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Durante la cena

en Sexo con maduras

Continuando con la historia de Jon y Pilar, pero esta vez con la participación de (jonperez2011); espero que la disfrutéis. Suri.

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Cuando llegamos al restaurante, Jon se bajó del auto, se dio la vuelta para abrir mi puerta y brindarme su mano para bajar, entregó la llave al valet parking y me ofreció su brazo para caminar con él. 

Nos anunciamos con la hostess, una chica muy mona la que nos indicó y acompañó a nuestra mesa. No habían llegado aún los clientes, nos sentamos y comenzamos a platicar.  

Jon me empezó a comentar cosas de su vida que aún no sabía, llego a la oficina hacía como un año, yo estaba al corriente que había estudiado en la Universidad Politécnica de Madrid el Grado en Ingeniería de Computadores, dijo que fue el tercero de su generación, apenas se integró a mi equipo hacía mes y medio; y en ese poco tiempo se ocupó en estructurar de una forma muy práctica todo el proyecto; reacomodó y redimensionó los módulos que conforman cada una de las diferentes secciones de la aplicación. 

Se presentó con nosotros el mesero que nos iba a atender, se llamaba Manolo, yo pedí una “cuba libre” bebida a base de brandy con cola y Jon pidió una “paloma”, tequila con refresco de toronja. 

Brindamos por la oportunidad de estar comenzando a tratarnos fuera del ámbito laboral… 

Estábamos sentados el uno frente al otro, el ambiente en el restaurante era muy relajado por alguna razón nos asignaron una mesa que estaba rodeada por unos muros bajos muy simpáticos con lo que se lograba obtener cierta intimidad, la música ambiental era instrumental new age de muy buen gusto y se percibía un aroma muy agradable; por dentro se me estaba desatando una revolución; los ojos de Jon me atraían de una forma especial, no podía tampoco dejar de mirar sus labios la manera de moverlos me estaba hipnotizando y tenían un brillo muy particular … 

Me encontraba inmersa en mis pensamientos y tratando de escuchar todo lo que me estaba comentando cuando sonó mi móvil, me excusé un momento y me levanté de la mesa; porque alcance a ver que era la persona que estábamos esperando para cenar; me indicó que un congestionamiento le impediría llegar a tiempo, le comenté que no había problema que ya en otra ocasión nos podríamos reunir. 

Caminé hacia la mesa pensando que le iba a decir a mi joven acompañante, de lejos pude contemplar a mí amante; no era tanto que fuera solo guapo, más bien estaba muy majo, todo un hombre; caballeroso, varonil, amable y noble; no quería que esta noche terminara nunca, me propuse hacerla inolvidable.  

Al momento de acercarme a la mesa, se levantó y retiró la silla para que yo me pudiera sentar. 

-Era Miguel Velázquez, que viene con algo de retraso, que empecemos sin él y se incorporara después- le mentí a Jon, porque lo veía con cierta seriedad que me estaba gustando mucho y poniéndome a mil, no quería que se relajara. 

-Muy bien, Pilar, ¿te parece si pido las cartas? - 

-Por favor- 

Le hizo una seña al capitán de meseros, éste se acercó y nos ofreció las cartas; el menú era estilo mediterráneo, yo pedí unas gambas al ajillo y él un filete de tilapia empanizado; nos sugirió el capitán una copa de vino blanco para acompañarlo, accedimos. 

Seguimos comentando cuestiones bastante triviales, el clima, el paro de los maestros, etc. Y fuimos descubriendo algunos de nuestros gustos comunes como permanecer en casa la más de las veces, que el whisky no nos gusta, el tipo de pelis para ver en el cine y hasta los libros que nos faltan por leer. 

Llegó Manolo con nuestros platillos, se veían muy apetitosos, una linda combinación de colores y texturas en cada plato, y también las copas de vino. 

Nos deseamos provecho y comenzamos a cenar; me sorprendió Jon cuando cortó un trozo de filete y me invitó un bocado poniéndolo en mi boca, nuestros ojos se conectaron, por alguna extraña razón un poco de la salsa en la cual estaba bañado su platillo se quedó en la parte de afuera de mis labios, con toda la naturalidad Jon con su pulgar me lo limpio y en cuestión de un milisegundo mis labios apresaron su dedo y mi lengua comenzó a lamerlo sin quitar mi mirada de sus hermosos ojos marrones; me encantó ver la cara de mi todo el tiempo “muy propio” ingeniero; tenía una mueca de ¿qué estás haciendo?, pero no se veía molesto, más bien sorprendido; apoyó toda su mano en mi mejilla, mientras yo tenía secuestrado su pulgar me acariciaba la cara de una forma muy dulce. 

Para ese momento yo ya estaba con la mente trabajando a todo lo que daba en mantener la postura, pero mi cuerpo estaba comenzando a hacer su propia voluntad, mi pie derecho se descalzó y lo acerque a su pierna,  el mantel de la mesa fue mi mejor cómplice ya que casi llegaba al suelo impidiendo que nadie nos pudiera ver; comencé a acariciar su tobillo pudiendo meter mi pie entre su pierna y el pantalón; en ese momento Jon me lanzó una mirada de cachondeo que me provocó un inmenso placer; la imagen era tan erótica, con su dedo en mi boca siendo succionado, lamido y besado, al mismo tiempo que tocaba su pantorrilla con mi pie, me recorría un hormigueo tremendo por todo el cuerpo, llegando a sentir un fuego que me empezaba a quemar desde el centro de mis entrañas al mismo tiempo que sentía que una lluvia cálida me invadía, no dudo que Jon estuviera igual, se comenzó a ruborizar.  

Tuvo que retirar su mano de mi rostro, para que pudiéramos comer. Nunca dejamos de mantener nuestras miradas conectadas. 

En un momento ya para terminar, me dijo Jon,

- ¿Por qué no me dijiste cuando te llamo Miguel que no vendría? 

- No me apeteció que lo supieras, quería mantener cierta tensión

- ¿Ahora sí me invitaras a tu casa?  

- ¡Claro que sí, vamos!  

Pague la cena, Jon pidió el auto y nos dirigimos hacia mí domicilio. 

Al poco tiempo que salimos del restaurante comenté que me sentía un poco cansada y me recosté de lado sobre su pierna derecha, en ese momento pude ver a mi ingeniero desde otro ángulo… y se me ocurrió algo fabuloso, le acerqué mi mano a su paquete, que lujo sentir esa polla crecer entre mis dedos le bajé la bragueta y en muy poco tiempo la pude liberar de su opresión, que no tarde más de un instante en volverla a apresar pero ahora con mi boca, mi pobre hombre no podía dejar de prestar atención al tráfico de la avenida debía estar atento; atinó a hacer para atrás el asiento, dándome más espacio a mi cabeza para que yo pudiera "trabajar" con más libertad, yo me estaba dando un festín, solo sentía como impulsaba hacia arriba su cadera, con mi lengua recorría todo el glande una y otra vez, desde la base hasta el capullo como si fuera un sorbete, lo sorbía, lo relamía en círculos y dibujando diferentes figuras con la puntita de mi lengua con toques muy sutiles alternandolos con succiones más intensas, que dicha, pude efectuarle una mamada de campeonato, me di la maña y con la mano libre le acariciaba los huevos por encima del pantalón,  

-Pilar, vas a hacer que me corra-  

-Hazlo corazón, estoy preparada y deseosa de eso-…  

Pero no, en vez de ello detuvo el auto, por ir atenta a mi labor de brindarle placer a este maravilloso hombre, no me percaté del rumbo que llevaba el auto. Se aparcó al lado de un jardín, que por la alta hora se encontraba totalmente desierto, me apartó sutilmente y con tres movimientos magistrales logró que yo me montara en él, con otro más apartó mis bragas y pudo incrustar su polla en mi coño que ya estaba completamente lubricado, no hubo más que sentir ese pedazo de carne tan anhelado dentro mío, la tibieza y fuerza del pene y sentirme llenas las entrañas de aquella pija, junto con el roce de sus manos sabias en mis tetas que me provocó una oleada de placer enorme; me saqué el vestido (no sin un poco de miedo por estar en un espacio público, pero me urgía sentir sus manos piel con piel sobre mis senos) y entonces con una mano me magreaba una teta sobre el sujetador y la otra me la comía con un maestría, me lamía, me succionaba el pezón y lo retenía con pequeños mordiscos entre sus dientes, era una verdadera delicia, después invirtió los papeles, a fin de proporcionarle a mis dos pechos la misma atención, comenzamos a vibrar con tal convicción de que nuestros cuerpos fueron creados para eso y era tanta la tensión que estuvimos conteniendo que en menos de 5 minutos pudimos tocar el cielo al unísono y ahora sí nuestro grito lo pudieron escuchar hasta las estrellas, no más estar silenciando nuestros gemidos y jadeos a los oídos mundanos.  

 Jon Comenta: "Después de hacer el amor en el coche, con Pilar todavía sentada sobre su pija, Jon intentaba recobrar el aliento. Mientras tanto comenzó a besar y lamer el cuello de aquella hembra que lo tenía loquito. Sabía a sudor, pero le gustaba. Mientras le besaba el cuello, sentía la respiración agitada de su amante sobre el suyo. Levantó la cabeza y se encontró con los labios de Pilar abiertos y se fundieron en un profundo y cálido beso. No tenían prisa, habían perdido la noción del tiempo. Pilar sentía todavía la dura polla de Jon en su vagina inundada del semen de su "joven” amante, y se sentía halagada con las caricias y manoseo al que estaba sometiendo su ingeniero a su imponente trasero. "Se ve que le gusta mi trasero", pensaba sonriendo para sus adentros. Se sentía deseada y eso le hacía sentirse más excitada. Jon sentía el peso de aquella formidable mujer sobre sus piernas, notaba como su voluminosa panza se fundía con la suya, y podía observar sus pechos brillantes por las gotitas de sudor que tan solo hacía un rato había liberado de su prisión. Notaba su polla palpitar en el acogedor coñito de su madurita.

Después de un rato, decidieron separarse. Era muy tarde y al día siguiente debían ir a trabajar. Pensaron que por motivos logísticos obvios lo mejor sería que cada uno durmiera en su casa, aunque ambos deseaban dormir piel con piel aquella noche. Jon la acercó a su casa, se besaron y se despidieron hasta mañana. Al salir Pilar del coche, Jon acerco su boca al cristal de la ventanilla lanzando su aliento y creando vaho, para inmediatamente después dibujar un corazón con el dedo. Cuando Pilar lo vio, Jon hizo un gesto teatral en el que le enviaba un beso con la mano. Pilar se rio, atrapó el beso con la mano, y tras hacer que dudaba, se lo llevó a su pecho volviéndose a reír. Se despidieron con la mano, ella se giró y caminó hacia su casa. Jon no arrancó el motor. Se quedó observando hipnotizado aquella retaguardia que se bamboleaba a cada paso que daba. Pilar se volvió a girar antes de entrar en casa y allí vio absorto a su ingeniero al que lanzó una última sonrisa.

 

Al día siguiente Jon llegó un poco más tarde de la habitual a la oficina”

 

(To be continued)