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Baldus (III: Luana)

en Grandes Relatos

Otra noche más. Sofía quiere que le cuente en esta ocasión la historia de alguna mujer vampiro. No es difícil, tengo varias compañeras con historias nuy interesantes. Así que voy a decidirme por la historia de una de mis hijas. Luana. Antes de nada debo aclarar que para un vampiro, su verdadero padre es quien lo despierta a esa nueva vida y lo protege para que pueda sobrevivir en un mundo gobernado por quienes son nuestras... presas. Como ya dije en otra ocasión, es muy raro que los vampiros niños vivan con sus padres biológicos. Solemos dejarlos al cuidado de una familia humana, a fin de que se pierda totalmente nuestra pista, pero eidentemente dejamos siempre un ojo sobre ellos, para que al llegar a la edad adulta puedan sobrevivir por sí mismos. Por eso, Luana no era mi hija biológica, sino que me encargué con posterioridad de su educación, y a decir verdad, la ayudé en alguno de sus proyectos más disparatados en los que se embarcó en cuanto consiguió el suficiente dominio de sus poderes. Hay que tener en cuenta que cuando un vampiro 'despierta a la vida' a otro, se crea un vínculo íntimo entre los Dos.

Los padres adoptivos de Luana eran unos ricos hacendados del sur de Portugal. Tenían una cadena hotelera internacional, y unas grandes extensiones de terreno en el Algarbe. Como parte de su formación académica, Luana ingresó interna en un exclusivo colegio inglés. El Hillary Church College, un prestigioso internado donde se formaban también una gran parte de las hijas de la aristocracia inglesa. Su disciplina era rigurosa, y su nivel académico estaba a la altura del dinero que los padres de Luana pagaban por su estancia. Luana tenía un aspecto bastante enfermizo. Aunque físicamente aparentaba menos, había cumplido ya 16 años, y a esa edad los vampiros empiezan a tener problemas para asimilar la comida. Solemos estar alerta, y acudir a su lado, a fin de minimizar estos inconvenientes... En esta ocasión, sin embargo, no fue así. Luana al nacer, había quedado al cuidado de otra familia menos pudiente, pero los nuevos padres, ante la falta de dinero, optaron por entregársela a los que, a la postre, serían a sus ojos sus auténticos padres, ya que estos nunca le dijeron nada a Luana sobre su oscuro origen. Su anterior familia emigró a Macao y resultó muerta en los disturbios de la antigua colonia portuguesa, así pues, le perdimos la pista. Tardamos bastante en averiguar dónde estaba Luana. Tal vez por eso, no pudimos evitar los acontecimientos que paso a narrar. Brillante estudiante, Luana no tenía muchas amigas. Las señoritas bien inglesas la tenían por una advenediza. El retoño de unos nuevos ricos. Nunca había tenido novio, todo lo contrario que sus compañeras de cuarto. Compartía la habitación con otras tres chicas. Lady Michelle, Lady Sarah y Lady Isabelle. Las tres podían nombrar al menos cincuenta generaciones de ascendientes, y, en voz baja, varios bastardos reales en su árbol genealógico, algo que a Luana le resultaba incomprensible que alguien pudiese considerar un honor. Lady Michelle solía llevar la voz cantante. En el colegio se había establecido tácitamente por parte de las alumnas un sistema de clases idéntico al del exterior. Se permitía el paso a las de más alcurnia, no se empezaba a comer mientras ellas no daban la orden... Las demás, debían servirlas en todo, incluso en las gamberradas que pensaban contínuamente. Luana se había negado a ello desde el principio. Ella no pertenecía a la nobleza. A Dios gracias, Portugal era una república, así que allá se lo guisasen esas aristócratas. Ella estaba allí para estudiar, y no tenía reparo alguno en compartir las fiestas junto a los empleados de su padre en el cortijo durante sus estancias en el Algarbe.

Justo enfrente del Hillary, se encontraba el Trinity, su homólogo masculino. Allí estudiaban los novios de las tres compañeras de cuarto de Luana. Sarah e Isabelle ya habían tenido varios novios, pero Michelle no, ella solo salía con el joven que sus padres habían elegido ya para ser su esposo, el futuro conde de Essex, Peter Fitzpatrick, alguien adecuado a su alcurnia. Michelle quería llegar virgen al matrimonio. No es que no sintiese deseos de hacer el amor con Peter, por supuesto que los tenía, pero era algo que siempre había querido. Perdería su virginidad en su noche de bodas. Eso sí, comprendía perfectamente las 'necesidades' de un joven como Peter, e incluso le alentaba para que se desfogase con otras, evidentemente no de su clase, no lo soportaría, sino de la plebe. Así, a fin de cuentas, no tenía que pararle tanto los pies. O mejor dicho, las manos.

En cuanto a Sarah e Isabelle, a sus dieciseis años ya tenían bastante 'rodaje', y presumían constantemente de ello delante de Michelle y de Luana. Michelle sonreía. Ella aunque era absolutamente virgen, había compartido varias de las orgías de Peter, desde una distancia prudencial, eso sí.

Algo que sacaba de quicio a Michelle, era la fijación que Peter tenía por 'la portuguesa'. En alguna ocasión habían dejado abierta la ventana a propósito mientras se desnudaban para que los chicos pudiesen verlas a gusto desde lo alto de la torre del Ttrinity provistos de un buen telescopio. Y ahí empezó esa fijación tanto de Peter como de sus compañeros. Fruto de ese despecho fueron los acontecimientos que paso a narrar.

Al llegar las vacaciones de Semana Santa, las tres compañeras de cuarto de Luana se fueron rápidamente con sus familias de vacaciones, mientras Luana, por unos problemas en la cadena hotelera de sus padres, que debían viajar urgentemente a Macao y Timor, se quedaría en el colegio como su única alumna interna. Michelle rápidamente empezó a pensar como vengarse de Luana. Le haría tragarse su orgullo y su falta de respeto hacia ella y lo que ella significaba. Y además, acabaría con el deseo por ella de Peter. Nada más sencillo. Una vez Peter la tuviese, y con él todos sus amigos, se olvidaría de ella para siempre.

Luana recibió con alegría una nota de sus padres. Harían una breve escala en Londres para verla antes de proseguir viaje a Oriente. Le mandaban un coche para recogerla. La llevaría hasta ellos al Hilton y luego de vuelta al college. Además, les haría ilusión verla con el uniforme del colegio.

Al día siguiente, Luana esperaba con impaciencia en el hall del colegio el vehículo mandado por sus padres. Vestía un pulcro uniforme de chaqueta de traje y falda plisada gris azulados, camisa blanca con corbata a rayas azules y verdes y un jersey del mismo color que el traje. Su falda llegaba un poco por encima de las rodillas. Algo corta para el gusto de Luana, pero no había querido decirles a sus padres que debía comprar otro uniforme. El estirón que había pegado en el último trimestre había sido notable. Por otra parte, casi todas sus compañeras llevaban la falda aún más corta, así que la cuestión no molestaba en exceso a Luana. Llevaba su pelo rubio y liso recogido en una alta cola de caballo, lo que le daba un cierto aire infantil, aunque lo abombado del jersey en su pecho desmentía esa apariencia. Sus ojos eran profundamente grises, su piel pálida - como todos los de nuestra sangre - alta, y con una carita angelical.

No tardó en llegar una elegante limousine. Un chófer uniformado se bajó de ella y atentamente le abrió la puerta trasera. Luana corrió hacia el interior. El chófer puso en marcha el vehículo, y con suavidad salió a la campiña que rodeaba el campus. Al llegar a la desviación para Londres y Heatrow, el chofer se volvió y educadamente dijo:

- Disculpe señorita... - y mientras sonreía torcidamente y aguantaba la respiración, le hechó a la cara el contenido de un spray. Luana perdió casi en el acto el conocimiento, quedando totalmente a su merced.

* * * *

Michelle y sus compañeros esperaban algo nerviosos el resultado de su trampa. Habían encargado a un conocido de Peter, un hampón de tres al cuarto, el rapto de Luana. El dinero era suficiente, así que no debían de tener problemas. Ya casi anochecía cuando vieron llegar el coche que habían alquilado para el engaño. El chofer se bajó, cobró su dinero, y sin decir nada, se subió al auto que había dejado allí previamente y desapareció. No sabía quienes eran ellos, así que no podría delatarles. Nerviosos, Peter, Michelle y Sarah subieron al lujoso Bentley y enfilaron ruta a una apartada granja que tenían ya preparada para la ocasión. Michelle tuvo buen cuidado de aplicarle a Luana una nueva ración de cloroformo para que no despertase y los pudiera delatar.

Al despertar, Luana solo vió oscuridad. Tenía las manos atadas a la espalda, y una especie de mordaza en la boca. Se asustó. No entendía nada. Al parecer, el individuo aquel la había raptado, sin duda para pedir un rescate por ella. Debía mantener la calma. Podía oir una conversación lejana, pero no era capaz de distinguir nada.

De repente, se encendió la luz, y al menos diez figuras encapuchadas entraron en la habitación. Llevaban una especie de túnica floja y negra, pero aún así, Luana pudo entrever que había varias mujeres en el grupo.

- Mirad qué tenemos aquí chicos... una auténtica colegiala. Con su uniforme y todo. Tres, quítale las esposas.

Una de las figuras, que al parecer respondía al nombre de Tres, le quitó las esposas, mientras el que había llevado la voz cantante ponía un cd en el aparato de música.

- Bien nenita. Ahora quiero que nos hagas un buen striptease. Despacio, con sentimiento. Queremos ver si vales lo que hemos pagado por tí.

Luana miró sobrecogida de pánico al que había hablado. Movió rápidamente la cabeza a un lado y a otro sin atreverse siquiera a hablar.

- Bueno, Dos. Enséñale lo que le pasará si no colabora.

Otra de las figuras sacó de debajo de su túnica una gran navaja. Con gesto teatral la puso sobre la cara de Luana y dijo:

- Mira bonita, si no colaboras, te dejaremos la cara peor que la costa de Escocia. No te conocerán ni en tu casa, y nadie será capaz de mirarte a la cara... ¿ entiendes ?

Luana se sobrecogió aterrada. Aquellos sádicos iban a rajarle la cara. Deseó con todas sus fuerzas que aquello fuese una pesadilla. Sin embargo era real.

- No..., Nnnno, por favor. Yo no os he hecho nada... dejadme ir. Mis padres os pueden dar mucho dinero, pero no me hagais daño, por favor... por favor... - sollozó - ¿ qué os he hecho yo...?

Ante el silencio que siguió a estas súplicas de la chiquilla, una de las figuras dió un codazo a la otra, que salió de su ensimismamiento y continuó:

- Tú misma. Elige, el striptease o la navaja. Rápido - exigió mientras adelantaba la mano armada hasta casi tocar la cara de Luana -

- Está bien, está bien... pero no me hagais daño, por favor - lloriqueó Maria.

Se levantó, y poco a poco, al compás de la música, aunque de manera más bien torpe, se quitó la chaqueta, desanudó su corbata, fue desabotonando lentamente los botones de su camisa... se fue despojando en fin de sus ropas hasta quedar con las bragas y el sujetador blancos de encaje, con los brazos cubriendo sus pechos y temblando no sabía si de miedo o de frío. Tampoco se había quitado los calcetines ni los zapatos.

- Bien... esto promete... ¿ ves cómo no es tan difícil ?. - dijo número Uno.

Acto seguido, siete de las figuras se levantaron la parte inferior de las túnicas, quedando con sus atributos varoniles al descubierto. Al parecer, por el tamaño y lo empinado de los mismos, su anterior exhibición no había sido tan torpe y los había puesto a tono.

- Ahora toca chupete, zorra... vamos, haznos una buena mamada a todos.

Luana abrió desmesuradamente sus ojos sin llegar a comprender.

- Eh... seguro que no lo ha hecho nunca la jodida... - replicó alegremente otro de los hombres, el que tenía el miembro más monstruoso de todos ellos.

- Calla Tres. Seguro que ha chupado más pollas en su vida que días tiene el año... ¿verdad zorra?, cuando vas a tu tierra... seguro que se la mamas a todos los del pueblo ¿ eh ?

Luana negó fuertemente con la cabeza mientras retrocedía hacia la esquina de la pared. Nunca había estado con un hombre, así que en realidad apenas sabía nada del sexo. Los vampiros no solemos tener una adolescencia especialmente inclinada hacia los placeres de la carne. Es después del despertar a la vida de vampiro, cuando la sangre fresca revitaliza nuestros sentidos, cuando desplegamos esa salvaje sensualidad que llevamos dentro.

El llamado Dos volvió a sacar la navaja. La acercó de nuevo a la cara de la aterrada Luana hasta tocarle el cuello.

- Vamos golfa. Aprenderás rápido ya verás... - dijo con voz ronca una de las figuras femeninas que había estado hasta ese momento en un segundo plano. A Luana le resultaba vagamente familiar el tono, pero el pánico le impedía razonar.

-NNnno, no por favor... yo no sé hacer nada... nunca he estado con un hombre... por favor... dejadme, por favor... - siguió gimiendo Luana.

Dos la cogió bruscamente por el pelo y le apretó aún más la navaja. A la vez, hizo fuerza para que Luana se arrodillase.

- Ya oíste, puta... A chupar. Y más te vale que lo hagas bien... - amenazó.

Luana impulsada por el empujón de Dos, cayó de rodillas delante del primero de los hombres. Con los ojos desorbitados miró aquella enorme y palpitante barra de carne que se le ofrecía a escasos centímetros de su cara. Había caído justo delante de Tres, el de aquella 'cosa' monumental. A Luana casi le recordaba el aparato de los sementales de su padre en el cortijo. Era imposible que pudiese meter aquello dentro de su boca...

- Tranquila zorra, al principio parece imposible... pero te aseguro que no lo es... - le advirtió divertida otra de las voces femeninas, también enronquecida, parecía como si quisiesen ocultar su tono... - y como vomites, te lo haremos tragar de nuevo a golpes...

Luana abrió todo lo que pudo su boca, pero apenas pudo meter dentro el glande de Tres, que sonrió complacido.

- Ahhhh.... desvirgada por su primer sitio... - y apenas dijo esto cogió con sus manos fuertemente la parte trasera de la cabeza de Luana y la apretó contra él. Luana sintió en medio de arcadas incontenibles, cómo aquella cosa penetraba hasta su garganta. Manoteó desesperada sin poder respirar. Otra arcada le hizo retirar de repente la cabeza, para sentir en el acto una fortísima bofetada que le quedó marcada en la mejilla derecha, haciendo que su cabeza girase bruscamente hacia ese lado.

- Retirarás la cabeza cuando yo te diga. ¿ está claro ? y cuando me corra, te tragarás toda mi leche, zorra. No dejarás caer ni una gota. ¿ entendido ? - y otra bofetada en la otra mejilla le llevó la cabeza hacia el otro lado haciendo que saltasen aún más lágrimas de sus ojos.

Luana aterrada volvió a introducirse aquella cosa hasta el fondo, mientras Tres hacía que su polla entrase y saliese con fuerza acercando o alejando la cabecita de Luana a su cintura. En realidad estaba usando su boca como si se tratase de un coño.

- MMMMMPPPP...... MMMMMMMM - intentaba Luana respirar como podía.

Tras unos minutos interminables, y en medio de unos gemidos de Tres como si le estuviesen marcando con un hierro al rojo, Luana sintió como si un fuego salado y abrasador le entrase en la boca y le corriese garganta abajo. Tragó como pudo para no ahogarse aquel río de semen mientras respiraba ansiosamente por la nariz al apretar Tres su cabeza fuertemente contra su cuerpo. Tras unos segundos, Tres miró triunfante a sus compañeros.

- Una buena mamada. Aprenderá rápido, ya vereis... - y se separó para dejarse caer en la cama donde habían tenido a Luana.

Otro de los hombres se puso rápidamente en su lugar.

- Mi turno, zorrita. A ver su eres tan buena como dice Tres. - Y cogiendo su polla, más pequeña que la de Tres afortunadamente, se la metió en la boca de un solo envite.

Luana tuvo que pasar por este trance siete veces, lo que la convenció de sus sospechas. Tres de sus asaltantes eran mujeres. Al terminar, tenía la mandíbula casi desencajada. Apenas podía cerrarla de dolor. Y sentía el estómago completamente lleno del semen de sus violadores. Además, la cabeza le daba vueltas por las contínuas bofetadas de sus captores en cuanto hacía algo que no les gustaba. Semen reseco mezclado con otro aún fresco se le escapaba barbilla abajo mientras apenas podía dominar las arcadas.

- Bueno... ahoras descansaremos un poco... para continuar después, no te preocupes... - dijo Uno sonriendo a una de las mujeres con picardía.

- Dos, las esposas. - le replicó la mujer.

Luana fue nuevamente esposada a la cama y amordazada. La luz se apagó y no supo cuánto tiempo llevaba en esa situación hasta que volvieron a entrar las mismas figuras de antes.

Cogieron sus piernas y las abrieron de golpe para atarlas a las patas de la cama. La navaja dió buena cuenta de sus bragas y de su sujetador, quedando desnuda a las ávidas miradas de sus captores.

Tres de las figuras que no podía ver, al estar su cabeza hechada hacia atrás, se pusieron sobre ella, centrándose en lamer su clítoris. Luana botó alarmada. Entonces, una de las figuras le pellizcó el clítoris haciendo que gritase aún con la mordaza.

- MMMMMMMMMGGGHHHHH...

- No te lo hago para que disfrutes so zorra... - le dijo la figura mientras le daba otra bofetada. Al instante volvió a lamer su clítoris y llenar de saliva los labios de su vagina.

Tras unos minutos de tortura, le desataron las piernas y las manos, así como la mordaza, quedando de nuevo en pié ante sus secuestradores. Luana apenas se podía cubrir sus partes más íntimas con las manos lo que, contrariamente a lo que era su intención, excitaba aún mas, al parecer, a sus captores.

- Tres, en esta ocasión tú irás el último, ¿de acuerdo ?

- Vale Uno. Yo ya he sido el primero por otro sitio... - dijo Tres divertido.

- Cogedla - indicó Uno mientras se acostaba en la cama boca arriba.

Varias manos cogieron fuertemente a Luana, inmovilizándola por completo. Abrieron de golpe sus piernas en una postura realmente acrobática, dejándola suspendida en el aire colgada de los brazos que otra manos le sujetaban.

La llevaron en vilo hasta donde Uno se encontraba acostado, mientras una de las mujeres le cogía su polla que amenazaba con estallar y la mantenía completamente en vertical. Luana abrió de nuevo desmesuradamente los ojos.

- NO, POR FAVOR, NOOOO... POR FAVOR, NOOOOOOOOO.... - dijo al ver lo que pretendían.

- AHHHHHHHHHHHYYYYY... AHHHHHHHHHHHHHH... - gritó desgarradoramente Luana cuando la sentaron con las piernas enormemente abiertas sobre aquella estaca que se le introducía por su vagina.

Uno la cogió por las caderas para impulsarse más aún, y con un fuerte empujón, entró hasta el fondo de Luana que notó cómo un dolor inmenso en el fondo de su vagina le subía hasta la cabeza convulsionándola.

- OOOHHHHHHHHHAAAARGGGGGGGHHHHHH.... ARGGGGG.... NO... BASTA. BASTAAAAAA

Todo su cuerpo era sobado sin compasión por decenas de manos. Algunas apretaban con fuerza sus pezones, sin duda para tratar de hacerle el mayor daño posible. Sus piernas fueron dobladas rudamente hacia atras. Luana, al quedar en esta posición, se venció ligermente hacia adelante con aspecto desmadejado cuando sintió una nueva intrusión, esta vez en su trasero. Dos apretó fuertemente su pene contra el último agujero virgen de Luana que volvió a abrir los ojos incrédula al sentir aquel lacerante dolor que le partía el ano.

- No te resistas... o tendrás que usar pañales para el culo el resto de tu vida zorrita... -exclamó rudamente Dos.

- NO, POR FAVOR... NOOOO... POR AHÍ NOOOOOOOO... NOOOO... AYYYYYY...

Dos se agarró con fuerza a las caderas de Luana, y de otro fuerte envite enterró su polla dentro de Luana que volvió a gritar con fuerza entre el aplauso de los presentes.

- Vaya suerte... desvirgada por sus dos agujeros a la vez... no te quejarás guarra... - le indicó la voz femenina desgarrada de antes. Sin duda usaban un enmascarador de voz. - Dale, Dos. Parece que le gusta a la putita. Dale más fuerte - animó al que la estaba sodomizando.

Otro de los hombre decidió que era su momento, y cogiendo a Luana por la cola del pelo le introdujo el pene de nuevo en la boca.

- Bien, mamona. Ya sabes lo que tienes que hacer...

Luana ya no se podía sostener, pero entre las manos que la cogían y las pollas que la penetraban no se podía tampoco dejar caer. Una rueda infernal de violaciones se sucedieron. Uno tras otro, todos los hombres fueron corriendose dentro de todos sus agujeros.

- Basta... por favor... ya... no puedo más.... por favor... por favor... dejadme...

Luana parecía la rodaja de queso o de jamón en medio de un sanwich. La estaban penetrando a la vez por delante y por detrás. La pusieron a cuatro patas y mientras la penetraban salvajemente, ya por el coño, ya por el culo, la agarraban del pelo para poder impulsarse mejor. Al final, cuando todo terminó y la dejaron rota, desmadejada sobre la cama, Luana notaba como por entre sus muslos corría un líquido caliente y viscoso. Sangraba por la vagina y por el ano. Notaba los labios hinchados y tumefactos, sin duda fruto de las bofetadas y de los esfuerzos por satisfacer los penes de sus violadores.

Luana se sentía morir. Sollozaba casi en silencio. Pensó que ya todo se había acabado, pero nada más lejos de la realidad. Ahora tomaban las mujeres el protagonismo.

- Traedla.

Luana fue llevada a rastras tras ellas. Ya en el salón, la arrodillaron y la ataron a las patas de una mesa baja de metacrilato. Todo su cuerpo estaba sobre la mesita, y sus brazos y sus rodillas, en el suelo, atadas a las patas, con lo que mantenía una postura que parecía que ofrecía el culo a sus captores.

- Bien... veamos qué tal tiene el culo. Vaya... era estrecha la putita. Tres. Es tu turno. - exclamó una de las mujeres.

Tres sonrió mientras apoyaba el glande de su descomunal polla en el trasero de Luana. Con dificultades, pese a lo dilatado del ano de Luana por las contínuas violaciones, fue entrando hasta la mitad. Luana reaccionó ante esta nueva violación gritando otra vez.

- AHHHHHHHH... AYYYYYYYYY.... basta, por favor - suplicó ya sin fuerzas apenas para gritar - Bastaaaaaaaa.....

Tres sonriendo, con un fuerte golpe de riñon, se incrustó totalmente dentro del culo hasta tocar con los testículos su coño. Luana berreó de nuevo, ya sin fuerzas. Le parecía que la polla de Tres le llegaba a los intestinos. Tres empezó a bombear. Con fuerza, con método, hasta que se corrió dentro de Luana que parecía haber perdido el conocimiento.

- La muy golfa se ha desmayado... bien... despues continuaremos - dijo la mujer.

Luana reconoció la voz entre brumas. Michelle. Luego las otras eran sus compañeras de cuarto. De repente, como si de una explosión se tratase, pudo ' verse ' durante un instante por los ojos de Michelle... estaba atada a aquella mesita... Fue como un flash. Pese a todo, Luana tuvo la suficiente lucidez para no desvelar ese conocimiento. Si demostraba conocerlas, sin duda no saldría viva de allí... aunque en realidad, ya no sabía si se debía aferrarse a la vida o no...

Al cabo de un rato, cuando Luana se recuperó un poco, sintió cómo una lengua rasposa le lamía sus muslos. No podía ver, pero las risitas de los que tenían delante indicaban una nueva clase de tortura.

- Bien Sultán... ahí la tienes... es toda tuya.

Al instante, Luana notó como si algo parecido a unas garras le arañasen la espalda mientras una verga monstruosa, mucho mayor que la de Tres empezaba a meterse torpemente por su vagina. En unos segundos, notó todo su interior lleno.

- AHHHHHH... AHHHHH... BASTAAA... AAAAYYYY...

Levantó la mirada mareada y vió en un espejo que le habían puesto delante cómo un enorme perro mastín estaba sobre su espalda... ¡ estaba siendo violada por un perro!...

Las figuras jaleaban a Sultán, mientras el perro haciendo gala de un increíble aguante no paraba de follar a Luana. Esta perdió varias veces el conocimiento, para al recuperarlo notar horrorizada como seguía siendo cabalgada por aquel imponente mastín.

Cuando terminó, Luana sintió como el semen del perro le llegaba casi hasta la garganta. Era realmente increíble la cantidad de semen que estaba soltando el animal. Pero al parecer, no se podía salir. Cada vez que lo intentaba, un dolor atroz le machacaba la matriz. Poco a poco, y tras un tiempo interminable de tortura, el perro se consiguió salir del interior de Luana. Esta boqueó al borde del desmayo de nuevo.

- Traedla al establo. La arreglaremos un poco... - indicó la mujer.

Luana fue llevada en volandas de nuevo en medio de grandes risotadas hasta el establo. La arrojaron en el suelo y una de las mujeres enchufó un potentísimo chorro de agua fría que la despertó de repente. La atacó con crueldad con el agua por todo el cuerpo. Cuando consideró que ya tenía bastante cerró el grifo. Luana tiritaba en el borde a la inconsciencia.

- Ponedla a cuatro patas. - sus compañeros se apresuraron a cumplir la orden.

La mujer metió la punta de la manguera en la vagina de Luana y abrió de nuevo el chorro. Luana aulló. Notó como si una barra de hielo la transpasase de abajo arriba. Se cayó de nuevo al suelo zafándose así del castigo... para notar que era puesta de nuevo en la misma posición. Esta vez fue su culo el que fue agradido de aquella salvaje manera. En ese punto, Luana perdió de nuevo completamente el conocimiento.

Cuando despertó, estaba vestida de nuevo con sus ropas, y estaba siendo sobada por un par de mendigos que habían conseguido ya quitarle las bragas en un oscuro callejón. Luana apenas podía gritar, pero sacando fuerzas de flaqueza dejó escapar un débil grito que alertó a la policía que pasaba cerca y detuvo a los dos mendigos.

Scotland Yard no pudo sacar ninguna pista de su relato. Al parecer, había sido lavada a conciencia. Habían quitado todo resto de semen de su cuerpo, o cualquier pista que llevase al esclarecimiento de los hechos. Los padres de Luana se la llevaron a Portugal, y allí en un ataque de locura, se abrió las venas.

Las autoridades, respetando el dolor del padre de Luana no le hicieron la autopsia, a pesar de ser un claro caso de suicidio. La historia de lo sucedido había conmocionado a todo el pueblo. Su entierro fue una muestra de dolor popular. Todo el pueblo se reunió allí para darle su último adiós a la niña. Atraído por las noticias, allí estaba yo también.

Al anochecer, levanté con ayuda de una barra de hierro la losa del panteón familiar. Cogí en brazos al cuerpo frío e inerme de la muchacha, y me perdí en la noche. Ahora empezaba la verdadera educación de Luana.

Mi Mercedes pasó raudo la frontera hacia España. Prefería no quedarme en Portugal, no fuera que alguien me hubiese visto. Había dejado la tumba como si no hubiese pasado nada... pero nunca se sabe. Por cierto, es una suerte que no sea necesario pasaporte ni pasar trámites de aduanas en la Unión Europea.

Había dejado alquilada una casa de campo en las cercanías de Jerez de la Frontera. Quería estar alejado de miradas curiosas. Y además, así tenía tres localidades relativamente importantes cerca, por si me tenía que proveer de algún 'donante'.

Lo primero que hice fue alimentarme hasta quedar saciado. Dos chicas y un chico - novio de una de ellas - que había dejado encargados de la casa, me sirvieron para ese fin. Me parecía que con esos tres donantes sería más que suficiente. Para minimizar riesgos, tenía abundante comida y provisión de pastillas de hierro y vitaminas para ellos. No era cosa de que se me muriesen.

Ateá las piernas y los brazos de Luana a una camilla e introduje por su boca un tubo flexible de plástico hasta llegar a su estómago. Luego, haciendo un pequeño corte en mi muñeca, dejé que mi sangre fluyese hacia ella. Ya sé que puede ser más científico una transfusión... pero siempre se hizo así, y funciona. Realicé esta operación unas tres veces. En cuanto notaba que había pasado medio litro de mi sangre hacia Luana, interrumpía el flujo y me alimentaba de nuevo adecuadamente. Tras recibir en su cuerpo un litro y medio de mi sangre, Luana seguía igual, pero yo sabía que eso era solo una falsa apariencia. La pérdida de su sangre anterior era lo que hacía que siguiese con su palidez cadavérica. Si no hubiese sido así, mi sangre ya la habría revivido.

Decidí esperar. Al cabo de unas horas, el monitor al que estaba conectada Luana detectó un débil latido de su corazón. Fue algo aislado, aunque era solo el principio de la vuelta a la vida de Luana. Volví al trasvase de sangre. Al llegar a los cinco litros me sentía exhausto. Tenía que parar. Además, cuando Luana despertase debía estar fuerte, o de lo contrario, podía ser ella la que me dominase a mí.

Salí a dar una vuelta por Cádiz de noche. Alguna prostituta, un par de camareras de un pub, y un agente de la policía sirvieron para reponer mis fuerzas. No les pasó nada grave, simplemente se encontrarían mareados y sin fuerzas toda la noche, y no recordarían nada.

Al regresar miré de nuevo el monitor. El ritmo cardíaco de Luana casi se había estabilizado en unas quince pulsaciones por minuto. Volvía a la vida. Los vampiros no somos inmortales, claro está, pero sí tenemos bastante aguante. Para ser sinceros, olvidaros de las historias de que es necesario una estaca en el corazón y todo eso. Para matar a un vampiro es necesario separarle la cabeza del tronco. En realidad, separar su cerebro de la médula. Si dejamos la columna vertebral de un vampiro conectada al cerebro, solo hay una muerte aparente. Incluso con el resto del cuerpo destrozado - o una estaca en el corazón -, las heridas del vampiro lentamente se cerrarán, o sus miembros volverán a crecer. Se le puede revivir como yo estaba haciendo con Luana. Le desaté las manos, pero no los pies. Me dispuse a esperar con paciencia.

Yo ya sabía lo que ocurriría a continuación, así que estaba preparado. De súbito, Luana abrió los ojos. En estos momentos, ella no era dueña de sus actos, era el instinto de nuestra raza lo que la guiaba. Tras mirarme, se lanzó sobre mí. Sus dientes desgarraron mi carne mientras chupaba ávidamente mi sangre. Podía rechazarla, pero no lo hice, debía dejarla beber por sí misma. Cuando me empecé a marear consideré que ya era suficiente y la aparté con fuerza.

- Basta. Ya es suficiente.

Luana gruñó e intentó seguir con su ataque con la mirada extraviada. Parecía un niño al que se le retira el pecho nada más que empieza a salir la leche. No pudo conmigo. Mi fuerza era superior a la suya, así que a pesar del dolor de sus ojos, y del caos que tenía en su mente y amenazaba con obnubilar también la mía, la volví a dejar sobre la camilla. Realizó unos vanos intentos por zafarse de mi presa pero no lo logró. Le até las manos de nuevo.

Llamé a mis criados. Le hice unas pequeñas incisiones en los brazos y los puse al alcance de Luana. Notó al instante la diferencia. Aquella sangre no era como la mía, no la abrasaba por dentro. Al contrario, le calmaba la sed. Al cabo de un tiempo, Luana ya bebía sin tanta ansia, así que les curé las heridas y los mandé fuera. Luana me miraba sin comprender nada. Su mente estaba en blanco. era como un animal que lo único que quiere es alimentarse. Todavía quería más, así que estaría atenta a mis palabras. Si la dejaba saciarse por completo, volvería a dormirse.

- Hola Luana. ¿ Sabes que te llamas Luana ?

Tras pensar un momento y pestañear, como si no me entendiese, Luana asintió con la cabeza. Poco a poco empezaban a volver sus recuerdos.

- Tal vez no te acuerdes de tu pasado, pero lo recordarás dentro de un momento. Para eso estoy aquí, para ayudarte.

Luana quedó confundida mientras yo notaba cómo su actividad cerebral iba en aumento. Cuando las lágrimas asomaron a sus ojos consideré que sus recuerdos ya estaban de nuevo completados.

- Sí, has muerto para todo el mundo. Pero no para nosotros, tus congéneres. No has conocido a tus verdaderos padres. Los que conocías como tales te adoptaron siendo una recién nacida. No eres como los demás... eres una vampiro. Como yo. No, no pienses que te he mordido en la yugular y te he convertido en vampiro... eso son cuentos de viejas. Simplemente no eres humana y nunca lo fuíste. Ya antes de tu... accidente, estabas débil, enfermiza... era la llamada de tu raza ¿ recuerdas ?. Los alimentos no te saciaban, y notabas que necesitabas otra cosa... sangre. Por mucho hierro que te recetasen los médicos no mejorabas... parecías tener anorexia a pesar de comer como una poseída.... Ya has dejado de poder asimilar alimentos con tu estómago. Ahora es sangre lo que necesitas. Por otra parte, esta vida no está nada mal, te lo aseguro. Ah, y otra cosa, casi nada de lo que cuentan de los vampiros es cierto. Pero harías bien en preguntarme sobre ello cuando tengas alguna duda. Y sobre todo... tengo que estar delante mientras te alimentas. No podemos andar dejando un reguero de muertes humanas por ahí... no estaría bien.

Luana apenas pudo asimilar toda la información que le dí. Ya lo suponía, así que no la desaté. Al día siguiente entré con una de las chicas. Noté que Luana estaba hambrienta de nuevo. Intentó romper las cadenas sin conseguirlo, eran suficientemente fuertes.

- ¿ Quieres beber su sangre verdad ? - noté un estremecimiento en Luana. Se daba cuenta de que era verdad lo que yo le decía, pero por otra parte le repugnaba reconocerlo. Ordené mentalmente a la chica que me acompañaba que se sentase en un sillón.

- Puedes alimentarte... pero debes aprender. Puedes dominar con tu mente a los humanos. También debes aprender. Puedes hacerles creer lo que tú quieras, y hacerles ver lo que tú quieras, pero debes aprender. Para eso estoy aquí. Concéntrate en la chica. Piensa en ella, entra en su mente, y ordénale que se acerque a tí.

Luana lo intentó sin conseguirlo. No obstante, yo notaba como poco a poco su fuerza interior aumentaba. Llamé a los otros dos sirvientes y decidí dejarla sola en la habitación. pero antes advertí:

- Te dejo intentarlo. Pero recuerda que la herida se la haga con la cuchilla de afeitar, y que sea superficial. Moderación, Luana. Moderación.

Cuando me asomé de nuevo en la puerta Luana, todavía encadenada, bebía glotonamente del brazo de una de las muchachas que tenía los ojos en blanco, en un orgasmo permanente, mientras su novio la enculaba entusiásticamente a la vez que la otra chica le acariciaba los testículos. Al parecer, Luana aprendía rápido.

* * * *

Tardé algún tiempo en educar a Luana, y tuve que propinarle más de un golpe para conseguirlo, pero un día, casi cuatro años después, me miró con una sonrisa luminosa en el rostro.

- Ya estoy preparada Baldus.

- Bien. Si quieres puedes acompañarme un tiempo en París. Dispones de un pequeño capital que he puesto a tu nombre. Debes intentar pasar desapercibida unos años, hasta que nadie que te haya conocido pueda ya acordarse de tí. ya sabes, los vampiros tenemos todo el tiempo del mundo.

- Tengo una deuda pendiente. Luego, te acompañaré a París.

- ¿ Qué vas a hacer ? - pregunté sabiendo de antemano la respuesta.

- Justicia Baldus. Justicia.