Me taparon los ojos y al azar comenzaron sin que una pudiera usar las manos, a introducirme cada uno la suya sintiendo solo el tacto y la dureza de estas en mi conejito, después pasaba unos segundos por mi boca sin poder tampoco agárralas, así durante unos minutos de juego que sorprendentemente me excito mucho
Gemía y acompasaba su cadera con sutiles movimientos a mis acometidas, disfrutando una de aquel manjar durante unos buenos minutos hasta que note que se andaba calentando en demasía y podía ser mi boca ya pasto de alguna inundación espontanea.
Temblaba el abuelo y gritaba como un poseso mientras derramaba en mi boca sus jugos, haciendo que Diego acelerada también, provocando una inundación de crema en mi conejo que lo dejo medio ahogado.
Mis pezones se restregaban por su masculino pectoral peludo empapado en agua, haciéndolos endurecer y despuntando como dos duros botones hacia arriba.
Anhelaba ya me la metiera de una estocada, pues mi cadera se echaba hacia delante buscando esta entrara, jugando el, al gato y al ratón, pues sutilmente se retiraba unos centímetros para no penetrarme aun y tenerme con ese juego más caliente y desesperada.
Lo cierto es que estaba electrizada por aquel hombre y su enorme serpiente marina, a la que me la imaginaba en estado rígido, pensando daría miedo tenerla frente a una.
Parecían coordinados pues cuando Jorge me giro para besarme, Diego aprovecho para desnudarse y sin perder tiempo, bajo besando desde mis pechos pasando por mi vientre hasta mi ardiente sexo.
Se movió el sofá hacia delante por el efecto de la virulencia de dicha la estocada, a la vez que un grito fino, seguido de un largo gemido se escapó de mi boca al que le siguió una sonata de dulces quejidos y bochornosas peticiones....
Ummmmm esta es mi hembra quería oír eso y cumpliré tus deseos . Levantándose de la cama y dirigiéndose hacia mí con su miembro tieso como el acero y mirando al frente con aquel enorme cabezón desafiante.
Se sentó en el filo del yacusi con una pierna dentro y otra fuera y con todo aquello semirelajado descansando sobre este, a la vez que extendía su mano para invitarme me acercara.
Porfa no porfa le suplicaba, mientras el con decisión y maña había metido ya su gordo extremo pasando al instante a introducir ahora si con lentitud todo su arsenal por aquel estrecho agujero.
Sorprendida andaba pero tremendamente satisfecha tras ponerle los cuernecillos con un abuelo, al hombre que me había sacado del letargo en el sexo
Ante la rojez e irritacion de mi conejo, mi rico maduro decide cambiar de agujero pasando a enseñarme el sexo por la parte trasera, con una maestria y placer indescriptible.
Tras unos años de sequia en el sexo, un rico maduro me enseña en una noche lo que nunca habia tenido en muchos años.