos. 

Una vez que las cosas quedaron claras, dejé de ser hostil con ella. Caminamos de la mano un buen rato. 

–¿Dices que te gusta el sexo duro? ¿Cuántas veces te han montado?

–Muchas, una de ellas explica porque me he dado cuenta de tus recientes habilidades. Era un imperial, con un pollón, pero pollón. No exagero, ligamos y mis ojos se abrieron como platos al ver su pollón. Cada vez que teníamos sexo me dejaba agotada, pero él tenía aguante, y seguíamos cuando yo me sentía de nuevo preparada. 

–Eso explica los andares que llevabas, te había dejado el culo roto. 

–La cuestión, sentía como si hurgasen en mi cabeza. Aceptaba situaciones cada vez más denigrantes, y humillantes. Hasta que uno de esos días, él me estaba follando el culo y me propuso ser su esclava. Quería aceptar su propuesta, quería ser dominada, pero una vocecilla me dijo que no. Él dijo que ya aceptaría otro día. Me di cuenta de que estaba usando poderes mentales conmigo, si aquel día hubiera usado mejor sus poderes. Ahora mismo sería una putita imperial.

–¿Eso fue cuando antes o después de encontrarnos?

–Ya estábamos juntas, fue en el trabajo del asesino en serie. Hubo otro, en el trabajo del herrero. Ese humano no tenía un pollón tan grande, pero a su favor decir que sabía usarla mejor. Mientras estuvimos en la ciudad, cada día me lo follaba. Uff, solo de recordarlo me pone. A ti te hubiera gustado conocerlo, te habría hecho olvidar tus penas. 

–Te tengo a ti para eso–nos besamos

–Naritta, no sé si es seguro seguir adentrándose en estas tierras. Dicen que hay seres devorahombres por estas tierras. 

–Es lo que la diosa me ha dicho, por este pollón. 

Caminamos durante muchas horas hasta que perdimos de vista la costa. Seguía sintiéndome observada, alguien nos estaba siguiendo, y esa enervante sensación no se calmaba. Seguía en mi espalda, molestando. Llevé a mi mano la espada por si acaso. Seguimos así hasta que la situación me sacó de quicio. 

–Si hay alguien que nos esté siguiendo, que salga y se enfrente a nosotras. 

Una flecha rozó mi mejilla y fue directa hacia un árbol. Una arquera peliblanca salió de su escondite y nos apuntó. 

–Somos dos contra ti, has perdido–dije

–Ese disparo te aseguro que no lo he fallado, pero esta vez las flechas irán a vuestras cabezas. Dejad las espadas a mi lado y retroceded. 

Nos miramos y asentimos las dos. No teníamos más opciones, así que seguimos sus órdenes. 

–Me envía una amiga en común, una con una gran polla

–¿Te envía la diosa?–preguntó Naritta

Se desnudó de cintura para abajo y pudimos ver una polla y un coño también. Se volvió a vestir, y bajó el arco pero se quedó con las armas. 

–No esperábamos encontrar una hermafrodita

–Soy el enlace con mi tribu, la diosa me dijo que dos orejas picudas vendrían aquí. 

–¿Por qué la diosa? 

–Lo veréis

Se adelantó a nosotras y la seguimos. Nos llevó por un camino que dió a una cueva, y siguió caminando por la cueva. Conforme más nos adentramos íbamos encontrando más personas como ella. La cosa se tornaba rara cuando vimos a dos hombres que parecían estar...embarazados, mostraban todos los signos del embarazo. En total había pocos hombres, lo que más veíamos eran mujeres. Alguna también embarazada. La chica debió notar como me sentía. 

–La diosa dio el don del hermafrodismo a algunos de los nuestros. Nos expulsaron y nos vimos obligados a juntarnos. 

–¿Todos los que están aquí son…?

–La mitad más o menos son hermafroditas, la otra mitad solo quiere un hogar y se lo hemos dado.  Las hermafroditas se casan con mujeres no hermafroditas. Somos gente pacífica dentro de lo que cabe, salimos a cazar cuando lo necesitamos y matamos si nos vemos obligados.  

Vi a una pareja de chicas, iban de la mano. Una de ellas tenía un visible embarazo. Una de ellas debía ser hermafrodita. Yo no era hermafrodita, y Naritta recién había sido convertida en una de ellas. Me olía a dónde podía acabar aquello, pero me callé mis sospechas. 

–Cuando le estabas contando una historia a tu novia, dijiste que aceptabas tratos humillantes. ¿Qué tratos son esos? 

–Me trataba como a una esclava en todos los aspectos, era follada frente a otros. Le hacía mamadas cuando este se reunía con otros, y en resumen, tenía sexo cuando él quería. 

–¿Te gustaba?

–Yo amo la libertad que me da elegir con quién ser montada o a quien chuparla

–Las yeguas son necesarias para las hermafroditas. Ella necesitará su montura para descargar semen, si no tenéis sexo tendrá consecuencias para la salud. Te recomiendo que no dejes que el miedo te frene. 

Me estaba hablando de lo que la diosa le había exigido, yo sé que las hermafroditas necesitan esclavas pero no quiero ser esclava. La chica nos llevó a una habitación vacía. 

–Viviréis aquí de momento, si queréis cazar os tendréis que unir al grupo de caza. 

La habitación a decir verdad era más de lo que me esperaba, se habían instalado muy bien bajo tierra. Nada más cerrar la puerta, Naritta me besó y me sujetó con fuerza. Intenté soltarme pero ella era más fuerte. Forcejeé con ella mientras me besaba, se comportaba de forma muy rara desde que esta mañana amaneció con pene. Metí mi mano, y acaricié sus pelotas, entonces le pegué en la zona. Se retiró adolorida, me dolió más a mi hacerlo, pero ella nunca ha sido tan bruta. 

–¿Qué te pasa Naritta? Tú eres más delicada

–Y-yo lo siento, es que necesito tener sexo. No puedo aguantarme, las ganas son insoportables. Perdóname

–Disculpas aceptadas, tu sabes que yo te quiero–me quité el abrigo–Te abrazo y te doy cariño cuando estás triste. Recuerdas cuando nos acostamos por primera vez, tú me besabas como besabas a tu pareja–la empujé y la tiré hasta lo que debía ser la cama–Dijiste su nombre–tiré la cota de malla por ahí, las espadas–en vez del mío. ¿Me quieres o me deseas?

–¿Es distinto?–me desnudé de cintura para arriba, y la señalé a ella

Ella también se quitó todo lo que yo me quité. Una vez lo hizo la volví a empujar a la cama. Ambas teníamos unos grandes pechos, en nuestro pueblo tener grandes pechos y estar fornida es buena señal. Mi madre, y la madre de mi padre tenían grandes pechos, al igual que mis hermanas, ambas son gemelas. Viene de familia. 

–Soy tu consuelo, o quizás algo más–me arrodillé frente a ella

–No eres él, pero ambos sois buenos en la cama. 

–Voy a hacer un experimento, te va a gustar y a la vez no. Voy a hacerte una mamada, y quiero que me pares antes de que vayas a correrte. Es vital que lo hagas, quiero ver el poder que te ha otorgado la diosa. Tranquila no me tomaré tu semen, pero quedarás satisfecha. 

Cuando hice contacto con su segundo miembro, todo cambió. Tenía un sabor diferente al de los hombres, era un sabor adictivo y sabroso, podría comerme este miembro durante toda la noche. Mis preocupaciones desaparecen, y mi único deseo es que se corra. Ojalá no me haga caso, y me deje hacerle una mamadita. Durante un momento pareció que no lo iba a hacer. Sacudió su cabeza e intentó apartarme pero yo no quería. Agarró mi cabeza y me apartó a la fuerza de su miembro. 

–Esta mañana quise apartar mi cabeza, pero esta vez solo quería chuparla  y que te corrieras. Tú poder va en aumento por cada vez que te la chupo. Lo peor es que mis reticencias a mamarla son menos, tu polla cambia mi mente. Gracias por detenerme. 

–Somos...una... pareja, recuerda que te amo por haberme sacado de la tristeza. 

–Vamos a probar qué alcance tienen tus poderes, acuéstate. Te pediré lo mismo, no quiero quedarme embarazada de ti, no de momento. 

Me desnudé por completo. La verdad es que la polla de Naritta es genial, y muy follable. Una lastima de que la diosa le haya dado un poder desmesurado, quizás sea eso lo que quiere. Ver cómo me convierto en una zorra sin voluntad adicta al sexo. Sufrir ese destino es nefasto, lo he visto una vez y no quiero lo mismo para mí. Me masturbé para excitarme, y una vez estaba húmeda me monté encima de su polla con un gemido. Empecé a cabalgarla, tenía a ella con sus manos en mi cintura. 

–Me en..cantaría ser...madre, yo...ah nunca lo he sido, pero…

–¿Cual es el problema?–dejé de cabalgarla, tenía toda su polla dentro de mi

–Ser madre no es una tontería, ¿que haremos? ¿como la cuidaremos? No quiero ponerme gorda, y no poder moverme–respondí

–Miralo por el lado bueno, no tendrías la menstruación lo que te dure el embarazo

–¿Eso es bueno?–me reímos

–Mirate, Nye. Has dejado de cabalgarme, como si nada. Solo afecta si lames mi miembro. 

Me di cuenta de que así era, había dejado de follar como si nada. Suspiré aliviada, seguiremos teniendo sexo con normalidad. Aunque tendremos otra preocupación, dejarme preñada. Yo no tengo magia ni para prevenir un embarazo, y ella tampoco. Si me deja embarazada, no podré evitarlo. Eché un gemido al sacar su polla dentro de mi, y me coloqué a cuatro patas a su lado. No necesitó que le dijera nada. Su polla entró con facilidad en mi culo. Al principio me penetraba lentamente pero fue cogiendo velocidad y confianza. Me agarró el pelo y es cuando pareció quedarse en trance. Me daba caña, mis pechos botaban al compás con sus embestidas, sentía su polla salir y entrar. No me daba tregua. No conocía esta faceta suya. 

–Eh, di algo–dije entre gemidos

La única parte que se movía del cuerpo, era la cadera. Si me hubieran puesto un collar al cuello, nadie diría que soy una maestra con la espada. Ni siquiera yo me reconozco, casi siempre tengo sexo anal pero con Naritta soy la que más domina de las dos. No sé detuvo ni penetró más lento hasta que sentí como se corría dentro de mi.  Entonces sacó su polla. 

–No parecías estar aquí–sonreí, me había dado bien

–Solo deseaba tener un buen orgasmo, pero no me parece suficiente. 

Se sentó enfrente de mi cabeza, con su polla erecta tapando mi vista. Me levanté y le di un par de lamidas. 

–No quieres hacerme una mamada, no quieres sexo vaginal. Pero no puedes negar las dos a la vez. O eres madre, o mi esclava.