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Los mejores polvos, los inesperados.

en Sexo con maduras

A mitad de la semana coincidí al llegar antes a casa con Cecilia, al entrar fue oírla y mi rabo endurecerse. Me acerque a ella por detrás y la abrace pegándome a ella, Cecilia con mucha tranquilidad y sin alterarse nada, me aparto, me puso la mano en mi pecho y suavemente me echo para atrás.

+ Para, para, echa el freno. Vamos a dejar una cosa clara. Jamás tendremos nada tú y yo solos, de volver a ocurrir seria con las mismas condiciones en las que ocurrieron, en mi casa y con mi marido al tanto de todo. ¿Te queda claro?

+ Me ha quedado claro.

+ Y si te lo preguntas, de momento no va a ocurrir más, porque se haría cuando yo quiera. (Lo decía con un aire de superioridad altísimo)

+ Me lo has dejado muy claro y no habrá ningún problema por mi parte y tampoco te tienes que preocupar, porque no ocurrirá más.

Ahora quien se quedó cortada fue ella, que estaba claro que quería marcar su territorio y dejar claro que era quien mandaba. Me marche a dejar las cosas en mi habitación y pase de seguir hablando con ella. Poco después oí abrirse la puerta de la calle y era Santiago. El cual estaba un poco mosqueado conmigo por dejarles tirados el fin de semana, aunque no me había comprometido a nada.

Pasaron varios meses y durante estos, además de haber sido “padre” me enfrasque de nuevo en mi trabajo y mis estudios para acabar lo mejor posible como así fue. En este tiempo tuve algún rollito con alguna mujer, pero que no fueron dignos de destacar ni de recordar. Con mi amigo Juan Carlos y su mujer, se habían enfriado bastante la relación y no por ellos, si no por mí. Durante todo ese tiempo me quise mantener a distancia. Pero una vez que fueron padres no paraban de mandarme fotos en dos meses me mandaron más de 200 imágenes y variados videos. Una vez finalizada mi preparación me asignaron el puesto de trabajo. En concreto en ese departamento coincidimos varias de las personas que habíamos estado juntos y nuevamente el más joven era yo.

Pasaron como otros dos meses y ocurrió algo muy curioso, durante todo ese tiempo, no había confraternizado mucho con las mujeres que había y si con los hombres. Se rumoreo y no se el porqué, que yo era gay, algo que tampoco era nada malo y al coincidir que mi compañero de piso Mariano el que si era gay y no podía disimularlo, desayunaba en el mismo sitio que nosotros, ya que trabajaba muy cerca de nosotros, varias veces desayune con él. Alguien pensó que yo era el gay y así se corrió la voz, dándolo todo el mundo por hecho. Hasta el extremo de que Santiago que mi compañero de piso y compañero de trabajo, un día me lo pregunto directamente y no me quedo más que reírme y él me dijo, “Es que después de ese plantón que nos distes y este rumor, como que me lo he creado y como te llevas tan bien con Mariano… oye y que no pasa nada” no me quedo más que volver a reírme.

Aunque Santiago me dijo que desmintiera el bulo, le dije que pasaba de hacerlo, porque me daba igual lo que la gente pensase de mí, que no me preocupaba. En el desayuno solía coincidir con muchas compañeras y desayunábamos juntos. Todas estaban casadas o en pareja. En poco tiempo había mucha confianza y hablaban de todo delante mía, limitándome a escuchar y a reír por muchas de las ocurrencias que tenían. Una de las veces se sentó una que no conocía con ellas y esta estaba soltera y sin compromiso, todas le preguntaban por si estaba con alguien y esas cosas, ella melancólicamente dijo, “Que va, que va. La cosa esta muy mal. O te encuentras depravados que no hay quien los aguante o el que está bueno, al final resulta que es maricón, chicas que el mercado está muy mal” todas se echaron a reír mirándome y la que hizo el comentario se puso roja y pidió perdón, me limite a reírme y a encoger los hombros. La más descarada y lanzada a la hora de hablar era Laura, que aparentaba 40 años que era los que decía que tenía, pero las demás le recordaban que se quitaba 5. Físicamente era un físico normal, pero que estaba bien la mujer, de cara graciosa, parlanchina y de pelo rizado. A la hora de trabajar era la que peor fama tenía por su intransigencia y rectitud. Pero luego era la más divertida y siempre andaba diciendo o insinuando que su marido cada vez era más muermo en la cama y todas decían que una vez pasados dos o tres años la “magia” iba mermando, risas y más risas, contando sus últimas anécdotas de cama. Porque me había marcado no tener nada con compañeras, que si no, seguro que con alguna de esas mujeres hubiera podido tener algo.

Un día de esos Laura les pidió a varias de sus compañeras y amigas de acompañarla a comprar ropa y todas pusieron alguna excusa, al final no sé cómo me enrollo a mí. Acepte, iríamos a comer y luego a comprar a unos grandes almacenes super conocidos. Mas que una comida fue un aperitivo porque como estaba obsesionada con el no engordar, la comida fue eso un aperitivo. Lo mejor fue la conversación.

+ ¿Tienes pareja?

+ No y de momento ni quiero.

+ Y bien que haces, lo mejor picar de aquí picar de allá y más adelante.

+ Eso, nunca mejor dicho. (Me aguantaba la risa)

+ Sabes que no se te nota nada de nada. (A punto de que me saliera una carcajada)

+ A ti tampoco se te nota nada. (Una puyita para que me preguntara y desviar la conversación)

+ ¿El que no se me nota? (Intrigada)

+ Pues que tu marido no te de lo que tú dices que necesitas.

+ Jaja, que tonto. Una se va acostumbrando, al principio todo el día dale que te pego. Luego se va distanciando. Como el físico, al principio tenía el vientre plano y ahora una tripa que ya ni se la ve, jaja.

+ ¿Nunca le has sido infiel?

+ Nunca.

+ ¿Ni de pensamiento?

+ Jaja, de eso todos los días, jaja.

+ Hay muchas parejas de vuestra edad que para revitalizar el matrimonio, buscan alternativas.

+ ¿Qué alternativas?

+ No sé, por ejemplo, tríos, intercambios.

+ Jaja, a donde voy yo con él, con el tripón que se gasta, imposible. Pero contestándote a la pregunta, si lo he pensado alguna vez, porque hay dos compañeras que han probado cosas de ese tipo y lo que cuentan es caerse la baba. Pero haber quien le pone el cascabel al gato, que mi marido es muy celoso, muy suyo.

+ Eso es cuestión de ir inculcándolo poco a poco y a todo esto ¿Quién son las dos compañeras?

+ Jaja, que marujón que eres, pero no te lo diré, jaja.

+ Vale, vale, no me lo cuentes. Y siguiendo con lo tuyo, lo mismo también es culpa tuya, por no saber seducirle, una ropa bonita y descarada, un buen conjunto de lencería, muchas cosas.

+ Jaja, lo he probado todo. Mira más a las demás que a mí. Pero que a los maridos de las demás les ocurre tres cuartas de lo mismo. Ahora si les preguntas a ellos, son unos fieras, jaja.

No sabía si a ella le pasaba como a mí, pero estaba cachondísimo. Fuimos a comprar, como la cafetería estaba en la última planta y nos fuimos a la 4ª planta moda mujer. Me fue enseñando ropa que elegía y yo con la cabeza o con algún gesto le decía si o no. me hacía caso. No había apenas gente, era normal, porque era la hora de comer. Fuimos a los probadores. Me hizo que la acompañara me las prometía muy felices, pero se metió ella sola en el probador y cerró la puerta. Abrió y me dijo que como le quedaba, hice que se girara, con todo el morro del mundo, toque en una parte de la blusa, toque por otros lados, como viendo como le quedaba todo, para al final decirle que no. Eso se repitió varias veces, hasta que aparecieron tres mujeres en los probadores, entonces me dijo que pasara y cerró la puerta.

Ella con mucha naturalidad y por el comentario que hizo, en la creencia de mi homosexualidad, se quitó la camisa quedándose en sujetador, por cierto horrendo. Porque las tetas que las tenía más grandes de lo que parecían, bastante más, estaban como caídas y ese sujetador ni las sujetaba ni las realzaba. Otra vez con todo mi morro, le dije que el quedaba fatal ese sujetador y que no la hacía justicia. Ella no estaba de acuerdo, como estaba detrás de ella, sin cortarme pase mis manos por detrás de ella, hasta coger sus tetas, alzarlas y decirle, “Ves lo bien que te quedarían con un sujetador en condiciones además de una más bonito” no protesto y solo se miró ante el espejo. S respuesta después de verse un rato fue, “Como entendéis vosotros, es acojonante” seguimos así hasta que eligió una blusa que para mí estaba muy bien. Pagamos y íbamos bajando por la escalera automática cuando vimos, 1ª planta, lencería y corsetería, además de alguna cosa más. Laura dijo que parasemos allí.

Volvimos a reproducir el momento elección, sin decir nada solo con gestos, le iba diciendo. Ella cogió un conjunto de culotte y sujetador, con muchas trasparencias y la verdad que si se lo ponía me desmayaría. Si esta vez me dejaba o me invitaba a pasar con ella al probador, se iba a liar bien buena, ya porque me tirara de malas maneras o porque me la tirara, parecido pero no igual. Cogió varias prendas y se metió dentro pero ni me dio tiempo a poder entrar. Sin abrir la puerta me dijo, “Esto no me queda nada bien, no sé, no me veo” y yo para picarla le decía pues tu sabrás, no tengo rayos x. Ella me decía que era el de color azul y yo me hacia el tonto, pero sabía de sobra que era el más descarado de todos. Abrió la puerta solo un poco y me dijo, “júrame que ni un comentario a las arpías de nuestras compañeras” levanté la mano en plan inocente con los dedos juntos y mostrándole la palma de la mano y le dije “te lo juro” abrió más la puerta y entre.

Lo primero que hice fue sentarme en el minúsculo asiento que había en la esquina, para que no se me notara el empalme. Se había quedado de espaldas y cuando se dio la vuelta flipe en colorines. El sujetador le quedaba bien, le levantaba las tetas haciendo que se vieran mucho mejor y los pezones muy oscuros se le trasparentaban perfectamente. Sin embargo era cierto lo que había dicho el culotte no le quedaba nada bien. Pero no era su cuerpo se veía claramente que tenía un fallo, me ofrecí a ir por otro igual y fui rápido. Me hizo darme la vuelta y no mirar, pero me las apañe para verla el culo, que estaba bastante bien y tenía la marca del sol de un tanga. Me paso la otra prenda y aunque tenía un plástico para probárselo, estaba mojada. Me di la vuelta y le dije que le quedaba muy bonita la marca del sol, ella se echó a reír y me dijo, “que cochino eres, te dije que nada de mirar” y seguimos a lo nuestro. Me dije adelante y sin miedo.

Como seguía quejándose de que algo había que no le acababa de gustar, mirándose al espejo y mirándose por todos los ángulos. Muy decidido la hice ponerse de cara a mí, que al estar sentado la veía mejor, Toquetee el culotte, diciendo por aquí bien, así mejor, de esta manera perfecto y sin que se lo esperar, metí mis dedos por la parte de las ingles como si nada y le dije, “hija mía, lo que si tienes es que depilarte todo esto, que se ve mucho” ella se quedó con la boca abierta y no era capaz de decirme nada. Mis dedos se quedaron mojados, estaba cachonda, pero no dije nada, seguí a mi rollo. La cogí de la cintura, le hice darse la vuelta y que se mirara al espejo, diciéndola ¿A que ahora mejor? Y ella soltó un tímido “Si, bueno” lo que me llevo a levantarme, colocarme detrás de ella muy decidido y cogí de nuevo sus tetas para que se viera como le quedaba de bien y mi rabo se quedó pegado s su culo. Ella me miro a través del espejo y con voz sugerente me dijo, “tú no eres maricón” y pegando mi rabo mucho más y acariciando sus tetas le respondí “y tú no eres una esposa fiel”

Metí una de mis manos y acaricié su coño por dentro del culotte, ya no dijo más abro las piernas un poco más facilitándome lo que hacía y nos miramos por el espejo con puro vivió. Baje el culotte y se lo quite, ella estaba muy entregada, igual que yo, oyó como me bajaba la cremallera del pantalón, se apoyó en el espejo y echo el culo para atrás. Me pidió que me pusiera un condón y como no tenía me dijo que no me corriera dentro de ella. Que aunque tenía DIU no quería. Coloqué mi rabo y cuando empecé a metérselo, en voz muy baja y mirando al espejo me decía, “pero niño, ¿Qué es eso?” cerrándolos ojos y mordiéndose los labios.

La follaba despacio, sacaba casi todo mi rabo y se lo metía de nuevo hasta el fondo, los dos aguantábamos nuestros gemidos y tratábamos de controlar nuestra respiración, para que nada se oyera. Cuando estábamos en lo mejor y ella estaba a punto, ocuparon otro de los probadores, eran dos mujeres que hablaban de cosas cotidianas y ahora me pegue a ella con todo mi rabo dentro y prácticamente la levante, apoyando ella sus manos sobre el espejo, viéndola como su cara se ponía casi morada de aguantar la respiración y abrió los ojos muchísimo, sabía que se estaba corriendo, hasta que se le relajo la cara y volvía a tomar su color.

Le saque el rabo y ella se sentó donde lo había hecho yo antes y se puso a darme una mamada, empezó a lamer mi rabo por todos los lados, mi rabo con su sabor, miraba mi capullo y me dijo en voz baja, “Me gustan los fresones y me lo voy a comer” se lo metió en la boca hasta que me corrí en su boca, se paró recibiendo toda mi corrida, sin sacar mi rabo de la boca, sentí como limpiaba el capullo con su lengua, luego saco el rabo como si me estuviera dando un beso y absorbió hasta el último resto de corrida, me volvió a mirar y sonriendo me dijo, “Esto sí que es un buen postre”

Al salir dejamos todo, porque al final no compro nada diciendo que otro día con más calma teníamos que volver a ver más cosas. Quiso tomar un refresco porque decía que estaba muy acalorada. Nos sentamos en la primera cafetería que nos cruzamos y esperaba alguna charla de algún tipo, como recriminándome algo.

+ Eres un bárbaro. ¿Por qué nos has hecho creer que eras de la otra acera?

+ ¿Qué me dices? ¿Por qué pensabas que era gay?

+ Hombre eso es lo que se decía y como te vemos mucho desayunar con ese amigo que tienes, pues le dimos crédito.

+ ¿Si tú te hablas con una lesbiana es que lo eres también?

+ No. En eso tienes razón. Pero qué coño, me alegro haberlo descubierto de esta manera. Que te juro que es mi primera vez y en 45 años esto sí que ha sido un polvo, eso sí, corto pero intenso.

+ ¿No decías que tenías 40?

+ Calla, calla. No estropees la tarde.

+ ¿Entonces no estas arrepentida?

+ ¿Arrepentida? Jaja mi niño, si ha sido algo de otro mundo. La pena que no lo pueda contar. Que más de una se moriría de envidia.

+ No será para tanto.

+ ¿Qué no? Si el comentario más suave que hacemos sobre ti, es el de que desperdicio, que era un apena, porque eso, que tenías un polvazo. Y te repito lo más suave, jaja. Como los demás que hay en el trabajo y nuestros maridos, no se ponen cremas y tu si, por ejemplo, hacia más creíble todo y eso que no te han visto depilado ahí.

Después cada uno se fue por su sitio y ya me iba arrepintiendo, me había dicho que nada con compañeras de trabajo y menos casadas. Sabía que esto podía ser el principio de una buena amistad o el prólogo de borrascas o situaciones con sorpresa, esperaba y deseaba que fuera lo primero, una buena amistad y ya no decía que no pasaría, pero intentaría que no volviera a pasar. Al día siguiente en el desayuno me preguntaron a mí que tal las compras con la pesada de Laura y para salir del paso dije, “Es que no se aclara, le gusta todo y no le gusta nada” hablaron unas por encima de otras, coincidiendo todas en que era algo normal, porque veías algo bonito, que luego te quedaba fatal. Hasta que a las preguntas Laura dijo, “Lo único bueno la comida y la conversación” una le dijo pero si tu comes como un pajarito siempre y con una sonrisa de pecadora dijo, “Pero me hinche a comer fresones con nata, ¿Verdad?” trague saliva y conteste con la cabeza.

Le decían que siempre igual, que comer fresas con nata era peor que una comida normal. Laura decía que otro día teníamos que volver. Me disculpe y las deje solas, no quería que se me pudiera notar nada. Hasta ahí todo bien pero en el siguiente desayuno que coincidí con ellas, supe que todas o casi todas sabían ya todo, sus maneras de mirarme y de tratarme habían cambiado. Aunque le pregunte a Laura ella me lo negaba pero estaba clarísimo que mentía descaradamente. Decidí tomar un poco de distancia con el dichoso grupito. Tenía ganas de terminar ese día de trabajar, tenía sueño y quería dar una cabezada. De camino a mi casa me llamo mi amigo Juan Carlos.

+ Hola hermano, ¿Cómo vas?

+ Pues me has pillado de camino a casa, que necesito dar una cabezada. Pero seguro que no me has llamado solo para saber cómo estoy, así que desembucha.

+ Jaja, siempre igual, no cambias. Pues tienes razón, me hubiera gustado ir a decírtelo en persona pero me es imposible.

+ Vamos a celebrar el bautizo de la niña y queremos que vengas, tienes que estar.

+ Juan Carlos te lo agradezco pero será mejor que no vaya. Me mandáis alguna foto y algún video si queréis, que con eso me conformo.

+ YA ESTA BIEN, que he notado tu distanciamiento y esta frialdad no me gusta. No te he preguntado si quieres venir, te he dicho que tienes que estar y si no, me enfadare. Es más y ya te aviso, ni hoteles no hostias, te quedaras en nuestra casa y no se admiten discusiones, si eres mi amigo, vendrás.

+ Esta bien, así será, pero, ¿Sabes que estas mal de la cabeza?

+ Tu sí que estas mal de la cabeza.

Se me quito el sueño, se me quito las ganas de dormir. Me despeje por completo. Cerca de donde yo vivía había un colegio y como un parquecillo, donde había una cafetería. Hacia un tiempo agradable y me fui a tomar un café. La cafetería estaba bastante llena, me senté en una mesa yo solo. Había sobre todo muchas mujeres e imagine que serían las mamas de los niños que había en el colegio. Algunas estaban muy buenas, alegraban la vista. Pero mi vista muchas veces se quedaba perdida, al pensar en lo del bautizo y sin quererlo la cabeza me llevaba a varias situaciones que se podían dar y no podía evitar ponerme cachondo. Me fije y no es que hubiera muchas mesas pero las que había estaban ya bien llenas. De pronto me fije en una pareja, que estaba por fuera de la cafetería, estaban de pie fumando, por eso no estaban dentro. Tendrían entre los 35-40 años. Se veía que se conservaban los dos muy bien. Ella iba con unas mayas ajustadas y un top haciendo el conjunto, como si viniera o fuera al gym, estaba buenísima.

Tenía gafas de sol puestas, pero sabía que me estaba mirando. Lo mismo el tío que estaba con ella no era pareja suya ni nada. Me quite mis gafas de sol y mire en su dirección más descaradamente. Sonreí cuando ella hizo lo mismo, era descarada, me gustaba, me mantenía la mirada. Ella le hablaba a el ahora pegando la boca a su oreja, quería decir que era algo más privado, porque antes hablaban normal. Sonrisas por su parte hacia él y su cuerpo demostraba unos movimientos de provocación hacia mí. Lo hacía muy bien y conseguía ponerme cachondo. Le volvía a decir algo al oído y la contestación de él, les provoco risas y que ella le diera un pellizco. El tío se giró y se vino para mí, “Oye disculpa que te molesté, pero es que estamos mi mujer y yo esperando una mesa libre y como estas solo y no se queda ninguna libre, ¿Te importa que nos sentemos contigo?” lógicamente les dije que sí, la situación estaba muy clara.

Él se fue hacia donde su mujer y cogieron su consumición y se acercaron. Ella sabía que estaba rebuena. Aunque el top que llevaba era como si le aplastara las tetas que parecían de buen tamaño, buenos muslos, buenas piernas, aunque al estar tapadas por las mayas, no podía certificarlo del todo y el culo que ya lo había mostrado con distintos movimientos mientras la mira, estaba muy bien formado, eso sí lo podía asegurar y al tener tan ajustado las mayas, es como si separaran sus nalgas para ser admiradas.

JORGE.- Bueno que no lo he dicho yo me llamo Jorge y mi mujer Lidia. (Nos dimos la mano)

YO.- Encantado Lidia, yo soy Pelayo. (Nos dimos dos besos)

LIDIA.- Perdona nuestra intromisión, pero es que hasta que no salga nuestro hijo queda un buen rato.

Y.- Tranquila que a mí no me molestáis y fíjate si sobra sitio en esta mesa.

L.- ¿Qué tienes algún hijo en este cole?

Y.- Que va, no tengo hijos, solo que me senté aquí porque hace muy buen día.

L.- Ya decía yo, se te ve muy joven para ser ya padre.

J.- Lidia pídele ya el D.N.I. Jaja.

Y.- No si no me molesta.

J.- Si no es que te moleste, es que es muy preguntona.

Y.- Hombre teniendo una mujer tan guapa se le puede permitir eso y más (Lo dije intencionadamente y esperaba la reacción)

J.- En eso te tengo que dar la razón.

L.- Muchas gracias por la galantería, no me lo esperaba (Lo decía falsamente, porque lo sabía antes de sentarse que me gustaba) ¿Vives en el barrio? (Todo lo que decía, todo lo que preguntaba, lo hacía provocando con la mirada, jugando con la lengua en los labios)

Y.- Si vivo aquí mismo. En ese edificio de allí. (Se lo señale)

L.- Pues nosotros un poco más abajo, cerquita. Pues no te habíamos visto por aquí nunca.

Y.- Es que no paro por aquí, voy a trabajar temprano, suelo venir tarde y no tomo nada aquí, bueno una vez si vine. (Note mientras hablaba una leve señal con los ojos que le hacía a su marido, casi imperceptible)

J.- Disculparme que voy al aseo y a la máquina del tabaco. (Se creían muy listos pero yo no era tonto y antes de que ella pudiera decir nada hable yo, directo y a la yugular)

Y.- Ahora que estamos solos, ¿Sois swinger?

L.- No. (No le sorprendió mi pregunta, no se escandalizo y sonrió)

Y.- Entonces me he confundido.

L.- Solo en parte. ¿Sabes lo que significa esto? (Con mucho saco del bolso una pulsera que tenía una pica con un Q dentro)

Y.- Ahora el que sonrió soy yo.

L.- No sabía si al ser tan joven sabrías su significado, pero cuando me hiciste esa pregunta lo imagine. Ahora solo te pido una cosa. Mi marido vendrá, haz que no sabes nada, porque yo tenía que ver si me gustabas, él se sentara y yo me levanté, dándole dos toques en el hombro, que significa que tiene que hacer su papel de entregarte a mí, de conseguirlo. (Apareció Jorge y se sentó)

J.- ¿Quieres un cigarro? (Le ofreció a su mujer porque ya les había dicho que yo no fumaba)

L.- Ahora cuando vuelva, que ahora voy yo al aseo. (Se levanto y con mucha suavidad le dio dos golpecitos al hombro de su marido)

J.- No quiero que te escandalices, lo mejor es andarse sin rodeos en esta vida. ¿Te gusta mi mujer?

Y.- Que pregunta más tonta, pues claro que me gusta. (Era la primera vez que un marido, con toda la tranquilidad del mundo me proponía esto. La s demás veces se notaba algo de nerviosismo)

J.- Somos un matrimonio atípico. Lo que te voy a proponer no es ninguna trampa ni nada que te pueda preocupar. ¿Te apetecería follártela?

Y.- ¿Me hablas en serio? ¿No te estas cachondeando? (Hacia mi papeles y quería ver hasta donde era capaz de llegar)

J.- Lo digo muy en serio. Ahora queda saber tu respuesta.

Y.- Si a ti te da igual, por mí no hay inconveniente. ¿Para cuándo seria?

J.- Esta misma tarde, Lidia no es de las que espera.

Y.- Por mi perfecto.

Regreso Lidia y nuestra conversación se desenvolvió con mucha naturalidad y al saber que yo no era de Madrid, me estuvieron recomendando sitios donde ir. Tanto lugares culturales como de ocio. Mientras los escuchaba, pensaba que donde me había metido. Salieron los niños y ella se fue a por su hijo, que tendría unos 10 años. Ahora venían hablando con Lidia dos mujeres más y tres niños que venían correteando. Al final se quedó solo una y Jorge me dijo de que nos íbamos. Las dos mujeres iban delante y el andar de Lidia haca que su culo se moviera majestuosamente. Porque tenían un hijo, si no me hubiera replanteado el ir con ellos, así de primeras, pero que débil es la carne. ¿Cómo haríamos con un hijo de esa edad presente? Porque se dan cuenta de todo.

Cuando nos paramos en su portal, los niños querían estar un tiempo más junto y por lo que deduje era algo habitual. Lidia decía que no, se hacía de rogar hasta que al final cuando su amiga le dijo, “Chica si a mí me da igual y vosotros tenéis visita, déjalos que hoy suban a mi casa, luego te lo llevo yo” Lidia se dio por “vencida” y dijo, “Vale está bien, pero ya va Jorge por él, por eso no te preocupes” los niños contentísimos y se fueron hasta el siguiente portal. Aun así todavía recelaba un poco, porque me gusta conocer bien a las personas antes, aunque ellos me cayeron muy bien desde el principio, sobre todo ella. Jorge era un poco más de incógnita, porque no sabía sus gustos del todo ni el papel real que iba a jugar. Lo que tenía claro es que ellos si tenían sus papeles bastantes establecidos y se veían una pareja muy compenetrada.

Ella fue quien abrió la puerta de su casa, dejo sus llaves sobre un taquillón en la entrada y dijo, “Atiende bien a mi invitado y preocupa que no se queje” ni se dio la vuelta, se metió por un pasillo y desapareció. Me impresiono el cambio radical de ella, sobre toso su forma de hablar, porque se le quito la suavidad y actuaba más como un líder hablando a un súbdito. No cambio solo ella, el también. Era muy heavy, no había estado con una pareja hasta esos extremos. Me invito a sentarme y aquí vino lo gordo cuando me dijo, “El señor, ¿Qué desea tomar?” flipa que te flipa. No sabía ni que contestarle, por lo que le dije que ya le diría. Que cierto es que nunca se acuesta uno sin saber una cosa más, en este caso de vivir una cosa más. Jaja, pero cuando me lo decían los mayores seguro que no se referían a esto.

Miraba mi reloj porque se me hacía largo y allí me encontraba sentado en un amplio sillón, con un tío bien plantado y fuerte que estaba de pie. Sonó el teléfono fijo de la casa el atendió la llamada y volvía a ser el tío que había conocido en la cafetería, un lenguaje de lo más normal y o bien era su suegra o su madre. La conversación duro poco porque dijo que Lidia estaba esperándole en la calle y confirmo una comida para el domingo, colgó el teléfono y volvió a cambiar. Apareció la mujer y joder como venía. Se había soltado el pelo y lo traía como alborotado, casi, casi como una leona. Venia bastante maquillada, traía una bata trasparente negra de encaje, de color negro, le llegaba hasta los tobillos. El único enganche que llevaba eta justo entre sus dos tetas, que así quedaban tapadas, pero al no llevar sujetador se le trasparentaban y se le marcaban perfectamente los pezones. De ahí para abajo la bata quedaba abierta, viéndose su tripa plana, cuidada y un piercing en el ombligo. Unas braguitas pequeñísimas, que eran prácticamente un triángulo muy pequeño, lo justo para tapar mínimamente lo que quería tapar. No llevaba medias y si unas sandalias abiertas, con un tacón exagerado.

Sin ningún motivo aparente, se dio la vuelta y pude ver porque sus trasparencias lo permitieron, un culo único, prácticamente desnudos salvo una cinta que cubría su cintura y otra que se metía entre sus nalgas, que tenían un punto de separación entre ellas que hacia el culo totalmente distinto. Tenía una pinta totalmente distinta a la que tenía en la cafetería, porque allí tenía pinta de cachonda, aquí además tenía pinta de devoradora de hombres. Que cachondo me tenía y no habíamos empezado a hacer nada. Vino hacia mí y se sentó junto a mí, se mordió los labios sonriendo y como si estuviese pensando algo, hasta que me pregunto, “¿Tu no serás de los que se asustan por cualquier cosa, verdad” y devolviéndole la sonrisa y mirándonos a los ojos fijamente le respondí, “¿Crees que me va a asustar el que tu marido sea un cornudo mirón?” y entonces me dio un pico en los labios, se acercó a mi oído y susurrándome me dijo, “Es todo mucho más, creo que no me he equivocado contigo, porque tu mirada me dice que eres tan vicioso como yo?” me lamio toda la oreja y me puso los pelos de punta.

Le dijo a su marido, “Tu cornudo, desnúdate y ayúdame, RÁPIDO” Jorge se desnudó apresuradamente y tenía un cuerpo muy bien formado y el tamaño de su rabo en reposo indicaba que no era pequeño. Me llamo la atención porque en caso similares, aunque de momento nada parecido a la situación que estaba viviendo, los maridos tenían un rabo más pequeño. “Ponte de rodillas y ven” le dijo su mujer, se puso de rodillas y niño hasta donde estábamos como si fuera un perrito. Ella se pudo a desnudarme y le ordeno, porque aquí no había nada de pedir, que le ayudara a desnudarme. El me quito el calzado, los calcetines y una vez que ella me desabrocho los pantalones, el me los quito junto a mis calzoncillos, como un buen sirviente. Mi rabo estaba a tope y ella lo miro lo agarro y dijo, “Uuuummmm, que bien se presenta, ¿Has visto cornudo como he elegido muy bien?” el marido no hablaba solo miraba. Era un sumiso extremo, pero en su mirada se veía excitación y placer. Ella se puso a lamer mi rabo, a hacerme una mamada y levanto uno de sus pies, de inmediato Jorge fue hacia ella, le quito las sandalias y empezó a lamer sus pies, a comer sus dedos, con que placer lo hacia el tío.

Cuando estire una de mis manos para tocar sus tetas, palpe los buenos pezones que tenía y en uno de ellos tenía un piercing, cuando se lo toque gimió más que cuando le toque el que no tenía. Se levanto y dejo de comerme el rabo, se puso a horcajadas sobre mí, yo quería comerme su coño y ella me decía que eso lo dejaba para su perrito. Me miraba y se puso a comerme mis pezones, parecía una ventosa con lengua de serpiente, nadie me había dado tanto gusto comiéndome mis pezones, tenía una boca bárbara. Ahora note como me lamian los pies, como me comían los dedos. No me produjo nada especial, pero le deje. Ella seguía dándome placer y colocaba mi rabo en el medio de su coño, apretándose sobre él, pero sin metérselo, estaba mojada y mi rabo ya estaba empapado.

Agarro mi rabo y se lo coloco en la entrada de su coño, se fue dejando caer, pero nada de ir despacio, se veía que lo de los preliminares no le iban mucho, la sorpresa me la lleve cuando sentí en mi rabo como su coño vibrara. Se dio cuenta de mi sorpresa y me llevó una mano a su culo, no me había dado cuenta tenía un plug anal metido, apenas se notaba, pero vibraba con bastante potencia. Se dirigió a su marido, “Vamos cornudo acércate y haz de perro, VAMOS” Jorge se acercó y le quito el plug, que era una vara con muchas bolas de distintos tamaños y se puso a comerle el culo, pasándome la lengua por mis huevos demasiado a menudo para ser casual.

Cada vez se movía más bruscamente y se apretaba mucho contra mí, me clavo las uñas cuando se corrió y como las clavaba, no había terminado de correrse y otra vez más se corría, esta vez además me chupeteaba y besaba el cuello, cada vez se aceleraba más y se volvía a correr de nuevo. Tan “agresiva” estaba que le grito a su marido, “VENGA AHORA CABRONAZO, PERO NO SE TE OCURRA CORRERTE QUE TE CAPO CORNUDO” Jorge se levantó de comerle el culo, el rabo era casi como el mío pero un poco más delgado, se lo metió por el culo y la follaba con mucha rabia, mientras ella se volvía a correr varias veces. Hasta que se quedó como en éxtasis, sobre mí y se paró. Jorge de manera automática saco su rabo. Baje mi ritmo pero no me pare, quería correrme también.

Se levanto y temí que me dejara a medias, pero no, me llevo a su habitación, se tumbó boca arriba y me dijo que la volvía a follar y me corriera dentro de ella. Se coloco una almohada doblada sobre la zona lumbar. Subió sus piernas y las puso sobre mi pecho y hombros, empecé a follarla y de pronto me pidió que la azotara. Su culo estaba levantado y era más complicado que en otras postura azotarla, pero así lo hice y se ponía muy cachonda. Deje de azotarla en un momento dado, para poder follarla con más intensidad, se volvió a correr y me pedía que me corriera ya, que la llenara y cuando se iba a correr otra vez, acelere y nos corrimos los dos a la vez. Que corrida más buena que tuve. No me salí de inmediato, bajé el ritmo pero seguí metiendo y sacando mi rabo. Entonces ella se dirigió a su marido, “Ven aquí cornudo, que te lo has ganado, pero primero limpia al Bull que se ha follado a la puta de tu mujer” él se acercó con un brillo especial en los ojos y en cuanto saque mi rabo, a las órdenes de su mujer que le decía que me lo dejara bien limpio, Jorge con su boca juro que me lo dejo super limpio.

Ahora su mujer quiso comerme el rabo de nuevo y me lo pidió con mucha ñoñería y en cuanto se lo puse cerca de su boca, se puso a comérmelo como una avariciosa y su marido se puso a comerle el coño sacándole buenos gemidos y ella se sacó el rabo de su boca y me dijo, “Ves que bien se lo pasa, hay que dejarle a él algo” siguio comiéndome el rabo y hoy de pronto un gran gemido-grito de Jorge, era verdad que le gustaba, porque comiéndole el coño a su mujer, se pegó una corrida de categoría y no paro hasta que su mujer se corrió de nuevo. Después de correrse, él se fue hacia su mujer con una gran sonrisa y se dieron un muerdo espectacular y absolutamente lleno de complicidad. Todo volvió a su normalidad y nos pusimos a hablar con normalidad.

LIDIA.- ¿A que tengo buen ojo?

JORGE.- Que rabia que das, siempre aciertas.

L.- Pero reconozco que no me lo esperaba tan bueno.

YO.- Estoy aquí (Con sorna)

J.- Es que es ella quien elige, porque cuando lo hacía yo la cagaba normalmente y ella tiene ojo clínico.

Y.- ¿Ah sí?

J.- En cuanto te vio me dijo que tenías pinta de vicioso empotrador. Que quería saltarse las normas de nada cerca de casa.

Y.- ¿Y tú que dices?

L.- Jaja, que voy a decir que tienes muuuuucho potencial y que ya sabes de sobra de que va esto. A pesar de ser joven.

Y.- ¿Cómo para repetir? Jaja.

L.- Por su puesto.

J.- Por mi ninguna pega.

L.- Sera cuestión de planificarlo bien, para que no sea deprisa y corriendo, que me gusta con más tranquilidad y sin ninguna prisa.

J.- ¿Has visto como lo has dejado?

L.- Perdóname, es que pierdo el control, perdona, perdona, perdona. (Con cara de preocupación) Ven conmigo, acompáñame.

La seguí y fuimos al baño. Cuando me vi en el espejo lo comprendí. Tenía dos chupones en la boca, uno normalito y otro que se veía casi morado, se vería a kilómetros. Lo peor la espalda, entre marcas de uñas clavada y arañazos mi espalda era como un mapa. Saco betadine y algodón del botiquín para ponérmelo y le dije que lo lógico sería darme una ducha antes, se echó a reír y me dio la razón, me dijo que me fuera duchando que iba a por una toalla. Antes de meterme en la ducha les oí hablar pero no preste atención. Estaba ya a punto de acabar la ducha cuando ella entro. Cerré el agua y cogí la toalla, me sequé y salí. Ella seguía hablándome y por lo que decía se había quedado muy satisfecha aunque decía que le había sabido a poco. Entro Jorge y dijo que él iba a por el hijo. Que no tardáramos en vestirnos que el regresaría rápido.

Fui irse y la apoyé contra el lavabo y sin más me puse a follarla, sonriendo ella y diciéndome que ya había tardado. Me decía que le gustaba mi rudeza mi fuerza cuando la follaba, ahora si le podía dar los azotes mejor y no lo pensé, contra más fuerte la daba ella más gemía y volvió a correrse enseguida y lo hizo varias veces seguidas. Estaba a punto de llegar y no quise dejar escapar ese culazo tan divino. Saqué mi rabo y ella se inclinó más, sabia de sobra lo que quería y se lo empecé a meter sin ser brusco y cuando había metido como un tercio fue ella la que se lo clavo violentamente y se empezó a mover, en círculos y de adelante para atrás, se tocaba mientras ella sola y me pedía más marcha como decía ella. Fue una follada de culo casi rozando el sadismo. Nos corrimos como si fuéramos uno. Me tuve que lavar a toda prisa de nuevo. Al final me curo los arañazos y nos vestimos justo al borde de la campana, porque fue sentarnos en el salón y oírse abrir la puerta. Al llegar Jorge la mujer con una amplia sonrisa le dijo, “Por poco no me pillas tomando otro café” y se echaron a reír. Me levante para marcharme y Jorge quiso acompañarme a la calle y nos fuimos de nuevo a la cafetería.

+ Que sepas que es la primera vez que esto nos pasa.

+ Venga hombre, no me lo creo.

+ Jaja, me explico mejor, que es la primera vez que nos pasa de esta manera y nunca en casa. Lidia nunca se había implicado de esta manera.

+ Pues me alegro, que se haya implicado tanto.

+ Me has caído muy bien. Sobre todo porque no has juzgado nuestra moral, ni tampoco te ha extrañado nada y sobre todo mi postura.

+ Lo entiendo perfectamente y si vosotros tenéis esos acuerdos, nadie se puede meter e imagino, que lo haces por ver feliz a tu mujer, porque la quieres. (Exprese lo que me decían bastantes maridos)

+ Que cojones dices. La amo con toda mi alma, eso sí. Pero lo hago porque a mí también me gusta, no solo porque le guste a ella, ya he pasado esa faceta de que es todo por ella.

+ Me caes mucho mejor, me gusta tu franqueza.

+ Para que disimular, lo que es, es. Las primeras veces me sentía mal, pero la realidad es que me sentía mal por no ser honesto conmigo mismo. me gusta disfrutar así y ya no elijo yo, elije Lidia que tiene mejor gusto que yo y tiene una visión que yo no tengo.

Fue el primer hombre que le vi hablar tan claro de todo. Ni se le movía una pestaña cuando hablaba. No se buscó excusas ni coartadas para asumir lo que hacía. Nos intercambiamos los números de móvil y quedamos en vernos algún otro día con más calma. Porque al tener un hijo, eso les ataba más con el poder salir con tranquilidad. Quede con él en que yo no les llamaría, no me gustaba dar por saco, que ellos cuando quisieran me llamaran y si cuadraban las fechas pues a por todas.

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