La chica, con una minúscula minifalda que apenas le tapaba lo imprescindible, se había puesto de rodillas sobre el sofá, a caballo encima de las piernas de su compañero, los besos eran largos y húmedos, profundos.
Invitamos a Juan a pasar a la sala y allí se desprende de la chupa. Debo reconocer que es un pedazo de hombre, de esos que con su sola presencia alteran los instintos, los bajos, se entiende.
No sabías qué hacer ni cómo comportarte, no porque no desearas lo mismo que yo, sino porque te faltaba experiencia, y tu inseguridad manifiesta me excitaba todavía más si cabe.
El otro hombre pretende que me estire en el suelo, las baldosas de cerámica están frías, tan heladas o más que mi cuerpo tembloroso.
Estoy desnudo y ella hace que me tienda en el lecho, extiende mis brazos en cruz y me engrilleta a los travesaños de la cama con unas esposas que portaba en su bolso.
Recordando la armonía de aquella figura, los perfectos pechos siliconados, los cabellos dorados y luminosos, la seductora sonrisa carmesí de la actriz, me fui al lecho conyugal donde dormía Alicia...
Aquella noche soñé despierto con Lilizbet, debe tener unos dieciocho años y es la criada, me repetía en un intento por demostrarme a mí mismo lo improcedente de aquel repentino prurito.
Leda respiraba en mi oreja vertiendo en ella palabras impúdicas que me turbaban, describía las voluptuosidades que habría de regalarme más tarde...
Allí estaba Rosa, con la blusa medio desabrochada, mostrando un sujetador rojo de encaje que yo no conocía, y allí estaba un tío cachas, desnudo y bien equipado, apretándola por la cintura...