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Las consecuencias del baile latino

en Orgías

Antes de empezar a relataros algo que llevo mucho tiempo con ganas de contar, os describiré como somos, tanto mi mujer como yo, para que os podáis poner mejor en situación: Mi mujer se llama Susana, mide 1.60cm, es morena y aun habiendo sido madre de nuestros 2 hijos, a sus 38 años, tiene un cuerpo espectacular muy trabajado en el gimnasio (más adelante, os pondré algunas fotos de ella, del día en el que sucedieron los hechos que os quiero relatar), con unas medidas cercanas al famoso 90-60-90, con un pecho natural turgente y que sabe que me encanta que luzca sin sujetador cuando se arregla para salir, especialmente en verano. Yo soy Víctor, de 41 años, mido 1.80cm y también procuro mantenerme en forma en el gimnasio. En el terreno sexual, somos una pareja normal, adaptada a nuestro tiempo, pero donde no habíamos hecho nunca nada fuera de lo normal, es decir, típica pareja monógama…, aunque sí que es cierto que a lo largo de nuestra larga relación, de más de 20 años, sabemos que circunstancias nos calientan especialmente y por supuesto, cuales son nuestras fantasías, aunque sabemos que son solamente eso, fantasías. En el caso de mi mujer, su fantasía es un poco compleja, como supongo que ocurre con el resto de las mujeres, es decir, se tenían que dar varias circunstancias: que ella estuviera con alguna copita de más, pero a gusto, pasándoselo bien, que hubiera “otra persona”, que la fuera calentando poco a poco, que la hiciera sentir guapa, atractiva, deseada… que fuera alguien prohibido (es decir, que no fuera yo)… y que esa calentura llegara a un punto donde ya no pudiera contenerse y que pasará lo que tuviera que pasar. En mi caso, era algo más simple: simplemente fantaseaba con compartir a mi mujer con otros hombres, haciéndola disfrutar a tope, por todos los lados, pero claro, siempre que fuera una situación donde ella estuviera a favor de que ocurriera y que lo disfrutase.  A pesar de que parecía que ambas fantasías, de un modo u otro, podrían hacerse coincidir y realizarlas, siempre que habíamos tratado el tema, habíamos llegado a la conclusión de que no lo podríamos hacer, porque ella tenía claro que nunca haría un trio ni nada parecido que le supusiera tener sexo con alguien distinto a mi… y yo tampoco tenía claro que fuera capaz de soportar que eso sucediera en la realidad, ya que seguramente los celos me harían parar el inicio de cualquier tipo de situación similar… ósea, eran y serían, solo fantasías.

Bueno, pues lo que tenía ganas de contaros ocurrió a principios de este pasado verano. Estábamos a finales de Junio, con un calor horrible en Madrid, y acabábamos de dejar a nuestros hijos en el pueblo con los abuelos. Por fin, podíamos volver a salir como una pareja de novios, sin las preocupaciones de buscar canguros y tener que volver a casa pronto. Volveríamos a retomar nuestras clases de Baile Latino que aprovechábamos a tomar en el periodo estival. Lo cierto es que, tras 3 años de tomar estas clases, ya teníamos un nivel aceptable, pero nos gustaba mejorar y sobre todo, el hecho de hacer juntos una actividad entretenida. Nuestros momentos de ocio en pareja, se reducían a las contadas ocasiones en las que podíamos dejar a los niños con los abuelos en el pueblo, cuando los abuelos nos hacían alguna visita o cuando conseguíamos que alguno de nuestros cuñados se pudieran quedar con ellos… y casi siempre aprovechábamos para ir al cine o cenar en algún restaurante de calidad, y solo en muy contadas ocasiones, a salir con algunos de nuestros amigos, que tenían las mismas dificultades para poder quedarse solos tras colocar a sus hijos.

La última vez que habíamos salido por la noche sin niños, lo habíamos hecho con nuestros amigos Pedro y Cecilia, padres de los amigos del colegio de nuestros hijos. Fue el pasado mes de Diciembre, con un frio horrible y donde, tanto Pedro como Susana, tenían un fuerte constipado, con lo cual no pudimos disfrutar adecuadamente de aquella salida, y fue una autentica lastima, sobre todo, después de haber conseguido a alguien para que se quedara con nuestros respectivos hijos. Pero ese mismo día, acordamos, que ya que no habíamos podido disfrutar como nos merecemos, quedaríamos el primer sábado después de que los niños terminaran el colegio y nosotros los hubiéramos llevado al pueblo, para cenar, tomar algo y bailar.

En los siguientes meses, habíamos quedado en alguna nueva ocasión más, pero estas veces, lo habíamos hecho con los niños y para tomar alguna cerveza y comer algo en alguna terraza al mediodía… Y por fin, ese esperado sábado de finales de Junio, estaba a punto de llegar. Como os decía anteriormente, nosotros acabábamos de dejar a nuestros hijos en el pueblo para que pasaran el verano con los abuelos. Así que, el lunes 26 de Junio, le mande un Whatsapp a Pedro, para ir organizando la quedada de este próximo sábado y me contesto que creía que si podríamos quedar, pero que no tenían canguro, porque sus suegros tenían un compromiso familiar y no se podían quedar con sus hijos… y que como tiene cien mil cosas en la cabeza con el trabajo y demás…, pues no recordaba que sábado exactamente habíamos quedado y, que éste próximo sábado les visitaban desde Sevilla unos amigos suyos, que también tenían una niña, muy amiguita de su hija. Le dije, que no pasaba nada, que podíamos quedar igualmente, y en vez de ir a Madrid, podíamos salir a cenar en nuestra ciudad (a las afueras de Madrid), al restaurante que había al lado de la carretera de entrada, el que tenía un gran parking, una zona infantil y que estaba al lado de la nueva discoteca que inauguraban ese mismo sábado y así, según transcurriera la noche, podríamos quedarnos algunos, aunque fuera a tomar una copa en el sitio nuevo, sin liarnos mucho. Finalmente me dijo, que perfecto, que había hablado con Cecilia y que ella y sus amigos, solo se quedarían durante la cena y que después, se irían a casa con los niños y que él si se podía quedar hasta la hora que quisiera, con Susana y con migo.

Cuando llegue a casa del trabajo, lo comente con Susana y aunque de primeras no le hizo mucha gracia, ya que prefería que hubiéramos podido quedar los 4, sin niños y sin impedimentos para poder disfrutar de una noche de fiesta con buen tiempo, finalmente decidió que no se amargaría y que iría con la intención de pasarlo genial, lucir su nuevo minivestido y disfrutar toda la noche.

Así pues, paso la semana y llego el sábado. Habíamos quedado a las 9h en el restaurante. Mientras todos nos preparábamos, Pedro me mandó un whatsapp indicándome que llegaría un poco tarde a la cena, ya que le había surgido un problema gordo en una de las obras que estaban realizando. De ese modo, Cecilia llegaría a la hora en su coche con sus hijos, sus amigos Héctor y Beatriz, con su hija, irían en su propio vehículo, nosotros iríamos en el nuestro y un poco más tarde llegaría Pedro en la furgoneta grande de su trabajo. Menos mal que habíamos quedado a cenar en el restaurante que tenía un gran parking…

Susana, como había dicho se preparó y se puso su nuevo minivestido con escote drapeado que le quedaba genial, y que por supuesto llevaba sin sujetador, dejando muy poco espacio para la imaginación a la hora de adivinar su figura y algunas partes de su cuerpo.

Cuando llegamos al restaurante, fue el centro de todas las miradas. Cecilia ya había visto a mi mujer con modelos similares en anteriores ocasiones en las que habíamos salidos juntos, por eso no se sorprendió tanto como si lo hicieron Héctor y Beatriz. En concreto Héctor no sabía cómo hacer para mirar la figura de mi mujer, sin generar celos en su mujer y sin que yo lo notase. Lo que Héctor no sabía es que a mí me encanta que los hombres miren así a mi mujer, me hace sentirme orgulloso e incluso me excita. Por lo tanto, lo que hice fue disimular yo cuando le pillaba mirándola… pero también, tuve que disimular cuando lo hacía Susana, ya que resultaba que Héctor era un tipo de hombre que siempre le ha resultado muy atractivo a mi mujer, en buena forma física, moreno y elegante con su camisa blanca y vaqueros. Por las primeras conversaciones que teníamos, estaba claro que pasaríamos una divertida noche, ya que Héctor, hacía uso del típico humor andaluz y su mujer también era muy agradable.

Cuando llevábamos escasamente 10 minutos sentados a la mesa, sin parar de reírnos con los primeros comentarios e historias de Héctor, llego Pedro, con lo que finalmente no se había retrasaba tanto como el mismo suponía. Por fin estábamos todos. Por supuesto, al verle llegar con su famosa furgoneta, no faltaron las referencias a las aventuras que habían pasado él y Cecilia, cuando aún no tenían niños. Los viajes y rutas que habían hecho, por Francia, por Italia… parando a dormir donde querían, en la amplia parte trasera de la Furgoneta… y que ahora él usaba para descansar entre desplazamiento y desplazamiento, de las distintas obras que su empresa gestionaba.

Para cenar, pedimos unas cuantas tapas y raciones para todos, incluidos los niños, y de beber un vino blanco dulce que les encanta a Cecilia y a Susana.

Los niños, terminaron super rápido de cenar, ya que solo les interesaba poder ir cuanto antes al Parque infantil que tiene montado el Restaurante. Mientras iban cayendo las botellas de vino y nos contábamos distintas anécdotas, incluido el hecho de que Héctor era profesor de baile latino en Sevilla…, yo no dejaba de observar, cómo Héctor y Pedro, en cuanto que podían, intentaban ver algo más de la anatomía de mi mujer en algún descuido de ella, que fruto de las copas de vino y de su carácter extrovertido, ya no tenía tanto cuidado con sus movimientos y en alguna ocasión dejaba ver algo más de lo normal, a través de su vestido. En el caso de Hector no me sorprendía, era lógico, ya que como es decía, mi mujer tiene un gran cuerpo y un precioso pecho, que estaba todo el rato a punto de escapar por su escote… pero si me resultaba un poco raro en el caso de Pedro, ya que el cuerpo de mi mujer no le era desconocido, al haber estado en más de una ocasión juntos de vacaciones en la Playa, donde por supuesto mi mujer no había tenido inconveniente en hacer Topless.

Entre risas y varias copas de vino, sobre todo en el caso de mi mujer, de Hector, y también en el mío… llegamos a lo que era el final de la velada, al menos para Cecilia, para Beatriz y para Hector, que debían de marcharse con los niños, a la casa de Pedro y Cecilia, ya que se había hecho bastante tarde. Era casi la 1 de la mañana y a los pequeñajos ya se les notaba el cansancio. Pedro, tal y como habíamos hablado, comento que se quedaría con Susana y con migo a tomar algo en la nueva discoteca, pero la sorpresa fue que Héctor dijo que también se quedaría, y que así podrían quedarse Cecilia y Beatriz a solas en su casa y tranquilas para contarse sus “batallitas” antes de acostarse, como hacían en su época de compartir piso cuando iban juntas a la universidad. Beatriz y Cecilia no pusieron ninguna pega, de tal modo, que tras montar a los niños en sus respectivos coches se marcharon y nos dejaron a los 3 chicos junto con mi mujer, encaminándonos a la puerta de la discoteca. Antes de entrar, mi amigo Pedro, dijo que él se controlaría ya un poco con la bebida, para que cuando decidiéramos volver a casa, al menos él estuviera en condiciones de conducir y llevarnos a todos en su furgoneta. Pero matizo diciendo, que se controlaría, aunque alguna cosilla si se tomaría. A todos nos pareció perfecto, y es que parecía que era el que estaba en mejores condiciones, ya que él no había bebido vino como nosotros, sino que había estado tomando cerveza (algo a lo que está bastante acostumbrado y que prácticamente no le afectaba).

Según entramos y tras pagar la entrada, que daba derecho a una consumición y un chupito, vimos que la temática de la fiesta de inauguración era la música Latina. Cuando mi mujer vio esa información dijo:

-          Noche perfecta.

Estaba claro que se lo estaba pasando genial y el hecho de que se quedara sola con nosotros 3, no le importaba, porque sabía que con esa música, iba bailar casi toda la noche. Lo haría con migo, con seguridad, ya que nos gusta practicar lo que aprendemos en las clases a las que acudimos en verano, pero también lo haría con Héctor y de hecho, lo siguiente que dijo fue:

-          Bueno, Héctor, alguna clase particular si que me darás, ¿no?”.

-          Por supuesto, yo encantado.- contesto Héctor, con su acento andaluz.

Tras eso, nos dirigimos a la barra para pedir la copa y el chupito a la que daba derecho la entrada. Cada uno se pidió su copa y de chupito nos pusieron un pequeño chupito con Vozka negro (fuerte como todos los Vozkas, pero con un pequeño dulzor por los arándanos con los que está hecho). Las anteriores veces que mi mujer se había tomado algún chupito, habiendo bebido antes, su embriaguez se había multiplicado ostensiblemente… y esta vez, no iba a ser menos.

Enseguida empezamos a bailar, y Susana unas veces lo hacía con migo y otras lo hacía con Héctor. Pedro, es negado para el tema del baile y además no le gusta mucho. Así es que mientras uno bailaba con Susana, el otro se quedaba hablando con Pedro.

Con el paso de las canciones, cada vez se repetían más los bailes de mi mujer con Héctor, y es que al fin y al cabo, la temática de la fiesta era la música Latina y el profesional era él. Yo mientras hablaba con Pedro, observaba sus bailes, al principio para ver si podía aprender algo más, pero después, poco a poco, vi como Héctor cada vez se pegaba más a Susana, la cogía con más confianza, cada vez más cerca, de una manera especial. Si en las primeras canciones que bailaron juntos, la tenía que agarrar por la cintura en algún momento, ahora si estaba frente a ella, la cogía más cerca de su culo y si la tenía de espaldas, su mano, según lo pidiera la coreografía, estaba más cerca de su ingle o de su pecho, y teniendo en cuenta el minivestido con escotazo que llevaba mi mujer, en muchas ocasiones, lo que terminaba tocando no era tela sino piel. No obstante, esta situación no me molestaba, estaba claro que todo era solo puro baile y además mi mujer parecía que seguía pasándolo genial y que no le molestaba.

Mientras seguíamos con los bailes nos pedimos otras 2 copas más, que unido al vino de la cena y la copa y chupito que ya habíamos tomado antes, nos ponía a todos bastante “contentillos” y desinhibidos, salvo Pedro, que ya solo tomaba cervezas.

El hecho de que tomara tantas cervezas, ya se sabe lo que provoca: continuos viajes al baño para mear. Precisamente y coincidiendo con una de estas veces, donde Pedro se había ido al baño a mear y tras terminar la última canción que Susana había bailado con Héctor, se acercaron a la barra para dar un sorbo a sus copas y Susana, acercándose a mi oído, me pidió que la acompañara al baño, para no ir sola. Dejamos solo a Héctor, pero suponíamos que sería por poco tiempo, ya que seguro que Pedro estaba a punto de volver. De camino, mi mujer, me cogió de la mano y fue tirando de mí hasta los servicios. Parecía que tenía muchas ganas de llegar cuanto antes. Cuando llegamos, había una cola importante para entrar en el baño de las chicas, así que sin pensárselo 2 veces, abrió la puerta del baño de los chicos y todavía agarrándome de la mano, tiro de mi para que entráramos juntos. Por suerte, parecía que no había nadie, o casi, ya que uno de los wc estaba ocupado y con la puerta cerrada, así que se metió en uno de los otros 2 wc y se dispuso a orinar mientras yo me quedaba en la puerta de ese wc, por si algún chico entraba… Mientras lo hacía me dijo que me tenía que decir algo importante. Le pregunte qué era eso tan importante y según salió, con su tanga en la mano, me dijo que los bailes con Héctor, le gustaban porque bailaba muy bien, pero que el hecho de que lo bailara tan cerca, que la cogiera con tanta firmeza y sensualidad, la estaba poniendo a 100. Me dijo que tenía el tanga empapado y acto seguido, me lo dio para que yo lo guardara. Le pregunte si le estaba molestando y enseguida me contesto que no, al contrario, que le gustaba bailar con él, que le estaba haciendo sentir alguien especial, que era como si la estuviera cortejando con el baile. Acto seguido me dio un beso muy húmedo y empezó a meter su mano en mi entrepierna. Notaba el sabor a alcohol en su aliento y en su saliva. Estaba claro que estaba super caliente y a mi, esa situación también me había puesto a tono. Devolví su beso con otro beso apasionado como se que le gustan y aproveche para bajar la parte superior de su vestido, dejando sus pechos al aire y acto seguido subí la parte inferior de su vestido, para poder acariciar su precioso culo y poder llegar a palpar esa humedad de su vagina. Cuando lo conseguí, pude comprobar que realmente estaba muy excitada, así que la subí encima de los lavabos y empecé a masturbarla. La situación era super morbosa, tanto por como ella estaba, como por el lugar donde nos encontrábamos, donde en cualquier momento podría entrar cualquier chico y pillarnos, o incluso la persona que permanecía en el wc que estaba ocupado. Aun así, ambos decidimos seguir adelante.

Tras un breve rato masturbándola, conseguí que se corriera, y tras eso, ella se bajó del lavabo y me empujo contra la pared, lo que cual me pillo por sorpresa haciéndome casi caer… y cuando casi estaba en el suelo, se agacho, desabrocho mi cinturón y los botones de mi pantalón, lo bajo junto con mis boxer y empezó a hacerme una mamada impresionante. Estábamos locos, pero ella estaba a cien y yo no la iba a parar, más bien al contrario, quería calentarla aún más, si es que se podía.

Por supuesto, ya solo queríamos follar y el contexto tampoco estaba para detenerse en estos encantadores preliminares, así que la paré y tras estar los 2 de nuevo en pie, la puse enfrente de mi, le levante una pierna y mientras ella se apoyaba en los lavabos, acerque mi miembro a su húmeda vagina. Dios¡¡, estaba super caliente, ¡¡¡como entraba¡¡¡. Mientras la penetraba, le hice algo que le encanta: y eso es, introducir 1 dedo o 2 en su ano, mientras lo humedecía e iba dilatándolo. Lo fui lubricando con mi propia saliva y con parte de los fluidos que emanaban de su vagina. Mi mujer estaba totalmente entregada, solo quería follar y no le importaba nada. Estaba claro que Héctor y el alcohol, la habían llevado a un estado en el que yo la había visto en muy pocas ocasiones.

Nos encanta practicar el sexo anal y nunca lo habíamos hecho, evidentemente, en unos baños públicos, así que no iba a dejar escapar esta oportunidad. Cuando note que estaba suficientemente dilatado y lubricado, lo que no fue muy difícil, por el estado de excitación de mi mujer y la abundante humedad de la zona, cambiamos de posición y empecé a darle por culo, mientras ella me decía:

-          Por favor, no pares…, me encantaaahhh¡¡¡, así¡¡¡¡, ahhhh¡¡¡ me gusta tenerla entera dentro,… me gusta abrirme el culo¡¡¡… con tu poyaaaahhh¡¡…

La situación no podía ser más excitante. Ver a mi mujer clavarse mi miembro en su culo, mientras botaba sobre mí con su espectacular cuerpo, era una pasada. Pero de repente, sonó un ruido de chicos intentando abrir la puerta. Rápidamente lo tuvimos que dejar, ella se recompuso el minivestido en cuestión de 3 segundos y yo como pude disimule como si acabara de terminar de mear y estaba abrochándome el pantalón. Eran 2 chicos, más jóvenes que nosotros, y aunque creo que no habían llegado a ver nada, tampoco parece que les sorprendiera mucho ver a una mujer en el baño de los chicos.

Al salir, y todavía sofocados, Susana me dijo que volvería a intentar entrar en el baño de las chicas, ahora que había menos cola, para arreglarse un poco y también disimular y no dar que hablar, si volvíamos juntos del baño, tras ese rato largo que había pasado desde que nos habíamos ido.

Tras entrar ella en el baño de las chicas y nada más salir yo de la zona de los baños en dirección a nuestra zona en la barra, donde estarían esperando Héctor y Pedro, escuche como me llamaba desde atrás y a voces, mi amigo Pedro, mientras se acercaba rápido donde yo estaba. Según llego a mi altura, me dijo:

-          Joder¡, que caliente esta Susana, ¿no?...

Yo de primeras, puse una cara entre extrañado y sorprendido, pero en el mismo instante, comprendí que lo decía porque nos había pillado y que él era la persona que estaba en el wc que estaba ocupado en el baño de los chicos. Cuando vio mi cara, y mientras seguíamos de camino a la zona donde nos esperaba Héctor, me dijo:

-          Anda, no te hagas el tonto, que os he visto y escuchado en el baño… de hecho, mira las fotos que te acabo de mandar por whatsapp, porque supongo que algo así, querrás tenerlo en ese formato para no olvidarlo (esas fotos, son las fotos que os he puesto anteriormente)… que cuerpazo tiene…, la verdad es que esta buenísima… y es alucinante ver como se está derritiendo con los bailes con Héctor, no?...

Justo cuando terminaba de decir esto, llegábamos a la altura de Héctor, que al escuchar su nombre, pregunto que estábamos hablando y antes de que yo pudiera dar una contestación que disimulara la situación, Pedro, le dijo que estábamos hablando de que Susana estaba super caliente por culpa del alcohol y sobre todo por las “clases particulares” de baile que le estaba dando. Y por último, le dijo:

-          Víctor, se lo va a pasar bomba, esta noche¡¡.

A lo que yo, sin pensarlo mucho, respondí:

-          Bueno, a lo mejor no solo yo, lo paso bien…

En seguida Pedro, me preguntó que quería decir con eso y les dije que íbamos a ver hasta donde éramos capaces de ponerla cachonda, que Héctor debía seguir con sus “clases particulares”, pero que no se preocupará porque estuviera yo delante y que subiera un poco el nivel, la calentura, y por otro lado, tanto él, como Pedro, como yo, estaríamos todo el rato piropeándola y alabándola, ya que sabía que eso le encantaba. Al oír esto, los chicos me miraron asintiendo, pero también un poco, entre sorprendidos y alterados, ya que la tarea de seguir calentando a mi mujer y ver hasta donde era capaz de llegar, en si misma era muy excitante.

Justo cuando terminábamos de comentar esto, llegó mi mujer y tras darme un húmedo beso, me dijo al oído:

-          No me puedes dejar así¡¡¡, porque si ya estaba caliente…, con lo que hemos hecho ahora en el servicio y encima al haberme quedado a medias, estoy mmmm¡¡… estoy toda húmeda¡¡¡.

Tras decirme eso y aprovechando, que ella estaba pegada a mí y de espaldas a la barra y frente a los chicos, metí mi mano desde atrás por debajo de su minivestido, aprovechando que estaba sin ropa interior, para acariciar su vagina, comprobando su humedad. Al hacerlo, ella suspiro, pero procuro no gesticular exageradamente, ya que no quería que Pedro o Héctor lo notaran.

En ese momento, Héctor, propuso tomar un nuevo chupito, en este caso, el más clásico de todos, uno de Tequila, para celebrar el habernos conocido esa noche. Tras hacer el ritual típico del tequila, Sal-Tequila-Limón, nos pedimos una nueva copa para hacer que la quemazón del Tequila, se calmase. Y acto seguido, Héctor cogió de la mano a mi mujer, apartándola de mí, para iniciar el baile de una nueva canción…

Durante las siguientes canciones, Héctor fue fiel a lo que habíamos hablado y cada vez se mostraba más sensual en los bailes y no dudaba, en alguna ocasión, en acariciar o agarrar sin disimulo a mi mujer a la altura de sus pechos, mientras le susurraba palabras cerca de su oído, (algo que a mi mujer le encanta y le pone muy caliente).

Y en los ratos en los que ellos no bailaban, todos cumplíamos con el proceso de piropos y halagos, mientras yo realizaba nuevas incursiones con mi mano bajo su minivestido para comprobar la humedad en su vagina, aprovechando también para lubricar y mantener dilatado su ano, ese que ya había probado esa noche en el Servicio de los chicos. Todo ello solo provocaba, lo que se podía suponer, y era que la calentura y excitación de mi mujer fuera en ascenso.

En todo este proceso las horas habían pasado volando y el cierre de la discoteca había llegado, según anunciaba el DJ. Así pues, apuramos los último tragos de nuestras copas y nos encaminamos hacia la salida. Al llegar a la calle y según habíamos acordado, nos empezamos a dirigir todos hacia la furgoneta de Pedro que estaba en medio del parking. Nuestro coche se quedaría allí hasta que volviéramos a recogerlo por la tarde de ese domingo. De camino a la furgoneta, Pedro y Héctor se adelantaron un poco, y tras ellos íbamos abrazados, mi mujer y yo.

Mientras caminábamos, se acercó a mi oído y me dijo:

-          Me tenéis super caliente. Yo no me puedo ir así a casa…

-          Si, ya lo noto (mientras había metido otra vez mi mano bajo su minivestido, e iba tocando su húmeda vagina y su ya bien dilatado ano), y ¿qué quieres hacer?, enseguida estaremos en ca…

Y antes de que pudiera terminar la frase, me contesto:

-          Quiero follar ahora¡¡¡

-          Bueno, pues eso, en nada estamos en casa y lo hacemos, en nada te estoy llenando estos húmedos…

Y de nuevo, me interrumpió y me dijo:

-          No¡¡¡, tiene que ser ahora¡¡

Clarísimamente, estaba fuera de sí, la calentura la dominaba.

En ese momento justo, llegábamos a la Furgoneta, donde ya estaban esperando Héctor y Pedro. En la parte de atrás estaba Héctor y Pedro, se había sentado en el asiento del conductor, ya que para eso se había estado controlando toda la noche con el tema del alcohol. Susana se metió también en la parte de atrás y cuando yo me iba a meter también, Pedro me dijo:

-          Joder Víctor, ponte aquí delante con migo, que si no voy a tener complejo de taxista, con los 3 ahí detrás.

Así que, cerré la puerta trasera de la furgoneta y me fui al otro lado de la furgoneta para entrar por la puerta del copiloto.

Tras arrancar, se hizo un silencio un poco incómodo, que no se llenaba ni con el sonido de la radio. Ese silencio se cortó cuando mi mujer dijo:

-          Bueno, una noche tan espectacular como esta, no la podemos terminar de una manera tan sosa, ¿no?.... ¿Por qué no jugamos a algo?

-          Algo, ¿Cómo qué? – contesto Pedro.

-          Pues, no se… algo típico y un poco tonto, como el “beso, verdad o atrevimiento”.

Antes de que ninguno de los otros chicos respondiera, y dado que yo sabía lo que me había estado contando mi mujer de camino a la furgoneta, conteste:

-          OK, pero como tú lo has propuesto, haces tú primero las 3 cosas y luego ya vemos nosotros…

-          Vale, empiezo yo – contesto mi mujer.

Su calentura y embriaguez hacia que estuviera lanzada. Parecía que no la podía parar nada, ni si quiera el hecho de hacer con casi 40 años, jueguecitos de adolescentes. Ante esto, le dije:

-          Venga, primero el Beso, que creo que quien más se lo merece es Pedro, ya que él pobre se ha estado controlando toda la noche con el alcohol para poder hacer ahora de chofer para los demás. De ese modo, le das el beso y por fin podremos arrancar y movernos.

A mi mujer, no pareció que le importará, ya que al fin y al cabo, tiene muy buena relación con Pedro y darle un beso no le supondría un gran esfuerzo. Y por parte de Pedro, tampoco había ningún problema, más bien al contrario, ya que después de lo que había visto de ella esa noche, supongo que pensaría que era un buen remate. De tal manera, que mi mujer se acercó desde el asiento trasero de la furgoneta y tras inclinarse hacia adelante, dejando ver con total claridad, a través de su escote, sus pechos, cogió de la cara a Pedro que ya se había girado hacía atrás, y le dio un beso húmedo y con lengua, más caliente, sin duda de lo que se hubiera podido imaginar nadie en esa furgoneta. Mientras mi mujer besaba a Pedro, yo mire en dirección a Héctor con la intención de hacerle la típica cara de sorpresa ante la situación, y me lo encontré un poco inclinado hacia abajo, mirando bajo el minivestido de mi mujer, que en la posición en la que estaba dejaba claramente a la vista toda su intimidad, mientras se tocaba su miembro, ya bastante abultado por la vista que estaba teniendo y sobre todo al descubrir que no había ropa interior. Al notar mi mirada, me miró y me hizo un gesto cómplice indicándome que mi mujer también le tenía a 100. Evidentemente los bailes con mi mujer, en especial, todos los últimos no solo la habían excitado a ella.

Tras terminar con ese beso que duró unos cuantos segundos, mi mujer, mientras volvía a colocarse en el asiento trasero, nos preguntó:

-          Y ahora ¿Qué?, ¿verdad o atrevimiento?

Mientras Pedro, con una cara mezcla de excitación y de aluciando, por el beso que le había dado Susana, arrancaba la furgoneta e iniciaba el camino hacia nuestra casa, yo conteste a mi mujer y le dije:

-          Bueno, ahora toca Verdad. Y la pregunta es la siguiente (ahora era cuando le iba a hacer un poquito de trampa, ya que yo ya sabía la respuesta, pero quería saber hasta qué punto ella iba a ser capaz de responder con certeza): ¿es verdad que las “clases de baile” que te ha dado hoy Héctor, te han puesto super cachonda y que tienes muchas ganas de follar?

Tras plantear la pregunta, tanto Pedro como Héctor, soltaron una carcajada contenida, y acto seguido se produjo un silencio que pudo durar unos 10 segundos, pero que se hicieron eternos, al menos para mí, ya que no sabía si el haber hecho esa pregunta mi mujer se podría enfadar y fastidiar lo que habíamos estado haciendo toda la noche.

Como digo ese silencio duro unos 10 segundos, que terminaron, cuando mi mujer de manera, sería, pero al mismo tiempo, sensual y directa, contexto:

-          SI, estoy super caliente y solo me apetece follar.

Tras eso, se produjo otro silencio. Si el anterior había parecido eterno, este era helador, a pesar de que hacía un calor en la furgoneta tremendo, ya que la noche había sido calurosa, los primeros rayos del día ya calentaban y no le funcionaba el Aire acondicionado. Y de nuevo, quien rompió ese silencio, fue mi mujer:

-          Bueno, ya solo me queda Atrevimiento.

Tras eso, por mi cabeza, solo paso un pensamiento. Era el momento y la ocasión de ver si nuestras fantasías se podrían poner en práctica, pero por supuesto, debía ser algo que partiera con la disposición y complacencia de mi mujer, de tal manera que le planteé lo siguiente:

-          Pues el Atrevimiento que se me ocurre, es que pienses que puedes hacer para agradecer y pagar esas “clases particulares” que te ha dado Héctor, aprovechando ahora que lo tienes aquí, porque esta tarde se vuelve para Sevilla.

En ese momento, mi mujer tras mirarme pícaramente, de forma rápida y sensual, se quitó el vestido, quedando totalmente desnuda. Yo, como había dicho esta noche Pedro, saque mi móvil para hacer fotos de todo aquello, porque no era algo que se pudiera volver a repetir.

En un primer momento, como si intentara terminar de apagar cualquier atisbo de vergüenza, cubría con sus brazos parcialmente su cuerpo.

Pero tras unos breves segundos, dejo ir cualquier pudor, se acercó a Héctor y lo empezó a desnudar. Él, por supuesto, le ayudaba en esta tarea, mientras con su mirada buscaba mi autorización ante lo que estaba sucediendo. La verdad es que esa era la situación que tantas veces me había planteado cuando pensaba si sería capaz de llevar a cabo la fantasía de ver a mi mujer compartida con otros, y en realidad en mi cabeza y en mi interior se mezclaban distintas sensaciones en décimas de segundo, pero sin duda la excitación y el contexto, me inclinaron por dar mi aprobación a Héctor, frente a los celos que sin duda también sentía, asintiendo con un movimiento de cabeza. Y Susana, tras indicarle que se tumbaran en el suelo, mientras se acercaba a él, mirando con ojos libidinosos su miembro, empezó a realizarle una mamada.

Tras pasar unos cuentos minutos, chupando y lubricando el miembro de Héctor, como lo había hecho en algunas de nuestras mejores sesiones de sexo con migo, se puso a horcajadas sobre él, de frente a mí y a Pedro, que de vez en cuando echaba un vistazo hacia atrás para disfrutar del espectáculo. Estaba claro que estaba excitadísima, con muchas ganas de follar y dispuesta a todo. Tras colocar su miembro a la entrada de su húmeda vagina, se dejó caer haciendo que entrase entera, para pasar a moverse rítmicamente, arriba y abajo, disfrutando y notando cada centímetro que entraba del miembro de Héctor en su cuerpo. Supongo que a lo largo de la noche, mientras bailaba, se rozaba y se iba calentando cada vez más con Héctor, habría imaginado que algo así podría pasar, que tendría su polla dentro de ella.

-          Ahh, que gusto…. me encantaaahhh¡¡, asi… siiii…. ahhh

Estaba claro que lo estaba disfrutando y Héctor la ayudaba a que así fuera. A continuación, tras decirnos, mientras nos miraba a Pedro y a mi:

- Ya habéis visto bastante¡¡¡

Con una sonrisa picarona, decidió cambiar de postura y en esta ocasión, tras pedirle a Héctor que se apoyara en el asiento trasero de la furgoneta, se puso de espaldas a nosotros y le volvió a montar a horcajadas.

Yo sabía que ella estaba buscando alcanzar su orgasmo, ya que esa es la postura que me pide siempre que hagamos para que ella, mediante movimientos rápidos, consiga alcanzar el climax, que muchas veces consigue repetir en varias ocasiones seguidas.

-          Ahhh me encanta, asi, asi, me voy a correr… no pares¡¡¡… ahhh

El problema es que el nivel de excitación de Héctor era ya muy alto y estaba claro que no iba a aguantar mucho más, sin correrse… y de hecho, tras los primeros movimientos en esa postura de mi mujer, sin que ella hubiera podido llegar al orgasmo, la retiro de forma súbita de encima suyo, la retiro a su izquierda y se puso de pie con una clara intención de eyacular en la boca de mi mujer, que fruto de su excitación acepto sin ningún reparo (supongo que pensando, que era mejor en su boca, que en su interior, ya que en ningún momento habían usado ningún preservativo… en el caso de que hubiera sido Pedro el afortunado, supongo que no le hubiera importado que se corriera dentro, ya que esta operado de vasectomía como yo, pero a Héctor le acabábamos de conocer).

Héctor, coloco su polla a la altura de la boca de Susana y tras dar unos últimos movimientos con su mano a su polla, empezó a correrse dejando caer su esperma en la boca y pechos de mi mujer.

Esta era la segunda vez que mi mujer se había quedado a medias esta noche. Si la primera vez, ya la había dejado con un nivel de excitación tal, que según el resto de hechos que se habían producido en el resto de la noche, la habían llevado a tener sexo con prácticamente un desconocido, como era Héctor,… esta segunda vez, fue la que la llevo, todavía con el esperma caliente de Héctor en su boca y recorriendo el canalillo de su perfecto pecho, y mientras prácticamente Pedro ya nos había hecho llegar a la puerta de nuestro chalet, a plantearnos lo siguiente:

-          Chicos, esto solo han sido los preliminares. Ahora en nuestra casa, es cuando lo vamos a pasar bien los 4. ¿vale?

-          Claro que sí, cariño, ¿si es lo que tú quieres? – le contesté.

-          Quiero que me llenéis todos los agujeros con vuestras poyas, quiero tener orgasmos hasta caer desmallada. No pienso quedarme a medias más veces esta noche.

Yo sabía que mi mujer podía llegar a ser fogosa como cualquier otra mujer, según se dieran las circunstancias apropiadas. Pero como os decía en la presentación, nunca habíamos llegado a hacer nada parecido a lo que estaba pasando esta noche y por supuesto, nunca había visto a mi mujer con este nivel de excitación, con esta fogosidad, con estas ganas de disfrutar del sexo. No parecía ni ella, estaba transformada por el deseo.

Abrí las puertas del Garaje, con el mando que llevaba en mi juego de llaves y tras meter la furgoneta, mi mujer limpio los restos de esperma de Héctor de su cuerpo, con su propio vestido, bajo de la furgoneta y los demás hicimos lo mismo y la seguimos. Mientras entrabamos en casa, no dejábamos de piropear, de acariciar y de meter mano por todos los sitios al cuerpo desnudo de mi mujer. La besábamos húmedamente de forma alternativa entre los 3, para finalmente llegar al salón donde nos dispusimos a disfrutar de su cuerpo tal y como ella nos había solicitado.

Para ello, tras desnudarnos los 3, en el puff del salón, se sentó Pedro y ella enseguida se colocó a la altura de su miembro para hacerle una buena mamada, y mientras yo aproveche para empezar a penetrar su vagina, mientras aprovechaba para volver a lubricar y dilatar su ano, que enseguida permitía la entrada de hasta 3 de mis dedos. Estaba muy húmeda y caliente, y perfectamente preparada para que ocupáramos todos sus agujeros, tal y como nos había pedido. Héctor, mientras tanto intentaba recuperar su erección, ya que al fin y al cabo, acababa de correrse y necesitaba un poco de tiempo, pero no tardo mucho, ya que el espectáculo que tenía delante le ayudaba claramente.

Tras estar un rato en esa posición, donde los supiros y jadeos de mi mujer eran acallados por el miembro de Pedro, éste solicitó probar su culito, indicándonos que no podía esperar más para metérsela. A lo que mi mujer enseguida respondió:

-          No te va a decepcionar, ya lo veras.

Y cambiamos de postura. Ella paso a ponerse a horcajadas sobre Pedro, apunto la punta de la polla de Pedro a la entrada de su ano y tras introducirlo con cuidado, cuando notó que ya estaba entero dentro, empezó a subir y a bajar. Mientras jadeaba de placer, conseguía mantener firmes, mi polla y la de Héctor, que ya parecía que se había recuperado.

Desde luego, ver a mi mujer disfrutar así del sexo, era algo espectacular, e inolvidable. Ella nos colocaba, nos decía como lo quería, marcaba el ritmo… estaba claro, que nos estaba usando para su placer.

Y por fin, tras haber conseguido su primer orgasmo anal, con la cara de una persona totalmente invadida por el deseo, dijo las palabras que yo estaba esperando desde hacía tanto tiempo.  Por fin se iba a hacer realidad mi fantasía al completo:

-          Ahhhh… me encanta, pero os he dicho que quería rellenar todos mis agujeros, y quiero que sea al mismo tiempo, os quiero a los 3 a la vez dentro de mí. – me miro a los ojos y me dijo: - cariño, vamos, métemela tú también, que Héctor, con que se la chupe otro rato, ya tiene bastante por hoy.

Si antes jadeaba de placer, ahora ya solo se podían acallar sus suspiros cuando introducía el miembro de Héctor en su boca. Estaba totalmente excitaba y en climax, de tal modo, que conseguimos que tuviera al menos 3 orgasmos seguidos más. Era espectacular, ver su cuerpo, los espasmos de su cuerpo con cada orgasmo, ver como se corría, el movimiento de sus pechos, como se arqueaba, como se movía, como procuraba que tanto la poya de Pedro en su culo como la mía en su vagina entrara hasta el fondo y a la vez, mientras seguía mamando la poya de Héctor.

Tras estar un rato así, le dije:

-          Cariño, hasta la fecha, ese culito solo ha tenido un dueño y ahora lo quiero recuperar.

-          Ohh, claro que si amor, este culito es tuyo y quiero que me lo abras como solo tú sabes.

Para pasar a ponerse de frente a Pedro, introducir su poya en su coño y ofrecerme su culito, que por supuesto penetre tras volver a lubricar con un escupitajo, y con parte de su flujo. En un primer momento despacio, para pasar a empujar más rápido después, como sé que a ella le gusta.

Ella mientras buscaba otra vez, alcanzar un nuevo orgasmo, controlando los movimientos de todos y de hecho, lo consiguió alcanzando un último gran orgasmo que hizo que se quedara prácticamente sin sentido. Ese último orgasmo coincidió con el que tuvimos Pedro y yo, dentro de ella y que seguro favoreció que ella pudiera alcanzar el suyo.

Tras eso, ambos salimos de ella, que se quedó totalmente relajada y tumbada en el puff, mientras nosotros la mirábamos y nos mirábamos entre los 3, pensando en la experiencia tan espectacular que acabábamos de disfrutar con mi mujer. Por eso, y casi sin dirigirnos ninguna palabra más, tanto Héctor como Pedro, se vistieron rápido y se marcharon con una sonrisa enorme en sus caras y con el claro convencimiento de que a ninguno de los 4 nos interesaba que aquello se supiera, con lo que, el secreto cómplice estaba garantizado.

Tras ello, la cogí en mis brazos y la lleve directamente a la cama, donde abrazados caímos en un profundo sueño los 2. Debíamos descansar de tantas emociones y sensaciones.

Espero que os haya gustado. Hasta la próxima.