- ¿Qué fantasia tienes que te haya dado vergüenza hacer con tu marido? Ella me miró un segundo. - En realidad... - bajó la mirada y la volvió a fijar en mí - hacemos sexo estándar, no hemos llevado a cabo ninguna fantasia. - Vale - respondí sin apartar la mirada - y... ¿qué te gustaría hacer?
Agarré sus caderas y la giré contra la cama, quedándome yo encima de su cuerpo menudo. Ella soltó otro gemido. - Vas a hacer que me corra antes de meterla - le dije tras el movimiento. - Métela entonces. Cogí el tronco de mi polla y lo dirigí hacia su raja.
- No me conoces de nada y quizá te llevarías luego una decepción. - Haría todo lo que tú quisieras - me respondió.
- Aún podemos hacerlo en el ascensor. - Me parece más excitante hacerlo aquí en el garaje. No sé si llegaremos a casa...
- He pensado que era el postre - le dije sonriendo. Se empezó a reír y respondió - Tampoco he pedido aperitivo. Mientras finalizaba esas palabras, cogió el borde del vestido atrapado entre la mesa y ella y lo retiró dejando completamente a la vista sus piernas y sus bragas de encaje.
¿Es que no sabes llamar? No quería cortarte el punto.
¡Aprovecha porque quiero que me folles muy fuerte y que me des tanto gusto que te grite pidiendo que me des más y más! Vaya cambio había dado la chica.
¡Córrete dentro... quiero que te corras dentro! me dijo. Después de esta boda no la he vuelto a ver. Quizá también viva en el extranjero.
Nos conocimos en un bar... y no llegamos a casa.
Finaliza el relato de nuestro primer encuentro.
Continua nuestro primer encuentro tal y como estaba planeado...
La conocí por internet y planeé nuestro encuentro... este.