Resumiendo: La imagen imaginaria e idealizada del todo que acompaña mis masturbaciones siempre es la de una u otra lozana y preciosa exhibicionista, que se atreve a desnudarse bruscamente, o bien a irrumpir ya directamente desnuda, por lugares públicos, corriendo, y hasta algo así como reivindicándose en público en su desnudez, en su morbo exhibicionista y en el placer que ello le supone, con mi añadido imaginario de cosecha propia, que consistiría en esa especie de dildo imaginario, que no se viera nada desde fuera, pero que ella lo llevara incrustado y le proporcionara roce, goce y hasta orgasmo explícito en esa actitud y en esa situación Completamente desnuda, en plena vía pública y a plena luz del día