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Angela y su ciberamiga (I)

en Sexo Virtual

Una joven muchacha, encuentra en una amiga cibernética su mejor apoyo, poco a poco va conociendo con su ayuda el placer y el sexo.

Mi nombre es Angela, tengo 15 años, vivo con mis padres, mas una hermana menor de 13 años, tengo además un hermano que estudia fuera de la ciudad en que vivimos.

Actualmente estudio la secundaria en un colegio de religiosas.

En este colegio, tengo algunas amigas que a veces suelen ser mis confidentes, pero hay momentos en que me molesta, por que al enojarnos por cosas sin importancia andan contando las cosas que les he confiado. Es por ello que quería conocer amigas que sean sinceras, y en las cuales poder tener una confianza a toda prueba.

Así fue que un buen día, se me ocurrió, entablar por Internet, amistad con una niña de aproximadamente la misma edad mía. A decir verdad, ella tenía bastante más experiencia que yo, por tener 17 años, tanto en las cosas de la vida como en la parte íntima, esto es en la parte sexual. Me contó que ella en realidad era, lesbiana, y que le gustaban las mujeres, pero que creía que nuestra amistad podía ser, solo escribiéndonos a través de los email.

Nos contamos muchas cosas, y me di cuenta que en realidad, era sincera, y que era una buena amiga. Empecé a contarle mis problemas los cuales me entendió, y recibía sus consejos, con agrado, ya que siempre los consideraba correctos.

Por problemas de mis padres, un buen día decidieron separarse, lo cual me causo un gran golpe emocional. Me quede a vivir con mi madre al igual que mi hermana menor.

Le conté de esto a mi amiga y me dijo que mientras recibiera el cariño y el amor de ambos, me mantuviera alejada de sus problemas, que si no lo hacia así, ello me afectaría. En realidad, traté de encontrarles la razón a cada uno. Mi padre tenía otra persona por fuera, y mi madre andaba cabizbaja, llorando en fin apenada por la situación. Mi rendimiento escolar, afortunadamente no decayó sino hasta el final de aquel año, en que me vi seriamente afectada emocionalmente.

Yo era la regalona de mi padre y de un día a otro ya no lo tenía.

Entonces me empecé a apoyar en mi amiga cibernética. Fue mi gran consuelo y mi gran apoyo.

Ocurrió que por aquellos días también conocí a un niño, que me gustaba. Y le conté a mi amiga de ello. En esa época era muy ingenua, y no sabía como tratar con un niño.

Ella me empezó a guiar al respecto.

Le conté que mientras, mi madre trabajaba, quedábamos solas con mi hermana en casa, y que por las tardes, Sergio, que así se llama el niño, venía a mi casa y nos sentábamos en el living a conversar. A veces, él me besaba y me abrazaba, y al hacerlo, sus manos recorrían mi espalda, para luego subirme la polera, y me acariciaba los senos por encima de mi sostén.

Mi amiga me dijo que ello era un poco delicado y que tuviera cuidado, ya que las cosas podían pasar a mayores y después podía arrepentirme de las consecuencias.

Me contó que ella personalmente, prefería a los hombres mayores, de hecho ella tenía uno, puesto que eran más pausados que los jóvenes, los que solo buscan satisfacerse ellos y una quedaba con todas las ganas. Ella tenía un amigo, de 48 años, el cual era su confidente y a la vez su amante. Me describió, como eran sus encuentros con él.

Cuando lo conoció, ella tenía 14 años, él la saludó un día, y no siendo un gran tipo, ni un Adonis, ella que andaba buscando a alguien con quien conversar, respondió a su saludo y fueron a servirse un refresco a un local cercano. Pasaron varios días, y las cosas, seguían igual. Ella estudiaba y él trabajaba. Un día él le dijo que se tenía que ir luego ya que tenía que ir a buscar un trabajo fuera de la ciudad en una zona campestre, entonces ella le preguntó si era muy lejos, a lo cual él le respondió que era relativamente cerca. Y que al verla interesada, él le pidió que lo acompañara, para así no viajar solo en el automóvil. Juntos aprovecharían de conversar.

Partieron y llegaron al lugar en donde él debía recoger el trabajo, luego de hacerlo, empezó el camino de regreso. Luego de un momento, él detuvo el vehículo y salieron a caminar por algunos senderos que bordeaban un riachuelo. Estaban en pleno campo, y no había ninguna alma cercana. Al llegar al riachuelo sacaron su calzado, y refrescaron sus pies en el agua. Sentados al borde, reían salpicándose agua mutuamente.

Con sus manos él tomó un poco de agua y le mojó su cara, luego su pelo. Ella cerró sus ojos y al momento de hacerlo, él acercó sus labios a su boca y la besó suavemente.

Ella abrió sus ojos sorprendida, pero sin regañarlo. Luego la abrazó y se reclinaron hacia atrás con sus pies en el agua, él la siguió besando. Deslizó su mano bajo su blusa, y acarició sus senos. Le preguntó si ello la incomodaba, ella le respondió que no.

Soltó los botones uno a uno, dejando ver su blanco sostén, para luego pasar sus manos por su espalda y desabrochar el seguro, soltando su sostén, quedando sus senos expuestos a su mirada. Bajo su cabeza y comenzó a besárselos, a chupar sus pezones muy delicadamente.

(Recordó ella en ese momento, su primer encuentro con un compañero de colegio, que la había dejado muy mal, aquel compañero casi le había arrancado sus pezones mordiéndola, para luego bajar sus calzones, y tratar de introducirle su miembro que apenas estaba por encima, cuando sintió que él la mojaba entre sus piernas. Luego de ello, él acomodó sus ropas y se marchó dejándola sola. ¡Cuanta diferencia había de aquella situación con la que estaba viviendo ahora!)

Entrelazaban sus lenguas, mientras tanto las manos de él recorrían su espalda desnuda, llegando hasta su trasero, lentamente comenzó a subir su falda de colegio hasta que sus manos quedaron sobre su blanco calzón de algodón. Como estaban acostados uno frente al otro de lado, sobre el pasto de aquel campo, él tomó su pierna y la coloco sobre su cadera para que su mano recorriera libremente por sus nalgas. Fue bajando su calzón mientras la besaba apasionadamente, hasta que su mano entró en contacto, con los labios de su vagina. Tenuemente acariciaba, abriendo ligeramente sus labios vaginales notando la humedad que de su interior emanaba. Sus caricias cada vez mas profundas, ejercieron una excitación bastante pronunciada en mi amiga, la que cada vez abría más y más sus piernas, para que sus dedos pudieran acariciarla más profundamente.

No pudiendo soportar más, él soltó su cinturón y bajó su pantalón y su calzoncillo, dejando a la vista de mi amiga su miembro. Éste era, de un tamaño considerable, y con un grosor que semejaba un gran nabo. La colocó de espaldas sobre el pasto y abrió sus piernas, colocándose entre ellas. Tomando su miembro, con una de sus manos, comenzó a pasárselo de arriba hacia abajo, por entre los labios de su vagina. Los jugos de su miembro se mezclaban con los de ella. Mi amiga estaba totalmente excitada. Quería sentirlo dentro de ella. Muy adentro de ella. Quería ser suya. De todas maneras.

Levantando cada una de sus piernas, él adelantó, su pelvis, y colocó la cabeza de su miembro a la entrada de su vagina, y colocando las piernas de mi amiga sobre sus hombros, empezó a empujar muy lentamente.

¡Dime si te duele! _ Le dijo él. Para detenerme.

¡No duele! _ Le respondió ella.

Entonces avanzó un poco más, hasta que llegó a tocar la suave membrana de su himen. Sabía que allí se podría acabar todo si lo hacía muy rápido, por lo que desde allí, se dio a entrar y salir sin empujar demasiado. Ella movía sus caderas hacia él, tratando de que entrara más en ella. Hasta que no pudiendo más, él empujó y rompió su delicado himen.

¡Aaaayyyy! _ Fue el grito semi ahogado que salió de su garganta. Algunas pocas lágrimas salían de sus ojos. Acercando su cara a la de ella, él la besó en sus ojos, y luego en su boca, introduciendo su lengua profundamente, tal como su miembro entraba en su vagina.

¿Te duele? _ Le preguntaba.

¡Un poco...! - ¡Para un poquito, para que se me quite! _ Le pedía ella.

Entonces él, se quedó quieto por un momento, con su miembro dentro de ella, para que calmara su dolor. Luego empezó a hacer latir su miembro en el interior de su vagina, latidos que ella sentía y que en su dolor, trataba de corresponder apretando con las paredes de su vagina el miembro que estaba en su interior.

Aquellos movimientos, hicieron que olvidara su malestar, y pasando sus piernas por detrás de su cintura, con sus talones trataba de empujarlo a que entrara más en ella.

Al sentir él esto, se dio a empujar más profundamente en ella, haciendo llegar su miembro casi a la entrada de su útero. El gozo que sentían era inmenso. Hasta que no pudiendo retenerse más, ambos llegaron al orgasmo, entre quejidos y jadeos.

Luego de ello quedaron tendidos en el pasto uno al lado del otro, con los ojos semi cerrados. Ella se sentía plena. Estaba satisfecha de haberlo sentido totalmente en su interior. Él había sido suyo y ella había sido suya. Se sentía totalmente mojada, sabía que su semen la había dejado llenita, y aún sentía las contracciones de las paredes de su vagina. Pero quería más y más. Y montándose sobre él, empezó a excitarlo para que su miembro se recuperara. Él solo sonreía. La dejaba hacer. Al ver que su miembro continuaba fláccido acercó sus labios y comenzó a besárselo, para luego con su lengua juguetear en la punta. Luego se lo introdujo en su boca, y se dio a mamarlo, a chuparlo con verdadera devoción. De pronto, notó que aquel miembro recuperaba la vida, y se empezaba a engrosar entre sus labios, llenándola cada vez más. Sus labios estaban ora en la punta ora en la raíz de su miembro. Sus movimientos eran cada vez más rápidos.

Entonces lo sacó de su boca, y se colocó encima, y con sus manos lo dirigió a la entrada de su vagina. Lentamente fue bajando a medida que sentía que aquel miembro entraba en ella. No pudiendo aguantar más, se sentó de un golpe sobre él. Sentía que se llenaba totalmente. Aquel miembro era lo bastante grueso como para dejar algún espacio libre.

Se reclinó sobre su pecho, sintió que los pelos de su pecho tocaban la punta de sus pezones y aquello la excitó mas aún. Sus caderas se mecían en un vaivén en la cual entraba y salía ese hermoso miembro en su vagina, y ya no pudiendo más, se pegó como un crustáceo a él, enredando los pelos de su pubis con los de su amante, quedándose inmóvil, sintiendo la punta en lo más recóndito de su vagina, y sintiendo los latidos que daban las paredes con aquel miembro, para luego sentir como algo cálido, la mojaba, y un líquido le recorría por sus íntimos rincones. Era lo máximo, estaba en la gloria, ¡lo necesitaba tanto! ¡Al fin se sentía una mujer plena! ¡Al fin había encontrado un hombre que la satisficiera, de manera tan bella!

Por supuesto al leer, estas líneas, mi propia excitación estaba al máximo. Pensé en Sergio, él tenia sólo 16 años. ¿Sería acaso como el muchacho que me contaba mi amiga? ¿Me querría solo para satisfacer sus caprichos?

Le conté a mi amiga mis aprehensiones. Ella me dijo que tuviera cuidado, que a lo mejor podría salir dañada de esa situación. Entonces me dijo que mejor viera si encontraba a algún hombre mayor, mas que nada, para que me enseñara a vivir el sexo, a sentirlo, a gozarlo. Pero que de todas maneras, siguiera con Sergio, pero bajo mis condiciones. Entonces empecé a seguir sus instrucciones.

Estando solos los dos con Sergio en el living, me tendió en el sofá y me comenzó a besar apasionadamente, su lengua, me daba una calidez en mi boca. Sus manos buscaron mis senos. Los acariciaba por sobre mi sostén. Yo sentía mis pezones erectos por la excitación. Necesitaba desahogarme, quería algo más. Pero debía seguir al pié de la letra las instrucciones de mi amiga.

Entonces le pedí a Sergio que me subiera el sostén. Me miró de manera interrogante, pero lo hizo. Luego que lo subiera y dejándome al descubierto, y expuesta a su mirada, le pedí que me besara los pezones. Como un bebe, empezó a besármelos, luego le dije que me los chupara. Aquello me estaba excitando al máximo. De pronto sus manos quisieron recorrer mi entrepierna, pero mis manos le sujetaron, y se lo impedí. Frustrado, quizás, retrocedió y le noté un bulto en su entrepierna. Desganado, me dijo mejor se iba y que a lo mejor mañana volvía.

Cuando se fue, me dirigí a mi dormitorio, me saqué toda mi ropa y totalmente desnuda me tendí en mi cama, y comencé a masturbarme.

Mis manos recorrían mis senos duros por la excitación, con mis piernas abiertas, acaricié por entre los labios de mi vagina, hasta encontrar mi dulce botoncito, erecto, sensible. Lo atrapé con mis dedos, y comencé a agitarlo, trataba de introducirme un dedo, pero sentía temor, y solo me acaricié, como una loca hasta llegar a un delicioso orgasmo que me dejo lánguida, y exhausta tendida en mi cama.

Mi relación con Sergio, siguió de igual manera, nunca le permití ir mas allá de lo que me aconsejaba mi amiga.

Una o dos semanas más tarde, un día salí al centro de la ciudad, tan solo a mirar las vitrinas de los locales comerciales. Andaba totalmente distraída. Total, estaba de vacaciones de mi colegio.

Estaba tan absorta mirando unos chiches en una vitrina, cuando pasó un hombre, que me miró y me dijo: ¡Si yo fuera tu novio te compraría toda la vitrina! Yo lo miré y vi que él se sonreía. Yo también me sonreí, pensando en que era un bromista.

Seguí caminando, y en otra vuelta me volví a topar con el tipo que me había hablado. Se notaba que andaba solo, ya que así lo vi. Me volvió a sonreír, y yo también le sonreí, acordándome de lo que me había dicho. Entonces se acerco a mí y me dijo: ¡Parece que andamos los dos solos! Te invito a servirnos una bebida en aquel local. Miré y el local era uno de esos en que venden pollo y papas fritas. Total no era nada malo, había allí mucha gente, y no creía que algo me fuera a ocurrir. Le acepte.

Nos sentamos, y nos pusimos a conversar. Los temas eran cosas triviales. Me conversó de su trabajo, de sus cosas, en fin. Luego me pregunta por mi colegio, si estudiaba, que curso, por mis amigas, si tenía novio, etc., etc.

Le conté que andaba, caminando por que de repente me sentía sola en la casa, ya que mis padres recién se habían separado, y que en casa estaba sola con mi hermana la mayor parte del día. No sé como me fui soltando y le conté cosas que me había prometido a misma no contarle a nadie mas que a mi amiga cibernética.

Me dijo que a veces las cosas no son como nosotros quisiéramos, pero que había que confiar en que se resolverían. En fin, me dio algunos consejos, que creo que me han ayudado bastante. En mis pensamientos quería fuera mi amiga la que estuviera allí conmigo, para que ella me entendiera, aunque los consejos de Carlos, así se llamaba él, eran muy similares a mi amiga. En algún momento, miró su reloj y dijo: ¡Vaya, ya se me hizo tarde, tendré que ir caminando! Así que, nos despedimos y quedamos de juntarnos otro día. Me dio su número de teléfono, para que lo llamara y yo le di el mío.

Partí hacia mi casa, y esa tarde me comuniqué con mi amiga, le conté lo que me había pasado, y ella me dijo que si veía que ese tipo no tenía malas intenciones siguiera con su amistad. En realidad, nunca observe en él algo que me hiciera dudar de sus intenciones.

Unos días mas tarde, llaman al teléfono, y era Carlos. ¡Hola! Me dice, ¿cómo has estado? _ Le dije que bien, y que le agradecía su llamado. Entonces me preguntó si tenía algo que hacer esa tarde, le respondí que no, entonces me dijo si podríamos juntarnos donde mismo estuvimos la otra tarde. Pensé un momento, y le dije que en realidad podría ser pero mañana, ya que ese día debía ayudar a mi mamá a lavar la ropa.

¡Ok! Me respondió, entonces mañana, nos vemos.

Al día siguiente, partí a encontrarme con este nuevo amigo que me había hecho en mi paseo por los mall comerciales. Allí estaba él. Sentado en el mismo lugar en donde nos habíamos sentado la vez pasada.

¡Que tal! ¿Cómo has estado? _ Me preguntó.

¡Bien!, ¿Y tú? _ Le respondí.

Pidió un refresco para mí, y nos dedicamos a conversar, de cómo fue mi año escolar, de su trabajo, de nuestras familias, etc., etc.

Ahí supe que él era separado, y que vivía solo. Tenía dos hijos, y con su señora, habían terminado ya que con ella tenía una excelente esposa, pero no tenía mujer, esto es, cada que tenía relaciones con su mujer era una hazaña, ya que ella era totalmente reacia a tenerlas. En cambio él era muy apasionado, según me dijo.

Me contó de sus varios problemas por ello, y de cuanto quería a sus hijos. Con ellos la relación, a pesar de quererlos mucho, no era muy buena, dado que su madre los tenía totalmente dominados. Al escucharlo hablar, no deje de pensar en mi propio problema que tenía en casa. Mis padres separados. Mi padre se había ido de la casa por que tenía a otra mujer más joven que mi madre. Nunca los escuche hablar, para saber la razón de su separación, pero pensándolo mejor, ¿No habrá sido lo mismo?, ¿Mi madre no habrá sido muy reacia a mantener relaciones con mi padre y por ello él se buscó una nueva pareja con la que si pudiera tener una mujer en la cama?

La única diferencia era que mi madre nunca nos dijo cómo o qué hacer frente a nuestro padre. Simplemente, nos dijo que él se iba y que a contar de ese momento quedábamos solos, aunque nunca nos faltaría dinero, de eso siempre se iba a encargar él.

Después de conversar un buen rato, nos despedimos y quedamos de vernos otro día.

Algunos días después, lo llamé por teléfono, quería conversar algunas cosas que me tenían preocupada en mi casa, y quería ver si me podía ayudar con sus consejos.

Lo llamé a su trabajo, y no estaba, me dijeron que estaba enfermo. Lo llamé a su departamento y me respondió él. Con una voz como de ultratumba, me dijo que se sentía muy mal y que por ello estaba en cama. Su único problema era que no tenía ni quién le pasara un vaso de agua.

¿Quieres que te vaya a ver, para ayudarte? _ Le ofrecí.

Él me respondió, que si acaso no sería mucha confianza. Yo le dije que a lo mejor le podría preparar algo de comer, ya que mientras mi madre esta en el trabajo yo me preocupo de mi hermana menor, y por lo menos sabía preparar un huevo frito.

Si tú quieres venir, entonces, te espero, me dijo.

Al llegar, salió a abrirme la puerta, con una bata, y de inmediato se dirigió a su dormitorio. Su cara estaba pálida.

¡Por favor, me dijo, anda y compra algunas bebidas! Saco algo de dinero de su velador y me lo pasó, indicándome donde estaba el local para comprar.

Salí, y fui a comprar.

Al volver me dijo que en la cocina, había vasos y que fuera a buscarlos, para que nos sirviéramos.

Me contó de sus molestias. Su enfermedad, era una fuerte gripe que lo tenía con tercianas por el frío que sentía, sin embargo afuera hacía calor.

Sentada en una silla al lado de su cama, me dijo que se prepararía una bebida especial para quitarse la gripe. Se llamaba Canelazo.

¿Me ayudas a prepararla? _ Me pidió.

Primero, debes ir a la cocina y en un jarro metálico echa aproximadamente un litro de agua. Luego le agregas unos palitos de canela, que hay allí en una bolsita, lo colocas sobre la cocina y has que hierva hasta que se evapore la mitad del agua.

Cuando ello ocurrió, me dijo que en el comedor, había una botella de pisco, y vaciara en el jarro, la misma cantidad que el agua que se había evaporado. Que le pusiera unas dos tres cucharadas de azúcar y lo revolviera.

Cuando estuvo listo se lo llevé a su dormitorio. Me pidió que se lo dejara sobre el velador. Esto me hará transpirar como un condenado a muerte, por ello es que te pido que salgas un momento del dormitorio ya que pondré dos toallas grandes entre las sabanas para que no se me mojen, y yo debo estar entremedio.

Salí, y espere a que me llamara.

¡Listo, me dijo!

Ingrese al dormitorio y allí estaba sentado en su cama con un vaso en su mano, bebiendo la bebida que le había preparado.

¡Esta excelente, ni yo la habría preparado mejor me dijo!

¿Quieres probarla? Me preguntó.

¿No será muy fuerte? Le dije.

¡Sí, un poquito! Me respondió.

Sorbí un poco del brebaje, y en realidad era fuerte, pero tenia un sabor rico. Entonces me dijo que le agregara un poco más de azúcar, para que no la encontrara tan fuerte.

Todo transcurría, sin ningún problema. Yo, como enfermera, y él como el enfermo que debía cuidar. Era la primera vez que lo hacía ya que en casa nunca lo había hecho.

Entre nuestra conversación, sorbíamos del brebaje llamado Canelazo. Luego él me dijo que le tocara la frente para ver si transpiraba mucho. Le toqué y en realidad lo estaba.

Para hacer ello debí sentarme a su lado en la cama. Luego él con una de sus manos tomó mi cara y me dijo: ¡Eres muy buena, por cuidarme, y no sabes como te lo agradezco! - ¿Qué podría hacer por ti para compensarte tu ayuda?

Yo le dije que nada, que para eso era su amiga. Mientras tanto él seguía acariciando mi cara.

Ya sea, por que en realidad, me sentía bien ayudándolo, o por el brebaje, pero las caricias en mi cara con su mano me hacían sentir, algo, que no sabía explicarme.

Delicadamente, con sus manos acercó mi cara junto a la suya y me dio por primera vez un beso en la mejilla. Fue algo totalmente inocente.

Recordándome de mi ciberamiga, sobre su amigo, con Carlos me estaba sintiendo muy cómoda, y no sé como mientras él me besaba la mejilla, acerqué mis labios a los suyos y nos besamos apasionadamente. Yo estaba recostada sobre su pecho, y él me abrazaba, aprovechando que estaba en la cama. Estuvimos así, durante un largo rato. Nuestros labios se juntaban, y nuestras lenguas se entrelazaban, buscándose con agrado y deseo.

Luego sin decirnos una sola palabra, solo mirándonos, con nuestras manos entrelazadas, nos sonreíamos.

Entonces él saca el habla y me dice si quiero ver TV. Le dije que bueno, y me pidió que fuera a encenderla a los pies de su cama.

Había allí, una TV, un video, y sobre el video varias cintas. Me puse a ver los títulos, y casi todas tenían 3 X sobre la carátula. Inocentemente le consulte, sobre ello a Carlos.

Me respondió que eran películas sólo para mayores y que no eran para ser vista por menores. Entonces con una cara medio amurrada, le dije que si él me consideraba una menor, me iría.

¡Pero Angelita, si tu eres una linda mujercita, y quieres ver de que tratan te las puedo mostrar, pero ten en cuenta que yo tengo 50 años y tu eres una nenita de 15 añitos y quizás si esto no esté bien!

Entonces elegí una y la puse en el video.

En realidad era bien subida de tono. Personalmente nunca había visto una de estas películas, solo había escuchado de oídas a mis compañeras de colegio sobre su existencia.

Mostraba a una mujer que llegaba a la consulta de un médico, y como estaba en inglés era poco lo que entendía, lo que decían. Pero mostraba que la mujer se tendía en un diván, y algo le preguntaba el doctor. Luego ella comenzaba a desvestirse, quedando completamente desnuda, luego el doctor, abría su pantalón y sacaba su miembro, y ella de daba a chupárselo, hasta que el doctor no aguantaba más y soltaba un chorro de semen sobre su cara, para luego meterlo en su boca y hacer que ella tragara todo lo que le quedaba.

Luego se desnudaba el doctor, y ambos se tendían en el diván. Adoptaban toda clase de poses, siendo la que más me puso excitada en donde él, la coloca como una perrita y él se coloca por detrás y empieza a metérsela, mientras la toma de las caderas, y él entraba y salía de ella. Lo que más me impresionaba eran sus gemidos, esos ¡Ooooohhh, aaaggghhh, mmmmmhhhh! No sé, eso me impresiono mucho.

Mientras miraba la película, Carlos me mira y me pregunta como la encuentro.

¡No sé! Le respondí.

¿No te gustaría estar como en la película? _ Me vuelve a preguntar.

¡No sé! Le respondí quedamente.

¡A ver, acércate a mí! Me dijo.

Se corrió un poco hacia el centro de su cama, y me senté a su lado. Mientras la película seguía, él acerca su cara, a mi cuello, y comienza a besarme en el cuello. Sentía su aliento tibio, en el lóbulo de mi oído. Comenzó a pasarme su lengua muy delicadamente, y a chuparme el lóbulo, luego su lengua se introducía en mi oído. En el intertanto, su mano más cercana a mí, comenzó a subir por sobre mi pecho, llegando a posarse sobre mi seno. Mientras yo seguía tratando de prestarle atención a la película.

Uno a uno fue desabotonando los botones de mi blusa, hasta que quedaron expuestos a su mirada mis senos sólo recubiertos por mi sostén. Luego me soltó el seguro, y comenzó a sacarme el sostén. Después de hacerlo, su mano comenzó a acariciarme mis senos desnudos, dedicándose de lleno a sobar y apretar muy suavemente mis pezones.

Mientras tanto yo escuchaba solo: ¡Fuck me! ¡Fuck me, harder, pleeeeaassee!

Bajó su cabeza y comenzó a besarme los senos, y como un niño, comenzó a chuparme los pezones. Me sentía muy excitada por ello, y entre mis piernas sentía una gran humedad.

Yo andaba con la falda de mi colegio, por que era cómoda y no se notaba en la calle de que así fuera, ya que no es llamativa.

Acercó sus labios a los míos, y me beso apasionadamente. Con una de sus manos comenzó a subir mi falda, acariciándome uno de mis muslos, hasta llegar a mi calzón.

Calladamente, como si hubiera alguien mas junto a nosotros, me dijo: ¡Separa un poco las piernas! Lo hice y él acerca su mano a mi entrepierna y comenzó a acariciarme por encima de mi calzón, y estoy segura que se dio cuenta que estaba totalmente mojada.

Me recorría de arriba hacia abajo. Yo sentía un temblor extraño. Nunca me habían tocado allí, ya que a Sergio, le tenía vedado, hacerlo.

¿Sería este el hombre que tomaría mi virginidad? ¿Sería este como el amigo de mi ciberamiga? ¿Sería tan suave como me lo contaba mi amiga? ¿O solo me usaría para darse un gusto?

¡Levántate, para sacarte tu calzoncito! Me pidió.

Y mientras seguía mirando, la película, alce mi cuerpo, y él aprovecha de sacarme el calzón. Su mano inmediatamente se apoderó de mi vagina, y acariciándome, abría los labios, para acariciarme, sus dedos recorrían libremente por entremedio, y sin causar dolor debido a mi humedad.

Luego mientras aún trataba de seguir la trama de la película, él baja su cabeza, y la coloca entre mis piernas, tras lo cual se dio a lamerme y chuparme mi clítoris. Con sus manos me abría y muy delicadamente me acariciaba y besaba. Su lengua tibia, entraba y salía de mi vagina. Ya era muy poca la atención que le podía prestar a la película, lo último que alcancé a escuchar era: ¡Suck me, harder, harder... suck meeeeee!

Y entonces bajé mi cuerpo, para quedar tendida, sobre la cama, abriendo mis piernas de tal manera que le podía dar una vista plena de mi sexo a Carlos. Tomaba su cabeza, para que pudiera su lenguita mas adentro mi vagina. Trataba de alzar mis caderas, al compás de sus lamidas. Creo que en esos momentos, me recordé de mi amiga y me imagine que yo era ella, cuando tuvo su encuentro en el campo con su amigo y amante. En realidad era rico lo que estaba sintiendo. Quizás sí demasiado rico y delicioso.

Entonces me di cuenta que Carlos, bajo las frazadas, estaba totalmente desnudo, solo llevaba puesta la camisa de su pijama, y vi su miembro, erecto, el cual, mientras me besaba entre mis piernas, lo tomaba con una de sus manos.

Luego de ello, se puso sobre mí, y me beso en la boca, y sentí el sabor de mis propios jugos con su saliva. Era muy sensual. Entonces me dijo: ¿Te gustaría que filmáramos esto para que nos veamos en la televisión? En realidad no sabía que responderle. Pero finalmente le dije que bueno.

Entonces se levantó de la cama, y dejándome tendida allí, fue hacia el closet y saca una cámara de filmar. Hace las conexiones, y me vi enfocada en la televisión. Luego de hacerlo, me pidió que me desnudara completamente. Saque mi falda que en realidad era lo único que me quedaba puesto, ya que él me había sacado la blusa, el sostén y mi calzón. Mientras él se saca su camisa de pijama y queda también totalmente desnudo y con su miembro tan erecto que parecía que algo le atravesaba su cuerpo. Su pecho era velludo, lo mismo que sobre su miembro, y bajo su miembro colgaban sus testículos.

¿Te gustó que te besara tu cosita? Me preguntó.

¡Sí, le respondí!

¡Entonces quiero que tu me lo beses a mí también, así como la mujer de la película lo hizo con el doctor! Me dijo.

¡P... pe... pero... yo no lo he hecho nunca!

¡De a poquito vas a aprender, mi amor! ¡Tómalo con tus manos, primero!

Y se puso dé tal manera que en la televisión, se veía como con mis manos, le tomaba su miembro. Luego me dijo que le diera un beso en la cabeza de su miembro. Acerqué mis labios a su miembro, y lo besé.

¡Dale hartos besitos, por que él te hará feliz! Me dijo.

Comencé a besarlo en la punta, por los lados, tomado con mis manos.

¡Ahora abre tu boquita, y mete la punta entre tus labios!

¡Asiiiii!

Y mientras lo hacía, escuchaba sus gemidos: ¡Aaaaahhh, que cosita más rica me haces mi amor... mételo más adentro de tu boquita... tienes tan calentita tu boquita... eres tan exquisita... aaaahhhhhgggggg... chúpalo... así... chúpalo... aaaahhhhhgggggg... chupa aaaaahhhh... ¡

Y de pronto siento que mi boca se empieza a llenar de su semen, entonces lo miré, y él con su mirada, me dice: ¡Trágalo, por mí, mi amor! ¡Trágalo! Y mientras tiene tomada mi cabeza por mi cabello y sus manos a la altura de mis oídos, me empuja cada vez más hacia su miembro, que casi me ahogaba.

Entonces su semen empezó a correr por mi garganta hacia adentro, casi me cortándome la respiración. Su miembro a su vez cada vez engrosaba más y más.

La cabeza de su miembro, tocaba ya el fondo de mi boca, entonces los saca y empieza a pasármelo por las mejillas, mojándome con el resto de su semen luego estampa un gran beso en mis labios, metiéndome su lengua, profundamente lo que me obliga a tragar el resto de su semen junto con su saliva.

Luego de ello, aún con su miembro erecto, baja y se coloca entre mis piernas, colocando una a cada lado de sus caderas, empieza a pasarme su miembro por sobre mi vagina, acercándolo cada vez más a mi clítoris, lo que me daba un cosquilleo, de agrado enorme, con sus manos abre mis labios vaginales e introduce la cabeza de su miembro, lo que me hace temblar con temor. Era mi primera vez. ¿Me dolería? ¿Sería traumático para mí?

¡Despacito, por favor! Le pedí. ¡No me hagas daño!

¡Mi tesorito! ¡Lo haré con gran cuidado, y si sientes que te duele mucho me dices y te lo saco! ¡Ya que doy cuenta que mi miembro es bastante grande para tu pequeña conchita!

¡Solo relájate... no te pongas tensa... piensa en que esto te gustará!

¡Relájate! ¡Abre un poco más tus piernas... así... eso, así!

Su miembro empieza a entrar suavemente, hasta que sentí que me tocaba algo dentro.

¿Te duele? _ Le dije que no. Entonces empezó a mover sus caderas, entrando y saliendo de mí. Sentía tan solo un trozo de su miembro dentro de mí. Aquel movimiento era enloquecedor, quería pedirle que me lo metiera todo, pero mi temor al desgarro, era demasiado. Me sentía demasiado tensa. Demasiado nerviosa.

Entonces acercándome su cara me besa, y con sus caderas ligeramente levantadas, me empieza a susurrar palabras de amor: ¡Tranquilita, solo será un pequeño dolor que pasará luego! ¡Relájate mi tesorito! ¡Mi pequeño tesorito! ¡Eres tan dulce, tan inocente, tan rica, me tienes tan caliente, mi amor!

¿Sientes mi miembro dentro de ti? ¿Sientes como late su cabecita en tu interior?

¿Te gusta el roce de mi miembro en las paredes de tu conchita?

¡Sí... siiiiiiii... siiiiiii... ! Le respondí ansiosa, de sentirlo más profundamente, dentro de mí.

¡Ahora voy a empujar un poquito más, y si te duele me lo dices!

Sus movimientos eran cada vez más y más rápidos, y de repente, acerca sus labios a los míos, besándome con gran fuerza, y siento que sus caderas empujan hacia mí, y su miembro entra rompiéndome el himen, lo que me causa un gran escozor, además de un gran dolor. Quise gritar, pero su boca pegada a la mía, me lo impedía. Su lengua, en el interior de mi boca, jugaba con la mía. Algunas lágrimas, corrían por mis mejillas.

¡Mmmmmgggg... mmmmmhhhhggg!

El dolor era muy grande, me ardía todo el interior. Pero él se quedó quieto, con su miembro dentro de mí, sin moverse. Lo sentía palpitar. Lo sentía caliente.

Luego empezó a moverse muy suavemente, metiéndomelo y sacándomelo. Todo muy suavemente. Luego separó su boca de la mía, y tomándome las manos, entrecruzando los dedos, la llevó hacia arriba y a los lados sobre mi cabeza y fijó su mirada en mí, a la vez que sus movimientos se hicieron cada vez más seguidos. En parte, ello atenuó mi escozor interior, ya que sus movimientos empezaron a agradarme cada vez más.

Al mirarme me sonreía, y le respondí con otra sonrisa. Luego soltó mis manos, y tomándome las piernas, las levantó, y las coloco sobre cada uno sus hombros, y con sus manos me tomo de las caderas, para empezar a moverme al compás de sus movimientos de entrar y salir de mi vagina. El roce que me empezó a producir ello, me comenzó a enloquecer, quería sentirlo más adentro de mí.

¡Aaaahhh... dame... dame... dame más! Le pedí.

¡Tómalo mi amor, es todo tuyo! Me decía.

Y cada vez nuestros movimientos eran más violentos. Cada vez más excitantes.

¡Dame... dame... métemelo más adentro... más... aaaahhhhggg... quiero más... aaaagggghhh... así... así... ma... ma... ma... más...!

Mientras él observaba mis reacciones, seguía con sus movimientos, cada vez más rápidos. Todo era exquisito. Las paredes de mi vagina se pegaban a su delicioso miembro, el roce era enloquecedor. Lo sacaba hasta dejar solo la cabeza de su miembro dentro de mí, para luego meterlo de un viaje dentro de mí, hasta sentir sus testículos golpeándome las nalgas. Cada movimiento suyo era un deleite. Luego mientras se movía, con sus manos abrió mis nalgas, y su dedo pulgar lo mojó con nuestros jugos y empezó a introducírmelo en mi esfínter, y al compás de nuestros movimientos, me cada vez lo introducía más lo cual me provocaba un agradable placer.

Luego, bajo mis piernas y sacó su miembro de mi vagina y comenzó a pasármelo por sobre mi clítoris, en círculos, de arriba hacia abajo, cada vez excitándome más.

Hasta que ya no pude más, y le pedí: ¡Por favor... métemelo... dámelo... quiero sentirlo dentro de mí!

No se hizo de rogar y me coloca nuevamente las piernas sobre sus hombros, coloca la cabecita de su miembro a la entrada de mi vagina y empuja con todo su vigor, casi llego a ver estrellas, sentí que la punta de su miembro me llagaba a mi matriz, lo sentía tan rico... con mis piernas sobre sus hombros trataba de empujarlo más adentro, mis talones lo aguijoneaban a profundizarme.

¡Aaaaa... aaaaaahhhhgggggg... que riiiiiiiiicccccooooo... métemelo más... más... lo quiero todo dentro de mí... mmmmmmmmhhhhhhggggg... dámelo papito rico... quiero harto... mmmmmáaaaass... mmmmmáaaaass... ahora... ahora... ya viene... que es lo que siento papito... ya viene... aaaahhhhhgggg... mete... mete... mete...más... más... que rico... que rico... ay... ay... ayyyyy... aaaaaaahhhhhhhhhhgggggggggg!

Mientras tanto él seguía empujando más y más cuando se lo pedía... ¡ Qué rica... mi amorcito... estas tan calentita... lo tienes tan caliente... te voy a llenar de lechecita... tómalo... cómetelo todo... mi putita... rica... tómalo... tómalo... aaaaahhhhhggggg... chúpamelo con tu conchita apretadita... ábrete más... con las manos ábrete las piernas para metértelo más... quiero llegar a tu útero mi perrita caliente... ya no puedo más... te lo doy... tómalo... ábrete... trágatelo todo mi putita rica... mmmmmhhhhgggg... aaaaaaahhhhhhhhhhgggggggggg!

Y explotamos los dos en un delicioso orgasmo, que nos dejó extenuados. Tendida de espalda sobre la cama, y con Carlos sobre mí, y con su miembro dentro de mi vagina llenándome de su semen tibio, el mismo que poco antes había tragado todo en mi boca. Era tan rico. Tan sensual, tan delicioso.

Quedé como dormida bajo su cuerpo, agotada, transpirada, pero feliz.

Luego Carlos, se tendió a mi lado y quedamos abrazados, durmiéndonos por un momento. Desperté, cuando sentí que Carlos, me estaba chupando los pezones. Era tan rico sentirlo como un niño en mis senitos. Me excitaba tanto que me los mamara.

Cuando él vio que había despertado, me sonrió, y me dio un cálido besito en los labios.

¿Cómo despertó mi amorcito? Me dijo.

Yo lánguidamente, le dije que bien.

Bajó su mano a mi entrepierna y me acarició. Y me dijo que desde ahora eso no se llamaría conchita, sino que Pepita, y su miembro Pepito, y que cuando quisieran jugar ambos diríamos que estaban jugando Pepita y a Pepito.

Tenía cada ocurrencia, que me alegraba.

Luego de ello, se levantó y devolvió la cinta de video, y me dijo ahora te vas a ver en la televisión, y veremos como salimos en una película porno los dos solitos.

Encendió la televisión, y comenzó la película. Me daba vergüenza verme allí, desnuda, y chupándole a su Pepito, y cuando me lo pasaba por mi cara, y sobre todo cuando me lo tenía insertado en mi vagina, con nuestros movimientos, agitados, desesperados en busca del éxtasis. En realidad me daba un no sé qué, pero éramos nosotros los que estabamos allí.

El verme de esa manera, me excitaba. No sabía que yo pudiera ser así. Mientras tanto Carlos me acariciaba a mi Pepita. Pasé una pierna sobre su miembro, quedando mi vagina expuesta para que su mano me acariciara. Abriéndome, entraba sus dedos, y tal como su miembro, su dedo medio, entraba y salía de mi vagina. Ya me tenía caliente nuevamente. Entonces me dijo: ¡Quiero que lo hagamos de otra manera mi perrita!

¿Cómo lo quieres hacer? Le respondí.

¡Quiero que te coloques en cuatro patitas, así como las perritas! ¿Ya?

Me dio vuelta, quedando boca abajo en la cama. Hizo que me hincara y pusiera mi cabeza apoyada en la cama. Luego me abrió las piernas, se colocó entre ellas y comenzó a pasar a Pepito por entre los labios de Pepita. Con una de sus manos, me rodeó la cintura para llegar hasta la Pepita, y comenzar a acariciarla. Luego comenzó a pasar su miembro por mi trasero. ¡Te lo quiero comer, me dijo!

Le dije que me dolería mucho, pero él empezó mojándose un dedo con saliva, a pasármelo por atrás, y metérmelo despacito. Mientras ello ocurría, me besaba el cuello, y me mordisqueaba dulcemente. Sentía que con cada empuje, su dedo entraba más en mi trasero. Pronto ya sentí que su dedo había desaparecido dentro de mi trasero. Empezó el movimiento, igual que en mi vagina, metiéndolo y sacándolo. Yo entre que tenía ganas y a la vez temor. Cuando ya había pasado un tiempo, sacó su dedo, y colocó la cabecita de su miembro y empezó a empujar.

¡Ay, ay... cuidado... me duele... no lo hagas por ahí... ayyyyy... ayyyyy... no, por favor... no lo hagas por ahí... ayyyyyyyy... sácalo por favor! ¡Hazlo por delante mejor, por favor mi amor... por ahí nooooo...!

Pero Carlos ya estaba decidido, y comenzó a empujar cada vez más, hasta que de pronto entró la punta de su miembro. Lo sacó y sé hecha saliva. Volvió a colocarlo y volvió a empujar con nuevos bríos. Con su brazo rodeándome la cintura, me acariciaba la Pepita, y sentía que cada vez entraba más. Sentía que me desgarraba.

¡AAAAAyyyyyyy... cuidado... con cuidado... me duele papito... me duele... snif... snif... por favor despacito que me duele... aaaaayyyyyy... no tan fuerte... despacito!

Mientras tanto seguía jugando con mi Pepita, y eso si me gustaba, me metía sus dedos en el interior de mi vagina. Luego de sentir que estaba totalmente mojada, sacó sus dedos y tomándome con sus dos manos por la cintura, empujo con todas sus fuerzas.

¡Aaaaaaaaaaayyyyyyygggggggggg... aaaaaaaaayyyyyhhhhhggggg... aaaayyyyy!

Solo fue un grito de desesperación al sentirme totalmente empalada, todo su Pepito estaba en mis entrañas. Y comenzó a moverse. Entraba y salía. Muy lentamente al principio, para después acelerar hasta que sentí que me inundaba con líquidos seminales el interior de mi trasero.

¡Aaaaaaaaaahhhhhh... que cosita más rica... que apretadito lo tienes mi amor, decía!

¡Te voy a llenar tu traserito con mi lechecita también, mi amor! ¡Serás mía por todas tus aberturas! ¡Me lo vas comer todo por todos lados!

¡Ahhhhhhggggg... así... así... mmmmmm... así... mueve tu traserito... así mi amorcito... que cosita más apretadita!... ¿Lo sientes? ¿Sientes como te llena el traserito?

¡Mmmmmmmmmaaaaahhhhhhhggggggg... que riiiiiiiiiiicccccccooooo!

Y su semen me inunda totalmente las entrañas. Pero la verdad es que no me gustó mucho esto, prefiero que me lo meta por delante. Pero por mi Pepito lo acepto, para que vuelva a comer a la Pepita.

Reposamos un rato, para luego nuevamente volver a ver el video con mi postura a lo perrita. Quizás si ahora al mirarla, siento algo de excitación.

Me pidió que fuera a la cocina y trajera algo para comer y beber.

Desnuda, me levanté y me dirigí a la cocina. Él en todo momento me estaba enfocando con la cámara de video.

¡Quiero tenerte filmada de todas maneras, para cuando este solito aquí, te pueda mirar siempre, mi tesorito! Me decía. Y me filmaba mi trasero, mis senos, mi Pepita. Toda.

Luego de comer algo descansamos un rato y ya me iba a vestir, para marcharme, me pidió que me acostara junto a él, así desnuda. Comenzó a besarme, y a acariciarme la Pepita, hasta que logró excitarme. Luego me pidió que le chupara su miembro un momento. Bajé mi cabeza, y tome a Pepito entre mis manos, luego, abriendo mis labios, lo introduje en mi boca, que en esos momentos era como mi Pepita. Con mi lengua le lamía, la punta, le besaba sus testículos, mientras mi mano subía y bajaba por su miembro, masturbándolo. Al cabo de un momento me pidió que me colocara encima de él. Abriendo mis piernas y apuntando con su miembro a la entrada de mi Pepita, comencé a bajar despacito. Lentamente iba entrando mi adorado Pepito. Así, subiendo y bajando, hasta que por fin me senté de un viaje hasta sentirlo totalmente en mi interior. Comencé a mover mi pelvis, en círculos, o hacia atrás y hacia delante. Me tendí sobre el pecho de Carlos, sintiendo los pelos de su pecho rozándome, los pezones, era el éxtasis. Mis caderas, subían y bajaban cada vez con mayor rapidez. Aprisionaba con las paredes de mi Pepita a mi adorado Pepito, me lo quería tragar todo. Mientras Carlos me mamaba las tetitas, me chupaba los pezones, con su otra mano me apretaba el pezón que quedaba libre. Me lo retorcía, suavemente.

¡Carlitos mío... dame tu lechecita... dámela... uuuuhhhhhhmmmmm... que riiiicccooo... dame... dame... quiero harto... quiero harto... ma... ma... ma... más... lléname todita... no me dejes con las ganas mi amorcito! ¡Déjame llenita mi amor... aaaaaaaahhhhgggggg... quiero tu lechecita... ahora... ya viene... ya viene... aaaa... aaaaa... aaaaaaaaa... aaaaa... aaaaaaaaahhhhhhhhgggggggggg!

Y exploté en un orgasmo que creo que fue el mas violento de todos los que tuvimos esa tarde.

Luego de reposar un rato, comencé a vestirme, y Carlos me pidió que no me pusiera los calzones ni el sostén. Quería tenerlos allí para él, y en las noches, cuando no estuviera conmigo, se masturbaría pensando en mi. Y así, solo con mi faldita, mi blusa y una chomba que andaba trayendo, nos despedimos, con un cálido beso, no sin antes meterme su mano bajo mi falda y meterme sus dedos n mi Pepita, y yo tomarle a Pepito arrodillarme y besárselo profundamente.

Y allí quedó él en cama, para que se mejorara, de su gripe.

Al llegar a casa, estaba mi hermana pequeña, viendo televisión. Le pregunte si habían llamado por teléfono, y me dijo que Sergio me había llamado. Recién me vine a acordar que nos íbamos a juntar para ir al cine. Pero se me había olvidado. Al rato tocan el timbre de casa y al ir a abrir me encuentro con Sergio.

¿Qué te pasó, que no estabas para ir al cine? Me preguntó.

¡Ah... es que fui al centro a comprar, y se me pasó la hora! Le respondí.

¡Bueno entonces, conversemos un rato! Me pidió.

Pasamos al living, y allí me abrazó, pero yo trataba de rehuirlo. Me besó y me abrazó. Luego quiso subirme la blusa para jugar como siempre lo hacía con mis senos, pero le dije que ahora no tenía ganas. Y como siempre que él quería hacer algo, me negaba, se aburrió y me dijo que mejor se iba y quizás, si volvería al día siguiente.

Nos despedimos. Y partió cabizbajo. Me dio no sé qué, pero yo tenía ahora otra cosa mejor que él. Tenía a mi Pepito y a su dueño.

Después de ello, me dirigí a mi computadora y le escribí a mi ciberamiga, contándole lo que me había sucedido. Era la única a la que le tenía confianza para relatarle todo sin omitir ni una coma.

Al cabo de unos minutos me respondió, y me dijo que lo había hecho excelente, y que ahora que conocía a un hombre mayor que yo, me daría cuenta que en realidad eran mejores que los imberbes de mi misma edad, que solo buscan descargarse ellos y una queda con todas las ganas. De ello, podía yo dar fe ahora, que había quedado demasiado satisfecha por todos lados con mi Pepito. Y me pidió que le siguiera contando todo lo que ocurriera. Además me dio consejos para impresionar a Carlos, como que lo buscara en cualquier parte del departamento, para hacer el amor, ya fuera en la ducha, en la cocina, o en el comedor. Que siempre a los hombres les gustaba, que una anduviera sin calzones y sin sostén, cuando estaban solos en un departamento. Y que si estaba en la ducha, me hincara y se lo empezara a chupar de inmediato, para calentarlo y así excitado me haría mejor el amor. Además que, si era posible, que una noche tratara de quedarme con él en su departamento. Vas a tocar el cielo, me decía.

Todo ello lo lleve a la práctica, excepto quedarme con él una noche. No sabía como hacerlo para que mi mamá me diera permiso, ya que mis amigas de colegio, ni siquiera iban a mi casa. Pero en lo demás era increíble todo.

Después le conté a mi amiga, que tenía toda la razón, y le agradecía sus consejos.

Cierto día mi mamá, tendría que salir, y volvería tarde. Me dijo que me quedaría a cargo de todo y que me cuidara junto a mi hermana. Nos dio toda clase de consejos por si se demoraba mucho.

Le dije que no se preocupara, que así sería tal como ella nos decía.

Eran alrededor de las 6 de la tarde. A eso de las 7:30 le dije a mi hermanita, que si no hubiese problema, en que yo saliera y ella se quedaba sola, que yo la estaría llamando por teléfono, para saber como estaba. Me dijo que bueno, pero que no me demorara demasiado. Esto me daba, tiempo para estar hasta las 11 o 12 de la noche con mi amado Carlos y su Pepito. Salí apresuradamente, tomé un auto, y me dirigí a su departamento.

Al llegar allá, toque a la puerta, y salió Carlos, quien al verme, se extrañó por que llegara a esa hora, cuando lo normal era que llegara temprano, a eso de las 2 o 3 de la tarde. Me beso y me hizo pasar. Ingresamos al living. Había allí un joven de unos 14 o 15 años. ¡Mi amor, te presento, a un sobrino, que viene de la capital a pasar unos días conmigo, me dijo Carlos! ¡Se llama Andrés!

¡Hola, me dijo! Mi tío me a hablado bastante de ti.

¡Espero que no sea para mal, le respondí!

¡Para nada, me dijo!

Luego conversamos de un montón de cosas, y mientras conversábamos, Carlos se fue a preparar algunas cosas para comer y beber.

Sabiendo que con su sobrino en el departamento, nada llegaría a ocurrir, me levanté y dije que me iba. Pero Carlos me dijo que como me iba a ir tan luego, y fue tanta la insistencia, que debí quedarme.

En algún momento, Andrés, dijo que el viaje lo había cansado bastante y que deseaba descansar, y que le perdonáramos, que él se retiraría, a descansar. Nos despedimos y Carlos le enseñó su dormitorio. Al retornar, Carlos me abraza y me lleva a su dormitorio, y me besa apasionadamente. Levanta mi falda y acaricia mis nalgas por encima de mi calzón, para luego bajármelos, y comenzar a sentir el encuentro entre Pepita y Pepito, dulcemente, con sus dedos abre los labios de Pepita, y empieza a introducirme a Pepito, así de pie, pegados a una pared de su dormitorio. Mientras tanto seguían sus labios pegados a los míos, entrelazando nuestras lenguas y nuestras salivas.

¡Qué riiiiiiccccaaaa, estas mi amor! Me decía. Y mientras me tenía, el aire, tomada por mis nalgas, uno de sus dedos, me entraba por mi ano. Estaba siendo penetrada por Pepito y uno de sus dedos.

¡Mmmmmmm... aaaaaaaahhhh... métemelo más adentroooooo... ma... ma... más... aaaaahhhhhh... dame... dame... dame... dámelo!

Así, conmigo en el aire me lleva a su cama, y me recuesta, me saca la polera, mi sostén, y mi falda, dejándome totalmente desnuda. Luego me hace arrodillar en la cama, y el de pie al lado, hace que le mame a Pepito. Lo introduzco en mi boca, metiéndolo y sacándolo, apenas rozando con mis labios, mientras mi lengua jugueteaba con la punta de su glande, apenas podía abrir los ojos y le miraba y sentía sus gemidos.

¡Chupa... chupa... lame... lame... lámelo... así... así... mételo más adentro de tu boquita, así... aaaaahhhh... lámelo... lámelo... chúpamelo más fuerte... mmmmmhhhh... que riiico lámelo... trágatelo todo... tómate toda la lechecita... ahora... ahora... ya viene... ahora... ya... ya... yaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhgggggggggg!

Y sentí que su miembro empezaba a palpitar en mi boca, y con cada latido, me daba mi lechecita, tibia, sensual, aromática... mmmmmmmm... es tan riiiiiiiiiicoooo.

Luego me acuesta con las piernas colgando en la cama, se arrodilla frente a mí, y me empieza a lamer a mi Pepita. Abriéndome mis labios vaginales, su lenguita recorre toda mi rajita, de arriba hacia abajo. Luego de encontrar mi clítoris empezó a chupármelo y a acariciármelo con su lengua, que la sentía tan caliente, tan profundamente caliente.

Con mis piernas sobre sus hombros, le animaba a que me la metiera más adentro, a que calmara mi calentura, quería sentir un orgasmo, solo con su lenguita.

¡Ooooooohhhhhh... que riiiiccccoooo... méteme tu lenguita... chúpamelo... ahí... ahí... en mi botoncito... lámelo... lámemelo... más fuerte... oooooooohhhhh que rico... chúpamelo... más rico... más rico... aaaaaaaahhhh... mmmmmhhhhgggg... así... así!

En esos momentos, sentía que mi cuerpo estaba a punto de estallar, sentía su lengua recorriéndome toda, sus dedos jugando con mi conchita y con mi ano. Entonces me dice: ¡Me gustaría que sentirte, mientras te penetro, que me mamaras a Pepito, pero no se puede! ¿Quieres que mientras Pepito se mete dentro de tu Pepita, llame a mi sobrino y le mamas su miembro? _ Quede un poco perpleja, ya que no esperaba una proposición de este tipo. Y menos de la persona que más quería. Pero en aquellos momentos, quizás si debido a mi excitación, a la necesidad que tenia de explotar en un orgasmo, le dije que bueno.

Salió, desnudo del dormitorio, y a su regreso llega con Andrés, quién sólo llevaba puesto su calzoncillo. Al verme allí desnuda en la cama, inmediatamente noté que su miembro se empezaba a erectar. Saca su calzoncillo, y deja al descubierto un miembro solo un poquito menos de tamaño que el de Carlos, pero su grosor era mayor.

Carlos me toma atravesada, en medio de la cama, quedando con mi cabeza colgando hacia el otro lado, y mientras Carlos me penetraba, Andrés, se arrodillaba enfrente de mi cara, y colocaba su miembro para que se lo chupara.

Apenas si cabía en mi boca, debido a su grosor, pero con los empujes de Carlos y a mi estado de excitación poco a poco se fue adentrando en mi boca.

¡Cielos... estaba siendo penetrada por mis dos extremos! ¿Alguna vez mi ciberamiga lo habría hecho? Tendría que preguntárselo.

Carlos me llenaba tan bien con mi Pepito adorado, sentía el roce de su puntita con mi clítoris, como se adentraba en mí, como llegaba al fondo de mi vagina. Poco le podía decir en esos momentos, con mi boca repleta por el gran miembro de Andrés.

¡Mmmmmmmmmaaaaahhhhhhhggg... uuuuuummmmmmhhhhhh... hhhhhhhggggg... mmmmmmuuuuuhhhhhhh... aaaaaaaaaggggggghhhhhhhhh... mmmmmhhhhggg!

Eran casi los únicos sonidos guturales que podían salir de mi garganta. Cuando sentí que Andrés, descarga su semen en mi boca, llenándomela por completo. A duras penas pude tragarlo debido a mi posición, estaba a punto de ahogarme. Mientras que al otro lado Carlos me estaba llenando mi vagina con su semen.

Carlos hizo que Andrés me sacara su miembro, y se puso de espalda en la cama y me coloca sobre él, con mi Pepito dentro de mí, quedando recostada sobre su cuerpo. No bien nos acomodamos, Andrés subió a la cama, y colocándose entre nuestras piernas, abre mis nalgas, apuntando su miembro a mi ano. Me sentía, bastante extraña. Pero sentía a la vez como Andrés, empujaba, para tratar de introducirme su miembro. Mientras tanto Carlos, me besaba, y me decía que no me preocupara, que me relajara, y con sus manos, ayudaba a Andrés a abrirme las nalgas, despejándole el camino para la penetración.

Pronto sentí, que una parte de ese miembro, empezaba a ingresar en mi trasero, para luego, de un golpe, sentir que llegaba a lo profundo de mis entrañas.

¡Aaaaaaaaaayyyyyy... des... desp... despa... despacito... me duele... me duele... mmmm... aaaahhhhhgggg!

Y empezaron a moverse ambos dentro de mí. Notaba que una pequeña tela separaba a los dos miembros, que se rozaban entre ellos, haciendo que mi excitación aumentara. Los besos de Carlos, metiéndome su lengua, los besos de Andrés en mi cuello, mordiéndome, hicieron que ya mi cuerpo reclamara por su gratificante orgasmo, y comenzando a moverme yo misma, los instaba a que me dieran sus caricias, que me llenaran de su lechecita.

¡Muévanse más... lo quiero ahora... dénmelo... aaaaahhhh... quiero ahora... llénenme... ahora... ahora... aaaahhhhggg... ya viene... ya viene... aaaaahhhhggggggmmmmm!

Y entonces explotamos todos. Sentí que Andrés me llenaba mi trasero con su semen inundándome mis entrañas, y Carlos me llenaba mi vagina, y a su vez, yo dejaba escapar mis jugos vaginales sobre el miembro de Carlos, dejándolo totalmente mojado.

Jugamos hasta cerca de las 12 de la noche, y lo hicimos de varias maneras, ora entraba por delante Andrés ora entraba por detrás Carlos, se los mamaba a ambos, tragándome todo su semen.

Y realmente fui feliz, me sentí completamente satisfecha sexualmente. Fui feliz, muy feliz. A pesar de contar con solo 15 años, puedo decir que nunca tendré el problema de mis padres, que aparentemente son reprimidos sexuales. Yo nunca pasaría por ello.

Me fueron a dejar a mi casa, y como estabamos solas con mi hermana, les hice pasar para que Carlos conociera mi casa, y a mi hermana.

A Teresa, mi hermana le dije, que él era un amigo de una amiga mía, que ella no conocía, para no levantar sospechas, ya que mi hermana conoce a casi todas mis amigas.

Después de un rato, dijeron que se marchaban, y al ir a dejar a Carlos con Andrés al auto, me dijeron que fuera al día siguiente, al departamento, para que disfrutáramos de otra tarde agradable y que hiciera lo posible por llevar a mi hermana de 13 años.

Nos dimos el beso de despedida y partieron.

Me fui hacia adentro, me senté en el living, y miré a mi hermana, que veía la televisión, ella me mira y me sonríe, yo también le sonreí.

¿Qué sucede? Me pregunta.

¡Nada... hermanita... estaba pensando nada más!


(Esta historia sólo recién comienza, ¿cuándo termina? No lo sé, ni yo misma)
Mi dirección: ximena96@hotmail.com