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Hermanas (II: Dulce encuentro)

en Amor filial

Ya habían pasado unos días desde lo que pasó con Paola en mi cuarto, pero con sólo acordarme de aquello me ponía muy caliente. Una noche en la que iba a bailar, me detuvo en la puerta y me dijo que regresara temprano porque ya era hora de pagar, mis padres no estarían ya que viajaron el día anterior por cuestión de negocios y no regresarían hasta el lunes siguiente y teníamos la casa todo el fin de semana para nosotros. Cada cual tenía sus planes y creo que Paola sabía bien lo que quería.

Gabriela había salido a una fiesta en casa de una de sus amigas y se quedaría a dormir ahí, Carolina fue a casa de una amiga en donde dormiría y yo, me la pasaría de reventón con mis cuates toda la noche.

Ese día llegué algo temprano vi a Paola que estaba en la puerta de su cuarto y como yo tenía mucho sueño no le hice caso y subí a mi cuarto, estaba cansado, solo quería dormir, me quité la ropa y me acosté en la cama. Durante un rato, dormí profundamente pero entre sueños escuché ruidos que hicieron que me despertara.

Cuando desperté (todavía no amanecía), tenía puesta una venda negra en los ojos, la cual me impedía ver algo, no podía moverme, estaba atado de pies y manos a la cama, de repente alguien empezó a acariciar y a besar mi cuerpo bajando hasta mi pene, pasando su lengua por todo mi cuerpo, haciendo que mi pene se pusiera duro poco a poco.

-¿Ya despertaste?- no pude reconocer la voz, no era de Paola y la voz venía de un lado y no de entre mis piernas, donde alguien había empezado a chupar mi pene que ya se encontraba erecto.

-¿ Quién eres?, ¿Por qué no me quitas la venda?...

-No te la voy a quitar, tu hermana ya me contó que eres un niño malo.

-¿Por qué me hacen esto?- de repente cesaron las chupadas de pene.

-¿Que no te dije "que es hora de pagar"?.- era Paola, ella me estaba mamando mi verga, ¿qué habrá planeado? Eso era lo único que recorría mi mente.

-Relaja y goza lo que estas a punto de sentir.

Al terminar de decir esto, empecé a sentir como unas manos suaves y tibias recorrían mi abdomen, arañándome mi pecho, mientras que otras manos jugaban con mi entrepierna apretando y jalando mi pene, besando mis muslos pasando su lengua alrededor de ellos bajando y subiendo lentamente, entrando y saliendo de mis nalguitas con su lengua húmeda, jugando con delicadeza. Me habían puesto muy excitado, quería ver quién era la otra mujer, de pronto una de ellas se montó en mi abdomen y empezó a moverse de adelante para atrás, restregando su sexo en mi abdomen y acariciándome el pecho, el cual ya estaba bastante arañado, de vez en cuando se inclinaba para besarlo, besar mi cuello y rozar sus labios con los míos, se acercaba y rozaba mi boca con sus senos y sus pezones, las tenía duras, parecían piedra. En mi desesperación logré aflojar la venda de los ojos y pude ver a la mujer que me montaba, la había visto antes, era amiga de Paola, su nombre es Natalia, una güera de ojos verdes y de buen cuerpo, unos senos grandes, redondos con unas tetillas perfectas, sus senos se movían al compás de sus movimientos que producían sus caderas en mi abdomen, ya había esparcido muchos de sus líquidos en mi abdomen, se notaba que estaba bien caliente. Cuando se dio cuenta que la observaba, se detuvo y se levantó. Paola seguía chupando mis huevos, no sé había dado cuenta que me había quitado la venda de los ojos.

-Vaya que eres un niño malo, ¿cómo te atreves a quitarte la venda de los ojos?.- Paola se levantó, miró a los ojos a Natalia, con una sonrisa de diablilla, y dijo:

-¿Hacemos la cabalgata?...

-¿Tienes mi juguete favorito?.- Paola asintió con la cabeza, las dos sonrieron de oreja a oreja, Paola salió del cuarto rápidamente, mientras en los ojos de Natalia se podía ver una chispa de alegría.

-¿Qué van hacer?.

-Ya veras... te utilizaremos como caballo.- no entendí a qué se refería.

Natalia tomó un frasco de mermelada que se encontraba de un lado de la cama y se empezó a untar todo su pecho ella, después viéndome empezó a untarse en los muslos y en su vagina, hundiendo sus dedos llenos de mermelada de fresa en su vagina y en su ano, se pasaba los dedos de un lado a otro, frotando de su clítoris con la mermelada, se acercó a la cama y se subió en ella. Empezó a caminar en la cama y se detuvo arriba de mi cara, poco a poco descendió quedando de rodillas con su vagina a pocos centímetros de mi boca, sacó un poco de mermelada con sus dedos y me la untó en la boca, chupé todos sus dedos. Acercó su vagina a mi boca, mi lengua empezó a hurgar en su interior, la mermelada se derramaba en mi lengua y alrededor de mi boca mezclado con sus jugos vaginales que eran evidentes por su excitación. Restregaba sus manos en sus senos esparciendo la mermelada por ellos y su vientre.

-Hhhhmmmm, máss adentro, mássss. -sus gemidos y movimientos se hicieron más intensos.

En ese momento entró Paola con dos cajas en manos las asentó y de una de ellas sacó una varita negra, unas esposas metálicas y un cinturón con un pene grande y ancho por delante y uno delgado por detrás, el cinturón se ajustaba en las piernas dejando una abertura que dejaba ver su ano.

Natalia se levantó y se sentó en mi abdomen dándome la espalda, Paola se acercó a la cama con el cinturón puesto, el pene delgado estaba dentro de su vagina y el otro estaba ya lubricado, se acercó y empezó a descender sobre mi pene, de un solo empujón se lo introdujo todo, hasta el tope, Natalia levantó sus piernas hasta los hombros de mi hermana ofreciéndole su sexo que inmediatamente empezó a penetrar, con la enorme verga de plástico que tenía mientras que con su lengua devoraba los senos llenos de mermelada. Un pequeño gemido salió de Natalia al sentir que la enorme verga topaba hasta el limite y aún faltaba la mitad del pene, sus gemidos aumentaron con el movimiento de caderas de Paola, que poco a poco hacían que Natalia se estremeciera de placer, mi pene se movía dentro de su ano, Paola empezó a gemir, ella no sólo tenía mi pene, sino que tenía el otro pene de plástico en su vagina, en poco tiempo Natalia alcanzó el orgasmo entre gemidos de ella y de Paola, con tal espectáculo de gemidos y de sus cuerpos moviéndose, eyaculé dentro de Paola.

Cuando Natalia terminó, se levantó, mientras que Paola me desataba, Natalia se acercó a la otra caja que había traído Paola, de ella sacó un frasco con lubricante y un consolador todo torcido, como un saca-corchos, se sentó en el piso con las piernas abiertas y flexionadas, mostrando su enrojecida vagina, que estaba chorreando de sus fluidos en pequeños hilos que bajaban hasta sus muslos de donde los tomaba con las puntas de sus dedos y los chupaba. Paola se levantó y se agachó enfrente de Natalia, quedando su cara enfrente de la vagina de ella y ofreciéndome su hermoso culito, el cual empecé a acariciar. Paola ya tenía en sus manos el consolador y, mientras le chupaba la vagina, le introducía un poco del pene a Natalia, esta se encontraba más excitada que antes.

Me acerqué por detrás de Paola y la despojé del cinturón con el enorme pene y con mis manos le acaricié sus nalguitas y sus muslos, pasando mis dedos por su vagina y su ano, dándole pequeños lengüetazos y mordiscos a sus labios vaginales, estos estaban húmedos y ardientes su olor y sabor eran exquisitos, mi pene ya se encontraba en pie de guerra de nuevo. Así, a cuatro patas empecé a meterle mi pene en su vagina y un dedo por el culo, mientras que con la otra mano le agarraba sus pezones, su vagina estaba completamente húmeda, sus caderas se movían al compás de mis penetraciones. En pocos instantes sentí como su vagina se contraía en unos espasmos por un intenso orgasmo, entre los gemidos de Paola y de los de Natalia que tenía hasta el fondo de su vagina el pene que le metía mi hermana, tuve un fuerte orgasmo dentro de mi hermana, esto terminó de agotarme, pero ellas aún no estaban satisfechas y querían más, Paola y Natalia se colocaron frente a mi pene y empezaron a lamerlo con mucho cariño y mucha delicadeza pasando las puntas de su lengua por todo lo largo y ancho de mi enrojecida verga, acariciando mis muslos y mis huevos, pellizcando mi abdomen y besándolo, me sentía desvanecer por tremenda mamada que me daban las dos, que en pocos segundo conseguí tener una nueva y rejuvenecida erección a punto de estallar, las venas de mi pene, saltaban más de lo normal. Las detuve antes de que me hicieran eyacular por tercera vez, me levanté y tomé el consolador más grande, el cual aún continuaba totalmente lubricado por los jugos de Natalia, mire como Natalia lamía los senos de Paola, que ya se encontraba algo cansada, sus manos recorrían su cuerpo separando sus piernas y acariciando sus labios enrojecidos, acariciando el clítoris de mi hermana y tomando parte de mi semen que aún salía de ella. Me arrodillé atrás de Natalia, tomándola por la cintura hice que levantara sus nalguitas, le besé las nalguitas, eran suaves pero firmes al tacto, su cuerpo se estremeció como si supiera lo que haría, separé sus hermosos glúteos y con mi lengua recorrí su canal hasta llegar a su ano, el cual penetré con mi lengua húmeda y caliente, mientras mis manos acariciaban sus muslos subiendo a su nido introduciendo las yemas de mis dedos. Natalia emitió un gemido ahogado en respuesta a lo que le estaba haciendo por detrás.

Le amarré las manos a una de las patas de la cama dejándola acostada boca abajo y con su culo en el aire, me separé un instante para ver el hermoso trasero que tenía, pero en eso Paola tomó el consolador que tenía en las manos y se acercó a Natalia, y así como estaba le empezó a meter el pene por el ano, el pene era el doble del grosor que el mío y el ano de Natalia era muy pequeño, solo había entrado la punta y los gemidos de Natalia no se hicieron esperar, eran gemidos de dolor y placer mezclados en su llanto por tener un tremendo pene en su ano, sin avisar, Paola se lo introdujo de un golpe sus gritos llenaban todo el cuarto, movía sus caderas y trataba de liberarse de las esposas, pero no podía. El pene salía por inercia rápidamente, pero Paola lo volvía a introducir de un solo golpe, de pronto ya no salía y sus gemidos y jadeos eran más intensos y por sus muslos había una gran cantidad de líquidos que salían de su vagina y caían al suelo, me levanté y me coloqué atrás de ella con la punta de mi pene apuntando a la entrada de su vagina, el cual estaba duro como una roca, y de un golpe se lo introduje provocando unos gemidos aún más intensos, su vagina hervía y se encontraba más que húmeda parecía un mar.

No sólo era mi pene lo que tenía dentro sino que el consolador estaba en el ano y con cada movimiento que hacía lo empujaba más y más fuerte, provocando unos intensos gemidos y orgasmos. Sus gemidos, quejidos y contracciones vaginales, elevaron mi excitación provocando que en poco tiempo un ultimo orgasmo intenso que terminó por agotarme, sólo me acosté de un lado de ella viendo como se mezclaban mi semen con sus jugos vaginales.

Paola se acercó desató a Natalia y se colocó junto a mí abrazándonos los tres, yo entre las dos, y así nos quedamos dormidos.

Continuará...

Dhariuss

Dhariuss@elfoco.com