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Mi compañera Yoli (parte 2)

en Hetero: General

                Serían cerca de la una de la madrugada cuando pensé que nuestro tórrido encuentro había tornado a su fin. Por descontado sabíamos que el parking de aquel centro comercial estaría habría ya cerrado con nosotros allí dentro.

                Seguramente los únicos vehículos que quedarían dentro serían los de los trabajadores que se encargaban de la limpieza nocturna de sus instalaciones. Y por supuesto el coche de Yolanda y el mío, que se encontraban aparcados en un rincón de la planta más subterránea.

                Ya os conté como había quedado el interior de este. Una amalgama de charcos de fluidos vaginales, meados y babas que salieron del interior de mi compañera, producto de los tres brutales orgasmos que habían provocado mis dedos en su híper sensible y castigado coño.

                Por descontado también había restos de la gran cantidad de semen que salió de mi enorme polla, al follar sin compasión la boca de mi puta, que se vio sorprendida por la gran cantidad de leche que salió de mis huevos y que su garganta no pudo succionar hasta llegar a su estómago.

                Salí desnudo de los asientos traseros dejando a Yoli tumbada en ellos intentando arreglar en lo posible, con un paquete de pañuelos de papel, el desastre en el que se había convertido su preciosa cara, mezcla de un conjunto de saliva, semen y lágrimas.

                Como pude limpié en gran parte, con algunos trapos que tenía en el maletero, el interior del coche todo lo que pude. No porque no estuviese disfrutando del los fuertes olores que se percibían por todos lados, si no porque lo que en ese momento mi olfato disfrutaba de ese desastre, producto del calentón, mañana se convertiría al secarse, en una capa rancia y maloliente que haría imposible meterse dentro.

                Al terminar cogí la manta que siempre llevo en el coche (una manta y preservativos forman parte de lo que siempre hay que llevar en el vehículo, aparte del chaleco reflectante y los triángulos de peligro), y me dirigí con mi diosa que ya se había adecentado la cara con la maestría propia de cualquier mujer.

                -Hola guapa.

                -Hola guapísimo, jajaja. Eres un guarro. Mira como me habías dejado. He gastado todo el paquete de clinex intentando limpiarme la carita -bien merecido lo tienes por empezar a calentarme desde que pedimos la primera cerveza, pensé.

                -¿Me perdonas? -poco me importaba si lo hacía o no-. ¿Puedo compensarte de alguna forma antes de que nos durmamos aquí?. Ya no vamos a poder salir del parking hasta mañana, a si es que tendremos que pasar la noche juntos en mi coche hasta que abran las puertas e irnos directamente al trabajo.

                -Umm, no sé, no sé. Has sido un chico muy malo. Me has dejado el chochito en carne viva con tus dedos. Quiero que me lo chupes y te bebas todo lo que salga de mi, hasta que consigas que me duerma -no podía creer que con lo que la había hecho una hora antes pudiese tener ganas de más, pero en fin, ya os dije que me había tocado la lotería con mi guarra y espectacular compañera.

                -Lo que tú quieras, mi vida. Quítate otra vez el vestido -ordené-, voy a hacer que te corras otra vez utilizando sólo mi boca.

                Yoli se desvistió dejando su ropa en la parte delantera del coche, quedando totalmente desnuda y tumbada en los todavía húmedos asientos traseros.

                Empecé por besar esos preciosos labios que tanto placer me habían proporcionado, para después seguir pasando mi lengua con por cada centímetro de su rostro.

                Fui bajando, sin descuidar su cuello, hasta llegar a sus perfectos pechos que culminaban en unos rosados pezones que invitaban a chuparlos hasta dejarlos tan sensibles que hasta el más mínimo roce supusiese una gloriosa tortura para Yolanda… Y así lo hice.

                Lamí cada parte de esas tetas con tanta avidez que en poco tiempo los tenía totalmente encharcados por mi saliva. Comencé lentamente, con tranquilidad, pero el ansia que tenía por chupar aquello, junto a los primeros gemidos que empezaron a brotar de la boca de mi compañera, hizo que perdiese la paciencia, comenzado a babear y lamer sus pechos como si fuese un animal.

                Acompañé mi lasciva forma de ensalivarla con pellizcos y algún mordisco en sus ya empitonados pezones. Yoli soltaba pequeños quejidos que sólo conseguían que mi mente se volviese más y más depravada.

                -Ahhhhhhh, ufffffffff. No seas bruto Jesús. Vas a dejarme mis pechitos igual de destrozados que el coño si sigues así. Auhhhh…. Joder tío -respondí a sus quejidos retorciendo sus pezones con dos fuertes pellizcos.

                -Calla y déjame hacer. Voy a calentarte hasta encontrarme tu chocho encharcado cuando llegue a él -sólo salían cerdadas de mi boca.

                -Vale cariño, pero no seas tan…. Ahhhhhhh -otro mordisco a sus pechos que ya estaban como dos tomates a causa de mi forma de tratarlos.

                Decidí apiadarme de ella dejando una camisa de fluidos bucales sobre sus tetas y continué bajando por su liso y tonificado estomago hasta encontrarme con su depilado y ya humedecido sexo.

                Abrí sus piernas dejando esa glorioso coño a la vista de mis ojos. Durante esa noche no me había fijado detenidamente en la perfección de esa "almeja" que ahora me estaba pidiendo que la devorase hasta dejarla totalmente irritada. Y vaya si lo hice.

                -¿Quieres que te lo coma?, dime que tu coño es sólo para mí. Que vas a dejar que haga con él lo que quiera.

                -Es tuyo Jesús, haz con él lo que quieras, pero empieza a comérmelo ya, por favor… por favor… No aguanto más. Necesito tu lengua dentro de mí -que cerda, joder.

                Al terminar de escuchar esto, me lancé como un loco hacia su clítoris. Chupé y mordí su pequeña vulva hasta endurecerla, mientras lo alternaba con largas lamidas por sus labios interiores. Cada pequeña cantidad de flujo que salía de su interior fue engullido por mi parte.

                -Ahhhhhhhhh, ummmm. Que gusto joder. No pares, no pares. Sigue, sigue, por favor. Me estás matando cabrón.

                Seguí chupando su delicioso chochito igual que si fuera un perro. Su perro. Metí mi experta lengua los más profundo que pude dentro de su sensible vagina. Literalmente  me la estaba follando con ella.

                -Me corro Jesús, me corro. No pares, no pares. Ahhhhhh, uhhhhhh, ahhhhhh.

                Pero paré. Ya era mía. Y ella lo sabía. Mi pene estaba en esos momentos como una estaca que necesitaba con urgencia meterse en lo más profundo del interior de ni compañera.

                -Ahhhh, pero…. Por qué paras cariño. Hazme terminar, estoy casi a punto… Te quiero dar toda mi corrida -me miró cual gata en celo.

                -Te quiero follar Yoli. Me has puesto a cien con tus gemidos. No me puedo ir de este coche sin que mi polla haya probado este coñito.

                -No por favor. No me pidas eso -me decía suplicante, aunque de poco la iba a servir-. Antes me lo has dejado destrozado con tus dedos. Me duele mucho Jesús, lo tengo muy sensible tío. Chúpamelo un ratito más, ya estoy a punto de correrme. Mañana cuando salgamos de trabajar te dejo que hagas conmigo lo que quieras.

                -Deja que meta solo la puntita un par de minutos. Voy a tener cuidado, luego termino de lamértelo hasta que te duermas, te lo prometo.

                -Jooooo, eres un puto cabrón -empezó a hacer que gimoteaba-. Venga vale, pero ves despacio por favor, no me hagas daño.

                -Te lo prometo -ya había dado el primer paso y me proponía subir la montaña hasta hacer noche en la cumbre.

                Agarré mi venosa y dura (a más no poder) polla, y la dirigí hacia su chorreante vagina.

                Metí el capullo lentamente, mientras Yolanda soltó un ligero quejido. Volví a sacarlo y a introducirlo una y otra vez durante cinco minutos, para acostumbrar su sexo a ese extraño que se había metido en su interior y no pensaba irse hasta finalizar su cometido.

                -Ahhhhh, ummmmm, así, así. Despacio por favor. Que gusto joder…

                -Ummmm, que chochito tienes Yoli. Que rico tía. ¿Me dejas meterla un poco más? -le dije mientras la besaba tiernamente introduciendo mi lengua con delicadeza dentro de su boca.

                -Métela, métemela un poquito más, joder. Haces lo que quieres conmigo, cabrón -ya estaba totalmente sometida.

                Lentamente introduje el rabo hasta la mitad de su dolorida vagina. Me quedé unos treinta segundos en esa posición para volver a sacarla toda chorreante producto de los fluidos que emanaban de las entrañas de mi amante.

                Volví a meterla una y otra vez, sin traspasar y con mucho esfuerzo por mi parte, los diez centímetros que su chochito toleraba hasta ese momento. Pero su dueña ya estaba totalmente entregada. Deseaba… Necesitaba, más bien, que ese pedazo de carne la llenase por completo.

                -Métemela hasta el fondo, por favor. Fóllame como quieras, soy tu puta. No te pares aunque me duela… Quiero ser tuya por completo. Ahhhhh…

                Y eso hice. De una fuerte embestida ensarté toda mi polla hasta el fondo de su lubricado coño. Yolanda soltó tal grito que tuvo que sonar por todo el aparcamiento al amparo del silencio que reinaba en aquel vacio lugar. La saqué del todo y volví a introducirla de un golpe una y otra vez.

                -¡Ah, ah, ah, ah, ah, ah!, dame más fuerte, dame más fuerte, por favor -me decía entre gritos.

                -¿Te gusta puta?, ¿te gusta cómo te estoy jodiendo?. ¡Toma polla, joder!, ¡toma, toma, toma!. Te voy a reventar hasta hacerte llorar -le gritaba mientras escupí en su boca, para después devorar otra vez su lengua.

                Los ruidos de los fuertes golpes que provocaban el choche de mis huevos con sus nalgas, unidos al sonido del chapoteo de su encharcado sexo, hicieron que  en mi aflorase el instinto más animal.

                Follaba su coño con tal brutalidad, que las primeras lágrimas producto del dolor y del placer que Yolanda estaba recibiendo, no tardaron en aparecer. Sus gritos y su llanto hicieron que mi polla se endureciese hasta unos límites que nunca había soñado.

                -¡Ahhhhhh, ahhhhh, ahhhhhh, fóllame, fóllame, más, más, dame más, revientameeeeeeee! -gritaba mi compañera totalmente abandonaba al placer.

                Mi polla se había convertido en una perforadora que sin el freno del interior de sus muslos (que ya habían cogido un rojo y violaceo color a causa del castigo al que ellos también estaban siendo sometidos), habría conseguido atravesar todo su interior para salir por su boca.

                Durante más de media hora estuve destrozando a base de pollazos su dolorido coño. Mientras embestía su interior con toda la fuerza que me era posible, lamia su cara como si de un perro se tratase, para recoger con mi lengua el sabor salado de sus lágrimas y su sudor.

                -Ahhhhhh, ahhhhhhhhh, ahhhhhhh, ¡me estás destrozado, hijo de putaaaaaa!!!. ¡Dame, dame, daaaaaaameeeeeeeee! -gritaba totalmente fuera de si.

                El cuerpo de Yolanda empezó a tensarse como horas antes lo había hecho, producto de la paja que la había hecho al principio. Ya conocía esa postura. Su orgasmo iba a ser inminente. Bajé el ritmo, pero no la intensidad de cada penetración. La sacaba del todo y de una fuerte riñonada se la introducía hasta llenar el fondo de sus húmedas entrañas.

                -¡Me corro, me corro, me corro! ¡Si, si, si, siiiiiii!, dame, dame, dame… ¡ahhh, ahhh, ahhh, ummmmm, siiiiiiiiiiiii, HIJO DE PUTAAAAAAA!, me cooooorrooooooooo!!!!!!!

                Yoli explotó de tal forma que los orgasmos anteriores se habían convertido en una mera anécdota viendo la violencia del climax al que llegó gracias a la brutal follada. Su corrida, mezcla de jugos y meados que salieron de esa encharcada cueva, consiguió dejar empapado todo mi estómago, mis huevos y la ya humedecida tapicería de mi pobre coche (como iba a oler mañana toda esa mezcla cuando se secase, pensé otra vez).

                Cuando terminaron los espasmos de mi compañera, que llegaron a asustarme por un momento, quedó rendida en el asiento con la cabeza a un lado, dejando caer un hilillo de babas que salían de su boca, producto del total abandono al terrible orgasmo que acababa de dejar su cuerpo sin un atisbo de fuerza.

                Me acerque lentamente a ella y besando cariñosamente su mejilla le dije:

                -¿Estás bien Yoli? -sinceramente estaba preocupado por ella.

                -Si Jesús, estoy perfectamente. Nunca me he sentido tan bien. Ha sido el mejor polvo que me han echado nunca. No me había corrido así en la vida. Gracias cielo -me decía mientras lograba controlar poco a poco su respiración y las lagrimas que aún salían de sus ojos.

                -Eres maravillosa. También ha sido la mejor follada que he tenido nunca. Eres la chica más guapa, espectacular y ardiente que he conocido en la vida. Estaría dentro de ti hasta que me muriese -la susurraba mientras nuestras bocas se fundían en un apasionado beso.

                -Pero tú no te has corrido Jesús. Perdóname, pero ya no puedo dejar que me folles más. No podría soportar tu polla dentro de mí ni un segundo. Me has destrozado el chocho, mi vida -puso esa voz que tanto me gustaba de niñita asustada.

                -No te preocupes, he disfrutado como si lo hubiese hecho -mentí, hubiese deseado vaciarme en el fondo de sus tripas, pero eso ya no iba a poder ser. ¡La madre que la parió!

                -Tranquilo feo, que eso lo voy a arreglar ahora mismo. No pienso dejarte con los huevos cargados; además, la niña quiere otro vaso de leche calentita antes de dormir. ¿me das otro vasito de lechita papi? -Yolanda for president, Yolanda for president, pensé- acércamela.

                Y por orden de mi diosa acerque a su boca mi erecta y brillante polla, llena de fluidos y orín que habían salido de ese glorioso coño.

                Esta vez la deje hacer. Ya no quería volver a follarle la boca como antes. Había aguantado toda la noche mi depravación sin apenas quejarse. Era momento de dar a mi niña su polo para que lo disfrutase como ella quisiese.

                Cinco minutos estuvo chupándomela. Alternaba lamidas lentas por todo mi tronco y mis huevos, con algunas tragadas de polla hasta alojar mi rabo en lo más profundo de su garganta. Durante toda la felación mantuvo la mirada fija en mis ojos. Con este gesto de putita sumisa, unido a la maestría con la que su boca se desenvolvía con mi falo, logró sacarme otra vez hasta la última gota de leche.

                -Ya viene, ya viene tu lechita caliente. ¡Me corro, me corroooooo!

                Y mientras veia como mi compañera asentía con la cabeza  con mi carne alojada en el interior de su boca, descargué en su garganta todo el semen que mis testículos habían logrado acumular desde la última corrida. Otra buena cantidad de lefa salió de nuevo de mi interior, pero esta vez no fue tan intensa como la primera, con lo que Yoli pudo tragar todo esta vez y recibir el vaso de leche que tanto deseaba antes de dormir.

                Limpió mi polla lentamente de todo resto de semen y fluidos que podrían quedar en ella, para sacarla brillante y reluciente, y terminar dándole un beso en la punta como agradecimiento a todo lo que ese rabo, mi rabo, su rabo para siempre, la había hecho disfrutar esa noche dentro de ese coche.

                -Gracias Yoli, eres la mejor -le dije mientras volví a besarla y con esto saborear otra vez el interior de su boca.

                -Lo sé Jesús, ya lo sé -dijo mientras me guiñaba un ojo-. Pero sabes que todavía no has cumplido tu promesa. Quiero que me comas el coño hasta que me quede dormida, creo que tu niñita se lo merece por lo buena que ha sido esta noche contigo, ¿no?

                -Claro cariño,  tu relájate y descansa ya. Veras que pronto se va a quedar mi niña dormida…

                Volví a abrir sus piernas y enterrar mi boca en su palpitante e hinchado coño. Cada pasada de mi lengua por hasta el último centímetro de su sexo, hicieron que Yolanda fuese cerrando los ojos poco a poco, entre ligeros gemiditos que la iban llevando inexorablemente a un merecido y placentero sueño.

                -Jesús, gracias por esta noche -me dijo ya prácticamente en un duermevela-. Mañana te entregaré también mi culito si quieres. ¿Vale? Gracias cariño, gracias -y al fin callo rendida.

                -Vale Yoli, mañana tu culo será también mío -dije mientras mis palabras se perdían en el interior de sus muslos.

                                                                                                                      Continuará………………………