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Vecinos nuevos, rompiendo esquemas.

en Sexo con maduras

Mi intención era poner un poco de distancia con las dos últimas parejas. No quería que nadie nos sintiéramos agobiados. Aunque con Noelia y Víctor sería un poco más complicado que con Juan Carlos y Amparo. Hasta ese momento a excepción de Noelia, mantenía una barrera con todas las mujeres de la empresa, igual que con el vecindario. Era correcto con ellos pero guardaba las distancias, sobre todo de un par de mujeres muy apetecibles. Pero no sucumbía a la tentación.

Aunque siempre aparece la ley de Murphy, basta desear firmemente que algo no ocurra para que acabe ocurriendo y eso es lo que me sucedió. Vivía maravillosamente, en mi planta había tres viviendas más, todas ellas desocupadas. Nadie se podía quejar de mí y nadie me molestaba. Todo cambio un sábado por la mañana. Había estado de juerga casi toda la noche. Serían las 5 de la mañana cuando me acosté, caí redondo en la cama.

Ruido ensordecedor, ojos abiertos de golpe, dolor de cabeza, miro reloj 08.23, ruido de un taladro que me penetra los tímpanos, aumentando mi dolor de cabeza. Lo primero que digo, quien será el hijo de puta que a esas horas de un sábado está dándole al taladro. Una vez que me situó es de la vivienda de al lado. Exactamente del dormitorio de al lado. Ya podían estar follando en vez de taladrando. En un primer momento mi intención es ir a montar la bronca, pero respiro profundamente y me voy a dar una ducha de agua fría, para ver si se me va el dolor de cabeza.

Salgo helado pero con la cabeza un poco mejor. Aun así me tomo una aspirina para tratar de paliar en algo el dolor. Ya no logro dormirme, taladros, martillazos. Una locura. Decido irme a la calle y voy en busca de amigos. Nos vamos de cerveceo y ya, a mitad de la tarde me voy para mi casa. Siguen los ruidos. Joder que es por la tarde, es que no descansan. En menor medida estuvo hasta cerca de las 10 de la noche. Tenía pensado salir ese sábado por la noche, pero esto que me quede tumbado un rato en la cama, ahora sí, con un silencio absoluto que me quede dormido.

Misma hora del domingo otra vez lo mismo. Menos mal que esta vez he dormido casi 10 horas, pero no me parece nada normal. Estuve haciendo cosas en casa y al mediodía decidí ir a comprar comida preparada, no me apetecía nada cocinar. Me vestí y al salir de casa, se abre la puerta de la otra vivienda. Sale un tío normal, cerca o pasado los 50, moreno de 1,75. Pelo algo canoso y un poco de tripilla, tampoco un escándalo. Me mira, se queda sorprendido y me habla.

- Discúlpeme, está viviendo usted en esa casa.

- Pues sí, aquí vivo o por lo menos lo intento. (Con un tono particular)

- Nuevamente le pido disculpas, había entendido que estaban todas las viviendas de la planta vacía. Si lo hubiera sabido no hubiera empezado a trabajar tan pronto, de verdad lo siento. (Se le veía abochornado)

- No pasa nada y por favor no me trates de usted.

- Soy Ricardo y me han trasladado aquí. Me he adelantado al resto de la familia y estoy haciendo algunas cosas en la casa, que lo de ser manitas es un hobby. ¿Me puedes decir algún sitio donde comer que este bien?

- Hombre yo iba a comprar comida ya preparada, si eso te sirve bien y si no, pues vente conmigo que ya te indico.

En el camino salió que yo era soltero y vivía solo. El me conto que tenía dos hijos chico y chica. Que no vendrían hasta no acabar el periodo escolar. Había venido como responsable regional de una importante marca, su ámbito seria la Comunidad Valenciana y Baleares. Se puso muy pesado para que comiéramos juntos y la verdad que mereció la pena aceptar comer con él. Era simpático y agradable, un poco vacilón y con buena conversación. De vuelta a nuestras casas me pidió si le podía ayudar para colocar una cortina para el salón. Le dije que sí y entramos en su casa. Estaba vacía. Una mesa y un par de sillas de playa, un saco de dormir y una barra larguísima para colocar en el ventanal. Le ayude y luego quiso enseñarme todo lo que había estado haciendo.

Eran detalles de baño, estanterías, lámparas, estores, se veía que era un manitas y tenía todo tipo de herramientas esparcidas por el suelo. Hora estaba a la espera de que llegara el mobiliario principal. Que la mujer y el ya vieron la casa y la mujer fue quien compro los muebles, pero todavía tardarían un poco en llegar. Le mostré mi extrañeza de que durmiera en un saco de dormir y ahí me “cague”, porque empezó a contarme que él era de los que había hecho la mili. Me conto mil y una batalla. Cada vez me caía mejor.

No sé por qué, pero le ofrecí quedarse en mi casa hasta que por lo menos le trajeran una cama. Ello rechazo muy amablemente y me dio las gracias. Le invite a por lo menos picotear algo por la noche y acepto. Quedamos en que pasaría a las 8,30 y como un clavo estuvo a la hora. Se mostró interesado por costumbres, sitios que ver. Luego la conversación fue por otros derroteros. Lugares para comer, tomar una copa.

- Eso sí, sitios para tomar una copa, pero para gente de mi edad, que ya tengo 48 tacos y mi mujer 43. Que no me mandes a un sitio de chavalines.

- No te preocupes. Que ya te hare una lista de sitios y los miras por internet, así tendrás donde elegir.

- Otra pregunta, que a nosotros nos gusta mucho la playa. Que todos los veranos las vacaciones donde hubiera mar. Que playas son las que me recomiendas, que ya mismo tenemos el tiempo de playa.

- Tiempo de playa ya. Yo ya voy cuando puedo. Lo de las playas es muy particular. Que si la arena, que si hay mucha gente, si el agua está de una manera o de otra.

- ¿Pero tío, a que playa sueles ir tú?

- Suelo ir con frecuencia a dos playas, más a una que a otra. Pero son nudistas. Aunque hay zona de textil también, ahora que caigo.

- Que no soy un carcamal, que hemos ido a playas nudista, que nos gustan.

- Ya iremos alguna vez, ¿Te parece?

- Si, claro. (Dije si, sin saber porque lo había dicho, que manera de comprometerme)

En los siguientes días y semanas nos hicimos bastante colegas y su casa ya estaba perfectamente amueblada. Llego junio y un día me dijo que al día siguiente ya llegaba su familia. Esa noche salimos a celebrarlo, porque ya no estaría “soltero” y entre copa y copa, me decía que al día siguiente se iba a hinchar a follar. Que estaba ya muy necesitado. Eso fue una cosa que me llamo la atención y se lo pregunte. “Ricardo una cosa que me ha llamado mucho la atención. Pero a los tíos de tu edad que conozco, se quedan solos y arrasan por las noches y más tú que no tuenes problemas económicos” me miro serio y de pronto soltó una carcajada, “No digo que este para el arrastre, pero con 48 tacos uno está de vuelta de todo. Para irte con una mujer, tiene que estar como mínimo igual que tu mujer. Normalmente eso es con chavalinas veinteañeras y ahí se hace el ridículo, que ya uno no tiene 20 años”

El sabría porque lo decía. No sería yo, quien indagara más en la vida personal. Al día siguiente llegue por la noche a mi casa. Se oía la televisión, se distinguían algunas voces. Ya tenía Ricardo a toda su familia. Se acabo la tranquilidad tan absoluta que había tenido hasta ese momento, Pero así es la vida en comunidad. Lo que me dijo el día anterior no era broma. A eso de las 12 y poco de la noche. Se empezaron a oír ruidos “extraños” provenientes de su habitación. Esos ruidos empezaron a dejar de ser extraños y se oía que estaban follando como conejos. Se cortaban pero no mucho. Porque había momentos en que se les oía bastante bien, sobre todo las “salvajadas” que él le dedicaba. Cosas de la intimidad.

Pasaron dos días y el sábado conocí a toda la familia. Después de comer llamaron a mi puerta y era Ricardo que quería presentarme a su familia, me invito a tomar un café con ellos. Acepte como es natural. Nada más entrar y ver a la mujer, esa cara, esos ojos, esa mirada, intuía que me podría traer problemas. Se llamaba Sonsoles, delgada pero no en exceso, con buenas formas en su cuerpo. Pecho de mediano a pequeño, pero parecía bien puesto. Mediría 1,72. Piernas y brazos tonificados, media melena rubia. Estaba muy buena. Nos saludamos con los típicos dos besos y me quede embriagado. Vestía unos short vaquero pequeñísimos, de andar por casa, que realzaban su culo.

Llamaron a los hijos y aquí estuvo el remate. La hija que se llamaba Clara de 18 años. Era más alta que su madre, buena figura, con unas formas mucho mejores que la madre y eso que la madre estaba de fábula. Pelo largo y morena. Por ultimo un culo forma pera especial, grande y hermoso, sin ser basto. El pecho muy voluminoso. A diferencia de la madre ella no llevaba escote, si un pantalón como de mezclilla, como si estuviera pegado a su piel.

El ultimo miembro de la familia era un chavalín gracioso, con cara de travieso, que se llamaba Pablo de 10 años. Que cabreaba a la hermana solo mirándola o con algún gesto. Porque esta cabreada con el mundo, por haber tenido que dejar su ciudad, amigos y amigas. Para ella el fin del mundo. Igual que del padre la primera impresión fue acertada, madre e hija, tenían un punto de pijas importante. O eso me dé primeras.

Los padres trataron de justificar algunas impertinencias de la hija. La excusa era eso, el haber tenido que ir a un sitio nuevo a vivir. La madre se echaba ella flores de lo buena madre que era, que yo no digo que no lo fuera, de lo bien que los educaba, que eran una familia de mente abierta, que eran muy avanzados y así durante un buen rato. Ya me aburria y si seguía así me levantaría dolor de cabeza. Ricardo se debió de dar cuenta, porque cambio de tercio y dijo, “¿Te parece bien que mañana nos lleves a una de tus playas?” me quede petrificado, en menudo compromiso me había metido. Sonsoles dijo que era una buena idea. Al final acepte porque me daba mucho morbo, para que mentir. Se empeñaron en ir en un solo coche.

Salimos a las 10 de la mañana. Ellas iban con dos vestidos de playa de una sola pieza, que no les favorecían mucho. Yo iba con un pantalón holgado de playa. Llevaba un bañador tipo boxers, por si acaso. Insistieron que fuera delante y me negaba, pero como tenía que indicar el camino, pues no me quedo más remedio. Una vez que llegamos a la playa esperaba como se producían los acontecimientos. La primera sorpresa que Ricardo me pide que le eche una mano. Abre el maletero y madre mía. Llevaba de todo. Dos sombrillas gigantescas. Una nevera del mismo calibre, cuatro hamacas. Parecía que íbamos de excursión.

En la zona nudista no había mucha gente. Les gusto la playa. El primero que se despeloto fue Ricardo y me dijo que me espabilara y fuéramos al agua, me quede de espaldas a las mujeres, me desnude y no me vieron por delante, no por nada, no quería verlas y tener un empalme de golpe. Ricardo tenía un rabo muy normalito. De reojo vi que Sonsoles se había desnudado y estaba tumbada. La hija seguía vestida, sentada sobre la arena. El hijo venia corriendo desnudo y se metió en el agua con nosotros. Después de estar un buen rato. Hice lo que hago siempre, salgo del agua y me quedo de pie en la orilla mirando en dirección al sol hasta que me seco. Ricardo se quedó conmigo.

Cuando fuimos a donde estaba su familia, Sonsoles estaba en la hamaca boca arriba, con el respaldo levantado, fumándose un cigarro, llevaba gafas de sol puestas y me di cuenta a pesar de ello que me miraba. Iba de rubia, pero su pubis tenía una pequeña tira de vello moreno. Sus tetas estaban muy levantadas y los peones bien tiesos, eran rosados y no muy grandes, pero si muy apetecibles. La hija que seguía vestida y con cara mustia, me miro más descaradamente que la madre, no se cortó para nada. Fui a extender una toalla en la arena para tumbarme, cuando me dijeron que me tumbara en la del hijo, ya que nuca la usaba. Estaba pegada a la de Sonsoles.

Estaba boca arriba cuando la hija se puso a desnudarse. Casi me hace falta un desfibrilador. Tenía igual que su madre marcas blancas del biquini. Resaltando más sus tetas sobre todo. La niña hizo una autentica exhibición, no me lo pareció, sabía que estaba provocando, luciéndose. La veía de espaldas. El culo perfecto, tampoco muy raro con 18 años. Doblo su ropa y se dio la vuelta para dejarlo donde estaba toda la ropa.

De frente era muy distinta a su madre. Las tetas grandes y sin estar caídas, unos pezones también rosas, pero abultadísimos, tanto la aureola que era como si estuviera hinchada y luego unos buenos pezones. Depilada por completo. Me tuve que dar la vuelta, para tumbarme boca abajo y que no se me viera el empalme. La madre que estaba tumbada boca abajo, mirando hacia mí con las gafas de sol puestas, tenía una sonrisa malévola.

Fue el momento en el que Ricardo empezó a sacar las cervezas, que bebíamos los tres. Ricardo no quiso abusar mucho porque luego tenía que conducir. Nos provocaba a beber a nosotros. Sonsoles decía que ni una más, que prefería un refresco, como Ricardo insistía ella le recordaba cómo se ponía cuando tomaba una de más y el riéndose le decía que era lo que quería. Me fui al agua, porque necesitaba refrescarme, que mis pensamientos se estaban descontrolando.

Estaba refrescándome tranquilamente cuando vienen madre e hija corriendo al agua. Ver el meneo de las tetas de Clara me puso malísimo. Ricardo venia detrás con una pelota mediana para jugar en el agua. El hijo se quedó en las hamacas. La hija se puso conmigo y los padres juntos. No sé cuántas veces nos rozamos la hija y yo. Como me estaba poniendo, parecía tonta, pero que lista que era, cuanta “inocencia” tenia. Cambiamos y ahora se vino la madre conmigo, fue un alivio. Al principio todo bien pero luego mis manos, sin querer, que así fue, al tirarme a coger la pelota, una de ellas se metió por completo en la entrepierna de Sonsoles, no sabía cómo pedir disculpas. Ella dijo que había sido un lance del juego y no dijo nada más.

Durante el resto del tiempo estuve manteniendo las distancias, quería aun sabiendo que sería muy difícil, no involucrarme demasiado con esas dos mujeres. Lo logre haciéndome el dormido. Nos fuimos a comer y la hija volvió con la cantinela de vivir allí. Se veía que era una consentida. En la comida los padres se miraron con complicidad y a una señal del padre, la madre le dio la sorpresa a su hija de que se iría a estudiar a la universidad que quería, en concreto a una fuera de España. El alboroto que formo fue enorme, dio besos y abrazos a todos, incluido a mí. Parecía una mañaca de 12 años. Mucho cuerpo pero una cría.

Cuando íbamos a regresar a nuestras casas, dije de nuevo que iría atrás y Sonsoles decía que no, sobre todo, porque el hijo quería ir detrás del padre, la hija no quería ir en medio. Pero esta vez la hija que ahora estaba muy agradable, le decía a su madre que no le importaba, lo del regalo la había vuelto más dócil, aunque el pijerio y lo de mañaca no se le quitaba. Clara no paraba de hablar de cómo era la universidad, lo que se hacía, lo que no. Un rollazo. Me daba hasta sueño. Me recosté y me quede casi dormido, hasta que note una mano tocándome el rabo por encima del pantalón de playa. Como llevaba gafas de sol, no se me noto, pero abrí los ojos y era la mosquita muerta, que mientras hablaba con los padres me metía mano.

Ricardo empezó a hablar conmigo y mientras hablábamos la hija iba siendo más descarada y como estaba protegida por una de las toallas seguía dale que te pego. No se conformó y metió su mano por la pernera y agarro mi rabo, no lo hacía nada mal, se veía que tenía práctica. Saco la mano, con mucho disimulo se chupo la mano llenándola de saliva y volvió a ponerla en mi rabo, que arte tenía la mañaca. Llegamos rápido y me quede con un calentó monumental. Me di una ducha para quitarme el salitre y me tuve que hacer una paja, pensando en madre e hija. Lo bueno que la hija se iría a estudiar fuera y sería una tentación menos. Ya me había medio relajado y sonó el timbre de la puerta. Quería que fuera Clara, pero no, era el padre. Me dijo que le invitara a tomar algo, que su mujer e hijos se habían ido a tomar un helado. Fuimos a la cocina, saque hielo, nos fuimos al salón y nos servimos la bebida.

- Quería hablar contigo de algo importante. ¿Puedo tener confianza contigo? Que pregunta más tonta, si ya somos amigos, ¿Verdad?

- Hombre, sinceramente, somos más que vecinos y conocidos, pero amigos, amigos, todavía falta un poco. Por lo menos como yo lo veo.

- Jajajajaja, eres único, otro por quedar bien hubiera dicho, si claro, Jajajajaja, es lo que me gusta de ti. Claro y sin pelos en la lengua.

- Tengo una fantasía de hacer un trio con otro tío y mi mujer. Creo que el candidato ideal eres tú, sin lugar a duda.

- Joder, luego el directo soy yo. Me dices algo así, sin anestesia ni nada, Jajajajaja. Que vacilón que eres.

- Que no te estoy vacilando, que hablo muy en serio. Además lo he tenido del todo claro, viendo como la mirabas en la playa, que te ha gustado mucho. ¿Qué me dices?

- Que sí, que es verdad, tu mujer está muy buena. Piensa una cosa somos vecinos de puerta con puerta, no quiero malos rollos. A todo esto, Sonsoles, ¿Piensa como tú?

- Ya he perdido la noción del tiempo que llevo proponiéndoselo y siempre esta con evasivas, desconfía. Pero hoy la he visto cómo te miraba, la conozco, le has gustado y mucho.

- Eso lo imaginas tú, porque quieres lo que quieres y lo mismo ves cosas donde no hay.

- Que va, ya me había dicho que eras simpático, agradable y guapo. Esta tarde en la ducha me ha reconocido que si te había dado un buen repaso con sus ojos y que estabas muy bueno. Por no hablar de lo que escondías Jajajajaja, que en eso estamos algunos en desventaja. ¿Has hecho algún trio?

- Alguno.

La siguiente parte de la conversación nos llevó a mi vida sexual, el me preguntaba por todo. Un tío mayor que yo, preguntando con mucho interés. De vez en cuando me cortaba, tratando de que le contestara si quería o no quería, pero yo seguía a lo mío y ahora la conversación derivo en sus dudas por lo que yo había contado, algo que estaba dentro de la normalidad, sobre todo en parejas donde iba a ser su primera vez.

- ¿Esto puede romper una pareja?

- Creo que si los dos saben lo que quieren, no tiene por qué romperla. Si no tenéis problemas entre vosotros antes de, porque después. ¿Lo tenéis hablado y aclarado?

- Hablado si, aclarado, regular. Porque ella vio los que yo había contactado por internet y le asustaban un poco, porque nada más hablar con ellos, era follar ya. En cambio tú, por la parte física más que resuelta. Sabes mantener una conversación, eres simpático, muy agradable. A pesar de tu juventud, se ve que no eres un crio, se te ve un tío con los pies en el suelo.

- Vas a hacer que me lo crea.

Quedamos para otra conversación, porque le habían entrado dudas, después de lo que le conté. No quise que luego dijera que le había engañado. Esa noche, a la hora que se solían poner a follar, no se pusieron, pero en el silencio de la noche, se oía un leve murmullo. Pero nada de follar. Después de casi una hora, mientras leía unos papeles, empezó a oírse follar. Esta vez los gemidos llevaban más intensidad. Me acabe durmiendo antes de que ellos acabaran. Por la tarde me visito de nuevo Ricardo. Venía a la segunda parte de la conversación.

- Lo he estado pensando. Lo que me tienes que jurar es que no me dejaras a un lado. Que lleves en parte la voz cantante me parece bien que sabes más que nosotros.

- No juro nunca, en el hipotético caso de que hiciéramos el trio, te digo que no lo hare. En caso de que te notaras desplazado solo tienes que decirlo. ¿Qué más vas a decirme?

- Lo del lenguaje me preocupa un poco y eso sí, me tienes que jurar, que siempre estaremos los tres si hay que hacer algo, no por vivir pegados lo haréis solos.

- Te he dicho que no juro, pero me comprometo a ello. Venga suelta el resto.

- No sé qué más. Pero básicamente, lo que ella diga no, es no. Como si antes o en el momento se quiere echar atrás, se para todo.

- Me parece bien. Bueno y Sonsoles, ¿Qué dice?

- Decir, decir, no mucho. Pero sus ojos me dicen que si quiere. Ya no me ha dicho el no rotundo.

- Venga Ricardo, te noto que quieres decir algo y no te decides.

- Si vale. Tienes razón. No te enfades, que nosotros haríamos lo mismo para que tú te quedaras tranquilo. Aunque nosotros no hemos tenido relaciones por ahí.

- Venga, no te enrolles y dime. (Ya sabía por dónde iba)

- Queremos pruebas de ETS, aunque se haga con preservativo. (Era lo que había pensado)

- Jajajajaja, ningún problema, no será la primera vez que me los hago. Si queréis en… las hacen de forma rápida y segura.

- ¿No te ha disgustado ni enfadado?

- Para nada. Mañana mismo me las hago. Ahora dime, como has pensado hacer la “reunión” Jajajajaja, un hotel, vuestra casa, ¿Dónde?

- A ver si te parece bien. Por esto de nuestros hijos. Había pensado aquí en tu casa y por la tarde, porque tiene que ser por la tarde. Para que mis hijos no sospechen nada, yo diré que he quedado con alguien del trabajo y me vengo aquí, más tarde Sonsoles que va de compras y se mete aquí.

- Muy enrevesado, creo que sería mejor en un hotel y punto. Pero a mí me da igual.

- Es que Sonsoles dice que se notaría mucho, dos hombres y una mujer, un rato en una habilitación. Como que no. Lo mismo si hay una segunda vez, pues ya es distinto pero ahora mismo es la única opción, que ya me ha costado convencerla y aprovecho para decirte que el que venga no quiere decir que lo hagamos.

- Bien, pues ya me iras diciendo.

Al día siguiente me hice las pruebas. De la más importante me dieron los resultados a la media hora. De las demás a los dos días. Todo perfecto. Hice una foto de todo y se la mande por whatsapp a Ricardo y el me mando la de ellos. Todo bien. Habían ido al mismo sitio que yo. Aunque sabía que a ellos seguro que les salía bien, porque eran una pareja monógama totalmente. Esa noche me llego un whatsapp de él, donde me ponía, “martes a las 17:00 ¿Te viene bien?” y mi respuesta fue un sí. El lunes Ricardo me abordo al llegar a casa, le vi preocupado. Y al preguntarle que le pasaba, fue como un alivio para él.

- Estoy lleno de dudas. Ahora que todas mis fantasías están ya aquí prácticamente, me desborda todo. Me desborda haber obligado a mi mujer o haberla convencido. Sueño muchas cosas y me excita mucho, pero me entran muchos miedos. Dudo de ti, de mi mujer, de mí. Me da miedo no estar a la altura, no empalmarme, quedarme en fuera de juego. Los nervios me corroen y a la vez estoy todo el día excitado pensando en ello.

- ¿Lo has hablado con tu mujer?

- Si, ella me apoya en lo que decida. Ahora me da, que ella está más concienciada que yo.

- No es nada extraño. A las mujeres se las tarda en convencer, no porque a ellas no les llame el hacerlo, ellas se retraen más, por cómo se sentirá el marido. Por si luego a pesar de haberlo hablado, les echan en cara algo. En los hombres es más complicado.

- Ya sé que no juras, peo mírame y dime que si digo que paremos, paramos.

- Eso te he dicho y te digo, que lo tengo muy claro.

- Vale, mañana veremos que me pasa o que nos pasa.

Eran muchos nervios lo que tenía. Esas dudas les pasaban más a los hombres que a las mujeres. Las mujeres se dejaban llevar por las fantasías del marido que de manera placentera las acababan haciendo suyas. En cambio ellos, los que iniciaban todo, viendo que no todo se desarrollaba como ellos esperaban, les ponían nerviosos, les entraban los miedos y las dudas. Que todo era por tres motivos, el hombre elegido no se doblegaría a lo que él quería con toda la exactitud del mundo, si su mujer se encaprichaba del otro y como actuaria el, que el sucedería.

16:25 se oye el timbre de mi puerta, es Ricardo que se mete muy rápidamente en mi casa. Va vestido con traje y corbata, lleva una cartera de mano, como si fuera a trabajar. Nada más entrar me dice ponme algo fuerte de beber. Su nerviosismo era evidente. Me dice que luego vendrá su mujer. Le digo que se ponga cómodo, se quita la chaqueta y la corbata, porque además esa tarde está pegando bien el calor. Dan las 5 de la tarde y Sonsoles que no aparece, él quiere llamarla por teléfono y le digo que la de un margen. No la llama pero si le manda un whatsapp, al que ella no le contesta, le manda algunos más y me enseña el doble check azul. Al final un poco después de las 17:15 suena el timbre abro y es Sonsoles, entra con toda la tranquilidad y viene para comérsela.

Lleva puesto una blusa top sin mangas de gasa de color azul liso, con tirantes finos y una minifalda azul con estampados rosados. Que con el moreno de su piel le sentaba de maravilla y se notaba por sus pezones que no llevaba sujetador, se le marcaban demasiado. Nada más entrar Ricardo con un tono un poco subido le pregunto, “¿Qué ha pasado? Si antes de irme yo ya estabas vestida” y ella con cierta resignación, “Clara, que primero se quería venir conmigo. Como le he dicho que no, me decía que a donde iba así, muy pesada, que hija tan pesada tenemos algunas veces, he estado a punto de decirle la verdad”, supuse que eso lo dijo por los nervios.

La situación era más difícil de lo normal. Porque en otras circunstancias, estaríamos por ahí tomando una copa, creando un clima y luego iríamos a un sitio. Antes de llegar ella Ricardo ya lo tenía todo premeditado, nos sentábamos los tres en el mismo sillón y como decía el “atacábamos” a su mujer. Pero cuando la vi a ella, cambie de opción, sería como él decía pero antes daría también mi toque. Como me gusta mucho bailar, baje un poco la persiana del salón, cree un ambiente, puse música y luego ante la sorpresa de Ricardo la invite a bailar. Ella dudo, miro a su marido y Ricardo con cara de descolocado hizo una seña como autorizándolo.

Nos pusimos a bailar, era muy grato tenerla entre mis brazos. Me gustaba su olor, porque llevaba el perfume justo. De vez en cuando me acercaba a ella más de lo debido, que notara como me estaba poniendo y lo tenía que notar. No intente besarla ni nada, cuando intuí que estaba la situación más caldeada, dije de sentarnos y ella quedo entre su marido y yo. Tardo un poco pero Ricardo empezó a besarse con su mujer, ella al principio pero solo al principio eran como unos leves piquitos, hasta que empezaron a besarse más calientes. Cuando creí que era mi momento, puse una de mis manos en su rodilla y ella no protesto. Fui acariciándola, fui subiendo mi mano, sin prisa, ella abrió un poco más las piernas, pero no mucho. Mis dedos llegaron al borde de sus braguitas, pero no fueron más allá, no quise.

Cada vez que mis dedos rozaban esa parte, a ella se la oía como se le escapaba un leve gemido. Debió de pensar que no llegaba bien, porque abrió más las piernas, lo que no sabía era que yo no era de actuar así. Seguí rozando, incluso alguna vez pase un dedo a lo largo de su rajita, lo que la hizo temblar de placer, pero todavía no era el momento. Ricardo le bajo los tirantes de tal manera que sus tetas quedaron libres. Se puso a comerle una teta y ella, se contenía, no quería decir nada. Me miraba con deseo y nos dimos un buen morreo, en ese momento, mis roces se intensificaron, Sonsoles echo su culo un poco hacia delante, estaba claro que me iba a facilitar todo.

Me puse a comerle la otra teta, los dos comiéndoselas a la vez y ella acariciando nuestras cabezas. Su respiración en aumento y ahora si era el momento. Sin que se lo esperara, hábilmente moví mis dedos y los tenía debajo de su braguita, tocando su húmedo coño, su clítoris estaba bastante duro y se puso al máximo cuando sintió mis dos dedos, porque soltó un importante gemido. Aun con el estado de excitación que estaba Sonsoles se la notaba todavía tensa. Deje me posición y me puse de rodillas, entre sus piernas, tenía cara de “susto” pero no decía nada. Puse mis manos en su cintura, agarre sus bragas y fui tirando de ellas, hasta que se las quite. Lo siguiente que hice fue empezar a comerme su coño, a follárselo con los dedos.

Mi lengua y mis dedos no paraban, ella se movía un poco, aguantaba sus gemidos y entonces oí a su marido, “Venga cari, era lo que queríamos, me tienes muy cachondo, no te reprimas, me estás haciendo muy feliz, TE QUIERO” ella le costaba hablar y le dijo a su marido medio gritando “TE QUIEEEERO” se dieron un buen morreo y ahora si se dejó llevar, Ricardo la seguía animando. Ahora más que moverse era retorcerse y cuando estaba a punto de correrse, dijo, “Ricardo bésame, bésame” y a continuación se corrió en mi boca, todo una delicia para mí. Aunque quiso que parara una vez que se corrió, seguí como si no lo hubiera hecho, pero esta vez cuando se fue a correr me quite. Me gusto la mirada de “rabia” que me echo.

Me senté de nuevo en mi sitio, nos morreamos con una pasión inusitada, que bien besaba, ahora mejor que antes. Ahora era Ricardo quien tenía su mano entre sus piernas. Agarre la mano de ella y la puse sobre el bulto que hacia mi pantalón. En un principio me apretó bien el rabo y me miraba con deseo. Luego no sé qué pensó, pero miro a su marido, que la animaba. Se decidió y le ayude a desabrocharme el pantalón. Mas que ayudarla directamente me lo quite todo. Al estar de pie y de frente a ella, mi rabo quedaba prácticamente a la altura de su cara, ella me acaricio con una suavidad inusitada mi rabo. Fue otra vez Ricardo quién la provoco, puso su mano más o menos en su cuello, por detrás y llevo su cabeza hasta mi rabo diciéndole “Que se entere este de cómo lo haces, que seguro que nuca ha tenido una mujer como tú” ella saco la lengua y empezó a lamer todo mi rabo. Hasta que se puso a hacerme una mamada increíble, joder que bien lo hacía.

Sentir una mamada semejante hizo que empezara a ser yo y si algo no gustaba ya lo dirían. Me quería sentar pero ese sillón no era muy cómodo para tres, así que les dije de ir a la habitación. Tenía la cama ya preparada, solo la sabana de abajo. Mientras nosotros nos dábamos la “paliza” en la cama, Ricardo se desvestía sin quitarnos el ojo. Volvió a comerme el rabo y no me aguante más le dije a Ricardo, “Menuda zorra, como mama, me está volviendo loco. Me toca hacer esfuerzos para no correrme” y era verdad, a pesar de que tenía mucho aguante, que manera de mamar. Ricardo ya estaba desnudo y se acercó a su mujer, se puso a comerle el culo y el coño, porque ella estaba a cuatro y era una invitación.

Ahora fue ella la que me devolvió la jugada, paro de mamarme el rabo y con sonrisa maliciosa y cachonda me dijo, “Yo también se hacerlo” y entonces la cogí, haciendo que se quedase boca abajo y le dije, “Eres muy puta, eso no has debido de hacerlo” y ella provocándome me respondió, “UY, QUE MIEDO… ¿Que me vas a castigar?” y tal como lo dijo, le solté un buen azote en el culo, ella protesto con un gemido, se quería hacer la indignada, pero cuando recibió dos más, empezó a dejar de protestar y Ricardo me dijo, “Cuidado, no vayas a hacerla daño, que suenan muy fuertes” esta vez Sonsoles le dijo al marido, “No te preocupes, que se ve que sabe lo que hace, ven dame la mano” él le dio la mano y seguí dándole azotes, sabia donde dárselos, era más el ruido que el dolor.

Le dije a Ricardo que pasara un tarro blanco con la tapa roja, que estaba en la mesilla. Lo abrí y era lubricante. Me unte bien los dedos y me puse a follar su culo con ellos. Sonsoles no paraba de moverse, gemía sin parar. Le dije, “Que bien me lo voy a pasar follándome este culo de zorra que tienes. Cuantos rabos levantas cuando te lo miran”, ella con voz excitada y denotando cierta preocupación me dijo, “No, lo mismo otro día, que tu cosa es muy grande y por ahí lo hemos hecho no mucho”, la tranquilice y le dije que no se preocupase, que en el momento que ella dijese que no o que parara lo haría, nada por obligación. Esta vez Ricardo no añadió nada, no apoyo a su mujer y menos cuando le dije que nos la follaríamos los dos a la vez.

Los ojos de Ricardo lo delataron, tenía tantas ganas como yo de hacerle una doble penetración. Pare de lubricarle el culo y le dije a Ricardo que continuase el mientras yo me colocaba un condón, una vez que me lo coloque le dije a Sonsoles que pusiera un poco más de lubricante. Me lo untaba con mucha intensidad, estaba llena de deseo, bueno lo estábamos los tres. Ya estábamos preparados. Quería que la primera vez fuera así, viéndose ellos la cara. Que disfrutasen de sus miradas. Ricardo se colocó boca arriba y su mujer se puso a horcajadas sobre él. En segundos se lo metió todo. Les deje unos minutos, era una imagen preciosa ver como se movía Sonsoles, podría estar viéndola horas, viendo como movía su cuerpo, como el rabo de su marido entraba y salía, el movimiento de su culo.

Empecé a acariciar su espalda, a acariciar su culo, a meter mis dedos en su culo, a darle un pequeño azote y luego otro. Le sacaba leves gemidos. Ahora con mucha suavidad le puse la mano en la espalda, empuje suavemente para que se agachara un poco y dejara el culo a mi disposición. Seguí acariciándola una vez que me coloque detrás de ella, pero no hice amago de meter mi rabo, la acariciaba con mis dos manos, las pasaba por delante para poder tocar sus tetas, acariciar sus duros pezones. No había que ir con prisas.

Agarre mi rabo, que estaba muy resbaladizo, lo acerque a la entrada de su culo y se tensiono un poco, llevaban un rato sin moverse ninguno de los dos, se veía que era su primera doble penetración. La tranquilice, la hablaba con suavidad, le decía como me estaba poniendo el saber que em iba a follar su culo. Le contaba cómo me puso de cachondo cuando la vi en la playa. Todas esas cosas la fueron relajando y en un momento di un leve empujón, el suficiente para que mi capullo se clavara en su culo. Nada más hacerlo me pare, evitando que se saliera, ya fuera por un movimiento inadecuado mío o por un movimiento de ella por la sorpresa.

Empecé a mordisquear su cuello, sus hombros. Giro su cabeza y nos morreamos, ahora besaba su nuca y volví a meter un poco más mi rabo. Dio algo parecido a un suspiro. Lo habrían hecho alguna vez, no sé cómo y si lo habían completado, pero está muy prieta y eso me producía más placer. Tarde bastante tiempo, pero al final tenía todo mi rabo dentro de su culo y ella gimiendo con más intensidad, pero aguantado para no hacerlo más escandalosamente. Le explique a Ricardo como movernos, como llevar el ritmo para que ella gozase a tope. Costo un poco, pero lo estábamos haciendo bien, porque ella gemía con mucha más fuerza, era escandalosa.

Yo le decía en alto, “Vamos puta mueve mejor este culazo, venga no te pares” ella gritaba más y más. Estaba fuera de sí, no hay nada más excitante. No podía ver su cara, pero sería algo digno de ver. Con voz muy excitada y con un tono más suave le decía a su marido, “Gracias amor, por hacerme tan feliz, te quiero, te quiero, te quiero” y el que se corrió de pronto fue Ricardo. Su rabo se bajó y se le salió. Lo que me permitió ahora follarme de otra manera ese culo. Me baje de la cama, me puse de pie, la atraje a ella hacia el borde de la cama, le metí mi rabo ahora sin problemas y empecé a follármela. En un principio con suavidad, quería tantear primero.

Hizo que Ricardo se acercara y se besaran apasionadamente. Fui poco a poco aumentando la intensidad de mis penetraciones. Ella le dijo algo en secreto a su marido. Ricardo en vez de contestarla en voz baja, le dijo para que yo lo oyera, “Díselo, no es momento de cortarse, pide lo que quieras” ella refunfuño algo. Seguí follándomela hasta que me dijo, “A que esperas, dame bien, ya está dicho”, como lo dijo entre dientes quise “putearla” un poco y le dije que no la oía, esta vez con más rabia me dijo, “COÑO, QUE ME EMPOTRES, QUE HAY QUE DECIRLO TODO” empecé a follarla como ella quería y como a mi más me gustaba.

Ricardo como pudo se metió debajo de su mujer, ella se dejó caer un poco, para que su marido le pudiera comer el coño y como le puso eso. Nada más se la oía a ella, que manera de gemir, era toda una explosión de gritos, gemidos.

Yo le decía, “Así zorra, muévete más, que bien te mueves, menuda puta eras follando, vamos córrete, que quiero oírte” ella no me respondía ni decía nada, solo gemía hasta que por sus movimientos estaba claro que iba a correrse, “AAAHHHHHHH, AAAGGGGG, NO TE PARES CABRÓN, DAME MAS FUERTE, JODER QUE ME CORRO, MADRE MIA, OOOHHHH, SI, SI, SIIIIIIIIII… AAAHHHHHHH…” menuda corrida que se pegó, cayo del todo sobre su marido, como extasiada y Ricardo le pregunto, “¿Te ha gustado?” ella se removió un poco en la cama, vino hacia mí y me quito el condón. Si la mamada que me dio antes fue espectacular, esta que me hacía ahora era más que espectacular. No sabía si le gustaría que me corriera en su boca o no, por eso quise avisarla, de que poco me quedaba, ella no se quitó y me corrí en su boca, dando unos buenos gritos, porque soy bastante escandaloso cuando me corro a gusto. Si no me corro a gusto soy silencioso.

Unos minutos después, quise dejarles solos, para que tuvieran unas palabras entre ellos y no estar en medio. Les ofrecí algo fresco y dije que iba a prepararlo. Me cogí una cerveza bien fresquita y me fui a sentar cómodamente en el salón. Apareció Ricardo y con cara de extrañeza me pregunto qué hacía, le dije que tomando una cerveza fresquita y dejándolos ahora solos. Él me dijo que después de una sesión así, su mujer se relaja tanto que apenas habla, que ya hablarían después. Cogió la ropa de su mujer y se la llevo. Vino rápido y se fue por una cerveza. Salió Sonsoles vestida y antes de decirle que quería, se despido con la mano y salió de mi casa. ¿Estaría avergonzada?

- ¿Es que se ha ido enfadada?

- No que va. Es que ella tiene que llegar antes que yo y ahora en un rato llegare yo.

- Era por si no le gusto.

- No lo sé, porque no lo hemos hablado. La conozco mejor que nadie, ya te aseguro que si la ha gustado. Creo que bastante porque nunca la había visto así, eso me ha puesto muchísimo, nunca ha sido tan escandalosa. Ojo, que tú también lo eres. Yo soy más discreto.

- Follando, ni discreción, ni prejuicios, ni timidez y mucho menos vergüenza. ¿Y tú?

- Aunque no has hecho las cosas como yo quería, ha sido muy satisfactorio y eso que al principio lograste mosquearme un poco.

- Jajajajaja, ¿Tu a un mecánico le dices como arreglar el coche o a un cirujano como operarte? Pues a mí no me digas como hacer con una pareja.

- Jajajajaja, no sé si mandarte a tomar por culo o darte un abrazo.

- Estando como estamos en pelotas nada de abrazos.

Mientras el esperaba yo me fui a dar una ducha. Cuando salí él ya estaba vestido. Me vestí yo también porque quería salir a comprar un par de cosas. Él se fue y al rato me baje yo. me había quedado muy buen sabor de boca. Si querían volver a repetir ya lo dirían y mientras a tener un trato con ellos de vecinos, sin insinuaciones por mi parte y sin comentarios. Al regresar a casa en el portal vi que estaba Clara. Me extraño, porque parecía que esperaba a alguien y como sabía que no conocía a nadie allí… pero cuando vi su cara, que era de enfado supuse que había discutido con sus padres. Porque era de las chicas que nunca tienen bastante, es lo malo de ser consentidas. Al llegar a su altura me dirigí a ella.

- Hola, que haces aquí con ese careto.

- ¿Careto’ ¿CARETO? Tú eres un hijo de puta.

- EHHH, PARA Y NO TE PASES. ¿De qué vas?

- Que de que voy, tendrás morro. Mi padre que te ha abierto la puerta de nuestra casa, que te has sentado con nosotros a comer, que te trata como a un amigo y vas y se lo pagas tirándote a mi madre a su mujer.

- No sé de qué me hablas. Creo que te equivocas. (Trate de rehacerme a la sorpresa que me acababa de soltar)

- Que no sabes de que hablo, ¿Te crees que soy tonta? ¿Qué tengo 10 años?

- Pues lo pareces.

- ¿Es que no has estado follando toda la tarde?

- No creo que te tenga que dar explicaciones a ti de con quien me acuesto y menos de lo que hago en mi casa.

- TÍO, JODER, SI OS HE PILLADO. Que se ha oído todo, conozco la voz de mi madre y la he visto por la mirilla salir de tu casa. (No sabía que decir y dije lo primero que se me ocurrió)

- Te equivocas.

- JA, que me equivoco. Ya quisiera yo equivocarme sobre todo por el pobre de mi padre. Por lo menos hazlo por mi hermano y por mí, no vuelvas a ver a mi madre.

Ella se fue andando por la calle, se iría a despejar y pensar. En parte me daba pena, pero era algo que ya no podía hacer nada. Mi idea de ir a un hotel, era la mejor, pero bueno, las cosas ya estaban así y ya había sucedido. Deje lo que compre en la cocina y llame por teléfono a Ricardo. No me contesto el, me contesto Sonsoles, él estaba dándose un baño y hablando por el otro teléfono. Le expliqué con la mayor exactitud que pude, lo que me había pasado con la hija. Lo que Clara me dijo y lo que yo le respondí. Me sorprendió la respuesta de Sonsoles, “Vaya juventud, luego se dicen modernos y liberales. Gracias por tratar de taparme. No te preocupes, ya lo hablo con Ricardo. Que no sabemos cómo nos ha salido una hija tan puritana, habiéndola criado como la hemos criado”, lo que digo me sorprendió su respuesta, porque creía que se asustaría, que se preocuparía, pero nada de eso.

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