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Mi hermana y la paja (relato 12)

en Amor filial

¿Pero le llegaste a meter algo?

- Que no! Solo toque por encima, nada más.

- ¿Pero el chocho? ¿O por las bragas?

- A ver, no te lo voy a repetir más que eres cortito. Solo le pasé en poco los dedos por el chocho, pero por ENCIMA de las bragas, ¡Nada más! – Repitió Laura

- ¡Y porque no le metiste nada! - Le increpé

- Porque tengo un hermano gilipollas que se corrió en el momento más inoportuno. Pero creo que fue lo mejor. Aun que he de reconocer que me quedé con ganas de mas – Afirmó Laura – mamá está pasando por un conflicto interior que tiene la atormentada.

- ¿Tu crees? – Pregunté

- Sí, creo que para ella es más duro que lo que hicimos nosotros. A ver… nosotros somos hermanos y aun que nosotros o por lo menos yo, tuve mis remordimientos iniciales, ella al ser “la madre” – Dijo acentuando las dos últimas palabras - Pues en ella recae una responsabilidad que nosotros no tenemos.

- Noooo termino de entender muy bien lo que dices – Le dije medio confundido

- A ver tontito - Dijo golpeándome con el dedo índice en la frente – Que ella no es que no quiera hacer nada, todo lo contrario, o eso creo. Pero sabe que en el momento que haga algo pues no hay marcha atrás. Y cómo es la cabeza de la familia pues tiene responsabilidades.

- Sigo sin pillarlo. ¿Quiere, pero no quiere? O como va esto...

- Va... déjalo, es inútil. – Dijo mientras se marchaba del comedor dejándome por imposible.

No sé cómo será en vuestra casa, pero en la mía se tiende a hacer como si no pasara nunca nada. Los días pasaban como si nada. Comíamos, cenábamos juntos, veíamos la tele en el sofá y hablábamos de todo, pero no hablábamos de lo ocurrido la noche del calor extremo.

Yo me moría de ganas de hablar del tema con quien fuera, pero mi madre, a la mínima que salía un tema relacionado, aunque fuese muy muy lejano cambiaba la conversación. Laura pasaba del tema y no le daba importancia. Y yo entretanto me mataba a pajas por el morbo que me suponía todo esto.

Cada vez que lo pensaba me ponía palote, mi hermana me había hecho una mamada en frente de mi madre mientras a esta le intentaba tocar el coño. Completamente surrealista.

A los pocos días hubo otro día caluroso, lo anunciaron incluso por la tele, una ola de calor procedente de África, pero que solo duraría dos días y que luego vendrían tormentas de las gordas.

Yo creyéndome el hombre más inteligente del mundo creí que se repetiría la situación. Me llevé un chasco enorme cuando esa noche calurosa no se presentó nadie en el sofá con el aire acondicionado encendido.

Eché la cabeza hacia atrás medio atontado. Hacía ya un rato que había empezado a notar los efectos de las cervezas. Giré lentamente la cabeza hacia la ventana y aun que estaba la persiana echada, en mi atontamiento cerebral intenté prestar atención al sonido. Estaba cayendo una buena gorda. A media mañana había empezado a llover chuzos de punta y no había parado desde entonces.

Ahora ya pasada la hora de la cena seguía cayendo una cantidad ingente de agua. Volví la colocarme bien y ambas dos pardalas seguían dándole a la lengua sin parar. Hablaban y hablaban de cosas que me parecían tremendamente aburridas.

Hacía ya un buen rato que mi cerebro había desconectado de la conversación. Pero como el beber me gusta, y no tenía absolutamente nada que hacer pues me había quedado con ellas.

- Ufff, madre mía… Parece que no pero no veas como se nota el vinito al levantarse – Dijo Laura al levantarse de la silla

Se fue a la nevera, sacó otra botella de vino baratuja, y volvió a sentarse a la mesa de la cocina donde estábamos todos.

- ¿Y el sacacorchos? – Dijo rebuscando en la mesa

- Toma – Le alcanzó mi madre.

- ¿Os habéis vivido una botella de vino entre las dos? – Pregunté con un claro abotamiento del lenguaje.

- ¿Tú has bebido? – Me preguntó mi madre señalándome con el dedo índice.

- No, no me gusta el vino, soy más de cerveza – Y levante una de las muchas latas vacías que había en la mesa.

- Pues sí, nos hemos bebido una botella entre las dos

- Y vamos a terminarnos esta, ¿A qué si mama? – Dijo Laura a la vez que le rellenaba el vaso hasta arriba a mi madre.

- Tengo que mear – Dije sin mucha fuerza y sin saber si ellas dos lo habían oído. Me levanté y me pegó el típico mareo. Fui despacio y medio apoyándome en las paredes al baño. Tras sopesarlo un rato decidí que lo mejor era mear sentado.

Cabeceé. ¿Cuánto tiempo ha pasado? Había terminado de mear. Me levanté y me dirigí como pude a la cocina.

Al llegar no había nadie. Escuché a las dos hablar. Estaban en el sofá. Fui a la nevera en busca de una cerveza. Solo quedaba una lata de las grandes. No me lo pensé mucho, la abrí y bebí un buen trago.

Me dejé caer en mi esquina del sofá. Mi madre estaba en la su zona de siempre. En la parte larga de la cheslón.

- ¿No estaba aquí Laura?  - Pregunté al extrañarme de no verla.

- Ha ido a buscar la botella del licor de hierbas dulces – Dijo sonriendo de felicidad

- Uo, que buenas. ¿Y el vino? – Pregunté

- Ya queda poco, es para cambiar un poco – Y se bebió de golpe medio vaso de vino. – Es para hacer sitio a las hierbas – Dijo mientras intentaba tapar un eructo suave que se le acababa de escapar.

- Pues … yo... no tengo vaso – Le dije

- Aquí tienes – Dijo Laura

- Ostia puta. Que susto, ¿De dónde has salido? – Dije sobresaltado

- Anda échate para un lado – Y Laura se dejó caer sobre el sofá en medio de los dos.

- Os lo creáis o no me ha costado un montón encontrar la botella. Y como tampoco he encontrado los vasitos de chupito he traído estos.

- ¡Pero esto son vasos de mojito! – Dijo mi madre haciendo aspavientos claramente provocados por el alcohol.

- Es que el hielo no cabía sino. – Le respondió

Y tras repartir los vasos Laura nos llenó el vaso hasta arriba a los tres. Cierto es que había mucho hielo, pero aun así la cantidad de licor de hierbas que había era una barbaridad.

- Vamos a brindar – Dijo mi madre

Laura se levantó con el brazo extendido y el vaso en alto

-¿Pero ande vas? – Le increpé

- A brindar como toca. Venga arriba todos. – Sono como si se hubiese puesto un calcetín dentro de la boca.

- La madre del cordero – Me levanté a duras penas

Mi madre haciendo esfuerzo y resoplando consiguió levantarse a la tercera.

- Por la mejor familia del mundo – Dijo mi madre al fin.

- Por la mejor familia del mundo – repetimos Laura y yo a la vez que hacíamos chocar todos los vasos.

Todos pegamos un buen sorbo.

- Bueno aprovecho ahora que estoy depilé que sino luego me será imposible. Y como me siente en el sofá me meo encima. Ahora vuelvo. Toma coge esto – Y le dio el vaso a Laura.

Tras apoyarse en todos los muebles e ir con paso lento mi madre se perdió en el pasillo de camino al baño.

- Y esta por la mejor hermana del mundo – brindé con mi hermana y volvimos a beber un buen trago.

- Y esta por el mejor hermano del mundo – Dijo mientras brindaba de nuevo y volvíamos a beber.  Dejando el vaso en la mesa pequeña que teníamos cerca del sofá Laura se acercó a mí. Mucho.

- Estoy piripi. – Me dijo soltándome todo el aliento en la cara

- Yo también, mucho. Hacia bufffff que no essstaba tan así de… de madre mía me da vueltas la cabeza.

- Estoy mu pi, rrrrri, pi – Repitió Laura – ¿Y sabes lo que me pasha cuando estoy piripi? – Me dijo mientras a la vez que me empezaba a mordisquear el cuello.

- Nnnnno… no sé qué te passsaaa – Dije alargando las palabras por culpa del alcohol.

- Pues que me pongo muy mucho a mil y necesito que me consuelen un pocccccqqquiitín. – Entonces me agarró la chorra. – Como no se te ponga dura …. – Me amenazó de golpe.

- A mí es que el alccjoll me hace que.. bueno.. que.. que me cuesta emmmpalmarme.

- Neeccessito con urgencia que se te ponga dura. Lo ne, ce, si, to. Lo entiendes – Dijo tremendamente enfadada a la vez que me metía la mano por dentro de los pantalones con claros signos de desesperación.

Me empujó al sofá, caí a plomo en él. Se arrodilló y sin llegar a sacarme los pantalones del todo empezó a pajearme con rapidez.

- Como no se despierte me enfadaré de verdad, no te lo voy a perdonar.

- Lo intento, lo intento…

Laura se quitó la camiseta,

- ¿Mejor así? ¿Ayuda algo? –  señalándose las tetas

 - Algo- respondí

Se quitó la parte de abajo quedando desnuda.

- ¿Y ahora?

La polla empezó a ponerse morcillona pero no terminaba a ponerse del todo dura.

- No te lo perdonaré, te juro que me enfadaré de verdad como no se ponga dura como una lata de cocaccccola.. – Insistió enfadada Laura.

- Lo intento.  Mírala ya se está ppppniendo dura, vessss poco a poco. Hay que tomárselo con calma. Dale unos momentossssss y será tuya.

- ¿No perdéis el tiempo eh? – Dijo mi madre desde la puerta del comedor. Caminando con despacito y apoyándose en los sitios se sentó justo a mi lado en el sofá. Raro, ya que no era su sitio favorito. – Que augusto me quedado. Me meaba de tal manera que iba a explorar el chumino..

Entonces miró mi polla como el que mira el mando de la televisión. Lo más normal del mundo.

-¿Y tú qué haces ya desnuda? – Le increpó a mi hermana después de hacerle un barrido.

- Intentando que esta se levante al chaval, que se ve que le cuesta, y he pensao, que si ve algo bonito y un poco de chicha pues a lo mejor al susodicho le da por animarse un poco – Dijo Laura con algo de dificultad y gangoseando un pelín en algunas palabras.

- Todo sea por ayudar – Dijo mi madre tras suspirar y pensárselo un rato.

Sin venir a cuento se quitó la camiseta como pudo, en lo que sin querer me dio un codazo en la cara, pero pareció no darse cuenta. Tiró la camiseta al otro lado del sofá. Se quitó el sujetador y lo landó al mismo sitio.

- ¿Mejor? – Preguntó

- Sip, bastante mejor si – Llegué a decir sin apartar la vista de las tetas

- No, esto sigue igual la verdad – Dijo Laura sacudiéndome la chorra un poco.

- Dale tiempo, que con el bebercio le cuesta un poco al jovencín.

- En fin, todo será por el amor de mis hijos. Las cosas que tiene que hacer una madre.

Entonces mi madre se levantó con dificultad del sofá. Apoyándose en mi hermana empezó a bajarse los pantalones. Cuando lo logró se bajó las braguitas de tal manera que al inclinarse el culo me lo dejó a la altura de la cara.

Se giró y pude verle un triángulo pequeño de pelos negros encima del chocho. Miré hacia arriba haciendo un recorrido vi las tetas muy cerquita de mí. Luego la vi a ella mirándome sonrojada.

-¿Y ahora? - Preguntó

- ¡¡¡Siii!!!! – Dijo Laura, ahora sí que se ha puesto dura. Mira mira. Y le enseñó la polla a mi madre a la vez que esta se volvía a sentar a mi lado, pegando su cuerpo al mío.

Laura a la vez terminó de sacarme los pantalones y los calzoncillos. Y yo animado por la escena hice lo que pude sacándome de encima la camiseta.

Nos quedamos los tres completamente desnudos. Mi madre y yo pegados y sentados en el sofá y Laura mi hermana de rodillas en el suelo frente a mí. Muy parecido al otro día.

Laura empezó a subir y a bajar piel de mi polla lentamente con su mano derecha. Cogió la mano de mi madre con la izquierda y la apretó con fuerza.

- ¿Dónde está mi vaso? – Dijo mi madre de golpe – Aaaa, aquí. Se levantó un poco hacia la mesita del comedor, cogió el vaso y bebió un buen trago de licor de hierbas. – Heladas entran solas. – Volvió a beberse casi el resto del vaso y lo depositó de nuevo en la mesa.

Laura volvió a cogerle la mano a mi madre. Esta vez mi madre no hizo nada. Laura empezó a arrastra la mano hacia mi polla y la dejo junto a ella.

Mi madre seguía sin decir nada, pero con una respiración muy agitada.

Laura soltó mi polla y con la mano libre abrió los dedos de la mano de mi madre, hizo que su mano rodeara mi polla ardiendo y para finalizar, la cerró entorno al miembro.

- No creo que sea buena idea esto… - Dijo mi madre, pero sin soltar nada

- Es una buena idea, no hay que hacer nada más, ¿sí? Solo esto. Estoy un poco piripi y necesito ayuda. Necesito ttttttttttu ayuda. Igual que me has ayudado con tus tetas.

-Solo esto, nada más. No quiero ir… no … no.. no debemos ir más allá. – tartamudeó mi madre

- Solo esto – Afirmó Laura a la vez que entre las dos empezaron pajearme.

Laura se inclinó y se metió la punta de la polla en la boca. Mi madre hizo un intento de sacar la mano, pero Laura se lo impidió. Ayudándola con el movimiento le indicó que quería que siguiera pajeándome.

Así lo hizo. La mano de mi madre me pajeaba mientras que Laura me comía lentamente la polla.

La mano subia y bajaba al son de la cabeza de mi hermana. Subía y bajaba, subía y bajaba. Y la mano acompañana. La presión justa, ni muy fuerte ni muy duro. La paja perfecta para la mamada perfecta.

Entonces vi como la mano de Laura repetía la operación que intentó la pasada vez. La mano esta vez mucho más lanzada y sin tantos preliminares se internaba entre los muslos de mi madre. Poco a poco iba escalando puestos y acercándose a la entrepierna.

Mi madre estaba concentrada en mi polla. La miraba fijamente, sonriendo, sonrojada y visiblemente excitada por los acontecimientos.

Entonces Laura llegó al destino. Vi como con el pulgar levantado empezada a rozarle el clítoris. Mi madre sin apartar la vista de mi abrió las piernas instintivamente. Entonces Laura separó un poco la mano y vi como extendió el dedo anular. Como por arte de magia al mover la mano hacia adelante el dedo se perdió en una cueva nunca explorada por ese dedo.

Mi madre no pudo contener el movimiento pélvico. Cerró los ojos, retrajo la cabeza hacia atrás a la vez que exhalaba una buena bocanada de aire.

Laura dejó un poco de lado mi polla. Y se concentró en meter y sacar el dedo del coño de mi madre. Vi claramente como incorporaba un segundo y como empezaba un movimiento más repetitivo.

Laura pajeaba a mi madre y mi madre me pajeaba a mí. Laura empezó a morder con besos el muslo de mi madre. Se desplazó un poco. Lo suficiente para cambiar de posición.

Laura se encontraba ahora en frente de mi madre con la mano derecha paseándome y con la izquierda metiéndole los dedos a mamá.

Empezó a morder con besos el interior del muslo de la pierna derecha haciendo que mi madre ocho a poco fuera abriendo más las piernas. Mordía, besaba y lamia con la lengua el interior de la pierna acercándose poco a poco a la cueva.

- No es buena idea esta – Murmuró mi madre sin mucho convencimiento

Lauro lo ignoró y siguió acercándose poco a poco. Dejó mi polla en paz y usó la mano para abrir aún más las piernas. Así de esta manera seria mucho más fácil el acceso.

- No Laura. No… - Suspiró Mamá a la vez que esta usaba los dedos de ambas manos para separar los pliegues de los labios del coño de mi madre.

- No puedo – terminó de decir.

- Yo sí puedo – Dijo justo antes de acercar su cara al clítoris y lamerlo muy suavemente. – Sí que puedo. Y sí que quiero – Volvió a lamer.

Desde mi posición vi la lengua de Laura como se abría paso de abajo a arriba entre los labios del coño de mi madre para terminar lamiendo el aire al pasarse de largo.

Volvió a repetir la operación un par de veces más hasta que ya dejó la lengua quieta, pero dentro.

Solo podía ver la nariz pegada al coño. Su boca y lengua estarían jugando de lo lindo con el coño.

Mi madre dejó mi polla porque empezó a centrase en lo que le estaba haciendo Laura. Yo con la mano temblorosa extendí poco a poco los dedos, fui acercándome hasta que posé mi mano encima de la teta izquierda de mi madre.

Estaba ardiendo. Las tetas de mi madre estaban calientes a mas no poder. Entonces me percaté de que mi madre me miraba con deseo, o con excitación o con una cara difícil de descifrar.

Sonrojada, con los ojos medio caídos, el pelo a medio peinar, la boca entre abierta y una respiración agitada.

O Laura estaba haciendo un buen trabajo o que le tocara la teta le encantaba. A estas alturas ya me habría corrido hace años, pero el alcohol que corría por mis venas hacia que me costara una barbaridad.

Me acerqué poco a poco a la cara de mi madre. Ella no apartaba la mirada de mí. Yo la miraba a ella. A sus ojos luego a sus labios, y después otra vez a sus ojos. Ella hacia lo mismo.

Me iba a cercando lentamente, nuestras caras se encontraban a menos de un cigarro de distancia. Podía notar su aliento, su colonia, el olor a licor de hierbas. Me moría por probar esa boca.

Me acerqué los escasos centímetros que nos separaban cuando la mano de mi madre se interpuso apoyando sus dedos en mis labios. A mi madre le costó, pero negó con la cabeza.

- No es el momento –

 - Está bien – Le respondí.

- Dedícale tiempo a tu hermana, es su momento – Y me señaló el culo de Laura que estaba a cuatro patas.

Me levanté como pude, besé la frente de mi madre y me separé de su teta.

Me coloqué detrás de Laura. Le agarré con fuerza las nalgas. Le dé una pequeña cachetada a su culo. Ella se quejó moviéndolo.

Lara aprovechó que estaba ya sola con su madre, para pasarle las manos por debajo de las rodillas. Las levantó hasta que mi madre las sujetó. Ahora sí que podría comerse bien el coño.

Restregué el capullo por el coño que tenía delante separándole los labios al pasar. Al poco mi polla se lubricó un poco.

Apunté con el capullo al agujero, y sin apenas hacer presión, se internó en su chocho calentito y húmedo.

La agarré por las posaderas, y junté nuestras pelvis. Lentamente repetí la operación. Mi madre me miraba. Alternaba entre mis ojos y el lugar donde se juntaba mi cuerpo con el de Laura. Finalmente dejó su mirada abajo.

Yo también bajé la mirada, siempre me ha gustado ver como mi polla se mete en los sitios y como había luz aproveché.

Separé las nalgas un poco para ver mejor y empecé a follar. Lentamente, pero con ritmos repetitivos. Dentro fuera, dentro fuera, dentro fuera.

Dejé las posaderas y puse las manos en las nalgas, bastante juntitas con lo que me permitió separar aún más las nalgas dejando al descubierto el agujero del culo. Ahora sí que tenía la polla dura como un bate.

Me chupé el pulgar y lo empecé a rozarle el ano a mi hermana con este. No quería metérselo, bueno sí que quería, pero sabía que no era el momento, solo con acariciar el asterisco me servía.

El alcohol en situaciones así puede hacer de las suyas, la noción del tiempo se perdió. Yo seguí bromeándole a mi hermana. Bam, bam, bam sonaban nuestras pelis al chocar. Entonces unos mansos se posaron sobre las mías.

Miré y era mi madre que se había acercado.

¿Cuándo habían parado ellas dos? ¿Ya habían terminado? ¿Ya no le comía más el chocho?

Mi madre se había puesto muy cerca de mí, quedando cara con cara, casi podría ponerse a horcajadas sobe la espalda de mi hermana.

Ella separó las nalgas y intuí que su intención era mirar más con detenimiento. Y así fue. Hasta tal punto de agacharse un poco.

Entones ya no pude más.

Saqué la polla del coño de mi hermana, me la sujeté y empecé a masturbarme con rapidez. Mi madre se apartó y me corrí entre las nalgas de Laura. El primer chorro llegó hasta media espalda. El segundo y el tercero quedaron en peor posición cayendo sin fuerza encima del agujero del culo.

Respiré hondo recuperando fuerzas.

- Esto es una locura – Dijo mi madre mientras se levantaba y se iba medio mareada por el pasillo.

- Y que locura – Contestó Laura a cuatro patas con la cabeza gacha entre los hombros.