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Madres Prematuras. (3ª Parte)

en Amor filial

Al cabo de una semana, la normalidad reinaba en casa…, nos levantábamos los tres a eso de las 7:30, desayunábamos juntos durante más de media hora y después cada uno a su rutina diaria. La primera que llegaba era mi madre a eso de las 15:00, después mi hijo y finalmente sobre las 15:30 yo que aparcaba en la calle mi vehículo. La comida preparada del día anterior era recalentada y servida. Los tres colaborábamos dentro de nuestras capacidades, inclusive mi hijo desde que era niño…, poner y quitar la mesa era su tarea diaria, y desde hace unos años fregar los cacharros también algunas veces… preparar la comida nos la alternábamos mi madre y yo… Ese día de verano en septiembre aún hacía calor, doña Manuela se encargaba de preparar la cocina para el día siguiente, y mi yo me fui a su cuarto a dormir la siesta oyendo el tostón de peli que daban en tele por las tardes, una de serie B cuyo argumento siempre es el mismo y no apto para esa franja horaria infantil. El caso es que casi adormilada llegó Lorenzo tras realizar su tarea, nos encontrábamos en mi cama de matrimonio mi hijo y yo viendo ese bodrio en plena siesta cayendo a pleno la canícula…, hacía un calor horrible, como sé que no le importaría a mi hijo que me quitara la camiseta larga que llevaba para quedarme con un top de algodón deportivo que apenas me cubría las tetas y en bragas, así lo hice ya que estaba asada. La emoción o lo ordinario le impidió decir nada, solo hizo con un leve movimiento de cabeza en forma afirmativa…

-“Si quieres pongo el ventilador…”.

-“Si ponlo cariño, porque esto de hoy es insoportable”, le dije al tiempo que me levantaba de la cama.

Me quité la camisa larga de estar por casa, cosa que hice muy lentamente para que mi hijo me pudiera observar bien mientras me sacaba esta prenda exponiendo mis ubres a su recreo visual, un estriptis en toda regla. Llevaba puesto un tanga ancho, que dejaba asomar aun algún que otro pelillo rebelde por los lados de mi pubis, pero lo que más erotizo a mi hijo fue el sujetador deportivo de fina tela cubriendo lo justo de mi pecho, marcando mis pezones erectos. Se perfilaban bien, ya que son de un diámetro considerable y un tetón pronunciado cuando se espiga. En nada pude observar la reacción de testosterona de mi niño, el paquete de mi hijo, que él intentaba disimular crecía a pasos agigantados…, le gustó este conjunto de ropa íntima, tanto que casi ya se le salía el pollón que se gasta por encima de los slips que llevaba sujetando ese mostrenco de 19 cm ansioso por encontrar el acogimiento del candente y húmedo chumino de mamá. Continuamos viendo la peli como si tal cosa, aunque Lorenzo no me quitaba ojo de las tetas…, empezamos a comentar de las tonterías que acontecían en cada escena, casi desatendiéndola comenzamos a jugar a haciéndonos cosquillas, de las cuales yo tengo muchísimas. Se encontraba mi hijo haciéndome cosquillas, cuando me giré bruscamente y las grandes mamas que tengo por pechos, se postraron sobre mi nene por completo. Lorenzo se quedó suspenso en su juego de alto contenido sexual sin duda, siguiendo la broma…

-“¡¿Lorenzo, ¿qué te pasa…?! ¡Parece como si nunca hubieras visto las tetas a tu madre…!” Emitiendo una sonrisa de complicidad sensual invitándolo a que diera el paso definitivo al acoplamiento de nuestros sexos. ¡Estaba súper cachonda! Y predispuesta a hacer la locura más grande que puede realizar una madre con su hijo. Que desde unas semanas a esta parte follar con él fuera habitual, no dejaba de ser una novedad introducida en nuestra vida cotidiana con la emoción que ello conlleva. Embobado en mi pezón me dijo…

-“Perdona mami pero es que nunca he visto ningunas tan bonitas, tan excitantes y tan mías. Solo penar que me dieron de comer me pone a mil…”.

-“¡¿Entonces eso es que te gusta lo que ves?!”

-“Me encanta… me gustas mucho.”

-“Ya veo que te gusta”, conforme le decía esto sobé su paquete a punto de reventar, yo seguía sentada en la cama con las tetas a un palmo de su cara… la situación me tenía a mil por hora. Al sobarle el bulto de su animal salvaje enjaulado se ruborizo el muy tonto, casi bajó la cabeza por ello… Su ternura me emocionó sobremanera.

-“Hey ¿por qué pones esa cara? Para mí es un orgullo que mi hijo sea tan macho… además me halaga que un joven como tú, le guste una vieja como yo… se emocione y se excite hasta lograr correrse…”.

-“No eres nada vieja mamá y por mí puedes mirarla, tocarla y abusar de mi polla todo lo que quieras, a mí también me gusta que me acaricies…”. Dicho esto, levanto la cara y comenzó a otear las tetas otra vez…

-“¿Te gusta mi top?” Le pregunté mientras me comencé a tocar el pezón con los dedos, me estaba volviendo loca porque me follara, me mamara las tetas y los pezones por donde solo salió leche para alimentarlo…

-“Si me prometes no contarle a la abuela, y por supuesto a nadie lo que te dejo hacerme, te permitiré me folles siempre sin condón. Te consentiré correrte dentro de mí las veces que desees, pero ya sabes que será nuestro secreto más íntimo…”

-“Pero si a ella también me la he follado a pelo… y me he corrido dentro de su coño”

-“Ya hijo, pero ella no es tan fértil como yo…Es mi madre y no le hace gracia verme otra vez preñada”.

-“Vale mamá, te lo juro por lo más sagrado… será nuestro secreto…”

-“Así me gusta, que mi niño sea bueno y complaciente… ¡Vas a disfrutar mucho de tus dos putitas sin preservativos de por medio, cabronazo…! ¡No hay nada como llenar de leche el coño de una mujer para un macho como tú! ¿Verdad? ¡¿Te sientes muy macho cuando estás eyaculando dentro de nosostra?!”

No dijo nada, solo se quedó como un marajá observando a su madre como se contorneaba para deshacerse de la ropa que tanto me pesaba por el sofocante calor de la habitación. Me senté sobre la cama para quitarme el sujetador muy lentamente, lo deje caer al suelo, pero me tapé los pechos con los brazos, y le dije sensualmente como una niña caprichosa…

-“Si quieres que me quite los brazos de los pechos y me baje las braguitas, tu también te tienes que desnudar, así me dará menos vergüenza mí”.

¡Pero si tú y yo ya no tenemos vergüenza de nada…! Yo aún sí, y si no te desnudas, tu tampoco veras nada…”

-“Vale trato hecho…”.

El juego de seducción de roles entre dos encontradizos amantes pudorosos le daba ese punto de morbo a una relación impúdica de hecho ¡¿Qué puede ser más morboso que una madre y su hijo follen juntos a pelo y con corrida interna completa…?! Pensaba dejarle que me llenase todas las veces que me follase, y con lo larga que tiene la verga, la eyaculación será profunda y muy efectiva… Se tumbó boca arriba y levantó el culito fibroso apretándolo dejándome ver esos glúteos bien formados de tanto deporte, con su hoyuelos tan excitantes formándose al tensar sus músculos para bajarse los slips, casi no pudo de tieso que tenía su cipote, le debía de medir ya al menos 17 cm, no era todo su volumen aún…

-“Ahora no te quedes mirándome a mí, sigue desnudándote nena”, me dijo mi hijo en un trato de tú a tú cuando ya comenzaba a impacientarse…

Me gustaba ese tratamiento descarado. Ahora no lo veía como a mi hijo. Bajé los brazos hasta el elástico de las bragas y lentamente me las fui sacando de espaldas él. Tenía mi culo a pocos centímetros de su cara, casi me caigo de lo nerviosa que estaba con aquel excítate previo calentándome como una estufa, me di la vuelta levante los brazos y ¡Tachan! allí esta yo totalmente desnuda frente a mi hijo, y este con su enorme verga en ristre sujetada con su mano mientras me miraba con ojos de volverse loco…

-“¿Te ha gustado el striptease de mamá? ¡Ahora la putita de tu madre te va a llevar al éxtasis”

-“Eres increíble mamá, nunca he visto una mujer con un cuerpo como el tuyo…, ni en las películas”. Sé que mentía, pero sus mentiras piadosas me avivan mucho más haciendo de mi comportamiento una conducta sumisa y lasciva para mi macho.

-“¿A qué tipo de películas te refieres…?”

No me contestó, su silencio disparaba mi imaginación en esos videos porno donde una madura se trinca a un jovencito en edad de ser su hijo. Me tumbe a su lado y él seguía mirándome a las tetas, el culo y mi aterciopelado chumino tan mojado como desesperado por albergar su enorme falo… pasó sus dedos por mi raja mojada y se paró un poco en mi clítoris masajeándolo un poco electrificándome todo el cuerpo como a una adolescente virgen.

-“¡Acaríciame las tetas mi vida!”

-“Sí mami”, sin embargo su mano se deslizó a mi chocho y su boca a mi pezón izquierdo… “Te prometo no contárselo a nadie”.

-“¡¿Contarle el qué…?!

-“Que tienes unas tetas sabrosísimas…” Me hizo reír el muy holgazán.

-“Está bien, pero tienes que hacerlo despacito, con tu lengua y tus labios, como cuando eras niño ¡Saborea los pezones de mamá como un bebé grande! Así como si pudieras sacarme leche del pezón”.

Comenzó a rodear mi aureola con un dedo cada vez más y más cerca del pezón hasta que llego a este y empezó a pegarle pequeños pellizquitos, yo instintivamente lleve mi mano a mi coño y me introduje un dedo, mientras él me masturbaba con una mano. Yo le correspondí con mi derecha, me aproximé a Lorenzo para amasar suavemente sus frondosos testículos colgando de su polla, bien cargados de la simiente que me fecundaría algún día si no me cuidada como en los últimos días. De ahí pase mi dedo por todo su tronco venoso arriba hasta que llegué al capullo que tenía muy hinchado, y completamente despojado de su prepucio…

-“¡Por favor hijo, chúpame la teta…succiónala para sacarme la leche de mis tetas!”

Me miró con una sonrisa ante mi rogatoria, y así lo hizo tragándose todo lo que pudo con la boca abierta sobre mi pezón erecto. Se notaba que no era la primera vez que lo hacía, su experiencia le dotaba de la ternura en sus labios, lo ejecutaba con una maestría que volvía loca a cualquier mujer. No podía creerlo, hace unas semanas solo éramos madre e hijo con afanes reprimidos hacia el otro y ahora totalmente desinhibida estaba en la cama con mi hijo y mientras este me mamaba una teta y yo le masturbaba a él, haciendo lo propio conmigo en mi enajenado coño. Mis embates en su largo tallo se los ejecutaba con fuerza a largo de todo su recorrido impregnándola de saliva de vez en cuando para suavizar la fricción. Él alternaba una teta con la otra sin dejar de succionar con vehemencia ambos pezones, lamerlas y besarnos con lujuria mamando nuestras lenguas…

-“Espera un momento nene, lo vamos a hacer más divertido”.

Saqué mi consolador pequeño del cajón, se lo dejé para que me lo introdujera en el coño al tiempo que yo me castigaba el clítoris con fruición. Tanto placer abotagaba mi ser, mis ansias de alcanzar el clímax del orgasmo iban “in crescendo”. Mi niño metía y sacaba el artefacto con rapidez y destreza a la par que chupaba mis tetas dejándolas completamente empapadas de saliva ¡Joder con el chaval! ¡Qué bien me lo hacía! Era evidente que no nos comportábamos como madre e hijo, sino como dos amantes desconocidos, a los que solo separaba una edad no tan grande de 16 años. Se han visto matrimonios con más diferencia y no pasa nada. Al cabo de un rato comencé a convulsionar como una perra salida. Movía mis caderas sincronizando con sus vaivenes y las buenas chupadas de pezón que me agenciaba y de pronto comencé a convulsionar… Mi hijo extrajo el apéndice de goma china de mi interior y solté un largo chorro de fluido mientras me desgañitaba de gusto. Caí atolondrada de gusto, mi cuerpo se rindió al placer onanista complacido por mi retoño ¡Aquello era una locura maravillosa!

-“¡Hijo qué gozada me has hecho pasar…!”Pude soltar entre jadeos.

Por unos instantes abandoné la paja que le estaba realizando a Lorenzo para deleitarme en mi corrida, pero una vez de vuelta de mi congestión, volví a retomarla. Esta vez ya no era solo mi mano la que se manejaba, mi boca se dedicó a darle placer a ese glande abandonado por mis dedos. Lamía su agujerito con la punta de mi lengua, lamía todo su tronco hasta llegar a sus huevos masajeados sin cesar por mi mano, los sopesaba y finalmente me los tragaba uno a uno como caramelos, tirando de ellos haciendo el amago de arrancárselos. Aquello le entusiasmó a Lorenzo entregado a mis caricias de puta vieja y sabia. Levantando un poco el culo lograba lamer su perineo y casi llegar a su ano, después extendiendo toda la lengua subía impregnando de saliva sus huevos y todo el recorrido del duro tallo hasta llegar de nuevo a su gordo capullo para zamparme su polla. Se me introducía al galillo, la sacaba a media polla y volvía a mamársela con devoción pajeando el resto de su badajo, sin olvidarme de sus pelotas repletas de la leche que estaba dispuesta a beberme. El balano de mi niño se endureció entre jadeos hiperventilados de su boca, su cadera acompañaba mi agitación entorno al duro mástil en claro signo de la inminente corrida de Lorenzo…

-“¡Mami me corro!” Dejó escapar jadeante…

-“¡No por favor cariño, espérame!”

Le puse en la cama boca arriba, dirigí mi cabeza a su entrepierna, y de un golpe clavé su verga en mi boca, justo en el momento de atorarme el galillo, un torrente cálido de leche corrió por mi garganta mientras escuchaba suspiros de placer de mi hijo. Le masajeaba sin parar sus testículos animándolos a que descargara todo su riquísimo cargamento de esperma que me atoraba el gaznate con la ingente cantidad… Sus lechazos fueron decayendo de los largos chorros de leche espesa a los menos cuantiosos de semen licuado, para acabar en unos borbotones anidados en su orondo capullo. Lo lamí dejándole limpio todo aquel instrumento de placer, para dejarme yacer a su lado. Caímos los dos rendidos en la cama, extasiados tras habernos corrido mutuamente. Mi Lorenzo y yo atolondrados por el deleite de dopamina chutado en nuestro torrente sanguíneo, directo al cerebelo.

Al poco rato quedamos plácidamente dormidos al calor de la siesta y la brisa del ventilador susurrante a los oídos. Fue una de las tantas tardes maravillosas de esa nueva vida compartida con mi retoño, un hombretón divido para dos hembras hambrientas de la masculinidad ofertada por tan bravío semental. Sus casi veinte años eran una garantía de potencia física, testosterona a rebosar y esperma motivado para fecundar cualquier coño que se le pusiese a tiro hecho. Tras media hora lo dejé tumbado, era una gozada verle reposar desnudo… su verga lánguida aún era preciosa, y sus cojones tan hermosos como enormes.

T

ras la siesta las ganas de sexo no se extinguieron. Mi madre se había marchado cuando desperté del plácido sueño de la siesta por el golpe de cierre de la puerta principal. Recuerdo que debía de hacer unas compras en el centro comercial, y no esperó a mi despertar. Debían de ser la seis de la tarde…, como todo el mundo sabe, conocemos la salía de una mujer cuando va de compras, pero nunca la hora de llegada. Me metí en el aseo a darme una ducha. Al pasar por el pasillo no oí la tele del salón donde suele estar mi abuela a esas hora, me asomé y no estaba, hoy no deseaba ver uno de esos programas donde despellejan a la gente…, un “Sálvame de Lux” u otro parecido. Puse la música a todo volumen para poder escucharla desde la ducha y me metí para quitarme el sudor pegajoso de mi transpiración. Me miré en el espejo con una erección de caballo, me había despertado de la siesta con muchas más ganas al iniciarla junto a mamá. Me senté en la taza del váter al ritmo de la música de “David Guetta… Dangerous”, el sonido era envolvente, ayudándome a concentrarme en el coño de mi abuela. Lo depilado, con la raja abierta, partida en dos por mi rabo que lo perforaba de continuo. Joder estaba en el baño masturbándome bien caliente con toda la polla tiesa mirando al techo, ahí sentado cuando de repente abrieron la puerta…, en casa no se estilaba ponerle seguro a las puertas ¡Era ella! Se presentó en mínima ropa con la intención de refrescarse. Cuando me vio exclamó…

-“¡Uy, mi amor! Pensaba que estabas en tu cuarto oyendo música ¡Eh! Continua…, yo me voy a bañar”.

-“No sé si podré seguir contigo en la ducha… No te vi en casa al salir de mi siesta…”

-“Solo fui a devolverle las especias que me prestó Adelina”,(la vecina de enfrente).

Toda esta conversación se realizaba conmigo sentado sobre la tapa del váter, con mi verga apuntando a la cara de doña Manuela y los huevos posados en la plataforma cual si fuera un estado cotidiano en total naturalidad, mientras ella se iba quitando la poca la ropa que traía. Se quedó en pelotas ante mí, mostrándome frente a mi cipote, esa raja profundamente marcada en su coño, la misma con la que me imaginaba la paja de esos instantes…, antes de meterse a la ducha escrutaba mi cuerpo ofrecido a su entera disposición con ojos vidriosos, solo con haberse montado sobre mí me hubiera cabalgado sin rechistar, no lo hizo. Sin embargo comenzamos a hablar, no recuerdo qué temas tocamos, pero la música acompasaba a su tono de voz meloso. Seguimos hablando largo rato en el que no pasó nada, yo sentado sin mastúrbame ya, y ella metida bajo el agua de la ducha…

-“Por lo que veo no te has desahogado bien con tu madre… ¿Verdad?” Afirmó con descaro.

-“No ha estado nada mal abuela, pero siempre se puede mejorar todo… hay días que me apetece un poco más… solo me ha hecho una mamada y me ha sabido a poco…”.

-“Sobre todo Lorenzo de mi vida, en verano donde el calor nos pone tan cachondos… ¡¿No?!”

-“Debe de ser eso abuela”. Creo que me lo puso a huevo.

Me levanté con la dura intención de follármela, así que lo que no acabó bien mi madre, lo pagaría por terminar la madre de mi madre. Abrí la cortina encontrando el desnudo de Manuela cubierto de gotas agua fresca, nos quedamos viéndonos como por unos segundos…

-“¡¿Te quieres refrescar conmigo?! Es estrecho pero cabemos perfectamente, a no ser que quieras que salga para que te puedas duchar tú…”

Respondí con un… -“Prefiero compartir contigo el agua de la ducha…”

Me metí, cerré la cortina, y nos turnamos el jabón, el champú y la alcachofa de la ducha. Estaba que hervía y tenía la polla sumamente erecta, al punto de dolerme de lo dura de su estado. El largo rabo no podía hacer otra cosa que rozarle su culo a cada movimiento. Doña Manuela me sujetó el estoque, y lo masajeó a todo lo largo con unas suaves pasadas que me pusieron más a tono, en tato pasaba mis manos por toda su dermis, en especial por sus tetazas. Al poco de estarse enjabonando se hizo para atrás y recibió una punteada, se viró diciéndome…

-“¿Quieres ayudarme con la espalda?”

La muy zorra manipulaba los tiempos calentando a su nieto ¡Hervía por clavársela! No se iba a escapar viva. Empecé a enjabonar su espalda y cada vez bajaba mas hasta que le puse una mano en su culo, luego puse las dos frotando ambas nalgas…

-“Abuela recuerdas lo bien que lo pasamos cuando follamos con mi madre…sois dos grandes hembras”.

Me confesó no haber dejado de pensar en eso desde ese día, habían pasado tantos años desde que se la follaron, que no recordaba cómo era sentir la verga dura de un macho dentro de ella…, posiblemente el mejor y más deseado orgasmo de su vida, quizás por el tiempo que no recibía unos buenos pollazos tan bárbaros.

-“Abuela no he dejado de desear repetirlo, de hecho me hacía la paja pensado en ti…y de pronto te has presentado por arte de magia”. Y ella con las manos hacia atrás sobándome el culo me apuntó…

-“¡Yo tampoco cariño! Ahora me tienes súper cachonda… ¡Estás haciendo de tu madre y de mí un par de putas calientes para una semental tan bien dotado!”

Se dio la vuelta y me besó en la boca mientras masturbaba suavemente mi falo inhiesto. Yo le sobaba el culo, lo apretaba atrayéndola hacia mí pegando sus tetas a mi pecho. Notaba sus pezones clavándose como dos punzones de ariete en mi pectoral. De repente se arrodilló sobre el plato de ducha, me cogió la polla y empezó a mamarme el cipote lamiendo todo el tallo desde los huevos hasta la punta regocijándose en cada vena hinchada…

-“Dale un besito a mi punta, abuela”, me besó el glande con un beso ruidoso y succionador. Casi me corro.

Me hacía gracia como prescindía por completo de mi opinión sabiendo lo que a un hombre le gusta que le haga una zorra salida y cachonda. Pronto estaban chupándomela tragándose más de la mitad entre sus dos labios entraba y salía maravillosamente. Su lengua contra sus labios lamía en torno a mi falo, percibía la rugosidad de su paladar sobre mi sensible capullo. En un momento dado mi abuela pasó a lamerme los huevos mientras la otra mano seguía la faena pajeándome, luego sus dedos volvieron a masajearme los huevos y su boca mi polla de venas inflamadas. Después se inclinó mirándome para decirme en susurros…

-“¿Te gusta cómo te la chupa la abuelita Manuela…?”

-“Eres imposible de superar abuela… eres una excelente felatriz”, le contesté.

-“¿Ves como no pasa nada? Igual mamá te hace una mamada y luego puedes tirarte a tu pobre abuela… ¡Tú das para eso y mucho más! ¡Estás muy bien dotado!”

No sé cómo mi abuela sabía cuál era el punto justo de presión de sus labios mamando, pero esa era la impresión que me daban sus chupadas. Le sujetaba la cabeza, era maravilloso sentir la lengua de aquel bombón en mis genitales. Me escupió sobre el glande y lo pajeó bajando y subiendo el prepucio con afición, entonces me propuso…

-“¿Por qué no terminamos la ducha y nos vamos a un lugar más cómodo a hacer feliz a tu abuela…?”

Ella terminó antes que yo, salió tras secarse groso modo y yo detrás sin toalla para secarme. Desnudo sin nada encima, descalzo me presenté en su cuarto donde ella ya estaba en pelotas sobre la cama. A medida que me iba acercando ella fue abriendo las piernas indicándome que también quería su oral con un buen cunnilingus, indicó…

-“Ahora te toca a ti deleitar a la abuela un poco…”. Se abrió el coño con dos dedos revelando su vivo interior.

Le hice sexo oral, un cunnilingus brutal zampándome todo el conejo de mullida vulva sin dejar un centímetro sin saborear. Olía a la fragancia del gel mezclado con su aroma a hembra, pero su textura no dejaba de ser la misma, recorrí su raja una y otra vez buscando su clítoris. Cuando mi lengua lo descubrió bajo su capucha, y le di su merecido con la punta… Lo atormentaba con ganas, al tiempo que ella se recreaba en el disfrute que le otorgaba su nieto. Abandonado el botón bajaba al encuentro de su agujero insertando la lengua hasta el fondo, follándomela con ella. Mi labor de más de cinco minutos comiendo el coño de Manuela tuvo su resultado con un orgasmo compulsivo entre jadeos distorsionantes de los chapoteos surgidos entre su sexo y mi boca. No recuperada de su agitación, le puse la verga entre las tetas para hacerme una cubana, dejó caer su saliva aliviando la fricción y tras unos meneos no me lo pensé más…, fui directo a su chocho con todo. La abrí de par en par, no aguanté más y se lo metí en la vagina encontrándola bien mojada. Le sujetaba de la pierna para tenerla despatarrada, desde esa perspectiva veía como el tronco erecto hendía su rosada vulva, partiendo en dos aquel coño tan privado de verga. Entraba y salía sin censar percibiendo el calor húmedo de ese coño maduro…, Son los mejores coños que te puedes follar… acogedores, cariñosos, sumisos y tragones. Se dejaba follar a pelo sin condón… ¡¡Joder cómo es eso de ponerla y clavarla hasta dentro en tanto dé de sí haciendo tope en los huevos!! Así estamos follando un buen rato mientras los grandes pechos de mi abuela botaban alocados hacia todos los lados. Son bastante grandes como suele ser habitual en muchas mujeres de su edad. Me tumbé sobre ella sin posar me peso, insertándole todo el cipote hasta los huevos… la mujer se dejaba hacer, permitiendo que su nieto la penetrase a todo trapo, y cuando sentía que me venía cambiaba de posición prolongado el coito, retrasando mi corrida. La ponía encima de mí, joder que bien me cabalgaba y gritaba… -“¡¡Sí mi amor así que bien me follas!! ¡Como siento tu polla nene, me llena entera hasta el estómago…!”

Tuvo un segundo orgasmo, la saqué y expulsó un chorrito de fluido como le ocurría a su hija Maite, mi madre. Después de eso se la volvía a meter por el coño, donde no faltaba lubricación, calándose hasta los huevos de un solo envión. Subiendo y bajando la pobre señora no aguantó mucho, su fondo era limitado, entonces le tome el relevo poniéndola de costado y metiéndosela desde atrás…Sin duda desde ese punto de vista también tenía un coño bonito, reflejándose un poco vello casi invisible de color rubio. La piel de todo su cuerpo era muy suave y especialmente la de sus piernas. Así permaneció un rato. Yo estaba excitado en extremo, deseaba meterle mi polla hasta el fondo, como así lo hacía cada tres o cuatro metidas… notábamos una dureza en el fondo sobre mi capullo, debía de ser el cérvix, pero ella no me permitía que lo aporreara muy seguido cuando mis pelotas se posaban sobre sus nalgas…No sé el motivo. Se masajeaba su clítoris con recreo hasta que tuvo otro orgasmo. Sentía como le corría su flujo por mi polla, estaba encharcada…

-“¡¡Cariño, mira cómo has puesto mi coñito de mojado…chorreando!! Ahora ya puedes meter tu pollón a tope, bien dentro de mi barriga, ¡Párteme en dos pero con suavidad! ¡No me hagas daño mi vida! Solo quiero que me la mentas bien dentro de mi útero…” Dijo con voz entrecortada de la excitación.

Con su mano acarició el tronco en la entrada de su coño, apreté suavemente. El estar tan lubricada permitió que el capullo entrase con exquisitez en aquella estrecha cavidad ¡No quedó un solo centímetro fuera de su coño! Fui apretando lentamente hasta que tuvo toda la polla en su interior aplastando mis huevos contra la vulva. Comencé a bombear en principio con delicadeza, después el ritmo fue feroz…, ella gemía de placer, me besaba el cuello y la boca mordiendo mis labios y apretando mi pecho arqueando su espalda dejando que yo le suministrara las estocadas que ajaban su vagina y agitaban mis pelotas de abajo arriba sin cesar…

-“Así amor, así muévete un poquito más rápido. ¡Ahh cómo me gusta! ¡Me voy a correr! Siento tu cipote como llena mi coño hasta el vientre. Muévete por favor más dentro del útero de tu abuela ¡Me corro, cabrón… me corro otro vez no pares!”Me decía gritando de placer como una golfa fuera de sí

El orgasmo fue inmediato. Yo no le avisé, simplemente me vino el chispazo recorriendo todo mi cuerpo, la abracé y nos giramos rodando sobre nuestros cuerpos queriendo prolongar lo inevitable. Parecíamos predestinados a corrernos al unísono, solo que ella ya llevaba dos orgasmos de ventaja… pero en el tercero los dos nos corrimos al mismo tiempo. Descargué toda mi leche en el interior de su coño. Mientras me corría dejé de moverme, pero ella cruzó sus piernas a mi espalda y apretó con fuerza su coño contra mi polla, consiguiendo una penetración profunda. Aumenté el ritmo teniendo la corrida a las puertas de mi polla, y de pronto comenzaron a salir como geiseres los chorros de leche que se concatenaron uno tras otro en fuertes aldabonazos en la pared de su veterana matriz sin uso desde hacía tanto tiempo y que nunca pensé que la pudiera fecundar…, pero sí era una de las mejores vaginas que me había follado, una vagina golosa para recibir la ingente cantidad de leche que su nieto tenía presta a descargarle. La clavaba a fondo dando con mi capullo en su pared vaginal al tiempo que los chorros de lefa brotaban…Me sentía en el séptimo cielo arropada por la calidez de una mujer tan veterana como nueva en follar con su amante nieto…

-“¡Para cariño, para que me matas! Me vas a hacer daño con tu polla si la metes tan seguida. ¡Joder Lorenzo, me llenas tanto, me siento tan llena…”

Me mantuve unos segundo a fin terminara la inseminación después me desacoplé de la abuela Manuela. Cuando terminé de venirme dentro de ella, tomó mi estoque y lo chupó un par de veces más, eso me hizo ver estrellas dejándome la herramienta limpia y casi nueva para otro embate. Descansé unos minutos antes de vestirme con una toalla que traje en la mano.

-“Voy a arreglarme que mis amigos me esperan… tengo fiesta esta noche.” Ya era de tarde por lo que me apuré…

-“¡Mi amor, necesito que vengas más seguido a visitarme! ¡Me siento muy sola!”

-“Lo haré abuela no te preocupes… sé que te he tenido un poco desatendida pero no ocurrirá más”.

-“Ven sin desatender a tu madre, ¡¿Entendido?! Necesito que me hagas compañía como hoy…”

Salí de la ducha con la toalla puesta, cogí un bóxer del armario para dirigirme a la sala de estar, donde mi abuela se me quedó mirando con satisfacción al ver mi torso desnudo, con un gesto despojé mi cuerpo del lienzo para ponerme la prenda enfrente de ella. Dejó de mirar el programa para observarme a mí cual si fuera un “boys”. La dama miraba rembolsada por su larga abstinencia, mientras me lo ponía. Deseaba que disfrutara de mi striptease antes de marcharme, nada costaba complacer a mi querida abuela que tantas alegrías me dio en la vida, tanta dedicación en cuidarme y educarme correctamente, y ahora también me instruía en el sexo a dúo con mamá. Tenía mucha suerte de poder gozar una sexualidad plena con dos mujeres encantadoras y maravillosas.

E

ra cierto que la diferencia de edad es notable, pero en la cama todo se empareja, mucho más cuando me vacío en el interior de mi pobre y muy amada abuela, con toda la tranquilidad de saber de qué no voy a preñarla. Tengo 19 años y mi abuela los 52, y esta era la segunda vez que teníamos sexo en poco más de una semana. Nunca pensé que la fantasía de follarme a mi abuela y a su hija Maite, se cumpliera, pero allí estaba sentada en el sofá con millones de espermatozoides trepando por sus trompas de Falopio en busca de un óvulo perdido, y yo a punto de marcharme, cuando me sedujo diciendo…

-“Porque no te quedas un poco más, quizás te deje jugar a los papás un rato con la abuela ¡¿No te apetece?! O prefieres irte con tu amiguetes ya…” Acepté retrasar la cita con los amigos, la puta de mi abuela se había desatado… La esperé en la sala, la recibí en la mesa del comedor. Ella se quitó la blusa y se quedó en sostén de encaje precioso puesto solo para que lo viese unos segundos, me apuntó…

-“¡Porque no sacas tu hermoso pollón y le das a tu abuela un beso…! Me tienes muy cachonda rufián…”

Me acerqué con el rabo fuera y la besé en la boca mientas le acariciaba las ubres y ella masturbaba suavemente mi falo… -“¡Anda vamos a un lugar más cómodo cariño!” Sujeto del balano cruzamos el pasillo hasta al llegar al cuarto de ella, me senté en la cama diciéndome… “Quédate ahí, déjame ponerme más cómoda”. Se despojó en un destape sensual a estilo de Rita Haibor. Al llegar a mí ya se hallaba en ropa interior, se me sentó encima del ariete erguido a más no poder, pero sin meterlo en su vagina, me recosté mientras le tocaba el culo y ella me besaba, me Levanté para decirle…

-“¡Quédate en esa posición a cuatro patas!”

Le saqué las bragas no muy grandes, cogí mi polla y le escupí para lubricarlo, comencé a frotárselo por el culo, el coño y el ano. Después de un rato se levantó sin dejar de estar arrodillada iniciando una felación sublime recreándose en el glande con su lengua, en mi orificio de escapatoria seminal, me empezó a chupar el cipote, a lamerlo a todo lo largo y ancho sin olvidar mis sufridos huevos. Pasado un rato donde el tiempo se detuvo dijo…

-“Mi vida te toca”,le lamí la vagina profusamente.

Le lamí el ano para volver a su coño en el clítoris que se mostraba excitado, duro y respingón. Una y otra vez le chupaba o más bien le comía el conejo desde su pepita hasta el ano pasando por los gruesos labios vaginales y el perineo. Mis manos no paraban de sobar su culo, alternándolo con sus grandes ubres colganderas de vaca lechera ¡Hermosísimas! Suaves y apasionantes de tacto lujoso. Los pezones oscuros se hallaban apuntando hacia afuera diseñados para ser una suprema madre amamantadora. La abuela tenía momentos que se comportaba como una puta necesitada de macho, gemía y jadeaba interiorizando el gozo del beso negro que le indujo el enésimo orgasmo esa tarde noche. Cogí mi verga revelada, presa cual garrote a indagar en la ardiente gruta de las delicias de esa dama…, se la metí hasta el fondo en su añorada vagina, ella gimió al sentirla perforar su intimidad permitiéndome un mejor acceso entre sus piernas levantando el culo y aplastando sus tetas contra el colchón…, aquella fue una clavada a palo seco hasta enterrar toda la polla en aquel estuche hecho a medida para mí. Cambiábamos de posiciones cada cierto tiempo para no dormir aquella partes de nuestro cuerpo sin actividad, y al final cuando sentía que me venía volvía a posicionarla…

-“Mi amor para la próxima que te corras avísame cuando lo hagas…, quiero sentir cada chorro de leche dentro de mi coño”.

-“No te preocupes mami, te avisaré en el momento que llene tu útero de esperma…”

No paraba de suministrar le pollazos sin cesar notando cada pliegue de su chumino… -“¡¡Así dame fuerte!! La abuela necesita un gran rabo como el de su nieto, ¡Dame unos buenos pollazos que me haga olvidar tantos años de barbecho!”

Le estaba dando con todo lo duro, logrando que mi glande visitara asiduamente la entrada uterina de Manuela notando esa dureza en lo más hondo de su vagina, al tiempo que observaba su cara aguantando estoicamente sin reclamar compasión, es más daba a entender que necesitaba más de lo suyo…

-“¡Así nene! Dame fuerte sin miedo, ¡Aaaggg! Joder cariño me vas a dejar sin poder ir a trabajar si continuas follándome así… ¡Uuummm! ¡Me llega al estómago!” Me la sacó para saborear mi polla, allí de rodillas se lo metió en la boca y lo empezó a chupar como loca, casi me vine en su galillo, solo un poco de mi semen salió antes que ella retuviera la corrida apretando en anillo sobre la base de mi verga, evitando la escapada máxima de leche. Noté en su cara que le gustó mucho el sabor, pues mientras me miraba se lo trago todo lo brotado. Se levantó para recostarse en la cama desnuda con la prestancia de invitarme a aparearnos en la posición del misionero… me acosté sobre ella enfilando mi cipote a la abertura maternal sin guía, para cobijarla otra vez…

-“Mi amor me pones tan cachonda que cuando estoy sola me gusta estar desnuda por la casa pensando que en cualquier momento vas a venir para follarme…”, yo le seguí el juego…

-“¡¿Así como lo estoy haciendo ahora mismo o como una perrita cachonda…?!”

-“Así nene, así quiero que termines dentro de la abuela…, yo ya me he corrido, ahora te toca a ti mi vida”.

Aquello era un escape hacia el final, el calor me amenazaba con deshidratarme de la cantidad de sudor brotado de mi piel, el de ella no era menor. Ambos nos transferíamos la transpiración las ansias uniendo los alientos salidos de nuestras bocas. Una y otra vez arremetía empujando a mi abuela con sus manos en mi espalda y sus piernas atenazándome sobre mi culo. El subidón de adrenalina hizo su aparición dándome un chute que atravesó todo mi cuerpo desde la punta de mi polla a la cabeza. Salió disparado el primer chorro de leche buscando el fondo uterino de Manuela que lo percibió súbitamente emitiendo su gemido más frugal. La clavé al fondo realizando leves mete saca con las pelotas aplastadas en su vulva. Al tiempo que desovaba mi esperma ella acariciaba mi espalda, acostado, mi cuerpo entero envolviéndonos en una nube de regodeo de placer. Me dejé descansar empalándola con mi ariete completamente ensartado en su hospitalaria vagina mojada de mi semen y sus fluidos.

Tras unos minutos le desanclé el badajo del aquel cobijo del cual no deseaba salir en toda la noche. Pasó sus dedos por la raja de su chocho para recoger el semen que brotaba, se lo comió chupeteando sus dedos, después sin demora se amorró a mi verga para limpiarla poniéndose sobre mí, con lo cual me ofreció su conejo…, le besé las tetas antes de montar el 69 para gozar de otra sesión de sexo. Aquello acabó de nuevo en un orgasmo de mi abuela y otro mío en su boca tras un momento interminable donde casi se me desencaja la mandíbula de tan ávida comilona… Cuando volvió mamá, yo ya no estaba en casa, dejando a Manuela plácidamente rendida en el sofá viendo su programa favorito. A la vuelta me acosté en la cama de mi madre, un poco cansado de tanta marcha, ya eran cerca de las cuatro de la madrugada, ella ni se enteró cuando me metí en la cama. Ahora acostumbro a dormir en una cama o la otra, según me apetezca, ellas simplemente me hacen sitió a su lado o encima de ellas, porque la mayoría de las noches me follo a la señora de turno, así que elegir dormir en una cama o la otra es signo que esa noche duermen con el coño lleno de leche del macho de casa.

Continúa...

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