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Alicia, mi gran descubrimiento

en Sexo con maduras

Alicia, otro descubrimiento.

Alicia es otro gran descubrimiento, parecía recatada, solo lo hacía creer.

Pues en esas de la vida que conozco a una mujer, en realidad te acercas a quien te llama la atención. Ella tiene 60 años, rubia de pelo largo, siempre muy arregladita y elegante, de esas mujeres que te hacen pensar.

Venimos de mundos muy diferentes y ahora vivimos en la misma sociedad. Ella lleva unos once años viuda, su marido tenía un trabajo bastante importante y cuando falleció le dejó la vida bien resuelta.

Es muy guapa de cara, tiene algún kilillo de más pero bien repartido, resultando bastante atractiva. Es una mujer simpática alegre y jovial, tiene una sonrisa muy bonita.

El caso es que nos conocíamos simplemente de vista. A ella le gusta ir a pasear, y cuando algo te interesa también te dejas caer por dónde ella pueda andar. Y poco a poco, cuando coincidíamos en algún paseo comenzamos a hablar. Es bastante culta y su conversación me resultaba siempre muy interesante, y creo que la mía a ella también. Y así fuimos coincidiendo  y más nos íbamos conociendo.

Leyendo entre líneas sus palabras me pareció entender que esa alegría que mostraba también escondía un punto de tristeza por soledad, algo le faltaba para ser feliz del todo.

Poco a poco nos conocíamos y cuando coincidíamos pasábamos un rato distendido y a gusto, pero empecé a pensar en que se podía llegar a algo más.

Un día cerca del mediodía coincidimos en un bazar de estos de todo a 100, allí estaba ella un poco liada con un tema de unas bombillas que quería comprar para cambiar en su casa. En cuanto me vio y con su habitual sonrisa me pidió ayuda, que ella no entendía. Lo que necesitaba era muy fácil y rápidamente se lo solucioné. Los dos hicimos las compras de unas cosillas y al despedirnos me dijo que tenía un problema, que no se atrevía a cambiar las bombillas y si por favor estaba dispuesto a ayudarle. Faltaría más, diciéndome si podría pasar por su casa sobre las cuatro y media de la tarde. Sabía dónde vivía más o menos y me dio su dirección exacta.

Algo se despertó en mis pensamientos, creo que la buena señora igual quería algo más profundo que un simple cambio de bombillas. Por una parte pensaba que era normal, pero el pensamiento lujurioso me decía que había bastante más asunto.

Fui a mi casa, comí, pero seguía dándole vueltas al tema, habría que ver su actitud y mantener prudencia, la situación ya me iría diciendo si debía seguir quieto o dar pasos hacia adelante. Me duché, me afeité, me acicalé un poco y me puse mi colonia preferida, no fuera que el pensamiento pecaminoso tuviera la razón.

A la hora en punto acordada estaba tocando el timbre de su puerta. Enseguida me abrió, y sorpresaaaaaa. Ella llevaba un batín negro de raso corto y escotado, debajo un camisón de tirantes también muy escotado y de tono morado de raso brillante y unas medias negras, aderezado con un perfume finamente marcado. Estaba maquillada elegantemente y sus labios pintados de rojo.

A toda velocidad pensé que mis malos pensamientos habían acertado y que lo de las bombillas era su cebo, también hay que decir que en esa trampa caía encantado.

Cerró la puerta y fue a darme dos besos, y ya decidí que tenía que avanzar, le cogí suavemente de la cintura y le di dos besos en sus labios. Ella me abrazó del cuello y me dio otros dos besos en los labios bajando suavemente mi cabeza y colocándola en el canalillo de sus pechos. Yo disfrutando de su perfume y de lo que tenía que solucionar.

Me volvió a abrazar y con delicadeza me dio dos besos en el cuello diciéndome que le gustaba mucho el olor de mí colonia, seguidamente me miró a los ojos y sonriendo me preguntó si me había dado cuenta de sus verdaderas intenciones, le respondí que aún con la debida prudencia estaba todo muy claro.

Aún y todo no sabía si del todo ella quería seguir y sobre todo hasta dónde quería llegar, por eso le pregunté si estaba segura porque ya no me quedaba más que un solo plan, comernos los dos enteritos y sin futuras obligaciones.

Nos recostamos juntos en el sofá y las cuatro manos ya iban corriendo por los cuerpos, diciéndome que este viaje lo necesitaba, que llevaba mucho tiempo sin hacer nada y que para ponerse al día me había elegido a mí.

Vaya subidón, la preciosa madurita me había elegido y preparado su trampa, se había puesto toda sugerente y bonita y me pedía que la comiera entera.

Tras unos besos con ganas y tras recorrernos los cuerpos con las manos le propuse que íbamos a necesitar un campo de juego mayor que el sofá para soltar y disfrutar de las pasiones. Sonriente me cogió de las manos y me llevó a su dormitorio. Cuál es mi sorpresa que en la mesilla del dormitorio tenía preparado en una bandeja una cubitera de cava con hielo y frascos de leche corporal y un frasco de aceite corporal, lo tenía todo muy preparadito.

Le quité el precioso batín y comencé a jugar con los tirantes del camisón, a su vez ni me había enterado pero ya me tenía en pelotas. Le bajé el camisón y quedó solo con las sugerentes medias de liga. Mientras recorría a besos su cuerpo me pidió que fuera despacito que llevaba muchos años sin hacer nada pero que no le ponía ningún límite a nada, iba a ser cuestión de poner mis habilidades a prueba.

En tan interesante reto estaba metido, comencé a jugar con un poco de cava en sus pezones, en su ombligo y en su clítoris, degustando lentamente. Notaba como se iba poniendo tensa y sencillamente cachonda a la vez. La giré y comencé a besar y a recorrer con mis besos su espalda muy suavemente, llegando a sus preciosas nalgas. Sentía que ella estaba disfrutando a la vez que se entregaba completamente.

Ahí comencé a jugar con mis dedos en su clítoris y con un poco de cava en su esfínter, juego que me llevó a un beso negro lento pero juguetón. Lamía y jugaba con mi lengua en su culo mientras notaba que se estaba calentando tremendamente.

Le volví a cambiar de postura y comencé besando de nuevamente sus preciosos pechos, y a ir bajando poquito a poco por su abdomen, llegando con suavidad a su coño. Ya lo tenía muy calentito y comencé a comérselo con tanta suavidad como con ganas. Se retorcía y yo seguía, y seguía, estaba delicioso y en su punto perfecto. Y conseguí sacarle un pedazo de orgasmo largo y exquisito. Ella no paraba de retorcerse y de tensionarse hasta que por fin se relajó.

Subí y le besé en la boca lentamente mientras me agradecía el orgasmo, estaba un poco perdido esperando sus palabras y me dijo que hacía tiempo que no había disfrutado de esas sensaciones. Tomamos unos sorbitos de cava de la misma copa y le pedí que me dejara follar ese precioso coño. Ella estaba completamente entregada, y tenía que cumplir a su nivel.

El coño lo tenía mojado y echando chispas, le puse en la posición de perrito y le di con todas las ganas, ella me tenía a cien mil, y sentía como ella disfrutaba locamente, esa era mi mayor preocupación. Intenso, muy intenso y mucho placer mutuo.

Cambiamos de postura, yo abajo y ella encima dominando los ritmos, y qué dominio, era tocar el cielo con los dedos, me reventaba de placer como ella quería, mientras ella disfrutaba todo lo que le daba la gana. Le avisé que no iba a poder aguantar mucho así, subió el ritmo y me pidió que me corriera dentro de ella, y caí como un pajarito en una brutal corrida mientras ella sujetaba mis manos y los dos coincidimos en un brutal orgasmo, mis sensaciones no sabían quién había disfrutado más, ella o yo.

Los dos necesitábamos un respiro, un traguito y resoplar, y lo hicimos en mirada cómplice, qué barbaridad de lujuria con la buena y recatada señora.

Tras el necesitado descanso las dos partes teníamos claro que todavía nos teníamos muchas ganas, lo que había pasado era poco en ese momento que juntos disfrutábamos.  Y arrancó ella cuando quiso, me cogió de la polla y comenzó a hacerme una mamada dulce, trabajada y con ganas, me puso todo lo burro que le dio la gana. En este segundo asalto tenía que hacer algo diferente y bien hecho.

Volví a tantear su coño y seguía chorreando, y allí que me fui todo loco a meter, ella disfrutaba mientras me tenía a mil. Ahí le pedí permiso para follarme su culo, y me dijo desde el principio te he dicho que sin límites. Bufffffffff……..!

Volví al beso negro lento y juguetón, trabajando con lubricante y con mis dedos, ella estaba encantada y me dijo, ese culo es tuyo y disfrútalo. En parte me extrañaba de una señora como ella, por otra parte sabía que estaba muy salida.

Allá que voy, y todo fácil para entrar, una sensación maravillosa y placenteramente brutal, comencé a bombear y a seguir bombeando, vaya polvazo me estaba despachando, de los mejores de mi vida. Ella estaba en la gloria, cambiamos tres veces de postura y no sé cuál era la más placentera. Al final estábamos en cucharita y mi cuerpo no podía más roto de los placeres. Y ahí me pidió que me corriera dentro, fue al poco decir y me fui del todo y nos volvimos a correr los dos juntos. Y hay quien dice que no hay orgasmo anal!!!

Nos recompusimos, nos abrazamos y le pregunté por cómo se había sentido, y ahí me dejó tumbado…

Me dijo, ya te avisaré para cambiar las bombillas cuando quiera, pero vete pensando en algo más fuerte y más cañero, has despertado a una mujer que era muy activa, y quiero más caña para la próxima.

Nos duchamos juntos, sobeteos, miradas y demás. Me acompañó hasta la puerta y me dijo, vete pensando en algo más cañero, esto ha sido mi vuelta a los placeres de la vida y no te imaginas que vida he tenido. Ya te avisaré!!!!

Pensando en que había despachado buena faena me fui para casa pensando en cómo cumplir y sorprenderle en la próxima faena.

Si gusta a los lectores tendré que contaros la resolución a ese reto que me puso ella.