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Mi hermana y la paja (relato 10)

en Amor filial

Me estaba dando un ataque fuerte de vergüenza ajena. Y al mirar a Laura que también estaba sentada en la mesa me confirmó que ella también lo estaba sufriendo.

Mi madre y su novio llevaban ya mucho rato dándole al bebercio durante toda la cena y llevaban mucho más tiempo siendo “empalagosos” el uno con el otro.

La bebida no ayudó para nada, haciendo los chascarrillos, los chistes con segundas y los afectos amorosos mucho más ñoños de lo que serían considerados aceptables.

Por suerte, la cena duró poco y tras un par de susurros picantes al oído del novio mi madre y este se levantaron para irse a la cama con la excusa de que estaban supuestamente agotados por un día largo en el trabajo.

- ¿No te resultan empalagosos? - Me dijo Laura tras recoger los trastos de la cena de la mesa de la cocina y tras sentarnos en el sofá del comedor.

- Naaa, déjalos que están enamorados. – Le repliqué. – Bueno ¿Vemos alguna serie nueva? ¿Alguna peli o simplemente la tele?

- ¿Sabes a que se van a la cama no? Porque a estas horas – se miró el reloj de la muñeca – con lo temprano que es son se van a poner a jugar al parchís.

- Pero quieres dejarlos tranquilos que hagan su vida. Tendrán derecho a disfrutar. Como nosotros, ¿No?  - Le dije mientras le ponía la mano encima del muslo.

- ¿Ya estamos?  Así en frio… me da un poco de pereza la verdad. Anda pon la tele.

Y tras aproximadamente veinte minutos estuvimos cambiando canales, buscando alguna cosa que ver en Netflix y replanteándonos ver alguna peli descargada que teníamos en el disco duro.

- ¿Oyes eso? – Murmuró Laura a la vez que hacía gestos para que me callara. – Shhhhhhhh. – Me insistió. – Se oye como… como gemidos. ¿Ves? No han tardado nada.

- Quieres… que.. ¿vayamos a mirar?

Me miró con los ojos entornados y cara picara.

- Eso es un sí.

Me levanté despacio, dejando la tele encendida pero la luz del comedor y pasillo apagadas. Simulando que había alguien en el sofá viendo la tele.

Nos acercamos al pasillo y la puerta del final, la de la habitación de mi madre estaba entre abierta.

- Eso ha sido mamá seguro que la ha dejado así

- Shhh, baja la voz que se van a enterar – La increpé.

Ella me respondió poniéndose el dedo índice extendido en los morros.

Según nos íbamos acercando los sonidos de la habitación fueron aumentando, levemente sin ser algo escandaloso. Pero definiéndose en nuestros odios.

Laura me hizo señales para que la atendiera. Se señaló el odio haciéndome entender que escuchaba un ruido. Para después hacer un gesto con la mano y la boca típico de mamada.

Estaba claro que se escuchaba como mi madre succionaba polla.

Al llegar a la puerta lo primero que vimos fue el culo a cuatro patas de mi madre. La cama quedaba en frente a la cama, con la cabecera en la pared opuesta a la entrada.

Se veían los pies del novio y mi madre a cuatro patas con un tanga oscuro de un color sin identificar a la escasez de luz que había en la habitación.

El moño de pelo que llevaba mi madre se veía como subía y como bajaba al compás de los sonidos de succión que profería.

Pero yo no podía apartar la vista de los pliegues del cocho. Que engullían perfectamente esa tanguita que hacía de separación de labios.  Me quedé embelesado.

Laura se puso detrás de mí, me abrazó un poco y sin perder mucho tiempo metió sus manos por dentro del pantalón agarrándome la polla.

Giré la cabeza y le negué con la cabeza e que no era el momento.

Laura sonrió maléficamente, afirmó lentamente con la cabeza y al terminar me sacó el miembro erecto del pantalón.

- No no no no no,- Articularon mis labios mudos. Pero Laura sabía que no iba hacer nada que pudiera delatar nuestra presencia y continuó. Empezó a masturbarme desde atrás. Rodeándome con sus brazos y moviendo su mano al compás de movimiento de la cabeza de mi madre.

Laura empezó a morderme y a besarme en el cuello, fue bajando por la espalda dando mordisquitos y usando su mano como una gata en celo. Arañándome por donde pasaba con sus uñas.

Se acuclilló a mi espalda. Puso sus dedos en la goma del pantalón y con poco esfuerzo me los bajó. Me hizo señas para que la ayudara, pero levantando una pierna primero y luego otra al final me sacó los pantalones sin dificultad. Dejándome solamente con una camiseta y unos calcetines mal puestos.

Empezó a darme mordisquitos en las nalgas a la vez que me masajeaba tranquilamente el pito. Intenté darme la vuelta pero no me dejó obligándome a quedar mirando para el interior de la habitación.

Di un respingo cuando Laura en un momento de distracción pasó uno de sus pulgares entre mis nalgas acariciándome en agujero del culo.

- ¿Qué haces? – Le dije por señas

 Ella rio y me volvió a hacer el gesto de que me mantuviera en silencio.

Le vi la expresión malvada y supe que es lo que quería hacer. Abrí muchos los ojos y negué con la cabeza enérgicamente.

Ella sacó morros y afirmando a la vez con la cabeza como diciendo “tu di lo que quieras que yo haré lo que me dé la gana”

Y así fue.

Me cogió la mano y me la puso en mi propia polla para que yo me masturbara. Ella con las dos manos libres las puso en mis nalgas y me las separó.

Yo me eché para adelante. Ella se levantó, me cogió, se pegó a mí y me susurró al oído. – Tranquilo, pero inclínate.

Aun resistiéndome un poco, me puso de cara a la pared, me puso la mano en la cabeza y obligó a inclinarme. Me tuve que apoyar con la mano libre en la pared.

Con sus piernas y dándome golpecitos separó las mías un poco. Luego se arrodillo detrás de mí. Puso sus manos en mis nalgas y también me las separó.

Acercó su cara a mi culo. Empezó a morderme suavemente en el interior de las nalgas. Podía escuchar su respiración. Yo estaba nervioso, con subidón de adrenalina.

Miré hacia la habitación y mi madre se había subido a horcajadas encima del novio. ¿Cuándo había ocurrido esto?

Un lengüetazo en el ano me devolvió a la realidad. Laura lamia delicadamente de agujero del culo. Bordeaba el contorno haciendo círculos luego cambiaba y se centraba más en el agujero en sí. Mi mano no paraba de moverse en una paja frenética.

La cabeza de Laura se hundía mas entre mis nalgas a la vez que ella sacaba más la lengua e intentaba abrirse paso por mi agujero.

Sin poder aguantar mucho más me giré de golpe, Cogí la cabeza de lauda cogí mi polla y se la planté delante de su boca.

Laura, mi hermana, o la versión clon de Veruca James hacia muy bien su trabajo. Le miré a los ojos, pero ella apartó la mirada enseguida. La mi polla se abrió paso entre sus labios cuando ella empujaba la cabeza hacia mi pelvis.

Empecé a escuchar gemidos en la habitación de mi madre. Y el novio la tenía bien cogida por las nalgas, las apretaba con fuerza. Mientras ella se mantenía quieta encima el movía la pelvis con rapidez. Vi que los huevos le bailaban arriba y abajo mientras la polla se le metía con facilidad por el coño.

Ojalá fuese yo pensé.

Entonces me corrí. Volví a prestar atención a mi hermana. Me había corrido en su boca.