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Susana Vs. papá

en Amor filial

Ricardo estaba allí de pie, junto a la puerta de Susana, preguntándose cómo diablos le haría para conseguir lo que tanto había deseado. Él nunca había sido un tipo acelerado, nunca había sido de los que toman al toro por los cuernos, pero ahora, con la mirada fija en Susana tumbada en la cama, deseaba ser de esa clase de sujetos.

La verdad es que él siempre quiso cogerse a su hija, sin embargo, y por suerte para ella, el deseo de ser gimnasta mantuvo a Susana sumergida en entrenamientos de tiempo completo que hacían que la chiquilla rara vez permaneciera mucho tiempo en su casa. Pero aquella simpática trigueña de 30 kg. Se había convertido ahora en una hermosura de 16 añitos, con unas caderas afiladas y un busto en pleno desarrollo que sólo servían para excitar más a su padre.

Susana regresaba de un concurso gimnástico para quedarse en su casa los siguientes 2 meses. Había pasado mucho desde la última vez que Ricardo había sentido esa profunda excitación al estar de pie, contemplando a su hija durmiendo.

Cuando Susana descendió del avión lo primero que hizo fue correr hacia Ricardo y su esposa a darles un enorme abrazo a ambos, fue entonces cuando el pobre de Ricardo comenzó a perder el control sobre sus sentimientos para con su hija; sintió en aquel momento los pequeños y endurecidos pezones de la adolescente re pegarse por encima de su camisa mientras la abrazaba, en ese momento experimentó una erección involuntaria que a duras penas pudo disimular. Aquella mañana fue particularmente ajetreada, su esposa Amanda no sospechaba nada, así que los dejó para volar hacia España en donde debía dar una conferencia de negocios sin imaginar siquiera lo que estaba a punto de ocurrir.

Así que allí estaba él, a media noche, espiando a su hija, asomando el ojo a través de la puerta ligeramente entreabierta de su habitación. Lo primero que percibió fue su pequeño busto apenas iluminado por la pálida luz de la luna, envuelto en una pequeña blusita de algodón; pudo darse cuenta de que Susana aún no lograba conciliar el sueño, ya que se rodaba de un lado a otro del colchón buscando una posición cómoda para poder dormir, hasta que terminó deshaciéndose de la blusita, quizá agobiada por el calor. Ricardo tenía los ojos clavados en Susana, recorriendo de arriba a abajo su pequeña silueta, deseó entonces que Susana se girara boca abajo para poder apreciar mejor su erecto trasero, y de pronto, como si Susana hubiera escuchado la silenciosa plegaria de su padre, se giró boca abajo, las sábanas cayeron un poco de lado, y Ricardo pudo ver sus braguitas rosas de niña. Y fue aquella visión de sus calzoncillos rosas lo que finalmente venció la voluntad de su papi, Ricardo ya no pudo más y luego de deshacerse de su ropa, penetró silenciosamente en la habitación de Susana, sintiendo como su erección crecía más y más conforme se acercaba a su cama. Con la mayor habilidad de la que fue capaz, de un solo movimiento rasgó las bragas de Susana al tiempo que la inmovilizaba dejando caer todo su peso encima de ella, mientras presionaba con las caderas hacia adelante tratando desesperadamente de penetrarla a como diera lugar.

¡No Dios, noooo, nooo! – Gritaba la adolescente aterrada, sin poder creer lo que estaba pasando, sentía el inmenso falo de su padre justo en medio de las piernas tratando de escurrirse al interior de su vagina; Susana continuaba gritando mientras su padre trataba por todos los medios de embestirla, ¡pero era tan dificil! Continuaba empujando las caderas hacia adelante con fuerza pero Susanita ofrecía mucha resistencia, gritaba y pataleaba. De pronto Susana pateó a su padre, y ese atrevimiento desató la furia de Ricardo, y tomándola por los hombros la forzó a volverse boca arriba, teniendo su fresca carita delante de él la abofeteó duramente.

¡Ya deja de revelarte! – Le ordenó.

Pero Susana no obedeció, de hecho se resistió con más fuerza, tratando de alejarse de su padre y correr hacia la puerta. Lloraba con fuerza, pero lloró con más fuerza aún en el momento en el que Ricardo se apoderó de sus caderas, la abrió de piernas, y logró meterle la verga de un fuerte empellón que la dejó completamente ensartada al primer intento. La pobre adolescente lloraba como su estuviese dando a luz cuando su padre comenzó un frenético bombeo, cogiéndose a la adolescente como si fuese un animal en celo.

ahhh... sííí... Mmmhh... – gemía Ricardo extasiado, sin escuchar siquiera las súplicas de Susanita.

¡Para!... ¡ Dios mio!... ¡papá!... porfa...-

Susana le suplicaba que se detuviera, pero Ricardo no tenía la más remota intención de hacerlo. Sin embargo no le tomó más de una docena de vergazos para venirse abundantemente, vaciando toda su leche dentro de la maltrecha vulva de su hija que soltaba hilillos de sangre mezclada con sudor. Su orgasmo pasó, pero mantuvo su verga bien adentro de la cavidad de Susana, aún la oía llorar, esperó unos minutos pero ella continuaba llorando, le gustaba mucho sentir su pene dentro de la vagina de Susana, tibia y húmeda, dándole ligeros apretones involuntarios mientras sollozaba. De pronto se incorporó y la miró de frente.

- Lo hiciste muy bien para ser tu primera vez, pero estoy seguro de que puedes hacerlo mejor.

Susana clavó sus humedecidos ojos miel en su padre.

Me violaste – le dijo secamente, y su cara comenzó a tomar facciones de enojo. - ¡Violaste a tu propia hija cabrón! –

Ricardo la abofeteó tan fuerte que sus lágrimas volaron por los aires.

No me hables así, soy tu padre pendejita –

¡Pero me violaste! –

¡Y que!, ya pasó. Olvídalo –

Susana comenzó a llorar de nuevo

... Lo olvidaré después de haberte acusado con la policía... – murmuró, dejando entrever el miedo en sus palabras. Ricardo la tomó de la barbilla y la obligó a girar la cara para poder mirarla fijamente a los ojos.

Adelante, ve con la policía... – le dijo enojado, al tiempo que la sujetaba por los hombros obligándola a incorporarse - ... pero si vas a ir a acusarme asegúrate primero de tener algo que valga la pena de contar –

Susana miró a su padre y enseguida sintió un agudo dolor producto de la cachetada que le propinó su papá. Acto seguido la sujeto de los cabellos y la arrastró fuera de la cama obligándola luego a hincarse delante de él. Ricardo estaba fuera de sus casillas, sentía una mezcla de excitación y coraje producto de la rebeldía tan terca de aquella muchacha que aún no aprendía cual era su lugar, ya que no por habérsela cogido dejaba de ser su hija y deberle respeto.

¿Quieres ir con la policía estupida putita?, ¡yo te voy a dar algo realmente bueno para contarle a la policía!

Los dedos de Ricardo se clavaron en el cabello castaño de Susana, sujetándola fuertemente la obligó a acercar su cara cada vez más hacia su miembro, el cual volvía a ponerse rígido y caliente. Susana vio cuales eran las intenciones de su padre y comenzó a luchar de nuevo intentando liberarse del poder de su papá.

¡No papá!... no... ¡porfa!... y-mmmmff!!...-

Era inútil. Ricardo Forzó las quijadas de la chica para abrirlas y luego la sujetó fuertemente de los cabellos para introducir su miembro en la hasta entonces virgen cavidad bucal de Susanita. Pudo sentir con toda nitidez la húmeda y apretada garganta de su hija luchando por tragarse aquel trozo de carne que él le iba introduciendo cada vez más profundo hasta que la adolescente comenzó a ahogarse, entonces Ricardo comenzó a meter y sacar su riata de la boquita de Susana cogiéndosela por la boca.

Susana simple y sencillamente estaba conmocionada, apenas unos minutos antes yacía sobre su cama tratando de conciliar el sueño, ahora acababa de ser desflorada por su papá y estaba siendo forzada a darle una mamada frenética. Sus lágrimas se mezclaban con su propia saliva que le resbalaba por las conmisuras de la boca, mientras su padre metía y sacaba su pene cada vez más rápido. Cabe decir que para Ricardo Susana tenía una boca perfecta, podía sentir como la curvatura de su pene embonaba deliciosamente en la garganta de su hija, mientras su boca le limpiaba la verga dejándola ensalivada y brillante. Estando allí de pie miró directo hacia abajo contemplando a la muchacha sometida y frágil, al tiempo que Susana levantaba la mirada llena de miedo para clavar sus húmedos hojos en los de su papi. De nuevo bastaron solo unos cuantos minutos para provocar una venida en seco de su papá, su glande comenzó a escupir el tibio semen a chorros depositándolo en la garganta de su hija que no paraba de llorar. Ricardo sacó su pene de la boca de la consternada joven, no sin antes asegurase de que ella se tragara hasta la última gota y le dejara el palo limpio y sin rastro de semen. Al tiempo que le sacaba la macana la sujetó aún más fuerte de los cabellos tirando hacia arriba para obligarla a incorporarse, la sujetó de las caderas y la obligó a recostarse sobre el piso boca abajo.

Pero...papá... ¡Dios mio! No, eso no papi. –

Susana gritó atemorizada al comprobar que su padre la obligaba a recostarse sobre el suelo, sentía como sus pequeños senos chocaban contra la fría loseta mientras su padre miraba como hipnotizado aquellas nalguitas firmes y retadoras. Ricardo sabía que necesitaba tener mucha habilidad para encontrar el pequeño tesorito de su hija, y sabía también que su erección ya no duraría mucho tiempo más. Ya había logrado vaciarse dos veces, y sabía que el culito de Susana ofrecería aún más resistencia que su boca, por lo tanto no duraría más de un par de empellones dentro de ella. Ricardo intentó desesperadamente de penetrarla por detrás, pero su hija seguía ofreciendo una resistencia empecinada; así que al final, cansado ya de luchar contra aquella rebelde jovencita la levantó del suelo, la acomodó sobre su piernas y comenzó a nalguearla frenéticamente.

¡Tal vez lo que necesitas es una buena nalguiza para que aprendas a ser obediente! – le gritó, mientras dejaba caer sobre ella una lluvia de nalgadas.

Susana trataba de mantener sus brazos y piernas sobre su espalda para proteger sus nalgas, pero ese gesto tan ingenuo solo le causaba más placer a Ricardo. De pronto se colocó detrás de Susana y colocando sus brazos al rededor de la cintura de la chica presionó su miembro entre las rojas y calientes nalguitas, así fue como Susana fue dura, completa y profundamente penetrada. No es necesario decir que la joven gritaba llena de miedo y dolor, gritaba con mas fuerza aún cuando su padre comenzó bombearla lenta y pausadamente encajándole su hombría en lo más hondo de su esfinter para luego extraérsela hasta dejarle adentro sólo la punta. Ricardo no podía creer lo apretado que estaba el culito de su hija, comenzó a sentir mucho dolor desde el primer momento en que empezó a bombearla, sin embargo pronto comenzó a ser más fácil y placentero penetrarla, conforme la joven se cansaba de resistirse y le cedía el control a su papá .

Susana estaba deshecha. No podía dar crédito a lo que su padre le estaba haciendo, no sólo la había violado, sino que la había desvirgado por todos y cada uno de su orificios, había violado inclusive su parte más privada, Susana terminó dejándose hacer mientras sus lágrimas se mezclaban con sus gemidos.

Ricardo había estado en lo correcto. Sentía como se aproximaba rápidamente a un violento orgasmo con tan solo una docena de bombeos, sin poder contenerse comenzó a expulsar toda su leche en lo más profundo del culo de Susana, permaneciendo rígido y afianzado a ella hasta vaciar sus testiculos por completo, mientras su joven y trigueña hija gemía y sollozaba. Ricardo se vació por completo dentro de su hija, y manteniendo su verga bien metida dentro de ella comenzó a susurrarle al oído:

¿Ves? Ahora sí tienes algo interesante que contarle a la policía, putita barata –

Súbitamente se salió del ultrajado ano de Susana para arrojarla con arrogancia sobre la cama como si se deshiciera de un condón usado. Recogió su ropa de la entrada del cuarto de su hija y comenzó a vestirse; Susana sollozaba y trataba de acicalarse el cabello, estiró el brazo para recoger tímidamente la blusita de algodón que aún estaba sobre las cobijas cuando de pronto Ricardo se acercó a ella y, tomándola fuertemente de los cabellos por la parte de la nuca comenzó a abofetearla fuertemente. Susana soportaba aquel castigo estóicamente, demostrando que estaba por fín dispuesta a ser sometida y reeducada.

Creo que ya es muy tarde para que aún estés despierta, vete a bañar y después te duermes-

Si papá – Respondió ella con lágrimas aún en sus ojos.

Ricardo sonreía al ver a la adolescente caminando lentamente y con dificultad en dirección al baño. Comenzaba a sentir como le volvía la erección, se deshizo de sus pantalones de nuevo, entró al baño y cerró la puerta.

 

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