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Mi historia (2)

en Fetichismo

FANTASIAS FETICHISTAS – Parte 2ª

Pasó el tiempo y, después de cambiar de nuevo de trabajo, esta vez a una empresa de informática como Jefe de Proyectos, en el año 1990 conocí a Lourdes con la que me casé. En ningún momento la había planteado nada de mis fantasías, las vivía interiormente, de vez en cuando me acercaba por algún gabinete de Madrid, pero hace un par de años, en el mes de Abril, estuve de viaje en Barcelona durante una semana, y en ese tiempo pasé dos veces por un gabinete de la ciudad.

El segundo día que acudí al gabinete, día que tenía planificado para mi vuelta a Madrid, me equivoqué en la hora del vuelo de regreso y apagué el móvil, con tan mala fortuna que Lourdes estuvo llamando y yo, por supuesto, no la respondí. A la salida del gabinete no encendí el móvil y me fui al aeropuerto y al pasar por el mostrador me dijeron que el avión ya había despegado pero que podrían reservarme plaza en uno de las nueve de la noche. En ese momento me di cuenta del garrafal error que había cometido, encendí el móvil y comprobé que tenía seis mensajes de mi mujer en las que me decía que la llamase urgentemente.

En tierra, con una reserva para volar a las nueve de la noche y con seis mensajes de mi mujer, el mundo se me vino encima. Llamé a la oficina para que me sacasen otro billete y después de darme el localizador y pasar por las taquillas llamé a mi mujer, la primera pregunta era si había llegado a Madrid, la puse la excusa que por una reunión de última hora había tenido que cambiar el billete. Indignada me dijo que no me creía, que había llamado a la oficina de Barcelona y la habían dicho que no había aparecido por la oficina, que creían que estaría en Madrid.

Le comenté que no estaban informados en la oficina de esta reunión de última hora, que había surgido la noche anterior y me preguntó pelos y señales de la misma. Ya metidos en mentiras la dije que si quería saber la verdad se la diría en Madrid cuando nos viésemos a lo que me contestó que lo explicaba en ese momento o no volvería a entrar en casa.

Era la primera vez que llegábamos a esta situación, también hay que reconocer que jamás la he dado motivos para dudar, siempre he estado con las espaldas bien cubiertas, pero esta vez me equivoqué, por tanto la situación era nueva y difícil de controlar por mi parte.

Con un tono mas relajado por mi parte, la dije que había estado comprando unos regalos para ella y que por error no me di cuenta de la hora en que salía el avión por lo que al llegar al aeropuerto había perdido el vuelo. Aunque no le pareció buena, al menos dudó menos de ella, ya que siempre la llevaba regalos cuando viajaba, y me dijo que terminaríamos la discusión en casa.

Me quedaban cuatro horas para coger de nuevo el avión por lo que tomé un taxi a la carrera y me fui de nuevo al centro de la ciudad pensando por el camino que podría comprarle que la dejara satisfecha y me guardara las espaldas.

Al llegar a Plaza de Cataluña había decidido comprar ropa y complementos de cuero y después de una semana sin verla, decirle que había reflexionado y que necesitaba que en el sexo fuese dominante, que yo necesitaba sentirme inferior a una mujer durante el acto sexual. Me pareció una buena estrategia por lo que la puse en marcha.

Me acerqué a una tienda erótica y compré unas botas de altos tacones en cuero negro por encima de la rodilla, un body del mismo material, unos guantes largos de piel negros por encima del codo, un látigo de tiras, un collar y unas muñequeras. En ese mismo sitio compré varias revistas de fetichismo y un par de video de OWK, los que me parecieron mas ajustados a mis ideas de fetichismo y humillación.

Con todo el material me hizo un paquete y me marché al aeropuerto de nuevo, quedaba una hora para la salida del vuelo. Al llegar a Madrid y después de mucha espera pude coger mi maleta, tomé un taxi y a la media hora estaba en casa, eran las once y cuarto de la noche.

Mi mujer estaba tumbada en el sofá durmiendo, le di un beso en la boca y se despertó.

Por fin has llegado embustero – Me dijo nada mas abrir los ojos.

Si cariño – la respondí – Ya he llegado a casa.

Espero que me satisfagas con el retraso – Dijo mientras se incorporaba y se sentaba.

En ese momento me quedé perplejo, no sabía como empezar a contarle mi propuesta.

Déjame que me cambie y hablamos – La dije.

Si quieres, en la nevera tienes algo de comer, yo ya he cenado.

No te preocupes, he tomado un pincho en el aeropuerto – Y salí hacia el dormitorio con la maleta y el paquete.

En el dormitorio me cambié de ropa y abrí el paquete, tratando de organizar las ideas de cómo se lo iba a decir. Finalmente decidí improvisar y que sobre la marcha salieran las cosas. Coloqué sobre la cama lo que había comprado en Barcelona y después de coger un vaso de agua en la cocina, marché al salón empezando mi charla.

Perdona por lo ocurrido hoy pero estos días me han hecho reflexionar sobre nuestra relación – Me miraba muy interesada por lo que tragué saliva y continué – Me he dado cuenta que nuestra relación está entrando en una dinámica peligrosa, que debemos darle alicientes y sobre esos alicientes quiero hablarte – Lourdes no dejaba de mirarme a los ojos, tratando de descubrir alguna mentira, tomé un trago de agua y continué – Necesitamos que demos un vuelco a nuestra relación, pero me gustaría que comprendieras lo que me gusta.

Deja los preámbulos y céntrate - Dijo mosqueada Lourdes.

Bueno – tomé aire y me lancé a tumba abierta – Me excita ver una mujer vestida con ropa de cuero, he comprado revistas desde hace años del tema, y me he excitado viendo las fotos. No estoy dispuesto a recurrir a otras personas pero necesito comprensión y apoyo de tu parte.

¿A que te refieres con lo de ver una mujer vestida con ropa de cuero?.

He sacado muchas fotos de Internet de mujeres tal como me gustaría verte, también me gustaría que pudiésemos ver las revistas y los vídeos juntos y que te vistieses, en la intimidad, de acuerdo a mis gustos.

Ahora entra en detalles, me estas poniendo nerviosa.

Vamos al dormitorio y verás de lo que hablamos.

Nos dirigimos al dormitorio, yo había dejado la luz de la mesilla encendida a propósito para crear un ambiente cálido y cuando entramos, Lourdes se quedó mirando la exposición de artículos que había encima de la cama y comenzó a hablar.

Por lo que veo aquí, eres un sumiso de mierda y en todos estos años has estado engañándome.

No es cierto, cariño, he estado viviendo en silencio mis fantasías.

No me creo lo que dices, has estado engañándome y a las pruebas me remito, sabes exactamente lo que quieres y como lo quieres y eso no se imagina, eso lo has puesto en práctica.

No, mi vida, nunca he hecho nada con nadie, solo he visto películas y revistas, pero nunca he realizado nada de este tipo – empecé a ruborizarme.

Basta de mentiras, recoge tu ropa y márchate de casa ahora mismo, no quiero vivir con un depravado.

Por favor cariño, no me haga esto.

Te he dicho que te marches, buscaré un abogado y presentaré demanda de divorcio, esto es la gota que ha colmado el vaso.

Con la cabeza baja abrí el armario, recogí algo de ropa, me vestí y salí del dormitorio. Intenté varias veces hablar con Lourdes pero su respuesta era la misma, no la interesaba nada de lo que la dijese.

A las doce de la noche salía de la casa, con la cabeza baja y llorando. Me monté en el coche y fui a buscar un hotel donde pasar la noche. No pude conciliar apenas el sueño durante la noche, a la mañana siguiente, sábado, recogí mis cosas, pagué la cuenta del hotel y me marché con el coche a buscar un lugar mas barato donde dormir.

Estaba terminando de comer un bocadillo cuando me llegó un mensaje al móvil desde un portal de Internet "Te ordeno presentarte antes de 30 minutos ante tu dueña y señora".

Imaginé que era de Lourdes pero, ¿qué había pasado para que se produjera ese cambio?, ¿Sería realmente de Lourdes el mensaje?. Sin pensarlo dos veces y sin verificar si la era de ella, cogí el coche y marché de nuevo a mi casa, aparqué y dejé la maleta en el coche subiendo en el ascensor nervioso. Llamé con los nudillos y después de unos segundos de silencio, se oyó a través de la puerta el sonido de unos tacones.

Al abrirse la puerta, allí estaba Lourdes vestida como una Diosa Domadora. Vestía lo que la había comprado en Barcelona, el body, los guantes y las botas. En su mano derecha llevaba el látigo de tiras y sus ojos estaban cubiertos por unas gafas negras. Estaba tan espectacular que me puse de rodillas sobre el felpudo y comencé a besar sus botas.

Lourdes se retiró detrás de la puerta y tuve que seguirla hasta que la puerta se cerró. Se dirigió al salón y yo la seguí caminando a cuatro patas. Se sentó en el sofá y me detuve a medio metro de su presencia.

Desnúdate esclavo, me ofendes estando vestido.

Comencé a desnudarme deprisa y dejé la ropa y el calzado al lado del sofá.

Ahora voy a contarte cual va a ser tu futuro – dijo Lourdes y continuó su exposición – Tienes la obligación de cumplir cualquiera de mis órdenes no pudiendo rechazarlas bajo pena de separación, si me apetece te castigaré de la forma y manera que quiera, debes estar en casa siempre desnudo y solo te vestirás cuando te lo autorice, tengo el derecho a utilizarte como me plazca aunque sea en público y como final, solo te permito que me llames Ama Lourdes, tanto en público como en privado.

Gracias Ama Lourdes – A continuación recibí un golpe del látigo en mi espalda.

No te he permitido hablar, por tanto recibirás la primera sesión de castigo en este mismo momento.

Se puso en pié y comenzó a golpearme el trasero desnudo, como mínimo cayeron treinta golpes, a cual de ellos mas fuerte.

Después tuve que limpiarle las botas con la lengua, limpiar con detalle toda la casa realizando Lourdes un seguimiento detallado y si no encontraba algo a su gusto me castigaba mientras volvía a limpiarlo.

Mas tarde hice la cena, la que ella eligió y yo comí los restos que ella me tiraba al suelo, recogí la mesa y la cocina mientras ella se tumbaba en el sofá, hice la colada, tendí la ropa y cuando terminé me acerqué a cuatro patas hasta el salón esperando recibir nuevas órdenes.

¿Has cumplido todas mis órdenes?.

Sí Ama Lourdes, no he olvidado nada.

Está bien, ahora quiero que firmes tu contrato de propiedad – Me dijo a la vez que me señalaba con el látigo un papel que había encima de la mesa.

Leí el contrato y en el se recogía las obligaciones que tenía yo como esclavo y los derechos de Lourdes sobre mi persona. Cogí un bolígrafo y firme el contrato entregándoselo a continuación.

Lourdes recogió el contrato vio la firma y me extendió su mano derecha cubierta por el guante.

Besa mi mano esclavo, y aprovecha que va a ser la orden más suave que vas a recibir a partir de hoy.

Mientras besaba con devoción la mano que me iba a castigar a partir de ese momento, imaginaba que empezaba una nueva etapa de mi vida.

Durante un año fui su esclavo, me castigaba cuando la apetecía, unas veces con fusta y otras con el látigo de tiras, todos los fines de semanas salía de casa por la noche dejándome atado a la cama, no regresando hasta el día siguiente bien entrada la mañana, me humillaba con exquisita delicadeza, llegamos a tener creo que todas las películas de OWK y, para castigarme sicológicamente me decía que aprendía mucho de ellas, a mi solo me dejaba ver una cada mes y eso me molestaba. Tengo que agradecerle su discreción ya que nadie ha conocido nada de la relación mientras que duró.

En Abril del pasado año, un día al llegar a casa no pude entrar ya que no funcionaba mi llave, llamé al timbre y después de mucho rato, por debajo de la puerta me dejó un papel escrito a mano y una fotocopia del contrato que había firmado el año anterior. En el papel, Lourdes me indicaba que se había cumplido el tiempo de duración del contrato, volví a leerlo y efectivamente, en el último párrafo del mismo ponía que la duración era de un año improrrogable, detalle que no recordaba haber leído, pero estaba clarísimo. También me decía que estaba en manos de un abogado la separación por depravado y que era una circunstancia atenuante para la separación era el propio contrato que había firmado, volví a mirar la fotocopia y me encontré con la sorpresa que su firma no estaba en ningún sitio. Sabia que tenía todas las de perder en esta separación y que me podía dejar en la más absoluta ruina. Finalmente me citaba la siguiente semana en el despacho del abogado para una reunión y me informaba que no se me ocurriera llamarla o molestarla a partir de ese momento. Respecto a mis cosas, me indicaba que en el buzón tenía la llave de una taquilla de la estación de Chamartín, y me pedía que dejase todas las llaves en el buzón antes de marcharme.

Cumplí todo lo que Lourdes me indicaba en el papel y el día de la cita con el abogado, estuvimos hablando como dos personas civilizadas y admitió, una vez realizado el reparto de nuestras pertenencias, tramitar el divorcio de mutuo acuerdo. Ese mismo día dejé todos los papeles firmados y no he vuelto a tener noticias de ella.

Desde Octubre estoy viviendo con una compañera de trabajo, Laura. Es una mujer de treinta y cinco años, soltera, de mi estatura con tacones que los lleva siempre, con un cuerpo y cutis muy cuidado, morena con el pelo corto y ojos azules.

Habíamos coincidido en reuniones con clientes en los que cada uno de nosotros exponía su oferta, y me llamaba la atención el tipo de ropa y calzado que usaba habitualmente para ir a trabajar, y que se correspondía con mis gustos, raro es el día que no llevaba alguna prenda de cuero desde Octubre hasta Abril o Mayo, y entre esos meses, siempre botas o botines.

Un día, a la salida de una reunión con un cliente el pasado mes de Julio, la dije que si quería comer conmigo, aceptó la invitación y estuvimos en un restaurante charlando de trabajo, a los postres la comenté mi situación personal, que llevaba unos meses separado y que lo estaba pasando muy mal. Ella se mostró comprensiva y me dijo que cuando quisiera la podía llamar para quedar y salir o tomar algo. Me comentó que las experiencias que ha tenido con los hombres no la habían resultado satisfactorias y que no estaba preparada para una relación en ese momento. A la vuelta de vacaciones me envió un correo electrónico donde me decía que tenía entradas para una obra de teatro y me preguntaba si quería ir, la llamé por teléfono y quedamos en vernos el viernes 20 de Septiembre en la puerta del teatro.

Cuando la vi llegar comencé a excitarme, llevaba una blusa blanca, un pantalón vaquero moderno, botas de puntera con un alto y afilado tacón. En su brazo llevaba un abrigo largo de cuero. Cuando llegó me dio dos besos y entramos en el teatro. Ese día, cuando estábamos tomando una copa después del teatro, la dije que me había impactado su forma de vestir, que me gustaban las mujeres con carácter como ella y que sentía algo en mi interior, y lo sigo sintiendo, que me llevaba hasta ella.

Laura me contestó que no fuese tan deprisa, que teníamos que conocernos mas pero que si a mí me gustaba como vestía, no tenía inconveniente en que la dijese lo que me gustaba para ponérselo cuando quedásemos.

El corazón se me aceleró en ese momento y no pude por menos que coger su mano y besársela. Ella con una leve sonrisa me dijo.

Quedan pocos hombres galantes como tu, y recordando Casablanca, este puede ser el momento de una gran amistad, aunque los personajes no sean los mismos.

Me propuso que la acompañase al día siguiente a comprarse ropa, ya que, según su opinión tenía muy buen gusto, yo acepté encantado. La ropa que escogió fue seleccionada la mayoría por mí, por supuesto que también fue del agrado de Laura. Cuando terminamos las compras me propuso ir a su casa a cenar y así lo hicimos, me mostró su armario, tenía una cantidad enorme de ropa y toda perfectamente colocada. En otro armario estaban los zapatos, sandalias, botas y botines. Me atreví a contar y tenía 9 pares de botas y 5 pares de botines, con lo que la repetición de combinación se hacía difícil.

A la semana siguiente y después de contarle un poco mi vida personal, omitiendo por supuesto todos los detalles relativos a mis fantasías, me contó que uno de los motivos por los que las relaciones con los hombres no habían sido satisfactorias era por su carácter dominante en las relaciones sexuales, la gustaba decidir cuando era el momento de hacer las cosas y de que forma.

Me excitó de forma importante lo que acaba de contarme y la respondí que no comprendía lo tontos que habían sido los hombres con los que había estado por no continuar esa relación, por dentro me frotaba las manos de que no hubiese encontrado a nadie.

A primeros de Octubre me ofreció, sabiendo que yo estaba viviendo en una pensión, irnos a vivir juntos. Después de pensármelo unos días, acepté el ofrecimiento y el día 12 de Octubre me trasladaba.

El mismo día que me instalé mantuvimos nuestra primera relación sexual. Laura me ató a los barrotes de la cama y jugó con mi cuerpo desnudo hasta que alcanzó el orgasmo. A continuación se tumbó en la cama y se durmió dejándome atado. Sin siquiera tocarme, me corrí de una forma extraordinaria, echando el semen sobre mi cuerpo. Una hora después de que Laura alcanzase el orgasmo, se despertó, me desató y al tocarme el pene sintió los jugos que había expulsado. Encendió la luz y después de echarme una sonrisa me dio un beso y me dijo.

Me gusta, tú si que estas preparado para ser socio de mi club.

Le devolví la sonrisa como muestra de agradecimiento y me levanté para lavarme.

Cuando salimos juntos, siempre se viste con ropa de cuero negra, guantes negros y botas de piel negra de tacón alto y fino. Una vez por semana, como mínimo, tenemos pactado que se vista con un conjunto de braga y sujetador de cuero negro, unas botas de piel negras por encima de la rodilla de tacón fino, y guantes hasta el codo de piel negra, todo comprado por los dos juntos. El día que la apetece, utiliza unas esposas para atarme a la cama y una fusta para castigarme si no cumplo sus deseos, esto último lo he comprado yo por orden de Laura, y jugamos como ella quiere hasta que caemos rendidos de placer. Otro gran placer común es ver videos editados por OWK, aunque no entendemos nada y teniendo claro que nuestra relación sexual no se basa en el castigo físico pero sí en el vestuario fetichista.

Esta carta la estoy escribiendo cumpliendo las ordenes de Ama Laura, que así la gusta que la llame cuando hacemos nuestros juegos, de rodillas, en un portátil situado a sus pies. Ama Laura va leyendo lo que escribo y si no la gusta, me azota la espalda mientras corrijo el párrafo y le doy el enfoque que a mi dueña y señora le gusta.

Por último, Ama Laura me dice que incluya en la carta el siguiente mensaje "Animo a todas las mujeres a ocupar la posición dominante que esta sociedad necesita. No permitiremos que los machos controlen la situación ya que tienen que estar siempre a nuestros pies, sufriendo por nosotras y cumpliendo humildemente y con agilidad cada una de las órdenes que dictemos. Este es el único modo en que esta sociedad empiece a cambiar. Conocemos la historia siendo los machos los que tienen el poder y no nos gusta, ha sido un fracaso, por lo que debemos provocar el cambio".