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Mi hermana y la paja (relato 16) - Precuela 3

en Amor filial

Muchas años después de lo contado en las precuelas anteriores.

……

- Pero ¿Cómo? ¿Cuándo? pero... lo llegaste a hacer... pero … no no no… empieza desde el principio.   – Le metí prisa a mi hermana Pilar par que contara lo ocurrido.

Pilar con una sonrisa en la boca, orgullosa de lo ocurrido se disponía a contarlo con pelos y señales. Conociéndola sabía que no iba a cortarte ni a ocultar detalles por sórdidos y escabrosos que fuera.

Bebió un sorbo de su café con hielo. Antes de empezar a hablar.

- ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?

- Pues, no se. Hace ya – empecé a contar con os dedos – Hace dos miércoles, si si. El miércoles pasado no, el otro.

- Pues el fin de semana de ese miércoles fue que pasó. –

- Ya joder no te hagas la instigada coño. Que parece que te gusta ahí que te presionemos para sacarte datos. Cuuueeentamelo todo. – Le insistí

- Ese viernes al padre le tocaba turno de noche, el mayor se había ido de fiesta con sus amiguitos (haciendo clara referencia a sus amigos gays) y el menor se quedó en casa jugando a la consola.

- Sigue sigue – Le insistí y metí prisa.

- Como ya te he contado mil veces, Pedro y yo últimamente pues no nos tocamos mucho la verdad. Si lo hacemos es cosa monótona y rutinaria. Y a mí pues como que me pica ya el chocho de tanto déjalo de lado. Pues ese día estaba yo que tenía muchas ganas. Pero no estaba Pedro. Y así que decidí que ese era el día que daría el paso.

Pilar y yo llevábamos hablando años sobre las familias incestuosas. Y siempre habíamos hablado de que cada una de nosotros intentaría montar una de esas familias tabú. Siempre que los miembros de la familia se prestaran a la ocasión y que siempre fuera consentido.

Pero a pilar se le torcieron un poco los planes. Se ve que su marido Pedro era un poco chapado a la antigua. Así que ella decidió que cuando sus dos hijos fueran ya mayorcitos lo intentaría con ellos.

Yo aprendo de su sabiduría ya que sus hijos son mayores que los míos. Se llevan algunos años de diferencia y ello me da ventaja a la hora de llevar a cabo mi familia incestuosa.

Pilar durante todo este tiempo me ha ido contando cosas que ha ido haciendo. Como hablar mucho de sexo entre sus hijos para que fuese natural. La desnudez en casa. Darles mucho amor y compresión.

Lo que ella no contaba es que su hijo mayor fuese gay.

Hacía tiempo que ya lo había descartado de sus planes y se había centrado en su hijo. Empezó a ser mucho más cariñoso con él, empezó a hacer normal en contacto físico, abrazos besos de madre…

Usaba constantemente frases con doble sentido, lo provocaba intencionalmente con situaciones un pelín embarazosas y claramente con connotaciones sexuales cuando se quedaban a solas. Para tantear el terreno.

Según Pilar se le veía muy receptivo.

Pero siempre se había quedado en eso. Nunca había dado el paso. Se moría de ganas. Ella creía que su hijo estaba por la labor, pero no lo tenía claro del todo. Las dos somos conscientes de que es algo peliagudo para aquellos que no han vivido una relación incestuosa como la hemos vivido Pilar, mis hermanos y yo.

- Pues resulta que esperé. Tenía un plan ya en la cabeza, aunque luego improvisé un poco. Conozco a mi hijo y sé que de cosmética sabe poco o nada. Así que esperé a que se estuviese tocando en su habitación para…

- ¿Tocando? Y tu como sabes que se está tocando.

- Coño, porque soy su madre, se cuándo hasta se ha cambiado de calzoncillos o no. Y a esa edad si cierran la puerta de su cuarto. Paja que cae. Ya verás tu a los tuyos cuando crezcan un poco más. Pues a lo que iba, era poco antes de cenar. El niño ya estaba en su cuarto con la puerta cerrada. En esto que me preparo y me visto para la ocasión.

-¿Lencería? – Pregunté

- ¡Que va!, camiseta ancha y braguitas de andar por casa.  En esto que llamo a su puerta, espero unos segundos y entro. Lo veo nervioso en el ordenador. Vamos que se estaba tocando y supuestamente casi le pillo. Le ordeno que me acompañe que necesito su ayuda para hacer una cosa. Me hace esperar fuera y me hace cerrar la puerta.

- ¿En serio?

- Supongo que sería para que se le bajara la inflamación. Pues al cabo de un par de minutos sale refunfuñando. Entramos en el baño y le digo que necesito su ayuda y le cuento un rollo de unas cremas que no sé cómo se lo tragó.

- ¿Que cuento ni que cremas?

- Pues le digo que desde hace un tiempo que tengo un problema en la piel, que se me ha vuelto algo más sensible y necesito aplicarme crema por todo el cuerpo. Pero que en la espalda, no me llego  y que siempre es su padre quien me extiende la crema por la espalda. Le digo que es una crema especial para ayudarme con el tema este. Y le pido si puede ayudarme

Le pongo cara de, me estas tomando el pelo.

- Pues va el niño y se lo creé. Le digo que la crema “especial” hay que aplicarla varias veces, de dos a tres capas, según se vaya absorbiendo. Así que le doy el bote de crema “especial” para que me la unte en la espalda.

- ¿Crema especial? – Pregunto intrigada

- Un bote de crema de Nívea de esos que valen cuatro duros. Le digo que como tengo la piel sensible y la crema es pastosa pues que tiene que hacerlo suavemente y despacito. Con tacto. A todo esto, después de darle el bote me quito la camiseta y me quedo con las tetorras al aire.

- No es verdad. – Le dije. Mientras ella se reía.

- No veas la cara que puso. Rojo como un tomate, nervioso perdido. Como estaba detrás de mi ya preparado para ponerme la crema no hacía más que mirar al espejo de reojo para mirarme. Es que no lo podía evitar. Pues va y me empieza a poner crema en la espalda. Empieza por los hombros todo nervioso.

 - Sigue – Le interrumpí

- Va y le digo: No, tienes que ir más despacio. Tengo la piel muy sensible y a la mínima lo noto. Suave. Como si me acariciaras. Sé que es difícil por el tipo de crema y eso. Pero inténtalo.

- ¿Y qué hizo?

- Pues justamente esto. Ir despacio, acariciándome y extendiéndome la crema por toda la espalda. Se tomó su tiempo, pero lo hizo.

- ¿Y luego? ¿Ya está?

- ¡Que va! – Le digo que me duele un poco la espalda. Que me voy a sentar en el wc y que voy a ponerme en las piernas. En esto que se quiere ir avergonzado y le digo que no. Que tardo poco y que luego tiene que volver a ponerme en la espalda.

- ¿Se quedó allí?

- Ahí plantado. Delante de mí, nervioso o excitado o yo que sé. Yo solo sé que en el pantalón se le marcaba un poco. Me empiezo a poner la crema en las piernas. Y para provocar me voy agachando sensualmente para que las tetas se me caigan un poco. Como cuando llevas escote y te agachas. En esto que levanto la vista  y Boom! Lo veo a él mirándome. Al momento desvía la mirada y yo sigo como si nada. Lo hice unas pocas veces.

- ¿Y cuándo empieza lo bueno? – Le pregunté.

- ¡Calla! En esto que me levanto y le pido que aguante el bote de crema, cojo un poco de esta y me empiezo a untar las tetas. Claro tengo que untarme todo el cuerpo.

- Porque haces sufrir tanto al crio…

- Es muy inocente. En esto que le digo que por favor me baje las bragas.

- ¡Venga ya! Imposible. – Dije incrédula.

- Que sí. Le digo. Que esta crema mancha mucho la ropa. Y que luego es casi imposible de quitar. Que como tengo las manos manchadas de crema pues que si puede el bajármelas. Y va y me dice que no, que el tiene las manos también manchadas de la crema de antes y que no puede.

- Que inocente. – Le digo

- Pues en esto que le digo que se lave las manos. Se las lava y se quita la camiseta para no mancharla, Por si acaso. Luego me baja las bragas, las chuto y las tiro al otro lado del baño. Empiezo a untarme crema en las nalgas y por el interior del muslo, como el que no quiere la cosa. Y el niño mirándome tooooodo colorao.

- Pobrecillo.

- En esto que me empiezo a mover y casi le doy con mi cuerpo. Le digo que como ahora tiene las manos limpias que es mejor que se quite los pantalones porque como la crema toque la ropa ya no se va.

- No puede ser verdad -repetí en mi incredulidad.

- ¡¡¡Y el tío más rojo que un tomate va y se los quita!!! Y me giro y le veo la chorra. Joder con el crio, que la tiene más grande, bastante más grande que el padre. – Y Pilar hace un gesto con el brazo simulando con el antebrazo la polla de su hijo. –Y la tenía dura y levantada. Yo por supuesto me hice la disimulada y seguimos con la cremita en la espalda.

- No te puedo creer con todo esto. – Es como muy irreal todo

- Pues es lo que se me ocurrió. Y funcionó. Verás. Aproveché que él estaba concentrado en la espalda, hasta arriba de hormonas y con el palo duro, para empezar a hacer gestos de molestia de la espalda. Como si la tuviese algo cargada. Que si estirando el brazo parriba, que si apoyando la mano en el lumbago, en esto que me inclino hacia adelante un poco y mi pierna toca tu miembro erecto.

- ¿Miembro erecto? ¿Desde cuando hablas así?

- Joder para no estar diciendo “La polla dura” o el “cipote levantao”. Le pido perdón y él no le da importancia. Lo hago un par de veces más y sin querer le vuelvo a tocar. En esto que esta vez él no se aparta y su “polla dura” se clava en mi pierna. Yo le pido perdón como si le hubiese tocar el brazo o el codo. En esto que le digo que me voy a sentar un poco que tengo la espalda cargada. Me ofrece la mano y me ayuda a sentarme otra vez en el váter. 

- ¿Y? pregunté impaciente.

- Le dije que se quedara que aún tenía que ponerme crema en las piernas. Y que estando el allí por lo menos me alegraría un poco la vista.

- ¿En serio le soltaste esto a tu hijo?

- Si.

- ¿Y que el que dijo?

- Pues que a que vistas se refería.

- ¿No lo entendió?

- NOO!!! En fin. Le dije: Pues hijo, pues a eso que tienes ahí. Que, aunque sea tu madre una así de grande no se ve todos los días.

- ¿Y el que dijo?

- Gracias. Solo dijo Gracias. En serio estaba muerto de vergüenza. Pero ehh. La polla seguía ahí apuntándome, levantada. Así que dejé la crema en el suelo, y le dije: Espera ven cariño, ahora falta la última crema.

- ¿Que crema? – Pregunté intrigada.

- En esto que le cojo la mano a mi hijo, lo arrimo hacia mí. Él, un muñeco, dejándose hacer, me miraba incrédulo. Al estar yo sentada y el de pie tenía la polla casi a un palmo de mi cara. Y le digo: Esta es la crema que suele ponerme tu padre al terminar de ponerme la otra crema. Es la mejor de todas y es la que me cura de verdad.

- VEENNGA YAA!

- Te lo juro, le dije eso.

- No te creo

- ¡¡¡Que sí!!! Y le cogí la polla. Él se quedó quieto. Empecé acariciarle los huevos y le dije: la crema está aquí. Pero al no estar tu padre necesito que alguien me de este tipo de crema. ¿Me la vas a dar tú?

Negué con la cabeza incrédula a sus palabras.

- Mi hijo tardó en reaccionar y al final sin decir palabra afirmó con la cabeza. Yo par eso ya estaba que no podía más. En serio. Necesitaba algo así. En eso que me agacho un poco, levanto la punta con la mano y  le doy un beso en el capullo. Lo miro. El me mira y me da permiso con la mirada. Y me metí su polla en la boca.

- Le comiste la polla.

- Le comí la polla. Una mamada de la ostia. Le comí la polla, se la lamí entera, le lamí los huevos. Ayudaba con la mano, se la chupé sin manos, solo con la cabeza. Y luego se corrió en mis tetas.

- Impresiónate.

- Impresionante no. Que esto fue el principio. Hable con él al día siguiente y aceptó de buen gusto ciertas normas. Solo cuando estuviésemos solos, cuando su padre trabajara solo de noche, solo si yo le daba permiso…. Bueno muchas otras normas. Pues como el padre trabajaba varios días de noche ya que los turnos que tiene son rotativos. Al día siguiente fue a buscarlo a su habitación.

- ¿Y el hermano?

 -El hermano los fines de semana se los pasa fuera siempre.

- ¿Y que pasó?

- Pues que estuvimos follando toda la noche. Hacía años que no follaba tanto de sopetón. Tiene el ímpetu de un potro salvaje. Unas embestidas. Un pollon de caballo. Un aguante de un semental. Y un chorrazo de la leche que puedes hacer gotelé a media casa. Y desde entonces. Siempre que hemos tenido ocasión. Hemos follado como amantes.

- Increíble. Con que facilidad. ¿Y cómo te sientes tú al hacerlo con tu hijo??

- Increíble. Es el culmen del amor. Es mi hijo y lo amo. Igual que al mayor. Esto es una muestra de amor entre nosotros dos. Si puedes experimentarlo tú, sabrás lo que es. A ti te falta aún un poco a que crezcan los niños. Tienes parejita así que podrás ir cambiando si los dos quieren. Chico y chica. Pero tendrás que currártelo mucho como llevo haciendo años yo. Aun estás a tiempo a lograrlo. Si quieres. ¿Quieres?

- Si, sí que quiero. Pero… no sé si voy a poder. Tu y yo venimos de una experiencia de años, una vivencia única. Nuestros hermanos y nosotros hemos tenido esa conexión especial. Tú has tenido esa conexión especial con tu hijo. ¿Cómo sabré yo que la tengo con los míos?

- Eso tendrás que averiguarlo tú. Yo te puedo ir ayudando y dando consejos de cómo lo he ido haciendo yo. Y prueba a aplicarlos tú. Tú tienes la suerte de que no tienes a ningún Pedro coartándote y limitándote el tiempo como lo tengo yo con lo que puedes tener más margen.

- Ya eso sí. Me vas a tener que ayudar bastante como ya hiciste hace tiempo.

- ¿Y no te funcionó? ¿No te devolví la autoestima? Mírate ahora que rezumas coquetería y sensualidad por todos lados.

- Si funcionó sí.

- A lo que me lleva a la siguiente pregunta.

- Dime.

- Tu que estás sola, ¿Cuánto tiempo hace que no mojas wapa?

- Ufff, demasiado tiempo. Creo que estoy regenerando el himen.

- Bueno, si quieres, puedo ayudarte con esto también

- ¿No tienes a nadie en casa no?

- No, y no volverán hasta dentro de mucho. – Entonces Pilar, mi hermana se levantó de la silla, se acercó a mí, me cogió por la nuca y me metió la lengua hasta la garganta. – Vamos a la cama y te enseñaré que posturas me hizo poner mi hijo.