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Unas vacaciones muy sexuales 2

en Fantasías Eróticas

Se sentaron estos cuatro chicos un par de sombrillas detrás de nosotros y empezaron a mirarnos, así que, cansada de esa situación, me decidí a tomar la iniciativa y acercarme a preguntar aun sabiendo lo celoso que puede llegar a ser a veces mi novio.

Yo: ¡Hola!, Somos vecinos de tienda, aunque creo que eso ya lo sabéis, ¿No?

Los cuatro se miraron entre nerviosos y divertidos a lo que lo único que supieron contestar fueron sus nombres.

Lucas: Hola guapa, yo soy Lucas.

Fue el primero en dirigirme la palabra, era alto, delgado, de piel blanquita, pelo castaño y ojos verdes.

David: Yo soy David, y estos dos sin Javi y Hugo.

Yo: Encantada de conoceros, vereis, no he podido evitar notar que nos estais siguiendo y mirando todo el rato, y venía para deciros que no mordemos ni nada, si lo que quereis es hacer amigos es tan fácil como hablarlo y ya está. 

De los cuatro, el más atractivo era Javi, auque también el más callado. Tenía un cuerpo atlético, ojos marrones muy intenso, estaba ligeramente tatuado y tenía un piercing en la lengua que me parecía muy sensual.

Hugo y David eran del montón, no muy feos, tampoco muy guapos, más altos que yo, como la mayoría de la gente y muy simpáticos, perféctamente podrían ser hermanos aunque no se parecian en nada. 

Yo: bueno, hemos llegado un poco tarde al camping y entre montar la tienda, venir a la piscina y hablar con vosotros ya son casi las ocho, así que voy a darme un bañito y nos iremos a la tienda, si os apatece, ya que estamos al lado, esta noche hacemos una barbacoa y nos tomamos unas copas para conocernos mejor.

Llegué a mi toalla de nuevo donde estaba esperándome Adrián, que no había perdido detalle de lo que había estado hablando con esos chicos, y aunque los celos le comían no le desagradaba la idea de presumirme delante de otros chicos, pues al fin y al cabo el sabe que yo estoy loca por el y no necesito a nadie más.

Lo besé apasionadamente, muy lento. Fueron de esos besos que te quitan las dudas, que te demuestran hay amor. Sonrió de esa manera que solo él sabe y yo me derretía mirándolo, es tan hermoso...

Se levantó y me agarró de la mano para levantarme a mí, me cogió en brazos y me tiró a la piscina, despúes se metió él.

Agarró mis nalgas debajo del agua, me besó y me dijo que no estaba mal la idea de la barbacoa, nunca está de más hacer amistades. Así que muy contenta volví a besarle y nos salimos del agua para darnos una ducha y preparar todo para la cena.

Habíamos llegado a la tienda, ellos aun estaban disfrutando los últimos minutos de sol en la piscina, así que su tienda estaba cerrada. Entré en la nuestra en busca del champú y el gel para ir a los baños a ducharnos, pero no los encontré.

Yo: nene, ¿y la bolsa de aseo?

Adrián: mira en tu mochila de Adidas que está al lado del colchón. 

Efectivamente, es como un hada madrina que soluciona todos mis problemas, no puedo vivir sin ese bichito.

Nos encaminamos a los baños del camping, al ser públicos se dividen en baños de chicos y chicas, pero yo estaba empezando a sentir calor y no era precisamente por las temperaturas, pues eran casi las nueve y estaba empezando a refrescar. Yo lo único que quería era meterme con él en una de esas duchas públicas y gritar de placer hasta que me escuchasen todos los allí presentes.

Me sumergí en la idea de cómo podía hacerlo sin que nos echasen de allí a patadas y ni siquiera escuchaba lo que me decía Adrián, pensaba para mí misma que el baño de los chicos sería la mejor idea, pues los hombres son más naturales, de otra forma... Las mujeres a veces pueden llegar a ser muy exquisitas y no quería arriesgarme a que me mirasen como si hubiese matado a alguien, esa es una de las razones por las que siempre me he llevado mejor con los hombres que con las mujeres, pues puedes hablar con ellos de todo sin que haya tabúes (claramente hay excepciones, al igual que yo).

De repente decidí soltarle a Adrián todo lo que estaba pasando por mi cabeza y acto seguido empecé a sentir su erección, por mucho que quiera negarlo él es también un pervertido mental y le encanta el morbo. Para los los dos hacerlo en un lugar público había sido siempre una fantasía, pero se notaba que estaban en hora punta, todo el mundo estaba saliendo ahora de la piscina e iban a quitarse el cloro a las duchas, iba a estar díficil entrar con tanta gente, pero Adrián sabe que a mí no me para nada y mucho menos cuando tengo ganas de sexo, así que decidí entrar y observar la reacción de los hombres al verme allí. Efectivamente, y como yo suponía, al principio miraban algo extrañados, pero al ver que yo actuaba con naturalidad ellos empezaron a actuar como si yo no estuviese, no quiero imaginar el desconcierto femenino si eso hubiese pasado al contrario, definitivamente me encanta el sexo masculino. 

Miré a Adrián para que entrase sin miedo y me siguió a las duchas, por suerte había un par libres, nos metimos en una y ni siquiera dejé que se quitase la ropa.

Me subí encima de él, me cogió de las nalgas y yo rodeaba su cuello con mis brazos, le dije que me pegase contra la pared y abrí a tope la ducha.

El agua caía sobre nuestros cuerpos sudados y la ropa se empapaba sobre nuestra piel mientras yo lo besaba como si estuviesemos en una peli porno, empecé a quitarle la ropa y él a mí también, estaba en un estado de frenesí que no podía aguantar, solo tenía ganas de sentir ya su delicioso trozo de carne dentro de mí. 

Estabamos ya desnudos y me bajé de encima suya, me giré poniendo mis nalgas a la altura de su polla e incliné ligeramente mi cuerpo apoyando mis pezones sobre la fría pared, cosa que me estremeció de pies a cabeza. Y esa espléndida visión tenía él, tenía a su novia mirando hacia la pared, culo en pompa entregado para él mientras el agua caía por todo mi cuerpo. No tuvo piedad.

Con una mano pellizcaba mi pezón, con la otra masturbaba mi clítoris como si fuera un dios del sexo, con su polla de una sola embestida me la metió toda y solté un leve grito que se camufló con el sonido de las duchas. Sentía que no me tenía en pie, eran demasiadas sensaciones a la vez, las piernas me temblaban, él sabía que era demasiada excitación para mí y que me iba a caer de un momento a otro, y como si me leyese la mente acercó su boca a mi oreja mientras me penetraba cada vez más duro y me decía:

Adrían: Aguanta un poquito mi puta, verás como pronto llegas al orgasmo.

Y que bien se lo sabía él... Ya eramos uno y conocíamos cada movimiento del otro, empecé a correrme y a gemir como una loca, Adrián, al escuchar mis gemidos se corrió también, fue glorioso.

Me puse de rodillas para limpiarle bien el capullo con mi boca y una vez había limpiado hasta la última gota de semen que quedaba en su punta mos dispusimos a ducharnos, teníamos que estar presentables para la cena que teníamos poco después.

(CONTINUARÁ)