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Bambi (IV)

en Intercambios

Como veis la serie sigue y seguirá mucho más puesto que desde que empecé a hacerle las sorpresitas a mi marido no he parado, no es que tenga tantas oportunidades como yo quisiera, pero no me puedo quejar.

Como en otras veces nos encontrábamos de viaje, pero esta vez era por trabajo más que nada, nos quedábamos a dormir en casa de unos familiares y como supongo le pasa a la mayoría de la gente, cuando estás en una casa ajena no es que te encuentres muy cómoda, así que como es lógico estuvimos unos cuantos días sin practicar nada de sexo, la verdad es que teníamos muchas ganas los dos, pero ya se sabe en una casa donde las paredes parecen de papel yo no me arriesgaba a nada me daba mucha vergüenza.

Una tarde cuando regresábamos de ocuparnos de algunos asuntillos de trabajo pasamos por un pueblecito donde mi marido se acordaba que había un sex-shop bastante bueno, me dijo si me apetecía que nos paráramos un ratito para ver, yo bastante curiosa acepté encantada, así que entramos en la tienda, era guapísima, con todo lo último el encargado muy gentil nos mostró casi toda la tienda, y yo como siempre no podía irme de allí sin haberme comprado algo, me probé unos cuantos vestidos y una botas de piel guapísimas pero claro todo valía súper caro pero aún así mi maridito me regaló un vestido precioso. Cuando ya habíamos salido de la tienda y yo estaba mirando el vestido en el coche mi marido se dio cuenta de que en la etiqueta estaba escrito el lugar donde se fabricaban aquellos vestidos y era un sitio que él conocía así que nos dirigimos hacia aquel lugar, era como una fábrica pero todo de lencería y vestidos sexy, aquello era como un paraíso, todo me gustaba estuve más de dos horas probándome ropa y conjuntos, y aunque allí costaba un poco menos dinero seguía siendo bastante, pero me compré otros dos vestidos más, guapísimos pero sobre todo súper sexy.

Aprovechando que tenía que estrenar mis vestidos mi marido me dijo que por qué no íbamos a algún club de intercambio, ya que en aquella casa no hacíamos nada y nos moríamos de la gana de un buen polvo. El muy listillo se había hecho dar unas cuantas direcciones de clubes del chico del sex-shop, así que llamó a uno de ellos y le contestó un chico joven diciéndole que el club esa noche estaba cerrado al público pero que si queríamos él se ofrecía, mi marido me lo consultó y yo aunque con un poco de miedo acepté. No me parecía tan bien la idea porque y si el chico no me gustaba, no me gusta practicar el sexo con una persona que me desagrada, pero tenía ganas y esa fuerza era superior a mí.

Así que, aquella misma noche me puse el vestidito que me había comprado, me arreglé mucho para aquella noche, mi marido cogió su cámara fotográfica para aprovechar la ocasión de hacerme algunas fotos. Nos dirigimos hacia el club, el chico estaba esperándonos en la puerta, yo estaba bastante nerviosa, por si no me gustaba, pero cuando lo vi me gustó bastante era un chico bastante guapo, pero muy atractivo, iba muy bien vestido y llevaba un perfume que me gustaba mucho, así que enseguida nos caímos bien, entramos en el local, él no era el jefe, pero trabajaba allí, así que teníamos que tener cuidado de no hacer mucho ruido para que nadie se enterara. Cuando entramos me encantó el lugar era un club fantástico, pero lo que más me llamó la atención fue ver una barra como esas en las que bailan las mujeres en las películas, no le quité el ojo de encima en toda la noche. El chico nos ofreció una copa y empezamos a hablar, mi marido le contó cómo eran las cosas, lo que nosotros queríamos y lo que no queríamos, el chico aceptó encantado incluso aceptó la idea de que mi marido nos hiciera algunas fotos mientras lo hacíamos sin que se le viera la cara a él por supuesto.

Después de dos copas empecé a desnudarme y le dije a mi marido si me hacía algunas fotos en la barra aquella, le preguntamos al chico que aceptó enseguida, incluso me puso un poco de música para que yo pudiera bailar mientras mi marido me fotografiaba, salieron unas fotos preciosas. Después de eso pasamos a las habitaciones, mi marido me dijo al oído que me comiera al muchacho, aquello me excitó muchísimo, así que mi marido empezó a desnudarse y el chico también, mientras tanto yo ya estaba tendida encima de la cama empezando a calentarme. El chico estaba muy cortado y aunque había salido de él la oferta de ir al club era la primera vez que hacía algo así, supongo que nunca se habría imaginado la idea de que íbamos a aceptar tan rápido. Mientras se quitaba los zapatos y los calcetines ya me tiré encima de él tocándole y tocándome a mí, no tardó mucho en terminar de desnudarse y nos fuimos juntos hacia la cama, mi marido desnudo del todo no participaba para nada se dedicaba sólo a hacernos fofos.

Al chico le costaba un poco centrarse en cuestión creo que era porque mi marido estaba allí, así que tuve que dedicarme un buen rato a chupársela con mucho esmero para ponérsela bien dura, pero no me costó tanto mientras se la chupaba él me tocaba los pechos y me los comía como un poseso, me decía que nunca había visto unos pechos tan bonitos y tan grandes. Después de pasar un rato así, le coloqué el preservativo y me monté encima de él, clavándome en mi humedecido conejito el duro bastón de aquel chico y empecé a cabalgar encima suyo como una loca, moviéndome y gimiendo como nunca, la verdad es que me lo estaba pasando en grande, cuando estoy encima de un hombre me siento como una verdadera zorra, yo llevo las riendas y eso me vuelve loca, estuve así hasta que me corrí dos veces, pero el chico tenía bastante aguante y no se corrió me dijo que quería follarme en todas las posturas. Mientras tanto mi marido sacó unas fotos preciosas y también él aunque tenía la polla dura como un palo no se corría estaba esperando el momento adecuado.

Seguimos un buen rato en aquella cama probando muchas posturas y yo corriéndome como una loca y mi marido diciendo que no aguantaba más que también quería participar, tuvo que dejar la cámara y follarme él también. Era el mejor momento que yo recuerdo, mi marido follándome como un loco y el chico comiéndome las tetas y tocándome el clítoris, podía sentir el dedo del chico y la polla de mi marido, era una cosa fantástica, me lo estaba pasando pipa, mi conejito parecía un lago encharcado de tantos jugos, todo me chorreaba por las piernas, después de un buen rato así, como una hora más o menos decidimos dejarlo un rato y tomarnos algo para reponer fuerzas, yo acepté encantada porque la verdad es que ya no me sentía ni las piernas.

En la mitad de lo que estábamos bebiendo desnudos todos mi marido empezó a tocarme el culo y a decirle al chico lo buena que yo estaba y lo puta que era, que nunca tenía bastante que era insaciable, me besaba y me tocaba mientras bebía me sentía como una verdadera puta entre aquellos dos hombres.

Me senté en un sofá justos detrás de ellos mientras seguían bebiendo y empecé a tocarme mi conejito pero no como ellos pensaban sino porque estaba dolorido y con el roce de mis dedos me estaba calmando, pero ellos no lo cogieron en ese sentido, creían que siendo tan puta como era les estaba calentando mientras bebían y que quería más así que se acercaron los dos y allí mismo en el sofá el chico empezó a follarme otra vez pero debido al poco espacio del sofá no nos iba muy bien así que me levanté y me puse encima de una silla de barra con mi estomago apoyado en aquella fría piel y poniéndoles mi culo a tiro se fueron acercando los dos y mientras el chico me daba por detrás mi marido ya me había metido la polla en la boca para que se la chupara, la verdad es que fue magnifico, los dos se corrieron casi al mismo tiempo, mi marido me soltó toda la leche en mi boca que yo me tragué con tantísimo gusto mientras el chico me la soltó encima del culo y me la esparció bien por todo el culo con las manos. Fue una noche fantástica que no podremos olvidar nunca ninguno de los tres y por cierto tenemos unas fotos preciosas para recordar.

UN BESO BAMBI.