El cabello rubio platino, su piel bronceada y, sobre todo, sus nalgas gordas y redondas me la ponían dura, dura y babeante. Mi objetivo: metérsela en la boca, en el chocho, y en el culo, entre las dos admirables nalgas.
Sus pezones se pusieron duros al primer roce y mis manos comprobaron la suavidad de sus nalgas.
Mi vista se topó con el coño esculpido en unos pantalones de licra mientras esperaba el autobús. Su cabellera salvaje y las llamaradas de sus ojos reflejaban el ardor que contenía aquella mujer alta y fornida.
Hace unas semans que me obsesioné con las chicas gorditas, gracias a Iris.
He conocido a una familia austríaca durante las vacaciones. Me encapriché de la madre y de la hija, me la meneaba viendo sus braguitas, pero fue el hijo quien me hizo vivir una aventura pasional extraordinaria. (Difícil de catalogar para mi. Creo que puede entrar en la categoría de bisexuales)
Julia había hecho el amor con su marido muchas veces, pero nunca había follado. Nunca había sabido lo que era una follada completa. No sabía lo que era follar sin amor. Tuve que someterla para que descubriese el volcán que llevaba en las entrañas.
Me follé a la mujer de uno de mis mejores amigos. No fue premeditado; fue un juego en el que ella se involucró con pasión; un sorteo que supuso una especie de intercambio de parejas.
Una viuda cincuentona confiesa sus infidelidades ante la foto de su difunto marido, y cómo la han follado esos otros hombres.
He pasado media vida soñando con metérsela a Esther. Me sorprendió ver que no sólo se teñía el cabello, también el vello del coño y las cejas.
Los orgasmos más intensos y numerosos le vinieron a Luisa en una sesión de sado suave. El dolor administrado adecuadamente por un maestro se convirtió en la mejor fuente de placer.
Ideé el plan para follarme a mi cuñada y saciar así las ganas que tenía de desvirgarla tras haberme provocado durante un par de años con sus juegos infantiles.
Nada más ver su raja marcada en el vaquero sentí la imperiosa necesidad de besarla en los labios, en los labios mayores, en los menores y en el clítoris.
Las vecinas abundaban en detalles de cómo el alemán había tocado y lamido los coñitos de las nietas de su mujer y había intentado metérsela a la mayor, además de obligarlas a que se la chuparan.
A sus cuarenta y siete años no la habían comido nunca el coño y su marido no la había provocado nunca un orgasmo. Era la primera vez que follaba con otro hombre.
Por fin, tuve a Elke sólo para mi. Su torso delicado y sus nalgas y muslos potentes me llevaron a la cima del delirio. El sabor de su coño y el ardor de su culo fueron solo para mi por unas horas.
Me espero de nuevo y me alegré de poder disfrutar de aquella polla gorda, y del cuerpo atlético de un hombre muy maduro, pero el quiso ser mío y le poseí con pasión
La persistencia de aquel hombre esbelto me sedujo y me llenó mientras yo gozaba de las caderas y muslos más ardientes del universo.
La aglomeración en el metro me colocó entre un anciano que se acopló inmediatamente a mis nalgas y una mujer bajita que pegaba su espalda a mi pelvis y me provocó una erección. Pero mi agradable experiencia no acabó con los frotamientos.
Me fijé en una pareja madura en la playa nudista. Me hubiera ido con cualquiera de los dos. Mejor aún con los dos. No supe tomar la decisión, pero me ofrecieron una buena alternativa.