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Una vida fuera de lo común...

en Amor filial

MI MADRE ME PONE MUY CALIENTE…eso es un hecho que vengo experimentando desde mi más tierno despertar a la sexualidad… ¡El gusto por la mujeres maduras! Me llamo Sancho, en honor al actor Sancho Gracia “Curro Giménez” que ejercía de Bandolero en Sierra Morena. Tengo 42 años actualmente, pero entonces me impactó bastante al principio, considerándome a mí mismo un degenerado pervertido…espiaba a mi madre, abuela o tía que se presentase la oportunidad, de ahí que la historia que os voy a relatar comienza en mi madura adolescencia, pero con visos recurrentes de fantasía incontroladas que se repetían a menudo… No sabía muy bien por qué tenía la misma fantasía litigante, pero en plena efervescencia adolescente no es necesaria una excusa para estar excitado y a Sancho le provocaba su propia madre. En verdad le atraían todas las mujeres de cualquier edad, sin embargo tenía predilección por las maduras bien formadas de curvas con enormes tetas y dentro de esas características estaba Sara… se despertó de golpe en plena canícula mientras dormía la siesta, un nuevo sueño fantasioso le hizo relajarse y quedar rendido al despertar ¿Cuál había sido esa fantasía…? La de tantos días a la que recurría para conciliar el sueño y luego se apoderaba de él…, en la fantasía su madre está muy caliente y quiere follar con su esposo, padre de Sancho, pero este está como siempre medio borracho y no se le pone dura… su esposa termina enfadándose pensando en buscar un Spa para relajarse ese fin de semana. Encuentra en internet una oferta súper económica para dos que no puede rechazar y compra una estancia en un Spa para tres días y dos noches con acompañante.

No se quiere ir con su marido claro está, pero tampoco le gustaría estar sola, no tiene claro con quién se va a ir…, pero por casualidad descubre por la ventana que da a la terraza a su hijo mayor haciéndose una paja, se asombra del pedazo de polla que su niño gasta y se queda hipnotizada viendo el sabroso pajote hasta que el chico eyacula una cantidad ingente de leche… desde ese momento Sara tiene claro quién va a ser su acompañante al Spa, y si todo sale tal como lo planea, tal vez Sancho tenga más de una alegría entrando en el interior de su madre… al chico le parece bien y se marchan conduciendo ella hasta el hotel. Una vez allí su hijo empieza comprender la agradable encerrona que le ha perpetrado su madre, justo en el momento que se entera en recepción que va a compartir la misma habitación. Lo curioso, es que es de una sola cama de matrimonio. Al poco de estar alojados, es cuando Sara comienza a seducir a su hijo… ropa ligera transparente, ducha con acceso libre sin cortinas ni puertas que impidan verse bajo la lluvia de la ducha, y unos buenos meneos de culo hacen que Sancho se empalme como nunca y no pueda bajar la hinchazón luchando por disimular su enorme erección.

Sara ve muy agobiado a su hijo, así que le sugiere un masaje fálico para aliviar la presión de su entrepierna, la abnegada madre comienza con unos suaves masajes, continúan con unas lamidas en el glande y finalmente culmina con una mamada a todo lo largo de su tallo. Lejos de acabar en solo una felación, ambos en pelotas hacen un 69 que los pone a tono para llegar fornicar sin miramiento alguno. Sara le comenta a su hijo que para eso le ha traído al Spa, necesitaba un macho de confianza con el que nadie pudiera sospechar pasar unos días en tan íntima situación, y tras valorar que los prejuicios sociales solo son una forma de coartar la libertad de elección, dado que un coño es un coño y una polla es una polla sea de quien sea y que ambos están hechos ser usados gozando mientras están es las mejores facultades…no como la impotente verga de su esposo. El chico no se cree la suerte que tiene, porque a su edad no hay prejuicios en casi ningún tema, mucho menos con lo salido que está, brindándole la oportunidad de follar con una madura de la calidad de su madre… así que se la folla hasta llenarle por completo el útero de esperma…sin paliativos, sin remisión y sin condón.

Como si se acabara el mundo, follan durante los tres días y sus noches. Alternan los placeres que ofrece el hotel con su Spa con el nuevo regodeo del incesto consentido y buscado por ambos. Lo que va a ocurrir en esos días es algo esperado por Sara y fantaseado por Sancho… No hay normas ni horarios, cualquier momento y lugar es idóneo para que el chico se meta dentro de ella calmando su calentura a base de pollazos y corridas escandalosas, donde afloran los deseos ocultos impúdicamente. Lo que no saben es que ese fulgor que ardía en su coño no era otra cosa que la necesidad de ser inseminada en sus días fértiles, unido a las ganas de volver a ser madre. Así que con tanto uso de su febril coño por parte de su hijo, el cual no repara en vaciar sus pelotas cada día en el mismo útero que lo engendró, finalmente se marchará del hotel sembrada por su propio hijo, quedando satisfecha la necesidad impérate de Sara de ser madre de nuevo, y de Sancho preñar a su amada Madre. En casa poco importa de quien es la paternidad del nuevo miembro de la familia, es más, Sara presume de su barriga orgullosa, cogida de la mano de su hijo Sancho cuando pasean por el barrio. Luce vanidosa a su macho, su semental y el único hombre capaz de hacerla disfrutar como una perra… Se ha convertido en la Puta de su retoño y el padre tiene que admitir la derrota por el nuevo macho alfa de la familia, Sin embargo que su madre esté preñada no es motivo para quitarle las ganas de follar al primogénito… aún panzona, Sara se deja follar por su hijo en diferentes posturas posibles para una preñada con una gran panza, los gemidos escandalosos de la hembra satisfecha recorren toda la casa, él la bombea insistente puesta a cuatro patas viendo su culo y como la dura pieza viril entra y sale del coño de su madre…

¡Y de pronto se despierta! Justo antes de eyacular en el interior de su Madre, queda desconcertado por unos instantes y se queda sentado sobre el borde de la cama hasta que decide salir del cuarto darse una ducha para espabilarse.

Recién duchado se acerca a la cocina, donde su madre ya le tiene preparado una rica merienda de leche con magdalenas recién salidas del horno. Cuando acaba le pide que le ayude…

―Cariño te voy a necesitar para que me sujetes la escalera…necesito coger unas casas del altillo…

Sara en lo alto de la escalera, pasaba las cajas a través de la pequeña abertura del techo, llevaba años almacenándolas en el altillo y pensaba que algún día tendría que sacarlas y revisarlas. Debajo de ella, sujetando la insegura escalera Sancho miraba hacia arriba, su madre tenía flexionada una pierna y la rodilla ligeramente abiertas, cuando se estiraba, la falda subía y él casi alcanzaba a ver la entrepierna de ella, su redondo y prominente culo le excitaba. Su polla vibraba dentro de los jeans y él se apretaba contra la escalera. Las piernas de su madre eran las más excitantes que había visto. Eran largas y esbeltas, de piel suave y satinada. La polla estaba tan dura que casi le dolía y aún se apretó más contra la escalera, notando la presión en sus pelotas.

¿Qué pasa cielo?  Preguntó su madre, ella vio la extraña expresión en la cara del imberbe hijo… —Sancho basta. Aunque muy embelesado…

— Basta ¿Qué mamá?

— Basta de mirar debajo de mi vestido… no está nada bien cariño.

Los ojos de Sancho relucían vidriosos y una sonrisa de vergüenza apareció en su cara. Desde hacía rato la polla tensaba los pantalones vaqueros y él intentó cambiarla de posición para que su madre no se diera cuenta del bulto. Sara se había dado cuenta del enorme bulto que formaba la verga, fruto de la excitación al mirar debajo de su falda… y es que Sancho estaba en toda la edad de la mayor revolución hormonal de su vida, donde por poco comienzan a calentarse hasta hervir. Su propio hermano hacía ya muchos años solía llevarla a sitios oscuros e intentaba convencerla para que se quitase las braguitas ante él, rozarle su vulva con los dedos mientras ella manoseaba su estirado y duro cipote…entonces descubrió qué ocurría con la hombría si se masajeaba adecuadamente el prepucio, soltando chorros de lefa por el hinchado capullo, después el macho quedaba tranquilo y relajado mientras su virilidad retornaba a un estado natural de flacidez. Con aquellos recuerdos, la mirada de su madre se enterneció, sabedora que el chico no podía controla la erección, acto reflejo de su naturaleza animal de esparcir la semilla de producción constante por toda la vida, la cual comanda los deseos del macho ante la hembra accesible y fértil, preparada para engendrar los vástagos que perpetúen la especie.

Ella tampoco está exenta de los preparativos a la cópula con el semental, y sin conseguir sortear su necesidad, su cuerpo reaccionó empitonándose los pezones, endureciéndose vistosamente bajo la blusa, presionando el tejido ostensiblemente. La sensación de plenitud de sus tetas era muy agradable. En un impulso, ella simuló perder el equilibrio, echó la pierna hacia atrás y su hijo se atragantó durante unos segundos observando nítidamente las braguitas que usaba su madre…las cuales en su transparencia dejaba entrever una sombra de vello púbico que coronaba su apretada y carnosa vagina, un mullido cojín abultado, franqueado de carnosos labios vaginales. Al chico le hervían las pelotas tras su sueño y ahora esto…casi se corrió dentro de los pantalones. Todo quedó en una somera exhibición de la madre sin más…mientras terminaba de bajar, Sancho la sujetaba por las piernas. Las manos hacían que la falda de tela ligera y poco ajustada al cuerpo para comodidad de la señora, se remangara subiendo hasta el culo, dejando los muslos a la vista. Sara jadeo al notar los dedos de su chico tocar su culo…Ella se quedó a la espera de un nuevo avance, pero Sancho se quedó paralizado ante la insinuación materna sin saber bien qué hacer. Finalmente decidió sacar las manos de debajo de la falda tan excitado como un mandril con la polla al límite de reventar de dolor. Al llegar al suelo, a Sara le flaqueaban las piernas y sus jadeos producían un vaivén sensual de sus ubres excelsas, balanceándose bajo la blusa. En esos momentos se arrepentía de no haberse puesto sujetador con el fin gozar de la libertad que da no llevarlo cuando se está en casa, pero ese era el plan… Sancho ya era un hombrecito que se fijaba en sus curvas con un síntoma de Edipo muy marcado. Lo tenía completamente embobado en sus erectos pezones con la mirada fija en ellos como si pudiera verlos a través del vestido, el cual no dejaba demasiado a la imaginación dicho de paso. Algo debió sucederle a Sara, su mano como si de repente tuviese vida propia se posó sobre la vibrante erección del muchacho…presionaba con ternura y contundencia. Tanteó toda la orografía desde los testículos a la punta que cubría parte del muslo del chico. Sancho tragó saliva ruidosamente al esfuerzo de tener la garganta seca, con los ojos entrecerrados interiorizando la agradable sensación de esa caricia decisiva de su madre…le tembló todo el cuerpo con el más tierno estremecimiento fruto de su virginidad…

— Mamá, eso está muy bien.  — ¡Oh Sancho yo…!

Su hijo enlazó los brazos entorno a la cintura de su progenitora, apretándola firmemente contra su cuerpo convulso. Enterró la cara en las mamas sueltas notando la esponjosa suavidad en las mejillas. Sara también le abrazó, una mano en la cabeza y la otra deslizándose por la desnuda espalda del él, sintió el calor y sudor en la carne del chico e inhaló el fresco aroma de su pelo recién duchado. Sin  duda aquello era algo más que un simple abrazo filial…se estaba calentando con su hijo como hacía años no lo hacía su propio marido. Su coño se contrajo palpitando como una mariposa aletea e instintivamente se abrazó más fuertemente a su vástago buscando notar la dureza viril en aquella erección que excedía su entrepierna y jalonaba el muslo del muchacho. Cuando la mano de Sancho dejó la cintura de su madre, descendió por el culo. Sara no lo detuvo arrastrada por la lujuria que capitaneaba su cerebro de manera automática…contuvo la respiración un instante mientras le sobaba las nalgas, entonces ella reaccionó apretando más su pubis contra el rabo endurecido de su hijo. Cuanto más se restregaba, mucho más se excitaba como una perra en celo. Sentía como los dedos de su chico se apretujaban contra sus nalgas bien formadas aún de contornos redondeados digno de admiración…Sara percibió arder su coño, el clítoris presionaba bajo el capuchón notándose en la tela de algodón de las braguitas, queriendo ser soliviantado. Comenzaba a dejar un reguero lascivo de ardor que recorría todo su cuerpo con epicentro en su coño desatendido por tanto tiempo por su esposo. Sin saber desde cuándo ni cómo, ella notó que su falda estaba subida…totalmente remangada sobre su cintura por encima de las caderas, y la polla de su hijo fuera del pantalón donde se oteaba una verga hermosa de no menos de 18 centímetros con un grosor de unos cuatro a cinco centímetros en su base y un glande cabezón en forma de casco alemán totalmente despejado de prepucio. Era un gran falo plenamente sugestivo para una hembra con tal falta de macho, además había que sumarle la bolsa escrotal de dimensiones extraordinarias colgando por fuera a juego con su estoque.

El instinto básico de la madre solo le dejó pensar en el buen paquete que aquel semental portaba…un perforador perfecto para sembrar a una hembra el ingente contenido de esperma que aquellas dos fábricas debían producir. Se sintió orgullosa de ser su madre y anhelante de poder disfrutarlo. También sentía el calor al rozar su verga con la vulva hinchada repleta de humedad emanando de su rajita enjuta. Continuó jadeando en tanto su hijo frotaba la polla en el arco materno y las manos en el culo atrayéndola hacia él. El consentimiento de su madre ya era abierto, y las manos por si solas se fueron al elástico de sus braguitas sin dejar de apretar las firmes nalgas, cuando notó que el badajo se escabullía entre los muslos de Sara…los cerró apresando el duro mástil que recorría las mojadas bragas que envolvía un inflamado y caliente coñito. Sancho embelesado apretaba las cachas de su madre mientras metía y sacaba la polla de entre los muslos de ella…follándola. Los restregones sobre los húmedos labios de su encrespado coño exaltado, hicieron que la madre comenzara a gemir de placer no autorizado. Simplemente por ser la polla vibrante de su hijo, pero ella la necesitaba aunque fuera la de su propio hijo…Sara se sentía instantáneamente dispuesta. Junto los muslos atrapando con mayor fortaleza el rabo energizado de su retoño, haciendo notar el ir y venir más firmemente en sus carnes blandiendo su vulva con el mástil del chico. El fuego que prendía en su coño era clamoroso al incendiarse cual fósforo, nada más acercar un leve roce que la abrasó como a una zorra en celo…apretó la nalgas y adelantó las cadera ronroneado como una gatita pesarosa de no tener macho, al tiempo que atraía a su hijo agarrándolo con ambas manos…  

¡Oh nene, oh! ¡No te corras Sancho! ¡Por favor no te corras!

El chico no se resistía a esas inhóspitas sensaciones de notar la carne trémula de una hembra, el olor a su madre en celo y la enervación de las hormonas…

 ¡Lo voy hacer mamá! No puedo contenerme más… Ella lo abraza con fortaleza hacia su cuerpo, al tiempo que la cadera de Sancho no dejaba de follarla. 

¡No por favor no te corras cielo! Sancho se notó más rápido y contundente gruñendo con la cabeza entre las tetas de su madre… ¡Esto no está bien mi amor, soy tu madre! ¡Oh cielos, no por favor no…!

La punta del glande estaba enfrentada a las bragas que cubría la vagina de Sara, y allí fue a parar la descarga seminal mezclándose con la humedad que ya había. Apretó el culo notando cómo él se corría chorro a chorro aventando semilla cálida…sintió el vivo semen filtrándose al interior de su coñito. En eso momentos tuvo la sensación de que los labios de su chumino parecía expandirse y contraerse al tiempo que el clítoris se endurecía bajo el capuchón sintiéndolo enervado. Una sensación tan placentera que humectaba aún más su conejo anhelante de macho… Ella en su interior luchaba ¡No quiero, no puede ser Sancho, mi vida…! Pero lo cierto era que la madre se colgó literalmente de su hijo viéndose estremecer de gozo al punto de correrse con el cuerpo tembloroso. Ella continuó abrazada y pronto fue consciente que la polla de su chaval seguía dura entre sus muslos. Poco más le hizo falta a la señora de cuerpo impresionante mal alimentado de placeres, cuya falta de orgasmos ya era histórica… así que dejó de regir el raciocinio de ser familia, para comandar el instinto animal hormonal de la procreación, haciendo uso de lo que la naturaleza les había otorgando.

Su subconsciente sabía que era el momento de reconquistar los placeres terrenales… un coño y una polla es eso nada más, con un uso concreto. Con los ojos vidriosos, apartó a su hijo empujándolo con tan mala o buena fortuna que cayó al suelo con toda la verga erecta, dura y flamante para la cópula apuntando hacia arriba desafiante. Sara fijó la vista en tamaña tranca y su cuerpo tomó la decisión por ella ¡Templó de emoción! Se colocó de pie con ambas piernas a cada costado de su chaval y con un suspiro se montó sobre él…, bajó lentamente poniéndose en cuclillas apartando sus bragas a un lado del generoso y mullido coño y acto seguido tomó la dura polla de Sancho enfilándola en su raja vaginal… se repasó los labios con el glande humedeciendo este con el flujo rezumante y se pajeó un rato la pepita usando el duro falo a modo de dildo. Satisfecha la primera operación estimulante buscó la entrada y se la metió en el coño bufando ruidosamente…, a modo de martillo pilón, la fue hincando en sus entrañas expandiendo las paredes del deseoso coño materno que se iba partiendo. En nada brincaba sobre la verga de Sancho casi con saltos violentos perforando más y más. Levantó las rodillas y se sujetó de los muslos para mantener bien abierta su vagina en cuclillas…, mientras cabalgaba a su propio hijo, este se hallaba envuelto en una nube irreal nada parecido a lo que solía fantasear con su madre… ­

― ¡Maldición Sancho, como me gusta esto! ¡Ooooh! Replicaba la madre fuera de sí agujereándose el conejo hambriento con el duro rabo filial.

Aunque embelesado de estar follándose a su madre, Sancho observaba la cara de puta de su progenitora con una expresión aturdida…, deseaba afianzarse entre las piernas de ella para mirar como entraba y salía su estoque del acogedor chocho de mamá, deseaba tocarla, sentir su excitante coño, sus grandes tetas, su rotundo culo abierto en tal posición…, no sabía si era conveniente hacerlo y estropear tal situación insólita. Se sentía atemorizado como nunca sometido por su madre, que se lo follaba sin compasión utilizándolo de pilón ¡Nunca había visto así a su madre! Tan entregada y conciliadora como debe ser toda una madre, aquella mujer era otra…una hembra dominadora buscando su propio placer a expensas del chico. Sara gemía follándose el coño totalmente desbocada, murmuraba mientras follaba y apenas era consciente que se estaba tirando a su propio hijo, solo sabía que tenía su entera disposición una verga dura insaciable que le partía en coño en dos y deseaba follar, follar salvaje y frenéticamente después de años sin obtener esa sensación de sentirse llena…

¡Oh que buena polla… tu hermosa polla dura! ¡Joder nene qué dura está! ¡Eso es mi niño, está en mi coño y te estoy follando Ooh! ¡Ummm! ¡Nene te estoy follando como tantas veces habrás soñado! ¡Necesito follarte cariño, necesito follar como no te imaginas…! ¡Aaaaggg… qué larga y grande la noto dentro de mí! ¡Uummm!

Sancho mira entre las piernas de su madre observando la follada como invitado especial, aunque su excitación le nublaba en parte la vista, sin embargo alcanzó a ver las bragas echadas a un lado y los húmedos vellos cortitos perfectamente recortados del coño de mamá que dejaban ver el coño en su totalidad con los grandes labios franqueando su energizado tallo. Sara seguía subiendo y bajado ágilmente jadeando, hiperventilando y gimiendo hipnotizada por la adrenalina que atravesaba todo su cuerpo en tal aventura, tiraba de los hombros hacia atrás agarrándose las henchidas tetas lecheras que se balanceaban al azar. Tal posición ayudaba mucho a mover el culo en círculos, a la vez que se clavaba el cipote del chico una y otra vez provocando un sonido obnubilante al chocar su carne húmeda con la del macho semental…

― ¡Madre mía hijo, qué dura…qué buena polla tienes cabrón! ¡Pero qué rica la tienes! ¡Y dentro de mí en lo más hondo! ¡Cómo necesitaba esto nene! Se la clavaba tanto que no quedaba nada fuera del coño tragón de su madre, aplastando sus pelotas contra el clítoris y labios vaginales a cada sentón. ¡Qué gusto me da! ¡Quiero follar más… necesito tu polla en mi coño más seguido… Aaagg! ¡Ouuuggg, dámela entera nene! ¡Métemela y haz que me corra como una PUTA…Y córrete conmigo tú también! ¡Ooooh!  

Sara se dejó caer totalmente sobre la polla y huevos del chico gritando al notar las contracciones en convulsiones en forma de onda que le recorría el cuerpo, desde el coño al cerebro taladrándolo de delectaciones en un increíble orgasmo de su madre que le llegó a Sancho. Naturalmente, este nunca había sentido nada parecido, ni siquiera cuando se hacía las mejores pajas… ¡La sensación no era de este mundo! Su madre contraía y expandía sus músculos vaginales provocándole una sensación única que le succionaba la verga, tan fuerte que no pudo aguantar y el muchacho comenzó a expeler su esencia en fuertes chorros de lefa, increíblemente reservaba en sus huevos una acumulación de un par de días, así que la descarga fue tan potente que dejó caer la cabeza dándole vueltas del impasible atolondramiento del orgasmo, en tanto su polla no dejaba de eyacular chorros de leche en el fondo vaginal de su madre. El jugo se iba extendiendo por el hirviente chocho de la progenitora, que continuaba sobreexcitada gimiendo al notar los aldabonazos de lefa contra sus paredes uterinas, al tiempo que convulsionaba atravesada por su segundo orgasmo. El ardiente embeleso se extendía por todo su frágil cuerpo entregado a la lujuria, sintiendo de nuevo leche en el coño.

Sara machacaba locamente la chorreante y endurecida polla de su hijo, haciendo que cada lechazo entrase en su hambriento conejito lo más profundo posible. Después de muchos meses en el dique seco, por fin tenía su coño copado del néctar de un semental…de su nuevo y joven macho. Sancho se estiró en el suelo viendo como poco a poco la verga dejaba de eyacular dentro de su madre, cuando las sacudidas de ella cesaron, Sara se bajó de encima de su hijo para ir a sentarse en el suelo apoyada en los codos. Se quedó quieta un rato, lentamente como saliendo de un dulce sueño se dio cuenta que tenía la falda remangada en la cintura a modo de cinturón, con la bragas a un lado de su abultada vulva por donde manaba un borbotón de esperma que se convertía poco a poco en reguero…se enrojeció de vergüenza. Se bajó la falda y cerró los muslos mirando tímidamente a su retoño exhausto después de haber aventado su leche, sintiéndose embargada por el acto impúdico observando la expresión de su juvenil carácter reflejado en su cara de niño… ante ello su pensamiento era de clarividencia “Lo sabe mi hijo… sabe que su madre no se puede resistir ante una polla dura” Sara sintió una desazón en su vientre y al apartar la vista de su hijo advirtió la humedad que había en el todo el tronco de su masculinidad haciéndola relucir por los jugos de su coño y del semen que los impregnaba.

Ahora estaba menos duro sin llegar a estar flácida pero seguía siendo hermosa. Cuando se levantó la mirada de su retoño persiguiendo su culo bambolearse al moverse cada nalga en el compás del andar…se elevaba y volvía a bajar en cada paso cual péndulos hipnotizantes. Esa noche durante la cena volvió a ver esa mirada vidriosa en los ojos de su hijo, Sara estaba nerviosa esperando que él moviera ficha, se hallaba segura que su hijo intentaría volver a follarla antes de ir a dormir, porque dormía sola con su marido lejos de casa. Sancho en su inconsciencia se sentía seguro de poder hacer cualquier con ella creyéndose el macho alfa de la familia… con entera disposición del uso de su madre. Lo vio claro al observarle el bulto de su erección cuando se levantó de la mesa…, tragó saliva e intentó apartar los ojos enrojeciendo sus mejillas de la vergüenza. No podía quedarse quieta sintiendo flojedad en sus piernas y un familiar cosquilleo sugestivo en la entrepierna… El chico pronto comprendió el funcionamiento simple de la mente de su progenitora y tenía muy claro el dominio sobre la madura hembra de la casa, haciendo con su madre lo que le diese en gana. Sancho permanecía de pie junto a ella, la cual dejaba escapar su mirada flash a la grandiosa hombría que portaba el muchacho, aunque intentara entretenerse con la televisión. Antes que su madre pudiera reaccionar, alargó la mano hacia su pezón derecho y se lo pellizco con descaro…

― ¡Eh nene… ¿Qué crees que haces…?!Percibió el deseo febril de su hijo… ― ¡Sancho por favor, no… no lo comprendes cariño. No debes hacérmelo otra vez. ¡Soy tu madre! Y no es correcto que me folles.

El deseo se apoderaba de ella pero su boca decía lo contrario. –Pero si no te quiero hacer nada malo mamá… Solo quiero jugar contigo un poco.

Ella puso la mano de su hijo en el regazo, y de inmediato supo que era un error. Solo esa leve presión hizo que su coño palpitara soltando un chispazo por todo su cuerpo. Sara dejó caer la cabeza hacia atrás, mientras su hijo se colocaba detrás de ella, bajó por los hombros deslizando los tirantes de las hombreras desojando sus tetas de la fina tela que las cubría. Abarcó ambas tetas…las apretó y las manoseó a placer provocando el endurecimiento de los pezones cual si fueran pitones…ella con los ojos cerrados interiorizando la suavidad del masaje empezó a removerse en el asiento en tanto su hijo se hacía cargo de sobar sus ubres lecheras. Era tanto el placer que casi se desmalla de gusto…

― ¡Qué tetas más bonitas tienes mamá… bonitas y grandes como me gustan! Ella jadeaba inaudiblemente…

― ¡No Sancho…se supone que no debes ver así a tu propia madre… cielo por favor no me hagas esto!

 Es algo que nos gusta a los dos y nadie sabrá que te he hecho mía!

No digas eso cariño…no debemos repetirlo.

– ¡Son preciosas tus tetas, grandes y firmes aún. Tus pezones terriblemente largos mamá sobresalen como dos pequeñas pollas ¿No?

De repente tras unos minutos disfrutando de amasar las tetas de su madre, se dirigió al sofá del salón y ella como una perra en celo tras su macho lo acompañó, y nada más sentarse recordó la conducta inadecuada fruto de su más profunda naturaleza de hembra sumisa, ante lo que se sintió avergonzada…ella era así recatada y vergonzosa con sus instintos básicos, pero poco a poco se animaba convirtiéndose en una hembra descarada enardecida, y terminaba sintiendo un gran arrepentimiento al final. Sancho detectó un nuevo brillo en los ojos de su madre, pero al ser tan inexperto no estaba seguro de tales señales provenientes de una mujer, por lo que aún le parecían cosas misteriosas.

En su corta experiencia no sabía el protocolo de actuación de una hembra en celo… Solo sabía que su propia madre se lo había follado en el suelo en un arrebato de lujuria y había sido fantástico gozándolo sin atisbo de timidez de mostrar su polla erecta y plena para el coito, sin embargo ella sí, sí parecía pudorosa sin querer apenas mirarle su masculinidad en alza y dura por ella. En verdad el chico no tenía ni idea del control que poseía ahora sobre su madre, no comprendía el gran poder que ejercía su gran verga erecta sobre su dominada matrona, apenas pensaba en ello, solo era guiado en su entusiasmo por follarla, sentirse de nuevo dentro de su cuerpo húmedo y caliente, de sentir el roce su vagina succionando el glande, verla tragarse su falo con el rico coño aterciopelado por donde un día vio la luz por primera vez y correrse dentro vaciando por completo sus pelotas. Ahora era la imagen de su madre empalándose lo que dominaba su simple pensamiento de semental. Sancho creyó que su madre estaba esperando que él tomara la iniciativa, dijera algo, pero no sabiendo qué decir seguro de lo que deseaba, se levantó, Sara vio de inmediato el soberano bulto que marcaba su hijo con la polla empalmada y su respiración se paró…el pulso se disparó acerándose con un temblor lascivo intenso que se apoderó de todo su cuerpo provocando que sus tetas se bambolearan. De la vergüenza se al tapó.

– Cielo más no, por favor no te acerques más.

Sancho estaba tan excitado que no atendió a su protesta sonando a cantos de sirenas. Se acercó un poco más a su madre, los ojos se Sara seguían fijos en el excelente bulto de la erección de su hijo…Sara percibía que su coño se contraía y su clítoris se hinchaba sin control… con la boca y los labios resecos de la hiperventilación por la excitación se pasó la lengua para humedecerlos. El muchacho se arrodilló ante la madre y ella lo miró con recelo, juntó las manos presionándose las tetas, él colocó las palmas sobre las rodillas de ella moviéndose al notar el calor que emanaba de las manos de él…entonces Sancho empezó a deslizar los dedos por debajo de la corta falda de su madre…

― ¡¿Oh mi vida, por qué me haces esto…?!

Sara notó que la polla presionaba su pierna, justo por debajo de la rodilla, bajó las manos y las apoyó en los almohadones al lado de su cadera, el chico subió el vestido de su madre viendo aparecer las bragas…, entonces la agitación de la respiración le indicó a su madre el grado de excitación en que se hallaba. Ella intentó protestar cuando él agarró los muslos y los separó con decisión, pero la polla de su hijo la tenía completamente absorta, sin embargo se dio cuenta que sus piernas estaban al aire y el frontal de sus braguitas totalmente expuesto…

― ¡Oh Sancho, no por favor! 

― ¡Quiero verlo mamá! ¡Quiero ver tu coño!

Sancho empezó a bajar las bragas tirando de ellas, Sara intentó apretarse sobre los almohadones para evitarlo, pero no funcionó y se vio levantándose ayudando a que se las quitara. Y cuando levantó los pies para permitir que pasaran, ella creyó estar soñando. Sollozaba impotente de pura lujuria y la de su pequeño semental que la asía con firmeza camino de follarla sin remedio. En esos momentos la vergüenza de verse desnuda y entregada al sexo incestuoso, pasó a ser sustituida por una ardiente y urgente necesidad de sentir una verga dura dentro de ella.

– ¡Oh nene, Dios mío Síiii! Hazme tu puta otra vez.

Sancho miraba fijamente los muslos de su madre totalmente abiertos, el aterciopelado mantillo de vellos cortos que adornaban el pubis de su coño, dejando los labios y los flancos de estos completamente depilados e hinchados en una voluptuosa vulva. Se hallaba obnubilado al límite de la idiotez produciendo una insistente vibración en su polla debido a la gran tensión de la erección que rigidizaba el gran falo para un chico tan joven.

La madre no podía aguantar más, se tenía que desnudar para aliviar el sofoco intenso de su exaltación y para exhibirse ante su hijo, su macho y amante. Se quitó por la cabeza el vestido que la arropaba livianamente, en un segundo, pero continuó sentada lascivamente expuesta al dominio del hombre de la casa y la mirada refulgiendo por el deseo voraz, y los labios de su coño entreabiertos hirviendo a la espera de ser franqueados por la venosa tranca de su retoño, en tanto destilaban jugos preparatorios escurriendo reguero abajo hasta su culo, de manera que el cipote no tuviese demasiado obstáculo de lubricación, y pudiera deslizarse de una sola acometida desde el glande cabezón, hasta las raíz de la que colgaban unos soberanos par de testículos cargados de leche entera para ella. En tales circunstancias se venció a la cópula impepinable abriendo las piernas y adelantando el coño más allá del borde del asiento del sofá… ― ¡Hazlo Sancho! ¡Fóllate a tu madre! Hazle sentir de nuevo tu polla a pelo dentro de ella hasta el final y rellénala de lefa… Ya has hecho de mí a una Puta deseosa de tu verga de venas hinchadas y dura. ¡¿Qué más quieres?!

Sin rechistar, el adolescente deslizó la mano sobre el suave interior de los muslo de su progenitora, tocando la vagina con la punta de los dedos, Sara gimió y sus caderas brincaron al notar frotar su clítoris con la yema del dedo índice, enviando un rayo de placer a través del cuerpo de ella…entonces alternó metiéndoselo hasta el nudillo en el coño de mamá…

―Oh Sancho, sí nene qué bueno ¡Hazle eso otra vez a mamá, nene ¡Hazlo más fuerte…!

Con los ojos como platos, el chaval metía y sacaba el dedo que luego fueron dos en el adornado conejo de su madre, las cadera de ella se sacudían al tiempo que los dedos producían un sonido acuoso entrando y saliendo de la húmeda y febril raja que un día se dilató para sacar su cabeza, ahora embozada de lujuria al notar que los rosados labios absorbían sus dedos adentrándose más en más…

― ¡Oh Dios mío! Joder qué gusto nene, ¡Qué maravilla de sensaciones! ¿Seguro que es la primera vez…? Sancho sacó los dedos del chumino materno, lo miró por un momento y se los limpió chupándose el néctar del que quedaron impregnados… ―Dios mío cariño, qué bien lo haces, qué gustazo… continúa dame más ni vida…

Sara dejó de mover las caderas de lado a lado, ahora las hacía subir y bajar…sus ojos estaba encendido de lujuria, la lengua se retorcía entre sus labios humedeciéndolos y saboreando la rica tranca que estaba por probar. Aquella hembra miraba famélica la polla de su hijo, regocijándose en la gruesa cabeza en forma de casco alemán, con bordes tan pronunciados que pareciese un champiñón que taponaría su cérvix arrastrando el placer por cada pliegue de sus paredes vaginales antes de ocluir el fondo uterino, y en el borde del abismo pronunció las palabras mágicas…

―¡Métemela! ¡Vamos cabrón, no me desesperes más…Clávame la polla hasta los huevos nene! ¡FÓLLAME SANCHO! El chico aún con el bóxer puesto, pero con la verga y las pelotas por fuera fue increpado por su madre… ― ¡Quítatelos! ¡Bájate los calzoncillos y FÓLLAME, Sancho! ¡Date prisa Hijo de Puta… me tienes muy caliente! ¡FÓLLATE A TU MADRE de una puta vez… no me dejes así! Ella comenzaba a estar fuera de sí al ver todo el cipote enervado, duro y tan rígido como una viga empotrada presto a partirla en dos. ― ¡Me arde el coño joder, necesito tu polla dentro de mí YA! ¡Sancho el coño de tu madre necesita tu dura verga en el fondo! ¿A qué estás esperando para follarte mi coño?

Sancho dejó caer del todo el bóxer y lanzó las caderas hacia adelante, Sara asió el largo rabo venoso notando la temible dureza, cerró la mano y la pajeo unas cuantas sacudidas remangándole del todo el prepucio. Luego dirigió la punta cabezona de aquella daga hacia la entrada del paraíso, poniendo el glande sobre sus ardientes labios carnosos…contuvo la respiración mientras el cabrón de su hijo empujaba sin compasión hacia delante haciendo desaparecer la tranca en el interior de la madre…

― ¡Oh Dios mío nene, qué bueno! ¡Síii, sigue Hijo de Puta…No pares Ya!

Sara movió las caderas acomodándose al ritmo del chico, quedando ambos sincronizados, hundiendo todo el vástago hasta la base haciéndole notar el golpeteo de los huevos colganderos frondosos cual si fueran de un toro bravo. La señora jadeaba, bufaba a cada envión al fondo uterino…sollozaba según la intensidad de su placer. El acogedor coño estaba tan sensible que lograba percibir la rugosidad venosa del erecto mástil de su chaval, la cual enviaba escalofríos a todo su cuerpo con epicentro en el mismo clítoris…

― ¡Ooooh fóllame fuerte nene! ¡Folla a tu madre Sancho…Qué dura la tienes como le gusta a mamá! ¡Me encanta las pollas duras y venosas como la tuya cabronazo! ¡Adoro notar que me folla una verga bien viva y pertinaz! Sancho gruñía extasiado.

Él solo se dedicaba a notar como entraba y salía del conejo hambriento de su madre totalmente abierto con los labios frotando el tronco como dos cortinillas que se remangaban al empujar y se blandían al tronco al sacar. Oía los acuosos sonidos producidos por el ir y venir de su badajo en la encarnizada follada a su progenitora excitándolo, al tiempo que notaba como sus bolas se balanceaban atrás y adelante chocando en la vulva y perineo de ella en cada arremetida…parecía egoísta y así lo era como son todos los machos excitados en la cópula, mucho más en plena adolescencia…

― Apriétame las tetas, aprieta las tetas de tu zorra madre mientras la follas como un cabrón se folla a su perra en celo. Juega con mis tetas… nene me encanta que juegues con mis pezones mientras tengo tu polla dura perforándome el coño ¡Vamos estira y pellizca mis duros pezones Hijo de puta! No me dejes sin ese placer ¡Ooooh! Entre tanto Sara hacía subir y bajar su coño, cabalgando la polla de su hijo con vigorosos empujones… La señora gemía de éxtasis con la vagina ardiendo y las tetas sensibles por el fuerte sobo…atraía para su cuerpo a su hijo, y levantaba el culo para enfilar mejor el acceso a su chumino.

Abría y cerraba los muslos como unas tijeras aventando el placer de sentirse atravesada por su hijo…en aquel momento todo su cuerpo se agitaba incontroladamente… ― ¡Estás haciendo que… ooooh! ¡Sancho me arde el coño! Vas a hacer que me corra enseguida cabrón. ¡Joder nene, fóllame más duro… más fuerte y más profundo! Hazme notar ese par de cojones duros llenos de leche que tienes para dársela a mamá. ¡Me encanta lo dura que la tienes por mí! ¡Mi coño está a punto…!

El grito ardiente salió de su garganta cuando el orgasmo explotó en su interior, los espasmos surgían de sus entrañas y llegaban a sus labios vaginales. El conejo hambriento de places terrenales, se contraía en torno de la vigorosa verga de su muchacho, y el clítoris latía locamente. Gritó una y otra vez con su vagina funcionando briosa en la succión, absorbiendo el falo de Sancho. La señora no atendía a razones, agarraba a su hijo del culo con ambas manos atrayéndolo hacia la hondonada de su vagina, al tiempo que ella se adelantaba hacia su chico formalizando un acople pleno de ambos genitales sin dejar un milímetro entre ambos pubis y enredando los vellos cada vez más familiares. La madre desencajada de placer por el incontenible orgasmo, exigía más polla dentro en su coño chorreante del squirt que salió pese al ajuste que cegaba su vagina, regando su culo y los huevos del chico… Los gritos y el olor a sexo que colmaba toda la estancia no hacían más que avivar las ganas de correrse el incontenible adolescente, tras más de diez minutos gozando de la vagina de su madre…

― Me corro mamá me voy a correr Ya…

― ¡Córrete conmigo Sancho! ¡Siembra el útero de tu madre con tu fértil esperma! ¡Vamos nene, llena de lefa el coño de mamá! Dámelo… lo deseo tanto como vivir… ¡Córrete dentro de mí… en el mismo útero de donde naciste… y PRÉÑAME! De pronto notó el primer aldabonazo de leche… un chorro contundente. –Así cariño, asíiii ¿No te gustaría hacerle una panza enorme a tu madre… ¡Hazme un Hijo?  ¡QUIERO QUE ME PREÑES!

Sancho no pudo detener por más tiempo la descarga seminal, gruñó como un verraco amasando fuertemente las tetas con sus manos y con el segundo lechazo se amorró a la boca de su madre intercambiando los fluidos de su boca también, en lucha ambas lenguas perdidos por la lujuria al sentir como se esparcía el semen filial por las sedosas paredes vaginales rellenado el sediento cubículo uterino materno. Al notar el jugoso esperma empapando su coño, Sara lanzó un grito extático que sacudió a Sancho. Ambos abrazados se presionaban entre sí formando un solo ser enganchados por sus genitales…ella sollozaba embelesada con el coño lleno de leche espesa percibiendo cada chorro de lefa atorarle la entrada de las trompas de Falopio, al mismo tiempo que se corría contrayendo los músculos vaginales sobre la endereza verga de su retoño, aun chorreante eyaculando uno tras otro aldabonazo de fértil esencia testicular que aliviaba de testosterona al pobre chaval, como si deseara vaciar por completo sus pelotas dentro de ella, cual si no hubiera un mañana cada vez más trabado por el placer que obtenía del coño que le vio nacer. Aquella eyaculación feroz acabó con una ingente cantidad de semen inaudita para su madura vagina, tanta que no pudo contener ni la mitad dentro de su angosto conejo tragón, ya rellenado por la anterior descarga… dos en menos de una hora.

Ahora Sancho sí estaba seguro que podía hacer lo que deseara con su madre, y Sara que él lo sabía. Se echó en la cama hecha un ovillo llorando desconsoladamente por la fragilidad de su voluntad de soportar la tentación de volver a caer en las garras de su dominante macho alfa. Esa escasa fuerza se la recordaba el ligero escozor en su coño, de sugestiva sensación agradable. Hacía mucho tiempo que no tenía ese gusto en su vagina fruto de haber gozado como una perra con un verdadero semental. Al terminar de follar, se sentía de nuevo catatónica, su propio hijo al que alimentó en sus pechos de bebé, al que ayudó a aprender a sumar y restar, al que le mostraba como era la vida y lo llevó durante nueve meses en su vientre… le había abierto de piernas para examinar su rajita enjuta del poco uso en los últimos tiempos, observando y tocando cada milímetro para después enchufarla con su soberana empalmada de verga, y hundirla a lo más hondo para hacerla gozar como una Puta, tras tanto tiempo en el dique seco.

Ella se había desplomado en la cama ruborizada y chorreante su coñito que destilaba por cuenta propia ante la presencia de la erecta verga amenazadora de su chico, mientras él la exploraba cual pionero en la jungla del placer sexual. Fue entonces cuando Sancho se dio cuenta del poder fálico que ejercía sobre su necesitada y sumisa madre, una mujer necesitada de ser dominada por la vara mágica que un macho posee entre sus piernas, un poder mayor a mayor fuese el grosor y largura del cipote. Ella yacía de cara a la ventana escuchando los ruidos nocturnos, eso siempre la había tranquilizado, pero hoy era diferente, había un nuevo ambiente en la casa, una tensión erótica que había llegado para no irse en mucho tiempo. Un leve ruido detrás de ella la sobresaltó, se giró y vio a Sancho parado en el umbral compuesto con tan solo su bóxer ceñido que resaltaban notablemente el gran bulto de sus genitales aún sin estar alzados, se marcaba su polla caía hacia su izquierda y el escroto resaltando sus dos bolas.

Ella notó que el calor brotaba en su interior de nuevo a sabiendas que un adolescente es una máquina continua de follar imparable. –Tenemos que hablar mamá.

― ¿De qué cariño?

– De lo que ha ocurrido hoy.

– No quiero hablar de eso…

― ¿Por qué no? 

―Sancho ¡No me hables así, sabes… Todavía soy tu madre!

– Pero ¡¿Por qué no mamá?!

– Sancho NO.. N―O.

– No lo puedes negar, sé que te gusta mi polla, te excita vérmela… te pones muy cachonda cuando la tengo tiesa así que nada de juegos tontos… ¿Vale…?

– Cariño yo no juego a nada.

–Entonces ¿Por qué me follaste la primera vez, mamá?  Si no te gusta gozar de mi polla dentro de tu coño… ¿A qué vino todo?

– Hijo me gusta follar contigo.

– Mamá… Nunca había tenido un coño para gozarlo como tú me lo has dado, tan apretado, tan entrenado para follar y además sin condón… me dejaste correrme dentro de ti… eso fue una pasada en la que no dejo de pensar constantemente ¡Eres genial! Tienes todo lo que un hombre busca en una mujer…

En todo este discurso el chico intentaba quitarle la poca ropa que llevaba encima su madre. Su madre le escuchó notando su mano sobre las tetas, por su tono dedujo la gran seguridad que tenía en sí mismo y que ella no protestaría. Sobó un rato las ubres maternas y tiró del sujetador. Cuando él la tumbó de espaldas la madre se dejó hacer complaciente con los ojos vidriosos fruto del deseo lascivo que le provocaba su adolescente hijo…

― Hijo creo que no debamos continuar follando…

― No seas recatada, quítate la ropa mamá, ¡Te deseo!

― Sancho yo…

Ella levantó el culo y deslizó las braguitas por los muslos, al doblar las rodillas mostró brevemente su aterciopelado conejito de vellos perfectamente diseminados formando una bello dibujo floral semejante a la hierba recién cortada de un cuidado jardín…

― ¿Ahora qué?

― Quiero ver tu coño, tienes una vulva preciosa…hinchada con una rajita franqueada por unos labios carnosos preciosos… Tienes uno coñito divino. Que sabe a gloria…

– ¿Como lo sabes? ¿Cuántos más has visto y disfrutado como lo has hecho con el mío…?

–Solo los de las revistas porno, mamá, pero el tuyo es mucho más bonito que las de esas zorras.

– ¿Qué revistas ves… me gustaría verlas?

– ¿Para qué?

– ¿Para saber tus gustos… nada más?

–Las que más visito son… “PRIVATE” “PENTHOUSE” Y “SEX ORGIES”. En esta última hacen de todo con todos, follando y todo eso…por el coño, el culo y la boca.

– Me gustaría ver lo que te excita, seguro que lo que más te pone… son de hijos follándose a sus madres.

– Pues la verdad es que son mis favoritas, ver a las madres metiéndose la polla de sus hijos en la boca, chicos usando sus lenguas en el coño de sus madres… ¿Quieres verlas?

Sancho salió rebuscó entre sus libros y volvió con varias… – ¡Qué obscenas! 

Sara ya había visto todo eso en revistas más antiguas, pero esas en color eran muy diferentes y sin duda era mucho más fascinante, porque se mostraba en fotonovelas como un tutorial, de lo que un hombre pueden hacer con una mujer y viceversa, además también en grupos formando orgías de todo tipo… las fotos eran obscenas y ella comprendía que Sancho se excitara viendo a una madura en el papel de madre, follando y dejándose inseminar por un jovencito que podría ser su hijo.

– Mira que polla más grande, mamá ¡Está follándole las tetas a esa madurita... 

– ¿Te gustaría follarte las tetas de tu madre…? Esa es una pregunta que nunca se debería hacer a un adolescente… Sabes que no podría impedírtelo, si deseas follarme las tetas…no hay nada que yo pueda hacer. Creía que lo sabías…

– Lo sé mamá.

Rápidamente, Sancho se quitó los calzoncillos, tumbó a su madre y se sentó sobre ella. Sara notó el calor del culo de su retoño sobre su piel, ella levantó la cabeza para ver el largo falo y el par de pelotas colgando que se presentaban excitantes. Todo el conjunto descansaba sobre su vientre y su calor aumentó. Sancho puso las manos sobre las ubres lecheras de mamá y las apretó, observando cómo se abultaban los pezones…, hizo avanzar el culo, deslizando los huevos sobre la dermis del vientre de su madre, Sara empezó a jadear de gozo. Él colocó la verga entre las tetas en tanto ella sintió una ardiente sensación en el coño que le hizo seguir jadeando.

– ¡Fóllame las tetas! ¡Vamos cabrón fóllate las tetas de la zorra de tu madre con esa estupenda erección!

Sancho movía el culo adelante y atrás, deslizando el cipote erecto y duro entre las frondosas mamas de la progenitora que con ellas le alimentó de bebé, mientras ellas las apretaba con fuerza haciendo más angosto el canalillo por donde el rabo del chico se escurría… al tiempo elevaba la cabeza para observar mejor la follada, viendo como por la punta goteaba levemente y eso ayudó a la lubricación…

– Mmm ¡Qué gusto! Noto tu polla dura y caliente entre mis tetas, querido ¿Vas a follarme las tetas hasta correrte sobre ellas?

–Eso te gustaría ¿No es así mamá?

– ¡Vamos  nene, sé un buen semental y córrete en mis tetas! Me encantará sentir tu caliente lefa sobre ellas…

El adolescente no tenía hartura en follarse a su madre, un filón al que le estaba sacando todo el rédito que su fantasía había predicho…, le restregaba la polla atrás y adelante por el pasillo entre sus prietas mamas. Sara puso las manos sobre ambas nalgas del muchacho empujando hacia adelante. La punta del rabo engreído y enervado le tocó la barbilla humedeciéndola con la punta de la lengua…gimió de deleite al saborear el glande con regusto a semen y a su propio coño, lo que le hacía hervir la vagina cada vez más. En todo ello no dejaba de empujar del culo de él hacia ella, deslizándose entre sus tetas y cuando se acercaba a su cara aprovechaba para lamer el capullo, Sancho gemía de gusto observando a su madre como una Puta alargando la lengua haciéndola revolotear en su glande mientras no paraba de follarle las tetas…

– ¡Sigue así follándome las tetas! ¡Folla a tu madre entre las tetas! Menuda cubana te estoy haciendo nene… No recuerdo cuando fue la última vez que me las follaron ¡Vamos córrete!

Sancho estaba completamente ido por la suavidad de las ubres que aprisionaban su badajo, y llegó el colmo cuando le lamió la cabezota de su virilidad, Sara seguía empujando del culo de su hijo pidiéndole más polla, más lefa incrementándolo con sus lengüetazos e incluso sus chupadas con succiones fuertes de sus cálidos labios, el cipote era lo suficientemente largo para una cubana, lo cual agradó sobradamente a su madre.

El calor de la polla entre sus tetas se esparció por todo su cuerpo llegando a su coño, notando en su abdomen también el frotar de los testículos rasurados de su chico…Sara supo entonces que se iba a correr y no lo retrasó más…

– Tengo el coño muy caliente y húmedo nene, y me encanta tener tu polla viril entre las tetas… ¡Creo que voy a correrme contigo cariño! El coño de tu madre se va a correr cuando tu verga estallé soltando leche sin parar ¡Vamos Sancho, eyacula todo tu esperma sobre las tetas de mamá!

Sancho bombeó más deprisa, signo de su inminente corrida, apretó las elásticas tetas tanto como pudo en torno a su endurecida y ahora más hinchada polla… – ¡Estoy a punto mamá! ¡Voy a correrme yaaa!

– ¡Córrete nene, córrete a placer sobre mis tetas!

– ¡Me corro mamá!

–Así es cariño, sobre mis tetas… las quiero bien pringadas de lefa de mi niño.

Lanzando un gruñido de verraco, el muchacho se corrió vaciando sus pelotas en cada chorro de lefa que disparaba indiscriminadamente sobre el lecho de aquel par de grandes tetas maternas. Los chorreos eran enviados en grandes chorretones de jugo blanco y espeso hacia la cara de su madre…uno de los chorretones cayó sobre su ojo cruzándole la cara y los labios, otro sobre la nariz hasta el flequillo, otro directo a la boca y el cuello…todo esto sintiendo contracciones en su pubis fruto de su propio orgasmo alimentado por el olor, sabor y textura de la leche de su hijo. Las contracciones eran tan poderosas que su culo se alzó sobre la cama en una revolución de sensaciones diversas con el mismo fin gozar del sexo. Sancho por su parte no paraba de lanzar chorros de lefa sobre la cara de su madre, que la cubrieron de semen desde el pelo hasta la barbilla pasando por los ojos, nariz, mejillas y boca. Sara gemía con placer al notar las convulsiones de su vientre y coño, recibiendo las descargas copiosas del nuevo semental de la casa en toda la jeta… observa en primer plano como nunca lo había hecho, como el orificio uretral del glande de su hijo se abría expeliendo largos chorros de esperma.

Las caderas de Sara se sacudían mientras ella se corría una y otra vez. Todo era un gran despropósito al percibir más orgasmos que nunca… los suyos y los de su propio hijo. Cuando la polla del inseminador se retiró de entre sus mamas, ella la dejó ir con desgana, le hubiera gustado sentirla toda la noche descansando sobre sus ubres lecheras, ahora en el más amplio sentido, dado que no solo hubieron tenido la leche que alimentó a su hijo, sino que ahora estaban cubiertas por la leche que producían las gónadas de su retoño, como devolución a lo que hubo obtenido de bebé al chupar de sus pezones. Cuando Sancho se desplomó a su lado sobre la cama de matrimonio, una cama diseñada para compartirla el macho y la hembra, fornicar y lograr el fruto de la fornicación… preñando el vientre de ella finalmente, se preguntó si se sentía humillada o degradada en cierto modo… NO, no se sentía de ninguna manera así, al contrario se sentía halagada que su hijo fuera capaz de tener tantas erecciones seguidas con ella y lograse correrse en su coño o tetas y cara. El muchacho estaba casi dormido, no era de extrañar que estuviese exhausto, así que ella aprovechó la oportunidad para recrearse observando atentamente la flamante enorme masculinidad que portaba su retoño entre las piernas, pese a estar blanda, se perfilaba todo un portento de gran verga acompañada de unos huevazos a juego con el conjunto que le daba tamaña virilidad al chaval con apenas edad para votar. Curiosamente no tenía vello, pese al nivel de testosterona que producía su par de magníficos testículos grandes casi como pelotas de golf, sin duda ya vacíos y volviendo a producir más leche fértil. Era la primera vez que se entretenía analizando cada detalle de sus genitales, pasó un brazo por sus caderas y le besó el estómago, lamió a su hijo y fue bajando hasta su polla y finalmente los huevos que lengüeteó para ayudarle a fabricar nuevo néctar que los rellenase y los pusiese bien duros otra vez.

Y así es como comenzó mi larga vida sexual, nunca estaré lo bastante agradecido a mi madre, también a mi padre por ser tan descuidado con su esposa. Nuestra situación familiar era como la de muchas familias, que con el tiempo se fue convirtiendo en complicidad entre mi madre y yo, después fue con mi hermana a medida que nuestro padre fue abandonado poco a poco los deberes maritales con su esposa. Además mi madre, maestra de escuela se hacía cargo de nosotros con el temple y el ímpetu que solo una madre como ella podría hacerlo. La relación que teníamos en casa era un tanto especial, ya que mi madre pasaba en el trabajo casi todo el día, donde entraba a trabajar a eso de las 9:00 y regresaba pasadas las 18 horas. Con mi padre no contábamos. Por nuestra parte mi hermana y yo nos dedicábamos a estudiar muchas veces juntos pese llevarnos tres años de diferencia…, lo que nos llevó a roces, que animaron a despertar nuestra libido y no cumplida la mayoría de edad, la desvirgue y continuamos follando hasta que se casó. Mientras Laura se dedicaba a realizar tareas encomendadas en casa, yo combinaba las mías con el deporte, el cual terminaba alrededor de las 18 horas, por lo que mamá aprovechaba para recogerme y volver juntos a casa. Con el tiempo mi hermana hizo la carrera de ADE, pero antes de acabar se me quedó preñada y se casó… hoy tiene 4 hijos.

CONTINUARÁ...

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