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Historias De Oficina T2-8-

en Grandes Series

Capitulo Ocho

 

 

Me enamoré de ella desde el primer momento que la vi, ese día que entro en mi oficina mi vida cambio. Nos enfrentamos juntos a algo mucho mayor que nosotros, la peor mugre de este mundo se había alineado para destruirme.

Las cosas cambiaron y se complicaron mucho más cuando apareció Michael, originalmente como parte de mis enemigos, se paso para mi bando cuando Mariza estuvo con él. Entrenado en más habilidades de las que podría contar nos ayudo a derrotar a Sara al mismo tiempo que surgía algo raro entre ellos dos, una rara amistad que poco a poco fue menguando la confianza que tenia hacia ella.

Poco tiempo después de vencer a nuestros enemigos todo se complicó aún más, ella se despertaba llorando a los gritos o con una angustia que la sobrepasaba en gran medida, pero al intentar consolarla me decía que todo estaría bien. Solo se desahogaba con él, era a él a quien buscaba en todo momento.

-          ¿qué siente realmente?

-          Se lo estoy contando.

-          No, esta repitiendo como un lorito – negó con la cabeza – ¿Qué siente dentro de usted?

-          Me siento mal.

-          Podría explayarse más, aquí nadie va a juzgarlo Víctor.

-          Me siento un poco inseguro, una parte de mi me dice que no debería, pero, aun así – negué con la cabeza – no puedo evitarlo.

-          ¿Ya no hablamos de Mariza cierto?

Tome una gran bocanada de aire, mi mente se perdió en un punto aleatorio de la habitación mientras tomaba un sorbo de mi jugo de frutas. Escuche nuevamente su pregunta, lo observe detenidamente y me dispuse a continuar.

-          No – dije con un tono más fuerte – no hablamos sobre ella.

-          Es sobre Ana – asintió – hablamos de su hija.

Me quedé mudo sin saber como plantearlo, aunque con el tiempo de mi vida aprendí que las cosas es mejor decirlo sin evasivas.

-          Es precisamente eso, lo que se convierte en un nudo en mi garganta – respondí casi en susurro – ¿Ana es mi hija?

Lo vi pensar unos segundos mientras hacía algunas anotaciones en sus papeles.

-          ¿Duda de Mariza?

-          Dudo de su amistad con Michael.

-          ¿Por qué piensa eso? – contraataco – usted mismo me conto que este sujeto lo ayudo a usted a liberar a Mariza. Le salvo la vida, tanto a usted como a ella – relato releyendo sus anotaciones – ¿Cree usted que Mariza se fijó en él por eso?

-          No lo sé.

-          Si esta tan inseguro ¿Por qué no hacer un ADN?

-          Ya lo hice.

-          ¿Cuándo? – contraataco rápido a mi respuesta – usted me comento la pelea se llevo acabo apenas ella le dijo que estaba embarazada. 

-          Mi gente tomo una muestra de Ana cuando esta nació.

-          Con lo que usted tiene la respuesta a su propia pregunta.

-          No.

-          ¿Por qué no?

-          Me entregaron los exámenes, pero nunca fui a buscar los resultados.

-          ¿Porque no?

-          Me aterra leerlo, me aterra que mis sospechas sean ciertas.

 El psicólogo permaneció en silencio durante unos segundos, tomo un sorbo de su taza de te y dejo la pequeña taza sobre su plato correspondiente.

-          Bien, recapitulemos – dijo moviendo su cuello para hacerlo sonar – usted duda de Mariza y Michael. Cree que ellos dos lo engañaron, por lo que entonces Ana pasaría a ser fruto de ese engaño. 

-          Es una forma de verlo.

-          ¿Cree que Mariza podría jugar con algo así? Es difícil jugar con eso ¿cree que le mentiría a su propia hija de una manera tan grotesca?

-          No lo sé.

-          ¿Dónde tiene los resultados de los exámenes?

-          Están la caja de seguridad de una sucursal del Banco Nación en la ciudad de buenos aires, uno de mis abogados la dejo allí hace años.

-          ¿Él tenía acceso a una de sus cajas?

-          No es mía, al menos no legalmente. Olvídelo no importa.

-          Víctor, necesito que sea lo mas franco posible. Cualquier cosa que usted diga dentro de estas paredes es totalmente confidencial, ni siquiera podría decírselo a las autoridades. Si eso es lo que le preocupa.

-          Este abogado es un testaferro mío, es donde deposita parte de mi dinero.

-          ¿Qué es un testaferro?

-          Es una persona que presta su nombre a otra para la realización de un negocio. En este caso parte del dinero que entra por cuentas en el extranjero pasan primero por las suyas y luego por otras compañías hasta llegar a mi por medio de contratación de servicios.

-          ¿Qué servicios?

-          Hoteles en el mediterráneo.

-          ¿ósea que me dice que está lavando dinero?

-          Es una manera fea de describirlo – respondí.

-          ¿Como lo describiría de forma más estética?

-          Estrategia de mercado.

-          ¿estrategia de mercado? – dijo tomando una de las galletitas sobre la pequeña mesa ratona – ¿es de describir todas sus operaciones ilegales de ese modo?

-          ¡soy un superviviente! –lo corregí– me adapto a las situaciones que se me presentan.

-          ¿En este caso la situación seria su divorcio?

-          Mírelo como quiera.

El psicólogo hizo una pausa, se quedo con la mirada sobre mi durante varios segundos sin decir ni una palabra. Leyó sus anotaciones y volvió a mirarme ¿esperaba que me calmara o no sabía cómo continuar?

-          Dígame una cosa Víctor – dijo recomenzando – estos…hoteles que menciona ¿los compro antes o después de su divorcio?

-          Antes, solo que no estaban dentro de mis operaciones activas.

-          Operaciones activas – repitió como si dudara de algo – ¿entonces asumo que no son sus únicas operaciones?

-          Con la salida de las Industrias Vask y posteriormente con el divorcio de Mariza, me vi forzado a poner en practica una serie de medidas que me permitieran conservar mis activos y mi estatus dentro del comercio internacional.

-          ¿Quiere que le diga mi opinión? – comenzó nuevamente tras una breve pausa.

Asentí sin estar preparado para tan severa respuesta, mucho menos proveniente de un psicólogo ¿no se supone que están para escuchar y comprender?

-          Pienso que usted cree a Mariza capaz de todo eso, porque en si usted si lo haría. Lo ve como algo normal.

-          ¿Qué me quiere decir?

-          Con el correr de las sesiones, creí que tal vez su divorcio y el posterior rechazo de su única hija eran la causa de su alcoholismo, pero ahora comienzo a dudarlo. Tiene una personalidad completamente altanera que casi roza el narcisismo, eso junto con su idea de que sus operaciones, como usted las llama, son algo normal distorsionan su realidad. No creo que el divorcio sea la causa, sino su ego y un sentimiento de frustración frente a una mujer que consideraba incapaz de superar la grandeza a la que está acostumbrado.

-          ¿De qué mierda me está hablando?

-          De que usted no solamente sabe, sino que le consta que Mariza lo ha superado en mas de un sentido. Ya supero su relación, gano un premio Nobel por la cantidad de millones gastados simplemente en mejorar la vida de las personas que conocieron parte del infierno, una mujer amada, respetada y admirada por todos. En cuento a usted, bueno digamos que la mayoría de la gente solo sabe que es un mafioso alcohólico con pocas o ninguna persona interesada en su bienestar, sin mencionar que lo poco que le resta de familia no quiere tener ningún trato con usted.

Permanecí completamente mudo sin saber que podría llegar a decir.

-          ¿Estoy despedido? – pregunto

-          No – respondí reponiéndome aun del golpe – creo que ya lo sabía, aunque, escucharlo así es bastante doloroso.

-          Vera señor Vask, como usted sabrá mi trabajo es encontrar sus causas que derivan en su alcoholismo. En mi opinión, las que nombre son las más evidentes.

-          Eso creo – asentí.

-          ¿Qué tiene contra Mariza?

-          Aun la sigo amando

-          ¿Seguro?

-          Como el primer día.

-          ¿Por qué la ataca tanto entonces?

-          Es la única forma que responde mis mensajes.

Respondí quedando en silencio un silencio casi sepulcral, respeto mi tiempo. Ni una sola palabra salía de su boca.

-          Tiene razón – dije finalmente – arruiné las cosas con mi madre, con mi hermano y ahora con Mariza, Ana apenas logra registrarme. Tiene razón en lo que dice, mi familia mas cercana, no tiene el menor interés en tener algo que ver conmigo. Soy solo un montón de mierda.

-          Tranquilícese, aceptar que tiene un problema es apenas el primer paso para poder solucionar algo – dijo con un tono de voz tranquilo – ¿Dónde se encuentra su madre?

-          Muerta

-          Confiemos en la bondad y el perdón de los muertos – dijo terminado el tema – ¿Su hermano?

-          Estaba en los EE. UU, ahora creo que esta en el país, aunque no sé dónde.

-          Bueno, es un buen comienzo. Puede empezar con su hermano y luego veremos cómo continuar con Mariza.

-          Jamás van a perdonarme

-          ¿Se lo ha preguntado?

-          Mariza dijo que ya me perdono, solo que entiende que soy una mierda. Eso o algo que significa eso, pero con palabras dulces.

-          Bueno es algo perfecto, eso quiere decir que puede haber un perdón solo que no entiende el porqué de sus acciones.

-          Si usted lo dice.

-          ¿Qué hay de su hermano?

-          Alex es rencoroso y vengativo. Es un caso perdido.

-          ¿Por qué se tira a los tiburones en el primer momento?

-          Porque conozco a mi hermano, no hay manera que Alex me dejé pasar mis acciones con él, yo – dije quedando en un silencio repentino.

-          Dígalo Víctor – me pidió - ¿usted qué?

-          Yo prácticamente lo deje a su suerte con un problema de gánster que tenía, lo deje morir.

-          Son muchos y muy numerosos los pecados que oprimen su alma, tiene motivos para sentirse así Víctor.

-          Si – dije cerrando el tema.

-          Dejemos esto hasta aquí, lo espero mañana a esta misma hora – dijo anotando un par de cosas más.

Michael

 

Llegue al lugar establecido para la estadía de Alexander, era una gran manzana en un barrio de bastante baja reputación. El lugar en si era un complejo de hotelería construido décadas atrás y que ahora había caído en un evidente abandono. Todo el perímetro estaba rodeado por un gran muro que superaba los dos metros de altura. Mas allá de donde me encontraba, cerca de la entrada de aquel lugar podía verse unos jóvenes simulando no estar drogándose, algunas botellas de cerveza alrededor de ellos evidenciaban que llevaban algunas horas ahí mismo.

Me acerque a ellos tratando de adivinar quien sería una especie de líder, con miradas cansadas y ojos rojos de consumir porquerías me observaron mientras se iban parando de a uno.

-          Ehh loco, que buen reloj amigo.

-          Gracias – dije sacándomelo de la muñeca izquierda y tirándolo al centro de su ronda– quiero ver al Sordo.

-          Ni idea loco.

Sonreí tranquilo, mientras me rodeaban.

-          Tenes un terrible olor a policía loco.

-          He tenido olor a muchas cosas en mi vida, necesito hablar con el Sordo.

-          Regístralo al loco este.

Palparon de arriba abajo tratando inútilmente de encontrar algún arma. Cuando le dijeron que no el aprendiz de matón saco por fin un celular. Hizo una llamada dando explicaciones y contando que pasaba.

-          ¿Quién so loco?

-          Michael.

Con una seña me soltaron, se hicieron a un lado y me permitieron el paso.

-          Todo bien amigo, procedimiento.

-          Sin lugar a duda.

-          Gracias, me voy a quedar con el reloj.

-          Claro.

-          Seguí para allá, en el segundo edificio entra. El ascensor no anda, seguí hasta el piso seis y en la última habitación lo encontra al sordo.

-          Gracias.

Camine siguiendo las indicaciones hasta que mi celular comenzó a sonar – Seguridad Fundación – anuncio la pantalla.

-          ¿Qué pasa? – dije tomando la llamada.

-          Señor Michael, una de las chicas de la fundación no aparece.

-          ¿como?

-          Desapareció señor, según nos dicen la vieron por última vez ayer por la mañana en los jardines de la fundación y de un momento a otro desapareció. No la encontramos.

-          Tranquilízate, investiga entre las demás chicas. Tal vez alguna de ellas sabe algo, mantenme al tanto.

-          Señor una cosa más, encontramos gente vigilando la fundación y la propiedad de la Srta. Márquez.

-          Establezcan un perímetro de vigilancia más amplio tanto para la mansión como para la fundación.

-          ¿Y la mujer desaparecía? 

-          ¿la prensa ya lo sabe?

-          No señor, de momento nadie más lo sabe.

-          Manténganlo así, tenemos que encontrarla.

-          ¿y la señorita Márquez?

-          Ni una sola palabra, no debe saber nada hasta que no tengamos este problema resuelto

Corté cuando llegué al edificio indicado, siguiendo las indicaciones que me había dado el matoncito subí las escaleras, al llegar al piso me encontré con un grupo más de jóvenes.

-          El sordo me espera – dije en voz fuerte y clara.

 Uno de ellos se acercó mirándome de arriba a abajo – ¿Michael? – pregunto, asentí recibiendo una seña. Como me habían dicho en el último cuarto se encontraba jugando a las cartas e increíblemente Alexander era el único que no tenía la cara larga. Levanto la mirada y con una sonrisa se puso de pie dando un último sorbo a su cerveza.

Los hombres a mi alrededor se mantenían tranquilos, ninguno de ellos me veía como una amenaza éramos viejos conocidos.

-          Imagino que acaban de perder contra este sujeto.

-          Imaginas bien.

-          Es hora de irnos Alex – dije concluyendo el tema.

Salimos siendo observados por todos dentro de esa tan peculiar propiedad, aunque en lo que a mi respecta creo que miraban al niño rico que me acompañaba. Tomamos un taxi hasta un modesto hotel bastante alejado del tedioso centro de la ciudad, seria ahí donde dejaría a Alex por el momento. Subimos a la habitación en el piso séis y dejamos que el tiempo pase. Mientras que el se daba un baño permanecí callado apoyado contra la pared ¿Qué sucedía dentro de mi mente? Traer al segundo Vask ahora resultaba sin sentido, toque casi de forma inconsciente el bolsillo interno que mi traje tenía. Metí la mano en el sacando la hoja de papel doblada. Con trazos impacientes, con distintos tipos de presión sobre cada línea, pude ver una imagen de forma tan claro como si el dibujo fuera perfecto. Era un parque de diversiones al que habíamos ido con la pequeña hace ya un tiempo, había dibujado los autitos chocadores en los que nos habíamos subido – muky – ponía con letras desprolijas en el pie de la página, sonreí en el momento exacto que la puerta del baño se abrió.

-          Ey Michael estaba pensando que nunca me dijiste para que diablos me trajiste – dijo mientras secaba su pelo.

-          Por el momento simplemente, harás tu vida. Tendrás de forma mensual un ingreso que te permita costear algunos placeres, pero tendrás que empezar a fortalecerte por ti mismo ¿Queda claro?

-          ¿Soy una especie de prisionero?

-          Si no fuera por mis hombres, estarías tirado en alguna zanja o en un pozo perdido cerca de Las Vegas. Haz lo que quieras, compórtate como el Vask que eres, en el momento que tengas que hacer tu cometido te lo diré.

Me incorpore retirándome sin darle tiempo a que me dé una respuesta. Tome un taxi mientras esperaba que mi mente decidiera que se supone que debía hacer con Alex, en su momento la idea había sido traerlo y usar sus influencias para hacer caer a una organización que vinculaba al juego con la política a nivel país, produciendo en el camino ganancias millonarias. Ahora esa idea sonaba sin importancia, lo cual al mismo tiempo me sonaba como una completa incoherencia.

Desde hacia ya un tiempo la idea de una vida tranquila rondaba por mi mente de forma incesante, forma una familia con Mariza y Ana ¿merecía la pena algo como eso?

Mi teléfono sonó justo en ese momento – Agostina – anunciaba la pantalla.

-          ¿Sí?

-          Michael, tenemos que hablar ¡ahora!

-          ¿Tiene algo que ver con que nunca me haya presentado a esas estúpidas citas con la psicóloga?

-          No, dicho sea de paso. De nada, si no fuera por mi hace mucho que ya estarías detenido.

-          Trafico de influencias, no debías protegerme ¿acaso no te enseñe nada?

-          Me enseñaste a estar detrás de peces mas gordos y eso estoy haciendo.

-          ¿hay peces más gordos que yo?

-          Necesito tu opinión para poder responderme esa pregunta, te espero en tu ex oficina lo antes posible. Por favor Michael, te necesito.

-          Bien – dije cortando – chofer, cambio de planes. Nos dirigimos a otro lugar.

¿Sería una trampa? Seria improbable, de querer arrestarme siendo tan ortodoxa como es sin duda hubiera liberado una orden, movería gente y daría suficientes señales como para pudiera escaparme sin el menor de los problemas. Nuevamente el teléfono volvía a sonar – Seguridad Fundación – anunciaba la pantalla. Corte la llamada sin siquiera contestar, pero inmediatamente volvieron a llamar.

-          ¿Qué pasa?

-          Señor, tenemos un problema

-          No es el momento, estoy ocupado.

-          Le aseguro que es un problema muy importante. Encontramos a la chica, está muerta.

-          ¿Cómo mierda paso eso?

-          La encontraron hoy, pero mi contacto en la policía me dice que se la llevaron los de la federal.

-          Mantenme al tanto.

Esa noticia si que cambiaba todo, sin duda tenia que ver con lo que Agostina necesitaba de mí. Llegue lo antes posible a mi reunión, a pesar de que en este momento estaba siendo considerado como un personal civil, ni siquiera me tome la molestia de que alguien tuviera el tiempo de detenerme. Llegue a la oficina que, sin duda lucia bastante diferente, ahora era Agostina quien estaba al mando, aunque claro era de forma temporal.

La nueva jefa estaba firmando unos papeles mientras me dejaba esperando, sin duda alguna estaría disfrutando el momento.

-          Bien, ahora si – dijo haciendo todo a un lado – me sorprende que hayas venido tan rápido a verme.

-          Justo estaba cerca y me dio curiosidad.

-          Aww muchas gracias Michael, me alegra saber que a pesar de que ya no trabajo contigo me sigas tratando como una estúpida. Muy propio de ti, sabes algo que yo ignoro y necesito saber que es.

-          ¿Cómo podría tener la respuesta a una pregunta que nunca me hiciste?

Me miro sonriendo, aunque imagino que no dijo lo que estaba pensando – acompáñame – agrego en cambio. Nos dirigimos rumbo a la morgue de la ciudad, siendo recibidos por el forense nos mostró los informes que tenía ya listos, aunque comento que las pericias continuaban. Separada en un cuarto alejado de las miradas indiscretas se encontraba el cadáver.  No mostraba signos de haber sido golpeada o violada, cosa que lo hacia mas confuso. Marcas en su cuello evidenciaban que había sido estrangulada. Los informes forenses sugerían que había sido ahorcada, su tráquea estaba rota, pero al mismo tiempo no terminaban de decidir si había sido post mortem. De ser así ¿Cómo la mataron? Aunque tal vez la pregunta que uno pensaría no sería eso sino ¿Por qué la mataron?

-          ¿la reconoces?

-          Apenas. Formaba parte de las chicas que permanecen dentro de La Fundación.

-          ¿Crees que Sara haya tenido algo que ver?

-          Lo dudo realmente, su poder se acabó. Sin dinero y en la posición en la que esta ahora, no debe ser de utilidad para nadie.

-          Puede ser que tengas razón.

-          ¿Cuándo la encontraron?

-          Esta mañana, entre las cuatro y las seis de la mañana.

-          ¿Quién la encontró?

-          Un indigente, que buscaba cartones fue detenido de forma provisional. Se lo sometió a prueba de polígrafo y a un intenso interrogatorio, pero no mostro evidencias de saber nada. Será puesto en libertad.

-          Ya veo.

Mire el cadáver nuevamente ¿Quién podría hacer eso? Pero sobre todo ¿para qué? Realmente esto no tenía ningún sentido ¿tenía esta chica enemigos o se trataba de un ataque contra La Fundación?

-          Tengo que mostrarte otra cosa – dijo apartándome a un lado – encontraron esto bajo el cadáver.

Me entrego un sobre con mi nombre o, mejor dicho, mi identidad actual. Lo tome extrañado ¿estaba relacionado conmigo?

-          Yo tomé poder de él apenas lo vi, no lo hemos abierto Michael.

Asentí sin entender mientras rompía uno de los costados con cuidado, la hoja no solo contenía algo que no me esperaba, sino que además intensificaba aún más mi pregunta ¿Qué estaba pasando?

-          ¿Qué es? – pregunto Agostina – ¿Un león? – dijo por fin espiando.

En efecto mostraba al animal en el centro de la hoja, pero no era solamente eso. Se podía ver un león dorado dando un poderoso rugido, tras de él tenía de fondo La Corona de San Eduardo o Corona de Eduardo el Confesor. Este era “el símbolo oficial de los IAF”.

La International Assault Force fue un organismo creado con un único objetivo, destruir o desaparecer a los enemigos de Inglaterra. Dependíamos solamente de La Corona, por lo que el gobierno no sabía siquiera de nuestra existencia. Aunque luego se pensó que eso podría afectar la imagen de La Casa Real, por lo que pasamos a formar parte del servicio de inteligencia, aunque sin pasar ningún tipo de reporte. Todas nuestras actividades, proyectos, agentes e inteligencia eran pasados exclusivamente a William Taylor nuestro comandante. En este cuerpo de élite yo tenia el puesto de capitán siendo quien dirigía el escuadrón en sus tareas a lo largo y ancho del mundo. Mi teléfono comenzó a sonar – Seguridad Fundación – anuncio la pantalla.

-          ¿Qué pasa?

-          Señor, debe venir a La Fundación por favor.

Mariza

Desperté por quinta vez consecutiva ¿Qué pasaba conmigo? Mire a mi lado encontrándome con que Michael dormía plácidamente a mi lado, luego de hacer el amor nos fuimos a acostar a nuestro dormitorio. Baje hasta la cocina por un baso de agua, pero realmente no recuerdo si tome o no. Solo me senté sobre la mesada y me dediqué a pensar ¿hacia dónde va mi vida? Parecía estancada.

Tras meditar por no sé cuánto tiempo volví arriba considerando que no podría dormirme llene la bañera, agregue bastante jabón, sales y fragancias de vainilla con chocolate. Me recoste poniéndome mis auriculares siendo como mi cuerpo se sumergía con delicadeza en las cálidas aguas. La música sonaba con fuerza en mis oídos mientras mi cuerpo se relajaba junto con mi mente. La idea de comparar a Michael con Víctor volvía a mí, que difícil elección. Por un lado, un mentiroso, hipócrita, fanfarrón, borracho e insoportable. Por el otro un asesino, despiadado, egocéntrico, sobreprotector, desesperante y trastornado. ¿no había una opción tres? ¿podía cambiar a alguno de ellos? Si pudiera hacerlo ya lo hubiera hecho ¿cierto?

Sali del baño sintiéndome nueva, me estire escuchando como mis huesos sonaban y mis músculos se relajaban. Baje nuevamente a la cocina justo cuando los empleados comenzaban a llegar, eran ya las seis de la mañana.

-          Buenos días – dije animada.

-          Buenos días Srta. Márquez se la ve esplendida hoy – dijo saludando una de la empleada.

-          ¿quiere que le prepare el desayuno? – agrego otra.

-          No solo vine a buscar algo de fruta, estaré en el cuarto de actividades, que nadie me moleste está bien.

-          ¿y si son llamadas de La Fundación?

-          Si es por algo importante podría llegar a ser la única excepción. Lo único seguro es que deben avisarme para poder desayunar a tiempo con Ana.

-          Si Srta. Márquez – respondieron.

Me despedí rápido llegando a mi “cuarto seguro” por llamarlo de alguna manera. El subsuelo de esa enorme propiedad había sido transformado en una especie de salón de usos múltiples, encendí las luces revelando un amplio recinto. Pintado de colores sobrios y tranquilos el sitio contenía desde pesas, caminadoras, elementos para el yoga, duchas, bicicletas fijas y un enorme equipo de audio. Me dirigí directamente a él encendiéndolo la playlist ya preparada empezó a sonar de forma aleatoria, mi cuerpo se dejo llevar por la suave música moviéndome un poco, di unas vueltas divertida mientras mi buena actitud iba recargándose. Frente a mi se encontraba un gran mural que rezaba “Todos los días son buenos, solo sonríe y entenderás porque”

El tiempo paso sin que lograra percatarme de él, había comenzado una rutina de yoga, combinando varias posturas y ejercicios. Luego de la creación de La Fundación uno de mis psicólogos me había recomendado que empezara a practicar yoga como una forma de desestresar mi cuerpo, pero enfocándome también en mi mente. Mas allá de la pregunta que Eva me había hecho sobre si Víctor o Michael lo que me preocupa era que mi vida social estaba resumida a cero, cuando consultaba mi agenda lo único que encontraba era trabajo. Debía tomarme un tiempo, para pensar que hacer con mi vida, para pensar que hacer con La Fundación y sobre todo que hacer con mi hija.   

La puerta de la habitación recibió dos suaves golpes que interrumpieron mi meditación, una de las empleadas abrió la puerta y sin decir nada solo entro. Mantenía mis ojos cerrados, no me interrumpió. En el preciso momento en que los abrí para verla sonrió con actitud apacible mientras daba unos pasos más hacia mí.

-          Srta. Márquez el reloj acaba de marcar ocho en punto ¿desayunara con su hija esta mañana?

-          Si – dije relajada – gracias, en un momento voy.

-          Como diga.

Asintió retirándose, cerro nuevamente la puerta tras ella.

-          Animo Mariza, hoy será un gran día – pensé en voz alta.

Apague la música y mientras me dirigía al comedor principal le pedí a una de las empleadas que se encargara de dejar nuevamente el “cuarto seguro” en condiciones para la próxima vez que lo necesitase.

La pequeña Ana me esperaba impaciente por comenzar con su desayuno. Me senté a su lado dándole un beso en la frente.

-          Puedes empezar amor.

-          Todavía no te traen tu taza mami – dijo quejumbrosa.

-          Ahora me lo traen amor ¿quieres empezar sin mí?

La pequeña como era de esperarse comenzó comiendo las galletitas dulces que estaban a su lado, una de las empleadas se acercó trayéndome mi taza de té.

-          Muchas gracias ¿sabes si Michael desea desayunar con nosotras?

-          Señorita el Sr. Michael ya se fue.

-          ¿cuándo?

-          Poco tiempo después de que nosotras llegáramos.

-          Bien gracias, puedes continuar.

-          Muy bien señora, que disfruten su desayuno

¿A dónde se había ido? Siempre era lo mismo con el ¿acaso es tan difícil desayunar al mismo tiempo con tu pareja? 

-          Listo amor ya tengo mi taza – le dije sonriente – ¿Empezamos?

-          La tuya tiene más – dijo con tono triste.

-          No amor, tienen lo mismo.

No parecía estar convencida, miraba su taza, luego la mía, luego nuevamente la suya. Convencida de que tenía que aprender a ser mucho mas decidida con Ana mientras cedía mi taza.  

Mas tarde la lleve a la escuela, en un momento empezó a decir que se sentía mal, pero que no quería faltar porque quería ver a sus amigos. Toque su cabeza, pero parecía no tener fiebre ¿podría ser que estuviera a punto de enfermarse? Le pregunte varias veces durante el camino si prefería quedarse en casa, pero en todas las ocasiones dijo que no. Bastante insegura nos bajamos en la puerta del jardín de niños acompañándola hasta la puerta. Ana vio a sus compañeritos y salió corriendo hacia ellos, casi llevándose por delante a la profesora que venía a saludarla.

-          Ana con cuidado – le dije, pero no me escucho.

La pobre mujer se acercó saludarme con la cortesía habitual mientras yo le pedía perdón por lo sucedido.

-          No te preocupes. Los niños son así.

-          Si, pero no es excusa. Ana ha estado comportándose así últimamente.

-          De verdad no te preocupes, tal vez hay algo que está afectándole y no sabe cómo expresarlo.

-          No estoy segura, intento que los temas de La Fundación queden afuera de la casa.

-          Le avisare si veo algo raro, no se preocupe.

-          Muchas gracias – agradecí sonriente – una cosa más Ana se ha estado sintiendo mal esta mañana ¿podría avisarme si levanta fiebre o si debo venir a recogerla?

-          Sin duda Srta. Márquez.

Observe a Ana hasta que por fin volteo a verme, la salude sonriente con la mano para despedirme. Me tiro un par de besos y volvió a jugar con sus amigos. Me mantuve ahí parada insegura si debía dejarla o no, me dirigí a la salida volteándome por última vez – Ana estará bien – dije a mi misma, volví a dar media vuelta retirándome.

Llegue a La Fundación a eso de las nueve de la mañana, las chicas me recibieron sonrientes, pero junto con ellas había algo más. Envuelto en un delicado papel de color dorado un enorme ramo de rosas tan rojas como el rubí más puro, descansaba sobre mi escritorio.

-          Srta. Márquez que bien que por fin llego. Es para usted.

-          ¿Quién lo envía?

-          No lo dice, un trabajador del correo lo trajo junto con esta tarjeta y este sobre.

-          ¿no lo dice? – pregunte extrañada – ¿quién envía un ramo de flores sin nombre?

-          ¿Un admirador secreto tal vez? – agrego sonriente.

Divertida tomé primero la tarjeta – Felicidades por depositar su fe en una sombra del pasado. Ps: sintonicé InfoNews a las diez horas– leí temerosa ¿sombra del pasado? Mire nuevamente el gran ramo ¿Michael? Ahora llena de dudas observé el sobre que aguardaba ser abierto, con cuidado fui despegando la oreja correspondiente. Dentro lo primero que vi fue un pequeño papel doblado por la mitad – Verónica Axis, mala idea confiar en una sombra– leí sin entender, lo siguiente fue un sobre mas pequeño. Al abrirlo me encontré con dos fotos que mostraban el cadáver. Deje caer todo con manos temblorosas y dejando que escapara el poco aliento que conservaba. Grité con furia llamando a las chicas que estaban afuera, pedí los registros de todas las chicas, tanto las que habían sido salvadas como las que aún permanecían dentro de La Fundación. Efectivamente ahí estaba, Verónica Axis. Figuraba presente dentro de los conteos de seguridad. Inmediatamente convoque no solamente al jefe de los custodios sino a todos estuvieran presentes o no debían venir a verme. Uno a uno fueron apareciendo en mi oficina, me mantenía seria y con creciente ira que poco a poco desbordaba mi control.

-          Srta. Márquez

-          Silencio, no hablaran. No dirán una sola palabra a menos que yo les pregunté – dije sin dejarlo terminar.

Tome los registros en mis manos y con fuerza los revolee al suelo.

-          Verónica Axis – grite – ¿Quién mierda va a decirme que carajo paso?

-          Srta. Márquez – comenzó diciendo el jefe – fue algo que se salió de las manos, estábamos buscándola por todas partes.

-          ¿hace cuánto?

-          Ayer en la mañana.

-          Ayer en la mañana… ¿Por qué no me notificaron nada?

-          El señor Michael pensó que seria mejor así, si me per

-          ¿Quién paga su sueldo? – interrumpí con ferocidad – ¿quién paga el sueldo de todos ustedes?

-          Usted señ

-          ¿Cómo se atreven a consultar algo con Michael sin siquiera decirme a mí qué sucede? – grite cansada – váyanse, todos ustedes váyanse.

-          ¿Qué quiere decir?

-          Están despedidos, todos ustedes.

-          Srta. Márquez todos nosotros tenemos familia, no podemos quedarnos sin trabajo en una situación como esta.

-          Yo tengo tres hijos – dijo uno

-          Yo me separe tengo que pasar las pensiones mensuales – se escuchó atrás

-          Yo tengo una bebita en camino – agrego otro.

-          Eso no me importa, lo hubieran pensado antes, cuando decidieron callarse. Tal vez en ese momento esta chica aun tenia posibilidades de seguir con vida – tome el sobre con las fotos enseñándoselas – este es el precio de no actuar.

Junté los registros que aun estaban esparcidos en el suelo y di vuelta al pesado escritorio, sentándome en mi lugar. La seguridad quedo mirándose las caras unos a otros hasta que el jefe nuevamente se acercó.

-          Srta. Márquez estos son inocentes, seguían mis órdenes. Creíamos que podríamos encontrarla a tiempo, yo creí que podría encontrarla a tiempo.

-          Sus hombres tienen voluntad propia, saben que esta mal y que no.

-          Fue un error terrible de mi parte, pero ellos solo obedecieron.

-          ¿un error? – dije poniéndome de pie nuevamente furiosa – ¿Eso quiere que les diga a sus padres cuando vengan a pedirme una explicación? – dio un paso atrás – oh lo siento Señor y Señora Axis su hija esta muerta por un error, por favor no le den importancia.

Ninguno de ellos dijo absolutamente nada, solo permanecieron callados mirándome ¿se lamentaban? Por un breve momento sentí pena por ellos, cerré los ojos por un segundo tomando una bocanada de aire y volví a endurecerme quedando inerte frente a sus emociones.

-          Retírense – ordene

Abandonaron mi oficina mientras llevaba las manos a mi cabeza, sin saber que hacer. Un llanto espontaneo broto sin poder controlarlo, las lagrimas brotaron hasta que mi teléfono comenzó a sonar – Michael – mostraba la pantalla. Deje el teléfono sobre mi escritorio y llame a la secretaria, le ordene que llamara inmediatamente a la policía federal para pedirle su asistencia en la seguridad.

El tiempo paso, las llamadas perdidas de Michael se habían acumulado, iban ya cinco. Había cerrado la puerta con llave, las lágrimas se habían secado sobre mi rostro, me encontraba acostada sobre la alfombra intentando consolarme poco a poco. Miré la hora y puse el canal de InfoNews con una precisión casi matemática comenzaba el segmento titulado simplemente como La Caída. El presentador quedo en primer plano mientras todas las luces del estudio se atenuaban, quedando solo iluminado frente a las cuatro cámaras del noticiero.

-          Buenos días, quiero empezar esto de la forma mas simple posible y con el debido perdón de nuestro público. Hay hechos que quedan marcados en la historia, hechos que simplemente no vemos venir hasta que no los tenemos frente a nuestros ojos – dijo tomándose una pausa.

Trague saliva mientras sentía que mi boca se secaba, mi pulso era apenas un golpeteo dentro de mi cuerpo.

-          Hoy Veinticinco de marzo del año dos mil diecinueve estamos frente a uno de estos hechos, estamos frente a la caída de algo mas que un nombre, sino una marca. En el día de hoy, una de nuestras fuentes nos revelo algo…terrible y quizá algunos de ustedes ya se han enterado esta mañana cuando iban a trabajar o cuando volvían de ello. Solamente que en su ignorancia del hecho no le dieron importancia, un atasco más habrá pensaron. Algo tan típico de una ciudad, un día como cualquier otro.

Dio otra pausa levantándose de su escritorio mientras se acercaba a una de las cámaras que lo tomaban en un magnifico primer plano.

-          Hoy en InfoNews les traemos de ante mano que paso, le traeremos lo que va a pasar en las próximas semanas tal vez tarde más. En el día de la fecha agentes del cuerpo de la policía de la ciudad fue notificada por el hallazgo de un cadáver dentro del perímetro de la plaza que se encuentra frente al congreso de nuestra Nación. La victima fue identificada como Verónica Axis de diecinueve años.  

Junte mis rodillas mientras recogía mis lágrimas con mi ropa. Mi teléfono volvió a sonar – Michael – repetía la pantalla.

-          Ustedes en este momento pensaran – comenzó nuevamente – ¿Qué tiene de importante esta muerte? Porque, aunque suene triste, aunque suene como un comentario lleno de maldad. Tenemos que aceptar que los niveles de inseguridad de nuestra ciudad están por los cielos. Lo cual es tan triste como trágico, la muerte de esta chica es más importante si al menos así lo queremos decir. Porque esta joven vivía en este ultimo momento dentro de la prestigiosa fundación Márquez – dijo finalmente.

En ese preciso momento sentí un escalofrió recorriendo mi espalda, sentí el fuerte tono con la que ese notero estaba acusándome, me sentí responsable.

-          Esto era algo que todos sabíamos que en algún momento pasaría – dijo con un tono de reproche – Verónica Axis era una joven española que fue secuestrada a los trece años y traída a Sudamérica por una red de trata. Luego de un casi un inmejorable trabajo por parte de INTERPOL es rescatada de un centro clandestino ubicado en Bolivia y llevada a La Fundación Márquez ¿hasta cuando íbamos a pensar que una niña rica jugando a ser una heroína iba a poder sostener todo esto? si bien hoy Mariza Márquez es todo un símbolo, lo único que se sabia de ella hasta hace cinco años es que era la esposa de Víctor Vask, alguien no muy bien visto  por la cantidad de causas de evasión impositiva, lavado de dinero y activos, pero si muy bien posicionado con jueces, políticos, etc. – el notero hizo una pausa como si quisiera ponerle mas dramatismo a sus palabras – la pregunta que a todo nos viene a la mente luego de todo esto es ¿Mariza Márquez es también una pieza de la maquinaria Vask? Hay quienes dicen que no, que ella es algo valioso que nuestra sociedad tiene, ahora ¿no se supone que para eso tenemos nuestra policía? Gente capacitada y entrenada ¿no sería hora de que dejemos de vivir en el mundo donde una niña rica viene a salvarnos?

Quede casi muda, apague la televisión justo cuando nuevamente una lagrima cayo por mi rostro, me quede en silencio mientras todos los pensamientos iban de un lado para el otro dentro de mi mente. Me acerque a uno de los sillones frente a mi escritorio y presionando mi boca contra uno de sus mullidos almohadones grite con todas mis fuerzas, liberando todo lo que estaba oprimiendo a mi alma.

 El tiempo pasaba sin que apenas le prestara atención, recordaba mi tiempo en las antiguas industrias Vask, la manera en la que me había convertido en la persona que era ahora. Entre uno de los recuerdos, vino a mi mente el nombre de Lorena. Era en momentos como estos que deseaba tener a alguien como ella a mi lado, ella sabría cómo me debería mover, ella sabría que se supone que debía hacer en momentos como estos. La puerta de mi oficina recibió dos suaves golpes.

-          ¡No estoy para nadie!

-          Soy Eva, ábreme por favor.

La pensé durante unos segundos antes de levantarme del suelo para abrir la pesada puerta de cedro. Ella entro abrazándome con fuerza – me contaron del programa, lo siento – dijo casi sollozando. Le agradecí mientras nuevamente nos volvía a encerrar, había estado llamando de muchos medios incluido InfoNews. Aunque realmente hasta que tuviera una opinión seria de algún profesional me negaba a salir a declarar algo.  Poco a poco en compañía de una de las personas que más podía contenerme, fui relajándome, mis lagrimas se detuvieron y una pequeña sonrisa reapareció sobre mi rostro. Aunque con la misma rapidez con la que había llegado se fue, la puerta fue golpeada ahora con brusquedad.

-          Abre – ordeno al otro lado Michael

-          ¿Qué vas a hacer? – pregunto Eva mirándome con sus ojos fijos en los míos.

-          Terminar con esto

Me levante abriendo la puerta con la misma brusquedad con la que el se dirigía a mi.

-          Eva déjanos solos por favor.

-          Claro.

Michael apenas se movió para que pasara, cerro la puerta quedando totalmente serio frente a mí, por mi parte estaba exactamente igual. Por primera vez desde el momento en el que nos conocimos note algo que es raro en sus ojos, algo que hasta ese momento había pensado que jamás vería. Michael dudaba, corto la mirada llevándola a su teléfono.

-          Te llame muchas veces – agrego entonces.

-          Voy a preguntártelo una sola vez, si noto un pequeño ápice de mentira, de duda, de evasión en tu mirada. Te juro que jamás en mi vida te perdonare.

Levanto sus cejas mostrando una pequeña muestra de sorpresa, asintió al momento que volvía a mostrarse frio.

-          ¿Cuándo te enteraste de Verónica Axis?

-          Esta mañana, temprano. En cuanto a su nombre hace poco, Agostina me pidió que la acompañe a la morgue.

-          ¿diste la orden de que no me dijeran nada?

Me miro unos segundos en silencio ¿calculaba como decírmelo? – Si – agrego sin rodeos. Con toda mi fuerza, con toda la velocidad que mi cuerpo ofrecía intente abofetearlo dos veces, pero él lo detuvo casi sin inmutarse.

-          Lo siento – dijo con seriedad – entrenamiento, pégame ahora. Esta vez me dejo.

Recién ahí note que mi respiración estaba agitada, estaba poniéndome furiosa.

-          La gente de seguridad me llamo para pedirme que hable contigo, no quieren perder sus empleos.

-          Esa decisión ya está tomada.

-          Estas enojada conmigo y te doy la razón pero desquitarte con ellos es una bajeza.

-          Hace cinco años comencé con este proyecto dedicándole tanto mi tiempo como todos los recursos que podía, he pasado noches y días encerrada entre estas paredes, pensando como hacer para que todas esas chicas de ahí afuera recuperen sus vidas, olvidándose de toda la mierda que vivieron.

-           Lo sé, he estado a tu lado con cada paso que has dado buscando eso, pero es un sueño completamente imposible, esas chicas están marcadas para siempre. Nunca en su vida podrán olvidar todo lo que vivieron. Lo único que puedes llegar a aspirar lograr es que puedan sobre llevarlo de la mejor manera posible. De que puedan volver a conseguir una vida dejando todo atrás.

-          Lo dices tan fácil, tan fácil. Así eres tú, facilitas todo. No te importa nada realmente, es ese tu secreto, es fácil cuando lo miras desde esa perspectiva.

-          Tienes razón, para mi llorar una y otra vez sobre el mismo punto es estúpido, me dedique a seguir adelante. Me dedique a sacarte adelante, a reponerte de todo mientras tu tenías esa obsesión de rendirte cada tres segundos.

-          ¡yo me dedique a sacarme sola de toda la mierda que me cayó encima!

-          ¿Así lo ves?

-          ¡Así es! – grité con furia – la primera vez que te conocí me llevaste a un trozo del infierno donde por poco me haces ejecutar a alguien con mis manos, fui golpeada, atacada, secuestrada, y torturada. De todas esas cosas tuve que salir poniendo todo lo que tenía de mi para poder sobrevivir, asique no me vengas con esa mierda de que te debo algo, cuando eres tu quien me lo debe todo a mí.

-          ¿Deber? – dijo sonriendo de forma tan característica de el – ¿Qué te debo?

-          ¡Ser normal! – escupí – si no fuera por mí aun serias ese tipo sociópata que dormía con un arma cargada debajo de su almohada. Te di lo mas cercano que has tenido de una familia, lo mas cercano que has tenido de una hija.

No respondió nada, trago saliva, me sentía poderosa tan poderosa que lograba hacerlo callar.

-          No sirvió de nada – continúe relajándome – durante todo este tiempo me has tomado por una estúpida. Tomando decisiones a mis espaldas, dándole a mis hombres ordenes en mi contra, mintiéndome, guardándome secretos ¿ahora esto? – seguía en silencio – ya se que si te pregunto será totalmente estúpido pero lo hare igualmente ¿hay algo más que me estés ocultando?    

-          No – respondió simplemente.

-          No – escapo de mis labios casi en un susurro. Me estaba mintiendo nuevamente – es demasiado para mí, todo esto es demasiado para mí.

-          ¿Qué quieres decir?

-          Que se termino Michael. Significa que estoy cansada, harta de ser la estúpida. Quiero que me des las llaves de mi casa, le avisare a la gente de la entrada que te dejen entrar para sacar tus cosas. A partir de este momento tienes también la entrada prohibida a La Fundación.

Volvió a quedar en completo silencio, hasta que la pregunta que me esperaba llego – ¿podre seguir viendo a Ana? – dijo esta vez con una voz que parecía estar cargada de tristeza.

-          Podrás, mi hija es, fue y seguirá siendo lo mas importante. Por el momento ella querrá verte, pero quiero que me avises los días que planeas visitarla ¿queda todo claro?

Asintió sin decir absolutamente nada, rebusco en su bolsillo hasta encontrar las llaves de la casa y La Fundación dándomelas directamente en mano – no, nos separes – susurro ¿se refería a nosotros o a Ana?

-          Retírate por favor.

Obedeció casi al instante, dejándome sola. Deje un espacio de dos horas para que Michael pudiera comenzar a ver que se llevaría, pero al llegar a casa descubrí que solo se había llevado su ropa ¿no necesitaba nada más? Decidí que seguir pensando en eso solo me distraería de mi tarea actual, debía pensar algo para declarar frente a todo este nuevo hecho que se había presentado, no podía dejar que el nombre de La Fundación se manchara. Eran muchas las chicas que dependían de eso, un escándalo mediático lo único que provocaría seria que todas las empresas y entidades que nos apoyaban sencillamente miraran para otro lado ignorándonos por completo.

Sin embargo, por más que mi mente se centrara solo en eso, había un reloj que avanzaba sin ningún tipo de piedad, se acercaba algo que no quería enfrentar, algo que era más fuerte que cualquiera de las cosas que pudieran decirme los medios o cualquier persona. Ana llegaba de la escuela, ese día traía en sus manos un muñeco hecho de plastilina de diferentes colores que ella misma había hecho recibiendo las felicitaciones de su profesora.

-          ¡Mami! – corrió para abrazarme tan pronto el custodio le permitió bajarse del auto – mira lo que hice yo solita – la pequeña estaba excesivamente feliz

Conociendo a Ana era obvio para mi pensar que ese muñeco representaba a Michael, por lo que lógicamente se lo querría enseñárselo.

-          Que lindo mi amor, muy bien.

-          Se lo voy a mostrar a Muky.

Salió corriendo antes que pudiera detenerla, subió las escaleras tan rápido que me impresiono e imagino que se dedico a buscar en el segundo piso de la casa mientras por mi parte solo me tomaba la cabeza pensando en como decírselo, bajo nuevamente con la misma velocidad corriendo esta vez hasta la cocina, luego el comedor, el living, el jardín. Hasta que por descarte se acercó a mí.

-          Mami ¿Dónde está Muky?

-          Ven mi amor – dije sentándola en mis rodillas – mamá y Muky decidieron que por un tiempito el…ya no va a vivir con nosotros.

La sonrisa de su rostro se borró paulatinamente, hizo un pequeño puchero bajándose de encima de mí.

-          Mi amor.

-          Quiero que venga Muky

Negué con la cabeza manteniendo la calma – Muky no vendrá ahora – sus pequeñas lagrimas por fin se amontonaron en sus ojos, cristalizándolos completamente – mi amor – estallo en llanto, se acurruco en el suelo mientras escondía sus lágrimas del mundo – mi amor – dije tratando de tomarla en brazos, pero comenzó a gritar hasta que la solté, camino sola hasta el jardín trayendo consigo a Mushu y luego subió por las escaleras hasta su habitación, por mas que la seguí ni siquiera se digno a mirarme, mucho menos a hablarme.

Esa noche Eva fue a verme para ver como me encontraba, Ana la saludo con el mismo afecto que siempre, pero seguía sin dirigirme la palabra.

-          Anita – comenzó diciendo Eva – tengo una gran idea ¿Qué tal si vamos a cenar las tres afuera?

-          No quiero – respondió simplemente.

-          Anita – le dije – si tu no vas, mami se va a poner muy pero muy triste.

-          Mejor – respondió simplemente, sin mirarme.

Quede estupefacta ante la respuesta, esa era una respuesta de Michael. Solo que en versión nena enojada de cinco años. Fue Eva quien tuvo que convencerla mientras yo me hundía sola en mi depresión. Tras ponernos de acuerdo las tres fuimos acompañadas por la seguridad hasta uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, el ambiente del hermoso lugar volvía a recargar algunas de las fuerzas perdidas.  Ana apenas había probado bocado – relajada, solo esta en actitud rebelde con mamá. Para mañana veras que todo vuelve a la normalidad – susurro Eva. Siendo completamente franca deseaba con cada pedazo de mi corazón que así fuera. La pequeña pidió permiso para ir al baño y con delicadeza se puso de pie.

-          ¿Te acompaño amor?

-          No soy una beba.

La respuesta termino de derrotarme, luego de enfrentar a todos mis empleados y a Michael era increíblemente mi propia hija quien terminaría por hacerlo. Se alejo con paso rápido sin mirar una sola vez para atrás.

-          Yo se que le sucede – susurre.

Eva dio un pequeño sorbo a su bebida, limpió sus labios con prolijidad con su servilleta y puso sus hermosos ojos sobre mi nuevamente.

-          ¿Qué le sucede?

-          Me odia.    

-          No digas pavadas, por favor. Ana solo necesita tiempo.

Negué con mi cabeza – No – dije con la mirada perdida hacia la nada – con todo lo ausente que Víctor fue siempre he visto como lo mira y te aseguro que no es ni una cuarta parte de como me mira a mi – dije comenzando a llorar – te juro que si sigue mirándome así no sé cómo voy a seguir – dije rompiendo en llanto de nuevo, me cubrí con una de mis manos mientras Eva me consolaba, controle mi respiración y logre calmarme. Ana volvió del baño, con mala cara termino de comer bastante rápido, se limpio la boca y pidió irse a casa. Simplemente accedí, ya no tenia mas fuerzas para seguir discutiendo con nadie, pedí la cuenta dándole al camarero mi tarjeta, pasados unos minutos el hombre volvió, pero esta vez acompañado de otro hombre que imagino que era el gerente.

-          ¿pasa algo? – pregunte confundida.

El camarero simplemente no dijo nada solo dejo hablar a su jefe.

-          Srta. Márquez es un gran gusto poder saludarla, soy el gerente del establecimiento. Al parecer su tarjeta fue rechazada.

-          ¿Qué? – dije pensando que estaba bromeando – eso no puede ser – dije sonriente.

-          Temo que sí, llamamos a su banco. Dice que supero sus limites y que se encuentra suspendida, está en línea por si quiere tomar la llamada.  

-          Es imposible.

Eva soluciono rápidamente la situación ofreciendo su tarjeta – tengan, cóbrenme a mi – dijo finalizando la discusión. Volvió a mirarme con actitud apacible mostrando una gran sonrisa – tranquila debe tratarse de un error, mañana llama a tu banco y termina con todo esto – agrego.

A la mañana siguiente me levante temprano para ir a nuevamente a mi cuarto seguro, pero durante todo el tiempo mi mente se mantuvo pensativa sobre el hecho que tarde o temprano tendría que declarar sobre el caso del cadáver encontrado. Sin duda no tenia nada que ver, pero no podía dejar que el nombre la organización se ensucie. Debía decir algo, fue casi una hora de estar así, sin hacer nada. me dirigí al gran comedor donde Ana esperaba sentada en la mesa. Las preocupaciones se irían mientras desayunaba y jugaba con mi hija.

-          Buenos días mi amor – no respondió – ¿a alguien le comieron la lengua los ratoncitos?

Seguía igual solo miraba su taza y el resto del desayuno sin decir nada, se bajo de la mesa y se fue a la cocina. Luego volvió a sentarse, seguía sin mirarme.

-          Ana mi amor ¿Qué sucede? – solo silencio – cuéntale a mamá

Había pasado todo el día anterior sin siquiera mirarme, entendía que estaba enojada que estaba siendo rebelde pero ¿cuánto más tiempo necesitaba?

-          Amor, termina ya tenemos que irnos a la escuela.

-          No quiero desayunar contigo – respondió levantándose de la mesa.

-          Amor…

-          Ana, me llamo Ana Vask – dijo yéndose a la cocina.

Lleve mis manos a mi cabeza, rogando a los cielos un poco de piedad. Sin Ana todo se volvería increíblemente pesado. Mi teléfono sonó era mi contador, dude sobre si debía atenderlo o no. Sencillamente no tenia ganas, pero el hecho que ocurrió en el restaurante la noche anterior me resultaba raro.

-          Hola

-          Mariza, espero que te hayas despertado de buen humor esta mañana.

-          No necesariamente, cuéntame ¿has averiguado algo?

-          Tengo muy malas noticas – dijo haciendo unos segundos de silencio – estas en quiebra.

-          ¿Qué dices?

-          Que estas arruinada, vaciaron todas tus cuentas. Estas totalmente quebrada – concluyo – hola… ¿Mariza estas ahi?

El poco aire que había dentro de mis pulmones termino de salir de mi pecho mientras mi mente estaba al borde de un ataque de nervios ¿Qué demonios iba a hacer entonces?