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La Venganza

en Sadomaso

La joven pareja habia decidido pasar su luna de miel en un lugar apartado y lejano del Sur, en una cabaña lejana, rodeada de un frondoso bosque boreal rodeado de montañas y lagos. El pueblo más cercano se encontraba muy lejano. Y la atmósfera que los rodeaba era de exuberancia, pasión y amor. Casi el lugar perfecto.

Una tarde, mientras la joven pareja paseaban de la mano, luego de haber consumado tierna y cariñosamente su amor, en las cercanías del hermoso lago azul que orillaba su cabaña, fueron sorprendidos por un extraño sujeto, era un hombre alto, corpulento, de rasgos indígenas, flanqueado por un enorme perro negro. La pareja se asusto, pero Martín, alzándose de valor se aproximó al sujeto.

- Disculpe señor, pero esto es propiedad privada – afirmo muy seguro de sí.

El indio lo miro profundamente, con una mirada penetrante y dura, y su perro comenzó a gruñir al joven esposo.

- Estas tierras pertenecen a mis antepasados – respondió duramente el indio

Martín y Jorgelina quedaron estupefactos, el hombre y su perro parecían verdaderamente enojados, pero repentinamente pegaron la media vuelta y desaparecieron en el bosque.

La joven pareja se sintió aliviada, aunque preocupados a la vez por la mirada del indio, que les habia denotado cierta malignidad y un brutal odio hacia aquellos blancos usurpadores. Pero su repentina retirada los habia despreocupado y pensaron que no habría motivos para alarmarse. Así pues decidieron continuar con su estadía sin darle demasiada importancia al suceso.

Aquella noche mientras la joven pareja dormía plácidamente, tras una larga noche de pasión y amor un fuerte ruido los sobresalto haciéndolos salir de su cálido lecho. Martín preocupado salió en medio de la noche armado con una linterna y un palo y recorrió los alrededores de la cabaña mientras su joven esposa lo aguardaba preocupada en la cabaña. De pronto sintió el grito de su esposa y desesperado corrió hacia la casa. Y al ingresar encontro a su esposa maniatada con el Indio y su perro detrás de ella, con una escopeta apuntando la cabeza de su esposa.

- Quédate quieto huinca – le señalo el indio en tono duro – si no quieres que le pase nada a tu mujercita.

Martín lo miro con odio pero el indio tenia un arma apuntando la cabeza de su esposa, que temblaba de terror y miedo.

- Esta bien, pero no le hagas daño – dijo Martín tratando de calmar la situacion – perdónanos si te hemos insultado esta tarde pero...

- Cállate huinca, y suelta ese palo – gruñó el indio mientras su perro continuaba gruñendo furiosamente a Martín.

Martín soltó el palo lentamente y el indio dio una orden a su perro que se abalanzo furiosamente sobre el joven esposo apoderándose de su brazo y tirándolo al piso, mientras Jorgelina gritaba con terror por su marido.

El indio se aproximó a Martín y retirando a su perro lo tomo fuertemente, lo esposo, lo golpeo duramente en él estomago y la cara, dejándolo inconsciente en el suelo de la cabaña.

Al despertar ensangrentado y dolorido por los golpes que le habia propinado el indio se percato de su situacion, estaba colgado y atado de las manos al techo completamente desnudo e inmovilizado con su boca tapada con cinta, mientras Jorgelina estaba atada al lecho nupcial completamente desnuda.

- Veo que has despertado huinca – dijo el indio maliciosamente – espero que estés preparado para ver lo que los tuyos les hicieron a nuestras mujeres.

- Sabes huinca... tienes una hermosa hembra – dijo el indio perversamente mientras observaba el hermoso cuerpo desnudo de Jorgelina – en verdad es una perra muy hermosa, creo que hasta mi perro se la quiere follar... JAJAJAJAJAJAJA – río ruidosamente el indio.

El indio se aproximó al lecho y con su enorme mano comenzó a acariciar aquel hermoso cuerpo, apoderándose de uno de sus senos miro a Martín y comenzó a apretarlo fuertemente hasta que Jorgelina comenzó a chillar de dolor.

- DEJA DE QUEJARTE PERRA INMUNDA – grito el indio y abofeteo la hermosa cara de Jorgelina – ya conocerás lo que es el dolor... JAJAJAJAJA.

El indio se sentó al lado de Jorgelina y mirando a su esposo comenzó nuevamente e estrujar sus tetas y luego sus pezones, apretándolos fuertemente hasta ponerlos colorados y duros. Entonces se aproximo a su boca y comenzó a sobársela y chupársela con su larga y húmeda lengua mientras la joven esposa se resistía y lloraba.

- NNNNNNOOOOO PPPPOOOOOORRR FFFFFFAAAVVVVOOORRR NNNNNNNNOOOOOOOO DÉJEME – gritaba Jorgelina ladeando su cabeza para evitar la boca hambrienta del indio.

- CÁLLATE PERRA – trono el indio asestando e un duro golpe en él estomago de Jorgelina que la dejo sin aire y con mucho dolor.

Entonces el indio tomo su cara con sus manos y le dio un profundo beso en su boca metiendo su lengua en los más recónditos lugares de la boca de la joven esposa. Luego la soltó dejándola respirar, la desato y la puso en cuatro patas sobre la cama. Jorgelina se percató de la enorme fuerza del indio que logro voltearla como una pluma.

- Ahora veras lo que es ser una perra – dijo el indio, y dándole una orden a su enorme perro, este subió a la cama colocándose detrás de Jorgelina.

El perro parecía ser el diablo mismo, olfateo a su hembra e inmediatamente su pene comenzó a crecer hasta alcanzar una extraordinaria longitud y grosor nunca visto por la joven pareja. Jorgelina percatándose de las intenciones del indio y su perro intento resistirse utilizando las pocas fuerzas que le quedaban, pero el indio volvió a golpearla duramente en las costillas y quedo tendida en la cama gimiendo de dolor.

- Quédate quieta y disfrútalo perra, o será más doloroso aun – le dijo el indio

- No por favor... señor – alcanzo a balbucear Jorgelina con las pocas fuerzas que le quedaban.

El perro extrajo su lengua y comenzó a sobar la hermosa vagina de su víctima. El indio dio otra orden y el perro dejo su tarea y monto detrás de Jorgelina, su pija era colorada y gigantesca, Martín se revolvía pero no podía hacer nada por su joven esposa, solo observar. El perro se alzo sobre la grupa de su hembra y con unas pocas embestidas introdujo su grueso y largo pene en la vagina de su víctima.

- AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH... NNNNNNNNNNOOOOOOOOOOOO – grito Jorgelina.

La pija del perro era enorme para su vaginita, era como una enorme barra de acero candente y duro que perforaba y horadaba su aterciopelada y estrecha concha, quemando y perforando sus entrañas. El perro comenzó a agitarse fuertemente sobre su perra introduciendo su duro mástil profundamente en la aquel hermoso templo del placer. El indio excitado habia extraído su gigantesco falo, que superaba holgadamente el de su caliente mascota y lo agitaba fuertemente en sus manos mientras saboreaba aquella excitante escena que le brindaba su perro y aquella joven mujer blanca.

Martín solo podía observar aquella espantosa escena, mientras el indio disfrutaba junto a su perverso perro, el indio cada tanto volteaba a verlo, exhibiendo en su cara una maligna sonrisa. Mientras Jorgelina perforada por el falo del perro, el dolor y el terror que la acuciaba habia comenzado a caer en un profundo trance que la hizo desvanecerse y caer.

- PERRA PUTA DESPIERTA – gruñó el indio asestándole un duro golpe en su angelical cara, lo suficientemente fuerte para que no perdiera el sentido y saliese del trance en que se encontraba. Provocándole un leve sangrado en su perfecta nariz.

- ABRE LA BOCA – le ordenó el indio, para luego introducir violenta y profundamente su gigantesca pija en la boca de su víctima, quien no pudo contener las arcadas y él vomito salió disparado de su estomago hacia su garganta, pero la enorme cabeza del indio actúo como tapón y lo contuvo dejándole un ácido y ardiente sabor en su boca.

El indio tomo la ondulada y larga cabellera de Jorgelina con una mano y comenzó una fuerte penetración bucal arremetiéndola y llenándola con su carne. Jorgelina apenas alcanzaba a cubrir con su boca aquel gigantesco falo y las arremetidas del indio llegaban hasta su garganta provocándole continuas arcadas hasta que vomito toda la pija del indio.

- PUTA DE MIERDA- grito el indio, extrayendo su enorme falo bañado por los jugos gástricos de Jorgelina, que caían todavía de su boca, que se agitaba junto a su pecho pidiendo un poco de aire. El indio le asesto un puñetazo en la cara y la hizo tambalear. Pero las arremetidas del perro no dejaban que Jorgelina cayese. Su velocidad y la fuerza de su penetración avizoraba el final de sus arremetidas y en poco segundos eyaculo dentro suyo, llenándole la concha con su caliente semen animal.

El perro estaba exhausto pero permaneció pegado a su hembra, mientras el indio con su mirada profunda y penetrante llena de malicia maquinaba nuevos planes para la joven pareja.

CONTINUARA...

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