El más bajo de los tres se adelantó, la agarró por la cabeza y metió su pene en su boca, obligándola con ambas manos a mamar. Ella notó como aquel enorme falo crecía en su cavidad bucal ahogándola, produciéndole grandes arcadas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que hicieron que el rímel se corriese embadurnado su rostro. Se sintió impotente, avergonzada mientras chupaba aquel enorme pene que llenaba completamente su boca.
Lorna siempre fue una mujer atrevida, con espíritu aventurero, con ganas de hacer cosas nuevas y romper la tediosa rutina de todos los días. Desde que habíamos comenzado con nuestro juego, cada uno de los experimentos nos produjo auténtica sensación de placer ilimitado. Ya con la primera experiencia nos dimos cuenta que en nuestro matrimonio todo tenía cabida. Jamás tuvimos secretos entre los dos ni ocultamos nuestros deseos.
Al acceder al pequeño reservado que se hallaba al fondo de un corto pasillo la vio, rodeada de unos cinco o seis hombres, la mayoría jóvenes, subida sobre una mesa, desnuda, se masturbaba para todos ellos mientras le acariciaban sus piernas y sus pechos; gozaba como nunca había visto gozar a nadie, contorneando su cuerpo, transmitiendo todo un universo de placer que la estaba embargando.