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Rojo Tu

en Dominación

Al fin ha llegado el día, puedo sentirte cada vez más cerca y como se acelera el ritmo de mi corazón según pasan los minutos.

Me encuentro de pie bajo un cartel que pone llegadas: `` Pontevedra-Madrid´´. Mi cuerpo entero esta tenso, no veo el momento en que bajes de ese autobús y me hagas tuya. Mientras me pierdo en mis pensamientos, imaginando como serán esos días que pasaremos juntos, veo aparecer de lejos tu autobús ese mismo que me entregara a tus brazos. Es increíble, puedo sentir como a medida que se acerca a su línea de aparcamiento mi corazón se acelera.

Comienza a bajar gente mientras te busco ansiosa con la mirada. Ahí estas una sonrisa se dibuja en tu cara es algo picara, pero llena de dulzura, por un momentos nuestros ojos se encuentran y mis mejillas se ruborizan, puedo sentir como me arden mientras recoges tu maleta. Cuando terminas te acercas a mí, te quedas delante mirándome de arriba abajo como quien mira una exquisita comida antes de degustarla. Me tiemblan las piernas…creo que el cuerpo entero. Me tomas la mano y en voz baja como dos amantes que se hablan a escondidas sueltas algo casi inteligible, algo así como -Hola dulce-. De repente salgo de mi ensoñación y me agarro a tu cuerpo con toda esa ilusión contenida, te abrazo y te beso.

-Hola Mikel, que ilusión tenerte aquí por fin. No veía el momento y…bueno ya estamos juntos. Venga vámonos tenemos muchas cosas que hacer y…- Los nervios me podían había empezado a hablar y ya no podía parar.

-Dulce, dulce ¡ey! Tranquila, ya estoy aquí- Te mire embelesada, como alguien que no cree lo que ahí ante sus ojos- Por cierto ¿creo que hay algo que tenías que demostrarme no?

Mis mejillas se tornaron en un rojo intenso mientras me acercaba a tu boca y te besaba como si no hubiese mañana, como si fuese el último beso en vez del primero. Ardía por completo y necesitaba que lo supieses, que supieses que no podía esperar hasta la noche o moriría prendida en mi propio fuego. Al separarme de tus labios una sonrisa malvada se había dibujado en tu cara, al parecer te divertía mucho ese ardor que recorría mi cuerpo y por lo que tu gesto denotaba estabas dispuesto a dejarme a si todo el día…No podía ser posible tenía que conseguir de alguna manera que cedieses. Mil veces me habías dicho las ganas inmensas que tenías de hacer tuya, estaba casi segura de que si jugaba un poquito contigo caerías.

Pero no fue así. Paso la mañana entre la ida al hotel, colocar las maletas, los juguetes que había dentro de ella y mis ganas aumentaban, pero tu permanecías impasible. Luego fuimos a comer a un pequeño restaurante situado en el centro de la ciudad, rodeado de sus gentes y sus encantos peculiares.

-Adelante Dulce siéntate- Retiraste la silla para que me sentase y me acercaste a la mesa.

-Gracias Mikel- Dibuje una sonrisa de niña encantada con una piruleta que la acaban de comprar.

-Bueno pues ya estamos solos y con un poco de tiempo para hablar de nosotros, dime. ¿Qué esperas de la noche de hoy, Dulce?

-Yo… ¡Espero que sea maravillosa!-Ups eso ha sonado demasiado alto y los señores de la mesa de al lado nos miran curiosos- Perdón, baje mi tono de voz y continúe-  Pues espero que sea maravillosa, que cumplamos  alguna fantasía y sobre todo….-baje el tono de voz y le dije- sobre todo que me hagas tuya- Una sonrisa pícara se dibujó en mi cara mientras la timidez se iba desprendiendo de mi cuerpo, me sentía cada vez más a gusto a tu lado.

Terminamos de comer mientras charlábamos alegremente y hacíamos planes futuros e imaginarios. Tú me sacabas de vez en cuando los colores porque te gustaba la timidez que invadía mis mejillas y el calor que invadía mi sexo. Podía ver como disfrutabas en tus ojos e indudablemente en tu sonrisa. Aún quedaba mucho día por delante y tú solo jugabas a provocarme, ibas a volverme loca. Pasamos la tarde caminado por la ciudad, observando a sus viandantes, charlando de las parejas de jóvenes enamoradas que paseaban llenas de felicidad, de ese grupo de amigas sonrientes y despreocupadas y de esos amantes que parecen caminar escondidos entre tanta gente.

Cuando dieron las 19 entramos en una cervecería irlandesa era bastante grande, pero tenía unos rincones bien apartados de la gente donde podríamos tener algo más de intimidad, nos sentamos y se acercó a nosotros un chico bastante mono y joven. Tenía el pelo castaño claro, unos preciosos ojos verdes y era de complexión media fuerte. Por un segundo me quede mirándolo fijamente hasta que el pobre muchacho se ruborizo por completo y aparto la mirada.

-Buenas tardes, ¿Qué desean tomar? - La voz de aquel pobre muchacho temblaba sin parar al igual que su pulso.

-Una coronita- Dije adelantándome a ti, mientras miraba al muchacho, yo también sabia jugar.

-Que sean dos por favor- Le dedicaste una sonrisa un tanto extraña y el camarero salió escopetado de allí. Mientras me mirabas con ojos castigadores. En realidad, tampoco había hecho nada…solo ser un poco traviesa, nada más.

- ¿A sí que el buenorro del camarero hace que mojes tus bragas? ¡E perra! - Tu gesto había cambiado por completo, tu voz, tu postura. Ahora sí que había mojado las bragas, me encantaba ese momento dominante, esa voz inquisitiva….

-Esto… No, ¿enserio? ¿Estas celoso o algo así? -Me encantaba provocarte y sé que me estaba buscando un buen castigo, pero me encantaba aquel momento.

- ¿Cómo dices dulce? ¿De verdad quieres que jugamos a esto? - No podía parar de sonreír como una niña estúpida, mientras tu planeabas algo verdaderamente malvado. -Ven siéntate a mi lado-

-Pero…no…aquí…solo era un juego estúpido- Te dije mientras deseaba que me tragase la tierra, aunque mi entrepierna no decía lo mismo.

-Nada de peros dulce. Siéntate aquí, ahora- Umm me encantaba cuando ponías esa voz…era tan…tan excitante.

Agache la cabeza y me senté a tu lado, cuando viste aparecer al camarero levantaste mi falda y comenzaste a acariciar mi pierna, según se acercaba más arriba me acariciabas. Podía ver su sonrisa y su rubor dibujados en su cara. El disfrutaba tanto como tú, y al fin y al cabo, como yo. Como el bar estaba bastante lleno paso muchas más veces por al lado de nuestra mesa hasta convertirse en un cómplice más de aquella escena en la que tu subías cada vez más tu mano, la pasabas por mi entrepierna y al final introducías tus dedos dentro mí. - Umm estas empapada, a si me gusta como una buena perra- Sacaste los dedos y jugaste con mi clítoris hasta que estuve a punto de correrme -Pide permiso Dulce-. No podía articular palabra, tragué saliva y muy bajito te pedí permiso para correrme. - No aún no es el momento-. Dejaste de acariciar mi clítoris y me diste tu mano para que la limpiase. ¡Uf! Todo el mundo nos miraba y al volver al mundo real, una timidez absoluta me invadió de repente. -Dulce, limpia a tu Amo-. Le mire a los ojos y sin dudarlo un segundo más lamí su mano, sus dedos unos a uno hasta que quedo bien limpio.-Muy bien Dulce, ahora llama al camarero y pide la cuenta- Así lo hice, pagamos, nos cruzamos unas miradas con el camarero y nos marchamos, al pasar por su lado y como me sentía juguetona, le dedique una sonrisa y le dije: Adiós y muchas gracias por todo.

Cuando salimos del local la noche había caído sobre Madrid, eran ya las 21 a sí que nos dirigimos al hotel, entre risas y manoseos sin importar las miradas de curiosos y escandalizados que no podían quitarnos ojo. Se acercaba el momento y mi respiración al igual que mi pulso se descontrolaba por momentos, llegamos al hotel y subimos a la habitación, primero entraste tú y seguidamente yo.

- Dulce mírame-. Mis ojos estaban enturbiados por la emoción.

-Ya está, llego nuestro momento así que escúchame. Ve al baño y dúchate, cuando salgas quiero que te pongas guapa, escoge lo que quieras te dejo a tu elección ya sabes lo que a mí me gusta. Cuando termines de vestirte y arreglarte quiero que coloques todos los juguetes encima de aquella mesa y también esa caja de ahí ¿Esta claro?

-Si…sí señor, todo claro-Mi sumisa interior había salido y ya estaba lista para aquella noche llena de sorpresas.

-Muy bien Dulce, ve a prepararte. Pero antes ven, acércate- Llevaba mi mirada clava en el suelo, me agarraste la barbilla la levantaste y me besaste, me besaste con ganas, con pasión, con deseo y con fuego. - Ya puedes ir.

Me metí en el baño, cerré la puerta, me quité la ropa y me metí en la bañera. Deje que el agua resbalase por mi cuerpo, pero sin tardar demasiado, me frote bien con la esponja, me lave el cabello y cuando salí me envolví en la toalla, me quite la humedad de mi cuerpo y salí a la habitación.

Allí estabas recostado, en calzoncillos y con un gran erección-Ya estoy- Te levantaste y al pasar por mi lado tiraste de la toalla que cayó al suelo sin ninguna resistencia- a si mucho mejor Dulce- Tus ojos se entretuvieron un rato en mi cuerpo, pero enseguida te fuiste al baño. Empecé a vestirme, unas medias negras de blonda con un bonito dibujo, un tanga negro y un liguero rojo. Una falda negra, un corsé negro y rojo a juego con unos preciosos tacones del mismo color, unas gotas de perfume y algo de maquillaje. A continuación, prepare todos los juguetes y mientras lo hacia mi sexo se empapaba solo de pensar en que tú lo usases en mi cuerpo. Cuando acabé me senté en la cama a esperar que salieses y en un momento estabas fuera.

¡Oh! Que maravillosa vista tu torso estaba desnudo pero tus piernas lucían unos preciosos vaqueros que se ceñían perfectamente a tu culo.

-Estas preciosa dulce, da una vuelta para que te vea bien, por favor- Ya empezamos a jugar a ruborizarme….

-Ven acércate, esta falda es preciosa, pero a mí me sobra. - La desabrocho y la dejo caer al suelo. Se acercó a la cámara y me saco un par de fotos-Estas…Para follarte viva-Dejo la cámara sobra la mesa y se acercó a mí

-Dame esa caja por favor-No dude un segundo y se la di-Ábrela Dulce-Estaba muy nerviosa me temblaba el pulso y el corazón estaba desbocado. Al abrirla vi un collar y mi cara fue de sorpresa, alegría y confusión- Dulce, no hemos hablado nada de esto, pero aun que aún no sea oficial quiero que solo tengas sesiones conmigo y que lo hagas con este collar y esta correa. ¡Uff! Aquello era demasiado, pero me encantaba.

Me puso el collar y empezamos el juego, nuestro juego el que tanto habíamos deseado y anhelado hasta ese instante.

Se acercó a la mesa y cogió la pala. Pon el culo en pompa y apoya tus manos en la cama, estos azotes son por provocar al pobre camarero y por provocarme a mí durante tanto tiempo, cuando acabe debes de dar las gracias Dulce.

Comenzó azotándome suavemente y fue subiendo poco a poco la intensidad, llego un momento en el que los azotes escocían mucho y no podía para-Dulce para quieta o esto no tendrá fin- Intente controlar mis piernas, pero aquello se hacía casi imposible. Cuando creíste conveniente paraste, te di las gracias y acariastes mis nalgas ardientes y las distes un beso-Tienen un color precioso, mírate en el espejo- Y así era estaban preciosamente ardientes y rojas. Dejaste la pala y cogiste la mordaza, unas velas y unas cuerdas. Estuvimos jugando un buen rato con las cuerdas creastes algo muy bonito y apretado sobre mi cuerpo, cuando acabaste, me ayudaste a tumbarme en la cama boca arriba. De esta manera quedaba expuesta a tu antojo, ya que la atadura dejaba mi sexo libre. Me colocaste la mordaza y empezaste a verter la cera caliente sobre mi cuerpo jugando con la altura y el calor. Me sentía explotar, aquellos juegos me estaban volviendo loca completamente, mi sexo ardía y palpita deseoso de llegar al orgasmo. Mientras esparcías la cera, con la otra mano masajeabas mi clítoris mientras yo me estremecía. Al terminar, me desataste, me quitaste la mordaza y me restregaste las babas por la cara, Umm, me encantaba sentir mis babas, todas ellas eran por ti.

Me besaste y te alejaste para coger unas pinzas, las pinzas de cascabel. Te metiste primero un pezón en la boca lo chupaste y luego el otro, para colocar bien las pinzas.

 -A cuatro patas Dulce- Me puse a cuatro patas enganchaste la correa y paseamos por la habitación mientras las pinzas hacían un sonido rimbombante. Te acercaste a la puerta de la habitación y yo me pare en seco

- ¿Ahora? ¿Ya? No podía ser, moriría de vergüenza ¿y si alguien nos ve?

- ¿No quieres Dulce? Si no quieres no lo haremos- Agache la cabeza y destense la correa dándole permiso para que me sacara de la habitación-Esta bien será corto, para que no sufras demasiado-.

Salimos de la habitación y los cascabeles empezaron a sonar, la vergüenza y la excitación invadían mi cuerpo y vi como tu erección quería escapar de ahí. Algunas puertas se abrían, no del todo, y unos ojos curiosos miraban a través de ellas. Al dar la vuelta ya de camino a la habitación una de ellas se abrió de par en par y salió un hombre algo mayor pero bastante atractivo.

-Vaya perra más bonita que tienes- Dijo mientras se masturbaba.

- ¿Le gusta? ¿Quiere que haga algo esta perra para usted? -dijiste con una sonrisa de oreja a oreja

-Umm, porque no le follas la boca, follasela duro. -Dijo mientras el placer se dibujaba en su rostro y su erección crecía en su mano.

¿Cómo? ¿Enserio? ¿Aquí, en medio del pasillo? Te mire a los ojos suplicando que no lo hicieses, que le dieses una excusa a aquel desconocido y nos fuésemos a la habitación. Pero no fue así. En vez de eso me ordenaste ponerme de rodillas, te bajaste el pantalón, agarraste mi cabeza y metiste tu erección en mi boca de golpe y me dio una pequeña arcada, me dejaste respirar un segundo y empezaste a follarme la boca. Deprisa, despacio, más y más deprisa. Toda mi pintura se había corrido por las lágrimas que salían de mis ojos y mi estómago daba arcadas de vez en cuando, que era el recordatorio para respirar. Cuando aquel señor termino de masturbarse se corrió y sacaste tu polla de mi boca.

-Una perra encantadora-Dijo aquel hombre satisfecho.

-Un placer- Contéstate orgulloso de tu posesión.

Restregaste mis lágrimas por mi cara y me diste un beso en la frente. - Muy buena perra-.

Marchamos a la habitación y cuando estábamos allí dijiste: ``te has ganado un premio perra´´.

-Túmbate en la cama en posición de entrega.

Me tumbe y te espere paciente. Te acercaste a mí y me embestiste como una mala bestia, un grito de placer y dolor salió de mi boca. Estabas completamente desbocado agarraste mi pelo y empezó un baile de penetración incesante. En ese momento era tuya. Bajaste el ritmo y saliste de mi-Túmbate, quiero que te toques para mí-Me tumbe boca arriba con las piernas bien abiertas y empecé a tocarme para ti. Primero despacio, si lo hiciese deprisa me correría enseguida y luego más deprisa. No podía parar de tocarme viéndote a mi lado masturbándote y gimiendo de placer. Cada vez lo hacía más deprisa, notaba como mi cuerpo se tensaba y llegaba poco a poco al orgasmo, cuando estaba a punto pedí permiso- ¿Puedo correrme, amo? -Si perra córrete para mí- Y en ese instante un gemido en voz muy alta salió de mi boca y mi cuerpo exploto en un inmenso placer. Al escucharme te corriste, allí a mi lado, conmigo.

Había sido un día intenso y largo, nos dimos un baño juntos hablamos de la sesión, nos mimamos mutuamente y dormimos juntos llenos de placer, llenos uno del otro. Antes de cerrar los ojos te dije algo, algo especial