Era todo virtual. La magia de imaginar lo que no puedes hacer en la vida real le parecía una aventura que él estaba dispuesto a protagonizar. La virginidad online era un tesoro que estaba dispuesto a regalar con tal de ver cumplido su deseo de verla desnuda.
Me gusta jugar. En realidad, nos gusta jugar. No solo a mí. También a ella. Y nos gusta jugar sin reglas, pero con imaginación. Nos inventamos un nuevo juego. Muy simple. Te mando fotos y haces una historia con ella.
En los días de frío le gustaba dormir con poca ropa, pero arropado. El contraste de temperaturas le hacía acurrucarse para aguardar el calor de su cuerpo. Este sábado se despertó pensando en ella.
Se liberó la boca. Y se quitó la venda de los ojos. La habitación estaba oscura, pero se sintió deslumbrada hasta que sus ojos se acostumbraron. Buscó al extraño. Pero no había nadie. Sólo quedaba su fragancia. Su sabor. Y el deseo incontrolable de que no hubiera sido un sueño.