Lentamente se despojaba de los vestidos, y se quedaba en ropa interior. Luego... se miraba al espejo, pasaba delicadamente sus manos por su vientre plano mientras quedaba de perfil al cristal, también se agachaba o se tocaba las nalgas o sus pechos, y acto seguido, se probaba otra prenda nueva. Giraba graciosamente sobre sus delicados pies, tanto con la vestimenta seleccionada o bien semidesnuda, y así me fue ofreciendo un espectáculo mucho más perfecto del que yo había esperado.