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Superheroinas.- Strongwoman 1

en Fantasías Eróticas

STRONGWOMAN 1

   La furgoneta salió despedida y se estrelló contra un muro cercano. Cuando su conductor trató de arrollar a la musculosa superheroína que le había dado el alto desde el centro de la calle Strongwoman había cogido su parte frontal con sus dos poderosos brazos y la había lanzado contra un muro cercano. Sus ocupantes salieron tambaleándose del vehículo destrozado. Eran cinco hombres fuertemente armados y aspecto de malas pulgas; cinco exmilitares que acaban de robar un banco dejando un reguero de heridos entre policías y civiles. Los tipos eran enormes, estaban entrenados y decididos a superar el último obstáculo que se les presentaba en forma de increíble mujer.

- Deponed las armas y nadie más resultará herido - Dijo la superheroína. Por respuesta los hombres abrieron fuego. Strongwoman ni siquiera hizo ademán de cubrirse mientras las balas rebotaban inofensivas contra su cuerpo. Esos pequeños trozos de metal no tenían el tamaño suficiente para herirla. La explosión de una granada de mano tampoco frenó su avance, aunque esta vez sí se cubrió los ojos para evitar más que nada la molestia del polvo en los ojos. Agotada la munición lo más prudente habría sido tratar de huir, pero el suculento botín y el subidón del combate hizo que los atracadores siguieran atacando y tratando de reducir a la superheroína. Tratándola de tomar por sorpresa uno de los hombres la atacó por detrás con una pesada barra de hierro que impactó sobre las anchas espaldas casi desnudas de la superheroína mientras por delante el resto de los atacantes se lanzaba con puños americanos y cuchillos. La pelea duró poco. Un ligero codazo, no había necesidad de matar, hacia atrás impactó en la cara del atacante que tenía a su espalda que salió despedido a varios metros con la nariz destrozada. El resto de atacantes no corrió mejor suerte. Cogió a dos de ellos con sus manos por el cuello los levantó y chocó sus cabezas. Los hombres cayeron desplomados al suelo. Los dos últimos atracadores parecían más hábiles en la lucha cuerpo a cuerpo y mantenían las distancias con la superheroína lanzando rápidos ataques y retrocediendo más rápidamente aún antes de ser alcanzados por esas manos que con tanta facilidad habían parado en seco su vehículo y acabado con el resto del grupo. Hacían fintas y amagos mientras se movían alrededor de la superheroína que permanecía tranquila consciente de la futilidad de sus ataques.

- No os cansáis, chicos? Yo sí y tengo mejores que hacer que andar jugando con vosotros.

  Uno de los hombres picado en su orgullo lanzó una patada a la entrepierna de la mujer creyendo que ahí su cuerpo sería más vulnerable. Pero la mujer se dejó golpear con una sonrisa y cerró sus poderosos muslos sobre la desdichada pierna. Se oyó un horrible chasquido y el hombre se quedó en el suelo aullando con la pierna rota. El último atracador trató de huir, pero el instante de desconcierto y al ver a su camarada gimiendo de dolor fue suficiente para que la superheroína lo dejara inconsciente de un puñetazo.

- A partir de aquí puede ocuparse la policía- Pensó la superheroína contemplando a los heridos y derrotados delincuentes, mientras se alejaba del escenario de la pelea y se oían las sirenas de los coches patrulla.

                                                                     ............................

- Es ridículo. ¡No tiene sentido que atrapemos superdelincuentes si después no hay cárceles que puedan retenerlos! - El General estaba furioso, y no era la primera vez que manifestaba su disgusto en la reunión mensual de seguridad del Comité de Superamenazas. La última fuga de Furius se había producido precisamente en el día de la presentación orgullosa por parte del Ministro de Seguridad del nuevo módulo de seguridad para superdelincuentes delante de toda la prensa invitada. Las fotografías y videos de la huida circulaban por toda la red y la cascada de dimisiones amenazaba con empezar muy arriba y acabar muy abajo.

- General, las instalaciones penitenciarias están pensadas para retener a delincuentes normales, pero cuando hablamos de personas con fuerza para derribar una pared a puñetazos, salir volando de los patios o ser tan rápidos que ni las balas les alcanzan... Hacemos lo que podemos. Nuestros mejores técnicos analizan los materiales de retención e inmovilización, multiplicamos por cinco los límites que consideramos seguros, siempre que el presupuesto lo permite, y aun así no dejan de ser estimaciones teóricas que cuando las vayamos a la práctica pueden fallar.

- No pueden fallar, Doctor, ¡¡Fallan estrepitosamente!! Precisamente para eso se le contrató ¿Con todo el dinero que nos cuestan sus pruebas resulta que ahora son incapaces de hacer unos puñeteros cálculos correctos?

- Con el debido respeto, General, las pruebas que hacemos emplean a delincuentes, ¡que no son sujetos precisamente fiables! Nos mienten constantemente y disimulan sus verdaderas fuerzas, no facilitan nuestras investigaciones, al contrario, sabotean de todas las maneras posibles nuestros esfuerzos buscando la ocasión de escapar.

 - Tal vez su enfoque resulte equivocado, Doctor.

  Todas las miradas se dirigieron a Strongwoman, aunque hasta ese momento lo hubiesen evitado, y no por falta de ganas, sino por mera precaución. El espectacular cuerpo de la superheroína en su escaso uniforme que podría ser el de cualquier jugadora de vóley playa que quisiera lucirse especialmente. Se ajustaba como un guante a todas sus curvas. La escasez de la tela dejaba a la vista sus musculoso torso y marcadas abdominales; su ancha espalda de nadadora, así como sus impresionantes brazos y piernas musculados. Pero lo que más vistas atraía sin duda era su marcado escote que apenas tapaba unos turgentes pechos de un tamaño impropio en un cuerpo tan fibroso, pero estaba claro que la fisonomía de las superheroína no era la misma que la de las mujeres normales. La excusa habitual para tan escasa ropa era que dado los raros y carísimos materiales con que estaban confeccionados los trajes de las superheroína había que reducir su tamaño todo lo posible. Muchos sospechaban que no podía ser casualidad que fueron unos diseños tan sexis más propios de strippers que de luchadoras contra el crimen. Algunos argumentaban que así distraían a los villanos durante sus combates. Otros que simplemente querían lucir sus impresionantes cuerpos. Y viendo como los puntiagudos pezones de la superheroína se marcaban contra la tela mostrando claramente su tamaño  y contundencia era fácil comprender porque era la teoría que mantenían la mayoría. Pero quienes trataban con Strongwoman sabían que era mejor no fijarse mucho en sus encantos personales, al menos de manera descarada, y más de uno había pagado la excesiva curiosidad de sus ojos o manos con una larga temporada en el hospital.

– ¿A qué se refiere, Strongwoman?

  La superheroína se pasó la mano por su media melena corta y rubia antes de responder y juntó sus brazos sobre la mesa mientras se inclinaba. Era increíble que el body que llevaba no reventase por la presión de sus enormes pechos que asomaban por un canalillo infinito y los costados de la prenda.

– Es obvio que debe encontrar sujetos con los que poder realizar sus pruebas adecuadamente.

– Sin duda, pero los superhéroes siempre andan demasiado ocupados persiguiendo supervillanos o ayudando en catástrofes… - el sudor del Doctor delataba sus esfuerzos por seguir hablando a la cara de la superheroína y no a su escote.

–    Cierto, pero su incompetencia a la hora de mantenerlos encerrados ha llegado a tal situación que se hace necesario nuestra intervención. Por eso estoy aquí. Me han enviado para que le ayude.

– ¡Eso sería fantástico! Justo lo que necesitamos. - Respondió adulador el Doctor.

– ¿No es algo arriesgado - Preguntó el General- someter a una de nuestras superheroínas más valiosas a este tipo de pruebas y que resultara herida o …?

– Por favor, General, no sea ridículo. Sus juguetitos militares no pueden causarme siquiera molestias, pero tal vez pueda ayudar a mejorarlos lo suficiente para que nos sean de utilidad.

– Creo que está subestimando las capacidades del Doctor, Strongwoman.

– Jajajaja. Es usted realmente gracioso, General, pero le agradezco la preocupación. Si me rompen una uña les pasaré la factura de la manicura, no se preocupe.

–    Muy bien, pues entonces no hay nada más que hablar.

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  Durante las siguientes semanas en las instalaciones secretas del Doctor, Strongwoman se sometió a todo tipo de pruebas que la superheroína pasaba sin despeinarse. Fueron probados muchos materiales para desarrollar grilletes, esposas, cadenas y correas con los que tratar de inmovilizar a la superheroína, pero estaba los rompía con pasmosa facilidad. Igualmente eran probadas celdas con todo tipo de rejas, muros y ambientes desde las más fríos a los más ardientes, pero ninguno parecía mermar las fuerzas de la mujer que con una sonrisa siempre salía de las mismas reventando las puertas de un golpe o doblando los barrotes. Descargas eléctricas, gases, impactos de proyectiles, nada parecía hacer mella en la extraordinaria mujer. El Doctor sin embargo estaba encantado con las pruebas y parecía inmune a las burlas de la superheroína por sus estrepitosos fracasos al tratar de vencerla, incluso le aseguraba que estaban haciendo grandes avances.

– ¿Que hay debajo de esa sábana, Doctor? - Preguntó Strongwoman mientras paseaban por las instalaciones. El Doctor tardó un poco en contestar pues estaba distraído viendo como el body de la superheroína subía peligrosamente más allá de sus piernas y apenas tapaba su rotundo culo y dejaba poco a la imaginación de sus suculentas curvas.

– Ohhh... Es un mero prototipo. Todavía está en sus primeros test. No merece su atención.

– Ha despertado mi curiosidad. Enséñemelo. -Strongwoman nunca pedía. Simplemente ordenaba. Y el hecho de que le negaran algo, por nimio que fuera, era motivo para insistir en ello.

– Claro, Strongwoman. - El Doctor retiró la sábana y quedó a la vista un aparato con forma de gran aspa de acero cromado con argollas en los extremos al final de donde, supuso la superheroína, debían ponerse brazos y piernas.

– No parece gran cosa, Doctor. ¿Cuál es su finalidad?

– Bueno, trataría de inmovilizar a un sujeto aprovechando su propia fuerza del para sujetarlo y agotarlo.

– Me parece un aparato de gimnasia para fortalecer los bíceps! ¿No conseguirá sólo poner en forma a los presos? - El Doctor, una vez más, no contestó al sarcasmo de la superheroína y se limitó a observar como ésta curioseaba la máquina tocando por aquí y por allá- Y no parece que la postura sea nada forzada a lo sumo algo incómoda -Strongwoman se colocó en la posición que marcaban las argollas, haciendo una gran equis con sus brazos y piernas extendidas. Incluso llegó a pasar sus pies y manos dentro de las mismas. En ese mismo instante las argollas se cerraron sobre sus muñecas y tobillos con un ligero click. A la vez un ligero zumbido sonó en la sala. La mujer ni siquiera pareció percatarse de ello- Es el artilugio más ridículo que me ha mostrado hasta ahora, Doctor.

– Tal vez pronto deje de parecerte tan ridículo.

La superheroína trató de liberarse forcejeando levemente, pero las argollas no cedían.

– Será mejor que abra estas argollas, Doctor. No querría romperle su juguetito sin haberlo acabado todavía.

El Doctor contempló sonriente a la superheroína.

– Prueba, Strongwoman. Tal vez te lleves una sorpresa.

– Como quiera, Doctor, no diga que no le he avisado. Ya le explicará la factura al General.

Strongwoman se había hartado de aquel aparato que la tenía en una postura tan ridícula y de la repentina suficiencia del Doctor. Así que flexionó sus brazos y piernas con la idea de hacer pedazos aquél montón de acero. No pasó nada. Volvió a intentarlo ya en serio con más fuerza y … nada. Las argollas no habían cedido ni un milímetro - ¿Qué diablos pasaba? - Se preguntó la superheroína- ¿Cómo podía ser que aquellas ridículas argollas se le resistieran?

– He de reconocer que me ha sorprendido, Doctor. Parece que por fin uno de sus inventos va a poder retener a algo más que un simple carterista.

– Sí, por ahora parece que ha podido retener a una superestúpida.

Strongwoman se quedó atónita. Jamás nadie le había hablado en ese tono, ni tuteado ni mucho menos insultado!

– Me parece que alguna de las drogas con las que experimentas te ha ablandado el cerebro, Doctor. Como vuelvas a hablarme así será la última vez que pueda usar todos sus dientes.

  El Doctor se acercó hasta la superheroína y le dio un sonoro guantazo. La superheroína no sintió el más mínimo dolor, pero la humillación la mortificó más que si hubiera recibido un misil tierra-aire.

– Maldito imbécil ¿Cómo te atreves?!! ¿Te has vuelto loco o qué? Esto te va a costar caro, Doctor –Siseó con furia la superheroína, mientras volvía a flexionar sus músculos, esta vez ya empleándose a fondo y sintiendo como las argollas empezaban a moverse. El Doctor retrocedió unos pasos y observó cómo los fuertes brazos se tensaban marcando los voluminosos bíceps de Strongwoman y desplazaban las argollas por sus raíles hasta prácticamente llegar a juntarlos, pero a medida que se acercaban entre sí los brazos de la superheroína el esfuerzo que tenía que hacer aumentaba brutalmente y el enrojecimiento de su cara y repentino sudor  de su cuerpo eran prueba de ello. Con un rugido de rabia llegó a cruzar los brazos sobre sus pechos y aún mantenerlos un tiempo ahí, pero sus músculos ardían por el esfuerzo y tuvo que ceder al tirón de las argollas hacia atrás que tiraron de sus brazos hasta su posición original en cruz. La superheroína jadeaba por el esfuerzo y no daba crédito a lo que estaba pasando. ¡No podía liberarse de aquella maldita máquina!

– Supongo que estarás sorprendida, lo cual sería una de las escasas muestras de inteligencia que has mostrado hasta ahora, superestúpida ¿Puedo llamarte así? Bueno, supongo que sí, ¡al menos no veo cómo vas a evitarlo!

  Los ojos de la superheroína llameaban de furia asesina y una vez más volvió a juntar los brazos tratando de liberarse, pero con el mismo resultado. Forcejeó como una leona enjaulada. Hizo fuerza en todas las direcciones. Lo intentó una y otra vez haciendo que la estructura de la máquina vibrara ante el poderío de sus músculos, pero no conseguía romper nada ni llevar las argollas más allá del cruce de sus brazos sobre su pecho. La orgullosa superheroína lo intentó de nuevo y otra y otra vez sin descanso. Al cabo de una horas, jadeante y sudorosa por el esfuerzo, paró para descansar. Por primera vez en su vida Strongwoman sentía arder sus músculos por el esfuerzo realizado y como estos temblaban de cansancio. El Doctor, que se había sentado mientras se divertía con el espectáculo de ver como la superheroína se iba agotando, se acercó y se quedó plantado delante de ella.

– Vaya, he de reconocer que estoy asombrado por tu fuerza. No creí que fueras capaz de hacer tanto tiempo - Pasó sus manos por los brazos extendidos de la mujer que tenía sus músculos hinchados por el esfuerzo al que habían sido sometidos haciéndolos parecer más voluminosos todavía.

– Quítame tus asquerosas manos de encima! - Le gritó la mujer- Cuando destroce esta maldita máquina no va a haber un agujero lo bastante profundo donde puedas esconderte de mí y entonces desearás no haber nacido!

Strongwoman por primera vez se veía impotente en manos de un hombre y no sabía ni siquiera cómo se sentía. Una vorágine de pensamientos y sensaciones la recorrían. Sobre todo, una sensación extraña le ascendía desde el estómago y llegó a la conclusión que era lo que la gente solía describir como... ¿temor?

– Creo que voy a tener que enseñarte a tratarme con el debido respeto. Hasta ahora sólo tu soberbia se ha paseado por estas instalaciones. Es hora de que recibas una lección y a la vez que yo me lleve algún disfrute extra por todo el trabajo que he llevado a cabo y que con tanta ingratitud has correspondido.

  Las manos del hombre siguieron recorriendo los brazos de la superheroína acercándose cada vez más a sus pechos, que atónita no podía creer lo que iba a ocurrir. Las manos del Doctor llegaron hasta sus tetas y empezaron a acariciarlas por encima del escaso top de su body. Con otro rugido de rabia Strongwoman volvió a cruzar los brazos sobre su pecho y el Doctor sacó sus manos para que estas no se convirtieran en carne picada. La superheroína dejó sus brazos cruzados resollando nuevamente y sudando profusamente. Las gotas caían de su frente hasta su canalillo; se deslizaban por su abdomen, por sus piernas. Su cuerpo mojado brillaba bajo las luces de los focos.

– Vamos, no seas tímida. Te encanta lucir estas tetazas delante de todo el mundo, ¿no? Llevas meses paseándote por mi laboratorio con ese culot y ese escaso top. No veo qué problema hay en que me muestres un poco más.

  La superheroína gruñó de rabia y de esfuerzo, pero poco a poco sus fuerzas cedieron y nuevamente quedó con los brazos extendidos y expuesta al Doctor, que no perdió el tiempo y volvió a llevar sus manos a los enormes y turgentes pechos de la mujer para empezar a acariciarlos.

– Realmente tienes unas supertetas!

  La superheroína, aunque mortalmente humillada por ese abuso, estaba agotada y sus forcejeos apenas ya movían las argollas de su sitio para impedir que el hombre siguiera magreando sus tetas, así que únicamente giró la cabeza para no ver la cara de satisfacción del Doctor. Ahora había que recuperar fuerzas y pensar como escapar de esa trampa en la que tan estúpidamente ella misma se había metido cegada por su soberbia. Las manos del hombre seguían acariciando sus pechos y pasaron por encima de sus pezones, que muy a su pesar respondieron hinchándose y marcándose todavía más por debajo del top como dos balas esperando ser disparadas. El hombre los retorció, aunque ningún dolor sintió la superheroína. Las fuerzas de un hombre normal estaban muy lejos de poder causarle dolor alguno, pero Strongwoman lo hubiera preferido mil veces a sentir ese placer traidor por la estimulación erógena de sus tetas. Los dedos del hombre seguían con una mano retorciendo los pezones de la superheroína que se marcaban más y más debajo del top y la otra mano se fue colando debajo de la ropa y acarició la suave piel de los tremendos pechos. A pesar de su propósito de esperar el momento más oportuno para volver a actuar, Strongwoman no pudo soportar ese magreo en sus tetazas directamente sobre su piel y volvió a tratar de cruzar los brazos, pero el poco tiempo de descanso no había bastado para reponer sus fuerzas y las argollas apenas se movieron, dejando ya a sus poderosos bíceps totalmente agotados y sin capacidad de moverse. Eso era lo que su captor precisamente estaba esperando y rio cogiendo el borde del top para levantarlo lentamente disfrutando del momento en que dejó al descubierto las tremendas tetas de la superheroína que volvió a rugir de rabia y frustración totalmente impotente ante el hombre que la estaba desnudando. El Doctor dio un paso atrás embelesado.

– Qué espectáculo! ¡Sin duda tienes las mejores tetas que he visto en mi vida!

– Estás muerto, Doctor. Pagarás con tu vida por esto.

- Palabras, palabras... - El Doctor volvió a acercarse a la mujer y esta vez sus labios y su lengua se sumaron a sus manos en la delectación de esos magníficos pechos.

– Deje de tocarme!! ¡No puede hacerme esto! ¡Soy Strongwoman!!

  La superheroína volvía forcejear con sus argollas tratando de liberarse, pero apenas un tintineo sordo revelaba sus fútiles intentos mientras la boca del hombre se daba un banquete con sus tremendas tetas que respondían involuntariamente endureciendo aún más sus pezones. La superheroína rugía de rabia y frustración… sobre todo al notar cómo su cuerpo respondía a las caricias del hombre y empezaba a excitarse. No entendía como aquello era posible cuando lo único que quería era liberarse para matarlo. Este había rodeado con sus labios uno de los pezones y lo acariciaba con pericia con la lengua mientras que con una mano retorcía suavemente el otro pezón. La otra mano amasaba con insistencia y suavidad los enormes pechos de la mujer que impotente se dejaba acariciar. No podía negar que el hombre manejaba su lengua y sus manos con gran habilidad. No recordaba cuando fue la última vez que le habían chupado y amasado tan bien las tetas… Y eso que entre sus amantes figuraban algunos de los más dotados superhéroes y superheroínas. La mujer decidió que lo mejor era dejar que el Doctor siguiese aprovechándose de ella para darle tiempo a sus músculos a recuperarse y esperar una buena oportunidad para escapar. Con lo que no contaba es que aquel bastardo le estuviera dando tanto placer. Que llevara bastante tiempo sin un buen polvo tampoco ayudaba a mantener la compostura. Para su horror su entrepierna había empezado a humedecerse con las caricias del Doctor. Aunque jamás lo reconocería, el verse por primera vez en su vida indefensa en las manos de un hombre le había despertado un cierto morbo y, aunque tratara de negarlo y se odiara por ello, la reacción de su cuerpo era evidente. Mientras la boca, del hombre seguía incansable besando, lamiendo y chupando las tetazas de Strongwoman, sus manos empezaron a descender por los costados de su cuerpo hasta llegar a su cintura y de ahí a su macizo y redondo culo. Esta nueva profanación de su cuerpo hizo reaccionar a Strongwoman que volvió a cerrar sus brazos tratando de aplastar la cabeza del Doctor entre ellos.

- ¡Saca tus asquerosas manos de mi culo, cabrón!!

  El grito de la superheroína alertó al Doctor que pudo apartarse de nuevo a tiempo para evitar ser triturado entre sus enormes bíceps, pero no lo suficientemente rápido para evitar que uno de los brazos le rozara ligeramente, mandándolo despedido a la otra punta de la sala donde chocó estrepitosamente contra la pared. Strongwoman resoplaba por el esfuerzo mientras veía como el hombre se levantaba tambaleándose un poco. Esperaba haberlo matado o herido gravemente, pero parece que sólo se había llevado un buen empujón.

- ¡Vaya, eso ha estado cerca!! Veo que a la gatita aún le quedan ganas de sacar las uñas. Voy a tener que amansarte …

- Vuelve a acercarte y verás…

- No, veo que no es buena idea estar tan cerca de ti… todavía. El Doctor se acercó a una consola cercana y empezó a manipular botones. Dos nuevas abrazaderas se desplegaron en el aspa donde estaba atada la superheroína cerrándose sobre sus bíceps y dejándola más inmovilizada todavía. Tras pulsar otro botón un ariete mecanizado sobre ruedas de aspecto demoledor entró en la sala y se situó enfrente de la mujer. Su mazo metálico en forma se impulsó hacia atrás y golpeó el desprotegido abdomen de la mujer. El impacto fue terrible y aunque Strongwoman contrajo sus marcados músculos abdominales no pudo evitar que el mazo la golpeara de lleno y le hiciera expulsar todo el aire de sus pulmones haciendo que se doblara lo que le permitían sus ataduras. El ariete volvió a retirarse y comenzar a golpear de nuevo. La superheroína tenía tiempo para contraer sus poderosos músculos abdominales, pero pronto los continuos golpes fueron haciendo mella en ellos debilitándolos con cada embestida y empezó a soltar un leve gruñido cada vez que el mazo metálico la golpeaba. La superheroína nunca se había visto en tal situación. Estaba recibiendo el mayor castigo de su vida y pronto todo su cuerpo estaba perlado de sudor nuevamente, pero esta vez por el esfuerzo de aguantar semejante paliza. El Doctor estaba atento a distintos indicadores de la consola y parecía satisfecho con lo que veía. La máquina incansable seguía castigando el abdomen de la la superheroína que a los 20 minutos pasó de notar un ardiente calor en la zona abdominal castigada a una desagradable y horrible sensación que nunca había sentido. Con gran sorpresa descubrió que aquello tenía que ser … ¡Dolor!

- Supongo que te preguntarás cómo este ariete te esté causando tanto daño, cuando todas mis pruebas anteriores apenas llegaban a molestarte. Bueno, he de reconocer que hacía un poco de trampa y que sólo ponía mis armas al diez por ciento de su potencia para estudiar su grado de impacto, deformación de materiales, etc. De hecho, el ariete está ahora a un 25% de su potencia y parece que ya no te ríes tanto de mis inventos, ¿verdad, Strongwoman?

  La superheroína empezaba a estar aturdida por los golpes y por los acontecimientos de ese nefasto día. Por primera vez en su vida se veía sometida e indefensa; por primera vez en su vida sentía dolor; y por primera vez en su vida estaba empezando a sentir una emoción que le encogía el corazón: Miedo. Demasiadas cosas para procesar y asimilar tan deprisa. - ¡Esto no puede estar pasando - Pensaba la superheroína- Es una pesadilla y en cualquier momento despertaré! ¡Soy Strongwoman!! ¡Esto no puede pasarme a mí!! -Pero no despertaba de la pesadilla y el castigo continuaba y continuaba recibiendo golpes ya casi continuamente, pues el Doctor había ido aumentando la velocidad del ariete. La superheroína ya no trataba de liberarse, sino que concentraba todas sus fuerzas en tensar su abdomen para resistir los golpes. Para su horror, de pronto comprendió que a diferencia de los enemigos a los que se había enfrentado hasta ahora, aquella máquina no conocía el cansancio y no iba a parar. Y aquel demente decía que ese mazo sólo la estaba golpeando a una cuarta parte de su potencia. Si eso era cierto esa cosa podía llegar realmente a lastimarla. ¡No podía ser!! Nada le había hecho nunca el más mínimo rasguño, pero no podía negar el dolor de su abdomen y que cada vez le costaba resistir más los impactos del demoledor ariete. Lo que no sabía era que el Doctor iba un poco de farol. El ariete había respondido bien y estaba consiguiendo hacer mella en Strongwoman, pero estaba llegando a su límite y de seguir a ese ritmo pronto se destrozaría. No esperaba que tras una hora de golpes la superheroína no estuviera gritando de dolor y pidiendo clemencia, pero sí estaba jadeando y agotada, y por primera vez veía una expresión de miedo en su cara, que era lo que realmente había estado esperando. El cuerpo de aquella poderosa superheroína era una fortaleza formidable y no podría quebrarlo sin quebrar primero su voluntad y ánimo de lucha. Y para eso nada mejor que el miedo.                                     -Es hora de emplear un poco de psicología - se dijo el Doctor- Pulsó un botón y el ariete paró. La superheroína no pudo evitar soltar un gran suspiró de puro alivio y por fin pudo relajar sus castigados músculos que ardían como el fuego. Si no fuera porque estaba atada es probable que hubiera caído de rodillas. El hombre se acercó al cuerpo semidesnudo de Strongwoman que había dejado caer la cabeza sobre su pecho totalmente agotada. La cogió del pelo y levantó su cabeza para mirarla a los ojos. La mujer respondió furiosa a la mirada, pero en el fondo de ellos se veía que había anidado el miedo.

- Bueno, parece que ya no estás tan valiente, ¿verdad? Te ha gustado mi “juguete”. Creo que este también va a gustarte. Saco de su bolsillo lo que parecía una pequeña navaja.

- ¿Vas a pincharme con tu navajita, cabrón? - Respondió la superheroína con más valor en su voz del que realmente sentía. El Doctor rio ante la brava respuesta de Strongwoman. Le gustaba ver que todavía tenía ganas de luchar. Eso lo hacía más interesante.

- No, realmente no. Tal vez pudie, pero me llevaría demasiado tiempo y lo más probable es que acabara rompiendo su hoja. Prefiero usarla para otra cosa... - Dijo, mientras deslizaba la hoja por el cuerpo musculoso de la mujer hasta llegar al top que permanecía enrollado debajo de sus tetazas. Lo pasó por entre la piel y la tela hasta llegar a la espalda donde se cruzaba formando un tirante que lo mantenía sujeto. El hombre cortó primero un tirante y luego el otro. La superheroína estaba atónita. Esta tela estaba diseñada para resistir todo tipo de impactos, cortes y quemaduras, pero aquella navaja lo había cortado como si fuese delicada seda.

- ¿Cómo… Cómo es posible....? - Balbuceó la mujer cuando el top cayó a sus pies.

- No quiero aburrirte con detalles, que además no entenderías, pero habrás oído aquello de que sólo un diamante puede rayar a otro. Pues es el mismo principio. Tu uniforme y está navaja están hechos del mismo material, pero mientras que para poder usarse como ropa se modificó para darle la máxima elasticidad y adaptabilidad, para mi navaja me he centrado en su dureza y capacidad de cortar - Mientras el hombre iba explicando la navaja había ido descendiendo en su recorrido por la piel por el costado de la mujer; se había recreado en sus pechos  pasando suavemente por los pezones que ante el estímulo y el miedo de la mujer se habían vuelto a endurecer y sobresalían como balas. La navaja siguió bajando hasta llegar a la cintura de la superheroína y se deslizó debajo de su culot. La superheroína atónita vio como la navaja cortaba la tela y la prenda se soltó de un lado de la cadera.

 - Qué haces!!!? ¡Déjame ya!!!

  El Doctor siguió deslizando la navaja por la cintura de la mujer que se había quedado paralizada ante esta nueva humillación y por temor a que su propio movimiento hiciera caer la prenda. La navaja llegó a la otra cinturilla del top que fue cortada con la misma diligencia. La prenda se mantenía en su sitio, pero con los brazos y las piernas abiertas en cruz su adherencia a la piel era lo único que impedía que cayera. El Doctor cogió la prenda cortada por uno de sus extremos y tiró de ella dejando a Strongwoman desnuda, salvo por un diminuto tanga negro que apenas tapaba su abultado sexo. El hombre de deleitó con ese escultural cuerpo. La Superheroína sintiéndose mortalmente humillada había bajado la cabeza para no ver la cara de satisfacción de su captor.

- No dices nada? Tal vez tenga que hacer algo para hacerte hablar de nuevo.

  El hombre se dirigió a los controles y puso de nuevo en marcha el ariete. La superheroína tragó saliva y contrajo sus abdominales a la espera del nuevo golpe, pero cuando este llegó no fue donde esperaba. El Doctor había cambiado el ángulo de impacto del ariete y éste golpeó con fuerza las tetazas de la superheroína que por primera vez no pudo evitar dar su primer grito tanto por la sorpresa como por lo sensible de la zona golpeada y el dolor que había sentido. Además el doctor había decidido aumentar la potencia del golpe poniendo el ariete al cincuenta por ciento de su potencia. El golpe habría matado a rinoceronte, pero en el caso de Strongwoman sólo le produjo dolor, eso sí, el mayor que había experimentado hasta ahora en su corta experiencia con él. Cuando el ariete se retiró vio que sus enormes pechos seguían en su sitio y no habían reventado, lo cual había sido su loco pensamiento al sentir como se aplastaban por el brutal mazazo. Las personas normales sienten dolor desde que nacen y se van acostumbrando a él, aprendiendo a controlarlo incluso, pero Strongwoman nunca había pasado por esa experiencia y eso la hacía ahora mucho más vulnerable al mismo por la sorpresa y el pánico repentino que se había apoderado de ella y que le hacía imaginar toda clase de horrores. Ahora sí levantó la cabeza y con verdadero miedo en los ojos vio el balanceo del ariete y como de nuevo se dirigía a sus pechos con terrorífica velocidad. El segundo golpe le dolió más que el primero y ahora sí aulló de auténtico dolor. No creía que aquello pudiera doler más, pero con horror comprobó que cada golpe era peor que el siguiente y en vano se revolvió contra sus ataduras tratando de liberarse. Se había resistido a gritar mientras el ariete machacaba sus abdominales por dignidad y por no darle ese placer a su captor. Pero aquello era distinto. Ahora no le importaba lo que el Doctor o nadie pudiera pensar al oír gritar a la otra hora orgullosa superheroína. Su parte más irracional sólo quería que aquello paraba y gritaba como una presa acorralada. Los gritos de dolor de Strongwoman confirmaron al Doctor que por fin había comenzado a quebrar su resistencia, y por experiencia sabía que cuando una fortaleza empezaba a agrietarse su desmoronamiento total se producía muy rápidamente como en un castillo de naipes cuando quitas la carta adecuada. La humillación de verse impotente y prácticamente desnuda ante su captor había tenido un efecto devastador en el ánimo de la superheroína y el repentino y lacerante dolor había abierto las compuertas del miedo que ahora corría libre por la mente de la mujer. Las tetazas de la superheroína se iban enrojeciendo a medida que el castigo continuaba. Si no hubiera estado tan aterrada se habría dado cuenta de que sus impresionantes y enormes pechos actuaban a modo de airbag y que en realidad el ariete no le estaba provocando grandes daños, pero el pánico había hecho presa en ella y cada vez que veía el terrible mazo impactar sobres sus tetazas creía que iban a reventar. El atroz castigo continuó implacable y gritos agudos al principio de Strongwoman empezaban a sonar roncos de tanto chillar a medida que la tortura continuaba. El Doctor sonreía satisfecho mientras veía a la superheroína retorcerse de dolor y tratar en vano de liberarse. La indefensa superheroína giraba el cuerpo en todos los ángulos que podía para evitar el temible golpe del ariete, pero eso sólo conseguía que el mismo impactara sobre los costados de sus tetazas y costillas. La superheroína gritaba de dolor y terror. En un momento dado el hombre volvió a cambiar el ángulo de impacto y el ariete se estrelló de nuevo contra las marcadas abdominales de la mujer. Tomada absolutamente por sorpresa el ariete se incrustó profundamente en el estómago de Strongwoman vaciando todo el aire de sus pulmones y dejándola al borde del desfallecimiento. El hombre detuvo el ariete y la superheroína se quedó resoplando tratando de recuperar el aliento. Su vista se había nublado y era consciente de que aquel golpe había estado a punto de dejarla fuera de combate. Algo que jamás había pasado ni imaginado en sus peores sueños. El hombre fijó de nuevo su mirada en los ojos de la superheroína y no vio rastro de desafío u orgullo. En sus ojos ya sólo habitaba el miedo. Por primera vez empezaba a temer por su vida. Una clase de miedo muy diferente al del dolor. En esos momentos de descanso la mente de la superheroína se fue aclarando. Estaba descubriendo que el miedo era una cosa terrible y con muchas caras y que su maestro de ceremonias estaba disfrutando mostrándoselas todas. Tampoco pudo evitar sentir un enorme agradecimiento porque los golpes hubieran cesado y sólo deseó que aquello hubiera acabado. Si el Doctor quería demostrar que ella, la gran Strongwoman, estaba equivocada y que podía ser vencida, lo había logrado y ella lo admitiría con gusto si la liberaba y dejaba marchar. Sus ensoñaciones fueron cortadas por la voz del hombre, que parecía adivinar el estado mental de la superheroína. Era el momento de dar el golpe de gracia para romper por completo la voluntad de la superheroína  y dejar que el castillo de naipes se desplomara por completo.

- Uyyyy perdona, me equivoqué con la dirección de ese último golpe- Dijo con fingida preocupación- En realidad iba dirigido un poco más abajo, pero claro es una zona mucho más pequeña y tengo que ser más preciso con el ángulo. La superheroína tragó saliva y dirigió su mirada hacia donde miraba a su vez el Doctor. Una terrible sospecha se fue abriendo camino en su mente, que se negaba a admitirla. Pero los ojos del Doctor no mentían y comprobó que estaban centrados en su sexo. Una ola de frío horror recorrió el cuerpo de la superheroína al comprender plenamente el sentido de las palabras de su captor. Y esta vez, el saber lo que se avecinaba había multiplicado por cien su miedo hasta convertirse en puro pánico. Mientras veía a su captor manipular los mandos del ariete. Tiró frenéticamente de las argollas.

- Noooooo, por Dios, eso no!!! No puedes hacerme eso!!

  Cuando el Doctor escuchó por fin las súplicas de la aterrorizada superheroína, que tanto tiempo había esperado después de las horas de tortura, supo que había vencido. Strongwoman iba a ser suya. Impertérrito siguió manipulando los controles. En realidad, todo estaba ya preparado, pero quería hacer tiempo y que la superheroína sufriera un poco más de angustia y pánico antes de dar el golpe de gracia. Por fin pulsó el botón y Strongwoman con los ojos abiertos de par en par por el pánico y el horror vio como el ariete tomaba impulso hacia atrás y se dirigía directo a su entrepierna. El ariete impactó de pleno en el coño de Strongwoman que sólo cubierto por el diminuto tanga estaba totalmente vulnerable. La superheroína que aulló hasta quedarse sin aire sumergida en su agonía. Si creía que ya sabía lo que era el DOLOR ahora comprendía lo equivocada que estaba. El ariete continuó golpeando el sexo de la superheroína ronca de gritar de suplicar que aquella tortura acabara. Lágrimas de dolor corrían por sus mejillas.

- Para!!! ¡Me vas a matar!! ¡Me vas a destrozar!!! ¡Para, para!!! ¡No puedo soportarlo más!!

  Los aullidos de dolor de la superheroína resonaban por toda la sala. Como buen torturador, el Doctor sabía que cuando se pasa de cierto umbral del dolor, la tortura se volvía inútil. Había que saber parar cuando la voluntad de la presa estaba quebrada y lista para hacer lo que uno quisiera con ella. Pulsó el botón de parada del ariete y las lágrimas de la superheroína se transformaron en sordos sollozos de alivio ante el cese del dolor. Había formas más sutiles de quebrar a una persona, pero los métodos clásicos lo son por algo y el ataque brutal junto con el elemento sorpresa eran siempre los más efectivos, incluso con una superheroína, que ahora estaba temerosa y humillada como una persona corriente cualquiera.

- Está bien, pararé por ahora, pero si te niegas a una sola de mis órdenes, volveré a empezar. Y no creas que no puede ser peor. Por ejemplo, no he tocado tu cara todavía, y no creo que quedara tan hermosa para esas portadas de revista donde te gusta lucirte si dejo el ariete trabajando en ella un par de horas. No creo que te matara, pero … - La superheroína asintió aterrorizada.

- ¡Haré lo que tú me pidas! Pero no me pegues más, no más daño, por favor. Te lo suplico, … Haré lo que quieras, haré lo que quieras- Repetía como un mantra Strongwoman con su voluntad y orgullo totalmente desechos. Ahora entendía porque las víctimas hacían cualquier cosa con tal de sobrevivir y se entregaban por completo a sus torturadores. Sencillamente no querían volver a sentir más dolor. El Doctor se acercó a la Superheroína. A pesar de las horas de golpes que llevaba soportando, su extraordinario cuerpo lucía tan espectacular y apetecible como siempre. Únicamente una piel algo enrojecida mostraba donde el ariete se había aplicado a conciencia, lo cual la hacía mucho más excitante y deseable.

- Bien, no me gustaría lastimar esa cara tan hermosa, y sobre todo esos labios tan sensuales que voy a disfrutar ahora mismo- El doctor se dirigió de nuevo a la consola y manipuló los controles de la estructura metálica donde la superheroína estaba atada. Su ingenioso diseñado le permitía poner a su captura en múltiples posturas. La mujer, aliviada por el fin de la tortura ni siquiera ofreció resistencia cuando la máquina se plegó y la dejó de rodillas y con los brazos en cruz. El hombre se acercó a ello hasta quedar delante y empezó a desnudarse. La superheroína supo al instante lo que venía a continuación, pero su mente se negaba a admitirlo. Ella era Strongwoman!! No podía ser tratada como una vulgar puta. Había tenido sexo, habitualmente con superhéroes e incluso con algún hombre normal que le había parecido especialmente hermoso y bien dotado, pero ella siempre era la que había llevado el control de la situación. Era muy dominante en la cama y rara vez permitía que un hombre se pusiera encima de ella. Ella era siempre la que los cabalgaba hasta que estaba satisfecha, si bien nunca había conocido un hombre que la pudiera llevar al orgasmo. De hecho, raramente se masturbaba hasta conseguir un orgasmo y se paraba cuando se sexo empezaba a palpitar incontrolado. Cuando el doctor se bajó los boxers delante de los ojos de la superheroína se mostró una polla de colosales dimensiones. Aunque el Doctor era un hombre de buena talla aquello estaba fuera de toda proporción, y en realidad era fruto de sus experimentos, que abarcaban muchas áreas y no tenía inconveniente en aprovechar personalmente.

- Estoy seguro que una mujer tan orgullosa como tú jamás le ha chupado la polla a un hombre, ¿verdad? - La superheroína tuvo que admitir que llevaba razón, aunque se lo habían pedido muchas veces, ella siempre se había negado. Era una simple cuestión de orgullo no sentirse sometida por ningún hombre y dedicarse solo a darle placer a él- También estoy seguro de que nunca has vista una polla de este tamaño ni manejado algo así- La superheroína nuevamente tuvo que darle la razón. Nunca había visto una polla de semejante envergadura y dudaba siquiera que pudiera meterse semejante pollón en la boca.

- Por favor, te haré una paja. Te haré la mejor paja de tu vida, pero no me metas eso en la boca- El hombre cogió a la superheroína del pelo de su corta cabellera y acercó su cara hasta que pegó su cara a su polla.

- Abre la boca o comienzo de nuevo a golpearte y como se te ocurra hacerme algo que no sea darme placer, como morderme o simplemente arañarme con tus dientes, te advierto que la máquina está programada en modo automático para empezar a destrozarte si no doy la orden de cancelación de viva voz- Por el frío tono de su voz la superheroína sabía que decía la verdad. Así que con lágrimas de humillación en los ojos abrió la boca y engulló como pudo la enorme polla del doctor que estaba erecta como un mástil. El hombre cogió la cabeza de Strongwoman con sus dos manos y comenzó a follarse su boca sin ningún tipo de delicadeza. La superheroína totalmente inexperta en mamadas estaba aterrada ante la posibilidad de que alguno de sus dientes lastimara accidentalmente a su captor y éste cumpliera su promesa. Así que abrió la boca todo lo que pudo y dejó que la polla se metiera profundamente en su garganta hasta el punto de sentir que se asfixiaba, porque a pesar de todos sus superpoderes tenía la común necesidad de respirar. Pero el miedo le hacía aguantar y dejarse follar la boca. La brutal garganta profunda le hacía llorar los ojos, pero sólo pensaba en cubrir los dientes con sus labios y chupar y tragar con el máximo fervor aquella polla inmensa para que el hombre se corriera lo antes posible y acabara su asco y sufrimiento. Pero el aguante del hombre parecía ir en proporción a su tamaño y la mamada se hacía interminable. Apenas podía respirar por la nariz y por momentos se sintió mareada. Pero muy a su pesar al cabo de un rato no pudo evitar empezar a sentirse excitada. El hecho de estar totalmente sometida y entregada había liberado algo reprimido en su interior. Su mente se resistía con todas sus fuerzas a aceptar que esa situación ultrajante pudiera estar gustándole, pero lo cierto es que una parte de ella estaba respondiendo a la situación y con mortal vergüenza notó como sus pezones estaban duros como nunca y que su sexo empezaba a humedecerse de nuevo. Pronto empezó a mamar por iniciativa propia y a degustar el sabor del hombre, que con cada arremetida clavaba un poco más su polla en la garganta de la mujer.

- Eres rápida aprendiendo - gruñó el hombre de placer-

  La superheroína entregada a su labor movía sus labios alrededor del tallo del hombre que ya notaba como se acercaba al orgasmo.

- ¡Tienes auténtico talento, Strongwoman!!

  El hombre siguió follando la boca de la superheroína que notó como el pene se endurecía más aún y empezaba a palpitar entre sus labios. Sin previo aviso el hombre empezó a eyacular en la boca de la superheroína que al sentir su boca y garganta inundada por el semen del hombre trató de apartar la cabeza, pero el hombre se lo impidió agarrándola con firmeza.

- ¡Trágatelo todo!! ¡Hasta la última gota mi leche!!! - Le gritó el hombre mientras su orgasmo finalizaba y los últimos lefotazos daban contra la garganta de la superheroína. Esta tragó como pudo, con los ojos llorosos por el asco, la angustia y la falta de aire. Cuando ya creía que se iba a desmayar el hombre con un hondo suspiro sacó su polla de la boca de la mujer que comenzó a toser y a respirar aliviada.

- Te has portado bien –Dijo el hombre mientras se acercaba a la consola y empezaba a manipular los mandos.

  La superheroína respiró aliviada. Su mente aún estaba atontada y apenas notó que los postes a los que estaba atada volvían a moverse y acoplarse entre sí hasta dejar su cuerpo a cuatro patas sobre el suelo. Algunas de las abrazaderas se habían abierto para realizar la operación, pero sus manos y pies seguían sujetos por las argollas que ahora parecían estar ancladas firmemente en el suelo. La mente aturdida de la Superheroína empezó a comprender cuál era el motivo de la nueva postura y una idea estalló en su mente haciendo que tratara desesperadamente de liberarse: iba a ser violada. Ese cabrón no se iba a limitar a contentarse con una mamada, algo que en el fondo de su mente siempre había sabido. La iba a violar como a una mujer ordinaria. Rugió nuevamente de rabia y miedo. Tensó su poderosa musculatura hasta sentir como crujían sus huesos; sus venas se marcaron en sus bíceps, los tendones de su cuello sobresalían como tensos cables de acero; sus muslos y glúteos se contrajeron hasta parecer esculpidos en piedra, pero todo fue en vano. Las argollas se mantenían firmes. Cuando paró de forcejear el Doctor se acercó.

- Veo que estás cómoda en tu nueva posición- El hombre andaba alrededor de ella acariciando su cara, su espalda, sus muslos. Metió la mano entre sus piernas hasta llegar a su tanga que se encontraba, a pesar de la superheroína, totalmente empapado. - Y que la mamada de antes te ha puesto caliente. Un poco de lubricación no te vendrá mal- Dijo el hombre mientras apartaba un poco la tela y metía profundamente los dedos dentro del sexo encharcado.

- Por favor, no puedes hacerme esto. ¡Libérame!! Te juro que no te haré nada; no diré nada; ¡me olvidaré de todo!! Pero, pero… ¡No me violes!!! ¡Te lo suplico!! - Strongwoman, totalmente derrotada comenzó a sollozar descontroladamente.

  El hombre haciendo ignorando las súplicas de la superheroína se puso detrás de ella y con la navaja que había usado para rasgar su uniforme cortó limpiamente la última prenda que la cubría. El tanga cayó al suelo y el sexo desnudo de Strongwoman mostró unos labios gruesos y abultados que brillaban de tan mojado que estaba. Tenía poco vello, pero se veía cuidadosamente recortado, dejando sólo un pequeño triángulo rubio justo encima del sexo. Era de un rubio un poco más claro que su cabello, pero dejaba claro que Strongwoman era rubia natural. El Doctor agarró a la superheroína por las caderas y comenzó a restregar su pollón por el sexo de la mujer hacía adelante y hacía atrás sin penetrarla. La visión de semejante cuerpazo a cuatro patas, mostrando ese culo glorioso en tan obscena posición, las anchas espaldas de la derrotada superheroína y sus enormes pechos bamboleándose que por su tamaño se veían perfectamente por sus costados era un sueño hecho realidad. El hombre siguió con su rozamiento mientras la superheroína seguía rogando que parara hasta que la agarró del pelo colocó su miembro justo delante del sexo de Strongwoman y la ensartó de un solo empujón tirando de su cabeza fuertemente hacia atrás. La superheroína con la espalda arqueada sintió que el sexo del hombre finalmente la penetraba y consumaba la violación. ¡La estaban violando!!! ¡A ella!! ¡A Strongwoman!! Lloraba de impotencia y rabia ante lo que le estaba pasando. Con su orgullo destruido y su voluntad de lucha evaporada sentía como el pollón del hombro arremetía contra ella una y otra vez hasta llenarla por entero y un poco más. Sentía como el inmenso miembro golpeaba contra las paredes de su útero deformándolo con cada embestida. Nunca la habían penetrado tan profundamente, con tanto grosor ni tan brutalmente. Sentía como su sexo estaba siendo estirado hasta el límite de su elasticidad. En su cabeza se cruzaban toda clase de pensamientos y sensaciones, por una parte, el horror de la violación y por otra el placer que estaba sintiendo, pues no podía negar que ante las brutales penetraciones del hombre había empezado a chorrear como una fuente y sus líquidos vaginales bajaban por sus muslos y goteaban hasta el suelo. El hombre incansable seguía follando sin piedad a la superheroína que no pudo evitar que sus lloros se fueran transformando muy a su pesar en tenues gemidos de placer y que fueron aumentando en intensidad hasta empezar a gritar de placer. Los embates del hombre fueron poco a poco acompañados por los propios movimientos de la superheroína, cuyos enormes pechos se balanceaban al ritmo de la cópula que se estaba convirtiendo en frenética. Strongwoman sentía como el orgasmo se acercaba inexorablemente. El palpitar de su coño era inconfundible, así como las contracciones de su útero sobre el sexo del hombre el cual sentía como si una mano lo estuviera exprimiendo cada vez más y más deprisa. La superheroína trató de resistirse a lo inevitable todo lo que pudo, pero finalmente un rugido de placer salió de su garganta mientras su cabeza se echaba hacia atrás y su espalda se arqueaba al máximo. El orgasmo estalló en el sexo de la mujer emitiendo ondas de placer que inundaron todo su cuerpo. Nunca había sentido nada parecido. Todo su cuerpo se relajó y se derrumbó sobre el suelo aplastando sus pechos contra su cuerpo y arrastrando a su cabeza y brazos que quedaron desmadejados sobre él. Sólo su culo permanecía en alto porque el hombre la seguía sujetando por las caderas a la seminconsciente superheroína. Durante unos momentos paró para recrearse en la visión de la jadeante Strongwoman y luego reanudó su follada con la misma o incluso más intensidad. La superheroína se limitaba a gemir sordamente mientras el hombre la seguía penetrando sin descanso; nunca había sentido tanto placer y pronto sintió que volvía a correrse, esta vez ya completamente entregada y sin resistirse al segundo orgasmo, ni al tercero ni a los que siguieron. En un momento dado el hombre sacó su verga del sexo de la superheroína para ponerse delante de ella. La cogió del pelo para levantar su cabeza. Strongwoman sabiendo lo que le pedía abrió la boca y comenzó a chupar y tragar nuevamente la enorme polla y esta vez saboreando no solo su acre sabor sino el propio sabor de su sexo. Las manos del hombre volvieron a coger con firmeza la cabeza de la superheroína y hundió hasta el fondo de su garganta su polla hasta correrse violentamente en ella de nuevo. Aunque algo menor que la primera, la corrida fue copiosa y Strongwoman tuvo que hacer sus esfuerzos para tragarse todo el semen como le había ordenado anteriormente. Cuando los espasmos del hombre cesaron sacó la polla de la boca de la superheroína.

- Lo haces cada vez mejor, al final va a resultar ser toda una superzorrita, aunque para eso hay un último agujerito que quiero desvirgar, porque sospecho que no sólo te habías negado a hacer mamadas…

  Strongwoman todavía aturdida por sus últimos orgasmos y la falta de aire por la mamada tardó un tiempo en entender a qué se refería el Doctor, pero cuando sintió como las manos del Doctor manoseaban sus cachetes abriéndolos y dejando al aire su ano, reaccionó.

- Mi culo…? NOOOO POR FAVOR, NO ME ROMPAS EL CULO!! ¡Déjame algo de dignidad, nunca he dejado que nadie me penetrara por ahí!! ¡Te lo suplico, haré cualquier otra cosa!!!! ¡Te dejaré follarme cómo quieras, en la postura que quieras, te la chuparé otra vez, todas las veces qué quieras!!, lo que quieras, pero no me folles por el culo, te lo suplicoooooo…!!!

  El Doctor se puso detrás de la Superheroína y penetró su coño con los dedos hasta tenerlos empapados con sus jugos vaginales. Los sacó y fue subiendo por toda la raja de su culo para embardunarlo bien hasta llegar a su ano. Tras unas cuantas pasadas, abrió con sus manos los espectaculares cachetes de Strongwoman mostrando el sonrosado orificio de su ano. Los esfuerzos de la superheroína por resistirse eran inútiles y sintió como el hombre apoyaba su falo contra su entrada. El hombre cogió el largo pelo de la superheroína y tiró fuertemente de él hasta doblar su cabeza hacia atrás. La superheroína contrajo fuertemente los músculos de su ano. ¡Era un simple hombre!!  - pensaba desesperada- No podría forzarla si no quería!! Y en condiciones normales así habría sido, pero las horas de tortura y los múltiples orgasmos la habían debilitado tanto que sólo pudo gritar cuando la enorme polla empezó a penetrar su culo. El hombre empujó con todas sus fuerzas y el esfínter de la superheroína empezó a ceder mientras un grito gutural salía de su garganta. ¡Aquello no podía estar pasando!! Strongwoman se negaba a creer que estuviera a punto de ser sodomizada como una puta cualquiera. Empujó con todas sus fuerzas tratando de escapar de sus ataduras. Su musculatura se tensó al máximo marcando para deleite del hombre sus músculos de amazona. La imponente espalda subía y bajaba violentamente en el escaso movimiento que le permitían las argollas respondiendo el hombre con brutales acometidas que aplastaban las enormes tetazas de la superheroína contra el suelo donde estaba amarrada. La superheroína aullaba y se resistía, pero milímetro a milímetro notaba como la polla del hombre iba penetrando su culo. Apretaba los dientes y contenía la respiración tratando de apretar al máximo su esfínter. El hombre parecía incansable y embate tras embate contra el cuerpo de la mujer iba rompiendo su resistencia. Strongwoman perdió la noción del tiempo, lo mismo podían haber pasado minutos que horas, pero finalmente, agotada de luchar una batalla perdida de antemano, sintió como su esfínter cedía definitivamente y la enorme cabezota de la polla del Doctor invadía su culo. Strongwoman gritó desesperada mientras vencida su última resistencia la polla del hombre la penetraba brutalmente rompiendo su culo virgen de manera definitiva.

- Cabrónnnnnnn, sáca tu polla de mi culo!!!!! ¡Me estás rompiendo en dos!!! Me estás destrozandooooooooo - Chilló aterrada la Superheroína al sentir como el enorme miembro del hombre avanzaba por su estrecho recto provocándole un nuevo dolor y un escozor insufrible. Pero el Doctor regocijándose en su victoria y gruñendo de placer siguió penetrando el espectacular culo de la superheroína hasta que sus huevos chocaron contra los glúteos de la vencida Strongwoman, que viéndose totalmente empalada sólo pudo dejarse follar de nuevo dejándose caer sobre el suelo agotada tras tantas horas de castigo, lucha y violación. El hombre sacaba su polla lentamente y cuando prácticamente la tenía fuera volvió a empujarla con fuerza hasta el fondo de una sola estocada.

- Joder, que estrecho lo tienes!! Se nota que nunca te habían dado por el culo, superzorrita.

  La superheroína aullaba con cada envite, pero nada podía hacer. El hombre repitió el movimiento una y otra vez ajeno a los gritos. Al cabo de un tiempo el ano de la superheroína fue aceptando aquella brutal intromisión y sus paredes se fueron dilatando; y poco a poco fue cediendo el dolor y el escozor y dando lugar a un inesperado placer. El hombre sintió aquella entrega y fue aumentando la velocidad de sus penetraciones hasta alcanzar un ritmo endiablado ahora que su polla no encontraba ya ninguna resistencia. Los gritos fueron cambiando a fuertes respiraciones entrecortadas de la superheroína que ya no trataba de escapar sino que arañaba con fuerza el suelo con sus manos, mientras sus caderas, como si tuvieran vida propia, se fueron acompasando con las embestidas del hombre para recibir mejor esa polla descomunal. Finalmente, no pudo evitar que gemidos de placer escaparan de su boca desde lo más profundo de su garganta. Trataba de silenciarlos, pero el dolor y escozor iniciales se habían convertido ya en un calor intenso en todo su culo dándole un placer que nunca había experimentado. ¿Cómo era posible – Se preguntaba en su mente aturdida- que estuviera de nuevo disfrutando de una violación brutal; siendo humillada de esa manera?, ¿Qué estuviera de nuevo a punto de correrse mientras la sodomizaban?- Pero el cuerpo de la superheroína no atendía a razones y el placer se hizo tan intenso que los gemidos quedos fueron aumentando de intensidad hasta convertirse en gritos de auténtica lujuria, cuando un inesperado orgasmo recorrió de nuevo su cuerpo. A partir de ahí ella misma empujaba con fuerza contra el hombre para sentir mejor sus embestidas. El tiempo se convirtió en algo borroso y los orgasmos de la violación anal se fueron sucediendo hasta que la superheroína notó que empezaba a perder la conciencia. Hacía tiempo que su cara, tetazas y brazos reposaban lánguidos en el suelo y sólo mantenía levantado su culo porque el Doctor seguía sujetándola firmemente por las caderas mientras la empotraba una y otra vez. Le suplicaba que parara, que la dejara descansar, que si tenía un orgasmo más la iba a reventar, pero el Doctor siguió penetrándola incansable hasta que finalmente se corrió dentro del culo de la superheroína que sintió como la leche del hombre le llenaba las entrañas. Esta nueva sensación le provocó un último y devastador orgasmo que la dejó inconsciente sobre el suelo. El Doctor aún permaneció un rato con su polla en el culo de la superheroína disfrutando de la sensación de su polla apretada en ese cálido agujero. Cuando la sacó y dejó de sujetarla por las caderas Strongwoman se desplomó sobre el suelo. Había sido sin duda el mejor polvo de su vida, y era hora de asegurarse más en el futuro.

                                                            ........................................

   Cuando Strongwoman despertó horas más tarde se encontró en el suelo desnuda, pegajosa y dolorida, pero liberada de sus ataduras. A su lado un uniforme intacto con una nota encima:

            “Superzorrita, he grabado nuestra experiencia juntos de principio a fin y desde tus mejores ángulos. Si decides venir a por mí una copia será difundida por todas las televisiones del mundo, por todas las redes sociales, por todos los foros de internet. Mañana quedamos a la misma hora para continuar con nuestras pruebas. D.”

 Continuará…