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El chulito, una más para la colección.

en Hetero: General

--Venga tía, ¡vámonos ya que no llegamos jodo!

-¡Qué sí joder, que ya voy coño, que esperen que para lo que van a ser!

Fueron las palabras que le dije a mi amiga antes de salir de su casa. Esto de que me quedase a dormir con ella, no me salía del todo rentable, porque tendría que volver pronto. Pero eso sí, el tiempo hoy lo aprovecharía con alguno, que la verdad es que no sé cuándo voy a volver.

Me presento:

Me llamo Ana. Soy una chica bastante guapa, o eso es lo que me suelen decir cuando salgo por ahí. Mido 1,64, ojos marrones, pelo largo y liso con mechas rubias, bastante culo, delgada, simpática, y cuando llevo un cubata en la mano, me suele gustar llamar la atención, y darlo todo en las discos. Como os digo, este día estaba un poco cabreada, y lo que me apetecía era beber, y olvidarme un poco de mi vida. No os lo contaré, ya que no quiero aburriros con temas de estudios y mierdas así.

--Joder tía, hoy ligas fijo. Que guapa vas.

Es cierto, llevaba u vestido negro de encaje, el cual dejaba a la vista el trabajado culo que forjaba en el gimnasio día a día. Me llevaba gran esfuerzo, pero es la parte de mi cuerpo que más me gusta. Me puse mis tacones rojos, los cuales hacían juego con el bolso y mi pintalabios. Me miré al espejo y dije: “Vamos a por ellos”.

Bajamos al portal y ya nos estaba esperando el novio de mi amiga Lidia, Santi. Me gustaba, el chaval no estaba tan mal, era mono. Aunque no era mi estilo. Nos llevó hasta donde celebraban la fiesta de la universidad. Estaba un poco nerviosa, era la primera vez que me colaba en una fiesta de mayores de 18. Tenía el carné que me había conseguido Lidia, pero bueno, en cualquier caso, nos podríamos ligar al segurata. Entramos y joder, aquello estaba abarrotado de gente. Se restregaban todos con todos, con la música de fondo. Fuimos hasta la barra, en la que estaba el grupo: Jaime, Luis, Marcos, Juan, María, Lucía, Mirella y Cristian, me lo dejo para el final, porque era el que estaba más bueno. Enseguida me entenderéis: metro ochenta, ojos azules que contrastaban con su pelo moreno, fuerte, con músculos definidos, mirada y sonrisa que hacía que cualquier chica matase por él, y para rematar, es a típica actitud de chulito que las ponía rendidas a sus pies. No me preguntéis por qué, pero era la realidad.

La fiesta continuaba, y yo me fui a hablar con mis mejores amigos, Marcos y Lidia. Con ellos me lo pasaba genial, ya que nos entendíamos muy bien. No se cómo lo hizo, pero Juan se consiguió llevar a Marcos y a Lidia a la pista. Me pareció un poco raro, porque a Marcos no le gustaba mucho bailar, pero como Juan le iba dando de su copa, le empezó a dar igual. De repente, me vi sola con Cristian y Jaime. Me asustaba un poco estar a solas con Cristian, por la actitud y por como era. Pero enseguida nos pusimos a hablar de chorradas: la carrera que quería hacer Jaime, los entrenamientos de Cristian… en fin. Llegaron las 00.00 y Jaime se tubo que ir porque le cerraban el tranvía.

Cristian lo acompañó hasta la parada y yo me quedé guardando las copas. Empezaba a echar de menos demasiado el alcohol, así que sola y con dos copas llenas y pagadas, me puse a beber sin que nadie me mirase. Al volver Cristian y descubrir que le faltaba media copa, empezó a reírse y allí empezó nuestra conversación. Empezamos a hablar como si nos conociésemos de toda la vida. Por cierto, era una sensación muy rara, porque nunca pensé que su actitud chulesca sería compatible para mantener una conversación conmigo. Me bebí 3 o 5 gin-tonics, no lo recuerdo bien. Lo que sí que recuerdo es que pagaba él con la excusa de ser menor.

Sus brazos potentes empezaban a rodear mi cuerpo y se empezaba a acercar demasiado a mí. Y la verdad es que no me importó. Entre el alcohol que llevaba encima y el subidón de ligarme al más guapo de la zona… Iva pasando el tiempo y mis amigos seguían bailando. No nos hacía mucho caso; al fin y al cabo, tenían su propio suministro de copas por parte de juan y Luis. Extrañamente empecé a tener ganas de fumar, no lo hacía normalmente. Cristian decidió acompañarme fuera. Nos encontrábamos los 2 solos en la terraza, pues esta estaba llena de borrachos medio dormidos que no se enteraban mucho. Cuando fui a encender el cigarro, sin darme cuenta sus labios estaban contra los míos. Esa mezcla entre Ginebra y el sabor frío del cubata de antes… ufff me ponía muchísimo. Se abalanzó sobre mí, quedando en una posición más baja que él. Nuestras lenguas luchaban una contra la otra, a ver quien exploraba más la boca del otro. Yo no sabía mucho que hacer, pero él con la experiencia que tenía me cogió del culo y me apretó contra él. Ya empezaba a notar algo duro que se restregaba contra mí.

De repente, escuchamos las voces del grupo que se acercaba. Nos tuvimos que separar rápidamente, no me apetecía que me vieran, porque siempre he dicho que no me liaría con él… pero ya sabemos.

--Quieres un cale del peta.

-No Marcos, ya sabes que no fumo.

--Ana tía, va si solo es uno, y ya lo has probado.

-Venga va, total, estamos de celebración de fin de segundo trimestre.

--Escucha Cristian, tenemos que ir a acompañar a este al hotel, que mira como va ya el cabrón.

--Ya Marcos, va pues vamos. Hey vosotros, también. Por cierto, ¿y las tías?

--Me ha dicho Lidia que las acompañaba a casa y venía al hotel de Juan.

--Si es que de verdad Luis, ¿qué les has hecho? Jajaja

--Yo nada Marcos tío que son las 4 y media de la mañana jajaja

Y así, fuimos de camino hacia el hotel en el que dormía Juan. No es que hubiese que llevarle, pero nos quedábamos más tranquilos. Era la única chica que se había quedado del grupo, bueno junto con lidia que vendría más tarde. Durante el camino hacia el hotel, Cristian me iba tocando el culo disimuladamente, y se iba pegando a mí. Fíjate si era chulito con experiencia que sabía como hacerlo para que el grupo no se enterase. Me encantaba, no sé; me ponía mucho que se portase así conmigo. Normalmente le hubiese mandado a la mierda, pero hoy era majo conmigo y en ese momento me había quedado con ganas de más con él. Jodo, ya que lo habíamos intentado… y hasta que volviese a Zaragoza…

Llegamos por fin y me subí con Cristian para ayudar a Juan un poco. Me apetecía despedirme de él porque, siempre le he tenido cariño y simpatía. Definitivamente el alcohol me ayudaba un montón en este sentido, a hacer cosas que quiero o que siento en ese momento… vamos; a no pensar o pensar poco en lo que de verdad quiero hacer.

Dejamos a Juan en el hotel y antes de bajar surgió lo realmente inesperado.

De repente, Cristian me empotró contra la pared, sujetándome las dos manos con una suya y con la otra acariciándome por todas partes. En general en mi culo. Nos besábamos con pasión, con lujuria contenida. Si es que lo que me encantaba de él, y lo que más me excitaba era el sabor a cubata frío que tenían su boca y su lengua. Paramos un momento.

Pero, como siempre, el chulito te tiene que impresionar. Me cogió en brazos y apoyándome contra la pared y sujetándome con una mano nos volvíamos a besar. Me apretaba el culo con la mano libre. Aproveché para tocarle y acariciarle la espalda y su culo. Lo apreté y el se restregó más contra mí. Volvía a notar aquello duro, me encantaba excitarle de esa manera. Era por mí.

--Joder tía, que buena estás, vas a flipar nena.

-Ey Cristian, para. ¿Qué vas a hacer?

Empecé a tener miedo porque no sabía hasta dónde quería llegar. Tenía la suficiente experiencia en el sexo, pero… ¿quería llegar hasta ese punto con él? A ver, quien dice la suficiente, quiere decir una vez. Él, desenfrenado y cachondo, abrió una habitación. No me preguntéis ni me digáis cómo lo hizo pues a día de hoy él tampoco lo sabe. Me volvió a coger en brazos llevándome con él dentro de aquella habitación.

-Espera, espera, Cristian espera por favor.

--Shshsh, tranquilízate. No vamos a hacer nada que tú no quieras. Pero mira, sé que quieres.

Esto me lo dijo mientras se echó sobre mí mientras me volvía a sujetar las dos manos con la suya y con la otra me tocaba mi sexo. Gemí por primera vez con él, fue alucinante. Me encantó.

--Ves, te encanta. Quieres hacerlo, se te nota.

-Pero es que no lo sé, tú tendrás más experiencia y no sé lo que quieres hacer.

--Yo te enseño nena, te gustará.

Me quitaba la ropa mientras me llenaba de besos: en la boca, en el cuello, en mis pechos, en la tripa… hasta bajar al punto más deseado por él. Cuando consiguió arrancarme las bragas, quedándome así desnuda y a su merced, se lanzó a por aquello que buscaba desde que había empezado a bajar.

Fue una sensación que nunca había tenido. Dios mío. Me encantaba. No quería que parase nunca. Él lo sabía, porque estuvo como 10 minutos así. Decidí tomar yo la iniciativa. Le aparté suavemente hasta conseguir tumbarle en la cama. La verdad es que hice lo mismo que él, bajar cubriéndole de besos hasta descubrir todo el poder de su masculinidad. Y os lo digo, porque allí abajo me esperaban 20 por 3 centímetros de reto a meterme en la boca.

--Sí, oooooo, sigueeee. Así, lo haces muy bien, dios nena, no pares joder, no pares. Hasta abajo, muy bien, muuuy bien.

Conseguí meterme todo aquello con mucha paciencia y mucha habilidad. Cuando estuve un rato así, igual que él, me apartó. Aunque él lo hizo con un poco más de brusquedad, bueno con más deseo. Se tiró en la cama, y conmigo debajo. Esa sensación, la de que estuviera encima de mí, el deseo con el que me había tumbado con él encima… me pusieron más cachonda si cabía.

--Nena, me has puesto muy cachondo, y eso solo se baja de una manera. ¿Sabes cuál es no?

-No, ¿qué quieres que haga, que te haga?

--Te voy a follar como nadie lo ha hecho, y no es una frase hecha.

Suave pero decidido, empezó a entrar en mí. Era demasiado, y se lo hice saber.

-Para, para por favor, es mucho.

--Tranqui nena, se ha quedado a mitad. Diooos que ricooo.

Y después de 2 minutos así, volvió a entrar en mí la parte que le quedaba. El hecho de que estuviera cachonda ayudaba bastante, lubricaba mejor. Bueno eso y el preservativo que se puso a la velocidad del rayo. Al principio la sacaba y la metía despacio, pero sin parar. Me apretó contra él y empezó a lamer mis pechos. Eso me hizo darle un azote, el cual correspondió acelerando sus embestidas. Me encantaba, así que decidí seguir con mis azotes. Procurábamos no gritar mucho, pero uffff aquello era imposible. Llevaba un ritmo bastante bueno, y calculo que durante 15 minutos. Yo con mis azotes, el con sus mordidas en mis pezones, yo gimiendo, y él dándome más y más caña.

--Joder nena, ¿lo que aguantas no?

-Y tú, ¡me encanta!

--Ven aquí, ponte a cuatro patas.

-Me va a doler.

--Tranquila, será igual que hasta ahora. De momento no pienso metértela por otro sitio, deja un poco para otros días.

Diciendo esto, entró de nuevo en mí con el mismo ritmo de antes. Estuvimos así otros 10 minutos, solo que esta vez era Cristian quien me azotaba y yo me agarraba al colchón.

--Nena, me corro, toma, me corro, diooooos, siiiiiii, oooooo, oooooo Anaaaaa.

-Y yoooo, dame, dame un poco más, siiii, un pocoooo, siiii.

--¡Avísame, a la vez!

-Ya, dame, suéltalo, siiii, dame, dame, dame así.

--Ooooo, aaaaahhh, siii diooos.

Se corrió varias veces, lo pude notar. Estuvo un par de minutos, igual que yo recuperándose. Lo único que me empezaba a hacer bastante presión, eso de que midan veinte centímetros más que tú y echen todo su peso encima… pues bueno aguantas poco la verdad.

Nos vestimos rápidamente y Cristian miró el móvil.

--Se han cansado de esperar y se han vuelto a seguir bebiendo. Me lo han dicho hace 25 minutos jajajaja.

-Estás loco, joder, que estaban nuestros amigos esperando, que van a pensar.

--Pues que hemos follado, ¿Tía tú que pensarías?

-¿Y a ti te da igual?

--Pues sí, es lo más normal del mundo, estoy bueno y tú también. Anda tía relájate un poquito va.

Me besó unas cuantas veces más y bajamos a tomar un poco el aire. Eso sí, salimos sin ser vistos de allí.

-Cristian, aunque sea obvio, me gustaría que lo que ha pasado aquí se quedara entre nosotros.

--Claro nena, no se lo diré a nadie.

Al día siguiente me enteré de que ya se lo había dicho a un colega suyo, pero eso ya os lo contaré en el siguiente; lo que es una buena venganza.