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Morbo en el burguer

en Hetero: General

La conocí en un chat de la provincia en que vivimos.

Hablamos de cosas triviales, de las profesiones, de las aficiones de cada uno, no se bien como terminamos hablando de sexo. Me contó anécdotas de las cosas que se dejan "olvidadas" los huéspedes en los hoteles: consoladores, preservativos, esposas.

Picarona, me dijo que en cuanto podía se guardaba alguna de esas cosas para disfrutarlas, pasando a detallarme las que más le gustaban y las que más le habían sorprendido que la gente usara.

Me llegó una proposición clara, no se si por morbo o por necesidad de contacto, para esa misma noche. Desgraciadamente, ya tenía otros planes y no pudo ser. Al saberlo, se desconectó de forma abrupta. No tenía ningún dato suyo ni forma de localizarla…sólo esperaba coincidir de nuevo con ella en el chat. De algo estaba seguro, el morbo estaba presente en esos textos.

Me conectaba con distintos nicks, por si le había molestado que no pudiéramos vernos aquel día. Estoy casi seguro, que para rehuir de mí, ella también se conectaba con otros nicks, aunque al sonsacar información veía qué con alguna diferencia, todos los datos coincidían. Edad, perspectivas, estado civil, etc. Con los datos que tenía del primer chat, ya podía ir encauzando la conversación hacia el sexo, el morbo, deseos, etc

No recuerdo si la segunda vez que coincidimos o quizás la tercera o cuarta, con los datos que tenía, intuí que le gustaba que estuvieran a gusto con ella, es decir, ser obediente en algunas facetas, que la guiaran, aunque lo de “perra” no le gustaba…ya cambiaría.

Del chat, pasamos a hablar por correo que era más directo, con algún vídeo de gustos que habíamos hablado. En esos vídeos ya había visto características que no conocía en otras mujeres y que descubriréis si seguís leyendo. Tiempo después pasamos al whatsapp con videos privados de los dos. Con el ambiente caldeado, pudimos concertar una cita un día sobre las 15h.

A toro pasado, pienso que di demasiadas pistas de mi vehículo y eso quitó algo de emoción en el primer momento, ya que ella supo que ya había llegado. Era mejor sorprenderla con lo de “perra” susurrándolo en su oreja y por sorpresa.

Ella ya sabía dónde tenía que esperarme y como tenía que llevar puesto: un vestido o falda y blusa, con ropa interior.

Al pasar por su lado, vi que había cumplido con lo pactado: Falda negra no muy larga y camisa blanca opaca.

Aparqué el vehículo y fui a su encuentro atacando su flanco posterior. Mi saludo fue el siguiente: “¿Eres la perra que ha venido a que le dejen correr?”. Asiendo su cintura con mi brazo derecho para acercar el roce de los cuerpos.

Siguieron los dos besos de rigor en las mejillas y nos encaminamos a un conocido burguer de comida rápida. Pedí el clásico helado con toppings. Ella no se si por nerviosismo o por timidez/sumisión, pidió el mismo que yo.

Nos sentamos en un banco de estos acolchados uno frente al otro. A mi izquierda estaba el local y a mi derecha una cristalera que daba al exterior. Empezamos a hablar de cosas triviales para romper el hielo, hasta que llegó el momento de tratar por lo que estábamos allí: el morbo que había detectado desde el chat y en nuestras conversaciones.

Le pedí como se encontraba aparte de nerviosa. Húmeda y excitada fue su respuesta. Era un poco increíble pensar que fuera posible. Sólo habíamos hablado de cosas triviales y de deseos, sexo, fantasías un corto periodo de tiempo sentados allí.

La preparé y le dije: “Tendré que comprobarlo” y me moví a su lado. Puse mi mano izquierda en su rodilla derecha, mirando al frente, como si no pasara nada…comiendo mi helado. Poco a poco fui subiendo esa mano, rozando la parte interior de su pierna. El morbo de la situación y la excitación, se notaban en su entre-pierna. Estaba húmeda y esa humedad empapaba sus bragas.

Dejé unos minutos mi mano rozando sus bragas, moviendo mis dedos suavemente a lo largo de la tela para provocar ansiedad para que siguiera profundizando en la exploración.

Llegado el momento que creí oportuno, aparté a un lado la braga e introduje dos dedos en su coño alternando roces en su clítoris aprovechando la humedad que tenían mis dedos. Fue empezar a castigar su clítoris y ella retorcerse en el sofá acolchado. Todavía resuena en mi mente, ella retorciéndose del gusto, las piernas separadas para que yo pudiera proseguir y la espalda pegada al cristal que daba a la calle…eso es morbo.

A los pocos minutos, 2 ó 3 como máximo mis dedos se llenaron de su orgasmo, de su flujo. Nunca había visto a una mujer correrse en ese tiempo solo con unos dedos. La dejé “descansar” unos pocos minutos y como me había confesado que podía encadenar varios orgasmos, tuve que comprobarlo. Repetí los toqueteos anteriores y volvió a ocurrir. Pocos minutos después otro orgasmo tensó su cuerpo. Estaba acalorada, enrojecida, chorreada y relajada. Apretó las piernas para no perder el contacto con mi mano, pringosa de sus jugos.

Dejé que se recompusiera, para al cabo de un rato decirle: “ve al WC, te quitas las bragas y vuelves con ellas en la mano. Cuando llegues las dejas sobre la mesa”. Le costó levantarse, pero se encaminó al WC como le había indicado. Tardó más tiempo del esperado. Mientras esperaba y terminaba mi helado, imaginaba que estaría pasando por la tardanza: rebajar el acaloramiento, limpiarse, dudar, esperar que fuera a follarla (eso era, me lo confesó más tarde cuando se lo pregunté).

Mientras estaba con estas disquisiciones, volvió a aparecer y tal como le había dicho, venía con las bragas en la mano, aunque bien pícara, las llevaba todo lo recogidas que podía en su palma cerrada. La próxima vez tendría que dar más detalles de lo que pretendía exactamente. Al llegar a la mesa le dije que ya sabía que tenía que hacer con ellas. Las dejó sobre la mesa y la recogí para llevarlas a mi nariz y aspirar su olor, su humedad, su empapamiento de jugos. Olían a morbo.

Cuando se hubo sentado, mi mano volvió a sus piernas y le pregunté por sus sensaciones. Buffff fue su respuesta. Preguntada por si quería seguir, separó levemente sus piernas por lo que intuí que me invitaba a ello. De la misma forma, con la misma intensidad y con la misma celeridad (cuestión de minutos) llegó a correrse dos veces más.

Ya no me quedaba mucho tiempo hasta regresar al trabajo de nuevo y le propuse ir hasta su coche. Al salir, la llevaba apretujada a mi lado aunque aprovechaba para manosearle las nalgas (recordar que iba sin bragas) pasaba de una a otra y en un momento dado le levanté la falda levemente por si alguien podía verla (no sé si alguien la vio o no?).

Al llegar a su coche, entramos en los asientos de conductos y acompañante para hablar un momento de sus sensaciones, de la experiencia, de alguna situación que ella hubiera fantaseado, etc. En ello estábamos, cuando se puso de lado, apoyando su espalda en la puerta del conductor, lo que llevó a que subiera un poco la pierna. Al ir sin bragas, le vi de nuevo el coño brillante de las corridas anteriores y me agaché porque me apetecía comérselo. Fuimos girando hasta que hicimos prácticamente un 69 en una postura difícil y más a según qué edades.  Ni que decir que disfrute de sus sabores hasta que se corrió de nuevo en mi boca. Como habréis podido adivinar, todo eso ocurrió en pocos minutos.

Hay más encuentros creo que todos ellos morbosos. Los iré relatando cuando el tiempo libre lo permita.