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Habitación 303

en Autosatisfacción

Ella recibió un sobre bueno de papel grueso con su nombre escrito en letra impresa. Lo abrió y sólo contenía la tarjeta de apertura de una habitación de hotel. La habitación 313 de un hotel en el distrito financiero de la ciudad. Justo en la otra punta de donde ella se encontraba.

A la hora de salir recogió con calma sus cosas, se puso la chaqueta roja y antes de salir de la oficina se detuvo en el cuarto de baño. Miró al espejo, repasó el maquillaje y se levantó un punto la falda para comprobar que la ropa interior de encaje estaba en perfectas condiciones. Blanca con puntas y medias conjuntadas. Fue un regalo de él.

Salió a la calle y pidió un taxi. Indicó el nombre del hotel al conductor y éste arrancó sin más preguntas. Por el camino pensaba en él. El hotel no era el habitual y, por lo visto en la tarjeta, tenía un aire elegante y moderno. Seguro que pasarían una tarde diferente. Un amante que evita la rutina, por eso me tiene tan atrapada, por sus detalles dentro y fuera de la cama.

Al llegar al destino pagó al taxista y pudo comprobar que se trataba de un buen hotel. Muy elegante, moderno y con una decoración en tonos negros, azul marino y blanco. Se dirigió al ascensor y subió hasta la tercera planta. La habitación 313 quedaba hacia mano izquierda.

Pasó la tarjeta en la cerradura y la puerta se abrió inmediatamente. La habitación era grande, con dos ambientes. Una zona confortable con sofás muy bonitos de color claro, una mes baja y un escritorio para trabajar. En la otra zona una cama grande con sábanas del color corporativo del hotel. El baño era cerca de la cama y justo al otro lado grandes ventanales con mucho cristal y unas cortinas elegantes dejaban entrar la luz cálida de la tarde en toda la estancia.

No había nadie en la habitación. Sólo otro sobre con su nombre impreso, exactamente igual que el primero sobre la mesilla central. Al abrirlo comprobó que en papel grueso había una breve nota también en letra impresa: "Querida, me gustaría que te desnudaras del todo, y me esperes sentada en el sofá. Eso si, te pediré un pequeño detalle, quiero que abras el cajón del escritorio, cojas el pañuelo de seda negra que he dejado y te tapes los ojos. Bajo ningún concepto te quites la venda de los ojos. Seguro que lo disfrutarás ".

Lentamente fue hasta el escritorio para comprobar el cajón. Lo abrió y extrajo un pañuelo de seda muy elegante de un negro intenso. El juego la sorprendió. No era habitual pero al mismo tiempo le excitaba que él le pidiera algo especial. Así, lentamente se fue sacando la ropa. La chaqueta, la blusa, la falda, ... Cuando estaba en ropa interior dudó un momento pero la carta era muy clara; era necesario que se lo quitara todo. Desnuda, con su cuerpo bañado por la luz de la tarde que entraba por la ventana se acercó al sofá, se sentó y se ató el pañuelo a los ojos.

 

La sensación del paso del tiempo con los ojos vendados es muy confusa. No está segura de si han pasado cinco minutos, un cuarto de hora o quizás más pero de repente se siente la apertura de la puerta. Ella dice: "Eres tú?" Y él simplemente responde un suave "Sssshhh ..."

Oye pasos que se acercan al sofá. La situación la está excitando mucho más de lo que había imaginado. Está expuesta y en una situación vulnerable, pero lo que más le excita es la confianza que siente porque sabe que está en buenas manos y que él, como cada vez, provocará en ella el mayor de los placeres. Siente como sus manos indican suavemente que se ponga derecha tocando brevemente y ella accede rápidamente. La siguiente indicación, cogiéndola por el hombro, es clara: quiere que se agache, así que ella se pone de rodillas. Él le coge las manos por la espalda y nota como con un pañuelo de las mismas características del que le tapa los ojos le ata con fuerza las muñecas. La sensación de sumisión es abrumadora pero sorprendentemente es también extremadamente excitante.

En este momento nota como él se empieza a desnudar. Es muy curioso como la pérdida de un sentido, aunque sea sólo por un corto rato, puede desarrollar todos los demás. El tacto, cuando él la ha tocado levemente y ahora el oído para interpretar lo que está pasando y no ve. Escucha como la ropa de él cae suavemente sobre la moqueta. "Que será lo siguiente" piensa ella.

El siguiente ruido le cuesta mucho más de descifrar. Es un ruido muy sutil, orgánico, no lo reconoce fácilmente pero cuando oye un pequeño resoplido de él lo recuerda perfectamente: se está masturbando. Le imagina con la mano a su miembro y mirándola fijamente allí delante. Él la ve desnuda, atada y vulnerable y rápidamente consigue una erección considerable. Y sigue acariciándose. Pelandosela lentamente pero de una forma muy intensa. Los pequeños jadeos han pasado a ser gemidos de placer contenidos pero muy claros. Se la está pelando cada vez con más intensidad. Ella, maniatada, nota como su cuerpo reacciona a la excitación. Los pezones erectos, su sexo húmedo, su corazón latiendo rápido pero no puede hacer nada más que escuchar a su amante. Esta limitación aún le excita más y más. Nota como unas gotas de flujo le corren muslos abajo y sabe que tiene el coño empapado, totalmente húmedo. Está terriblemente excitada. Y vuelve a pensar "¿Qué tiene pensado hacerme!" Y decide suplicarle: "Lo que tengas pensado, hazmelo ya!". Él vuelve a responder haciéndola callar sin palabras.

Acto seguido escucha pasos y como él se va acercando. El ruido continuo de su paja no deja de sonar rítmico y embriagador. Él es muy cerca, puede sentir su olor e interpreta por lo que nota que él también está absolutamente caliente. Él está muy cerca, muy cerca de ella, pero atada y sin ver no puede tenerlo. Él muy suavemente coloca la punta de su polla sobre los labios de ella. Muy cerca pero muy levemente. Ella no tiene otro elemento para conseguirla que sacar la lengua y notar el sabor inconfundible de una polla que ha comenzado a lubricar. Él se aparta, y ella escucha como intensifica el vaivén de su mano sobre su polla totalmente dura. Él ahora ya gime continuamente y por lo que oye se le está pelando con una intensidad muy alta. El corazón de ella bombea a toda revolución y se siente más caliente que nunca. Es la situación más excitante que ha vivido en su vida. De repente siente como él se acerca, hace un grito contenido y largo y nota sobre sus pechos una corrida larga, caliente y húmeda. La sensación del semen caliente sobre sus pechos chorreando por los pezones provoca en ella algo muy parecido a un orgasmo. "Es imposible" piensa, pues ni él la ha tocado prácticamente en ningún momento ni ella ha podido, a pesar se muere de ganas, hacer nada para saciar su deseo.

"¿Qué vas a hacer ahora?" le suplica ella mientras escucha como él se aleja en dirección a la cama. Oye como abre la puerta del lavabo, pone en marcha el grifo y se limpia. Vuelve hacia ella, y lentamente se viste donde había dejado caer la ropa cuando ha llegado. "Donde vas!" Suplica ella, "No me dejes así cabrón!" "Dime algo por Dios que estoy caliente como una perra !!" Ella está desesperadamente caliente y suplica que la folle, que le haga lo que quiera pero que no la deje así. Rápidamente, mientras ella decide que el juego ha terminado y se intenta sacar el pañuelo de las muñecas y el de los ojos, se oye la puerta y como él sale de la habitación.

El nudo no era tan fuerte como parecía y consigue deshacerse de él en poco tiempo. Se quita la venda de los ojos y ve como se ha hecho oscuro mientras ella estaba atada y vendada. La habitación vuelve a estar vacía. Su ropa es donde ella la ha dejado. El único rastro de él es el semen que tiene sobre los pechos y que le ha ido chorreando por todo el cuerpo hasta el suelo donde ha dejado varias manchas en la moqueta.

De reprente ella se da cuenta de cómo de excitante ha sido todo lo que acaba de pasar en aquella habitación y mientras piensa se acerca a la cama. Se sienta para luego dejarse caer atrás. Sus manos, ahora ya libres, repasan la corrida todavía húmeda y casi sin darse cuenta empieza a masturbarse con la otra mano. Lame y saborea el semen de él mientras se masturba desuda sobre la cama totalmente excitada. El orgasmo no tarda en llegar y la sacude en convulsiones placenteras y repetidas que contraen su cuerpo y la llevan hasta el éxtasis.

Al cabo de un rato, después de ducharse tranquilamente y vestirse de nuevo, coge el móvil para escribirle un mensaje a él a través del chat que utilizan a escondidas de sus parejas. Cuando desbloquea el móvil ve un mensaje de su marido: "Espero que hayas disfrutado del pequeño juego de hoy. Feliz aniversario de casados ​​".

Un escalofrío recorre su cuerpo y se da cuenta que todo lo que ha pasado encaja a la perfección.