Jenny y yo, una vez descubierto el sexo oral, vamos perfeccionando nuestras técnicas y, además, preparando el camino para el siguiente paso.
Ana era soberbia, pero realmente estaba reprimida. Se sentía guapa y muy femenina. Ella sentía que valía mucho más, y su coño también. Su coño estaba reprimido. Su ex-marido nunca supo follar bien y su novio actual no lo hacía mucho mejor... Hasta que un día Ana se topó conmigo en una cafetería.
Al día siguiente, ya sábado, me desperté bastante feliz. Por fin había dejado claro con Jennifer en que iba a consistir lo nuestro. Que al fin podíamos decir que somos pareja. Y además por primera vez una mujer me había tocado la polla, agarrado, manoseado y masturbado;
Muchos tal vez se pregunten a santo de qué viene esta vena de dominación y sadismo que uso cuando follo y cuando relato mis aventuras sexuales. Tal vez sería correcto comenzar a contar un poco mis inicios en el sexo, que fueron ligados a mi primera novia. El primer amor, como quien dice.
Hace unos días he vuelto a desvirgar un culito. Lo cierto es que me sorprende la cierta facilidad que tengo para que mis amantes accedan a tal salto sexual, pero es lo que es y me enorgullece que confíen en mi trato y experiencia para dejarse profanar tan sagrado y tabú agujero.
El novio por fin se introdujo en su casa y Vero cerró la puerta. Mi corazón latía a mil por ahora. Casi nos pilla. Esperaba que no intentase nada sexual tan pronto con ella, no váyase a ser que notase algo raro en su coño algo como que estuviese más dilatado de lo normal, jajaja. Paranoias mías.
Al día siguiente le di vueltas a todo lo que había pasado y pensé en que igual el novio se daba cuenta de que su novia tenía el culo un tanto más abierto de lo normal La verdad es que ella podía excusarse con cualquier cosa un poco inteligente y me tranquilice.
Dentro de mis experiencias, siempre me ha gustado destacar la que me ocurrió con la vecina de enfrente del edificio donde vivo. Notaba en su mirada que desde hacía tiempo yo le gustaba, y ni corto ni perezoso, un día en el ascensor le pedí su número de teléfono. Aquello era el inicio de una aventura