Mónica estaba medio tumbada en la cama de Susana, mirando
hacia su hermana, y sonreía levemente según hablaban de sus cosas. No intentaban
evitar el tema de lo ocurrido entre ellas pero no salió para nada, simplemente
era una conversación de amigas, eso si, muy distendida.
Susana sentia ganas de volver a hacer cosas juntas como antes, de recobrar
costumbres que tenian; lo primero que le vino a la mente fue cuando se probaban
ropa y comentaban como les quedaba y se sugerian un conjunto u otro... pero esta
vez al pensar en ello solo le venia a la mente el cuerpo desnudo de su hermana,
se habia quedado grabado en ella. Ahora inocentemente en su cama, vestida con
una camiseta blanca de tirantes y unos pantalones cortos tambien claros, y unos
calcetines grises con los que jugueteaba quitandose uno con el pulgar del otro
pie mientras hablaban.
Asi no se parecia en nada a la de aquel dia... pero en el interior de Susana
todo seguia igual... "cómo me gusta mi hermana" parecia decir su subconsciente
cada vez que se giraba hacia ella cuando la conversacion lo requería. Sentia el
deseo de levantarse y saciar sus deseos con ella en ese mismo momento. Pensó en
la suerte que tenia de que quiza su pasión fuera correspondida por Mónica pero
ni de lejos se atrevería, de hecho trató de dejar de pensar en ello y
concentrarse en lo que hablaban, ya que quedarse en blanco por unos segundos
habría provocado una incomodidad enorme entre las dos. Pero Mónica, extraña-
mente para su edad, todo este tiempo desde su primer encuentro y tambien en este
momento, estaba sabiendo llevar la situación perfectamente, (incluso a veces
aliviando a Susana de situaciones embarazosas).
Lo cierto es que en estos dias se llevaban mejor que nunca y habia aumentado
logicamente la confidencialidad. Susana sentía que en ese momento no necesitaba
estar mas que con Mónica y lo demas importaba poco, en todos los sentidos se
sentia afortunada de ser hermanas y de lo que hubiera ocurrido hasta llegar a
esa situación.
Volvió a pensar en lo de probarse ropa y le pareció demasiado fuerte así que
propuso a su hermana ir al cuarto de baño y hacerle un peinado especial o
intentarlo. Al rato estaban en ello, rieron juntas un rato y de vez en cuando,
Susana, que estaba detrás, le pegaba achuchones a Mónica sonriendo, o acariciaba
sus mejillas, y empezó a creer que lo de su hermana no era madurez o saber
estar, los gestos de ella eran de hermana; de cariño pero no el que Susana
queria sino fraternal, a lo que Susana sonreia aparentando que todo iba bien.
Terminaron y ya estaban cansadas de pasar buenos ratos desde que sus padres
salieron de viaje, era viernes de vacaciones, a media tarde, un dia genial.
Nada más salir del cuarto de baño Mónica se giró y abrazó a Susana en un
arranque de los que solian tener ahora y le dijo que se alegraba de que su
relación hubiera mejorado. Susana se alegró aunque pensó que eso no venía a
cuento. Monica echó hacia atrás la cabeza unos centímetros hasta que quedaron
mirándose a los ojos. Susana pensaba lo precioso que era el rostro de su hermana
cuando vio que se acercaba y posaba los labios sobre los suyos. Fue el beso más
dulce que le habian dado nunca, sin darse cuenta se lo estaba devolviendo
apretándola hacia sí por la cintura, sintiendo los labios ligeramente
entreabiertos de Mónica, que se mostraba realmente experta besando.
Transcurrieron unos momentos hasta que separaron sus bocas, no asi sus cuerpos.
- ¿Qué significa esto? - preguntó Susana.
- Creo que me estoy enamorando de ti - respondió Mónica sin pensárselo. Para
Susana el día de su primera vez esto hubiera sobrado, solo importaba la
atracción que sentía por ella, pero la situación había cambiado y aquello era lo
que más deseaba oir.
No respondió a lo que había dicho Mónica, al menos con palabras pero sí con más
besos, esta vez más largos, disfrutando el momento. De nuevo sintió que lo único
que necesitaba estaba entre sus brazos.
- ¿Te das cuenta de lo que estamos haciendo? - dijo Susana.
- Nada malo, algo tan encantador no puede ser malo, ¿no crees? es imposible -
Susana se puso a la espalda de ella y la abrazó desde atrás al tiempo que
caminaban hacia su habitación. Se tiraron en la cama de Susana, la que estaba
mas cerca, y con calma se besaron sin decidirse ninguna a tomar la iniciativa.
Esta vez no había que cerrar la puerta, ni acallar los gemidos, no había nada
que se interpusiera en la atracción mutua que sentían. Susana, que era la que
estaba debajo, pensaba en la suerte que tenian de que este momento hubiera
llegado sin sus padres en casa. Sentía que su hermana menor estaba entregada,
que podia hacer con ella lo que quisiera. Le pidió que se desnudara, algo que
Mónica estaba deseando, pero que hizo con una lentitud que la desesperaba. Ese
cuerpo era definitivamente tan bonito como recordaba, quizá más aún como es
lógico, ahora ya no se lo tenía que imaginar, podia verlo y sobre todo tocarlo,
cuando se dio cuenta estaba ya acariciando su cintura, y directamente pasó a sus
pechos, notó su gran suavidad, los besó, y después su ombligo, su abdomen, sus
muslos.
- Vamos, yo tambien quiero verte - dijo Mónica. En este caso fue ella la que
empezó a desnudar a su hermana, cuando le quitó la camiseta sobó sus tetas por
encima del sujetador blanco a la vez que la dio un corto pero intenso beso en la
boca, introduciendo su lengua. Mientras le desabrochaba el sujetador se seguian
dando pequeños besos; Susana ayudó a la hora de quitarse los pantalones y las
bragas, sobre todo por sus propias ganas de marcha. Mónica se humedeció
la mano derecha con saliva y acarició superficialmente la rajita de Susana, se
agachó y empezó a besar y acariciar la parte interior de sus muslos, sin dejar
de frotarle el coño, consiguiendo ponerla definitivamente a tono. Fue acercando
su boca al conejito húmedo de su hermana, y lo rozó con la punta de la lengua.
Susana, que estaba tendida hacia arriba con los ojos cerrados y con las manos
estimulando sus pezones, intentaba evitar dar respingos ante el juego de lengua
que sentía en su entrepierna. Mónica lamía de abajo a arriba la raja de Susana,
sin introducir la lengua, haciendola morirse de ganas de tenerla dentro de una
vez, cosa que no se hizo esperar, con gran habilidad la lengua y labios de la
pequeña se encargaron del coño mientras con las manos le acariciaba los muslos,
recordando la suavidad que tenian y que le encantaba.
Al poco rato empezó a usar su lengua en círculos sobre el clítoris de Susana, e
introducía dos dedos dentro de su vagina.
- mmmm , asi..., sigue.....
Susana se encontraba en el cielo, su querida hermana no hacia nada imaginativo
ni cambiaba de posición, pero no hacía falta más, sabia que iba a ser uno de
esos orgasmos lentos pero enormes, como los que se habia producido ella misma
pero de labios de Mónica el placer se multiplicaba por 10. Mónica tenia sus
manos ocupadas en Susana, pero aunque no podía darse placer a si misma le
bastaba con hacer disfrutar a su hermana mayor. Quería darle un orgasmo intenso.
Eso sí, de su vagina no paraba de manar su espeso flujo. Se introdujo la mano
izquierda bajo las bragas y empapó sus dedos todo lo que pudo. Se incorporó a la
altura de Susana sin quitar la mano derecha del coño de ésta, que empezaba a
sentir la llegada del clímax, aún con los ojos cerrados por lo que no se dio
cuenta del movimiento de Mónica, la cual introdujo dos dedos embadurnados de su
jugo en la boca abierta; los gemidos se cambiaron por chupeteos. Al rato cambió
los dos dedos por su lengua y a la par empezaron a moverlas en círculos dentro
de la boca de la otra, como queriendo sentir todos los recovecos, como dos
hambrientas. Esto fue mucho para Susana, que se corrió salvajemente, durante un
largo rato, hasta volver en sí y reparar en la situación: la cama estaba
totalmente deshecha, Mónica desmelenada y en bragas y ella empapando las sábanas
y aún con las manos en sus pezones que no había quitado en todo el rato, tenía
incluso marcas en ellos, seguramente del momento del orgasmo. Y reparó también
en que se sentía feliz y por otra parte satisfecha de haber descargado un deseo
que, cuando se masturbaba, intentaba aplacar pensando en otras personas, tanto
chicos como chicas pero nunca con quien en esas noches de autosatisfaccion
compartía habitación con ella; no aceptaba que la amaba, pero ahora había dado
rienda suelta.
El objeto de su deseo también estaba feliz de haberle hecho correrse de esa
forma, y se lo mostraba sonriendo; se acercaron y entre risas empezaron a
juguetear y a retozar en la cama, acariciándose de vez en cuando. De esa forma
sí parecían dos hermanas normales y corrientes, excepto por los besos en la boca
y algun que otro tocamiento. No tenían otro plan mejor que volver a excitarse y
volver a hacerlo; cuando la calentura se empezaba a hacer notar, oyeron el
teléfono; con más rabia que nerviosismo Susana se dirigió a la cocina, y
tratando de no mostrar una respiración agitada descolgó.
- Si?... bien, todo bien... sí, he bajado esta mañana ... en el salón viendo la
tele...
Mónica había ido también a la cocina al ver que sería su madre la que llamaba,
ya que estaba impaciente por saber cuando volvían, juntó su oreja al auricular,
bien, les quedaba algo más de una semana, ahora su madre empezó a soltar cosas
que tenían que hacer o comprar, así que a Mónica se le ocurrío girar la cabeza
de Susana con la mano y darle un beso con lengua, mientras pensaba en el ataque
que les daría a sus padres si supieran lo que se estaba haciendo al otro lado
del teléfono. Se puso en cuclillas y comezó a comerle el coño de nuevo, Susana
como pudo siguió hablando por el teléfono hasta que para su alivio colgó y
empezó a gemir y a prestar su atención al cosquilleo en su sexo.
- Vamos a la cama cielo, me tiemblan las rodillas - pidió Susana.
Mónica obedeció y no sin prisa imitaron la posición anterior pero tumbadas,
mientras se quitaba las braguitas. Una vez empapada la vulva de Susana de
saliva, empezó a acariciar el clítoris con los dedos y a jugar con él.
- ¿Te temblaban de gusto o de nervios? - quiso saber Mónica.
Susana relajó su tensión sexual de un profundo suspiro para poder responder.
- Tía pero como se te ocurre hacer algo así...
- Pues bien que me devolvías el beso, además, eso no es nada.
- ¿¿Nada?? - preguntó Susana - ¿Y qué es para tí "algo"?
- Pues... masturbarme en el salón viendo la foto de mamá en la boda de Andrés.
Susana ahora sí se sobresaltó, además Mónica sonreía como si fuera algo normal:
Durante unos segundos pensó en los cuadros que había en el salón, no, no podía
ser otro, era uno del que a veces habían comentado a su madre que se había
puesto muy guapa para aquella boda, hacía seis meses; era verdad que tenía buen
cuerpo y llevaba un vestido oscuro con escote que le sentaba espléndido, de cara
era normal, no como para decir que era guapa; bueno, ese día sí lo estaba,
después de haber pasado por la peluquería. Era de esas madres que se cuidaban,
pero nunca se podía pasar por la mente de Susana algo como lo que acababa de
oir. Mónica ajena a estos pensamientos tenía ya toda su lengua explorando las
paredes de su vagina.
Empezaba a pensar en levantarse y vestirse, cuando Mónica empezó a girar su
cuerpo en posición de 69; sin estar muy segura de lo que hacía, Susana introdujo
su boca en la entrepierna de Mónica y empezó a lamer con ganas; el olor de
hembra joven de Mónica podía más que su voluntad; no obstante a pesar del
placer, Susana se sentía incómoda y encontraba la situación violenta, pero
inexplicablemente esto era lo que más la encendía. Se dedicó a aprovechar ese
cuerpo que su hermana le brindaba.
Los sexos de ambas ahogaban gemidos y exclamaciones de placer cada vez más
intensos. Las dos estaban ya en una nube. Mónica, habituada ya a llevar la
iniciativa, hizo ademán de ponerse debajo, lo hicieron con cuidado ya que la
cama no era muy grande. Así Mónica se dedicó a magrear las nalgas de Susana; de
cuando en cuando se encargaba del ano de Susana, con lengüetazos que la mayor
exteriorizaba con estremecimientos y con abundante flujo que Mónica encontraba
delicioso. Las dos tenian bien manchada la cara ya de sus jugos.
Mónica se separó, se puso de cara a Susana y lamió su cara y su boca recogiendo
su flujo; eso le daba reparo a Susana, pero la visión de su hermanita
relamiéndose y restregándose el líquido por las tetas le animó a hacerlo, pegó
un par de lametones y le gustó. Mónica mientras no se había despreocupado de la
vulva anhelante de Susana, y siguió masturbándola moviéndo rápidamente dos dedos
por entre la rajita y con la palma de la mano estimulando el clítoris, mientras
chupaba los pezones de Susana. Ésta se estaba derritiendo, en esta posición era
estimulada y a la vez podía manosearle las tetas a su hermana. Un nuevo orgasmo
empezaba a partir de su sexo estremeciéndola.
- Aaahhhhh, más rápido Mónica, me estoy corriendo, aahhhhhh -
Mónica cumplía, con la boca chupaba un pezón y con una mano pellizcaba el
otro, matándola de placer.
- Siiiiii, asi, cielo, sigue... - Susana deseó que este momento fuera eterno,
el placer era total, a los pocos segundos se empezó a convulsionar en un gran
orgasmo mientras se aferraba a su hermana pequeña con fuerza.
Mónica no quería ser menos y nada más sacar los dedos de dentro de su hermana se
los introdujo ella. Ahora Susana le frotaba los pezones con los dedos, mientras
pensaba en el aguante que mostraba Mónica, o quizá que no tenía la misma
facilidad que ella para alcanzar el orgasmo. No había duda de que era capaz de
tenerlos, la propia Susana estaba segura de haberle producido uno en su primer
encuentro, pero quizá necesitaba más ayuda. Tumbó a Mónica boca arriba, y sin
quitarle las manos de los pechos empezó a lamerle el conejito, que estaba
realmente caliente y palpitante. Jugó con el clítoris absorbiéndolo, apretándolo
con la punta de la lengua. Mientras, se chupó tres dedos que fue metiendo
sucesivamente por la rajita, notando que su hermana empezaba a enloquecer de
gusto y a emitir ronroneos.
- Mmmmm, ahhh, ... lo estas haciendo muy bien, Susana, ... qué gusto...
Después de un largo rato así, Susana cogió las piernas de Mónica y las elevó
hasta tener su culo a su disposición; lo lubricó bien con saliva e intentó meter
un dedo; tras presionar unos instantes Mónica relajó su orificio y exhaló un
suspiro placentero a la vez que el dedo se introducía en ella, Susana intentó
meter un segundo dedo que costó aún más. Así, volvió a chuparla el clítoris
mientras movía en círculos los dos dedos dentro del culito de Mónica o los metía
y sacaba ligeramente. Besaba y lamía sus muslos, su ombligo, su rajita; durante
un rato introdujo dos dedos de la mano libre en la vagina.
Mónica estaba gozando desbocadamente y empezaba a notar el orgasmo, aunque le
costaba llegar. A ratos Susana se incorporaba y la besaba con pasión, dándole a
probar sus propios jugos de nuevo.
- Vamos cielo, ... un poco más, me corro , mmmm.
Mónica necesitaba algo más. Susana de repente sacó sus dedos de dentro de ella,
y se levantó dejándola anhelante sobre la cama.
- Susana, qué haces, no me hagas esto... -
Mónica empezó a masturbarse lo más rápido que pudo, cuando se quiso dar cuenta
Susana entró en la habitación con algo de ropa en las manos, que rápidamente
Mónica reconoció que era de su madre, Susana cogió un jersey y se lo puso a
Mónica en la cara.
- A ver si te ayuda esto, zorra, ... vamos ...
Mónica lo cogió y empezó a oler profundamente el perfume que emanaba, al tiempo
que su vulva empezó a segregar gran cantidad de líquido. Se estaba poniendo
realmente cachonda, por si eso fuera poco Susana había empezado a deleitarla con
expertos movimientos de lengua en su conejito. Susana estiró un brazo y cogió
algo de entre la ropa y se lo tendió. Eran unas bragas de seda, color crema, las
palpó, sus pezones se endurecieron más aún; se acarició interponiendo las bragas
entre su mano y su piel. Sus poros se iban abriendo al contacto de la suave tela
mientras con la otra mano acariciaba el pelo de Susana y la atraía más hacia sí.
Ahora cogió el sujetador que se correspondía con las bragas. Solo de palparlo su
sexo chorreaba, Susana notaba en su boca que había acertado. Mónica se acarició
también con esta prenda, se la llevó a la nariz, olía inconfundiblemente a
mujer. Las sensaciones la abrumaban y la encandilaban, en pocos segundos le
sobrevino un orgasmo tremendo, largo, que la llenó por completo, pero no solo de
placer sino de culpabilidad.
Cuando el placer iba escapando lentamente de su cuerpo recordó que había
pronunciado, y varias veces, el nombre de Julia, su madre, lo que no era nada
comparado con lo que había hecho con su ropa interior. Pero Susana no mostraba
enfado ni mucho menos. Mónica se levantó y la besó en la mejilla.
- Lo siento. Sabes que a quien quiero es a tí. - dijo Mónica.
- Lo sé, tranquila. Supongo que necesitabas un empujoncito. Yo solo queria que
te corrieras, y perdona por lo de zorra.
- Ah, qué va, eso me puso a cien, Susana, no te preocupes. - dijo Mónica
mientras recogía su ropa y se la empezaba a poner. - Venga, preparo la cena. -
La sesión de sexo lésbico las había dejado satisfechas, ya que se ducharon por
separado y tras ver televisión haciendose algunas carantoñas bastante comedidas
se fueron pronto a la cama a reparar las energías gastadas. Sin embargo, Susana
permanecía despierta pensando en lo que se le había ocurrido momentos antes.
(sigue en la parte III)
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