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Mi hermana y la paja (relato 9)

en Amor filial

- ¿Qué buscas exactamente? – Me preguntó Laura.

- A alguien sé que parezca a mamá -  Le respondí

-¿Para qué?  -

- Puesss.. nose. Me apetece.

- ¿Para hacer lo mismo conmigo? ¿Para ver sus videos porno y hacerte pajas? – Dijo levantando una ceja

- Puede ser….

- Aun te sigues haciendo pajas?

- Claro, las pajas son sagradas, por lo menos una al día.

- Incluso ahora que tú y yo…

- Una al día como mínimo.

Laura puso los ojos en blanco. Se desperezó y de levantó de la cama. - Voy al baño. – Dijo mientras se perdía por la puerta.

Yo por supuesto no perdí ocasión de mirarle el culo.

Seguí en mi búsqueda incansable de encontrar a una actriz porno que se pareciese a mamá. Y aun que he de reconocer que se me bastantes nombres de actrices, no me conocía muchos de “milfs” o maduritas.

Pero al final lo dejé por imposible. Había pocas que no estuvieran operadas y que realmente parecieran naturales.

Medio bostezando llegué a la puerta de la cocina donde mi madre y mi hermana mantenían una pequeña charla. Yo, tras escuchar un par de palabras me quedé en el umbral de la puerta escondido escuchando la conversación como un vulgar espía.

- Tenéis que controlaros un poco hija.

- ¿Por qué?  - Le increpó Laura.

- Coño, pues porque no paráis, parecéis monos en celo todo el día dale que te pego. No pongo pegas a vuestra relación, pero tenéis que tener un poco más de intimidad.

- No nos escondemos de lo que hacemos –

- Yo no he dicho que os escondais, peor hay momentos y momentos. Como ayer. Casi se da cuenta de que estabais allí. – Dijo refiriéndose al novio – Hacíais mucho ruido, y aun que yo no os viera sabía que estabais espiando. Tuve que “gritar” un poquito más para cubriros. ¿Qué crees que pensará el si ve lo vuestro?

- ¿Él?  Nada, que va a pensar.

- Que yo lo acepte no significa que el esto del mundo vea con buenos ojos lo vuestro. Hay mucha gente cerrada a estas cosas sabes. Para muchos el incesto es algo tabú… Solo os pido que tengáis más cuidado vale…

- Como el que tienes tu cuando nos espías por la noche? O cuando lo hacemos en el sofá y te escondes en el pasillo o cuan…

- Yo no os espío para nada – Interrumpió mi madre

- ¿A no? El otro día te vi que estabas detrás de la puerta, todo el rato hasta que terminamos.

- No digas tonterías-

- Mamá, te vi. Estubis…

- Vale va.. ya no sigas.

- Hacemos una cosa, yo intentaré ser más discreta para que tu novio no se escandalice. Pero tú tienes que reconocer que te gusta mirar como lo hacemos.

- No voy a contestar a semejante tontería hija. Es totalmente absur…

- Mamá! Que no pasa nada. Que si te gusta mirarnos pues te gusta. Las cosas como son. La próxima vez dejaré la puerta abierta para que veas mejor y ya está.

- Venga, venga, venga… - dijo en un tono que parecía estar avergonzada e intentando cambiar de conversación.

- Cada uno tiene sus cosas sabes – Siguió Laura con la conversación. – Ninguno de nosotros somos nadie para juzgar los gustos de nadie. Somos una familia y nos apoyaremos siempre.

Escuché como si se dieran un abrazo o algo por el estilo porque dejaron de hablar durante un buen rato.

- Aunque si lo prefieres – continuó al final Laura – te ponemos una silla en la habitación para que puedas ver mejor.

- Anda calla – Contestó en tono jocoso – A lo mejor debería poneros yo la silla a vosotros. Que sois unos cotillas.

Me fui corriendo al intuir que la conversación había acabado y que una de las dos iba a salir por la puerta.

Y así fue pocos segundos después fingí salir de la habitación y me encontré a mi madre dirigiéndose al cuarto de baño.

Tras unos afectuosos besos mañaneros me encontré con Laura en la cocina, donde se encontraba terminando de poner la capsula del café en la máquina.

- ¿Alguna novedad? – Pregunté

- Mmmm, me ha bajado la regla esta mañana –

Era una noche calurosa a mas no poder, donde hasta el ventilador que había en medio de la habitación parecía no remediar nada. Supuestamente y según ella ya no “manchaba” desde hace días con lo que podríamos haber estado follando. Pero incluso con las ganas de estos días de abstinencia impuesta por ella porque le daba cosa hacerlo con la regla, yo tenía la lívido por los suelos.

Laura estaba a mi lado, en la otra punta de la cama intentando que mi calor corporal no la hiciese sudar más. Las tetas al aire en otro momento me hubiesen incitado a una buena cena, pero aun así no había manera.

- Yo no puedo más, me voy al sofá. – Sin pensármelo dos veces, me levanté de la cama medio desnudo, cubierto solo por unos calzoncillos viejunos y me fui directo a encender el único aire acondicionado de la casa. El que se encontraba en el comedor.

Me tumbé en el sofá y esperé pacientemente a que la habitación se fuese enfriando poco a poco.

No encendí la tele ni la luz ni nada. Intentaba dormirme con la mayor brevedad posible. Al poco escuché como se abría y cerraba la puerta y como alguien se sentaba en la parte larga de la cheslón.

- Pensaba que nunca vendrías – Le dije a Laura.

- Bueno, no sabía que estabas aquí – Dijo mi madre.

- Ostias mamá, te he confundido con Laura. – Dije medio levantándome del sofá.

- No no, tranquilo, túmbate. – Dijo haciéndome señas – Es imposible estar en ningún sitio hoy. El bochorno es asqueroso. Se me pegan las sabanas. Joder, que bien se está aquí. Si lo se me traigo una camiseta o algo.

Entonces me incliné y vi que estaba como lo había estado Laura en la cama. Sin camiseta, con las tetas al aire y una pequeña braguita.

Se me empezó a poner morcillona la chorra. Así que tuve que dejar de estar tumbado mirando al techo a ponerme en posición fetal mirando para un lado.

Laura entró a los segundos.

- Vaya, sí que está esto concurrido. Hazte a un lado anda – Y me dio golpecitos en las piernas para que me apartara.

Laura se sentó justo en medio de los dos. Mi madre en la parte larga del sofá (en la L de la cheslón) Laura en medio y yo en la esquina.

- ¿Y esto? – Laura me agarró la polla que ya se me había terminado de poner dura como una piedra. – ¿A qué se debe? – Mi madre rio por lo bajini al ver la escena.

- Esto.. yoo… -

Mis ojos se habían acostumbrado ya a la oscuridad e imaginé que mi madre estaría igual. Si yo veía bien ella también tendría que ver bien.

Laura metió la mano por un lateral de los calzoncillos y me cogió la polla.

Me sobresalté e intenté quitar su mano. Ella me cogió la polla con más fuerza

- ¿Porqué te has ido de la cama? No ves que hoy podríamos… - Dijo susurrándome al oído muy muy muy sensualmente.

- Buuueeeennooo – Dijo mi madre levantándose del sofá. – Creo que será mejor que me vaya y os deje tranquilos.

- No no,… por favor. Quédate – Le dije a mi madre.

- Eso. Quédate – Reafirmó Laura con un tono jocoso – Además con el calor insoportable y pegajoso que hace hay es imposible estar en otro sito ahora mismo.

- Ya, pero veo que vosotros tenéis asuntos que … tratar – Dijo haciendo referencia a la mano de Laura que aún mantenía en mi entrepierna. – No me gustaría molestar.

Laura se levantó soltándose así de mí. 

- En serio, no te vayas, quede. – Dijo con un tono sincero y de súplica – Ahora no se puede estar en la casa, hace mucho calor y la humedad es pegajosa. Hace que sea imposible dormirse. Siéntate. Porfa.

Esta vez mi madre no se sentó en la parte larga del sofá sino un poco más separada de mi de lo que se había sentado Laura.

Laura en cambio se metió entre los dos, haciendo que nuestros cuerpos se tocaran.

- Bueno… ya estamos todos. ¿Podríamos poner una peli para ver algo no? O podríamos ver una serie para distraernos… o hacer algo para pasar el rato.

Entonces Laura volvió a meter su mano por debajo de mis calzoncillos. No supe como reaccionó mi madre ya que yo estaba reclinado en el sofá y para verla tendría que haberme inclinado a propósito. Laura estaba en medio tapando nuestras caras con su cuerpo.

Solo se escuchaba nuestras reparaciones. La mía estaba muy agitada. Me invadía una excitación y morbo que solo era comparable con la primera vez que me acosté con Laura.

Esta, en cambio parecía algo tranquila, pero excitada. Como si supiese que hacer en todo momento.

De golpe con un giro de muñeca me sacó la polla de los calzoncillos. Quedando una imagen de videojuego. Con su mano agarrándome la chorra como si fuera un joystick. Con la punta roja y los dedos marcados.

Empezó a masajeármela poco a poco con movimientos muy suaves de subir y bajar piel. Mi cuerpo bombeaba sangre a mi polla al ritmo de una manguera de bomberos bombea agua para sofocar un incendio.

Siguió así un buen rato. Yo veía con claridad, aun siendo oscuro podría distinguir perfectamente el pezón de Laura. O como Laura se mordía el labio inferior sin dejar de mirarme la polla.

De sopetón y sin mediar palabra se levantó dejándome a la vista a mi madre. Que al no esperarse le hueco pude apreciar que ella también tenía la vista clavada en mi polla. Al darse cuenta me miró. Se ruborizó y se tapó disimuladamente el pecho con un brazo.

Laura cogió un cojín del sofá y lo puso en el suelo a mi altura, justo en frente de mí. Se arrodilló y con maestría me quitó los calzoncillos. Tuve que ayudarla un poco levantando el culo, pero poco después los calzoncillos volaron por el comedor.

Me abrió las piernas y se internó en ellas. Se puso cómoda y entonces volvió a cogerme la polla con la mano derecha.

- No debería estar aq… - Intentó decir mi madre

- Shhhhh – Respondió suavemente Laura – Luego bajó su cabeza lo suficiente para que sus labios se posaran en la punta del capullo. Besó suavemente la polla y sonrió satisfecha.

- No te vayas, por favor, quédate. Yo quiero que te quedes, queremos los dos que te quedes. – Le insistió Laura.

- Está bien, me quedaré. Pero hay líneas que no... debemos cruzar. No sería apropiado.

- Mamá – Laura la tranquilizó estirando la mano izquierda y cogiendo la de mi madre – Tranquila.

Sin soltarse de ninguno de los dos y en una postura un poco forzada al tener el brazo estirado Laura agachó la cabeza y abriendo la boca se metió todo el capullo de mi polla.

Aguardó unos segundos y empezó a chupármela.  Embadurnada de saliva mi polla entraba y salía de su boca como muchas otras veces hacia hecho. Y en todas y cada una de ellas las mamadas de mi hermana eran increíbles. La facilidad de succionar lo justo cuando subía y de conseguir que ningún diente rozara hacían de su boca, una delicia.

Laura tiró del brazo de mamá que la obligó a acercarse un poco más a mí. Tanto como para que nuestros costados, nuestras piernas y brazos se tocaran piel con piel.

Mi madre me sonrió coquetamente al mirarme a los ojos antes de volver la vista al trabajo de Laura.

Vi como la mano de Laura se posaba sobre la pierna de mi madre y como con la punta de los dedos le iba dando caricias muy suaves por todo el largo de la pierna.

He de reconocer que, en ese momento, aun a oscuras, mi centro de atención no era la mamada sino lo que Laura estaba haciéndole a mamá.

Hay formas de tocar y formas sensuales de tocar. Laura deslizaba lentamente la yema de los dedos por encima de la pierna. Empezaba por la rodilla, con movimientos suaves y delicados iba subiendo lentamente acariciando la piel hasta a tocar los dedos de la mano de mamá.

Mi madre debido a la postura su brazo izquierdo quedaba un poco encajada entre nosotros dos, dejando su mano apoyada encima de su pierna izquierda.

Cuando llegaba a los dedos, jugueteaba levemente con ellos para volver a bajar a la rodilla.

Iba a recostar la cabeza en el sofá y a cerrar los ojos para disfrutar plenamente de la felación cuando aprecié que la siguiente caricia de Laura sobre la pierna se había desviado ligeramente haca el interior de las piernas. Era claramente una caricia de tanteo, todos la hemos hecho a nuestras parejas y Laura estaba intentando subirle la lívido.

La mano apoyada en la rodilla de deslizó hacia abajo quedando esta por la parte central, haciendo los mismos movimientos de caricia, deslizó con pericia las yemas de los dedos por el interior del muslo.

Mi madre, inconsciente o plenamente consciente de lo ocurrido no pudo evitar de separar ligeramente la pierna derecha para dejarla que la acariciara sin problemas.

La mano de Laura empezó a subir lentamente y a la altura de donde estaba la mano que hacía de tope, al no encontrar nada siguió subiendo y acariciando a la vez.

Miré fijamente y los dedos de esta se habían quedado a escasos 3 o 4 dedos del coño de mi madre.

Miré a mi madre. Claramente estaba nerviosa. Más que nosotros, o por lo menos visiblemente más que Laura y yo. Estaba claro que haba un debate interno que estaba luchando. Pero no podría averiguar que parte es la que estaba ganando.

Laura bajó la mano a la rodilla y volvió a repetir la operación. Mi madre abrió aún más las piernas.

Los dedos de Laura no se pararon donde la última vez, fue un poco más allá al volver a subir. Tuve que fíjame muy muy bien, pero ostia puta, que manera de poner caliente al personal tiene Laurita. Los dedos se quedaron a escaso medio dedo de tocar braguita.

La mano empezó a acariciar la zona, sin bajar esta vez hasta la rodilla, simplemente empezó a moverse unos centímetros para un lado, otros tantos para otro pero siempre en esa zona.

Me estaba poniendo más cachondo el morbo de ver esto que la mamada en sí. Pero tener la polla en la boca de alguien por mucho que aguantes tiene sus límites. Y los míos estaban cerquita de llegar a su límite.

Mi madre entonces dio un pequeño respingo que noté al estar ella pegada a mi

- Laura – Dejó escapar entre sus labios intentando contener… ¿una excitación? La miré fijamente y aun que no soy mucho de interpretar señales femeninas, la boca entre abierta, los ojos entornados y las palabras dichas con susurros me daba la impresión de que estaba a mil.

Laura hizo como si nada.

La mano estaba visiblemente más adelantada que la última vez con lo que asumí que el respingo de mi madre se debía a que había tocado más de lo debido.

 - Laaaaura – Volvió a susurrar en un tono de estar pidiendo que parase, pero no mucho. Como cuando sabes que te estás perdiendo en la lujuria.

Mi madre se llevó la mano cruzada que tenía tapándose el pecho a la entrepierna. En un afán de impedir males mayores.

El pezón de mi madre quedó al descubierto, marcado como un guisante congelado en esa pequeña aureola.

Y me corrí.

Solté todos los chorros dentro de la boca de Laura. Mi vino de sopetón y no pude pararlo.

Laura se quedó quieta mientas le llenaba la boca de mi semen. Yo por mi parte en un acto reflejo, moví la pelvis y apreté con fuerza mis dedos contra el sofá.

Laura se lo tragó como si fuese lo más normal del mundo. Entonces vi que con la mano derecha no había apretado los cojines del sofá sino la pierna de mi madre.

- Lo..lo si. Lo siento. Es que no podía….. – Dije intentando excusarme a ambas. A una por apretarle fuerte y a la otra por correrme sin aviso.

- Yo… necesito una ducha urgente. – Dijo mi madre levantándose acaloradamente. Sin mirar atrás ni hacer ni decir nada más, con prisa se perdió por el pasillo hasta escuchar el portazo del baño.

- Pero que le has hecho a la mamá? – Le dije

- ¿Yo? ¿Nada, que le voy a hacer? – Dijo con malicia mientras se levantaba del suelo