El agua era fría y transparente. El sonido de la cascada dificultaba escuchar lo que decía. Mejor era no hablar. Ella se sumergió y nadó de un lado a otro del charco de forma transversal a donde yo estaba, luego nadó al lado opuesto de donde yo estaba. Se puso de pie y sacó sus senos del agua.
Mi hijastra y yo disfrutamos hacer el amor bajo la lluvia.
Hacía mucho que no regresaba temprano a casa, de saber lo que me esperaba, de seguro habría salido antes de mi oficina, varias veces a la semana.