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Descubrí a la Zorra de mi Madre. 3ª parte

en Amor filial

Después de almorzar decidimos pasar la tarde en casa, no iríamos a ver a ningún familiar. Yo me encontraba demasiado turbada para ver a mi madre o alguna de mis hermanas, él parecía querer descansar, ni siquiera quedó en ver a sus amigos aquí en nuestra ciudad…. Cuando pusimos la película, cada uno se echó en uno de los sofás, mis ojos rápidamente buscaron el abultado paquete de mi hijo. Se había puesto un bóxer y una camiseta, ambas amplias para estar a gusto. Yo intentaba seguir el hilo de la película, pero a los pocos minutos Juan metió la mano bajo bóxer y dobló una de las piernas, haciendo que por la parte baja de la prenda pudiera ver su polla. Mi sexo volvió a vibrar por el deseo de tenerlo dentro. “¡Tengo que ser fuerte, eso no puede ser!” Me repetía, pero mis ojos iban del televisor a mi hijo sin parar. Sabía que él lo estaba haciendo a propósito, quería provocarme y lo estaba consiguiendo, pero tenía que ser lo suficientemente madura. Tras la cena, cada uno nos fuimos a nuestra habitación, pasaban las horas y No podía dormir, era tal la calentura que tenía…más de una vez me levanté de la cama hasta llegar a la puerta de mi habitación, me lo pensaba y volvía a acostarme.

Serían las dos de la mañana cuando metí mis dedos en mi coño y con mis caricias y un pequeño orgasmo, quedé dormida. Por la mañana desayunamos. Juan iba a ir a visitar a unos amigos y yo decidí ir a ver a mi hermana Liberia para hablar con ella de lo que me pasaba con mi hijo. Por la tarde tenía que llevar a mi hijo a la estación de tren para un viaje de fin de curso. Durante todo el tiempo que estuve con mi hermana, no tuve valor para confesarle lo que había pasado con Juan y menos contarle que estaba loca porque él me tomara como mujer. Estuvimos en muchos lugares, pero no conseguir reunir el valor suficiente. Cuando volví, encontré a mi hijo preparado, con las maletas y esperándome para que lo llevara a la estación. Llegamos a la estación y antes de subir nos despedimos.

- ¡Qué pena que anoche no pasara nada! Me dijo susurrando a mi oído cuando se acercó para darme un beso en la mejilla.

- ¡Idiota, soy tu madre! Pasó lo tenía que pasar…Le dije sintiéndome más arrepentida y excitada que ofendida por lo que había dicho mi hijo. ¡Mándame un WhatsApp cuando llegues!

- No te preocupes… se pegó tanto a mí que pude sentir su polla contra mi costado. - ¡Lástima que ya no se vuelva a repetir lo de este fin de semana!

Subió al tren y lo vi marchar. Durante un tiempo no podría ver a mi hijo, pero por lo menos tampoco tendría la tentación de su polla siempre dispuesta para mí. Caminé hacia el coche y cuando arranqué, sonó el teléfono con un mensaje de WhatsApp entrante. Lo abrí y era de mi hijo…

- Anoche no pudo ser, pero te dejo un recuerdo para que te lo pienses hasta que vuelva de nuevo a casa.

Al haberlo leído, mi hijo sabía que estaba mirando el móvil en ese momento. Entonces entró otro mensaje, esta vez una fotografía. Cuando la abrí quedé petrificada, era un primer plano de mi cara, dormida en la noche anterior, sobre mis labios estaba apoyado el glande de la polla de mi hijo. Entonces entró otro mensaje, esta vez era un vídeo. Asustada pero sobre todo excitada le di a reproducir. En la imagen aparecía yo, acostada en mi cama mientras él, con la polla en una mano, la llevaba a mi boca mientras hablaba. “Mamá, esta será la última vez que te la ofrezco. Aunque estás dormida sé que la deseas, pero la rechazaste esta noche y si algún día la quieres volver a tener, no lo tendrás fácil. He grabado esto para que puedas masturbarte con el recuerdo de lo que pudiste tener sólo para ti.” Joder, mi coño se mojó por completo. Ante aquel vídeo, cualquier madre se hubiera enfurecido por el atrevimiento de su hijo al pasar su polla por la boca, más cuando estaba dormida, pero en lugar de eso, me sentí tan excitada que deseaba llegar a casa y masturbarme mientras veía cómo mi hijo pasaba su polla por mi boca. Aquel vídeo me sirvió para masturbarme varias noches pensando en mi hijo, viendo cómo restregaba la verga, y deseando haberla comido aquella noche. Una tarde me visitó mi hermana Liberia. Mi calentura iba en aumento y deseaba que mi hijo volviera del viaje. Hablé con ella….

- Liberia, desde hace unos días a hoy tengo una calentura que lo único que pienso es en tener sexo.

- ¿Y qué te lo impide? ¿Tu marido no funciona o qué?

- Bueno mi marido ya no funciona muy bien… el trabajo lo tiene estresado…, sabes que nunca me ha gustado eso de follar con cualquiera y la verdad es que en mi círculo de amistades no hay gran cosa para elegir.

- ¿Y en tu trabajo?

- Tampoco, además por lo que escucho hablar entre ellos parecen ser puteros. 

- Y si buscas un buen consolador ¿Te valdría?

- Tal vez… No lo sé porque tengo un par de ellos…

- ¿Quieres que te busque uno diferente…? Fui a enseñarle la pareja de dildos para que se diera una idea, en verdad eran ambos más pequeños que la polla de Lucas e incluso de la de Juan.

- Mira esto es lo que tengo, pero no me llenan ya. Toma este dinero a ver si con eso tienes bastante. 

- ¿Grande o normalita?

- Más bien más grande que estas… y si puede ser con vibrador.

A los pocos días mi hermana me trajo una caja con una polla de goma y unos aceites para que entrara mejor. Cuando se marchó, corrí a la habitación y la saqué. Le pedí una grande para recordar a mi hijo, pero cuando la saqué tenía la misma medida que él, incluso aquel glande era tan hermoso y apetecible como el de Juan. La primera noche me desnudé y me subí en la cama. Saqué aquel consolador y si la memoria no me falla…, sería más o menos igual que tener la polla de mi hijo. Lo primero que deseaba era darle una mamada, a mi hijo, pero practicaría con aquel consolador pues seguro que tragarse aquella polla no sería cosa fácil. Me puse de rodillas, la cogí con las dos manos para sustanciar lo larga y gruesa era. Mi mente empezó a imaginar que tenía a mi hijo de pie delante de mí y me ofrecía su gruesa tranca. Saqué la lengua y la pasé por el redondo glande. Su sabor y olor no sería aquel a plástico…se me ocurrió impregnarlo con el aroma de los calzoncillos usados de Juan…, entonces su sabor se torno más familiar. Empujé la polla y empezó a entrar en mi boca. Apenas había entrado el glande y sentía dolor en la comisura de mis labios. La saqué y la puse vertical. Pasé mi lengua desde la base hasta el glande.

Mi coño empezó a lanzar flujos por la fantasía que estaba teniendo. Me tumbé, tenía que llenar mi vagina con aquella polla que ahora representaba a mi hijo. Separé mis labios vaginales con dos dedos, y pasé el glande por toda mi raja. A mi mente llegó el recuerdo de la ducha, su orondo capullo entre mis labios y lanzando semen ¡Joder como eyaculó el muchacho! Empujé un poco y mis flujos la ayudaron a entrar sin mucho esfuerzo. Mi vagina se iba dilatando poco a poco. Mis flujos chorreaban por aquella polla de plástico y mi lujuria me llevó a desear a mi Juan más que nunca. “Cuando venga, lo haremos.” Me dije “Le dejaré que me folle sin cortapisas, sin condones…a pelo”, y empecé a follarme con aquel sustituto. No tardé mucho en conseguir un orgasmo, no tan intenso como el vivido con mi hijo en la ducha, pero aquel falo serviría para aguantar hasta la llegada del chico. Durante los seis días que tardó mi hijo en volver, aquella polla me folló todas las noches, algunas hasta dos veces. Era viernes de vuelta del viaje…me sentía inquieta, tan nerviosa y caliente como una novia adolescente a la que hace tiempo que su hombre no la folla. Fui a la estación a recibirlo. Cuando llegamos a casa, deseaba ducharme con él, así que en cuanto dejó la maleta en su habitación, fui a hablarle…

- ¡Cariño, dúchate y ponte cómodo mientras hago la cena!Moría por esperar que entrara en la ducha y después entrar yo para “jugar” con mi niño pequeño, como hizo él conmigo.

- No mamá, he quedado con unos amigos en media hora, me sentó como un jarro de agua fría escuchar que se marchaba. - Me llevo las llaves, no me esperes despierta pues no sé a qué hora llegaré.

Ya tenía casi 18 años y le permitía tomar decisiones de adulto, no tenía restricciones de salida y llegada a casa, así que en diez minutos salía de casa y me quedaba sola, caliente por tener sexo con él… Mis planes se fueron al garete, me fui a mi habitación y me desahogué con mi amante de plástico. Tal vez tenía que habérmelo follado la última vez que tuve oportunidad, algunos machos pierden interés si ven que la hembra no es muy receptiva… justo es reconocer que le puse muchas trabas al coito. Ahora seguro que ya no querrá nada conmigo, si en ese viaje ha probado a alguna chica de coñito enjuto, de los que abrazan apretando fuertemente su enorme polla, a una o más chicas que no se lo merece tanto como yo. Después del orgasmo y estas locas ideas quedé dormida.

Por la mañana, cuando desperté, fui a ver si Juan estaba en su cuarto. Allí estaba, tapado e imaginé que estaría desnudo. Mi calentura había llegado a tal punto que deseé destaparlo y despertarlo con una buena mamada. Me contuve y marché a la cocina para desayunar. Como una hora después bajó Juan. De nuevo venía sólo con los slips marcando su hermosa polla. Lo miré directamente a su paquete, de modo descarado para que supiera que su madre estaba dispuesta para recibir las atenciones de ese musculado cipote.

- Voy a ducharme. Me dijo y dio media vuelta para ir al baño.

Yo no dije nada. Lo seguí y entré en el baño tras él. Me ignoraba, cómo si yo no estuviera allí. Se quitó los slips y quedó totalmente desnudo. Yo también me desnudé. No hablábamos, sólo actuábamos. Entró en el plato de ducha y cogió la alcachofa, yo detrás. Me echó agua caliente y después mojó su cuerpo. Miré su polla que no estaba erecta, al contrario que mis pezones que deseaban que sus labios los acariciaran. Cogió el gel y me ofreció, después se echó en sus manos. Acerqué mis manos a su cuerpo para enjabonarlo.

- ¡No mamá! Me paró en seco. - Cada uno su cuerpo. Perdiste tu oportunidad.

Como una tonta me enjaboné, desilusionada al ver que no podría tener aquel macho…mi hijo no quería nada conmigo. Acabamos de ducharnos, nos secamos y nos vestimos. El día transcurrió desesperadamente normal hasta por la tarde, en que mi hijo y yo estábamos en el salón viendo la tele. Para mi hijo ya era claro que me tenía loca por tener algo con él, lo pudo comprobar durante la ducha y por todas las veces que le había cogido el culo a modo de broma, intentando excitarlo para tener un afecto. Para pasar la tarde con mi hijo, me maquillé ligeramente con el fin de parecer algo más guapa, me coloqué mis braguitas más sexys, una falda corta y con vuelo para que se me viera todo lo posible y una camiseta ajustada para marcar mis pechos y sobre todo mis enormes pezones. Y allí estábamos los dos, cada uno sentado en un sofá. Después de un buen rato, en el que me ponía en distintas posturas para intentar que mi hijo pudiera verme por todos lados y provocarlo, Juan se sentó derecho con aquellos calzones de jugador de baloncesto y esa camiseta que mostraban su joven cuerpo.

- Mamá, me dijo en todo serio y mirándome. - Creo que tu deseo ha llegado a un punto en que estarías dispuesta a hacer todo lo posible para tenerme ¿no?

- Bueno hijo, no me visto así para estar cómoda en casa…, me senté y dejé mis piernas entreabiertas para que pudiera ver mis mojadas bragas. - ¿Podrías dejarle ver a mamá lo que guardas en esos pantalones tan holgados…? 

- Pero mamá, se mostraba desilusionado. - La vez anterior te ofrecí pasarlo bien y me rechazaste…, ahora no es igual te costará más obtenerlo… ¿Qué hago ahora? 

- ¡No hagas nada, deja a mamá hacerlo por ti!Me levanté y caminé hacia él.

- Y ¿qué estarías dispuesta a hacer? ¿Qué me ofreces?

- Llevo dos semanas arrepintiéndome de no haber llegado a más en la ducha aquel día, imaginándome tú…,Le señalé con la vista su entrepierna a la vez que me colocaba delante de él, incliné mi cuerpo para poner mi culo en pompa. - ¡¿No te gusta el culo de mamá?!Me incorporé y saqué pecho. - ¡¿O te pone más caliente los erectos pezones de tu madre?!

Cogí el filo de mi falda con las dos manos y me giré hacia él, levanté mi falda y le mostré mi coño tapado por mis bragas… - ¡¿Quieres probar el húmedo coñito de tu mami?! ¡Anda cariño, Tócalo!

Alargó la mano para tocarme el coño, sentí que mi vagina se humedecía copándola de flujo. Los dedos de Juan presionaron mis labios vaginales por encima de las bragas y se separaron.

- ¡Mamá, estás muy caliente! Sacó la lengua entre sus labios. - ¡Tal vez haya que recoger todo ese líquido que salen de tu coño! Casi me corro al escuchar a mi hijo…. - Pero ¿qué estás dispuesta a hacerme?

- Tal vez a mi niño le gustaría que su mamá le chupara su gruesa polla y se la tragara entera…, le decía al tiempo que me arrodillaba, le bajaba los calzones deportivos hasta quitárselos y de pronto su polla apareció totalmente erecta y dura delante de mis ojos. Alargué la mano para cogerla.

- ¡Quieta! Me dio un manotazo en mi mano para que no lo tocara… - ¡Aún no es suficiente con eso para que te la de! 

- ¡¿Y si después de hacerte una buena mamada, mamá te diera sus tetas para que mamaras y lamieras estos pezones?!Me levanté la camiseta y le ofrecí mis tetas. Con dos dedos agarré mis pezones y los agité para provocarlo… esto es algo que suele ser irresistible para un macho, pero mi Juan se había vuelto muy duro conmigo pese a tener todo el enorme mástil mirando al techo por mí… - ¡¿Las quieres?!

- No está mal. Se mostraba como si aquello no le interesara… - ¿Podré follarte cómo a mí me gusta?

- ¡Claro mi niño! Hoy nada te lo impide. Pasé mis manos por sus muslos intentando acercarme y alcanzar su rabo. - ¡Podrás clavar tu gruesa polla en el coño de mamá…, llenarle la vagina de dura carne… y si quieres rellenársela por completo con tu leche! 

- ¡Vaya! Es una oferta irresistible. Sonrió malévolamente y agarró mis manos con las suyas para pararme. ¡Así que mi mamá está tan cachonda que me ofrece su coño! ¡Por fin deseas follar con tu hijo pequeño…!

- Mucho Sí, ¡Tienes todo mi coño para que hagas con él todo lo que quieras, el tiempo que quieras todo sin restricciones ni CON-DO-NES!

- ¡Pero mis gustos también son otros!

- ¡¿Cuáles?! 

- Si quieres tener sexo conmigo, debería ser completo y dejar que te la clave en lo más hondo de tu culo…, me miró desafiante.

- ¡Así que eres tan pervertido que te quieres aprovechar para dar por el culo a tu madre!Nunca lo había probado y la verdad es que tenía miedo que aquel ariete me partiera el culo en dos, pero deseaba tanto aquella polla - ¡Vale, pero lo harás con cuidado! Porque me lo vas a desvirgar y lo tengo bastante cerrado…

- ¡Con muchísimo cuidado, mamá! Yo nunca te haría daño…, probaremos ese aceite de coco que utilizas para hidratarte, soltó mis manos. ¡Bueno mama, vamos ya…, empieza a comerme la polla!

Mis manos se deslizaron hasta alcanzar su erecta e inhiesta verga que daba gozo verla y sobarla mucho más. ¡Qué placer sentirla por fin después de tanto imaginarla! Mi conejito volvía a lanzar flujos preparatorios para comerse aquel tremendo nabo. La acaricié de arriba abajo, deleitándome en su grosor y en su tacto, estaba loca por intentar tragármela. Acerqué mi cara un poco y pude recibir el delicioso aroma a testosterona emanaba de sus ciclópeos huevazos. El líquido pre seminal brotaba de aquel glande de manera escandalosa… mi excitación aumentó y todo mi cuerpo vibraba excitado. Saqué mi lengua y por fin iba a probar la polla de mi hijo después de tanto tiempo de abstinencia. La dirigí hacia mi boca y sentí en mi lengua la suave y tersa piel… me recreaba en su glande y con la punta de mi lengua lamía el agujero uretral…después contorneándolo por todo el reborde… poseía su capullo un gran borde sobresaliente…, cuando de pronto oímos una voz tras de nosotros.

- ¡Por Dios, Marta! ¡¿Qué estáis haciendo?!La voz de mi hermana Liberia me sacó de la lujuria que sentía y me mostró la realidad. ­- ¡Le estás comiendo la polla a tu hijo!Me sentí empequeñecer y no sabía qué hacer ni decir. - ¡Sois unos obscenos pervertidos! Me coloqué las ropas para ocultarme e intentar desaparecer de la furia de mi hermana.

- Tita, de mí ya sabes que soy todo eso…, Y todo lo que me pidas…miro sonriéndole. Pero Mamá no es así

-¡De ti lo puedo imaginar todo degenerado! Incluso que te quieras follar a tu propia madre…,lo miraba enfadada y después me miró a mí con odio. ¡Pero de ti! ¡Nunca imaginé que pudieras ser tan PUTA!

- Liberia…,me senté junto a mi hijo que aún tenía la polla al aire, exhibiendo su enorme erección. - Sé… sé que esto está mal…,miraba a la polla de mi hijo, aun avergonzada, me excitaba verla allí desafiante. - Si llevaras tanto tiempo como yo sin follar…meses sin tener a un hombre dentro de ti, y tuvieras la oportunidad de gozar de esta polla… intentaba justificar lo injustificable. - ¡No lo harías!

- Con la de otro sí, pero la de tu propio hijo…,se acercó, se tomó su tiempo y se sentó justo al otro lado de Juan contemplando la belleza juvenil de aquel falo. - Si por lo menos fuera tu sobrino… No lo vería tan infame. Vamos no estaría bien pues sería de tu familia, pero follarte a tu propio hijo… Ella hablaba con sus ojos fijos en el mástil de Juan, alargó la mano para empezar a acariciarla mientras en su boca se dibujaba una sonrisa lujuriosa. - ¡Joder niño, qué polla más buena tienes! No es como la de Lucas pero se le parece…

- Y para la edad que tiene llegará a tenerla tan grande o más… ¡Mi chico logrará ser un gran semental!

- No me cabe duda nena. ¡¡Tu hijo es un portento!! Ahora habrá que ver si saber utilizarla bien…

- ¡Pues toda para ti Liberia! Juan abrió sus brazos y los apoyó en el respaldo del sofá, ofreciéndole su magnífica erección a mi hermana. - ¡Vamos tita, a ver qué sabes hacer con algo así…!

- ¡¿Me estás desafiando petimetre?! ¡Tu tía lleva muchos kilómetros de corridas entre sus piernas…!

Quedé de piedra con la boca abierta al ver cómo Liberia se inclinaba y lamía aquel glande que tanto deseaba yo. Su mano no paraba de bajar y subir por el grueso tronco del magnánimo falo de mi crío…la dejé hacer observando.

Juan bajó la mano que tenía tras ella, y agarró su cabeza suavemente mientras la miraba chupar su tieso rabo. Quería protestar al ver cómo mi hermana se comía lo que me pertenecía por derecho, pero no podía moverme, lo que sentía era más excitación aún que antes. - ¡Vamos tita, sé que te la puedes tragar más!

Juan empujó la cabeza de Liberia e hizo que su verga entrara forzando su garganta. Mi hermana movía su cabeza e intentaba que aquel tronco súper rígido le entrara cada vez más en cada incursión. Escuchaba los ruidos que hacía con cada succión que le daba y empecé a sentirme mareada por tanta excitación. Dejé de preocuparme por lo que hacía mi hijo y mi hermana…me dispuse a disfrutar del espectáculo que me ofrecían. Me recosté en el sofá, abrí mis piernas y empecé a tocarme el coño por encima de las mojadas bragas frotando con decisión sobre mi capuchón el clítoris enervado a tope.

- Mira Tita, mi madre está totalmente mojada. Liberia me miró el coño sin sacar aquella polla de su boca, sin dejar de chuparla. - ¡Deja qué yo te masturbe!

La mano de mi hijo apartó mi mano que cubría mi coño y empezó a frotarlo con sus dedos. Hundió su dedo índice dentro de mi coño empapado y lo sacó totalmente embadurnado de gelatinosos flujos. - ¡Mira tita, tu hermana está más mojada de lo que nunca he visto a una mujer! Se llevó el dedo a la boca y saboreó mis flujos chupando su dedo. - ¡Joder, qué rico está su coño! Miró a mi hermana…. - ¿Quieres probarlo?

Volvió a hundir su dedo en mi coño y de nuevo lo sacó empapado, lo llevó a la boca de mi hermana y está dejó de mamar el rígido rabo, para chupar su dedo. - ¡¿Te gusta?! Le preguntó a Liberia que asintió con la cabeza mientras volvía a tragarse su polla. - ¡Siempre has sido mi chica preferida!

Mi cuerpo se agitó al ver cómo mi hermana saboreaba los flujos de mi coño, pero eso de “¡Siempre has sido mi chica preferida!” me sonó a que ellos ya habían follado antes de ese día.

- ¡¿Vosotros… joder claro que sí vosotros ya lo habéis hecho?!

Pregunté sin querer aceptar lo que era evidente. - ¡Claro mamá! Me miró y me sonrió mientras su dedo empezaba a jugar con mi clítoris. - Hace más de un año. Un día que Liberia estaba demasiado caliente abandonada por mi tío en su cumplimiento marital… Bueno los dos solos en casa… En cuanto vio mi polla por casualidad, al rato se la estaba clavando hasta lo más hondo de su coño. 

- Marta, recuerdas el consolador que te regalé el otro día…, Liberia dejó de chupar su polla y la agitaba con la mano. Asentí con la cabeza. - Pues es una copia de la polla de tu hijo. Fuimos a varios sex-shop hasta que dimos con el consolador más parecido al molde que se hizo Juan… para que no olvidara nunca esta hermosura.

- ¿Pero cómo empezasteis vosotros…? Era una pregunta retórica a la que no hacía falta contestar…

En este contexto mi hermana se une a la orgía a tres. - ¡Mami! Me dijo Juan - ¿Te acuerdas que antes te pregunté qué estarías dispuesta a hacer por tenerme? Volví a asentir con la cabeza mientras empezaba a tener un primer orgasmo con las caricias de mi hijo… - ¡Vale, pues cambiamos de postura!

Me quedé a punto de tener el orgasmo, pero Juan me hizo levantarme sin rechistar y levantó a Liberia. Ella llevaba una falda a medio muslo y ajustada. Juan la hizo inclinarse y su culo quedó en pompa. Le levantó la falda y dejó al aire su redondo y hermoso trasero, lo manoseó y besó sus cachetes, su raja y llegó a lamer el ojete de mi hermana. Siempre solía llevar tangas, y aquella vez no iba a ser menos, así que la fina tela se colaba entre sus cachetes. Mi hijo agarró su tanga y se lo bajó hasta los tobillos hasta que ella sacó sus piernas.

- ¡Mira cómo huele el coño de la Tita Liberia! Me ofreció la prenda para que la oliera y yo rehusé hacerlo por pudor… - ¡Vamos mamá, me dijiste que harías cualquier cosa por mí!

La forma de actuar de mi hijo y las cosas que decía, me causaban repulsa, oler las bragas de mi hermana no… pero sí deseaba su polla, debería hacer lo que me pidiera… Y en el fondo me sentía una perra excitada con todo aquello. Me las puso en mi nariz y recibí el aroma de ella.

- ¡Así mami, así!

- ¡Haz caso a tu hijo o no te follará!Se acercó a mí y me habló bajito al oído….

- ¿Quieres comerme la polla? Asentí con la cabeza. Juan cogió a Liberia y la giró, la hizo tumbarse en el sofá con su coño al aire. Lo tenía depilado, de la misma manera que yo, dado que ambas fuimos el mismo día a hacernos la depilación. Mi hijo se arrodilló junto a su tía y besó su boca, estuvieron unos segundos mientras yo los miraba. Decidí coger su cetro y masturbarlo, pero en cuando sintió mi mano, me detuvo.

- ¡No mamá, ven arrodíllate aquí! Me colocó entre las piernas de mi hermana mientras él sonreía. - Liberia, abre tus piernas, ella le hizo caso y yo quedé frente a su coño. - ¡Mira mamá, mira lo mojada qué está la Tita! Separó sus labios vaginales y me mostró su rosado y húmedo interior, podía ver el hoyuelo de su vagina acuoso… - ¡Empieza a comerte el coño de tu hermana y después continúas con la verga de tu hijo! 

- ¡Pero… pero!Intenté protestar.

- ¡Vamos mamá! Se levantó y le ofreció la polla a Liberia que la agarró con una mano y la llevó a su boca. - ¡Si quieres hacer lo que hace tu hermana conmigo…, lámele el coño hasta que se corra! ¡Te a gustar ya verás!

Delante de mi cara tenía el coño de mi hermana que chupaba la gran polla de mi hijo. Nunca había tenido sexo lésbico antes, no sabía si sería capaz de hacerlo con una mujer, porque lo del incesto ya estaba más que superado con mi Juan y sobre todo con mi hijo mayor Fran, que me folló en casa tras insinuarme en el coche tras la fiesta familiar de graduación de mi sobrina Sara en casa de mis cuñados… y otras dos veces más sin estar ebria. Iba algo bebida, es verdad pero la calentura de mi coño era mucho más fuerte que mi voluntad… necesitaba comerme a mi hijo. Sé que lo que ocurrió con Fran fue tremendo y espero que no me juzguen, pero pudo más la libido que la razón. Soy una mujer fogosa con unas ganas de follar permanente, madre de 41 años con dos hijos. No soy ni gorda ni delgada, pechos y culo generosos. Vivo en el este de España desde hace muchos años con mis hijos Fran y Juan, al que debemos a añadir a mi esposo... tenemos una vida normal, yo trabajo de enfermera en un centro clínico, voy al gimnasio dos veces por semana. Ahora mi hijo mayor está en Alemania desde hace casi dos años y el pequeño estudia bachiller y no me puedo quejar. Mi vida es la de una mujer que vive para su familia, pero de vez en cuando salgo a rumbear, necesito divertirme, desahogar mi cuerpo, pero jamás falto una noche a mi casa, he llegado a altas horas de madrugada cuando estuve con alguna amiga, pero siempre volví a dormir a casa a dormir la mona.

Ya hacía varias semanas que no salía y la fiesta de graduación de mi sobrina Sara era una excusa perfecta, solo que no tenía a nadie con quien ir a excepción de mi hijo mayor. Juan con sus exámenes finales y mi marido como siempre de viaje. Esa noche como tantas me hallaba cachonda, algo incomoda por ir a la fiesta y no quedarme en casa a desfógame con mis dildos…, porque lo voy a negar, necesitaba sexo, estaba muy inquieta, pasaba mi mano por mi coño  y la sentía caliente, mojado. A media noche terminamos la fiesta y los gin tónic cayeron a pares… condujo el chico y tonteando le sobaba el pecho, el muslo y hasta llegué a su polla sin acordarme, me lo contó él. Al llegar a casa me encontraba como una cafetera silbando de calienta que me hallaba. El pobre aguantó estoicamente las insinuaciones de su zorra madre…me acompañó a mi cuarto y él se fue a su habitación.

Encendí la tele y no me podía dormir de lo caliente que estaba, baje mi mano y me empecé a tocar la pepita despacio por sobre mi braga, fui metiendo mi mano buscando el botoncito del placer…, pasé mis dedos por los labios vaginales mojados, suspirando muy fuerte por el gusto que estaba sintiendo, me quité las bragas y sujetador. Tendida sobre mi cama, completamente desnuda, acariciaba mis tetas, las apretaba, yo misma me lamía los pezones, gimiendo, retorciendo mi cuerpo sobre las sábanas. Bajaba mi mano y pasando mis dedos por los labios empapados hasta que los metía dentro. Los movía dentro de mi vagina caliente, solo la luz de la tele alumbraba la habitación, estaba con mis piernas levantadas, metiendo y sacando mis dedos de dentro del ardiente chumino desangelado por mi hombre…, los gemidos que daba era más fuertes de lo que me imaginaba, estaba disfrutando, me olvidé que al otro lado estaba mi hijo Fran, yo seguía lamiendo mis pezones y metiendo mis dedos con fiereza, hasta que volví a la realidad cuando mi hijo enciende la luz de la habitación y me ve así, desnuda, de piernas en alto, con mis dedos dentro del coño, lamiendo mis pezones…

-  ¡¿Mamá, que haces?! Me preguntó viendo el espectáculo que estaba dando.

- Apaga la luz, apaga la luz ¡Joder hijo apágala!, le grite, tratando de ponerme bien y que no me siga viendo el espectáculo de una borracha salida.

- ¡Que hermosa eres mamá!, me dijo, acercándose a la cama, mirando mi cuerpo desnudo que trataba de tapar con mis manos inútilmente

- Por favor Fran, apaga la luz, le dije muy avergonzada.

- Deja que te vea un poco más…, me dijo, sentándose en el borde de la cama y pasando una de sus manos por mi pierna  acariciando mi pie.

Yo no podía ni mirarlo de la vergüenza, se me había pasado la borrachera y ahora sí que sentía su mano pasar sobre mi pie e intentar abrir mis piernas para ver mi coño caliente

- ¿Qué haces?, le dije.

- Quiero verte, eres muy hermosa mamá, me dijo, abriendo mi pierna y mirado la raja del coño de su madre

Sentía su respiración alterada, su mano pasaba por mi pierna, subiendo despacio…, yo seguía caliente como una perra cada vez más necesitada que la follen. Casi grito de placer al sentir sus dedos pasar por los labios de mi chocho

- ¡Soy tu madre!, protesté sin mucha convicción propia, tal vez por eso igual abrí mas mis piernas, dejando que me acariciase la entre pierna

- No solo eres mi madre, también eres una hermosa mujer, me dijo derritiendo mis pocas fuerzas de oposición metiendo un dedo dentro de la boca de m conejo hambriento… me hizo gritar

Rendida, bajé mi mano y le toqué su verga en estado de dureza pétrea, se la acariciaba mientras él metía otro dedo dentro de mi coño…tan mojado que me parecía mentira. Al rato de sentir mis jadeos, saca sus dedos y se pone en pie. Ante mis asombrado ojos se quita el pantalón de pijama, quedando desnudo frente mí, vi su verga, ni grande ni chica, normal para un chico de su edad de unos 15 a 16 cm como mucho, pero me pareció la verga más bien parecida del mundo. Lo agarré del brazo, obligándolo a que se suba en la cama al tiempo que me abría de piernas frente a mi chico… lo acomodé sobre mí y metiendo mi mano entre ambos cuerpo así su cipote y lo dirigí a mi coño. Levanté bien alto mis piernas, lo envolví con ellas e hice fuerza hacia mí atrayéndolo a la vez que le pedí que empujase hacia dentro de mi coño. Con ambos gestos, conseguimos que su verga se metiese dentro de mi vagina profunda de una sola inserción. En nada gritaba de placer al sentir como mi propio hijo me estaba follando, pero sobre todo que por fin después de tanto tiempo volvía a tener a un macho dentro de mí.

- ¡Qué rica verga tienes hijo, así, hazme sentir tu verga, que bien me follas cariño!, le decía moviendo mis caderas para percibir mejor la verga de mi hijo dentro de mí

- ¡Chupa mis tetas!, le dije, haciendo que se meta uno de mis pezones en su boca

Cuando lo sentí chupar gemí de placer, no me explico cómo me estaba dejando follar por mi propio hijo, pero ahí estábamos jodiendo los dos bien acoplados como dos viciosos animales fornicadores…, pero como estaba disfrutando de su verga, de su boca en mis tetas, de su aroma a macho febril. Lo agarre de su cintura y lo hacía mover hacia adelante y hacia atrás, haciendo que su estoque rígido entre y salga de mi conejo anhelante de macho.

- ¿Te gusta Fran, te gusta cómo te estás follando a tu madre? Le apunté, buscando su boca con la mía para besarlo por primera vez, pero no un beso de madre, un beso de mujer siendo follada por su hombre repleta de lujuria pervertida.

- ¡¡Siempre soñé este momento mamá!! No te imaginas las pajas que me he hecho pensando en ti…, me dijo sin dejar de hacer que su verga entre y salga de mi coño a un ritmo cadencioso sin pausas

Me quedé sorprendida con lo que me había dicho, “así que mi hijo me quería follar”, nunca me había insinuado nada, nunca me di cuenta, pero ahí estábamos follando como dos amantes. Debía de ser mi ingenuidad, porque me informé después que 2 de cada 3 hijos sueñan con follarse a su madre como primera opción, nada más entrar en la pubertad. Si Fran ya cumplía los 18 años, debían de haber sido muchas la paja a mi salud, pero follar también sabía cómo me estaba demostrando, lo que quería decir que había practicado con sus amiguitas…

- ¿Hijo, tienes un condón?, le pregunté imaginando que con su amigas de follar los utilizaba, ya que yo todavía menstruo y no quería correr riesgos de quedar preñada…, cuando me dijo que no tenía, le supliqué que no se corriera dentro de mi útero, aunque yo ya me había corrido un par de veces de lo que estaba disfrutando, de cómo me follaba Fran. Mi hijo se quedó quieto cuando le dije eso…

- ¡¿Y donde quieres que me corra, mamá?! Quiero deslecharme dentro de ti…necesito correrme en tu coño o me quedará un dolor enorme de huevos si no lo hago ¡Tienes que dejarme! Estoy seguro que no te voy a preñar.  Me dijo mirándome a los ojos

Veía su cara de satisfacción, de cómo estaba disfrutando follándose a su madre, - ¡¿Entonces deseas correrte dentro de mi vagina?! Le repliqué moviendo mis caderas con su verga dentro de mi coño sediento como un náufrago hablando con la voz ronca de lo caliente que estaba.

- ¡Sí mamá, es mi sueño llenarte de lefa! Que sientas mi leche dentro de tu útero.

- Entonces mejor cambiemos de postura

Como pude, me puse en cuatro patas sobre la cama, agache bien mi cuerpo, pegue mi cara contra el colchón y levantando bien mi culo, abrí mis nalgas dejando que mi hijo me vea el ojete y el coño a la vez, que eligiese el agujero por donde me inseminaría sin pudor

- ¡Qué abierto lo tienes mamá!, me dijo, empezando a lamer mi ano.

Imagino que se refería mi coño, el caso que sentir su lengua en mi ceñido botón trasero, hizo que mordiese las sábanas para ahogar el grito de placer que di al sentir su lengua, - ¡Sí Fran, ahora soy solo tuya!, mete tu verga en mi culo o mi coño ¡La quiero YA!, le dije sin soltar mis nalgas, sintiendo como mi hijo se ubicaba detrás de mí

Pasando una mano por debajo de mi cuerpo entre mis piernas, le ayude a ubicar su verga contra mi coño, y una vez noté el glande en mi boca vaginal le espeté a que ejerciese de macho follador…  - ¡Empuja, empuja cabrón y mete toda tu verga en mi coño!

Noté como Fran empujaba y su verga se iba metiendo en mi chocho abriéndome de nuevo las paredes vaginales, haciendo que gima de placer, la sentía entrar electrificando cada sensible pliegue de mi interior, pese a ser el tamaño de las vergas que estaba acostumbrada, no como las que a una le gustan gruesas, grandes, pero me deleitaba como mi hijo iba metiendo su verga toda dentro de mi coño, hasta que mis nalgas o mejor dicho mi vulva quedó pegada al cuerpo de mi hijo, metida toda su verga. Ya que tenía todo lo más que podía meterme, comenzó a follarme como una perra. Gemíamos como locos, era una locura como me estaba dejando follar por mi propio hijo, como disfrutaba siendo arrastrada a la lujuria inconfesable de Fran. Él me había metido toda la verga hasta los huevos y la extraía una y otra vez frotando en mi interior todo sus tranca…, pero cuando la empezó a sacar y meter con mayor ritmo, su calentura pudo más que la voluntad de aguantar, y se empezó a correr dentro de su madre…, lo escuchaba gemir de placer al estar eyaculando toda su rica leche en mis paredes vaginales. En cada convulsión soltaba un nuevo chorro de leche, creí contar al menos siete mientras nos movíamos los dos disfrutando del desove de su rica lefa.

Qué bien me había follado mi hijo, lo sentía en lo más honde de mi coño y de mi ser, percibía mover su verga dentro de mi cubículo del placer, haciéndome suspirar de placer, disfrutando hasta la última gota de su leche, convencida que al entregarme de esa manera, me había convertido en la mujer de mi hijo…, solo pensarlo me horrorizaba, ¿En qué clase de mujer me había convertido?, yo jamás había estado con hombres menores que yo, y menos con chicos de la edad de mi hijo, pero ahí estaba, con toda la verga de mi hijo dentro de mi coño eyaculando todo su contenido seminal generado en sus huevos. ¡Estaba llena de su leche! Nos recostamos en la cama, mi hijo me había abrazado, yo estaba muy pegada a él en un lazo de amor mutuo… ambos completamente desnudos sin hablar, sintiendo la respiración del otro. Nos quedamos dormimos y a la mañana hablamos de toda esa noche toledana…, le dije no se volvería a repetir, mentía porque volvió a ocurrir un par de veces más, pero cuando se marchó de Erasmus a Hamburgo todo se acabó. Yo ya tenía marido y no necesitaba otro reflejado en mi hijo mayor, debía evitar que Fran cayera en la creencia que follar dos o tres veces conmigo lo iba a convertir en algo parecido a un marido o mi amante, porque creo que en eso se iba a convertir sino se hubiera marchado.

CONTINUARÁ...

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