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Amor de madre - Parte 2

en Sexo con maduras

Capítulo 2.

Pedro

Pedro estaba listo.

—Vamos, golpéame —le dijo a Kevin mientras cerraba los ojos.

—Bueno —dijo el otro joven dejando el cigarro a un lado.

Sin palabras ni contemplaciones le dio un puñetazo en el rostro, y luego otro en el estómago. Provocando así que Pedro cayera al piso, cubriéndose la cara de dolor.

—Lo siento —dijo Kevin con una sonrisa cínica —¿te dolió mucho?

—Pues claro que sí, hijo de puta —Pedro tomó la mano que Kevin le extendía para ayudarlo a levantarse.

—¿Crees que es suficiente? ¿o quieres otro golpe?

—Es suficiente —dijo Pedro

—Espero que te funcione ¿irás a verla hoy?

—Sí, ya pasaron 2 semanas, es tiempo suficiente para dar mi siguiente paso.

 —Bueno, pero no te olvides que dijiste que la compartirías

—No te preocupes, siempre cumplo lo que digo, en cuanto la haga completamente mía la compartiré con ustedes.

Carlos

A Carlos no le gustaba nada su nuevo trabajo, ya conocía el lugar, el mismo había ido algunas veces cuando era más joven, había visto porno como todos los del barrio, pero nunca se había masturbado ahí, el no era tan idiota como para no darse cuenta de que la razón de que el viejo los dejara hacer eso era para poder verles la verga.

Sabía bien que el viejo era homosexual, no le molestaba eso, no era homofóbico, lo que si le molestaba es que el viejo se le quedaba mirando muchas veces, suponía que así era como se sentían las jovencitas cuando los viejos de las tiendas se les quedaban viendo el trasero.

Lógicamente el viejo no había intentado nada con él, sabía que a él no le interesaban los hombres porque el mismo había dicho que le gustaba una chica, lo dijo como señal hacia el viejo de que el no tiraba para el mismo lado que él.

En todo caso, no le gustaba el trabajo, no solo por el viejo si no por el olor, su trabajo consistía solo en cuidar el local, que nadie se fuera sin pagar y esas cosas, pero el olor a semen de todos los que se masturbaban viendo porno le desagradaba, tuvo que comenzar a llevar su propio desodorante para ponerse al salir del trabajo pues al segundo día de haber entrado ahí notó que el olor se impregnaba en la ropa y no quería llegar a casa oliendo así.

Lo único bueno que había pasado desde que consiguió el trabajo es que por alguna razón Pedro y sus amigos habían dejado de meterse con él, desde ese día no lo habían golpeado, y solo lo habían llamado una vez a su escondite en el viejo salón apartado del campus de la universidad, para recibir la mitad del primer pago de Carlos, no era mucho, pero al parecer con eso se habían conformado, ya no tenía que ponerse nada en la cara para disimular los golpes, se notaba a si mismo más sano y más confiado.

Carlos pasaba los días en el trabajo navegando por internet con su laptop que llevaba de casa, sentado detrás del mostrador donde además vendían cosas de papelería, jugaba a veces algún juego online para pasar el rato, sin embargo, había algo que le llamaba la atención.

—Señor Ricardo, ¿eso aún funciona?

Al hacer esa pregunta apuntó a un viejo rifle que tenía el viejo en la parte trasera del local colgado de una especie de estuche de armas.

El viejo dirigió la mirada a donde apuntaba Carlos.

Ricardo era un hombre de 70 años, calvo, encorvado y con la piel arrugada y flácida, le faltaban casi todos los dientes y a duras penas se entendía lo que hablaba, Carlos conocía a personas de 80 que estaban en mejor forma que él, parecía que siempre estuviera cansado, no tenía buena vista y menos buena memoria, pero en el barrio, las personas más viejas decían que cuando era joven se unió al ejército y fue héroe de guerra, por eso era respetado por lo ancianos y por las personas de entre 30 y 50 que habían escuchado las historias, pero los jóvenes no lo respetaban nada, les daba igual el pasado, solo sabían que era un viejo que los dejaba masturbarse en su local…

—Si —contestó al final luego de casi 2 minutos —es un arma vieja pero aún dispara, la munición debe estar por ahí.

—¿Puedo preguntar porque la tiene?

De nuevo el viejo se tomó su tiempo para responder.

—Fue mi compañera en la última batalla en la que estuve en la guerra hace 30 años, al retirarme del ejercito me la dieron de recuerdo, pero naturalmente, no la he usado desde entonces ni la volveré a usar.

Carlos asintió, de repente quiso saber un poco más de la vida del anciano…

—¿Estuvo mucho tiempo en el ejército?

—S, bastante 20 años, desde los 20 a los 40.

—¿Pero, la guerra solo duró 5 años no es así?

—Sí, empezó justo cuando yo tenía 35, así que mis últimos años los pasé entre batalla y batalla.

—¿Mató a mucha gente?

El anciano se tomó su tiempo para responder, tanto que pasaron los minutos y Carlos decidió que no quería hablar de eso…

—Mucha —dijo al fin sorprendiendo a Carlos que se había centrado en su laptop de nuevo —Ustedes los jóvenes solo piensan en sexo y en estupideces como los videojuegos, pero los hombres de mi época, los que yo conocí… eran hombres de verdad, maté a mucha gente para sobrevivir, pero eran hombres valientes, estaban ahí porqué creían en su causa y morían con la confianza y el valor en sus ojos.

El joven no esperaba que el viejo tuviera pensamientos tan profundos, decidió que cualquier cosa que el dijera solo lo haría parecer un tonto y que mancharía de alguna forma la memoria de esos hombres muertos.

Pero para su sorpresa, el anciano aún tenía algo que decir:

—Sabes chico, si tu fueras la mitad de valiente que esos hombres, entonces ese tal Pedro no se metería contigo…

—Bueno —contestó Carlos algo turbado por esa frase —el ya dejó de golpearme, no creo que vaya a entrometerse más en mi vida.

—¿Estás seguro?

Carlos miró al viejo quien tenía una sonrisa maliciosa, como si supiera algo que el no, luego de observarlo a los ojos por unos minutos el viejo volvió su mirada al televisor que estaba en la parte trasera del local, cerca del rifle y comenzó a ver algún programa tonto que solo a los viejos les gustan…

Angélica

La mujer estaba feliz, hacia dos semanas desde que había hablado con Pedro sobre los problemas escolares de Carlos, y desde entonces, su hijo llegaba mucho más alegre a casa, ya no tenía rastros de heridas, e incluso se había conseguido un trabajo.

Cierto que no era necesario esto último, con la pensión de su difunto esposo y con lo que ella ganaba en su trabajo por internet, no les faltaba dinero, pero le pareció bien que su hijo intentara conseguir dinero por su cuenta, tal vez de ese modo se haría más sociable al tener que convivir con más personas.

Tenía que agradecerle a Pedro, no sabía que había hecho para lograrlo, pero sin duda funcionó, le llenaba de alegría ver a su hijo cada vez más alegre.

Sin embargo, le daba vergüenza hablar con Pedro, lo que había pasado hacia dos semanas la ponía nerviosa solo de recordarlo, no entendía como se había comportado así con alguien mucho más joven que ella, de la edad de su hijo, no es que se arrepintiera exactamente, no habían hecho nada malo, pero no estaba bien que una mujer mayor como ella se comportará así…

No había hablado con Pedro desde entonces, una vez pensó en llamarlo, pero sus nervios no la dejaron, no sabía cómo ver a la cara al muchacho después de eso.

Ese dia, estaba vestida con una ropa más cómoda de lo normal, llevaba un short algo corto, y solo una blusa de manga corta sin sujetador, pero con un escote bastante generoso a la vista que dejaba ver gran parte de sus tetazas, se vistió así porque tenía que hacer trabajos caseros, limpiar la casa, lavar la ropa y esas cosas.

Cuando estaba a punto de terminar con los quehaceres del hogar, y se disponía a ponerse a preparar la comida, para ella solamente ya que Carlos no regresaría hasta varías horas después, llamarón a la puerta.

Angélica no esperaba visitas, pero viendo que era la hora en que Carlos salía de la universidad y solía llegar a casa antes de conseguir el trabajo, pensó que era el, y que por alguna razón había ido a casa antes de ir al trabajo, pero cual fue su sorpresa cuando al abrir la puerta se encontró a Pedro, parado justo en la entrada de su casa, al verlo a la cara se llevó una gran sorpresa, tenía un golpe tremendo en el rostro, justo debajo del ojo, se veía reciente, muy reciente de hecho.

—Hola señora Angélica —la saludó Pedro con una sonrisa.

—Pedro, ¿Qué te pasó? ¿Quién te hizo eso?

Pedro siguió sonriendo como si nada.

—No es importante señora.

—Claro que si lo es —al verlo ahí parado con esa sonrisa a pesar del tremendo golpe que tenia se sintió orgullosa de tener un amigo tan valiente.

—Pasa por favor, cuéntame que te pasó.

Pedro pareció titubear, pero al final entró a la casa, al llegar a la sala se sentó en el sillón y aun sonriendo comenzó a hablar.

—Venía a ver como estaba, usted y Carlos.

La mujer estaba preocupada por el golpe que el joven tenía, pero al oír mención de ese tema se sintió extrañamente contenta.

—Ah si, quería agradecerte, lo que hayas hecho funcionó, Carlos lleva tiempo llegando a casa sin heridas y cada vez se nota más contento. Gracias a ti.

El joven solo le sonrió.

—Me alegro —dijo al fin —solo quería saber eso, bueno, me voy,

—Pero espera, no puedes irte así nada más, tienes que contarme que te pasó en el rostro.

—No es importante señora, de verdad.

Angélica no se lo creía, lamentablemente, sospechaba cual era la razón del golpe.

—Te han hecho eso por defender a Carlos ¿Verdad?

Esas palabras hicieron que Pedro se detuviera antes de llegar a la puerta, se giró y de nuevo con una sonrisa respondió la pregunta de Angélica.

—Claro que no señora, esto es de otra cosa, ya le dije que no tiene importancia.

—Por favor, no me mientas —Angélica comenzó a sollozar al decir esto.

Pedro entonces, fingiendo nerviosismo y compasión por el llanto de la mujer, bajó la cabeza.

—E…está bien, si fue por eso —dijo al fin. —los tipos que golpeaban a Carlos me dijeron que ya cuando lo intenté defender que ya que yo era su guardaespaldas tal vez deberían comenzar a golpearme a mí.

Al escuchar esas palabras, Angélica se sintió como una basura, comenzó a llorar desconsoladamente y acercándose a Pedro lo abrazó con fuerza.

—Lo siento tanto —dijo entre sollozos —si yo no te hubiera pedido nada, no estarías en esta situación.

Mientras Angélica lloraba, en su mente se sentía cada vez peor, había sido su culpa, se sintió muy egoísta de estar feliz por su hijo sin saber en lo que había metido al otro joven.

—No se preocupe —Pedro la tomó por los hombros y separándola de él, la miró a los ojos. —conmigo no se meten tanto, saben que soy capaz de defenderme y solo me golpean cuando están en grupo, a diferencia de a Carlos que le pegaban muchas veces al día.

—Aun así no es justo, me siento muy mal por haberte metido en esto, perdóname por favor.

La mujer aún lloraba, no sabía qué hacer para ayudar al joven, no había sabido que hacer para ayudar a su hijo, se sentía como una inútil, no era capaz de ayudar a las personas que le importaban…

—De verdad, no tiene que preocuparse por mí, estoy bien así, si a su hijo ya no le hacen nada, ¿que son unos pequeños golpes en comparación con que usted esté feliz?

Esas simples palabras hicieron que la mujer dejará de llorar, miró a los ojos al joven que estaban llenos de determinación.

Se sintió entonces como una chiquilla, no supo que decir.

—Gracias —dijo al fin todavía entre pequeños sollozos.

—No tiene que agradecerme, además, es mi modo de regresarle el favor por… lo que hizo por mí el otro día.

Al decir esto Pedro se sonrojó, Angélica también al recordar exactamente de lo que el chico hablaba.

Entonces, la idea llegó a su mente, claro, si no podía ayudarlo de otra manera, tal vez podría hacer que su dolor fuera… menos intenso.

Le sonrió al joven, y volviéndolo a abrazar, decidió dar el primer paso, acercó su boca a la del joven, quien se sorprendió y trato de alejarse, pero la mujer fue más rápida y selló sus labios con los de él, logrando así un corto pero tierno beso.

—¿Señora?

—Soy patética, lo único que se me ocurre para ayudarte es esto, hacer lo mismo que hicimos el otro día… sé que no es mucho, pero si estás de acuerdo con una vieja como yo entonces…

Pedro la tomó por los hombros con fuerza y la miró a los ojos.

—Usted no es una vieja, es la mujer más hermosa que conozco y por usted con gusto recibiré mil palizas si es necesario.

Esas palabras hicieron que el corazón y las piernas de la mujer comenzaran a temblar, le gustaba escuchar cosas así, más de un joven, la hacía que ella también se sintiera joven.

Estaba pensando en eso, así que no fue capaz de rechazar el beso que Pedro le dio de repente, tampoco es que lo hubiera rechazado, pero le sorprendió.

Cerró sus ojos y decidió entregarse completamente a ese beso, su lengua comenzó a jugar con la del joven, fue un beso pasional, más que los que se habían dado la vez anterior, ella se sintió en el cielo, un beso del joven que tanto la calentaba, era magnifico.

Estuvieron besándose durante algunos minutos hasta que de pronto sintió una mano del joven recorrer su espalda hasta llegar a posarse en sus nalgas, mientras con la otra comenzaba a manosear sus tetas.

El contacto del joven y el beso hicieron que su vagina comenzara a mojarse como hace mucho tiempo no lo hacía, ese muchacho la volvía loca, estando así, podía olvidarse de todo y centrarse solo en él.

—Vaya —dijo separándose de el —parece que has practicado las clases que te di el otro día.

Él se limitó a sonreír y seguir jugando con sus tetas y sus nalgas.

Ella también sonrió, bajó su mirada al bulto que se formaba en el pantalón, pero esta vez se puso de rodillas y comenzó a desabrochar el pantalón para liberar la gran verga de su encierro una vez más.

Una vez que estuvo afuera, la observó durante unos segundos, luego levantó la vista hasta el muchacho y le sonrió.

—Es enorme, debes estar orgullosa de ella.

El no respondió, se limitó a sostenerle la mirada a los ojos, pero soltó un pequeño gemido cuando la mujer, aun mirándolo directamente, posó una mano sobre su verga y comenzó a pajearlo.

Pero la paja no duró mucho, aun mirándolo Angélica le sonrió de nuevo.

—Esto es lo más lejos que vamos a llegar, pero espero que sirva para hacer que te sientas mejor.

Dicho eso, se metió la verga en la boca, y comenzó a mamarla como lo hacía con su marido.

No tenía mucha practica con eso, pero no importó, en cuanto se metió esa cosa en la boca recordó como solía hacérselo a su marido y lo mucho que le gustaba.

Empezó haciendo movimientos con su lengua, envolviendo el grueso de ese duro miembro como podía, lamía como una loca, le gusta esa verga, le gustaba ese muchacho, además, era su forma de agradecerle lo que había hecho por su hijo.

Mientras chupaba su verga, no dejó de pensar que era una forma demasiado patética de una mujer para agradecerle a un hombre, volvió a sentirse inútil por no poder hacer nada más, ni por Carlos ni por Pedro.

Estaba tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta hasta la tercera vez que Pedro le hablaba.

—Señora, por favor, estoy por acabar.

Su primer instinto fue sacarla de su boca y dejarlo acabar fuera, pero desde la última vez tenía la tentación de probar el semen de ese joven, así que no la sacó, lo dejó acabarle dentro de la boca.

Casi se ahoga por la gran cantidad de leche que salió, pero aguantando pudo probar bastante de ella, tenía un sabor amargo no se parecía a nada que hubiera probado antes, pero a pesar de su amargura no era un mal sabor nada nada, se tragó todo lo que pudo y lo demás lo escupió en sus manos y se las limpió en su short.

Luego le sonrió al joven.

—¿Te sientes mejor?

—Sí, mucho mejor.

—Me alegro —dijo sin quitar la sonrisa de su rostro, se puso de pie.

Pedro aún la veía embelesado, le agradeció y cuando estaba a punto de abrir la puerta para salir, volteo a verla y con un gesto de vergüenza le dijo.

—¿P…puedo…venir otra vez?

—Claro — dijo ella sonriente —pero que sea a esta hora, cuando Carlos no está.

El joven asintió y salió por la puerta dejando a la madura mujer con sus pensamientos.

Pedro

Unas horas después de eso, Pedro estaba reunido con sus amigos en la casa de uno de ellos, tomando y fumando mientras jugaban videojuegos.

—¿En serio? —preguntó Kevin mientras intentaba que su personaje hiciera algún hadouken, no era bueno en juegos de peleas.

—Que si hombre, que si —respondió Pedro dándole un trago a la cerveza mientras observaba como sus dos amigos intentaban derrotarse uno a otro. —joder, ¿cuantas veces te he dicho que tienes que mover el Joystick a la derecha?

—Cállate, no me gusta este juego —soltó el control mientras en la pantalla aparecía el mensaje diciendo que el jugador 2 había ganado.

—Lo que pasa es que eres demasiado malo —dijo Emilio dando un trago a su cerveza.

—Me toca —dijo Pedro y tomó el lugar de Kevin para retar a Emilio.

—Les digo que la muy puta me chupó la verga justo en la puerta de su casa, ni siquiera tuve que actuar demasiado como un niño herido.

—Entonces, ¿cuánto crees que falta para que podamos cogérnosla nosotros?

—No mucho —su concentración estaba en derrotar a Emilio así que tardó un poco en responder.

—Creo que en un par de días la muy zorra se abrirá de piernas, entonces, cuando me la haya cogido unas veces más, cuando ya sienta la forma de mi verga dentro de ella… entonces, la compartiré con ustedes.

—Joder eso no es justo, tú te la podrás coger muchas veces antes que nosotros.

—Maldición, perdí de nuevo, eres muy bueno en este juego Emilio —Pedro tomó la cerveza y se la llevó a los labios para dar otro trago.

—No puedes quejarte, sabes que llevo un buen tiempo sin acostarme con ninguna chica mientras ustedes lo hacen casi a diario.

—Eso es porque quieres.

—Sí, quiero reservarme para cuando la puta de Angélica se abra de piernas y pueda cogérmela como a mí me gusta.

Justo al terminar de decir el timbre de la puerta comenzó a sonar.

—Vaya, parece que son sus chicas, entonces, me marcho.

—¿En serio no quieres quedarte? si quieres puedo dejar que te cojas a la mia… después de mí, claro.

—Nah, está bien así, haré que este esfuerzo valga la pena…

Y entonces se levantó, abrió la puerta a las chicas que le sonrieron, aunque luego se sorprendieron cuando se despidió de ellas.

Eran tres, al parecer esos chicos habían conseguido una para el también, pero no, no podía hacerlo, su verga no entraría en ninguna vagina hasta que estuviera en la de Angélica, y sabía que ese momento no estaba lejos.

Carlos

Ese día su madre estaba más alegre de lo normal, cuando Carlos llegó a casa su madre lo recibió sonriente mientras preparaba la cena.

—Hola cariño —la cena ya está lista,

—Hola mamá, te he dicho que no me llames cariño, no me gusta.

Desde siempre lo había llamado así, en realidad no le molestaba, pero no quería verse como un niño frente a ella.

—Ohh y ¿por qué no?

Carlos fue directo a sentarse al sillón de la sala

—Bueno, “cariño” es como llaman las mujeres a sus esposos.

Al decir esto se sonrojó, hacía mucho que veía a su madre como mujer, y su sueño era algún día lograr hacerla suya, pero era demasiado cobarde como para intentar nada.

En ese momento su madre llegó y lo abrazó por detrás, Carlos se sobresaltó al sentir el contacto de las tetas de su madre con su espalda.

—Oh ya veo ¿quieres que sea tu esposa para poder llamarte así?

Esas palabras inesperadas hicieron que el muchacho se sobresaltara, pero más que nada, el sentir el contacto de los pechos de su madre en su espalda hizo que poco a poco su verga fuera reaccionando, logrando al final tener una erección.

—¿Pero qué cosas dices mamá? —el muchacho se movía intentando ocultar su erección.

—Oh vaya, ¿Qué tenemos aquí? —dijo la mujer poniendo su mano sobre el bulto de su hijo —¿Te pusiste así por tu madre? Eres un pervertido jajaja

—Pero mamá, ¿Qué crees que haces?

—jajajaja solo era una broma —la mujer se separó de el y se le quedó mirando sonriendo —pero la verdad es que no estás mal dotado, creo que deberías mas arrojado con las mujeres, ya es hora de que consigas novia.

El muchacho avergonzado salió corriendo a esconderse en su cuarto, no entendió que pasaba con su madre, nunca se había comportado así.

Angélica

Se estremeció al oír el timbre de su casa, sabía que era el día, en el fondo, lo sabía muy bien, ese día iba a acostarse con Pedro…

No es que lo hubieran hablado, el nunca había intentado nada en los 5 días que habían pasado desde que ella le diera su primera mamada, había vuelto todos los días, un par de ellos llevaba más golpes pero en otros lo único que quedaba eran los moratones, pero en todos sin falta Angélica y el habían hecho muchas cosas.

Ella le había dado mamadas todos los días, incluso había usado sus tetas para satisfacerlo y poco a poco comenzó a darse cuenta de que al final le iba a entregar cada parte de su cuerpo al joven que para ella era el héroe que había salvado a su hijo.

5 días fueron suficientes para que se diera cuenta de que la siguiente vez que lo viera… iba a pasar lo inevitable.

Sonó el timbre, ese era el día…

Mientras se encaminaba a abrir la puerta recordó el día que se dejó llevar con su hijo Carlos, como había tomado su verga por encima de sus pantalones, si ese día su hijo hubiera sido más atrevido, ella no se hubiera podido resistir, estaba tan caliente que…

Pero al fin de cuentas Carlos se comportó como siempre y se acobardó, tampoco es que le sorprendiera.

Antes de abrir la puerta se miró una vez en el espejo que estaba en la sala, cerca de la puerta de la entrada, se veía espectacular, llevaba un short de mezclilla que le cubría las nalgas a duras penas, unas zapatillas de tacón algo que hacían mucho más estilizada su figura y resaltaban aún más su trasero, y una camisa azul sin sujetador abajo, llevaba dos botones abiertos, pero antes de abrir la puerta se desabrochó uno más, dejando a la vista un gran escote y casi todas sus tetas, un movimiento en falso y era posible que se salieran.

Abrió la puerta y ahí estaba el, Pedro.

Su corazón latió rápidamente mientras le hacia la seña para que entrara a la casa, el así lo hizo.

Una vez dentro, ella le dio un beso, corto pero que revelaba sus intenciones.

—Hola —dijo el al terminar.

—Hola

Silenció incomodo, ninguno dijo nada, como si ambos supieran lo que iba a pasar.

—Hoy… —al final, Angélica se atrevió a hablar. —¿podemos ir a mi habitación?

La cara de sorpresa de Pedro fue más que evidente, lo que hizo que la mujer se preguntara si había ido demasiado lejos, no quería que el joven creyera que era una cualquiera, pero sus dudas se disiparon cuando vio la sonrisa del joven.

—Sí, claro —respondió Pedro alegremente.

Una vez en la habitación, el joven se abalanzó sobre ella, sin mediar palabras comenzó a besarla, la señora claro que no rechazó los avances del joven, aunque se sorprendió.

Tampoco puso resistencia cuando el muchacho comenzó a masajear sus tetas y su culo salvajemente, ella también comenzó a buscar con sus manos la gran verga del joven, pero este, con gran fuerza la lanzó sobre la cama, y de nuevo sin decir nada, le quitó los shorts y la tanga que se había puesto para la ocasión, en cuanto estuvo desnuda de la cintura para abajo el muchacho acercó su boca a su vagina y comenzó a lamer.

—Espera… ¿Qué crees que haces?

Las palabras de la mujer fueron inútiles, el muchacho siguió con su trabajo, metió la lengua en el agujero de la mujer y comenzó a juguetear con el.

Angélica poco a poco comenzó a jadear, luego a gemir, se dejó llevar, el muchacho era muy bueno con eso… casi parecía que lo hubiera hecho antes, pero era imposible, el le había dicho que era virgen.

No tardó mucho para que la mujer soltara un gemido más fuerte que los demás, el gemido que delataba su orgasmo… el primero que sentía en años, ni siquiera cuando se masturbaba lo había logrado, y ahora, un muchacho mucho más joven que ella, solo con su lengua le había provocado soltar chorros de su liquido vaginal.

Se sentó en la cama pensando que Pedro había terminado con su vagina, pero estaba equivocada.

Sin previo aviso el muchacho metió dos dedos en su vagina.

—Ahhhh espera, espera —decía la mujer, pero Pedro no parecía escucharlo.

Siguió jugando con sus dedos dentro de la vagina de Angélica, como si quisiera provocarle otro orgasmo.

Pero antes de que eso pasara, la mujer recobró el sentido, ella era la mayor, no iba a dejar que un virgen más joven que ella llevara toda la iniciativa.

Con sus manos detuvo el brazo del muchacho y sacó los dedos de su vagina.

—Maldito niño, ya basta de juegos ¡métemela ya! —ella misma se sorprendió de sus palabras, pero eso era lo que de verdad quería.

El joven la miró con mirada inocente.

—Pero, no traje condones.

—No me importa carajo, no soy tu novia así que está bien si me coges sin ellos.

Dicho esto, tomó de los hombros al joven y lo lanzó a la cama.

Se sentía demasiado excitada, iba a tener sexo después de tantos años, y con una verga mucho más grande que la de su difunto esposo, con el muchacho que tanto la encendía, con su héroe.

Le bajó el pantalón y los boxers, lo que hizo que la verga saliera como resorte, ella sonrió al verla, luego miró a los ojos al joven.

Y sin decirle nada, se sentó a horcajadas sobre él, colocó la punta del pene sobre su vagina y de un sentón se la metió toda.

—Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah — la mujer supo que ese grito debería haber sido escuchado por todos sus vecinos, nunca había gritado tanto al tener sexo, pero la ocasión lo ameritaba.

Comenzó a moverse, lentamente inició un sube y baja continuo, sin dejar de mirar a los ojos a Pedro.

—¿Qué tal? —le dijo entre jadeos —¿Qué tal se siente perder tu virginidad?

—Ohhhh asombroso señora, su vagina se siente muy bien.

—Me alegra escucharlo.

La mujer no dejaba de gemir mientras esa verga tan grande entraba y salía de su interior, ya ni siquiera recordaba que el sexo se sintiera tan bien.

Tanto que como era natural no tardó demasiado en correrse, no quería, pero no pudo evitarlo, al cabo de pocos minutos gritó de placer y se dejó caer sobre el pecho de Pedro, ambos llevaban aún su ropa de arriba puesta, pero las tetas de la mujer ya habían escapado de su prisión por tanto movimiento.

—Lo siento… —me vine sin que tú lo hicieras.

—No se preocupe señora.

Al decir esto, el joven la tomó de la cintura y la colocó de lado en la cama, tomó una de sus piernas y la levantó, así en esa posición de lado se la volvió a meter sin decirle nada.

—Ahh espera, deja que me recupere.

—Lo siento, señora, es tan sexy que no puedo contenerme ahora.

Comenzó a penetrarla en esa posición, moviendo su cadera, metiendo y sacando su gran pene de la vagina de la señora, era como estar en la gloria para ella, y para el también, había logrado su objetivo.

Siguió metiéndola y sacándola, Angélica estaba en la gloria, en ese momento todo lo demás no importaba, solo quería seguir siente indo la verga del joven en su interior.

—Más, se mas rudo, dame más fuerte

—Okey

El joven al decir eso volvió a moverse, fue un poco incómodo pero al final logró poner a la mujer en cuatro sin sacarle la verga.

Ahora en la posición de perrito, que era la que más le gustaba al muchacho, comenzó a penetrarla con fuerza, como a el le gustaba, su verga llegaba hasta el fondo de la vagina de la mujer que no dejaba de gemir y de gritar.

Mientras la verga del joven salía y entraba en la vagina, la mujer comenzó a pensar donde se correría Pedro, en su vagina o fuera, la respuesta llegó de inmediato cuando comenzó a sentir algo caliente en su vagina, chorros del semen de Pedro la llenaron por completo y ella no pudo hacer otra cosa que gemir de placer.

Cuando hubo terminado, Pedro se dejó caer al lado suyo y la miró.

—¿Qué tal estuve?

—M…muy bien —con un temblor en la voz la mujer respondió. —para ser tu primera vez, estuvo muy bien.

Se quedaron unos minutos en silencio hasta que el joven volvió a mirarla.

—¿Quiere hacerlo otra vez señora?

Angélica sonrió, claro que quería

Carlos

El joven Carlos llegó a casa temprano ese día, el viejo Rodrigo le dijo que el cuidaría hoy y que le daba el día libre.

Al llegar notó la primera cosa extraña, su madre no abrió la puerta, tuvo que usar su llave, pensó que tal vez había salido, pero le pareció extraño que ya que su madre cuando salía a hacer las compras lo hacía en la mañana, eran ya las 3 de la tarde así que le pareció improbable.

Fue cuando lo escuchó, venia del cuarto de su madre, gritos, Carlos reconoció esos gritos, no eran de dolor, eran gritos iguales a los que las actrices porno soltaban en las películas que él había visto.

Su madre estaba teniendo sexo con alguien en su habitación.

Trató de tranquilizarse, por mucho que le doliera era normal que su madre se buscara algún amante, su padre había muerto hace años, su madre tenía necesidades y era natural que buscara alguien que la complaciera, le gustaría haber sido el pero era un cobarde.

Movido por una curiosidad mórbida se acercó a la puerta de la habitación, al oír los gritos de su madre notó como su pene comenzaba a crecer, pensó en comenzar a masturbarse, pero se detuvo cuando escuchó la voz del hombre…

—Señora ¿le gusta? —preguntó una voz que conocía muy bien

—Siiii me gusta mucho, no pares. —respondió su madre

No, no podía ser…

Carlos abrió la puerta de golpe y lo que vio lo dejó helado.

Su madre, la persona a quien siempre había admirado, a quien más quería, estaba siendo montada como yegua por Pedro, el hombre que le había destrozado la vida.

—¿Carloooos? —gritó su mamá de terror al ver quien había abierto la puerta.

—Hola socio —dijo Pedro viendo con una sonrisa cínica.

Carlos sacó fuerzas para hablar.

—Mamá… ¿Por qué? ¿Con él? —se tiró de rodillas al suelo y comenzó a llorar

En los ojos de su madre vio otra cosa que lo aterró, placer, estaba sintiendo placer, pero también vio enfado, aun así, le sorprendió mucho la respuesta de su madre.

—Oh vamos, no llores, ¿por una vez podrías dejar de ser tan llorón?

—¿Qué? — Carlos notó como Pedro no había dejado de moverse aunque lo hacía más despacio.

—¿Preguntas porque lo hago con el? Pues porque el ha demostrado que es un verdadero hombre, es fuerte, es guapo y tiene una gran verga, me ha dado esta tarde más placer del que había sentido en mi vidaaaaaaa —con este último gemido Carlos vio como la cara de su madre se deformaba, estaba recibiendo más semen de Pedro en su vagina.

Cuando terminó, Pedro sacó su verga, ahora flácida de la vagina de su mamá y se sentó en la orilla de la cama viendo a Carlos.

—¿Sabes? —dijo su madre jadeando todavía —Siempre has sido tan debilucho, tan llorón, deberías ser más como Pedro, así tal vez no se metería nadie contigo.

—¿Cómo él? —Carlos aún lloraba —¿De qué hablas mamá? Si él es quien durante todos estos años me ha golpeado hasta cansarse.

Al decir esto salió corriendo, de la habitación, de la casa, no sabía a donde iba, solo sabía que no quería volver a esa casa.

Angélica

—¿Qué…? ¿Qué fue lo que dijo?

Angélica miró a Pedro con cara desencajada, su terror creció cuando vio la sonrisa de Pedro.

—Vaya, parece que me descubrieron.

La mujer entonces se dio cuenta de que había sido manipulada por alguien más joven que ella, no aguantó el shock y se desmayó.

Lo último que vio antes de perder el conocimiento, fue la sonrisa con malicia que se dibujaba en el rostro del joven con quien hace unos minutos había compartido el mejor sexo de su vida…

Continuará….

Aclaración:

Esta historia no es completamente mía, la verdad es que la adapté de un manga hentai que leí hace tiempo, perdón pero no recuerdo el nombre, obviamente le agregué mucho de mi propia imaginación, pero lo esencial es original de ese manga, la historia del joven que manipula a la madre de su amigo para cogérsela es la misma, pero todo el asunto de los amigos de dicho joven, y el trabajo del hijo es cosa mía, creo que quedaba mejor ya que en el manga el personaje que es el equivalente a Pedro solo le ordenaba al otro que no fuera a casa hasta en la tarde.

En fin, hasta ahora toda la historia ha sido adaptada, pero la historia del capítulo 3 y final será totalmente mía, ya que el manga acaba aquí, pero yo quería darle un final un poco más claro, en fin, espero que les haya gustado, gracias por leer.