Yo tenía un carro "envenenao". Era un modelo del año 90 que le había hecho algunos cambios, en el carburador, en la relación de transmisión y en el motor con la intención de conseguir más kilómetros por hora y lo había logrado. Le coloqué un botón en el tablero de mandos, que al presionarlo, el motor accionaba algunos mecanismos, lanzaba dos chorros de candela por los escapes y en cosa de dos segundos alcanzaba los 500 kilómetros por hora. Una velocidad superior a la alcanzada por otro vehículo y que me permitía escapar de cualquier situación y de picar cauchos en algunas oportunidades.
Una mañana que estaba en la casa sin hacer nada le dije a mi esposa:
-Mi amor, voy a Coro a comprar una caja de cigarrillos.
-¿ A Coro?¡Si eso esta retelejos! Por que no los compras allí en el abasto del señor Moisés, que esta aquí mismo en la esquina, te puedes ir caminando si quieres.-me dijo mi esposa todo extrañada.
-Yo se que está lejos mi amor, pero voy a ir en el carro con la intención de probarlo en esas rectas de la Falcón Zulia y ver como se porta-le dije.
-Ah bueno, así si, pero anda con cuidado. No vayas a correr mucho-me dijo.
Desde donde vivo hasta la ciudad de Coro hay 290 kilómetros aproximadamente, o sea que ese recorrido lo debía estar haciendo en una hora más o menos, en dos horas a lo sumo si tomo en cuenta la estadía en la ciudad. Salí de la casa a una velocidad normal baja y cuando entré en la Falcón-Zulia incremente la velocidad a 150 kilómetros por hora. Ocasionalmente la inspectoria de Tránsito instala alcabalas móviles, sin previo aviso, y habían instalado una en el sector del Mecocal.
Como yo no tenía conocimiento de esa alcabala y debido a la velocidad que llevaba, no me detuve, la atravesé rápidamente, pase por entre el medio de dos policías y seguí mi camino raudo a la ciudad de Coro.
Más adelante miré a mi espejo retrovisor y pude ver a una patrulla que me venía pisando los talones. No lo pensé dos veces, esta era la oportunidad de probar el vehículo. Acerque mi mano derecha hasta el botón rojo y zuuuuaaaas!, enseguida el vehículo alcanzo los 500 kilómetros por hora. Se perdía de vista. Parecía saeta devorando el asfalto de la carretera.
Llegue a Coro, compré la caja de cigarrillos y empecé a recorrer los kilómetros de regreso para mi casa. Venía como a 150 kilómetros por hora y cuando voy por el sector donde vi a la patrulla persiguiéndome, ahora a la derecha de la carretera estaba la patrulla accidentada, todo aporreada, con los parabrisas rotos y las ruedas hacia arriba, golpeada, volcada, al lado, y afuera de la patrulla, un fiscal de transito, herido, mal herido, con el uniforme todo roto y lleno de sangre.
En un gesto humanitario me baje con la intención de prestarle auxilio al inspector. Me estacioné a la derecha de la carretera y llegué caminando hasta donde estaba el agente y le dije:
-Disculpe señor agente, pero..¿Ud. no era el que me venía persiguiendo cuando yo pasé hacia allá, para Coro?
-Si señor, yo era, pero yo no se lo que pasó- me dijo todo a dolorido y aporreado.
-¡Yo si se lo que pasó! le dije- Resulta que mi carro tiene un botón que al presionarlo, el vehículo sale disparado y se pone en 500 kilómetros por hora enseguida.
-¡¡ Con razon ¡! ¡ Cuando tu te "desprendiste" yo pensé que la patrulla se me había apagado y me bajé a ver que pasaba! dijo el agente.